Abraham, nuestro padre en la fe (y II): Dios prueba la fe de Abraham

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Llegaron a Sodoma los dos ángeles y fueron invitados por Lot a cenar a su casa. Los habitantes de Sodoma, que se habían enterado, rodearon la casa de Lot exigiéndole que hiciera salir a los huéspedes porque querían abusar de ellos con pecados muy feos y repulsivos. Lot salió a la puerta de la casa y se les enfrentó, pero los dos ángeles lo cogieron y lo metieron dentro de la casa; después dejaron ciegos a todos los que estaban allí afuera para que no siguieran molestando más, Pues los Ángeles también tienen poderes sobrenaturales (no mágicos) recibidos de Dios.


Los dos ángeles dijeron a Lot que se diera prisa en salir de Sodoma con su familia ya que Dios iba a castigar a la ciudad por sus muchos pecados.

Lot tomó a su mujer y a sus dos hijas, pero los maridos de éstas no querían marcharse y estaban retrasando la partida. Entonces los ángeles tomaron de la mano a Lot, a su mujer y sus hijas y salieron apresuradamente de allí. Estaba amaneciendo y los ángeles dieron la orden severa de que nadie mirase hacia atrás.

En cuanto salió el sol, hizo llover Dios sobre Sodoma y Gomorra azufre y fuego desde el cielo de tal manera que, en poco tiempo, las dos ciudades quedaron totalmente destruidas muriendo todos sus habitantes y hasta las plantas que había en las cercanías. Pero la mujer de Lot miró hacia atrás desobedeciendo a los ángeles y, al momento, quedó convertida en estatua de sal.

Cuando Abraham se levantó por la mañana, pudo observar cómo se alzaba una gran humareda desde la desolada tierra en donde antes habían estado Sodoma y Gomorra. Y agradeció a Dios que salvara a Lot de aquella espantosa destrucción.

Dios actuó en Sara, como había prometido y quedó embarazada, dando a Abraham el consuelo del esperado hijo ya en su ancianidad. Le llamaron Isaac y Dios le nombró heredero de Abraham.

Pero pasados algunos años El Señor quiso probar la fe de Abraham, de modo que lo llamó y le dio esta orden sorprendente: “Anda, toma a tu hijo al que tanto amas, a Isaac, y ve a la tierra de Moriah y ofrécemelo allí en sacrificio sobre un monte que yo te indicaré” Abraham sintió un tremendo desgarro de dolor en su corazón, pero obedeció al Señor y muy de mañana se levantó, aparejó su asno y tomando consigo dos mozos y a su hijo Isaac, partió la leña para el holocausto y se puso en camino hacia el lugar indicado por Dios. Al llegar dijo a los mozos:”Quedaos aquí con el asno; yo y el niño iremos hasta allí y después de adorar a Dios volveremos a vosotros”

Mientras subían Isaac le preguntó: “Padre mío, llevamos el fuego y la leña, pero ¿dónde está el animal para el sacrificio? Abraham contestó: “Dios proveerá hijo mío”

Cuando llegaron al lugar señalado por Dios, Abraham alzó el altar y puso sobre él la leña; tomó el cuchillo y tendió su brazo para degollar al muchacho, pero, en ese momento un ángel del Señor gritó desde el cielo: “¡Abraham, Abraham! No extiendas tu brazo sobre el niño y no le hagas nada porque ahora he visto que temes a Dios pues por Él no has perdonado ni siquiera a tu querido hijo” 

Cerca de allí había un carnero enredado por los cuernos en las ramas de la maleza. Abraham cogió el carnero y lo ofreció en sacrificio en lugar de su hijo. Entonces el ángel habló de nuevo y le renovó, de parte de Dios, la promesa antigua: “Por haberme obedecido serán benditas por ti todas las naciones de la tierra. Te bendeciré largamente y multiplicaré tu descendencia como las estrellas del cielo y como las arenas de las orillas del mar” .

Esos numerosísimos descendientes que Dios prometió a Abraham fueron todos los pueblos que desde aquel momento, y a través de Isaac, su hijo, y de su linaje, fueron creyendo en el verdadero Dios; primero el pueblo de Israel y luego tantos y tantos más, entre los que estamos también nosotros y los que vengan en el futuro.

Era del todo incomprensible que Dios pidiera a Abraham semejante sacrificio: ¡A su hijo Isaac! Al hijo de su verdadera mujer tanto tiempo esperado, al heredero de sus muchos bienes y de las promesas hechas por el mismo Dios. Tuvo que ser durísimo para Abraham aceptar este giro de la voluntad de Dios, y sin embargo obedeció ciegamente.

Jesús y Abraham

De un modo parecido, solo que mucho más importante, Dios Padre nos entregó a su único Hijo, Jesucristo, para ser sacrificado en reparación por todos los pecados de los hombres, pero esta vez no hubo ángel que detuviera la mano del verdugo y el sacrificio se consumó hasta la muerte voluntaria de Nuestro Señor clavado en una cruz. Tanto daño hizo el pecado al mundo que necesitó que el mismo Dios hecho hombre se ofreciera como víctima en el perfecto holocausto de la cruz.

Como Melquisedec ofreció pan y vino, Jesús nos ofrece bajo las especies de pan y de vino en la Eucaristía su Sacratísimo Cuerpo y su Preciosísima Sangre para que lo podamos recibir física y espiritualmente.

Vocabulario

Aparejar: Colocar al animal los arreglos y adornos para la marcha.

Azufre: Polvo amarillo que al arder despide humos asfixiantes.

Circuncisión: Operación menor que consiste en cortar y eliminar parte de la piel que recubre el miembro viril. Al ordenar El Señor que se practicase a todos los varones descendientes de Abraham, la circuncisión quedó como la señal externa de pertenencia al pueblo de Israel

Descartar: No contar con una cosa.

Desolar: Destruir, arrasar.

Holocausto: Sacrificio en el que se consume completamente una víctima. Los sacrificios humanos eran frecuentes entre los pueblos paganos; pero Dios, que es amor, no quiere sacrificios humanos, por eso la prueba de Abraham finaliza con la prohibición del sacrificio de Isaac.

Linaje: Descendencia o también ascendencia. En este caso, descendencia.

Maleza: Espesura de hierbas malas y arbustos.

Mansedumbre: Suavidad, bondad, benignidad.

Proveer: Disponer lo necesario.

Repulsivo: Rechazable, que produce repulsión o repugnancia.

 Para la catequesis

  • Abraham es nuestro padre en la fe. Porque cree en Dios obedece con prontitud hasta en lo más doloroso, como es sacrificar a su hijo. ¿Crees que Dios pensaba en ti cuando dijo a Abraham que sería el padre de un gran pueblo? ¿Cómo se lo puedes agradecer?
  • ¿Cabe más gente en ese gran pueblo?, ¿cuántos?
  • Repasa con ayuda del sacerdote las virtudes llamadas teologales, las virtudes morales, y la virtud de la religión.

 

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