Marcos 1, 21-28. Cuarto Domingo del Tiempo Ordinario. Que la fama de Jesús se extienda también a nuestros corazones.
Entraron en Cafarnaúm, y cuando llegó el sábado, Jesús fue a la sinagoga y comenzó a enseñar. Todos estaban asombrados de su enseñanza, porque les enseñaba como quien tiene autoridad y no como los escribas. Y había en la sinagoga un hombre poseído de un espíritu impuro, que comenzó a gritar; «¿Qué quieres de nosotros, Jesús Nazareno? ¿Has venido para acabar con nosotros? Ya sé quién eres: el Santo de Dios». Pero Jesús lo increpó, diciendo: «Cállate y sal de este hombre». El espíritu impuro lo sacudió violentamente, y dando un alarido, salió de ese hombre. Todos quedaron asombrados y se preguntaban unos a otros: «¿Qué es esto? ¡Enseña de una manera nueva, llena de autoridad; da órdenes a los espíritus impuros, y estos le obedecen!». Y su fama se extendió rápidamente por todas partes, en toda la región de Galilea.
Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede
Lecturas
Primera lectura: Deuteronomio, Dt 18, 15-20
Salmo: Sal 95(94), 1-2.6-9
Segunda lectura: Carta I de san Pablo a los Corintios, 1 Cor 7, 32-35
Oración introductoria
Señor, son muchas las inmundicias que rodean mi entorno social. No debo, inocentemente, pensar que mi familia y yo estamos exentos a su influencia ni que no contribuímos, un poco o un mucho, a esta triste realidad. Por ello te pido que ilumines mi mente y mi corazón para que este momento de oración me haga crecer en el amor.
Petición
Señor, dame la gracia de conocer y vivir tu doctrina del amor para entregarme a los demás con total desinterés y donación.
Meditación del Santo Padre Francisco
Observamos entonces que el «escándalo» que la palabra y la práctica de Jesús causan alrededor de él, derivan de su extraordinaria «autoridad»: una palabra, esta, atestiguada desde el Evangelio de Marcos, pero que no es fácil reportar bien en italiano. La palabra griega es «exousia», que literalmente se refiere a lo que «viene del ser», de lo que es. No se trata de algo externo o forzado, sino de algo que emana de su interior y que se impone por sí mismo. Jesús realmente golpea, confunde, innova —como él mismo dice— a partir de su relación con Dios, llamado familiarmente Abbà, lo que le da esta «autoridad» para que él la emplee a favor de los hombres.
Así, Jesús predica «como quien tiene autoridad», cura, llama a sus discípulos a seguirle, perdona… cosas todas que en el Antiguo Testamento, son de Dios y solo de Dios.
La pregunta que más retorna en el Evangelio de Marcos es: «¿Quién es este que…?», y que tiene que ver con la identidad de Jesús, nace de la constatación de una autoridad diferente a la del mundo, una autoridad que no tiene la intención de ejercer el poder sobre los demás, sino para servir, para darles la libertad y la plenitud de la vida.
Santo Padre Francisco: Carta al director del diario La Repubblica
Meditación del Santo Padre emérito Benedicto XVI
Jesús no quiere que por el momento se sepa, fuera del grupo restringido de sus discípulos, que él es el Cristo, el Hijo de Dios. Por eso, en varias ocasiones, tanto a los Apóstoles como a los enfermos que cura, les advierte de que no revelen a nadie su identidad. Por ejemplo, el pasaje evangélico habla de un hombre poseído por el demonio […] Jesús no sólo expulsa los demonios de las personas, liberándolas de la peor esclavitud, sino que también impide a los demonios mismos que revelen su identidad. E insiste en este «secreto», porque está en juego el éxito de su misma misión, de la que depende nuestra salvación. Jesús sabe que para liberar a la humanidad del dominio del pecado deberá ser sacrificado en la cruz como verdadero Cordero pascual. El diablo, por su parte, trata de distraerlo para desviarlo, en cambio, hacia la lógica humana de un Mesías poderoso y lleno de éxito. La cruz de Cristo será la ruina del demonio; y por eso Jesús no deja de enseñar a sus discípulos que, para entrar en su gloria, debe padecer mucho, ser rechazado, condenado y crucificado, pues el sufrimiento forma parte integrante de su misión.
SS Benedicto XVI
Ángelus del domingo, 1 de febrero de 2009
Propósito
Ante el dolor y situaciones difíciles, identificarme con Cristo al vivirlas con serenidad y confianza.
Diálogo con Cristo
Gracias, Señor, por enseñarme que lo fundamental en mi vida es la caridad. Ayúdame a amar a mi prójimo con el mismo amor con que te amo a Ti. Dame la gracia de descubrirte y servirte en los demás, porque eso es la verdadera fe cristiana. El milagro de la curación del hombre poseído por un espíritu inmundo me recuerda que quieres hacer conmigo el mayor de los milagros: mi santidad.
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Evangelio en Evangelio del día