Evangelio del día: Vocación de los primeros discípulos

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Marcos 1, 14-20. Tercer Domingo del Tiempo Ordinario. El Señor va construyendo la historia y va preparando el camino para cada uno de nosotros. En esto consiste el amor de Dios, tan grande, que nunca podremos comprenderlo del todo.

Después que Juan fue arrestado, Jesús se dirigió a Galilea. Allí proclamaba la Buena Noticia de Dios, diciendo: «El tiempo se ha cumplido: el Reino de Dios está cerca. Conviértanse y crean en la Buena Noticia». Mientras iba por la orilla del mar de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que echaban las redes en el agua, porque eran pescadores. Jesús les dijo: «Síganme, y yo los haré pescadores de hombres». Inmediatamente, ellos dejaron sus redes y lo siguieron. Y avanzando un poco, vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban también en su barca arreglando las redes. En seguida los llamó, y con ellos, dejando en la barca a su padre Zebedeo con los jornaleros, lo siguieron.

Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede

Lecturas

Primera lectura: Libro de Jonás, Jon 3, 1-5.10

Salmo: Sal 25(24), 4-9

Segunda lectura: Epístola I de san Pablo a los Corintios, 1 Cor 7, 29-31

Oración introductoria

Espíritu Santo, que inmerecida misión el poder ser «pescador de hombres». Ilumina mi entendimiento en esta oración para terminar de comprender la grandeza de mi vocación e inflama mi corazón para amarte con toda la pasión y fuerza posible.

Petición

Padre mío, dame tu gracia para que conozca, ame e imite más a Cristo.

Meditación del Santo Padre Francisco

Dios prepara el camino para cada hombre. Lo hace con amor: un «amor artesanal», porque lo prepara personalmente para cada uno. Está dispuesto a intervenir cada vez que se deba corregir el camino, propiamente como hacen una mamá y un papá. Es la reflexión que propuso el Papa Francisco el lunes 13 enero.

El Pontífice se inspiró en el episodio del Evangelio de Marcos (1, 14-20) donde se narra que Jesús, después del arresto de Juan, fue a Galilea, dando la impresión de querer iniciar otra etapa del camino. «Y proclama el Evangelio —destacó el Papa— con las mismas palabras de Juan: el tiempo se ha cumplido y el reino de Dios está cerca, convertíos. Lo mismo que decía Juan, lo dice Jesús. Juan había preparado el camino a Jesús. Y Jesús lo sigue».

«Preparar el camino, preparar también nuestra vida, es propio de Dios, del amor de Dios por cada uno de nosotros», explicó el Obispo de Roma. «Él —continuó— no nos hace cristianos por generación espontánea. Él prepara nuestro camino, prepara nuestra vida, desde hace tiempo». Y refiriéndose de nuevo a la página evangélica, añadió: «Parece que Simón, Andrés, Santiago y Juan fueron aquí elegidos definitivamente»; pero esto no significa que desde este momento hayan sido también «definitivamente fieles». En realidad, precisamente ellos cometen errores: hacen propuestas «no cristianas al Señor», de hecho, lo niegan. Y Pedro más que los demás. Se asustaron, explicó el Pontífice, y «se marcharon, abandonaron al Señor».

Se trata de una obra de preparación, dijo también el Santo Padre, que Jesús lleva adelante en muchas generaciones. Para confirmar esto, el Pontífice se refirió a Ana, la segunda mujer de Elcaná, citada en la primera lectura de la liturgia (cf. 1 Samuel 1, 1-8). La mujer, «estéril, lloraba» cuando la otra mujer, Feniná, que tenía hijos, se burlaba. Pero en el llanto de Ana estaba la preparación al nacimiento del gran Samuel. «Así, el Señor —puntualizó el Papa— nos prepara desde hace muchas generaciones. Y cuando las cosas no funcionan bien, Él se mezcla en la historia» y las acomoda. En la misma genealogía de Jesús, recordó, hay «pecadores y pecadoras. ¿Cómo obró el Señor? Se mezcló; corrigió el camino; puso orden en las cosas. Pensemos en el gran David, gran pecador y luego gran santo. El Señor sabe. Cuando el Señor nos dice: con amor eterno te he amado, se refiere a esto. Desde hace muchas generaciones el Señor ha pensado «en nosotros»». Y así nos acompaña experimentando nuestros mismos sentimientos cuando nos acercamos al matrimonio, cuando se espera un hijo: en cada momento de nuestra historia «nos espera y nos acompaña».

«Esto —reafirmó el Pontífice— es el amor eterno del Señor. Eterno pero concreto. Un amor incluso artesanal, porque Él va construyendo la historia y va preparando el camino para cada uno de nosotros. Esto es el amor de Dios».

Así, el Papa se dirigió a un grupo de sacerdotes que concelebraron con ocasión de su sexagésimo aniversario de ordenación y dijo: «Pensad en vuestros sesenta años de misa. ¡Cuántas cosas han pasado! ¡Cuántas cosas! El Señor estaba allí preparando el camino también para otros que no conocemos, pero que Él conoce». Él es «el Señor de la preparación, que nos ama desde siempre y nunca nos abandona». Tal vez —admitió— «es un acto de fe no fácil de creerlo, es verdad. Porque nuestro racionalismo nos hace decir: ¿por qué el Señor, con las numerosas personas con las que cuenta, va a pensar en mí?». Sin embargo, Él «me ha preparado el camino, con nuestras mamás, nuestras abuelas, nuestros padres, nuestros abuelos y bisabuelos, con todos: el Señor hace así. Y ésto es su amor: concreto, eterno y también artesanal».

«Recemos —fue la exhortación conclusiva— pidiendo esta gracia de comprender el amor de Dios. Pero no se comprende nunca, ¡eh! Se percibe, se llora, pero comprenderlo no se comprende. También esto nos dice cuán grande es este amor».

Santo Padre Francisco: Un amor artesanal

Homilía del lunes, 13 de enero de 2014

Propósito

Hoy es un día de conversión. No esperemos más, convirtámonos en esos apóstoles resucitados y pidamos esa fe y ese amor que convirtió a san Pablo para que nos convierta también a nosotros en luz y fuego en medio de la oscuridad del mundo.

Diálogo con Cristo

Señor, tu «síganme» no deja de resonar en mi corazón. Es sencillo entusiasmarme por el llamado, pero mantener ese entusiasmo cuando las exigencias parecen sobrepasarme, es imposible si Tú no estás como centro y motivo de mi vida. Permite que viva cada día como una nueva oportunidad para crecer en el amor. Quiero ser, vivir, pensar, trabajar, gozar y sufrir por Ti. Ayúdame a ser fiel en mis compromisos; dame la gracia de serte fiel en las obligaciones de mi vida diaria, porque la fidelidad se construye en las cosas pequeñas y en el momento presente.

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