La prodigiosa fuerza de Sansón

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Mientras se iban instalando en la tierra de Canaán, Dios envió jueces a su pueblo durante un tiempo. Su misión era velar por el buen cumplimiento de la Ley recibida de manos de Moisés. Uno de aquellos jueces fue Gedeón y otro fue Sansón, un israelita muy particular porque habiendo sido consagrado a Dios desde pequeño, recibió de Éste una extraordinaria fuerza, de la que se valió para mostrar a los filisteos que Yahvé es el verdadero Dios y que siempre está de parte del pueblo de Israel. He aquí su historia.

En el tiempo en que nació Sansón, los israelitas se portaban mal a los ojos de Dios, por eso durante 40 años estuvieron atemorizados por los filisteos, un pueblo costero, aguerrido y familiarizado con el mar, que se resistía a abandonar la tierra prometida. Tenía un ejército poderoso y temibles navíos de guerra. Adoraban a “Dagón”, un dios mitad hombre y mitad pez.

Manué era un israelita de la tribu de Dan cuya mujer no había podido tener hijos. Un día ella le dijo: “Se me ha presentado un varón de Dios con aspecto de ángel muy temible y me ha dicho que daré a luz un hijo, y que no coma ni beba cosas fuertes porque el niño será nazareo de Dios durante toda su vida”. (El nazareo era la persona consagrada a Dios para toda la vida, y la señal externa de esta consagración consistía en que no se cortaba nunca los cabellos.) Manué, agradecido al Señor, ofreció un cabrito en sacrificio, y cuando las llamas del sacrificio subían hacia el cielo, vio que, entre ellas, subía también el ángel de Dios que se había aparecido a su mujer.

Nació el niño y lo llamaron Sansón. Yahvé lo bendijo dotándole de una fuerza colosal y le fue inspirando mientras íba creciendo.

Siendo joven Sansón, conoció a una chica filistea y quiso tomarla por esposa. Sus padres le aconsejaron que se buscara mejor una entre las israelitas, como era habitual, pero Sansón se había enamorado de esta, así que fueron los tres para hablar con la muchacha.

Cuando iban de camino, surgió, de repente, un león joven y salió rugiendo a su encuentro. Entonces vino el Espíritu de Yahvé sobre Sansón dándole una fuerza extraordinaria, y sin tener nada a mano, cogió al león y lo desgarró como se desgarra a un cabrito, luego siguió su camino sin darle más importancia.

La joven gustó mucho a Sansón y quedaron para celebrar la boda. Al regresar por el mismo camino, vio Sansón que en el interior del esqueleto del león había un enjambre de abejas y su panal de miel; lo tomó y comió de la miel dando también a sus padres que lo acompañaban.

Comenzó la boda y sentaron junto a Sansón en el banquete, a treinta jóvenes filisteos que le hacían compañía. Él les dijo:

“Voy a proponeros un acertijo: si lo resolvéis os daré treinta túnicas y treinta mudas de ropa, pero si no lo acertáis me las daréis vosotros a mí”.

Ellos contestaron: “Dínoslo” Sansón les planteó entonces: “Del que come salió manjar y del fuerte salió dulzura”. ¿Qué es?

Todos se pusieron a pensar pero ninguno daba con la solución, así que se les ocurrió buscar a la mujer de Sansón y le pidieron bajo graves amenazas que les consiguiera la respuesta al acertijo. Ella, al verse amenazada, insistió y lloró ante Sansón hasta que logró que le dijera la solución; luego fue a comunicárselo a los jóvenes filisteos, que se pusieron muy contentos y llamaron corriendo a Sansón para responderle: ”¿Qué cosa hay más dulce que la miel?, y ¿qué hay más fuerte que un león? La solución a tu enigma es un panal de miel dentro de un león” Sansón se enfadó muchísimo pues supuso que su mujer se lo habría revelado, y bajando a un pueblo de filisteos cercano, mató allí a treinta hombres y les quitó las túnicas y la ropa, dándoselas a los jóvenes. Después se marchó a casa de sus padres pues estaba muy encolerizado.

Entretanto, la chica fue retenida por su padre al ver que Sansón se había marchado y se había comportado tan violentamente.

Pasado algún tiempo, volvió Sansón en busca de su mujer, pero el padre se negó a dársela. Viéndose burlado, se volvió a enfadar muchísimo, de modo que tomó trescientas zorras y, atándolas cola con cola, puso una tea ardiendo entre cada dos colas y soltó a las zorras para que corrieran por entre los campos de trigo de los filisteos y los incendiaran. Los filisteos, enterados de que había sido Sansón, buscaron a la mujer y al padre de esta y, en venganza, los quemaron vivos, con lo cual Sansón se enfureció todavía más, fue a buscarlos y dio una paliza tremenda a muchos de ellos; luego huyó y se escondió en una cueva.

Los filisteos decidieron formar un ejército para atrapar a Sansón y acamparon junto a la tierra que correspondía a la tribu de Judá, al sur de la tierra prometida. Los habitantes de Judá, para evitar ser destruidos por el ejército filisteo, enviaron tres mil hombres a la cueva donde se hallaba Sansón y le pidieron que se entregara a los filisteos. Sansón les dijo:”Juradme que no me vais a matar” Ellos le respondieron:”Solamente te ataremos y te dejaremos con los filisteos, no te vamos a matar” Él se fió de su palabra y se dejó coger. Lo ataron con dos grandes sogas nuevas y lo llevaron a los filisteos, que, al verlo, se le acercaron dando gritos de alegría. Pero el Espíritu de Yahvé vino sobre Sansón, y las sogas que le ataban fueron como hilos finos que se queman con el fuego, y se deshicieron por su enorme fuerza; luego, cogió la quijada de un asno recién muerto, y golpeando con ella mató allí a mil filisteos. Al terminar sintió mucha sed y rogó a Yahvé, el cual hizo brotar agua de una hendidura de una roca.

Llegó a la ciudad de Gaza, pero sus moradores, al enterarse, se reunieron por la noche, y cerrando las puertas de la ciudad, decidieron que lo matarían al amanecer. Sansón, sospechando que querían matarlo, se levantó a media noche y arrancó de cuajo las puertas de la ciudad, y se marchó de allí, dejando las pesadas puertas en la cima de un monte.

Después de esto conoció y amó a otra mujer, que se llamaba Dalila. Los príncipes de los filisteos que lo supieron, tramaron un plan para acabar con él y vinieron a Dalila prometiendo darle mil cien monedas de plata cada uno si conseguía averiguar el secreto de la gran fuerza de Sansón. Ella se dejó seducir por la codicia y preguntó a Sansón cuál era su secreto. Este respondió: “Si me atan con siete cuerdas frescas y húmedas todavía, quedaré sin fuerzas” Enseguida, los príncipes de los filisteos le llevaron las siete cuerdas húmedas y Dalila ató a Sansón con ellas. Algunos filisteos quedaron escondidos para ver qué pasaba. Dalila gritó: “¡Sansón, los filisteos sobre ti!” Inmediatamente rompió las cuerdas como si fueran hilos y nadie se atrevió a moverse para atraparle. De nuevo insistió Dalila diciéndole: “Te has burlado de mí; dime, te lo ruego, con qué podrás ser atado” Sansón respondió: “Si me atan bien con sogas nuevas que no hayan sido usadas nunca, quedaré sin fuerzas” Tomó Dalila sogas nuevas tal como le había dicho Sansón y lo ató con ellas. Luego dijo:

“¡Sansón, los filisteos sobre ti!” Él las rompió de nuevo como si fueran hilos. Por tercera vez Dalila insistió en su pregunta y le rogó que no se burlara de ella. Sansón dijo: “Si me entretejen siete trenzas de mi cabello con una estaca de tejedor quedaré sin fuerzas” Ella entretejió sus cabellos con una estaca de tejedor y dejó que se durmiera. Luego gritó: “¡Sansón, los filisteos sobre ti!”

Al instante, se levantó Sansón, se arrancó de la cabeza la estaca y deshizo la urdimbre. Dalila se mostró tremendamente apenada y le dijo: “¿Cómo puedes decir que me amas si tu corazón no está conmigo? Tres veces te has burlado de mí y no me has manifestado en qué consiste tu gran fuerza” Sansón cedió por fin ante Dalila que tanto y tanto le insistía y, descubriendo su corazón, le dijo: Nunca ha pasado navaja por mi cabeza pues soy nazareo de Dios desde que estaba en el seno de mi madre y esta es la señal de mi consagración. Si me cortara el pelo sería como romper este compromiso y Dios se apartaría de mí dejándome sin mi extraordinaria fuerza y vendría a ser como cualquier otro hombre.

Dalila estuvo segura de que, efectivamente, le había descubierto todo su corazón y llamó a los príncipes de los filisteos para que se preparasen, asegurándoles que esta vez sí lo atraparían. Ellos se presentaron en su casa con el dinero. Dalila, por su parte, hizo dormir a Sansón sobre sus rodillas y luego llamó a uno para que le cortara las siete trenzas mientras ella lo sujetaba. Luego gritó: “¡Sansón, los filisteos sobre ti!” Él se despertó pensando que tendría fuerzas, pero Yahvé se había apartado de él y se había debilitado totalmente, con lo que pudieron apresarlo con sorprendente facilidad. Una vez preso, los filisteos le sacaron inmediatamente los ojos para que no pudiera ver. Después lo llevaron a la ciudad de Gaza, en donde lo ataron con una doble cadena de bronce y le obligaron a dar vueltas a una rueda de molino dentro de una cárcel. Pero los cabellos de su cabeza poco a poco iban creciendo cada día.

El dios Dagón. Mitad hombre y mitad pez, al que adoraban los filisteosPasado un tiempo, los filisteos estaban tan contentos por haber atrapado a Sansón que hicieron una gran fiesta para ofrecer un sacrificio a su dios Dagón, pues decían: “Nuestro dios nos ha entregado a Sansón, nuestro enemigo”

En la fiesta había muchísima gente y, como estaban tan alegres, quisieron traer a Sansón para divertirse a costa de él. Lo sacaron de la cárcel, lo acompañaron de un joven que le guiaba para no tropezar y lo colocaron en medio, entre las columnas. Él oía sus gritos y sus burlas pero, llamando al muchacho que le había servido de lazarillo le rogó: “Déjame tocar las columnas sobre las que se sustenta la casa porque me quiero apoyar en ellas” La casa estaba llena de gente y también estaban allí los príncipes de los filisteos, y sobre las azoteas había unas tres mil personas entre hombres y mujeres que, asomados, se burlaban de Sansón. Entonces Sansón, que seguía teniendo fe en el verdadero Dios, y que, durante su penoso cautiverio en la cárcel se había arrepentido de sus pecados invocó a Yahvé diciendo: “¡Señor, Yahvé, acuérdate de mí, te lo ruego, y dame fuerza solamente esta vez!”

Apoyó su mano derecha contra una columna y su mano izquierda contra otra columna y, empujando con todas sus fuerzas exclamó:

“¡Muera yo con los filisteos!” Las columnas cedieron y toda la casa se derrumbó con gran estruendo muriendo él y todos los filisteos que estaban dentro; también los que estaban en las azoteas, de tal manera que los que perecieron ese día con Sansón fueron muchos más que los que había matado durante toda su vida.

Después de esto, sus familiares recogieron el cadáver y lo enterraron junto a la tumba de Manué, su padre. Había sido juez de Israel durante veinte años.

No se puede decir que la conducta de Sansón durante su vida fuera ejemplar, pero para los israelitas era como su campeón ante los filisteos. Al final, Dios devolvió a Sansón su extraordinaria fuerza no tanto porque le hubieran crecido sus cabellos, sino por su arrepentimiento y confianza de nuevo en el poder divino.

Vocabulario

Asno: burro.

Bronce: Metal que resulta de fundir cobre con estaño.

Codicia: Apetito desordenado de riquezas.

De cuajo: De raíz.

Encolerizarse: Enfadarse demasiado.

Enjambre: Muchedumbre de abejas con su reina.

Estruendo: Ruido grande.

Hendidura: Abertura.

Inspirar: Iluminar el entendimiento, en este caso, por Dios.

Invocar: Llamar a Dios pidiendo auxilio.

Nazareo: era la persona consagrada a Dios para toda la vida, y la señal externa de esta consagración consistía en que no se cortaba nunca los cabellos.

Juez: El que tiene potestad para juzgar y sentenciar. En el caso de Sansón, cuidaba de que se observasen las leyes impuestas por Dios.

Lazarillo: Muchacho que guía a un ciego.

Tea: Palo de madera impregnado en grasa que sirve para dar luz al aplicarle fuego.

Urdimbre: Conjunto de hilos colocados en un telar para formar una tela. En el caso de Sansón se aplica a sus cabellos en vez de a hilos.

Para la Catequesis

  1. Dalila se dejó convencer para actuar contra Sansón ¿Sabes qué es la codicia?
  2. ¿Tienes “tesoros”? No me refiero a oro y joyas, sino a esas cosas que son sólo tuyas y de las que no te quieres desprender o no quieres prestar. ¿Serías capaz de renunciar o prestar alguna por amor a Dios?
  3. Sansón había sido consagrado a Yahvé desde su nacimiento ¿Sabes si tus padres te llevaron de pequeñita o de pequeñito a algún santuario de la Virgen, o al Sagrado Corazón… etc. Para ofrecerte? Si no lo han hecho podríais ir un día al santuario de vuestra devoción y hacerlo. Como ya no eres tan pequeña o pequeño lo hacéis entre los tres.

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