Mateo 15, 29-37. Miércoles de la primera semana del Tiempo de Adviento. Demos gloria a Dios con la gratitud de auténticos hijos, pues, ¡lo somos!
Desde allí, Jesús llegó a orillas del mar de Galilea y, subiendo a la montaña, se sentó. Una gran multitud acudió a él, llevando paralíticos, lisiados, ciegos, mudos y muchos otros enfermos. Los pusieron a sus pies y él los curó. La multitud se admiraba al ver que los mudos hablaban, los inválidos quedaban curados, los paralíticos caminaban y los ciegos recobraban la vista. Y todos glorificaban al Dios de Israel. Entonces Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Me da pena esta multitud, porque hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer. No quiero despedirlos en ayunas, porque podrían desfallecer en el camino». Los discípulos le dijeron: «¿Y dónde podríamos conseguir en este lugar despoblado bastante cantidad de pan para saciar a tanta gente?». Jesús les dijo: «¿Cuántos panes tienen?». Ellos respondieron: «Siete y unos pocos pescados». El ordenó a la multitud que se sentara en el suelo; después, tomó los panes y los pescados, dio gracias, los partió y los dio a los discípulos. Y ellos los distribuyeron entre la multitud. Todos comieron hasta saciarse, y con los pedazos que sobraron se llenaron siete canastas.
Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede
Lecturas
Primera lectura: Libro de Isaías, Is 25, 6-10a
Salmo: Sal 23(22), 1-6
Oración introductoria
Señor, mi Amigo y Salvador. Tú siempre me proteges, me cuidas y hoy me invitas en esta oración a estar contigo. Me amas tanto que quieres hablar conmigo y transformar mi corazón. Gracias, por tu misericordia. Sabes cuánto necesito de tu gracia y tu presencia es mi consuelo.
Petición
Jesús, dame una inquebrantable confianza en tu amor incondicional.
Meditación del Santo Padre Francisco
Frente a la multitud que lo sigue y —por así decir— «no lo deja en paz», Jesús no actúa con irritación, no dice ‘esta gente me molesta’. Sino que siente compasión, porque sabe que no lo buscan por curiosidad, sino por necesidad. Estemos atentos, compasión es lo que siente Jesús. No es simplemente sentir piedad, es más, significa misericordia, es decir, identificarse con el sufrimiento del otro, al punto de cargarlo en sí mismo. Así es Jesús, sufre junto a nosotros, sufre con nosotros, sufre por nosotros.
Y el signo de esta compasión son las numerosas curaciones que hace. Jesús nos enseña a anteponer las necesidades de los pobres a las nuestras. Nuestras exigencias, aún legítimas, no serán nunca tan urgentes como las de los pobres, que no tienen lo necesario para vivir. Nosotros hablamos a menudo de los pobres, pero cuando hablamos de los pobres ¿sentimos a ese hombre, esa mujer, ese niño que no tienen lo necesario para vivir? No tienen para comer, no tienen para vestirse, no tienen la posibilidad de medicinas, también los niños que no pueden ir al colegio. Es por esto que nuestras exigencias, aún legitimas, no serán nunca tan urgentes como la de los pobres que no tienen lo necesario para vivir.
Santo Padre Francisco
Ángelus del domingo, 3 de agosto de 2014
Meditación del Santo Padre emérito Benedicto XVI
Invito a todos a abrir el corazón a la Palabra de Dios, en donde Jesucristo aparece como el verdadero alimento, que nutre y sacia los más nobles deseos que anidan en nuestro interior. Que, a ejemplo de María Santísima, encontremos nuestra dicha en cumplir la voluntad de su divino Hijo, y así alcanzaremos aquella luz que no conoce el ocaso, el amor que no defrauda y la esperanza que alienta y consuela. Que el Señor os bendiga y os conceda días llenos de serenidad. En el Evangelio de hoy hemos escuchado el milagro de la multiplicación de los panes, con los que el Señor Jesús alimenta a una multitud hambrienta. Con esto no nos da una receta útil para dar de comer a los pueblos del mundo ni para resolver el drama del hambre. Nos recuerda que no podemos quedar indiferentes ante la tragedia de los que sufren hambre y sed. Nos impulsa a darles de comer, a compartir el pan con los necesitados. Siguiendo a Cristo, debemos ser sensibles a la pobreza de los pueblos.
Santo Padre emérito Benedicto XVI
Ángelus del domingo, 31 de julio de 2011
Propósito
Un día de esta semana, compartir «mi pan» con alguna persona que de verdad lo necesite.
Diálogo con Cristo
Señor Jesús, tu generosidad en favor de los hombres es ilimitada: no sólo te ocupas de anunciar el reino de Dios, sino que también te preocupas de saciar el hambre física de hombres, mujeres y niños, También tu Iglesia —también yo— está llamada a dar respuesta a los problemas temporales de los hombres que sufren. Tu Iglesia tiene esa misión, al lado de la principal, que es «predicar el Evangelio a toda la creación», pues también a los apóstoles les dijiste: Dadle vosotros de comer.
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