Evangelio del día: ¡Dios amó tanto al mundo!

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Juan 3, 14-21. Cuarto Domingo del Tiempo de Cuaresma. Dios no está lejos o es insensible a nuestras vicisitudes humanas. Dios está cerca, siempre a nuestro lado, camina con nosotros para compartir nuestras alegrías y nuestros dolores, nuestras esperanzas y nuestras fatigas.

De la misma manera que Moisés levantó en alto la serpiente en el desierto, también es necesario que el Hijo del hombre sea levantado en alto, para que todos los que creen en él tengan Vida eterna. Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él. El que cree en él, no es condenado; el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo único de Dios. En esto consiste el juicio: la luz vino al mundo, y los hombres prefirieron las tinieblas a la luz, porque sus obras eran malas. Todo el que obra mal odia la luz y no se acerca a ella, por temor de que sus obras sean descubiertas. En cambio, el que obra conforme a la verdad se acerca a la luz, para que se ponga de manifiesto que sus obras han sido hechas en Dios».

Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede

Lecturas

Primera lectura: Segundo Libro de Crónicas, 2 Crón 36, 14-16.19-23

Salmo: Sal 137(136), 1-6

Segunda lectura: Carta de san Pablo a los Efesios, Ef 2, 4-10

Oración introductoria

Gracias, Señor, por tu amor. Quiero obrar el bien conforme a tu verdad. Permite que esta oración aumente mi fe, mi confianza y mi actitud filial de amor para que mis actitudes y comportamientos crezcan en el amor.

Petición

Jesús, ayúdame a acercarme a tu luz, para que ilumine todo mi ser y pueda irradiarla a los demás.

Meditación del Santo Padre Francisco

Todos estamos llamados a testimoniar y anunciar el mensaje de que «Dios es amor», de que Dios no está lejos o es insensible a nuestras vicisitudes humanas. Está cerca, está siempre a nuestro lado, camina con nosotros para compartir nuestras alegrías y nuestros dolores, nuestras esperanzas y nuestras fatigas. Nos ama tanto y hasta tal punto, que se hizo hombre, vino al mundo no para juzgarlo, sino para que el mundo se salve por medio de Jesús (cf. Jn 3, 16-17). Y este es el amor de Dios en Jesús, este amor que es tan difícil de comprender, pero que sentimos cuando nos acercamos a Jesús. Y Él nos perdona siempre, nos espera siempre, nos quiere mucho. Y el amor de Jesús que sentimos, es el amor de Dios.

El Espíritu Santo, don de Jesús resucitado, nos comunica la vida divina, y así nos hace entrar en el dinamismo de la Trinidad, que es un dinamismo de amor, de comunión, de servicio recíproco, de participación. Una persona que ama a los demás por la alegría misma de amar es reflejo de la Trinidad. Una familia en la que se aman y se ayudan unos a otros, es un reflejo de la Trinidad. Una parroquia en la que se quieren y comparten los bienes espirituales y materiales, es un reflejo de la Trinidad.

Santo Padre Francisco

Ángelus del domingo, 15 de junio de 2014

Propósito

Propiciar que la asistencia a la misa dominical sea el evento familiar más importante del día.

Diálogo con Cristo

Señor, vengo a encontrarme contigo en esta oración. Necesito tu luz y tu verdad para poder vivir mis compromisos de vida espiritual y de trabajo, desde la perspectiva del amor: con una intencionalidad de reconocerte en todo y en todos, como una expresión de mi total donación, por amor, a tu santa voluntad.

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