
Procedan en todo sin murmuraciones ni discusiones: así serán irreprochables y puros, hijos de Dios sin mancha, en medio de una generación extraviada y pervertida, dentro de la cual ustedes brillan como haces de luz en el mundo.
Filipenses 2, 14-15
Los cristianos no deben sorprenderse de ser parte de una cultura que, de muchas formas, es contraria al Evangelio y rechaza la virtud cristiana. Eso mismo ocurrió en la época de San Pablo y, hasta cierto punto, ha sucedido en cada generación de creyentes.
Pero los cristianos de cada generación son llamados a vivir de conformidad con la verdad de Jesucristo y a mantenerse separados de los aspectos de la cultura que sean contrarios a esa verdad. Una forma muy eficaz que los creyentes pueden utilizar para combatir la plaga de la pornografía es dando testimonio de su vida.
La cultura está formada por los actos de elección de un pueblo libre. Es importante que escojamos objetivos que eleven la moral y afirmen la vida y contribuyan al bien común y al florecimiento de todas las personas. Dentro de sus capacidades, cada persona debe hacer todo lo posible por aportar formas de entretenimiento sanas y castas que todos puedan compartir. En los campos del arte, la literatura y la música, nunca debemos comprometer nuestra propia dignidad cristiana para adaptarnos a las expectativas de una cultura decadente.
Es preciso formar estrechos lazos de amistad cristiana con el fin de recibir apoyo mutuo y de afirmar nuestros principios. Cuando sea conveniente, usen esos vínculos de amistad para explorar y forjar la cultura a su alrededor. De hecho, en esos lazos de amistad y vínculos familiares se puede encontrar la auténtica intimidad humana.
Hoy en día los cristianos viven en una era sin precedentes en cuanto a la capacidad de comunicarse y de encontrar información. Por medio de la televisión, el cine, internet, los teléfonos inalámbricos..., nos encontramos con un volumen casi ilimitado de información al alcance de la mano en cualquier momento del día o de la noche.
Por desgracia, una gran cantidad de la información disponible en Internet es de naturaleza pornográfica. Para algunas personas ese acceso instantáneo a imágenes impuras es una tentación difícil de superar. No se debe justificar la presencia de una serpiente en la casa por los beneficios que pueda traer. Es preciso recordar nuestra obligación moral de no colocarnos a sabiendas ni deliberadamente en una ocasión de pecado. La inconveniencia de perder el acceso instantáneo a la información será superada con creces por la capacidad de vivir una vida íntegra y pura.
El crecimiento espiritual es imposible de lograr sin un reconocimiento sincero de la culpa y sin reconciliación. Todos los cristianos deben aprovechar la gracia del Sacramento de la Penitencia y hacer de este sacramento de misericordia la piedra angular de la lucha contra la pornografía.
Por último, nunca subestimen la eficacia de la oración cristiana. Recen por las víctimas de la pornografía para que su inapreciable dignidad humana pueda ser sanada y restituida. Ofrezcan actos concretos de penitencia por medio de obras espirituales y ayuno por las personas que manipulan a otras en este delito de la pornografía y que comparten la complicidad de su distribución. Por medio de estos actos de reparación, ofrezca un sacrificio aceptable y agradable ante los ojos de Dios.
Encomiende siempre a la Iglesia a la protección de San José
Oh glorioso san José, tú fuiste escogido para ser el padre putativo de Jesús, el castísimo esposo de María, siempre Virgen, y la cabeza de la Sagrada Familia. Has sido escogido también por el Vicario de Cristo como el Patrono celestial y el Protector de la Santa Iglesia fundada por Cristo. Protege al Sumo Pontífice y a todos los obispos y sacerdotes en comunión con él. Amado San José, sé mi padre, protector y guía en el camino de la salvación. Obtenme la pureza de corazón y el amor para fortalecer mi vida espiritual. Que siguiendo tu ejemplo, todos mis actos sean ofrecidos para mayor gloria de Dios, en unión con el Divino Corazón de Jesús, el Inmaculado Corazón de María y tu propio corazón de Padre. Por último, ruega para que pueda yo compartir la paz y el gozo de tu santa muerte. Amén.
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Fuente original: Pornografía: un ataque al templo de Dios vivo
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