«Cantar es propio del que ama… Cantar es orar dos veces»
San Agustín
* * *
El canto es una forma intensa de expresión verbal, poética y musical a la vez. Es una de las maneras más completas de la expresión humana y quizás uno de los mejores momentos para alabar y comunicarse con Dios.
El canto ocupa un lugar destacadísimo en la oración infantil. Junto al gesto es uno de los medios de expresión que más gusta y atrapa a los niños. El canto penetra de tal modo en el corazón de los pequeños que muchas canciones aprendidas en la infancia se recuerdan de por vida.
El canto religioso es un recurso educativo-recreativo-pastoral importantísimo. En la catequesis de niños el canto debe ser un elemento cotidiano y permanente. Especialmente cuando unimos cantos con gestos. Esta fusión “mágica” de canto y gesto genera en los pequeños una respuesta que ni siquiera imaginamos, cuya potencia educadora es de difícil dimensionamiento. Quienes ya han hecho la experiencia sabrán que pocas cosas les gustan más a los chicos que «cantar con todo el cuerpo»; es decir, hacer una sola cosa del gesto, la canción y la oración.
La oración a través del canto y el canto en la oración, constituyen dos caras de una misma moneda. Las experiencias más profundas de oración de salmistas, santos y cristianos están indisolublemente unidas por el canto de alabanza y acción de gracias. El canto se ha transformado, a lo largo de la vida de la Iglesia en una de las expresiones privilegiadas de la oración.
En los niños, esta necesidad de unir canto con oración es mucho más profunda y responde mucho más adecuadamente a su condición infantil. De allí, que no debemos, bajo ningún punto de vista, desaprovechar la enorme riqueza que el canto representa en la oración, la catequesis y la vida de fe del creyente.
Gracias a Dios y a la tarea de muchos catequistas, músicos y poetas el repertorio de cantos religiosos para chicos está aumentando día a día. Solo hay que saber buscar los cantos apropiados. Claro está que la única manera de aprender a cantar canciones con los chicos es cantando con ellos; solo quien ha pasado por tal hermosa experiencia puede darse cuenta del inmenso valor que tiene para la catequesis.
Algunas indicaciones para el canto con niños
- Hay que poner especial cuidado con el contenido de los cantos, debido a la huella que imprimen en el corazón del niño. No debemos caer en cursilerías, simplificaciones tontas carentes de toda poesía o sinsentidos teológicos.
- El contenido debe ser simple, profundo y debe estar al alcance del entendimiento del niño. Es muy importante explicar siempre la letra, previamente.
- Un canto dirigido al Señor debe diferenciarse de otro canto común por la forma y disposición con que se lo canta.
- La melodía debe ser afín a la edad; es decir, debe ser alegre, ágil, corta, rítmica, sencilla, repetitiva y fácil de recordar.
- Si es posible, una buena parte de los cantos deben ser acompañados con gestos que refuercen el contenido, sin caer en gestos ridículos o estupidizantes.
- La letra y la melodía deben estar en contexto con el tema catequístico en cuestión.
- Hay que recurrir a la creatividad, al ingenio y el incentivo para lograr que los chicos «vivan» los cantos dedicados a Dios.
- Los chicos están más pendientes de la canción en sí que de la forma en que esta es cantada. Por lo tanto, podemos movernos y cantar con cierta tranquilidad, aunque nos equivoquemos.
- Si uno no se siente capacitado para cantar, podría ayudarse con un reproductor de música, aunque no es lo mejor.
- Habrá que prever la forma de tener a mano las copias de las canciones para cantar con sus hijos. Hoy, los medios tecnológicos, facilitan mucho este cometido.
- Hagamos uso pero no, abuso. Muchas canciones hermosas se terminan “gastando” porque las repetimos interminablemente en toda ocasión.
(De la Serie «Iniciación en la oración», columna 11.ª.)