San Pablo Le Bao Tinh es un presbítero y mártir del clero secular vietnamita, que fue canonizado por el papa Juan Pablo II junto con muchos otros santos del mismo país, y misioneros dominicos españoles, el 19 de junio de 1988.
Las circunstancias de su muerte tienen que enmarcarse en el curso de la larga y cruenta persecución sufrida por la Iglesia en lo que hoy llamamos Vietnam a lo largo de los siglos XVIII y XIX. El martirio de este santo fue por decapitación, pena a la que había sido condenado por ser cristiano y sacerdote, y que se cumplió en Vinh-Tri el día 6 de abril del año 1857.
Había nacido en Trinh-a, provincia de Tranh-hoa, el año 1793, en el seno de una familia cristiana. Muy pronto decide su vocación sacerdotal e ingresa en el seminario de Vinht-Tri el año 1808. Fue un buen estudiante y también su conducta fue excelente, aprovechándose del buen espíritu de piedad e interioridad que reinaba en el seminario.
Cuando ya llevaba muy adelantados los estudios, se sintió llamado a la vida contemplativa, y dejando el seminario se retiró a un sitio desierto donde llevó vida de ermitaño, dedicado por completo a la contemplación. Aquí creció notablemente en
la vida interior y se planteó seriamente cuál era la voluntad de Dios sobre él, llegando a la conclusión de que, dada la situación del cristianismo en su país, era lo propio colaborar con la vida activa, incluso sacrificando su propia inclinación. Entonces volvió al seminario, donde fue readmitido, y reanudó los estudios teológicos.
Frisaba cuarenta y cuatro años y no tenía nada más que la tonsura, cuando el obispo, monseñor Havard, lo mandó a ver las posibilidades de establecer una misión en una zona cercana a Laos, y cuyos habitantes eran tenidos por tribus salvajes. Pablo cumplió con celo la misión recibida. Posteriormente pasó a Macao con el padre Taillander, y a su vuelta se encontró con la persecución cristiana recrudecida de nuevo (1841), siendo él uno de los detenidos y encarcelados. Se le sometió a duros interrogatorios, se le torturó de varias formas, siempre con la mira de que apostatase, pero él siguió firme en la confesión de la fe. Entonces se le condenó a muerte por estrangulamiento, y fue confinado en la cárcel a la espera del cumplimiento de la sentencia capital.
Pero la sentencia no fue cumplida, y llegó un momento en que le fue conmutada por la pena de destierro, siendo enviado a Tien-tri, donde hubo de pasar cinco años.
En 1848 el nuevo rey Tu-Duc, que luego perseguirá a los cristianos, empezó por dictar una amnistía, que permitió al clérigo Pablo volver a Vinh-tri. El obispo, monseñor Retord, pensó que era de justicia ordenarlo ya sacerdote, toda vez que había testimoniado la fe con tanta perseverancia y tenía acreditada su vocación. Ordenado sacerdote con cincuenta y cinco años, su primer destino fue dirigir el seminario diocesano. Además de esta dirección daba clases de latín y escribió varios libros.
Pasaron nueve años en los que Pablo pudo ejercer su ministerio provechosamente entre los seminaristas, al tiempo que sus homilías y catequesis eran de provecho para sacerdotes y catequistas.
Pero nuevamente la persecución diezmaba a la Iglesia vietnamita, y le tocó a Pablo su turno. En 1857 fue denunciado como activista cristiano.
En el curso del proceso quedó clara su actividad, así como su perseverancia en la fe. Las amenazas no fueron suficientes como para apartarle de Cristo. Y por ello fue condenado a morir decapitado, con lo que concluyó su carrera de servicios a Dios y a la Iglesia, el 6 de abril de 1857.
JOSÉ LUIS REPEITO RETES