Los niños son el rostro de Dios a través de ellos El nos habla, ellos son el ejemplo vivo de cómo debemos los adultos vivir, ellos son sencillos no se complican tanto como nosotros. El niño es un ser débil y humilde, que no posee nada, no tiene ambición, no conoce la envidia, no busca puestos privilegiados, no tiene nada que decir en la avidez de los adultos, el niño tiene conocimiento de su pequeñez y su debilidad y de esto muchos se aprovechan y no le dan la importancia adecuada, ni tiempo y esmero. Nos conformamos con decir que son simplemente niños y ahí se queda todo; pero no son solo niños, son la esperanza de la humanidad, en ellos se está fraguando el futuro, son semillas germinando y desarrollándose y somos nosotros los adultos los que regamos y ayudamos a que crezcan bien para que en el futuro sus frutos sean buenos; pero desgraciadamente los adultos vivimos inmiscuidos en nuestro propio mundo que nos olvidamos formarles lo suficiente y de disfrutar su alegría que contagia a cualquiera, pero lo que más atrae y conquista es su sinceridad, y su amor limpio; ellos están siempre abiertos a aprender, a conocer algo nuevo, y lo que más me impacta es su espíritu por conocer al Señor, por saber más de él… Es oportuno dejar que nuestros niños se acerquen a Jesús no se los impidamos, no permitamos que crezcan sin conocerlo, debemos animarlos a que convivan y hagan una relación estrecha con el Señor. Me preocupa que muchos padres de familia y muchos educadores no están poniendo el esmero suficiente para llevar estos niños a Jesús; prefieren dar más tiempo a otros quehaceres que darles el tiempo a los niños. Es importante dedicar más tiempo para ensenarlos y darles el pan de la verdad, ellos lo reciben con gran emoción y alegría.
Padre Alejandro Díaz: «Dejen que los niños se acerquen a mí…», padrealex.com.
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Para el tiempo de Adviento, os presentamos esta dinámica de catequesis para niños pequeños «Navegando en tu corazón», especialmente para los que cursan Educación Infantil, gentileza del blog Reflejos de luz, de las HH. Agustinas Misioneras.
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Primera semana
Desde el corazón

Desde el corazón,
comenzamos nuestro navegar
por el mar del Adviento,
por el mar de la espera,
por el mar de las buenas obras.
Jesús, sé nuestro guía en la travesía.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
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Desde el corazón
preparamos nuestro barcoJesús, desde el corazón,
con todo lo necesario para navegar por tu mar.
Metemos en él nuestro cariño
para repartir a los que encontremos,
metemos nuestra alegría para que nadie esté triste,
metemos nuestra generosidad
para que a nadie le falte nada.
Gracias, Jesús, por no dejarme solo, en este navegar.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
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Segunda semana
Desde el corazón

Desde el corazón,
avanzo despacio
por el mar de la vida.
No me detengo
y poco a poco
me acerco hasta Belén,
donde sé que Tú, Jesús,
me esperas
para darme un abrazo.
Gracias, Jesús, porque quieres navegar conmigo.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
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Desde el corazón
Desde el corazón,
te digo, Jesús, lo mucho que te quiero
y lo mucho que te necesito.
Échame una mano cuando me veas triste y cansado,
y no permitas que me pierda en esos mares
que no me llevan a ti.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
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Tercera semana
Desde el corazón
por los bienes que me dasDesde el corazón, te doy gracias
y por las cosas que comparto.
Quiero ser una persona responsable
y atenta a las necesidades de los demás.
Haz, Jesús, que mi corazón
esté siempre abierto para dar
y abierto para recibir todo lo que viene de ti:
amor, justicia, paz.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
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Desde el corazón
Desde el corazón, quiero ser apoyo
y ayuda para los que me acompañan:
amigos, compañeros de clase y familiares.
Que en el mar de la vida
nunca les falte una sonrisa,
una palabra de consuelo,
una mano amiga que les ayude a caminar.
Gracias, Jesús, por todos ellos.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén.
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Cuarta semana

Desde el corazón
Desde el corazón,
me acerco hasta Belén,
donde sé que Tú, Jesús,
me esperas
para darme un abrazo,
para regalarme tu vida.
Gracias, Jesús, porque quieres navegar conmigo.

Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
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Desde el corazón
Desde el corazón,
llegamos a la cueva de Belén,
y descubrimos a ese Niño
recién nacido
que nos habla de amor, esperanza, paz.
Gloria al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo,
como era en el principio, ahora y siempre,
por los siglos de los siglos. Amén
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