Gracias a los esfuerzos del rey David, el pueblo de Israel conoce un periodo de paz y sube al trono su hijo Salomón. Su nombre incluye el vocablo “shalom” que significa “paz”. Gozó de gran fama de sabiduría y prosperidad tanto en Israel como más allá de sus fronteras. Construyó un fabuloso templo a Yahvé, verdadera maravilla de su tiempo.
Al morir David, le sucedió en el trono de Israel su hijo Salomón. Una noche se le apareció Yahvé en sueños y le dijo: “Pídeme lo que quieras” El joven rey respondió: “Tú pusiste a mi padre David y luego a mí al frente de Israel, tu pueblo escogido, un pueblo tan grande que ya no puede contarse. Lo que quiero es un corazón prudente para poder juzgar sabiendo distinguir entre lo que es bueno y lo que es malo” Yahvé le respondió: “Por haberme pedido entendimiento para hacer justicia y no haber pedido para ti ni larga vida ni riquezas ni la vida de tus enemigos, te concedo lo que me has pedido y te doy un corazón sabio e inteligente como no lo ha habido antes ni lo habrá; y también te añado lo que no me has pedido: riquezas y gloria como nadie tendrá en tus días, y si andas por mi camino guardando mis mandamientos como lo hizo David, tu padre, también te concederé una larga vida”
Pronto pudo demostrar Salomón su gran sabiduría pues se presentaron ante él dos mujeres que traían un niño pequeño. Una de ellas le dijo: “Escucha mi señor: Yo vivía en la misma casa que esta mujer y allí di a luz a un niño; a los tres días, ella también dio a luz a otro niño. Pero una noche se acostó sin darse cuenta sobre su bebé y el niño murió asfixiado; entonces se levantó por la noche y, mientras yo dormía, se llevó a mi hijo y me puso a mí el de ella que estaba muerto. Por la mañana, cuando fui a darle el pecho, lo miré atentamente y comprobé que ese no era mi hijo y que estaba muerto. Pero la otra mujer decía: “No, mi hijo es el que vive; es el tuyo el que se ha muerto” Y así discutían entre las dos delante del rey.
No solo en Israel sino que su fama se extendió por muchos países cercanos y lejanos, pues Salomón escribió muchísimos proverbios, sentencias y cánticos e hizo importantes estudios sobre los árboles y los animales (aves, reptiles y peces). Le interesaban todas las ciencias.
Gracias a las conquistas del rey David, su padre, después de tantas batallas libradas; a Salomón le tocó vivir un periodo de paz y decidió aprovechar la ocasión para construir en Jerusalén, en un montículo denominado Moriá, el templo dedicado a Yahvé que quiso hacer David. Un templo extraordinario que fuera adecuado a la gran majestad de quien lo iba a habitar: El mismo Yahvé. Para ello no escatimó en medios y trajo la mejor madera del Líbano (los famosos cedros del Líbano y cipreses), contrató a los mejores talladores de la madera y de la piedra, y a los mejores fundidores del bronce y del oro.
El santuario, en el interior del templo, tenía unos treinta metros de largo y dos estancias principales: una más grande llamada hecal o Santo, y otra algo más pequeña denominada debir o Santísimo, destinada a guardar el Arca de La Alianza que contenía en su interior las Tablas de
Entonces dirigió la palabra Yahvé a Salomón diciéndole: “Tú estás edificando esta casa. Si guardas mis leyes y pones por obra mis mandamientos observando todos mis preceptos, yo cumpliré contigo mi palabra, la promesa que hice a David, tu padre, y habitaré en medio de los hijos de Israel y no abandonaré a mi pueblo Israel”
Pero el exterior no se quedaba corto:
Destacaban dos grandes columnas de bronce adornando la puerta de entrada. En el atrio, o patio interior, se encontraba un colosal pilón de bronce sostenido por doce enormes toros de bronce que contenía cuarenta y dos toneladas de agua destinada a los servicios del templo; diez pilas de bronce, más pequeñas, con ruedas, para transportar el agua más fácilmente; y altares para los holocaustos que se ofrecían a Yahvé, pues era aquí donde se celebraba el culto para el pueblo. Un gran muro formado por tres capas de bloques de piedra rodeaba todo el conjunto. En este patio interior podían entrar los peregrinos y las masas de fieles, pero el santuario del templo solo era accesible al rey y a los sacerdotes. Todo estaba muy cuidado, todo elaborado con perfección humana porque sabían que estaban trabajando para Dios.
Cuando se hubo acabado el templo, en el año 480 después de la salida de los hijos de Israel de Egipto, Salomón mandó depositar en su interior, con gran solemnidad, el Arca de La Alianza, que hasta entonces descansaba en la fortaleza llamada “Ciudad de David” en la misma Jerusalén, pues allí la había colocado su padre David. Una vez instalada el Arca en su sitio definitivo por los sacerdotes, la gloria de Yahvé inundó toda la estancia en forma de una misteriosa nube, como la nube que la acompañaba cuando era transportada a través del desierto por los israelitas. Salomón consagró el templo a Yahvé en presencia de todo el pueblo y, alzando su voz y tendiendo las manos hacia el cielo, pidió a Dios que allí escuchase las súplicas de su pueblo y perdonase los pecados de sus hijos cuando acudieran arrepentidos a pedirle perdón.
Era tanta la fama de Salomón que la reina de Saba, un país situado en Arabia, viajó hasta Jerusalén cargada de ricos tesoros para comprobar por sí misma la veracidad de todo lo que había escuchado acerca de la sabiduría de este gran rey. Fue recibida con los honores correspondientes a su dignidad real y enseguida pudo plantear al rey diferentes enigmas y cuestiones de difícil resolución. Quedó admirada de las respuestas y conclusiones que Salomón le ofrecía, y no solo de eso, sino también de la prosperidad y magnificencia que veía a su alrededor: El Palacio Real que se llamaba “Bosque del Líbano” igualmente fastuoso, los manjares de su mesa, los vestidos de los servidores del rey; la cantidad de sacrificios que se ofrecían a Yahvé… etc. Y por ello se sintió movida a exclamar: “Ahora veo con mis propios ojos que la realidad supera a cuanto me habían hablado. Dichosas tus gentes, dichosos tus servidores que están siempre ante ti y oyen tu sabiduría. Bendito Yahvé, tu Dios, que te ha hecho la gracia de ponerte sobre el trono de Israel” Y regaló a Salomón muchos aromas y piedras preciosas que enriquecieron aún más sus tesoros.
Pero pasaron los años y Salomón se acomodó en su prosperidad y al final de su vida aflojó su fervor por Yahvé, hasta el punto de dejarse convencer por algunas de las mujeres extranjeras que vivían en su palacio para que les construyera templos y lugares donde quemar perfumes y ofrecer sacrificios a sus dioses extranjeros. Incluso él mismo participó en algunas de estas ceremonias paganas.
Tal vez el rey Salomón pensó que ya había hecho bastante por Yahvé durante su vida y al final no se esforzó lo suficiente por mantener pura su fe; pero Dios es un Dios celoso y lo quiere todo. Debemos aprender la lección y no descuidar nunca nuestra lucha por ser buenos e intentar amar cada vez más al Señor hasta el fin de nuestra vida, ya que el Demonio no descansa nunca y sabe sacar partido de nuestros descuidos. Salomón llegó a ser sabio y sin embargo le faltó perseverancia para ser el santo que pudo haber sido, y esto era lo más importante. Aunque no quiere decir que se haya condenado, porque tal cosa solo la sabe Dios, pero las consecuencias de sus últimos actos fueron graves para Israel.
Vocabulario
Atrio: Espacio descubierto. También se llama así al espacio cubierto que sirve de acceso a algunos templos o palacios.
Enigma: Cosa que difícilmente puede entenderse o interpretarse.
Magnificencia: Ostentación, grandeza.
Querubín: Ángel muy majestuoso que desempeña el papel de centinela, indicando que Dios está presente en un determinado lugar (Puerta del Paraíso, Arca de la Alianza, Templo…) Se representaba por una figura imaginaria de animal fuerte, grande, dotado de alas.
Sentencia: Resolución del juez en un juicio. También puede significar opinión.
Suntuoso: Magnífico, grande y costoso.
Tonelada: Medida de peso que equivale a mil kilos; en el caso del agua a mil litros.
Para la caatequeesis
- ¿Qué es lo que más agradó a Dios de Salomón cuando le dijo que le pidiera lo que quisiera?
- ¿En qué se fijó Salomón para dar el niño a una de las mujeres y no a la otra? ¿Quién le daba la sabiduría a Salomón?
- ¿Por qué los constructores del templo se esforzaban en terminar tan bien su trabajo? ¿Se te ocurre alguna forma de hacer tú algo parecido?
- ¿Crees que Dios se merece un templo tan majestuoso? ¿Hay algo que le guste más que eso?
- Los reyes tienen mucha responsabilidad; tanto si deciden o hacen cosas buenas, como si deciden o hacen casas malas. Hemos de rezar por los reyes y gobernantes, para que se dejen guiar por Dios en sus acciones y decisiones.
- Un rey del siglo XX llamado Balduino de Bélgica, movido por la rectitud de su conciencia tuvo que tomar una valiente decisión que casi le cuesta la corona. Entérate de lo que le sucedió.