
Aconteció el prodigioso suceso en 1640. Un mozo de 19 años, llamado Miguel Juan Pellicer, natural de Calanda, en Aragón, hijo de Miguel Pellicer, labrador pobre y de María Blasco, su mujer, se hallaba sirviendo en Castellón de la Plana a un tío suyo que se llamaba Jaime Blasco. Llevando el mozo un carro cargado de trigo, tuvo la desgracia de caerse del carro, y cogiéndole una rueda la pierna derecha, se la quebrantó...