
Una vez vio fray León en sueños los preparativos para el juicio divino. Veía a los ángeles que tocaban trompetas y otros varios instrumentos y congregaban grandísima muchedumbre en un campo. A un lado colocaron una escala roja que llegaba de la tierra al cielo, y a la parte opuesta otra que era blanca, y bajaba del cielo a la tierra. En la cima de la roja apareció Cristo en ademán de un Señor ofendido y muy irritado. San Francisco estaba en la misma escala algunas gradas más debajo de Cristo, y bajando más, llamaba y decía con gran voz y fervor:
—Venid, frailes míos, venid confiadamente, no temáis, venid y acercaos al Señor, que os llama.