
Santa Bibiana, virgen romana, era de una familia consular, muy antigua en Roma; pero la hacía mucho más respetable su celo heroico por la religión cristiana; pues el padre, la madre y las dos hijas Bibiana y Demetria, que componían toda esta ilustre familia, todos fueron mártires.
Nuestra Santa vino al mundo hacia la mitad del siglo iv; era hija de Flaviano, prefecto de Roma, esto es, del primer magistrado y gobernador del imperio, el cual tuvo el honor de ser degradado de la nobleza, privado de todos sus empleos, despojado de todos sus bienes por la religión cristiana y reducido por la fe a la vil condición de esclavo, habiendo sido marcado en la frente, y, en fin, desterrado a un lugar llamado Aguas del Toro, en Toscana, en donde murió de miseria, con la calidad gloriosa de confesor y mártir de Jesucristo. La Iglesia le honra como a tal el día 22 de Diciembre: su mujer, Santa Dafrosia, madre de nuestra Santa, tan constante en la fe como su marido, tuvo primero su casa por cárcel, en donde estuvo presa con sus dos hijas. Algún tiempo después la sacaron para desterrarla a un lugar de la Campaña, a alguna distancia de Roma; tuvo mucho que sufrir allí del más bárbaro de todos los tiranos, el cual, después de haberse enriquecido con los despojos de esta ilustre familia, determinó acabar con ella por medio de los suplicios. Hizo casi morir de hambre y de miseria a Santa Dafrosia, a quien, por último, hizo cortarla cabeza el día 4 de Enero, en el cual la Iglesia celebra su martirio.