
Haría falta un grueso volumen para dibujar la figura prócer del español que más ha influido en el mundo por el brillo de su ciencia y el calor de su santidad; pero bastarán unas líneas para recoger lo más saliente de su personalidad como español, como hombre de ciencia y, sobre todo, como santo.
Nació Isidoro muy probablemente en Sevilla, hacia el año 556, poco después de haber llegado allí sus padres, que habían huido de Cartagena para no pactar con los intrusos bizantinos de Justiniano. Fue Isidoro el menor de un matrimonio de cuatro hijos, Leandro, Fulgencio, Florentina, aureolados todos con la corona de la santidad.