Os proponemos esta dinámica de catequesis para que los niños aprendan la historia de Nuestra Señora de Guadalupe mientras disfrutan coloreando los dibujos.
Ante cualquier pregunta que pueda surgir por parte de los niños, recomendamos a los catequistas consultar la catequesis de san Juan Pablo II sobre la Virgen de Guadalupe y el Catecismo mariano: todo lo que has de saber sobre la Virgen María.
Os deseamos que disfrutéis con las maravillosas ilustraciones de Hilda Tessa y los textos del Hermano Roque Miguel Vernaz, religioso de la Congregación de los Cooperadores Parroquiales de Cristo Rey.
Nota: podéis obtener las imágenes en tamaño real pulsando directamente sobre el título o la imagen de cada capítulo.
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Historia de Nuestra Señora de Guadalupe I
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Un indiecito convertido a la religión cristiana amaba mucho a la Santísima Virgen y tenía la costumbre de oír misa los sábados en su honor. El día 9 de diciembre de 1531 era sábado y el indiecito, desde su aldea, se dirigía a la capital de México para oír misa, cuando de improviso, en medio del campo solitario percibió un sonido maravilloso de una música armoniosa y dulce que no se parecía a nada de este mundo.
¿Qué oigo? ¿De dónde puede venir esa música tan arrobadora? —se dijo—. El eco de las montañas devolvía el sonido y lo hacía aún más maravilloso. Y cuando, sorprendido, levantó los ojos hacia el sitio donde provenían aquellas armonías, se maravilló con la brillantez de una luz celestial que despedía rayos de todos los colores.
El indiecito quedó atónito y extasiado en aquel lugar, sin moverse, sintiendo una inefable dulzura, como si estuviera en la gloria.
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Historia de Nuestra Señora de Guadalupe II
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¿Qué es esto? ¿Dónde estoy? —se preguntaba— ¿Acaso es esto el Paraíso?. De repente cesó la música y una voz que parecía de mujer salió de una nube resplandeciente y celestial. Con inefable dulzura oyó que le llamaron por su nombre y le dijeron que se acercara. Juan Diego, que así se llamaba el indio, sin dudarlo un momento, lleno de emoción, corrió presuroso hacia la colina donde salía la voz.
Al llegar Juan Diego a donde estaba la nube, junto a la colina, se encontró con una Señora de tanta belleza que parecía una divinidad. Sus vestidos resplandecían tanto que, de la luz que despedían, las rocas parecían oro y todo el suelo diamantes y piedras preciosas. Entonces, la maravillosa Dama, mientras sonreía bondadosa, dijo a Juan Diego: «Juan, hijo mío queridísimo, ¿adónde vas por este camino?». «Voy a oír misa en honor de mi Señora» —le contestó el indio— mientras la contemplaba extasiado. |
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Historia de Nuestra Señora de Guadalupe III
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¡Oh, hijo mío querido! —añadió la celestial Señora— quiero que sepas que soy la Virgen María, Madre del Dios verdadero, Creador de todas las cosas. Y quiero que se me haga una iglesia en este lugar; porque desde aquí, yo, tu cariñosa Madre, quiero ser la Madre de todos los indios y escuchar sus peticiones. Desde aquí quiero escuchar generosa los ruegos de todos los indios que me invoquen y atenderlos en sus necesidades.
Deslumbrado por tanta belleza, el indiecito estaba absorto, mirando y escuchando a la Señora, mientras Ella añadía: «Querido hijo mío: vete a buscar al Obispo de México y dile que Yo te envío para expresarle mi voluntad y deseo para que me construyan un templo en este lugar». El indito, puesto de rodillas e inclinando su cabeza, respondió: «Sí, mi noble Señora: yo soy vuestro siervo y haré todo lo que me ordenéis». |
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Historia de Nuestra Señora de Guadalupe IV
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Juan Diego no se creía digno de tanto honor, pero obedeció fervoroso a la Reina del Cielo y como Ella le había ordenado, fue a México a pedir audiencia para hablar con el Señor Obispo.
Cuando Juan Diego llamó a las puertas del palacio, le atendieron unos criados del Obispo, pero creyéndose tal vez un loco por las cosas que decía haber visto, le trataron amablemente, pero no le dejaron pasar.
El indiecito no se impacientó, y sentado en el suelo a las puertas del palacio, esperó todo un día para ver si le dejaban pasar y podía cumplir el encargo de su amada Señora.
Impresionados los criados de la constancia del indio, se lo dijeron al Obispo, el cual sintió curiosidad por conocer su historia y lo mandó pasar. Entonces el indio contó toda la historia, que el Obispo escuchó con atención; pero creyendo ser fantasías del recién convertido, le despidió amablemente, diciéndole que volviera otro día. |
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Historia de Nuestra Señora de Guadalupe V
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Juan Diego volvió a su aldea, y al pasar cerca de la colina la Señora lo estaba esperando.
Queridísima Señora mía —dijo Juan Diego a la Virgen— he hecho todo lo que me habéis mandado, pero creo que no me han creído. Os ruego, Señora mía, que mandéis a otra persona de más prestigio y categoría que yo. Ya veis que yo no soy más que un pobre indio rústico y despreciable que no inspiro confianza y nadie me quiere creer.
A las humildes palabras del indio contestó la Santísima Virgen: «¡Oh, hijo mío querido! Me sobran en el mundo personas de prestigio y categoría que harían gustosas este favor; pero es conveniente que seas tú, el más humilde de mis servidores, el encargado de esta misión. Te ruego, pues, vuelvas mañana a ver al Obispo a repetirle que Yo, la Madre del Dios verdadero, quiero que me construyan una iglesia en este lugar». |
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