Juan 10, 31-42. Viernes de la 5.ª semana del Tiempo de Cuaresma. Debemos ser humildes… pero con una humildad real; y para ello es necesario reconocerse pecadores.
Los judíos tomaron piedras para apedrearlo. Entonces Jesús dijo: «Les hice ver Añadir una nueva entrada < Catequesis familiar — WordPress muchas obras buenas que vienen del Padre; ¿Por cuál de ellas me quieren apedrear?». Los judíos le respondieron: «No queremos apedrearte por ninguna obra buena, sino porque blasfemas, ya que, siendo hombre, te haces Dios». Jesús les respondió: «¿No está escrito en la Ley: «Yo dije: Ustedes son dioses?» Si la Ley llama dioses a los que Dios dirigió su Palabra –y la Escritura no puede ser anulada– ¿Cómo dicen: «Tú blasfemas», a quien el Padre santificó y envió al mundo, porque dijo: «Yo soy Hijo de Dios»? Si no hago las obras de mi Padre, no me crean; pero si las hago, crean en las obras, aunque no me crean a mí. Así reconocerán y sabrán que el Padre está en mí y yo en el Padre». Ellos intentaron nuevamente detenerlo, pero el se les escapó de las manos. Jesús volvió a ir al otro lado del Jordán, al lugar donde Juan había bautizado, y se quedó allí. Muchos fueron a verlo, y la gente decía: «Juan no ha hecho ningún signo, pero todo lo que dijo de este hombre era verdad». Y en ese lugar muchos creyeron en él.
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Lecturas
Primera lectura: Libro de Jeremías. Jer 20, 10-13
Salmo: Sal 18 (17), 2-7
Oración introductoria
Señor, ayúdame a limpiar mi corazón para conocerte en todo lo que realizo;que pueda ver tu mano y amor en todo lo que me rodea. Ayúdame a estar contigo en esta meditación y haz que mi corazón sea más semejante al tuyo, sobre todo en la virtud de la humildad.Tú conoces mis intenciones más íntimas y quiero ponerlas en tus manos. En el corazón de María, pongo a todos mis seres queridos, y también todo aquello que perturba mi corazón.
Petición
Señor, que me dé cuenta del gran amor que me tienes, y concédeme la gracia de ser humilde en mi deber como cristiano.
Meditación del Santo Padre Francisco
Sin la humildad, sin la capacidad de reconocer públicamente los propios pecados y la propia fragilidad humana, no se puede alcanzar la salvación y tampoco pretender anunciar a Cristo o ser sus testigos. Esto es válido también para los sacerdotes. Y los cristianos siempre deben recordar que la riqueza de la gracia, don de Dios, es un tesoro que se custodia en «vasijas de barro» a fin de que sea claro el poder extraordinario de Dios, del que nadie se puede adueñar «para el curriculum personal». El Papa Francisco invitó una vez más a reflexionar sobre el tema de la humildad cristiana en la misa del 14 de junio. Las lecturas del día —la segunda carta de san Pablo a los Corintios (4, 7-15) y el Evangelio de san Mateo (5, 27-32)— centraron la meditación del Papa, que relacionó la imagen de la «belleza de Jesús, de la fuerza de Jesús, de la salvación que nos trae Jesús», de la que habla el apóstol Pablo, con la de las «vasijas de barro» en las cuales se contiene el tesoro de la fe.
Los cristianos son como vasijas de barro porque son débiles, en cuanto pecadores. A pesar de ello —subrayó el Santo Padre— entre «nosotros, pobres vasijas de barro», y «el poder de Jesucristo salvador» tiene lugar un diálogo: el «diálogo de la salvación». Pero advirtió de que si este diálogo asume el tono de la autojustificación quiere decir que algo no funciona y no hay salvación.
Cada vez que Pablo «nos habla de su curriculum de servicio» —«hice esto, hice aquello, prediqué»— nos habla también de lo referido a sus debilidades, a sus pecados. La humildad del cristiano, como señaló el Pontífice, es la que sigue el camino indicado por el apóstol. Este modelo de humildad es válido también «para nosotros sacerdotes —advirtió—. Si nos gloriamos sólo de nuestro curriculum y nada más acabaremos equivocándonos. No podemos anunciar a Jesucristo salvador porque, en el fondo, no le escuchamos». «Debemos ser humildes —exhortó el Pontífice— pero con una humildad real»; es necesario reconocerse pecadores, concretamente.
«Hermanos —exhortó el Papa—, nosotros tenemos un tesoro: Jesucristo salvador, la cruz de Jesucristo, este tesoro del cual nos enorgullecemos», pero no nos olvidemos «de confesar también los pecados», porque sólo así «el diálogo es cristiano y católico, concreto. Porque la salvación de Jesucristo es concreta».
Santo Padre Francisco: La humildad concreta
Homilía del viernes, 14 de junio de 2013
Catecismo de la Iglesia Católica, CEC
2012. “Sabemos que en todas las cosas interviene Dios para bien de los que le aman […] a los que de antemano conoció, también los predestinó a reproducir la imagen de su Hijo, para que fuera él el primogénito entre muchos hermanos; y a los que predestinó, a ésos también los llamó; y a los que llamó, a ésos también los justificó; a los que justificó, a ésos también los glorificó” (Rm 8, 28-30).
2013 “Todos los fieles, de cualquier estado o régimen de vida, son llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad” (LG 40). Todos son llamados a la santidad: “Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” (Mt 5, 48):
«Para alcanzar esta perfección, los creyentes han de emplear sus fuerzas, según la medida del don de Cristo […] para entregarse totalmente a la gloria de Dios y al servicio del prójimo. Lo harán siguiendo las huellas de Cristo, haciéndose conformes a su imagen y siendo obedientes en todo a la voluntad del Padre. De esta manera, la santidad del Pueblo de Dios producirá frutos abundantes, como lo muestra claramente en la historia de la Iglesia la vida de los santos» (LG 40).
2014 El progreso espiritual tiende a la unión cada vez más íntima con Cristo. Esta unión se llama “mística”, porque participa del misterio de Cristo mediante los sacramentos —“los santos misterios”— y, en Él, del misterio de la Santísima Trinidad. Dios nos llama a todos a esta unión íntima con Él, aunque las gracias especiales o los signos extraordinarios de esta vida mística sean concedidos solamente a algunos para manifestar así el don gratuito hecho a todos.
2015 “El camino de la perfección pasa por la cruz. No hay santidad sin renuncia y sin combate espiritual (cf 2 Tm 4). El progreso espiritual implica la ascesis y la mortificación que conducen gradualmente a vivir en la paz y el gozo de las bienaventuranzas:
«El que asciende no termina nunca de subir; y va paso a paso; no se alcanza nunca el final de lo que es siempre susceptible de perfección. El deseo de quien asciende no se detiene nunca en lo que ya le es conocido» (San Gregorio de Nisa, In Canticum homilia 8).
2016 Los hijos de la Santa Madre Iglesia esperan justamente la gracia de la perseverancia final y de la recompensa de Dios, su Padre, por las obras buenas realizadas con su gracia en comunión con Jesús (cf Concilio de Trento: DS 1576). Siguiendo la misma norma de vida, los creyentes comparten la “bienaventurada esperanza” de aquellos a los que la misericordia divina congrega en la “Ciudad Santa, la nueva Jerusalén, […] que baja del cielo, de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su esposo” (Ap 21, 2).
Catecismo de la Iglesia Católica
Propósito
Buscaré ver a Dios en todo lo que hago, dándole gracias por lo bueno y lo malo.
Diálogo con Cristo
Señor,Tú sabes mejor que nadie cuán frágil soy y cuánta ayuda necesito para obrar como Túdeseas.Por eso, vengo ante ti este día, para pedirte perdón por no escucharte ni ver el gran amor que me tienes. Este día quiero ser un reflejo de tu amor; que los demás vean en mí el gran amor por el cual Cristo se hizo el más humilde de todos para salvarnos.
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Una vez estaba yo considerando por qué razón era nuestro Señor tan amigo de esta virtud de la humildad, y se me puso delante, a mi parecer, sin considerarlo, esto: que es porque Dios es suma Verdad y la humildad es andar en verdad.
Santa Teresa de Jesús
Las Moradas, VI, 10
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