por Luis M. Benavides | 11 Jun, 2016 | Catequesis Artículos
La palabra del perdón pueda llegar a todos y la llamada a experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida… Por vuestro bien, os pido cambiar de vida. Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador. No caigáis en la terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que ante él todo el resto se vuelve carente de valor y dignidad. Es solo una ilusión. No llevamos el dinero con nosotros al más allá. El dinero no nos da la verdadera felicidad. La violencia usada para amasar fortunas que escurren sangre no convierte a nadie en poderoso ni inmortal. Para todos, tarde o temprano, llega el juicio de Dios al cual ninguno puede escapar.
(Misericordiae Vultus, 9)
* * *
El llamado a la conversión o cambio de vida
Escuchamos al Papa Francisco
La palabra del perdón pueda llegar a todos y la llamada a experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida… Por vuestro bien, os pido cambiar de vida. Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador. No caigáis en la terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que ante él todo el resto se vuelve carente de valor y dignidad. Es solo una ilusión. No llevamos el dinero con nosotros al más allá. El dinero no nos da la verdadera felicidad. La violencia usada para amasar fortunas que escurren sangre no convierte a nadie en poderoso ni inmortal. Para todos, tarde o temprano, llega el juicio de Dios al cual ninguno puede escapar.
La misma llamada llegue también a todas las personas promotoras o cómplices de corrupción… La corrupción es una obstinación en el pecado, que pretende sustituir a Dios con la ilusión del dinero como forma de poder. Para erradicarla de la vida personal y social son necesarias prudencia, vigilancia, lealtad, transparencia, unidas al coraje de la denuncia. Si no se la combate abiertamente, tarde o temprano busca cómplices y destruye la existencia… ¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón!
Misericordiae Vultus, 9
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Escuchamos la Palabra de Dios
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era el jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: Se ha ido a alojar en casa de un pecador. Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más. Y Jesús le dijo: Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
Evangelio según san Lucas 19, 1-10
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Un salmo para alabar
A cada estrofa del salmo repetimos:
Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias, a él, que es mi salvador y mi Dios.
¿Cuándo iré a contemplar el rostro de Dios?
Júzgame, oh Dios,
y defiende mi causa
contra la gente sin piedad;
líbrame del hombre falso y perverso.
Si tú eres mi Dios y mi fortaleza,
¿por qué me rechazas?
¿Por qué tendré que estar triste,
oprimido por mi enemigo?
Envíame tu luz y tu verdad:
que ellas me encaminen
y me guíen a tu santa Montaña,
hasta el lugar donde habitas.
Y llegaré al altar de Dios,
el Dios que es la alegría de mi vida;
y te daré gracias con la cítara,
Señor, Dios mío.
¿Por qué te deprimes, alma mía?
¿Por qué te inquietas?
Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,
a él, que es mi salvador y mi Dios.
Salmo 43
* * *
Para reflexionar y/o compartir en grupo
-
Pensamos en aquellos que nos sentimos alejados, por diferentes circunstancias.
-
¿Nos dejamos tocar el corazón por el amor misericordioso de Jesús?
-
¿Qué nos sugiere la frase de Francisco: “este es el tiempo oportuno para cambiar de vida…”
-
¿Qué actitudes serían necesarias de nuestra parte? Escribimos una pequeña lista de actitudes y las colocamos en el corazón de Jesús. Oramos por el otro.
-
¿Somos capaces de tomar la iniciativa, como Jesús, para reconstruir el vínculo?
* * *
Intenciones
A cada intención respondemos: : ¡Ayúdanos a cambiar de vida y a convertir nuestro corazón!
-
Te rogamos que protejas y acompañes al Papa Francisco para que siga denunciando con firmeza las injusticias y desigualdades de este mundo. Oremos…
-
Haz que podamos cambiar, con nuestras actitudes de vida, todo sistema que conduce a la insensibilidad social. Oremos…
-
Ayúdanos a ser cada día más comprometidos, denunciando toda clase de opresión y esclavitud, sometimiento y corrupción. Oremos…
-
Te pedimos por los que más tienen, para que toques su corazón y los hagas sensibles frente a las necesidades de los más pobres. Oremos…
-
Ayúdanos a tomar conciencia y liberarnos de todo sistema corrupto, que destruye nuestras vidas y la de nuestros hermanos. Oremos…
-
Para que la Iglesia siga siendo fiel a su misión profética de denunciar todo aquello que atente contra la vida humana. Oremos…
Agregamos nuestras intenciones personales y comunitarias…
Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y el Gloria.
Repetimos con convicción la advocación: ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío!
Oración: Señor de la fortaleza y el perdón. Te pedimos que vengas en nuestro auxilio y nos orientes cuando estamos perdidos, alejados de Ti y de nuestros hermanos. Haz que podamos acercarnos a Ti con un corazón contrito y arrepentido y que por los méritos de la preciosa sangre de tu Hijo, Jesucristo, nuestros pecados sean perdonados y podamos alcanzar la felicidad y la vida en plenitud. ¡Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor! ¡Amén! ¡Aleluya!
Señal de la Cruz
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Compromiso personal del mes
Este mes de junio voy a hacer una confesión general ante un sacerdote u otro compromiso similar. También podré enseñar al que no sabe y corregir, con caridad, al que yerra u otro compromiso similar.
* * *
Para memorizar y rezar durante el mes
¡María de Guadalupe, ayúdanos a cambiar de vida y ser misericordiosos con nuestros hermanos!
* * *
La misericordia en los santos
San Ignacio de Loyola (1491-1556).
Un ministerio entre enfermos y pobres.
Luego de su gran conversión, desarrolló frecuentemente su ministerio entre los enfermos incurables en varios hospitales. En Roma abrió una casa para ex-prostitutas, otra para jóvenes sometidas a explotación y un orfanato. También importante, como Superior General de la recién nacida Compañía de Jesús, fue su insistencia en que todos los novicios debían hacer algún tipo de experiencia en un ministerio que se desarrollase entre enfermos y pobres. Sus ejercicios espirituales han abierto los ojos de muchos hombres y mujeres sobre el papel de Dios en sus vidas, y han inflamado su corazón para que pudieran dedicar su vida a las obras de caridad.
* * *
Un cuento para pensar
Cambiar a los demás
Hace mucho tiempo en la China, una joven llamada Li-Li se casó y fue a vivir con el marido y la suegra. Después de algunos días, no se entendía con ella. Sus personalidades eran muy diferentes y Li-Li fue irritándose con los hábitos de la suegra, que frecuentemente la criticaba. Los meses pasaron, Li-Li y su suegra cada vez discutían y peleaban más. De acuerdo con una antigua tradición china, la nuera tiene que cuidar a la suegra y obedecerla en todo.
Li-Li, no soportando más vivir con la suegra, tomó la decisión de envenenar a su suegra. Para ello, fue a visitar al Sr. Huang, un antiguo amigo de su padre.
Después de oírla, él tomó un paquete de hierbas y le dijo:
-No deberás usarlas de una sola vez para liberarte de tu suegra, porque ello causaría sospechas. Deberás darle varias hierbas que irán lentamente envenenando su cuerpo. Cada dos días pondrás un poco de estas hierbas en su comida. Ahora, para tener certeza de que cuando ella muera nadie sospechará de ti, deberás tener mucho cuidado y actuar de manera muy amigable. No discutas, ayúdala a resolver sus problemas. Recuerda tienes que escucharme y seguir todas mis instrucciones.
Li-Li respondió: –Sí, maestro Huang, haré todo lo que usted me diga.
Li-Li agradeció al maestro Huang y regresó diligente para comenzar con el proyecto de asesinar a su suegra. Fueron pasando las semanas y cada dos días –según le había indicado el señor Huang- Li-Li servía una comida especialmente preparada para su suegra. Siempre recordaba lo que el maestro le había recomendado para evitar sospechas: controlaba su temperamento, obedecía a su suegra y la trataba como si fuese su propia madre. Después de seis meses, la casa entera estaba completamente cambiada.
Li-Li había controlado su temperamento y ya no aborrecía a su suegra. En esos meses, no había tenido ni una discusión con ella, que ahora parecía mucho más amable y más fácil de lidiar con ella. Las actitudes de la suegra también cambiaron y ambas pasaron a tratarse como madre e hija. Desesperada, Li-Li fue nuevamente en procura del maestro Huang, para pedirle ayuda y le dijo:
–Querido Sr. Huang, por favor ayúdeme a evitar que el veneno mate a mi suegra. Ella se ha transformado en una mujer agradable y la amo como si fuese mi propia madre. No quiero que ella muera por causa del veneno que le di.
El Sr. Huang sonrió y señaló con la cabeza:
–Li-Li no tienes por qué preocuparte. Tú suegra no ha cambiado, la que cambió fuiste tú. Las hierbas que te di, eran vitaminas para mejorar su salud. El veneno estaba en su mente, en su actitud, pero fue echado fuera y sustituido por el amor que pasaste a darle a ella.
Adaptación de leyenda tradicional china – Autor desconocido
Para disfrutar del buen cine
· TÍTULO EN CASTELLANO |
ORIGEN
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DIRECTOR
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PROTAGONISTAS
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Título Original / Otro Título
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AÑO
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DURACIÓN
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GÉNERO
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CALIFICACIÓN
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Alguien tiene que ceder
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USA
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Nancy Meyers
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J. Nicholson / D. Keaton/ K. Reeves
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Something’s Gotta Giv (Cuando menos los esperas)
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2003
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128 min
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comedia
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atp
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Mis tardes con Margueritte
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francia
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Jean Becker
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G. Depardieu / G. Casadesus
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La tête en friche
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2010
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82 min
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com / dram
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sam 13
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Alguien tiene que ceder. Harry Sanborn (Jack Nicholson) es un solterón adinerado y cascarrabias que sólo sale con mujeres mucho más jóvenes que él. Él y Marin (Amanda Peet), su última conquista, han planeado un romántico fin de semana en la casa de la playa de la madre de ella, Erica Barry (Diane Keaton), una famosa guionista divorciada. Harry sufre un infarto y Erica acepta a regañadientes cuidarlo hasta que se reponga. Harry, asombrado, se da cuenta de que se siente atraído por ella. Pero a Erica también la corteja un joven médico (K. Reeves). Una vez recuperado, Harry a sus viejos hábitos. Sin embargo, la relación con Erica ha alterado su vida y sus sentimientos. Esta deliciosa comedia nos habla de los cambios que pueden suceder en nuestras vidas cuando el amor nos sorprende.
Mis tardes con Margueritte. Germain Chazes (Gérard Depardieu) es un hombre obeso, y simple, que vive en una casa rodante, en el jardín de su recalcitrante madre. Su vida transcurre entre el café y darle de comer a las palomas de la plaza del pueblo. Los demás lo consideran un imbécil, hasta que Margueritte (Gisèle Casadesus), una anciana muy culta, compañera de simpatía por las palomas, le descubre el universo de los libros y las palabras. Desde entonces, su relación con los demás y consigo mismo cambiará sensiblemente; mostrando que lo importante en la vida es la relación que nos une con nuestro prójimo o próximo.
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· CADENA DE FAVORES
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USA
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Mimi Leder
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H. Hunt/ K. Spacey/H. Osment
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Pay it forward
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2000
|
124 min
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COMEDIA
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ATP
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· LAS LLAVES DEL REINO
|
USA
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John M. Stahl
|
Gregory Peck / Vincent Price
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The Keys of the Kingdom
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1944
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147 min
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DRAMA
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SAM 14
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por Luis M. Benavides | 27 Abr, 2016 | Catequesis Artículos
Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios… Con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor de la Santísima Trinidad. La misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de revelar el misterio del amor divino en plenitud. “Dios es amor” (1 Jn 4,8.16), afirma por la primera y única vez en toda la Sagrada Escritura el evangelista Juan. Este amor se ha hecho ahora visible y tangible en toda la vida de Jesús. Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona y ofrece gratuitamente. Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia. En él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión. Lo que movía a Jesús en todas las circunstancias no era sino la misericordia, con la cual leía el corazón de los interlocutores y respondía a sus necesidades más reales.
(Misericordiae Vultus, 1 y 8)
* * *
Jesucristo es el rostro de la misericordia
Escuchamos al Papa Francisco
Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios… Con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor de la Santísima Trinidad. La misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de revelar el misterio del amor divino en plenitud. “Dios es amor” (1 Jn 4,8.16), afirma por la primera y única vez en toda la Sagrada Escritura el evangelista Juan. Este amor se ha hecho ahora visible y tangible en toda la vida de Jesús. Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona y ofrece gratuitamente. Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia. En él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión. Lo que movía a Jesús en todas las circunstancias no era sino la misericordia, con la cual leía el corazón de los interlocutores y respondía a sus necesidades más reales.
Misericordiae Vultus, 1 y 8
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Escuchamos la Palabra de Dios
Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo –¡ustedes han sido salvados gratuitamente!– y con Cristo Jesús nos resucitó y nos hizo reinar con él en el cielo. Así, Dios ha querido demostrar a los tiempos futuros la inmensa riqueza de su gracia por el amor que nos tiene en Cristo Jesús. Porque ustedes han sido salvados por su gracia, mediante la fe. Esto no proviene de ustedes, sino que es un don de Dios; y no es el resultado de las obras, para que nadie se gloríe. Nosotros somos creación suya: fuimos creados en Cristo Jesús, a fin de realizar aquellas buenas obras, que Dios preparó de antemano para que las practicáramos.
Carta de san Pablo a los Efesios 2, 4-10
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Un salmo para alabar
A cada estrofa del salmo repetimos:
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente:
¿Cuándo iré a contemplar el rostro de Dios?
Como la cierva sedienta
busca las corrientes de agua,
así mi alma suspira
por ti, mi Dios.
Las lágrimas son mi único pan
de día y de noche,
mientras me preguntan sin cesar:
«Dónde está tu Dios?»
¿Por qué te deprimes, alma mía?
¿Por qué te inquietas?
Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,
a él, que es mi salvador y mi Dios
De día, el Señor me dará su gracia;
y de noche, cantaré mi alabanza
al Dios de mi vida.
Salmo 42
* * *
Para reflexionar y/o compartir en grupo
- ¿Somos capaces de leer en el corazón de los demás su situación de vida?
- ¿Qué cosas nos impiden acercarnos a los demás? Realizar un listado.
- ¿Qué actitudes nuestras facilitan el encuentro con el otro? Realizar un listado.
- Comparar ambos listados y contrastarlos con el actuar de Jesús.
- ¿Los demás perciben en nosotros el rostro misericordioso de Jesús? ¿De qué manera? ¿En qué ocasiones?
* * *
Intenciones
A cada intención respondemos: : ¡Ayúdanos a ser compasivos y misericordiosos como Jesús!
- Acompaña al Papa Francisco en su misión de anunciar y revelar el misterio del amor, proclamado por Jesús. Oremos…
- Ilumina a la Iglesia para que cada día demuestre, con su actuar, la riqueza del amor, manifestado en Cristo Jesús. Oremos…
- Haz que podamos descubrir en nuestros hermanos el rostro sufriente de Jesús. Oremos…
- Te pedimos que nos ayudes a ser compasivos con nuestros hermanos que sufren, están desamparados y son excluidos de las riquezas de este mundo. Oremos…
- Ayúdanos a enfrentar, con paciencia y fortaleza, el camino de la enfermedad que nos doblega el espíritu y el cuerpo, cuando afecta nuestras vidas. Oremos…
- Enséñanos a ser solidarios con todos nuestros hermanos que están pasando por momentos de dolor; convierte nuestra indiferencia, que es otra cara silenciosa de la violencia. Oremos…
Agregamos nuestras intenciones personales y comunitarias…
Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y el Gloria.
Repetimos con convicción la advocación: ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío!
Oración: Señor del Perdón, que nos enviaste a tu Hijo único, Jesús, para que conozcamos el Camino, la Verdad y la Vida, te pedimos que nunca nos apartemos de la senda que nos conduce a tu divina misericordia. Haz que por sus méritos podamos alcanzar la felicidad y la vida eterna, junto a todos tus hijos en el Reino de los Cielos. A ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amén! ¡Aleluya!
Señal de la Cruz
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Compromiso personal del mes
Este mes de mayo voy a perdonar una deuda que tiene pendiente conmigo tal persona. También podré acoger al forastero ayudar en alguna institución católica que colabora con los inmigrantes u otro compromiso similar.
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Para memorizar y rezar durante el mes
¡María de Guadalupe, ayúdanos a reflejar el rostro misericordioso de Jesús a nuestros hermanos!
* * *
La misericordia en los santos
Beato José Gabriel Brochero, el cura gaucho (1840-1914).
Peor que la lepra… En cierta ocasión un hombre le dijo al cura Brochero, luego de que este visitara a un enfermo de lepra.
-Señor Cura, no se exponga tanto a enfermarse… mire que vale más su vida que la de ese hombre. Ya lo ha confesado, déjelo que muera en paz.
-¡Caray, que habías sido bárbaro! Si la lepra no vale nada… La lepra hedionda es la de adentro, y esa no se pega, esa se lava con la caridad…
Al final de su vida, ya estando ciego y leproso, el cura Brochero decía:
-“Aquí me la paso desgranando rosarios…”
* * *
Un cuento para pensar
El pan de Cristo
Víctor, al cabo de unos meses de encontrarse sin trabajo, se vio obligado a recurrir a la mendicidad para sobrevivir, cosa que detestaba profundamente. Una fría tarde de invierno se encontraba en las inmediaciones de un club privado, cuando observó a un hombre y su esposa que entraban al mismo. Víctor le pidió al hombre unas monedas para poder comprarse algo de comer.
–Lo siento, amigo, pero no tengo nada de cambio –replicó éste.
La mujer, que oyó la conversación, preguntó: –¿Qué quería ese pobre hombre?
–Dinero para una comida. Dijo que tenía hambre –respondió su marido.
–Lorenzo, no podemos entrar a comer una comida suntuosa que no necesitamos y ¡dejar a un hombre hambriento aquí afuera!
– ¡Hoy en día hay un mendigo en cada esquina! Seguro que quiere el dinero para beber alcohol.
– ¡Yo tengo un poco de cambio! Le daré algo –replicó la mujer.
Aunque Víctor estaba de espaldas a ellos, oyó todo lo que dijeron. Avergonzado, quería alejarse corriendo de allí, pero en ese momento oyó la voz amable de la mujer que le decía:
–Aquí tiene unas monedas. Consígase algo de comer. Aunque la situación está difícil, no pierda las esperanzas. En alguna parte hay un empleo para usted. Espero que pronto lo encuentre.
–¡Muchas gracias, señora! Me ha ayudado a recobrar ánimo y a comenzar de nuevo. Jamás olvidaré su gentileza.
–Estará usted comiendo el pan de Cristo. Compártalo –dijo ella con una cálida sonrisa –dirigida más bien a un hombre y no a un mendigo.
El hombre encontró un lugar barato donde comer, gastó la mitad de lo que la señora le había dado y resolvió guardar lo que le sobraba para otro día. Comería el pan de Cristo dos días. Víctor sintió como si una descarga eléctrica corría por su interior. ¡El pan de Cristo! En ese preciso instante pensó: “no puedo guardarme el pan de Cristo solamente para mí mismo”. Justo pasaba un anciano. Quizás ese pobre anciano tenga hambre, pensó. Tengo que compartir el pan de Cristo.
–¡Oiga! –exclamó Víctor. ¿Le gustaría entrar y comerse una buena comida? El viejo se dio vuelta y lo miró con descreimiento.
–¿Habla usted en serio, amigo? El hombre no daba crédito a su buena fortuna hasta que se sentó a la mesa, cubierta con un hule y le pusieron delante un plato de guiso caliente. Durante la cena, Víctor notó que el hombre envolvía un pedazo de pan en su servilleta de papel.
–¿Está guardando un poco para mañana? –le preguntó.
–¡No, no…! Es que hay un chico que conozco por donde suelo frecuentar. La ha pasado mal últimamente y estaba llorando cuando lo dejé. Tenía hambre. Le voy a llevar el pan.
¡El pan de Cristo! -recordó nuevamente las palabras de la mujer- y tuvo la extraña sensación de que había un tercer convidado sentado en aquella mesa. A lo lejos, las campanas de una iglesia parecían entonar un viejo himno que había aprendido en la escuela dominical cuando era niño. Los dos hombres llevaron el pan al niño hambriento, que comenzó a engullírselo. De golpe se detuvo y llamó a un perro, un perro perdido y asustado.
–Aquí tienes, perrito. Te doy la mitad –dijo el niño. El pan de Cristo alcanzará también para el hermano cuadrúpedo. El niño había cambiado totalmente de semblante. Se puso de pie y comenzó a vender el periódico con entusiasmo.
–¡Hasta luego! –dijo Víctor al viejo. En alguna parte hay un empleo para usted. Pronto dará con él. No desespere. ¿Sabe? –Su voz se tornó en un susurro- esto que hemos comido, es el pan de Cristo; una señora me lo dijo, cuando me dio aquellas monedas para comprarlo. ¡El futuro nos deparará algo bueno!
Al alejarse el viejo, Víctor se dio vuelta y se encontró con el perro que le olfateaba la pierna. Se agachó para acariciarlo y descubrió que tenía un collar que llevaba grabado la dirección del dueño. Víctor recorrió el largo camino hasta la lujosa casa del dueño y llamó a la puerta. Al salir éste y ver que había encontrado a su perro, se puso contentísimo. De golpe, la expresión de su rostro se tornó seria. Estaba por reprocharle a Víctor -que seguramente había robado el perro para cobrar la recompensa- pero no lo hizo. Víctor ostentaba un cierto aire de dignidad que lo detuvo. En cambio dijo:
–En el periódico vespertino de ayer ofrecí una recompensa. ¡Aquí tiene!
Víctor miró el billete medio aturdido. –No puedo aceptarlo –dijo quedamente-. Sólo quería hacerle un bien al perro y a usted.
–¡Téngalo! Para mí, lo que usted hizo vale mucho más que eso. ¿Le interesaría un empleo? Venga a mi oficina mañana. Me hace mucha falta una persona íntegra como usted. Al volver a emprender Víctor la caminata por la avenida, aquel viejo himno que recordaba de su niñez volvió a sonarle en el alma. Se titulaba “Parte y comparte el Pan de Cristo…”
Adaptación – Autor desconocido
Para disfrutar del buen cine
TÍTULO EN CASTELLANO |
ORIGEN
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DIRECTOR
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PROTAGONISTAS
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Título Original / Otro Título
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AÑO
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DURACIÓN
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GÉNERO
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CALIFICACIÓN
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CADENA DE FAVORES
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USA
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Mimi Leder
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H. Hunt/ K. Spacey/H. Osment
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Pay it forward
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2000
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124 min
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COMEDIA
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ATP
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LAS LLAVES DEL REINO
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USA
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John M. Stahl
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Gregory Peck / Vincent Price
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The Keys of the Kingdom
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1944
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147 min
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DRAMA
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SAM 14
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Cadena de favores. Un niño (H. Joel Osment) imagina un curioso sistema para mejorar el mundo; hacer favores desinteresadamente. Su profesor (Kevin Spacey) lo alienta en este cometido y su madre (Helen Hunt) lo va acompañando en su cometido. Para sorpresa de todos, la generosa propuesta causa furor entre la gente. De alguna manera, el film nos está mostrando que cada vez que hacemos algo por los demás, todo alrededor nuestro cambia y nos vamos sintiendo cada día más humanos. Pensando en el mensaje cristiano, las obras de misericordia son el distintivo que debiera caracterizarnos.
Las llaves del Reino. Este clásico del cine nos muestra al Padre Francis Chisholm (Gregory Peck), un misionero de origen escocés que se encuentra trabajando en la China de los años treinta, donde la pobreza extrema y despotismo de sus gobernantes son moneda corriente. El Padre Francis, rodeado de un ambiente hostil a la religión católica, va enfrentándose a las dificultades y logra, a través de su bondad y amor al prójimo, ganarse el corazón de sus parroquianos. La película muestra cómo la misericordia es un lenguaje universal que llega a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos.
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· CADENA DE FAVORES
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USA
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Mimi Leder
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H. Hunt/ K. Spacey/H. Osment
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Pay it forward
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2000
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124 min
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COMEDIA
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ATP
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· LAS LLAVES DEL REINO
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USA
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John M. Stahl
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Gregory Peck / Vincent Price
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The Keys of the Kingdom
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1944
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147 min
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DRAMA
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SAM 14
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por Luis M. Benavides | 2 Abr, 2016 | Catequesis Artículos
Nos será inútil en este contexto recordar la relación existente entre justicia y misericordia. No son dos momentos contrastantes entre sí, sino un solo momento que se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del amor… La misericordia no es contraria a la justicia sino que expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer…
(Misericordiae Vultus, 20)
* * *
Dios va más allá de la justicia, con la misericordia y el perdón
Escuchamos al Papa Francisco
Nos será inútil en este contexto recordar la relación existente entre justicia y misericordia. No son dos momentos contrastantes entre sí, sino un solo momento que se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del amor… La misericordia no es contraria a la justicia sino que expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer… Si Dios se detuviera en la justicia, dejaría de ser Dios; sería como todos los hombres que invocan respeto por la ley. La justicia por sí misma no basta, y la experiencia enseña que apelando solamente a ella se corre el riesgo de destruirla. Por esto, Dios va más allá de la justicia con la misericordia y el perdón. Esto no significa restarle valor a la justicia o hacerla superflua, al contrario. Quien se equivoca deberá expiar la pena. Solo que este no es el fin, sino el inicio de la conversión, porque se experimenta la ternura del perdón. Dios no rechaza la justicia. Él la engloba y la supera en un evento superior donde se experimenta el amor que está a la base de una verdadera justicia… Esta justicia de Dios es la misericordia concedida a todos como gracia en razón de la muerte y resurrección de Jesucristo. La Cruz de Cristo, entonces, es el juicio de Dios sobre todos nosotros y sobre el mundo, porque nos ofrece la certeza del amor y de la vida nueva.
Misericordiae Vultus, 20
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Escuchamos la Palabra de Dios
Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Pero cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí; ofrecían sacrificios a los Baales y quemaban incienso a los ídolos. ¡Y yo había enseñado a caminar a Efraím, lo tomaba por los brazos! Pero ellos no reconocieron que yo los cuidaba. Yo los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor; era para ellos como los que alzan a una criatura contra sus mejillas, me inclinaba hacia él y le daba de comer. Efraím volverá a Egipto y Asiria será su rey, porque rehusaron volver a mí. La espada hará estragos en sus ciudades, destrozará los barrotes de sus puertas y los devorará a causa de sus intrigas. Mi pueblo está aferrado a su apostasía: se los llama hacia lo alto, pero ni uno solo se levanta. ¿Cómo voy a abandonarte, Efraím? ¿Cómo voy a entregarte, Israel? ¿Cómo voy a tratarte como a Admá o a dejarte igual que Seboím? Mi corazón se convulsiona dentro de mí, y al mismo tiempo se estremecen mis entrañas. No daré curso al furor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín, porque soy Dios, no un hombre; el Santo en medio de ti y no es mi deseo aniquilar…
Oseas 11, 1-9
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Un salmo para alabar
A cada estrofa del salmo repetimos:
¡Qué grandes son tus obras, Señor, qué profundos tus designios!
Es bueno dar gracias al Señor,
y cantar, Dios Altísimo, a tu Nombre;
proclamar tu amor de madrugada,
y tu fidelidad en las vigilias de la noche,
con el arpa de diez cuerdas y la lira,
con música de cítara.
Tú me alegras, Señor, con tus acciones,
cantaré jubiloso por la obra de tus manos.
El hombre insensato no conoce
y el necio no entiende estas cosas.
El justo florecerá como la palmera,
crecerá como los cedros del Líbano:
trasplantado en la Casa del Señor,
florecerá en los atrios de nuestro Dios.
En la vejez seguirá dando frutos,
se mantendrá fresco y frondoso,
para proclamar qué justo es el Señor, mi Roca,
en quien no existe la maldad.
Salmo 92
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Para reflexionar y/o compartir en grupo
- Pensamos en situaciones en nuestras vidas en las que reclamamos justicia o que percibimos que fueron muy injustos con nosotros. ¿Qué sentimos en dichos momentos? Realizamos una pequeña lista. La compartimos en grupos de a cuatro.
- ¿En qué situaciones consideramos que el perdón sería superador de la justicia? Pensemos ejemplos concretos.
- Compartimos lo que nos sugiere la frase del Papa Francisco: “La justicia de Dios es su perdón”.
- ¿Creemos que es posible compatibilizar justicia con misericordia? ¿De qué manera?
- ¿Qué nos enseñó Jesús al respecto? ¿En qué episodios evangélicos Jesús nos mostró que es posible entender que la misericordia va más allá de la justicia?
* * *
Intenciones
A cada intención respondemos: ¡Señor de la Paciencia, te rogamos que conviertas nuestro corazón de piedra en un corazón sensible!
- Protege al el Papa Francisco y haz que su testimonio valiente de la Misericordia de Dios sirva de unión entre todos los pueblos. Oremos…
- Te pedimos que la misericordia sea la regla de vida de todos los discípulos de Jesús, reunidos en su Iglesia. Oremos…
- Enséñanos a ser justos, pero sobre todo, ayúdanos a ser misericordiosos con nuestros hermanos. Oremos…
- Padre, te suplicamos que salves nuestras almas, liberándolas de todas nuestras limitaciones, para que los frutos de nuestras obras sean manifestaciones de tu amor. Oremos…
- Te pedimos que cambies nuestras decisiones egoístas, nuestra arrogancia, nuestra tristeza y toda huella negativa que se encuentre en nuestro interior. Oremos…
- Te pedimos perdón por todos los aquellos a quienes hemos herido, para que por la intercesión de Jesús Misericordioso, nos ayudes a reconciliarnos con ellos y sanar sus heridas. Oremos…
Agregamos nuestras intenciones personales y comunitarias…
Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y el Gloria.
Repetimos con convicción la advocación: ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío!
Oración: : Señor de la Paciencia, por el don de tu gracia, abres las puertas de nuestro corazón, para que podamos experimentar tu consuelo y perdón. Te rogamos que nos ayudes a ser misericordiosos con nuestros hermanos y que, por el don de la fe en Jesús, nos traigas la Salvación. ¡Por tu gran misericordia, perdona nuestras faltas y ayúdanos a vivir conforme a tu Palabra! Te lo pedimos a Ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amén! ¡Aleluya!
Señal de la Cruz
* * *
Compromiso personal del mes
Este mes de abril voy a reconciliarme con aquel familiar o amigo que hace tiempo que estoy distanciado. También podré consolar a aquel prójimo que está triste, angustiado o deprimido u otro compromiso similar…
* * *
Para memorizar y rezar durante el mes
¡María de Guadalupe, ayúdanos a ir más allá de la justicia, con la misericordia y el perdón!
* * *
La misericordia en los santos
Santa Teresita del Niño Jesús (1873-1897). Jesús hace dulce hasta lo más amargo.
Cuenta la misma Santa Teresita: “Un día, en la recreación, me dijo con aire muy satisfecho más o menos estas palabras:-¿Querría decirme, hermana Teresa del Niño Jesús, qué es lo que la atrae tanto en mí? Siempre que me mira, la veo sonreír. ¡Ay!, lo que me atraía era Jesús, escondido en el fondo de su alma… Jesús, que hace dulce hasta lo más amargo… Le respondí que sonreía porque me alegraba verla (por supuesto que no añadí que era bajo un punto de vista espiritual).”
* * *
Un cuento para pensar
El herido y el capellán
Cuentan que un capellán, se aproximó a un herido en medio del fragor de la batalla y le preguntó:
–¿Quieres que te lea la Biblia?
–Primero dame agua que tengo sed, dijo el herido.
El capellán le convidó el último trago de su cantimplora, aunque sabía que no había más agua en kilómetros a la redonda.
–¿Ahora? –preguntó nuevamente el capellán.
–Primero dame de comer, suplicó el herido.
El capellán le dio el último mendrugo de pan que atesoraba en su mochila.
–Tengo frío, fue el siguiente clamor, y el hombre de Dios se despojó de su abrigo de campaña, pese al frío que calaba los huesos y cubrió al lesionado.
–Ahora sí –le dijo al capellán. Háblame de ese Dios que te hizo darme tu último sorbo de agua, tu último mendrugo y tu único abrigo. ¡Quiero conocerlo en su bondad…!
Adaptación – Autor desconocido
Para disfrutar del buen cine
TÍTULO EN CASTELLANO |
ORIGEN
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DIRECTOR
|
PROTAGONISTAS
|
Título Original / Otro Título
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AÑO
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DURACIÓN
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GÉNERO
|
CALIFICACIÓN
|
ROMERO |
USA
|
John Duigan
|
Richard Jordan / Raul Juliá
|
Romero, el santo del pueblo
|
1989
|
100 min
|
Testimonial
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SAM 14
|
Sonata para un hombre bueno |
alemania
|
F. Gallenberger
|
Ulrich Tukur / Daniel Brühl
|
John Rabe
|
2009
|
134 min
|
draM BIOGRAF
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SAM 13
|
Romero. Narra la vida de Mons. Oscar Romero (Raul Juliá), arzobispo del Salvador, que se dedicó trabajar por los más pobres, a criticar la desigualdad social y a la defensa de los derechos humanos. Mons. Romero murió asesinado, en el año 1980; precisamente, en el momento que celebraba Misa del Domingo de Ramos, como un signo preclaro de quienes entregan sus vidas a los demás y a la causa del Evangelio.
Sonata para un hombre bueno. Basada en hechos reales, durante la invasión japonesa a China (1937-1938). John Rabe (Ulrich Tukur) era un empresario alemán exitoso radicado en China. Tras la invasión de China, arriesgando su vida, sus posesiones y su prestigio, libró de la muerte a más de 200.000 chinos durante la masacre de Nanking. Su acción decidida en defensa de toda vida humana, nos muestra cómo podemos alcanzar la justicia y el perdón a través de la misericordia.
* * *
* * *
por Guillermo Mirecki | 1 Abr, 2016 | Sin categoría
Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia”. Estas palabras de santo Tomás de Aquino muestran cuánto la misericordia divina no es en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la omnipotencia de Dios. Es por esto que la liturgia, en una de las colectas más antiguas, invita a orar diciendo: ¡Oh, Dios, que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y el perdón! Dios será siempre para la humanidad como Aquél que está presente, cercano, providente, santo y misericordioso.
«Paciente y misericordioso» es el binomio que a menudo aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de Dios. Su ser misericordioso se constata concretamente en tantas acciones de la historia de la salvación donde su bondad prevalece por encima del castigo y la destrucción. Así pues, la misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor “visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón.
(Misericordiae Vultus, 6)
* * *
Dios va más alla de la justicia, con la misericordia y el perdón
Escuchamos al Papa Francisco
ABRIL 2016
Dios va más allá de la justicia,
con la misericordia y el perdón
Escuchamos al Papa Francisco
“Nos será inútil en este contexto recordar la relación existente entre justicia y misericordia. No son dos momentos contrastantes entre sí, sino un solo momento que se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del amor… La misericordia no es contraria a la justicia sino que expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer… Si Dios se detuviera en la justicia, dejaría de ser Dios; sería como todos los hombres que invocan respeto por la ley. La justicia por sí misma no basta, y la experiencia enseña que apelando solamente a ella se corre el riesgo de destruirla. Por esto, Dios va más allá de la justicia con la misericordia y el perdón. Esto no significa restarle valor a la justicia o hacerla superflua, al contrario. Quien se equivoca deberá expiar la pena. Solo que este no es el fin, sino el inicio de la conversión, porque se experimenta la ternura del perdón. Dios no rechaza la justicia. Él la engloba y la supera en un evento superior donde se experimenta el amor que está a la base de una verdadera justicia… Esta justicia de Dios es la misericordia concedida a todos como gracia en razón de la muerte y resurrección de Jesucristo. La Cruz de Cristo, entonces, es el juicio de Dios sobre todos nosotros y sobre el mundo, porque nos ofrece la certeza del amor y de la vida nueva.”
Misericordiae Vultus, 20
Escuchamos la Palabra de Dios
“Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Pero cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí; ofrecían sacrificios a los Baales y quemaban incienso a los ídolos. ¡Y yo había enseñado a caminar a Efraím, lo tomaba por los brazos! Pero ellos no reconocieron que yo los cuidaba. Yo los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor; era para ellos como los que alzan a una criatura contra sus mejillas, me inclinaba hacia él y le daba de comer. Efraím volverá a Egipto y Asiria será su rey, porque rehusaron volver a mí. La espada hará estragos en sus ciudades, destrozará los barrotes de sus puertas y los devorará a causa de sus intrigas. Mi pueblo está aferrado a su apostasía: se los llama hacia lo alto, pero ni uno solo se levanta. ¿Cómo voy a abandonarte, Efraím? ¿Cómo voy a entregarte, Israel? ¿Cómo voy a tratarte como a Admá o a dejarte igual que Seboím? Mi corazón se convulsiona dentro de mí, y al mismo tiempo se estremecen mis entrañas. No daré curso al furor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín, porque soy Dios, no un hombre; el Santo en medio de ti y no es mi deseo aniquilar…”
Libro del Profeta Oseas 11, 1-9
Un salmo para alabar. A cada estrofa del salmo repetimos:
¡Qué grandes son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
Es bueno dar gracias al Señor,
y cantar, Dios Altísimo, a tu Nombre;
proclamar tu amor de madrugada,
y tu fidelidad en las vigilias de la noche,
con el arpa de diez cuerdas y la lira,
con música de cítara.
Tú me alegras, Señor, con tus acciones,
cantaré jubiloso por la obra de tus manos.
El hombre insensato no conoce
y el necio no entiende estas cosas.
El justo florecerá como la palmera,
crecerá como los cedros del Líbano:
trasplantado en la Casa del Señor,
florecerá en los atrios de nuestro Dios.
En la vejez seguirá dando frutos,
se mantendrá fresco y frondoso,
para proclamar qué justo es el Señor,
mi Roca, en quien no existe la maldad.
Salmo 92
Para reflexionar y/o compartir en grupo
- Pensamos en situaciones en nuestras vidas en las que reclamamos justicia o que percibimos que fueron muy injustos con nosotros. ¿Qué sentimos en dichos momentos? Realizamos una pequeña lista. La compartimos en grupos de a cuatro.
- ¿En qué situaciones consideramos que el perdón sería superador de la justicia? Pensemos ejemplos concretos.
- Compartimos lo que nos sugiere la frase del Papa Francisco: “La justicia de Dios es su perdón”.
- ¿Creemos que es posible compatibilizar justicia con misericordia? ¿De qué manera?
- ¿Qué nos enseñó Jesús al respecto? ¿En qué episodios evangélicos Jesús nos mostró que es posible entender que la misericordia va más allá de la justicia?
Intenciones. A cada intención respondemos: ¡Señor de la Paciencia, te rogamos que conviertas nuestro corazón de piedra en un corazón sensible!
– Protege al el Papa Francisco y haz que su testimonio valiente de la Misericordia de Dios sirva de unión entre todos los pueblos. Oremos…
– Te pedimos que la misericordia sea la regla de vida de todos los discípulos de Jesús, reunidos en su Iglesia. Oremos…
– Enséñanos a ser justos, pero sobre todo, ayúdanos a ser misericordiosos con nuestros hermanos. Oremos…
– Padre, te suplicamos que salves nuestras almas, liberándolas de todas nuestras limitaciones, para que los frutos de nuestras obras sean manifestaciones de tu amor. Oremos…
– Te pedimos que cambies nuestras decisiones egoístas, nuestra arrogancia, nuestra tristeza y toda huella negativa que se encuentre en nuestro interior. Oremos…
– Te pedimos perdón por todos los aquellos a quienes hemos herido, para que por la intercesión de Jesús Misericordioso, nos ayudes a reconciliarnos con ellos y sanar sus heridas. Oremos…
Agregamos nuestras intenciones personales y comunitarias…
Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y el Gloria.
Repetimos con convicción la advocación: ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío!
Oración: Señor de la Paciencia, por el don de tu gracia, abres las puertas de nuestro corazón, para que podamos experimentar tu consuelo y perdón. Te rogamos que nos ayudes a ser misericordiosos con nuestros hermanos y que, por el don de la fe en Jesús, nos traigas la Salvación. ¡Por tu gran misericordia, perdona nuestras faltas y ayúdanos a vivir conforme a tu Palabra! Te lo pedimos a Ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amén! ¡Aleluya!
Señal de la Cruz
Compromiso personal del mes. Este mes de abril voy a reconciliarme con aquel familiar o amigo que hace tiempo que estoy distanciado. También podré consolar a aquel prójimo que está triste, angustiado o deprimido u otro compromiso similar…
Para memorizar y rezar durante el mes: ¡María de Guadalupe, ayúdanos a ir más allá de la justicia, con la misericordia y el perdón!
La misericordia en los santos
Santa Teresita del Niño Jesús (1873-1897). Jesús hace dulce hasta lo más amargo. Cuenta la misma Santa Teresita: “Un día, en la recreación, me dijo con aire muy satisfecho más o menos estas palabras:-¿Querría decirme, hermana Teresa del Niño Jesús, qué es lo que la atrae tanto en mí? Siempre que me mira, la veo sonreír. ¡Ay!, lo que me atraía era Jesús, escondido en el fondo de su alma… Jesús, que hace dulce hasta lo más amargo… Le respondí que sonreía porque me alegraba verla (por supuesto que no añadí que era bajo un punto de vista espiritual).”
Un cuento para rumiar
EL HERIDO Y EL CAPELLÁN
Cuentan que un capellán, se aproximó a un herido en medio del fragor de la batalla y le preguntó:
–¿Quieres que te lea la Biblia?
–Primero dame agua que tengo sed, dijo el herido.
El capellán le convidó el último trago de su cantimplora, aunque sabía que no había más agua en kilómetros a la redonda.
–¿Ahora? –preguntó nuevamente el capellán.
–Primero dame de comer, suplicó el herido.
El capellán le dio el último mendrugo de pan que atesoraba en su mochila.
–Tengo frío, fue el siguiente clamor, y el hombre de Dios se despojó de su abrigo de campaña, pese al frío que calaba los huesos y cubrió al lesionado.
–Ahora sí –le dijo al capellán. Háblame de ese Dios que te hizo darme tu último sorbo de agua, tu último mendrugo y tu único abrigo. ¡Quiero conocerlo en su bondad…!
Adaptación – Autor desconocido
Para disfrutar del buen cine
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ORIGEN
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DIRECTOR
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PROTAGONISTAS
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Título Original / Otro Título
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DURACIÓN
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GÉNERO
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CALIFICACIÓN
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USA
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John Duigan
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Richard Jordan / Raul Juliá
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Romero, el santo del pueblo
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1989
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100 min
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Testimonial
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SAM 14
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- Sonata para un hombre bueno
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alemania
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F. Gallenberger
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Ulrich Tukur / Daniel Brühl
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John Rabe
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2009
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134 min
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draM BIOGRAF
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SAM 13
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Romero. Narra la vida de Mons. Oscar Romero (Raul Juliá), arzobispo del Salvador, que se dedicó trabajar por los más pobres, a criticar la desigualdad social y a la defensa de los derechos humanos. Mons. Romero murió asesinado, en el año 1980; precisamente, en el momento que celebraba Misa del Domingo de Ramos, como un signo preclaro de quienes entregan sus vidas a los demás y a la causa del Evangelio.
Sonata para un hombre bueno. Basada en hechos reales, durante la invasión japonesa a China (1937-1938). John Rabe (Ulrich Tukur) era un empresario alemán exitoso radicado en China. Tras la invasión de China, arriesgando su vida, sus posesiones y su prestigio, libró de la muerte a más de 200.000 chinos durante la masacre de Nanking. Su acción decidida en defensa de toda vida humana, nos muestra cómo podemos alcanzar la justicia y el perdón a través de la misericordia.
por SS Francisco | 20 Mar, 2016 | Catequesis Magisterio
«¡Bendito el que viene en nombre del Señor!» (Cf. Lc 19,38), gritaba festiva la muchedumbre de Jerusalén recibiendo a Jesús. Hemos hecho nuestro aquel entusiasmo, agitando las palmas y los ramos de olivo hemos expresado la alabanza y el gozo, el deseo de recibir a Jesús que viene a nosotros. Sí, del mismo modo que entró en Jerusalén, desea también entrar en nuestras ciudades y en nuestras vidas. Así como lo ha hecho en el Evangelio, cabalgando sobre un asno, viene a nosotros humildemente, pero viene «en el nombre del Señor»: con el poder de su amor divino perdona nuestros pecados y nos reconcilia con el Padre y con nosotros mismos. Jesús está contento de la manifestación popular de afecto de la gente, y cuando los fariseos le invitan a que haga callar a los niños y a los otros que lo aclaman, responde: «si estos callan, gritarán las piedras» (Lc 19,40). Nada pudo detener el entusiasmo por la entrada de Jesús; que nada nos impida encontrar en él la fuente de nuestra alegría, de la alegría auténtica, que permanece y da paz; porque sólo Jesús nos salva de los lazos del pecado, de la muerte, del miedo y de la tristeza.
Sin embargo, la Liturgia de hoy nos enseña que el Señor no nos ha salvado con una entrada triunfal o mediante milagros poderosos. El apóstol Pablo, en la segunda lectura, sintetiza con dos verbos el recorrido de la redención: «se despojó» y «se humilló» a sí mismo (Fil 2,7.8). Estos dos verbos nos dicen hasta qué extremo ha llegado el amor de Dios por nosotros. Jesús se despojó de sí mismo: renunció a la gloria de Hijo de Dios y se convirtió en Hijo del hombre, para ser en todo solidario con nosotros pecadores, él que no conoce el pecado. Pero no solamente esto: ha vivido entre nosotros en una «condición de esclavo» (v. 7): no de rey, ni de príncipe, sino de esclavo. Se humilló y el abismo de su humillación, que la Semana Santa nos muestra, parece no tener fondo.
El primer gesto de este amor «hasta el extremo» (Jn 13,1) es el lavatorio de los pies. «El Maestro y el Señor» (Jn 13,14) se abaja hasta los pies de los discípulos, como solamente hacían lo siervos. Nos ha enseñado con el ejemplo que nosotros tenemos necesidad de ser alcanzados por su amor, que se vuelca sobre nosotros; no podemos prescindir de este, no podemos amar sin dejarnos amar antes por él, sin experimentar su sorprendente ternura y sin aceptar que el amor verdadero consiste en el servicio concreto.
Pero esto es solamente el inicio. La humillación de Jesús llega al extremo en la Pasión: es vendido por treinta monedas y traicionado por un beso de un discípulo que él había elegido y llamado amigo. Casi todos los otros huyen y lo abandonan; Pedro lo niega tres veces en el patio del templo. Humillado en el espíritu con burlas, insultos y salivazos; sufre en el cuerpo violencias atroces, los golpes, los latigazos y la corona de espinas desfiguran su aspecto haciéndolo irreconocible. Sufre también la infamia y la condena inicua de las autoridades, religiosas y políticas: es hecho pecado y reconocido injusto. Pilato lo envía posteriormente a Herodes, y este lo devuelve al gobernador romano; mientras le es negada toda justicia, Jesús experimenta en su propia piel también la indiferencia, pues nadie quiere asumirse la responsabilidad de su destino. Pienso ahora en tanta gente, en tantos inmigrantes, en tantos prófugos, en tantos refugiados, en aquellos de los cuales muchos no quieren asumirse la responsabilidad de su destino. El gentío que apenas unos días antes lo aclamaba, transforma las alabanzas en un grito de acusación, prefiriendo incluso que en lugar de él sea liberado un homicida. Llega de este modo a la muerte en cruz, dolorosa e infamante, reservada a los traidores, a los esclavos y a los peores criminales. La soledad, la difamación y el dolor no son todavía el culmen de su anonadamiento. Para ser en todo solidario con nosotros, experimenta también en la cruz el misterioso abandono del Padre. Sin embargo, en el abandono, ora y confía: «Padre, a tus manos encomiendo mi espíritu» (Lc 23,46). Suspendido en el patíbulo, además del escarnio, afronta la última tentación: la provocación a bajar de la cruz, a vencer el mal con la fuerza, y a mostrar el rostro de un Dios potente e invencible. Jesús en cambio, precisamente aquí, en el culmen del anonadamiento, revela el rostro auténtico de Dios, que es misericordia. Perdona a sus verdugos, abre las puertas del paraíso al ladrón arrepentido y toca el corazón del centurión. Si el misterio del mal es abismal, infinita es la realidad del Amor que lo ha atravesado, llegando hasta el sepulcro y los infiernos, asumiendo todo nuestro dolor para redimirlo, llevando luz donde hay tinieblas, vida donde hay muerte, amor donde hay odio.
Nos pude parecer muy lejano a nosotros el modo de actuar de Dios, que se ha humillado por nosotros, mientras a nosotros nos parece difícil incluso olvidarnos un poco de nosotros mismos. Él viene a salvarnos; y nosotros estamos llamados a elegir su camino: el camino del servicio, de la donación, del olvido de uno mismo. Podemos encaminarnos por este camino deteniéndonos durante estos días a mirar el Crucifijo, es la “catedra de Dios”. Os invito en esta semana a mirar a menudo esta “Catedra de Dios”, para aprender el amor humilde, que salva y da la vida, para renunciar al egoísmo, a la búsqueda del poder y de la fama. Con su humillación, Jesús nos invita a caminar por su camino. Volvamos a él la mirada, pidamos la gracia de entender al menos un poco de este misterio de su anonadamiento por nosotros; y así, en silencio, contemplemos el misterio de esta semana.
CELEBRACIÓN DEL DOMINGO DE RAMOS Y DE LA PASIÓN DEL SEÑOR
Plaza de San Pedro
XXXI Jornada Mundial de la Juventud
Domingo 20 de marzo de 2016
por SS Francisco | 28 Feb, 2016 | Catequesis Magisterio
[…] Doy gracias a Dios por estar en esta tierra chiapaneca. Es bueno estar en este suelo, es bueno estar en esta tierra, es bueno estar en este lugar que con ustedes tiene sabor a familia, a hogar. Le doy gracias por sus rostros y por su presencia, le doy gracias a Dios por el palpitar de su presencia en las familias de ustedes. Y también gracias a ustedes, familias y amigos, que nos han regalado sus testimonios, que nos han abierto las puertas de sus casas, las puertas de sus vidas; nos han permitido estar en sus «mesas» compartiendo el pan que los alimenta y el sudor frente a las dificultades cotidianas. El pan de las alegrías, de la esperanza, de los sueños y el sudor frente a las amarguras, la desilusión y las caídas. Gracias por permitirnos entrar en sus familias, en su mesa, en su hogar.
Manuel, antes de darte gracias a vos por tu testimonio, quiero dar gracias a tus padres, los dos de rodillas delante tuyo teniéndote el papel. ¿Vieron qué imagen es esa? Los padres de rodillas ante el hijo que está enfermo. No nos olvidemos de esa imagen. Por ahí, de vez en cuando ellos se pelean, por ahí. ¿Qué marido y qué mujer no se pelea? Y más cuando se mete la suegra, pero no importa. Pero se aman, y nos han demostrado que se aman y son capaces, por el amor que se tienen, de ponerse de rodillas delante de su hijo enfermo. Gracias amigos por ese testimonio que han dado y sigan adelante. ¡Gracias! Y a vos, Manuel, gracias por tu testimonio y especialmente por tu ejemplo. Me gustó esa expresión que usaste: «Echarle ganas», como la actitud que tomaste después de hablar con tus padres. Comenzaste a echarle ganas a la vida, echarle ganas a tu familia, echar ganas entre tus amigos; y nos has echado ganas a nosotros aquí reunidos. Gracias. Creo que es lo que el Espíritu Santo siempre quiere hacer en medio nuestro: echarnos ganas, regalarnos motivos para seguir apostando a la familia, soñando, construyendo una vida que tenga sabor a hogar y a familia. ¿Le echamos ganas? [Responden: «Sí»]. Gracias.
Y es lo que el Padre Dios siempre ha soñado y por lo que, desde los tiempos lejanos, el Padre Dios ha peleado. Cuando parecía todo perdido, esa tarde en el jardín del Edén, el Padre Dios le echó ganas a esa joven pareja y le dijo que no todo estaba perdido. Y cuando el Pueblo de Israel sentía que no daba más en el camino por el desierto, el Padre Dios le echó ganas con el maná. Y cuando llegó la plenitud de los tiempos, el Padre Dios le echó ganas a la humanidad para siempre y nos mandó a su Hijo.
De la misma manera, todos los que estamos acá hemos hecho experiencia de eso, en muchos momentos y de diferentes formas: el Padre Dios le ha echado ganas a nuestra vida. Podemos preguntarnos: ¿Por qué?
Porque no sabe hacer otra cosa. Nuestro Padre Dios no sabe hacer otra cosa que querernos y echarnos ganas, y empujarnos, y llevarnos adelante, no sabe hacer otra cosa, porque su nombre es amor, su nombre es donación, su nombre es entrega, su nombre es misericordia. Eso nos lo ha manifestado con toda fuerza y claridad en Jesús, su Hijo, que se la jugó hasta el extremo para volver a hacer posible el Reino de Dios. Un Reino que nos invita a participar de esa nueva lógica, que pone en movimiento una dinámica capaz de abrir los cielos, capaz de abrir nuestros corazones, nuestras mentes, nuestras manos y desafiarnos con nuevos horizontes. Un reino que sabe de familia, que sabe de vida compartida. En Jesús y con Jesús ese reino es posible. Él es capaz de transformar nuestras miradas, nuestras actitudes, nuestros sentimientos, muchas veces aguados, en vino de fiesta. Él es capaz de sanar nuestros corazones e invitarnos una y otra vez, setenta veces siete, a volver a empezar. Él es capaz de hacer siempre todas las cosas nuevas.
Manuel, vos me pediste que rezara por muchos adolescentes que están desanimados y andan por malos pasos. Lo sabemos, ¿no? Muchos adolescentes sin ánimo, sin fuerza, sin ganas. Y, como bien dijiste, Manuel, muchas veces esa actitud nace porque se sienten solos, porque no tienen con quien hablar. Piensen los padres, piensen las madres: ¿hablan con sus hijos y sus hijas o están siempre ocupados, apurados?; ¿juegan con sus hijos y sus hijas? Y eso me recordó el testimonio que nos regaló Beatriz. Beatriz, vos dijiste: «La lucha siempre ha sido difícil por la precariedad y la soledad». ¿Cuántas veces te sentiste señalada, juzgada: «esa». Pensemos en toda la gente, todas las mujeres que pasan por lo que pasó Beatriz. La precariedad, la escasez, el no tener muchas veces lo mínimo nos puede desesperar, nos puede hacer sentir una angustia fuerte, ya que no sabemos cómo hacer para seguir adelante y más cuando tenemos hijos a cargo. La precariedad no sólo amenaza el estómago (y eso ya es decir mucho), sino que puede amenazar el alma, nos puede desmotivar, sacar fuerza y tentar con caminos o alternativas de aparente solución, pero que al final no solucionan nada. Y vos fuiste valiente, Beatriz, gracias. Existe una precariedad que puede ser muy peligrosa y que se nos puede ir colando sin darnos cuenta, es la precariedad que nace de la soledad y el aislamiento. Y el aislamiento siempre es un mal consejero.
Manuel y Beatriz usaron sin darse cuenta la misma expresión, ambos nos muestran cómo muchas veces la mayor tentación a la que nos enfrentamos es «cortarnos solos» y lejos de «echarle ganas»; esa actitud es como una polilla que nos va corroyendo el alma, nos va secando el alma.
La forma de combatir esta precariedad y aislamiento, que nos deja vulnerables a tantas aparentes soluciones –como la que Beatriz mencionaba–, se tiene que dar a diversos niveles. Una es por medio de legislaciones que protejan y garanticen los mínimos necesarios para que cada hogar y para que cada persona pueda desarrollarse por medio del estudio y un trabajo digno. Por otro lado, como bien lo resaltaba el testimonio de Humberto y Claudia, cuando nos decían que buscaban la manera de transmitir el amor de Dios que habían experimentado en el servicio y en la entrega a los demás. Leyes y compromiso personal son un buen binomio para romper la espiral de la precariedad. Y ustedes se animaron, y ustedes rezan, y ustedes están con Jesús, y ustedes están integrados en la vida de la Iglesia. Usaron una linda expresión: «Comulgamos con el hermano débil, el enfermo, el necesitado, el preso». Gracias, gracias.
Hoy en día vemos, y vivimos por distintos frentes, cómo la familia está siendo debilitada, cómo está siendo cuestionada. Cómo se cree que es un modelo que ya pasó y que no tiene espacio en nuestras sociedades y que, bajo la pretensión de modernidad, propician cada vez más un modelo basado en el aislamiento. Y se van inoculando en nuestras sociedades –se dicen sociedades libres, democráticas, soberanas–, se van inoculando colonizaciones ideológicas que la destruyen y terminamos siendo colonias de ideologías destructoras de la familia, del núcleo de la familia, que es la basa de toda sana sociedad.
Es cierto, vivir en familia no siempre es fácil, muchas veces es doloroso y fatigoso, pero creo que se puede aplicar a la familia lo que más de una vez he referido a la Iglesia: prefiero una familia herida, que intenta todos los días conjugar el amor, a una familia y sociedad enferma por el encierro o la comodidad del miedo a amar. Prefiero una familia que una y otra vez intenta volver a empezar a una familia y sociedad narcisista y obsesionada por el lujo y el confort. ¿Cuántos chicos tenés? «No, no tenemos, porque, claro, nos gusta salir de vacaciones, ir a turismo, quiero comprarme una quinta». El lujo y el confort, y los hijos quedan y, cuando quisiste tener uno, ya se te pasó la hora. ¿Qué daño que hace eso, eh? Prefiero una familia con rostro cansado por la entrega a una familia con rostros maquillados, que no han sabido de ternura y compasión. Prefiero un hombre y una mujer, don Aniceto y señora, con el rostro arrugado por las luchas de todos los días, que después de más de 50 años se siguen queriendo, y ahí los tenemos; y el hijo aprendió la lección, ya lleva 25 de casado. Esas son las familias. Cuando les pregunté recién a don Aniceto y señora quién tuvo más paciencia en estos más de 50 años: «Los dos, padre». Porque en la familia para llegar a lo que ellos llegaron hay que tener paciencia, amor, hay que saber perdonarse. «Padre, una familia perfecta nunca discute». Mentira, es conveniente que de vez en cuando discutan y que vuele algún plato, está bien, no le tengan miedo. El único consejo es que no terminen el día sin hacer la paz, porque si terminan el día en guerra van a amanecer ya en guerra fría, y la guerra fría es muy peligrosa en la familia porque va socavando desde abajo las arrugas de la fidelidad conyugal. Gracias por el testimonio de quererse por más de 50 años. Muchas gracias.
Y, hablando de arrugas –para cambiar un poco el tema– recuerdo el testimonio de una gran actriz –actriz de cine latinoamericana–, cuando ya casi sesentona comenzaba a mostrarse las arrugas de la cara y le aconsejaron un «arreglo», un «arreglito» para poder seguir trabajando bien, su respuesta fue muy clara: «Estas arrugas me costaron mucho trabajo, mucho esfuerzo, mucho dolor y una vida plena, ni soñando las quiero tocar, son las huellas de mi historia». Y siguió siendo una gran actriz. En el matrimonio pasa lo mismo. La vida matrimonial tiene que renovarse todos los días. Y como dije antes, prefiero familias arrugadas, con heridas, con cicatrices pero que sigan andando, porque esas heridas, esas cicatrices, esas arrugas son fruto de la fidelidad de un amor que no siempre les fue fácil. El amor no es fácil; no es fácil, no, pero es lo más lindo que un hombre y una mujer se pueden dar entre sí, el verdadero amor, para toda la vida.
Me han pedido que rezara por ustedes y quiero empezar a hacerlo ahora mismo. Ustedes, queridos mexicanos, tienen un plus, corren con ventaja. Tienen a la madre: la Guadalupana. La Guadalupana quiso visitar estas tierras y esto nos da la certeza de tener su intercesión para que este sueño llamado familia no se pierda por la precariedad y la soledad. Ella es madre y está siempre dispuesta a defender nuestras familias, a defender nuestro futuro; está siempre dispuesta a «echarle ganas», dándonos a su Hijo. Por eso, los invito –como están, sin moverse mucho–, a tomarse de las manos y decirle juntos a Ella: Dios te salve María….
Y no nos olvidemos de San José, calladito, trabajador, pero siempre al frente, siempre cuidando la familia. Gracias, que Dios los bendiga, y recen por mí.
Y ahora los quiero invitar, en este marco de fiesta familiar, a que los matrimonios aquí presentes, en silencio, renueven sus promesas matrimoniales. Y los que están de novios, pidan la gracia de una familia fiel y llena de amor. En silencio, renovar las promesas matrimoniales y los novios pedir la gracia de una familia fiel y llena de amor.
VIAJE APOSTÓLICO DEL PAPA FRANCISCO A MÉXICO (12-18 DE FEBRERO DE 2016)
DISCURSO DEL SANTO PADRE EN EL ENCUENTRO CON LAS FAMILIAS
Estadio «Víctor Manuel Reyna», Tuxtla Gutiérrez
Lunes 15 de febrero de 2016
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por Luis M. Benavides | 21 Feb, 2016 | Catequesis Artículos
Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia”. Estas palabras de santo Tomás de Aquino muestran cuánto la misericordia divina no es en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la omnipotencia de Dios. Es por esto que la liturgia, en una de las colectas más antiguas, invita a orar diciendo: ¡Oh, Dios, que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y el perdón! Dios será siempre para la humanidad como Aquél que está presente, cercano, providente, santo y misericordioso.
«Paciente y misericordioso» es el binomio que a menudo aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de Dios. Su ser misericordioso se constata concretamente en tantas acciones de la historia de la salvación donde su bondad prevalece por encima del castigo y la destrucción. Así pues, la misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor “visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón.
(Misericordiae Vultus, 6)
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Dios es más omnipotente cuando muestra misericordia
Escuchamos al Papa Francisco
Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia”. Estas palabras de santo Tomás de Aquino muestran cuánto la misericordia divina no es en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la omnipotencia de Dios. Es por esto que la liturgia, en una de las colectas más antiguas, invita a orar diciendo: ¡Oh, Dios, que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y el perdón! Dios será siempre para la humanidad como Aquél que está presente, cercano, providente, santo y misericordioso.
“Paciente y misericordioso” es el binomio que a menudo aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de Dios. Su ser misericordioso se constata concretamente en tantas acciones de la historia de la salvación donde su bondad prevalece por encima del castigo y la destrucción. Así pues, la misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor “visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón.”
Misericordiae Vultus, 6
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Escuchamos la Palabra de Dios
El Señor pasó delante de Moisés y exclamó: «El Señor es un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad. Él mantiene su amor a lo largo de mil generaciones y perdona la culpa, la rebeldía y el pecado…
Éxodo 34, 6-7
Tan cierto como que estoy vivo, palabra de Yavé, que no deseo la muerte del malvado, sino que renuncie a su mala conducta y viva…
Ezequiel 33, 11
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Un salmo para alabar
A cada estrofa del salmo repetimos:
¡Piedad, Señor, pecamos contra ti!
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti.
¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío,
y mi lengua anunciará tu justicia!
Abre mis labios, Señor,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.
Salmo 51, 12-21
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Para reflexionar y/o compartir en grupo
- Pensemos en situaciones concretas de nuestras vidas en que pudimos tener misericordia con los demás. ¿Qué sentimos en esos momentos?
- ¿La omnipotencia y la misericordia son conceptos contrapuestos? Justifiquemos y compartamos nuestras respuestas.
- En el ambiente que nos movemos todos los días: nuestra familia, el estudio, el trabajo, nuestro grupo de pertenencia, entre otros próximos, ¿con quiénes creemos que tendríamos que ser más pacientes y misericordiosos?
- ¿Qué podemos hacer concretamente para acercarnos a aquellos que están sufriendo alrededor nuestro?
- En grupo, pensar cinco acciones concretas para aliviar el sufrimiento de nuestro prójimo. Concretar y definir a quiénes, cómo, cuándo, con qué recursos, en qué momento, por cuánto tiempo… Plasmarlo en un afiche.
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Intenciones
A cada intención respondemos: ¡Señor de la Misericordia, te pedimos que habites en nuestro corazón!
Te pedimos por el Papa Francisco para que pueda seguir proclamando a todo el mundo el rostro misericordioso de Dios Padre. Oremos…
Haz que tu Iglesia pueda expresar tu amor misericordioso, de manera visible y tangible para el mundo. Oremos…
Ayúdanos a hacer de tu misericordia nuestra experiencia de vida. Oremos…
Te rogamos que nos permitas descubrir que lo importante en la vida es amar a nuestros hermanos como lo hizo Jesús. Oremos…
Enséñanos a ser pacientes y misericordiosos con nuestros hermanos. Oremos…
Ayúdanos a construir una patria más justa, fraterna y solidaria; de manera que podamos descubrir tu grandeza a través de tu misericordia divina. Oremos…
Agregamos nuestras intenciones personales y comunitarias…
Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y el Gloria.
Repetimos con convicción la advocación: ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío!
Oración: Padre, que tu amor Divino venga en nuestro auxilio y nos haga cada día más misericordiosos. Atraviésanos con tu Misericordia y haz de nuestras vidas un lugar de luz, para nosotros, nuestras familias, nuestra patria y todos aquellos que nos rodean y necesitan. ¡Te lo pedimos a través de Jesús Misericordioso! ¡Amén!
Señal de la Cruz
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Compromiso personal del mes
Este mes de marzo voy a perdonar de corazón a alguien que me hizo un mal sin haberse dado cuenta. También podré dar consejo y apoyo al que lo necesita u otro compromiso similar…
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Para memorizar y rezar durante el mes
¡María de Guadalupe, ayúdanos a manifestar la misericordia de Dios a nuestros hermanos!
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La misericordia en los santos
San Francisco de Asís (1182-1226). Por el amor de Dios. Un día, estando Francisco en la tienda donde solía vender telas, y enfrascado en reflexiones relativas a su comercio, se le presentó un mendigo pidiéndole limosna por el amor de Dios. Absorto en sus afanes de lucro y en las preocupaciones de su negocio, lo echó, negándole la limosna. Pero después que el pobre se fue, Francisco, movido por la gracia divina, empezó a reprocharse su falta de cortesía, diciéndose: “Si este mendigo te hubiera pedido algo en nombre de algún noble o persona importante, le hubieras dado cuanto te pedía. ¡Con mayor razón debiste hacerlo cuando te pedía algo en nombre del Rey de reyes y Señor de todos!” A partir de ese momento se comprometió a nunca negarle nada a quien le pidiera ayuda en el nombre del Señor. Y, llamando al mendigo, le dio una abundante limosna.
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Un cuento para pensar
LA SILLA VACÍA
Analía, angustiada, se acercó a la parroquia para pedirle al Padre Martín que fuera a su casa para realizar una oración por su padre, Roberto, que estaba muy enfermo. Cuando el sacerdote llegó a la habitación de Roberto, encontró a este hombre en su cama con la cabeza alzada por un par de almohadas. Había una silla al lado de su cama, por lo que el sacerdote pensó que el hombre sabía que vendría a verlo.
—¡Supongo, que me estaba esperando! —le dijo.
—¡No! ¿Quién es usted? —contestó Roberto.
—Soy el sacerdote que su hija llamó para realizar una oración; cuando vi la silla vacía al lado de su cama, sospeché que usted sabía que yo vendría a visitarlo.
—¡Oh, sí! ¡La silla…! —exclamó el enfermo.
—¿Le importaría cerrar la puerta?
El Padre Martín, sorprendido, la cerró.
—Nunca le he dicho esto a nadie, pero toda mi vida la he pasado sin saber cómo orar. Cuando he estado en la iglesia, siempre escuché que se debía orar y los beneficios que de esta actitud se desprenden; pero, la verdad es que esto de la oración me entró por un oído y salió por otro, pues nunca tuve idea de cómo hacerlo. Entonces, hace mucho tiempo abandoné por completo la oración. Esto ha sido así hasta hace unos cuatro años, cuando conversando con mi mejor amigo me dijo:
—Roberto, esto de la oración es simplemente tener una conversación con Jesús. Así es como te sugiero que lo hagas: te sientas en una silla y colocas otra silla vacía, enfrente tuyo. Luego, con fe, miras a Jesús sentado delante de ti. No es algo alocado el hacerlo, pues Él nos dijo: “Yo estaré siempre con ustedes”. Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma manera como lo estás haciendo conmigo ahora.
—La cuestión es que lo hice una vez y, ¡me gustó tanto, que lo he seguido haciendo unas dos horas diarias, desde entonces! Siempre tengo mucho cuidado que no me vaya a ver mi hija, pues me internaría en un asilo para ancianos.
El Padre Martín sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a Roberto que era muy bueno lo que había estado haciendo, y que no cesara de hacerlo. Luego hizo una oración con él, le dio una bendición y volvió a su parroquia.
Dos días después, la hija de Roberto llamó al sacerdote para decirle que su padre había fallecido. El sacerdote le preguntó:
—¿Falleció en paz?
—¡Sí! Cuando salía de casa, a eso de las dos de la tarde, me llamó y fui a verlo. Me dijo lo mucho que me quería y me dio un beso. Cuando regresé de hacer compras, una hora más tarde, ya lo encontré muerto. Pero, hay algo extraño con respecto a su muerte. Aparentemente, justo antes de morir, se acercó a la silla que estaba al lado de su cama y recostó su cabeza en ella, pues así lo encontré.
—¿Qué cree, usted, que pueda significar esto?
El Padre Martín, se secó las lágrimas de emoción y le respondió:
—¡Ojalá, que todos nos pudiésemos ir de la misma manera…!
Autor desconocido
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Para disfrutar del buen cine
TÍTULO EN CASTELLANO |
ORIGEN
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DIRECTOR
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PROTAGONISTAS
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Título Original / Otro Título
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AÑO
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DURACIÓN
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GÉNERO
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CALIFICACIÓN
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Ben-Hur |
usa
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William Wyler
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Charlton Heston / Jack Hawkins
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1959
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212 min
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Épico / relig
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ATP
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Madre Teresa |
ITALIA
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Fabrizio Costa
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Olivia Hussey / S. Somma
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2003
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180 min
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BIOGRAFÍA
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Ben-Hur. En la Antigua Roma, del siglo I, Judá Ben-Hur (Charlton Heston), hijo de una familia noble de Jerusalén y Mesala (Stephen Boyd), tribuno romano, eran amigos desde la infancia. Un accidente los transforma en enemigos irreconciliables: Ben-Hur es acusado de atentar contra la vida del gobernador romano y Mesala manda encarcelarlo a él y a su familia. Mientras Ben-Hur es trasladado a las galeras para cumplir su condena, un hombre, llamado Jesús de Nazaret, se apiada de él y le da de beber. Este encuentro fortuito, lleno de amor y con la mirada misericordiosa de Jesús va cambiando la vida de Ben-Hur. Finalmente es liberado y sale en busca de su madre y su hermana; a quienes encuentra, precisamente, durante los hechos de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Esta obra del cine clásico, nos habla de la confianza en Jesús Resucitado y de la misericordia, como característica distintiva de los primeros cristianos.
Madre Teresa. Hacia la mitad del siglo XX, la ciudad de Calcuta recibe el triste mote de “la cloaca del mundo”. Desheredados, enfermos, moribundos yacen desesperados por doquier y abandonados a su suerte. En medio de todo este sufrimiento surge una monja, la Madre Teresa (Olivia Hussey) que funda una congregación de religiosas que se dedica en cuerpo y alma a ayudar a los pobres, a curar a los leprosos que mueren en las calles, a cuidar a los huérfanos y niños abandonados, a acompañar a los moribundos hacia su muerte… El camino de la Madre Teresa no está exento de problemas, pero nos muestra que la fe en Dios y la abnegación en la entrega al prójimo, sin recibir nada a cambio, es el camino de quienes siguen a Jesús.
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por Luis M. Benavides | 30 Ene, 2016 | Catequesis Liturgia
La peregrinación es un signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia. La vida es una peregrinación y el ser humano es viator, un peregrino que recorre su camino hasta alcanzar la meta anhelada. También para llegar a la Puerta Santa en Roma y en cualquier otro lugar, cada uno deberá realizar, de acuerdo con las propias fuerzas, una peregrinación. Esto será un signo del hecho que también la misericordia es una meta por alcanzar y que requiere compromiso y sacrificio. La peregrinación, entonces, sea estímulo para la conversión: atravesando la Puerta Santa nos dejaremos abrazar por la misericordia de Dios y nos comprometeremos a ser misericordiosos con los demás como el Padre lo es con nosotros.
En el texto de Lucas, el Señor Jesús indica las etapas de la peregrinación mediante la cual es posible alcanzar esta meta. Dice, ante todo, no juzgar y no condenar. Si no se quiere incurrir en el juicio de Dios, nadie puede convertirse en el juez del propio hermano. Los hombres ciertamente con sus juicios se detienen en la superficie, mientras el Padre mira el interior. ¡Cuánto mal hacen las palabras cuando están motivadas por sentimientos de celos y envidia! Hablar mal del propio hermano en su ausencia equivale a exponerlo al descrédito, a comprometer su reputación y a dejarlo a merced del chisme. No juzgar y no condenar significa, en positivo, saber percibir lo que de bueno hay en cada persona y no permitir que deba sufrir por nuestro juicio parcial y por nuestra presunción de saberlo todo. Sin embargo, esto no es todavía suficiente para manifestar la misericordia. Jesús pide también perdonar y dar. Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido de Dios. Ser generosos con todos sabiendo que también Dios dispensa sobre nosotros su benevolencia con magnanimidad.
(Misericordiae Vultus, 14)
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Peregrinemos juntos en este Año Santo
Escuchamos al Papa Francisco
La peregrinación es un signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza en su existencia. La vida es una peregrinación y el ser humano es viator, un peregrino que recorre su camino hasta alcanzar la meta anhelada. También para llegar a la Puerta Santa en Roma y en cualquier otro lugar, cada uno deberá realizar, de acuerdo con las propias fuerzas, una peregrinación. Esto será un signo del hecho que también la misericordia es una meta por alcanzar y que requiere compromiso y sacrificio. La peregrinación, entonces, sea estímulo para la conversión: atravesando la Puerta Santa nos dejaremos abrazar por la misericordia de Dios y nos comprometeremos a ser misericordiosos con los demás como el Padre lo es con nosotros.
En el texto de Lucas, el Señor Jesús indica las etapas de la peregrinación mediante la cual es posible alcanzar esta meta. Dice, ante todo, no juzgar y no condenar. Si no se quiere incurrir en el juicio de Dios, nadie puede convertirse en el juez del propio hermano. Los hombres ciertamente con sus juicios se detienen en la superficie, mientras el Padre mira el interior. ¡Cuánto mal hacen las palabras cuando están motivadas por sentimientos de celos y envidia! Hablar mal del propio hermano en su ausencia equivale a exponerlo al descrédito, a comprometer su reputación y a dejarlo a merced del chisme. No juzgar y no condenar significa, en positivo, saber percibir lo que de bueno hay en cada persona y no permitir que deba sufrir por nuestro juicio parcial y por nuestra presunción de saberlo todo. Sin embargo, esto no es todavía suficiente para manifestar la misericordia. Jesús pide también perdonar y dar. Ser instrumentos del perdón, porque hemos sido los primeros en haberlo recibido de Dios. Ser generosos con todos sabiendo que también Dios dispensa sobre nosotros su benevolencia con magnanimidad.
Misericordiae Vultus, 14
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Escuchamos la Palabra de Dios
“Pero yo les digo a ustedes que me escuchan: Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los odian. Bendigan a los que los maldicen, rueguen por lo que los difaman. Al que te pegue en una mejilla, preséntale también la otra; al que te quite el manto, no le niegues la túnica. Dale a todo el que te pida, y al que tome lo tuyo no se lo reclames. Hagan por lo demás lo que quieren que los hombres hagan por ustedes. Si aman a aquellos que los aman, ¿qué mérito tienen? Porque hasta los pecadores aman a aquellos que los aman. Si hacen el bien a aquellos que se lo hacen a ustedes, ¿qué mérito tienen? Eso lo hacen también los pecadores. Y si prestan a aquellos de quienes esperan recibir, ¿qué mérito tienen? También los pecadores prestan a los pecadores, para recibir de ellos lo mismo. Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos. Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso. No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados. Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes…”
Evangelio de Lucas 6, 27-38
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Un salmo para alabar
A cada estrofa del salmo repetimos:
¡Felices los que van por un camino intachable,
los que siguen la ley del Señor!
Tu palabra, Señor, permanece para siempre,
está firme en el cielo.
Tu verdad permanece por todas las generaciones;
tú afirmaste la tierra y ella subsiste.
Todo subsiste hasta hoy conforme a tus decretos,
porque todas las cosas te están sometidas.
Si tu ley no fuera mi alegría,
ya hubiera sucumbido en mi aflicción.
Nunca me olvidaré de tus preceptos:
por medio de ellos, me has dado la vida.
Sálvame, porque yo te pertenezco
y busco tus preceptos.
Los malvados están al acecho para perderme,
pero yo estoy atento a tus prescripciones.
He comprobado que toda perfección es limitada:
¡qué amplios, en cambio, son tus mandamientos!
Salmo 119, 89-96
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Para reflexionar y/o compartir en grupo
- ¿Qué diferencias observamos entre “transitar al lado de” otros y “peregrinar junto con” los otros? Enumeramos una lista con similitudes y diferencias.
- ¿Cuáles serán los elementos esenciales y constitutivos de nuestra peregrinación por la vida, según el Papa Francisco?
- ¿Qué significará para nosotros, los cristianos, “alcanzar la meta”? ¿Qué es lo importante en la vida? ¿Qué cosas no son tan necesarias?
- ¿Somos instrumentos del perdón para los demás? ¿Sabemos percibir lo bueno que hay en cada persona o vivimos juzgando y/o hablando mal de nuestros hermanos?
- En este Año Santo, ¿en qué situaciones de nuestra vida, personal y comunitaria, necesitamos convertirnos y dejarnos abrazar por la misericordia de Dios? Realizamos un plenario en común, con todo lo reflexionado.
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Intenciones
A cada intención respondemos:
¡Señor de los peregrinos, ayúdanos en nuestro paso por la vida!
- Te rogamos por nuestro querido Papa Francisco, para que le des la fuerza y serenidad necesaria para conducir a tu Iglesia por los caminos de la Misericordia Divina. Oremos…
- Para que aprendamos a peregrinar, junto a nuestros hermanos, como Pueblo de Dios y construyendo cada día una auténtica patria de hermanos. Oremos…
- Haz que vivamos con alegría y paz este Año Santo y que cada día nos encuentre más comprometidos con nuestros hermanos y compañeros de camino. Oremos…
- Danos paciencia y fuerza para atravesar la Puerta Santa de tu corazón. Oremos…
- Ayúdanos asumir la Misericordia como un estilo de vida en nuestras vidas. Oremos…
- Que en todo momento de nuestras vidas seamos capaces de transmitir y encontrarnos con la Misericordia de tu amor. Oremos…
Agregamos nuestras intenciones personales y comunitarias…
Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y el Gloria
Repetimos con convicción la advocación: ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío!
Oración: Señor de los peregrinos, que nos enviaste a Jesús para darnos vida plena y mostrarnos el rostro de la misericordia, te pedimos que tu Hijo nos guíe y conduzca en nuestro peregrinar en este mundo hacia tu presencia. Ayúdanos a ser pacientes y misericordiosos con quienes peregrinan a nuestro lado en la vida. Enséñanos a amar con un sentimiento profundo, pleno de ternura, compasión, indulgencia y perdón. ¡Te lo pedimos a Ti, que vives y reinas, por los siglos de los siglos! ¡Amén!
Señal de la Cruz
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Compromiso personal del mes
Este mes de febrero voy a participar, junto mis familiares y/o amigos de alguna peregrinación, de alguna ceremonia religiosa. También podré acercarme a participar de la Misa o algún evento que me acerque más a Dios u otro compromiso similar.
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Para memorizar y rezar durante el mes
¡María de Guadalupe, ayúdanos a peregrinar juntos, como pueblo de Dios, en este Jubileo de la Misericordia!
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La misericordia en los santos
San Maximiliano Kolbe (1894-1941). Por Jesús soy capaz de padecer aún más. En el campo de concentración de Auschwitz, Polonia, aprovechando algún descuido, un prisionero se fugó. El terror congeló los corazones de aquellos hombres. Todos sabían el castigo: «por cada evadido, 10 de sus compañeros de trabajo, escogidos al azar, serian condenados a morir de hambre y sed en el sótano de la muerte. Entre los condenados, exclama sollozando, el sargento Gajownieczek: ¡Adiós, adiós, mi pobre esposa!.. ¡Adiós, mis hijitos, hijitos huérfanos! Las palabras del sargento sin duda tocan el corazón de muchos presos, pero en el corazón del padre Kolbe hacen más. El P. Maximiliano salió de las filas y quitándose la gorra exclamó firmemente: «Soy sacerdote católico polaco; y quiero tomar su lugar, porque él tiene esposa e hijos…» y así esperó santamente su terrible muerte. Muchos años más tarde, el sargento Gajownieczek tuvo la gracia de asistir a la canonización de San Maximiliano Kolbe, su benefactor.
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Un cuento para rumiar
EL MONJE Y EL GURÚ
El gurú, que se hallaba meditando en su cueva del Himalaya, abrió los ojos y descubrió, sentado frente a él, a un inesperado visitante: el abad de un célebre monasterio vecino.
–¿Qué deseas? –le preguntó el gurú.
El abad le contó una triste historia. En otro tiempo, su monasterio había sido famoso en todo el mundo occidental, sus celdas estaban llenas de jóvenes novicios, y en su iglesia resonaba el armonioso canto de los monjes. Pero habían llegado malos tiempos: la gente ya no acudía al monasterio a alimentar su espíritu, la avalancha de jóvenes candidatos había cesado y el templo se hallaba silencioso. Sólo quedaban unos pocos monjes que cumplían triste y rutinariamente sus obligaciones. Lo que el abad quería saber era lo siguiente:
–¿Hemos cometido algún pecado para que el monasterio se vea en esta situación?
–¡Sí! –respondió el gurú: un pecado de ignorancia.
–¿Y qué pecado puede ser ése? –inquirió con curiosidad el abad.
–¡Uno de vosotros es el Mesías disfrazado, y vosotros no lo sabéis! Y, dicho esto, el gurú cerró sus ojos y volvió a su meditación.
Durante el dificultoso viaje de regreso a su monasterio, el abad sentía cómo su corazón se desbocaba al pensar que el Mesías, ¡el mismísimo Mesías! había vuelto a la tierra y había ido a parar justamente a su monasterio. ¿Cómo no había sido capaz de reconocerlo? ¿Y quién podía ser? ¿Acaso el hermano cocinero? ¿El hermano sacristán? ¿El hermano administrador? ¿O sería él, el hermano prior? ¡No, él no! Por desgracia, él tenía demasiados defectos… Pero resulta que el gurú había hablado de un Mesías “disfrazado” ¿No serían aquellos defectos parte de su disfraz? Bien mirado, todos en el monasterio tenían defectos ¡y uno de ellos tenía que ser el Mesías!
Cuando llegó al monasterio, reunió a los monjes y les contó lo que había averiguado. Los monjes se miraban incrédulos unos a otros: ¿¡el Mesías aquí!? ¡Increíble! Claro que, si estaba disfrazado… Entonces, tal vez… ¿Podía ser Fulano o Mengano? ¿O, podía ser…?
Una cosa era cierta: si el Mesías estaba allí disfrazado, no era probable que pudieran reconocerlo. De modo que, empezaron todos a tratarse con respeto y consideración. “Nunca se sabe”, pensaba cada cual para sí cuando trataba con otro monje, “tal vez sea éste…”. El resultado fue que el monasterio recobró su antiguo ambiente de gozo desbordante. Pronto volvieron a acudir docenas de candidatos pidiendo ser admitidos en la Orden, y en la iglesia volvió a escucharse el jubiloso canto de los monjes, radiantes del espíritu de Amor.
Adaptación – Autor desconocido
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Para disfrutar del buen cine
TÍTULO EN CASTELLANO |
ORIGEN
|
DIRECTOR
|
PROTAGONISTAS
|
Título Original / Otro Título
|
AÑO
|
DURACIÓN
|
GÉNERO
|
CALIFICACIÓN
|
LA MISIÓN |
USA
|
Roland Joffe
|
Robert De Niro / Jeremy Irons
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The Mission
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1986
|
120 min
|
Testimonial
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ATP
|
LA ERA DEL HIELO |
USA
|
Chris Wedge
|
Ray Romano / John Leguizamo
|
Ice Age
|
2002
|
81 min
|
ANIMACIÓN
|
atp
|
La Misión. Hispanoamérica, siglo XVIII, zona de las misiones jesuitas, cercana a las cataratas de Iguazú, el padre Gabriel (Jeremy Irons) se acerca a una comunidad aborigen, sin más armas que su oboe, su gran su fe y el amor al prójimo. Es aceptado por los guaraníes y funda la misión de San Carlos. Entre sus seguidores está Rodrigo Mendoza (Robert De Niro), ex-traficante de esclavos y mercenario, quien arrepentido por haber asesinado a su hermano, se convierte e ingresa a la orden, encontrando la redención entre sus antiguas víctimas. Después de lidiar juntos, durante años, por llevar adelante la misión, se ven obligados a defender a los nativos de los ataques de colonizadores. Gabriel confía en el poder de la oración; Rodrigo, en la fuerza de la espada. Es una película bella y memorable donde puede palparse el gran valor de la misericordia y el testimonio de la fe cristiana.
La Era de Hielo. Durante la época glacial, un mamut, un perezoso gigante y un tigre encuentran un bebé, extraviado por su familia. Esta extraña comunidad, decide cuidarlo y ponerse camino para llevarlo con su familia humana, que también están emigrando por los grandes deshielos. Esta apasionante animación nos muestra cómo lo que verdaderamente importa para formar una comunidad no es el origen común sino el hecho de caminar con el otro, de peregrinar juntos en prosecución de un objetivo en común; que cuando hacemos las cosas guiados por el amor, las diferencias se achican y se agranda el corazón.
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por SS Francisco | 29 Ene, 2016 | Catequesis Magisterio
“Misericordia quiero y no sacrificio” (Mt 9,13).
Las obras de misericordia en el camino jubilar
1. María, icono de una Iglesia que evangeliza porque es evangelizada
En la Bula de convocación del Jubileo invité a que «la Cuaresma de este Año Jubilar sea vivida con mayor intensidad, como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios» (Misericordiae vultus, 17). Con la invitación a escuchar la Palabra de Dios y a participar en la iniciativa «24 horas para el Señor» quise hacer hincapié en la primacía de la escucha orante de la Palabra, especialmente de la palabra profética. La misericordia de Dios, en efecto, es un anuncio al mundo: pero cada cristiano está llamado a experimentar en primera persona ese anuncio. Por eso, en el tiempo de la Cuaresma enviaré a los Misioneros de la Misericordia, a fin de que sean para todos un signo concreto de la cercanía y del perdón de Dios.
María, después de haber acogido la Buena Noticia que le dirige el arcángel Gabriel, canta proféticamente en el Magnificat la misericordia con la que Dios la ha elegido. La Virgen de Nazaret, prometida con José, se convierte así en el icono perfecto de la Iglesia que evangeliza, porque fue y sigue siendo evangelizada por obra del Espíritu Santo, que hizo fecundo su vientre virginal. En la tradición profética, en su etimología, la misericordia está estrechamente vinculada, precisamente con las entrañas maternas (rahamim) y con una bondad generosa, fiel y compasiva (hesed) que se tiene en el seno de las relaciones conyugales y parentales.
2. La alianza de Dios con los hombres: una historia de misericordia
El misterio de la misericordia divina se revela a lo largo de la historia de la alianza entre Dios y su pueblo Israel. Dios, en efecto, se muestra siempre rico en misericordia, dispuesto a derramar en su pueblo, en cada circunstancia, una ternura y una compasión visceral, especialmente en los momentos más dramáticos, cuando la infidelidad rompe el vínculo del Pacto y es preciso ratificar la alianza de modo más estable en la justicia y la verdad. Aquí estamos frente a un auténtico drama de amor, en el cual Dios desempeña el papel de padre y de marido traicionado, mientras que Israel el de hijo/hija y el de esposa infiel. Son justamente las imágenes familiares —como en el caso de Oseas (cf. Os 1-2)— las que expresan hasta qué punto Dios desea unirse a su pueblo.
Este drama de amor alcanza su culmen en el Hijo hecho hombre. En él Dios derrama su ilimitada misericordia hasta tal punto que hace de él la «Misericordia encarnada» (Misericordiae vultus, 8). En efecto, como hombre, Jesús de Nazaret es hijo de Israel a todos los efectos. Y lo es hasta tal punto que encarna la escucha perfecta de Dios que el Shemà requiere a todo judío, y que todavía hoy es el corazón de la alianza de Dios con Israel: «Escucha, Israel: El Señor es nuestro Dios, el Señor es uno solo. Amarás, pues, al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con todas tus fuerzas» (Dt 6,4-5). El Hijo de Dios es el Esposo que hace cualquier cosa por ganarse el amor de su Esposa, con quien está unido con un amor incondicional, que se hace visible en las nupcias eternas con ella.
Es éste el corazón del kerygma apostólico, en el cual la misericordia divina ocupa un lugar central y fundamental. Es «la belleza del amor salvífico de Dios manifestado en Jesucristo muerto y resucitado» (Exh. ap. Evangelii gaudium, 36), el primer anuncio que «siempre hay que volver a escuchar de diversas maneras y siempre hay que volver a anunciar de una forma o de otra a lo largo de la catequesis» (ibíd., 164). La Misericordia entonces «expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer» (Misericordiae vultus, 21), restableciendo de ese modo la relación con él. Y, en Jesús crucificado, Dios quiere alcanzar al pecador incluso en su lejanía más extrema, justamente allí donde se perdió y se alejó de Él. Y esto lo hace con la esperanza de poder así, finalmente, enternecer el corazón endurecido de su Esposa.
3. Las obras de misericordia
La misericordia de Dios transforma el corazón del hombre haciéndole experimentar un amor fiel, y lo hace a su vez capaz de misericordia. Es siempre un milagro el que la misericordia divina se irradie en la vida de cada uno de nosotros, impulsándonos a amar al prójimo y animándonos a vivir lo que la tradición de la Iglesia llama las obras de misericordia corporales y espirituales. Ellas nos recuerdan que nuestra fe se traduce en gestos concretos y cotidianos, destinados a ayudar a nuestro prójimo en el cuerpo y en el espíritu, y sobre los que seremos juzgados: nutrirlo, visitarlo, consolarlo y educarlo. Por eso, expresé mi deseo de que «el pueblo cristiano reflexione durante el Jubileo sobre las obras de misericordia corporales y espirituales. Será un modo para despertar nuestra conciencia, muchas veces aletargada ante el drama de la pobreza, y para entrar todavía más en el corazón del Evangelio, donde los pobres son los privilegiados de la misericordia divina» (ibíd., 15). En el pobre, en efecto, la carne de Cristo «se hace de nuevo visible como cuerpo martirizado, llagado, flagelado, desnutrido, en fuga… para que nosotros lo reconozcamos, lo toquemos y lo asistamos con cuidado» (ibíd.). Misterio inaudito y escandaloso la continuación en la historia del sufrimiento del Cordero Inocente, zarza ardiente de amor gratuito ante el cual, como Moisés, sólo podemos quitarnos las sandalias (cf. Ex 3,5); más aún cuando el pobre es el hermano o la hermana en Cristo que sufren a causa de su fe.
Ante este amor fuerte como la muerte (cf. Ct 8,6), el pobre más miserable es quien no acepta reconocerse como tal. Cree que es rico, pero en realidad es el más pobre de los pobres. Esto es así porque es esclavo del pecado, que lo empuja a utilizar la riqueza y el poder no para servir a Dios y a los demás, sino parar sofocar dentro de sí la íntima convicción de que tampoco él es más que un pobre mendigo. Y cuanto mayor es el poder y la riqueza a su disposición, tanto mayor puede llegar a ser este engañoso ofuscamiento. Llega hasta tal punto que ni siquiera ve al pobre Lázaro, que mendiga a la puerta de su casa (cf. Lc 16,20-21), y que es figura de Cristo que en los pobres mendiga nuestra conversión. Lázaro es la posibilidad de conversión que Dios nos ofrece y que quizá no vemos. Y este ofuscamiento va acompañado de un soberbio delirio de omnipotencia, en el cual resuena siniestramente el demoníaco «seréis como Dios» (Gn 3,5) que es la raíz de todo pecado. Ese delirio también puede asumir formas sociales y políticas, como han mostrado los totalitarismos del siglo XX, y como muestran hoy las ideologías del pensamiento único y de la tecnociencia, que pretenden hacer que Dios sea irrelevante y que el hombre se reduzca a una masa para utilizar. Y actualmente también pueden mostrarlo las estructuras de pecado vinculadas a un modelo falso de desarrollo, basado en la idolatría del dinero, como consecuencia del cual las personas y las sociedades más ricas se vuelven indiferentes al destino de los pobres, a quienes cierran sus puertas, negándose incluso a mirarlos.
La Cuaresma de este Año Jubilar, pues, es para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia. Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas que necesitan ser nutridos, vestidos, alojados, visitados, mientras que las espirituales tocan más directamente nuestra condición de pecadores: aconsejar, enseñar, perdonar, amonestar, rezar. Por tanto, nunca hay que separar las obras corporales de las espirituales. Precisamente tocando en el mísero la carne de Jesús crucificado el pecador podrá recibir como don la conciencia de que él mismo es un pobre mendigo. A través de este camino también los «soberbios», los «poderosos» y los «ricos», de los que habla el Magnificat, tienen la posibilidad de darse cuenta de que son inmerecidamente amados por Cristo crucificado, muerto y resucitado por ellos. Sólo en este amor está la respuesta a la sed de felicidad y de amor infinitos que el hombre —engañándose— cree poder colmar con los ídolos del saber, del poder y del poseer. Sin embargo, siempre queda el peligro de que, a causa de un cerrarse cada vez más herméticamente a Cristo, que en el pobre sigue llamando a la puerta de su corazón, los soberbios, los ricos y los poderosos acaben por condenarse a sí mismos a caer en el eterno abismo de soledad que es el infierno. He aquí, pues, que resuenan de nuevo para ellos, al igual que para todos nosotros, las lacerantes palabras de Abrahán: «Tienen a Moisés y los Profetas; que los escuchen» (Lc 16,29). Esta escucha activa nos preparará del mejor modo posible para celebrar la victoria definitiva sobre el pecado y sobre la muerte del Esposo ya resucitado, que desea purificar a su Esposa prometida, a la espera de su venida.
No perdamos este tiempo de Cuaresma favorable para la conversión. Lo pedimos por la intercesión materna de la Virgen María, que fue la primera que, frente a la grandeza de la misericordia divina que recibió gratuitamente, confesó su propia pequeñez (cf. Lc 1,48), reconociéndose como la humilde esclava del Señor (cf. Lc 1,38).
Vaticano, 4 de octubre de 2015
Fiesta de San Francisco de Assis
Fuente: vatican.va