por Orden de Agustinos Recoletos OAR | 18 Ago, 2015 | Confirmación Vida de los Santos
¡Jesús de mi alma! ¿Que hago para amarte mucho? Dime, Bien mío, dime… ¿Qué hago? ¿Por que, buen Jesús, por que no obras el prodigio de matarme de amor hacia ti? ¡Ven, Jesús mío, ven y sacia mi pobre alma! ¡Ven y andemos juntos por estos montes y valles cantando amor!…. ¡Que yo oiga tu voz en el ruido de los ríos, de los torrentes, de las cascadas! ¡Que me llame hacia ti el suave roce de las hojas de los árboles agitadas por el viento!… ¡Que te vea Bien mío en la hermosura de las flores! ¡Que los ardientes rayos del sol de la costa sean fríos, muy fríos, comparados con los rayos de amor que me lance tu Corazón! ¡Que las gotas de agua que me han caído y me caigan sean pedacitos de tu amor que me hagan prorrumpir en otros tantos actos de ese amor! ¡Que mi sed y mi cansancio y mis privaciones y mis fatigas, sean…. ¿que amor mío, que han de ser? ¡Ah! Ya lo se y Tú me lo has inspirado!… ¡que sean suspiros de mi alma enamorada, cariños, amor mío, ternuras, afectos, rachas huracanadas de amor, pero loco… Jesús mío, amor loco!… ¡Te lo he pedido tantas veces!… ¿Cuándo, mi Jesús, cuando me oyes? ¡Ah! ¡Te amo de todos modos…. Si, Jesús mío, de todos modos te amo.
San Ezequiel Moreno, obispo de Pasto (Colombia)
De una carta de San Ezequiel
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Hijo del pueblo
Dios elige a los humildes para hacer cosas grandes. Y humildes fueron los orígenes del que había de ser restaurador de los agustinos recoletos en Colombia, promotor de tres circunscripciones misioneras en esa misma nación, obispo de Pasto y defensor de la Iglesia en su enfrentamiento con el liberalismo en los últimos años del siglo XIX y primeros del XX.
San Ezequiel Moreno nació el año 1848 en Alfaro (La Rioja). Como hijo del pueblo su niñez y adolescencia carecen de historia. Apenas hay en ellas lances dignos de ser recordados. Sus padres, Félix Moreno y Josefa Díaz, eran de extracción humilde y de religiosidad acendrada. Su padre, un modesto sastre, era conocido por su piedad.
Ezequiel, el tercero de sus seis hijos, asistió a la escuela pública, formó parte de la capilla de música del pueblo y sirvió a las monjas dominicas de monaguillo y sacristán. De 1861 a 1864 cursó latinidad con intención de ingresar en el noviciado misionero que los agustinos recoletos tenían en el vecino pueblo de Monteagudo, donde ya se encontraba su hermano Eustaquio. El 21 de septiembre de 1864 tomó el hábito religioso y al año siguiente pronunció los votos y el juramento de pasar a las misiones de Filipinas. Entre 1864 y 1871 completó su formación teológica y espiritual en los seminarios de la orden. El 2 de junio de 1871, a los 23 años de edad, recibió la ordenación sacerdotal en Manila.
Misionero y formador de misioneros, 1870-1888
De 1872 a 1885 ejerció el ministerio sacerdotal en varias islas de Filipinas: Palawan (1872), Mindoro (1873-76) y Luzón (1876-85). Sus ocupaciones fueron las ordinarias de un párroco de la época: misa diaria, catequesis infantil, homilía dominical, atención a los enfermos, dirección de asociaciones católicas, etc. La catequesis, los enfermos y las correrías misionales por los campos de sus parroquias ocupaban su tiempo. En Palawan y Mindoro entró en relación con los infieles que todavía abundaban en amplias zonas de su geografía. Y en todas partes hacía frecuentes visitas a los cristianos diseminados por campos, ríos y sementeras, y desprovistos de servicios civiles y religiosos.
En 1885 volvió a España como prior del noviciado de Monteagudo. En él vivió tres años dedicado a la formación de los futuros misioneros. En sus pláticas a la comunidad torna una y otra vez sobre el culto litúrgico, las devociones populares, el aseo del templo y de los ornamentos sagrados, las ceremonias y el espíritu que debe nutrirlas. Privilegia a la oración mental y al oficio divino, pero de vez en cuando siente la necesidad de asociarse al pueblo y cantar con él las alabanzas del Señor. Saboreaba particularmente la Hora Santa del Jueves Santo, las primeras comuniones, las celebraciones de mayo y junio y otras funciones en honor del Sagrado Corazón y de la Virgen.
Su segunda preocupación fue la observancia regular. A ejemplo de san Pablo, veía en la ley un pedagogo insustituible, que señala al alma el camino que conduce a Cristo, la libra de falsos espejismos y le ahorra multitud de idas y venidas. Las constituciones, el ceremonial, el ritual, cualquier orden o precepto de los superiores suscitaban en su corazón reverencia y acatamiento, y como superior se sentía obligado a trasmitir a sus súbditos esos mismos sentimientos.
En estos años la comunidad era el centro de su vida, pero nunca la quiso aislada del mundo circunstante. Prestaba gustoso sus servicios a los párrocos vecinos, atendía a las comunidades religiosas de la comarca y en momentos de penuria se volcaba en ayuda de los necesitados. Durante la carestía de 1887 llegó a socorrer diariamente a unos 400 menesterosos. De ordinario eran más de trescientos los menesterosos que se acercaban diariamente a la puerta del convento en demanda de una comida regular (Juan Cruz Gómez, 28 enero 1897).
Restaurador de los agustinos recoletos en Colombia y vicario apostólico de Casanare, 1889-1896
A finales de 1888 Ezequiel cruza el océano con rumbo a Colombia, donde residirá hasta principios de 1906, en que la enfermedad le obligó a tornar a su patria. Este viaje divide su vida en dos grandes secciones. La primera, según queda apuntado, se asemeja a la de tantos religiosos y párrocos de la época. En la segunda adquiere relieve público y se convierte en símbolo de una causa. Actúa en ambientes más complejos y desempeña funciones más delicadas.
Hasta 1894 reside en Santafé de Bogotá, ocupado en la restauración de la antigua provincia agustino-recoleta de Colombia, reducida entonces a un minúsculo grupo de religiosos exclaustrados, dispersos por parroquias y capellanías y ayunos de espíritu corporativo. Simultáneamente desarrolla una intensa actividad apostólica y promueve la restauración de las misiones de Casanare, en decadencia desde los días de la Independencia (1810-21) y casi desamparadas durante los últimos cinco lustros. En 1893 la Santa Sede creaba el vicariato apostólico de Casanare y confiaba su administración al padre Ezequiel, a quien elevaba a la dignidad episcopal. Casanare se convertía así en el primer vicariato apostólico de Colombia y abría una nueva época en la historia de sus misiones.
Su permanencia en Casanare no llegó a dos años y durante varios meses se vio entorpecida por la guerra civil y los rumores de su traslado a la silla de Pasto. Sin embargo, recorrió todo su territorio y confeccionó un buen programa pastoral. Distribuyó a sus 16 misioneros en cuatro puntos: Arauca, al norte; Támara, en el centro; Orocué, al sur; y Chámeza, al oeste. Impulsó la catequesis y se interesó por los infieles guahibos y sálivas, para cuyos hijos preparó sendos orfanatos, organizó asociaciones católicas y, sobre todo, se empeñó en que la palabra de Dios volviera a resonar con regularidad en aquellos inmensos parajes.
Obispo de Pasto, 1896-1906
El 2 de diciembre de 1895 fue preconizado obispo de Pasto, pero hasta junio del año siguiente no pudo trasladarse a su destino. Fue un pastor vigilante, consciente de su responsabilidad y atento a las necesidades de sus ovejas, a las que supo alimentar con doctrina segura y abundante. Sus circulares, pastorales y opúsculos doctrinales, transparentes y transidos de fervor, eran buscados dentro y fuera de su diócesis, porque afrontaban los temas más candentes de cada momento y proponían una doctrina inspirada en los valores perennes del Evangelio. Su enfrentamiento con el liberalismo no es más que una simple manifestación de su celo pastoral. Veía en él un cuerpo de ideas y procedimientos contrarios al cristianismo y una voluntad explícita de desterrar a Cristo de la sociedad y de las almas.
Sus ideas proceden de las encíclicas de Pío IX y León XIII, que conocía a la perfección, del magisterio de otros obispos y de prestigiosos moralistas, canonistas y tratadistas religiosos de la época. Pero la educación recibida, la tradición antirreligiosa del liberalismo colombiano y la virulencia antieclesiástica del gobierno de Ecuador, contiguo y en estrecha comunicación con su diócesis, le inclinaron a interpretar las orientaciones romanas en sentido restrictivo.
Giró varias visitas pastorales, llegando incluso a las regiones más inhóspitas de su vastísima diócesis (160.000 kms2). Promovió la creación de sendas prefecturas apostólicas en el Caquetá y Tumaco. Dio gran impulso a las misiones populares, al culto al Sagrado Corazón y, sobre todo, a la catequesis, a la que dedicó varias circulares y pastorales. En las visitas pastorales le gustaba presenciar la catequesis «sentado en cualquier asiento y a veces en el suelo». Otras veces la dirigía él mismo al aire libre y sentado sobre un tronco de árbol. A los párrocos les recordó la obligación de no omitir la homilía durante la misa del domingo ni la instrucción religiosa después de ella.
Visitaba semanalmente el hospital y el orfanato y, menos a menudo, la cárcel. De vez en cuando se sentaba en el confesionario. Las fiestas más solemnes y los domingos de adviento y cuaresma predicaba en la catedral. Siguió de cerca la formación de sus seminaristas y envió a dos de ellos a ampliar estudios en Roma. Con el clero, tanto secular como regular, estuvo siempre en buenas relaciones. Los ejercicios anuales solía celebrarlos en compañía del clero diocesano. No admitía acusación alguna contra sus sacerdotes que no estuviera sufragada por dos o más testigos.
Última enfermedad y muerte
San Ezequiel no fue mártir en sentido estricto. Pero sufrió penas y dolores de auténtico mártir. Su vida entera rezuma privaciones, sufrimientos, dolores físicos y morales. Y sus últimos meses fueron un martirio prolongado.
A finales de junio de 1905 advierte la presencia de unas llagas malignas en la nariz. Se siente débil, con la cabeza cargada y molestias en la boca. Pero durante meses conduce la vida de siempre. Se levanta a la misma hora, despacha los asuntos ordinarios y hasta piensa en la erección de una prefectura apostólica en Tumaco. A finales de octubre recibe con la máxima serenidad la confirmación de que el origen de todos sus males es un cáncer maligno: «Me he puesto en las manos de Dios. Él hará su santa voluntad».
El clero de la diócesis no compartió su indiferencia y le ordenó viajar a Barcelona, donde se esperaba que un célebre cirujano pudiera operarlo con éxito. Él acata la voluntad de su clero y el 18 de diciembre sale rumbo a Barcelona. Iba postrado, sin apetito y con dolores continuos. Sin embargo, no se le escapa un lamento y tiene ánimos para ir a despedirse de la Virgen de Las Lajas, ordenar a un diácono en el camino y celebrar misa todos los días.
El 10 de febrero llegaba a Madrid, pero tan desmejorado que los religiosos de su orden no le permitieron seguir a Barcelona. El 14 entraba en el quirófano de la clínica del Rosario, donde durante tres horas soportó horribles torturas «con heroísmo de santo y bienaventurado», sin una queja, sin un movimiento de protesta. Le extirparon las tumoraciones de las dos fosas nasales, el vómer y el hueso etmoides, todo lo cual exigió la resección completa de la nariz. Luego le rasparon el velo del paladar, el cielo de la boca y otros tejidos cancerosos. Varios de estos cortes y raspamientos los soportó en estado de plena conciencia, porque «la situación especial de su lesión» aconsejó la suspensión de la anestesia. Las mismas muestras de fortaleza dio en una segunda operación a que fue sometido el día 29 de marzo, así como en las cauterizaciones, raspamientos y amputaciones de los apéndices cárnicos que periódicamente se le reproducían en la boca.
Por desgracia estos tormentos no le devolvieron la salud y ni siquiera aliviaron sus dolores. Consciente de la proximidad de su fin, el 31 de mayo decide abandonar Madrid y viaja a Monteagudo para rendir su alma al Creador al lado de su amada Virgen del Camino: «voy a morirme al lado de mi madre». El 19 de agosto, tras ajustarse él mismo las ropas de la cama y con la mirada fija en el crucifijo, exhalaba su último suspiro.
El halo de santidad que le había rodeado de vivo creció con su muerte. En 1910 la autoridad diocesana abría en Pasto el proceso informativo sobre su vida y virtudes, que, tras más de sesenta años de estudio, habrían de conducir a su beatificación el 1 de noviembre de 1975 y a su canonización el 11 de octubre de 1992. Su cuerpo incorrupto se venera en la iglesia del convento de Monteagudo.
Espiritualidad y apostolado
Su silueta humana y espiritual es clara y límpida, de contornos netos y bien delineados. Su vida describe una trayectoria rectilínea, sin apenas altibajos ni rodeos. Viaja de continente a continente, cambia de ocupación, varían las circunstancias, pero su espíritu permanece fiel a las mismas pautas. Dios y las almas son su horizonte vital, lo mismo mientras trabaja en las parroquias de Filipinas o en las misiones de Casanare que cuando le ponen al frente de una hacienda agrícola, de un noviciado o de una diócesis.
Estimaba la oración vocal y mental, a las que dedicaba de cinco a seis horas diarias, la penitencia corporal y la abnegación espiritual: ayunos, disciplinas, silencio, sumisión a la voluntad del superior. También nutrió una tierna devoción al Sagrado Corazón, a la Eucaristía y a la Virgen. A partir del año 1899, la devoción de los dolores internos del Sagrado Corazón confirió a su vida un tinte más penitente y abnegado.
Su profundo «sentido católico» le condujo a una inquebrantable fidelidad a la Iglesia. En todo momento buscó sus orientaciones y a ellas ajustó su conducta aun en momentos en que su experiencia podría dictarle otro modo de proceder.
San Ezequiel fue siempre un enamorado de la vida religiosa y amante de las tradiciones de su orden, con la que se sintió siempre plenamente identificado. Mantuvo relaciones cordiales con varias comunidades masculinas y femeninas, especialmente con capuchinos y betlemitas; en momentos difíciles salió en defensa de jesuitas y salesianos; en 1898 ofreció su diócesis a las comunidades expulsadas del Ecuador; y en 1904 fundó una congregación femenina dedicada «a la enseñanza de la doctrina cristiana a los ignorantes», y envió a sus primeras profesas a regentar escuelas en los pueblos más apartados de su diócesis.
Pero la niña de sus ojos fueron siempre las monjas de clausura. En su vida, desprendida de todo lo terreno, veía un perenne canto de alabanza al Señor, que dilataba su alma de alegría. Entre ellas encontró siempre almas gemelas, con quienes le era fácil dar rienda suelta a los afectos más profundos de su corazón.
Su concepción de la vida religiosa reservaba un papel importante al apostolado. Vida religiosa y apostolado, lejos de ser polos antitéticos, son realidades interdependientes, que reciben aliento y calor de un mismo núcleo. Sin el amor de Dios no hay ni apostolado ni vida común, ni retiro del mundo ni presencia eficaz en él, ni amor a las almas ni ascesis auténtica. El amor a Dios, nutrido con la oración y la penitencia, es el horno del que proceden esas otras llamas, que luego ascienden entrelazadas y se fortalecen mutuamente.
Ésa fue la espiritualidad que él vivió y transmitió a las almas. Durante toda su vida dedicó largas horas al sacramento de la penitencia y a la dirección espiritual. Rara vez se contentaba con reconciliar a los penitentes. De ordinario los animaba a emprender el camino de la perfección. En su ausencia, algunas almas le proponían por carta las dificultades que encontraban en su itinerario espiritual. Todavía se conservan más de 400 respuestas del santo, en que aparece como un director de almas dotado de sensibilidad religiosa, ciencia teológica y prudencia humana.
Al servicio de los enfermos
El paisaje biográfico de san Ezequiel está poblado de enfermos. A menudo le tocó vivir a su lado y siempre los llevó en su corazón. De niño renuncia a las vaquillas para no dejar solo a un compañero enfermo. En su última enfermedad, cuando las fuerzas apenas lo sostenían en pie, encuentra ánimos para confortar a los enfermos hospitalizados en la sala de pobres de la clínica en que él acaba de operarse. Entre ambas escenas corre toda una vida dedicada al servicio de la humanidad doliente.
Siempre está dispuesto a confesarlos, a aliviar sus dolores, a socorrerlos en sus necesidades materiales. Su solicitud brilla de modo especial en los viajes, en los que nunca se olvida de preguntar por los enfermos de la comarca, y en las epidemias que jalonan su vida. Se preocupa ante todo de sus almas. Si logra purificarlas con el sacramento de la penitencia, exulta y glorifica al Señor. Si tropieza con resistencias, sufre, se disciplina, alarga la oración y torna a insistir. Pero también tiene ojos para sus exigencias terrenas. Sabe que los enfermos tienen necesidad de compañía, de comprensión, de calor humano, de aliento… Participaba en su dolor y a menudo acertaba a amortiguarlo y aun a devolver el ánimo y la alegría de vivir tanto a los enfermos como a sus familiares.
Con el fin de perpetuar su servicio a los enfermos, el padre Sebastián López de Murga fundó en 1976 la Fundación San Ezequiel Moreno, «dedicada a visitar a los enfermos graves, especialmente a los de cáncer y a los más pobres, con el fin de llevarles consuelo, amistad y calor cristiano. […] Cuando el enfermo es muy pobre, la Fundación le ayuda con una suma mensual en efectivo». En 24 años de actividad ha visitado a un millón de enfermos y ha repartido entre ellos más de 400 millones de pesos y multitud de medicamentos, instrumentos de trabajo, sillas de ruedas y aparatos ortopédicos difíciles de conseguir en un país en que la seguridad social todavía está en pañales. Actualmente está establecida en 30 ciudades de Colombia. Para asegurar su futuro el mismo padre fundó el año 1996 una comunidad religiosa –agustinas recoletas de los enfermos- que tiene su sede en Bogotá.
Bibliografía
Cartas pastorales, circulares y otros escritos del ilmo Ezequiel Moreno, ed. de T. MINGUELLA, Madrid 1908; Epistolario del beato Ezequiel Moreno, ed. de A MARTÍNEZ CUESTA, Roma 1982; Obras completas. Vols. 1-4: Epistolario, Madrid 2006-2007; T. MINGUELLA, Biografía del Ilmo. fr. Ezequiel Moreno, Barcelona 1909; A. MARTÍNEZ CUESTA, Beato Ezequiel Moreno. El camino del deber, Roma 1975; IDEM, San Ezequiel Moreno, fraile, obispo y misionero, Madrid 1992. A. MARTÍNEZ CUESTA
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por virgendechiquinquira.com | Varios en Internet | 9 Jul, 2014 | Confirmación Vida de los Santos
A los 37 años de descubiertas las actuales tierras del continente americano, llegan a la ciudad de Santa Marta, en diciembre de 1528 los españoles, García de Lerma que vino como gobernador y 19 frailes Dominicos como misioneros y evangelizadores.
En 1555 llegó a la costa norte un continente de frailes Dominicos con una estatua de la Virgen el Rosario.
Esta primera estatua de la Virgen fue llevada a Santa fe de Bogotá en 1556.
Grandes homenajes se le tributaron a su llegada, y desde entonces, es la impulsadora de la predicación misionera y del Santo Rosario.
Origen de la sagrada Imagen
En el año 1560, Antonio de Santana, (caballero venido de España), obtuvo la encomienda de Suta en el valle de Sequencipá (Boyacá), lo cual lo autorizó para organizar y regir el destino socio-político de la región.
1560-62. Antonio Santana, solicitó al fraile dominico Andrés Jadraque le consiga una imagen de la Virgen María, para colocarla en la capilla de Suta. Fray Andrés, fue a Tunja y convino con Alonso de Narváez, que le pintara una copia de la imagen de la Virgen María. La pintura la hizo en un lienzo de algodón de 1,26 x 1,13 cts. tejido por los indios, utilizando mezcla de tierra de colores y zumo de yerbas y flores. Como en el lienzo sobraba espacio, Alonso pintó al lado derecho a San Antonio de Padua, fraile franciscano, por ser el nombre del encomendero; al lado izquierdo pintó a San Andrés, apóstol, por ser el nombre del fraile que lo agenciaba. El encomendero pagó por la pintura $ 20 pesos. La imagen fue colocada en la capilla pajiza de Suta, donde fray Andrés catequizaba a los indios de la región.
La Imagen queda abandonada
En 1574, la misión que habían iniciado los dominicos pasa al clero secular y fray Andrés Jadraque es enviado a otro convento. Al ausentarse fray Andrés de aquel lugar, prontodecayó el culto y la Imagen quedó abandonada. Con el tiempo la capilla se deterioró, las goteras y el sol dañaron la imagen.
En 1576, el doctrinero Juan Alemán de Liguizamón, encontró el lienzo en tan mal estadoque nada representaba, lo retiró del altary lo entregó al encomendero en presencia de su mujer, Catalina de Irlos. «El lienzo fue a dar a una despensa de campo, donde estuvo mucho tiempo de una parte a otra, según el servicio doméstico a que se le aplicaba, entre otros el de secar trigo al sol, con lo cual se le causaron varias roturas.
En 1577, muerto Antonio de Santana, su mujer Catalina se retiró a la aldea de Chiquinquirá con su familia y llevó el lienzo como un objeto de servicio doméstico. Por esta época, Chiquinquirá era una aldea despoblada, muy pantanosa, cubierta de niebla. Los indios de esta región tenían un famoso templo en la laguna de Fúquene, a donde acudían a ofrecer sus dones y sacrificios.
La española, María Ramos recupera el Lienzo
En 1585, María Ramos, esposa de Pedro de Santana, hermano de Antonio, llegó a Tunja en busca de su marido a quien encontró viviendo con otra mujer. Decepcionada, se vino a vivir con su cuñada Catalina de Irlos a la aldea de Chiquinquirá, donde encontró el lienzo abandonado. Al saber que en él habían pintado una imagen de la Virgen, lo recogió, lo arregló y lo colocó en alto, frente al cual hacia su acostumbrada oración: «¿Hasta cuándo, rosa del cielo, habéis de estar tan escondida? ¿Cuándo será el día en que os manifestéis y os dejéis ver al descubierto para que mis ojos se regalen de vuestra soberana hermosura, que llene de alegría mi alma?».
Coronación Canónica de la Imagen y su ocurrir histórico en el Siglo XX y XXI
En 1908 el Provincial Fray Vicente María Cornejo y el Prior del Santuario Fray José Ángel Lambona, con la recomendación de la Conferencia Episcopal, pidieron a la Santa Sede la coronación canónica de la Sagrada Imagen, petición que fue despachada favorablemente el 9 de enero de 1910 por el Capítulo de la Basílica Vaticana; San Pío X firmó el Decreto, el cual fue enviado al Ilustrísimo señor Maldonado Calvo, Obispo de la Diócesis de Tunja, quien dispuso la Coronación para el día 9 de julio de 1919, día consagrado por el clero colombiano para honrar a María, con la recitación de su Oficio.
Los Dominicos emprendieron la obra de recorrer en triunfante peregrinación con una copia del cuadro de nuestra Señora por Boyacá, Santander, Cundinamarca, Caldas, Huila, Tolima y Antioquia, como preparativos para dicha coronación.
El gran día de la Coronación
El acto se llevó a cabo en la Plaza de Bolívar de la ciudad de Bogotá, el 9 de julio de 1919. En la ceremonia estuvieron presentes el Excelentísimo Señor Nuncio Apostólico Don Enrique Gasparri, varios obispos y el señor Presidente de la República Marco Fidel Suárez. Acabada la misa, el Provincial de los Dominicos, Fray José Ángel Lombana y los presbíteros Jenaro Jiménez y Eduardo Díaz, presentaron el venerable lienzo al señor Obispo de Tunja, Eduardo Maldonado, quien tomó las coronas y las puso en las cabezas del Niño y de la Virgen respectivamente, diciendo en voz brillante. «Así como hoy os coronamos en la tierra, así merezcamos ser coronados en el Cielo». «Yo… pido humilde y respetuosamente a los Arzobispos y Obispos aquí congregados, que así como la República fue consagrada al Sacratísimo Corazón de Jesús, de la misma manera, se consagra solemne y públicamente, por voto nacional, a la Santísima Virgen, Reina de Colombia».
El Título de Basílica
1927, agosto 18. El Papa Pío XI le dio al templo el título de Basílica Menor, ceremonia que se celebró el 9 de julio del 1928, a la cual asistió en Nuncio Apostólico Pablo Giobe, el Arzobispo Ismael Perdomo y el Presidente de la república, Miguel Abadía Méndez.
1944, julio 9. Colocan el Cetro a la Virgen María, como símbolo de realeza. Bajan el cuadro, lo colocan sobre el altar; el obispo de Tunja bendice el Cetro y lo colocó sobre el lienzo; el provincial, Fr. Alberto Ariza lo fija al cuadro.
1954, diciembre 4. La imagen es llevada a Bogotá con motivo del Tercer Congreso Mariano. Pío XII pronunció un discurso alusivo a la Virgen de Chiquinquirá, con motivo del Congreso. El 8, el Presidente de la república, General Gustavo Rojas Pinilla condecoró la sagrada imagen, con la Cruz de Boyacá en su máximo grado.
1960, abril 3, el Papa Juan XXIII ofrendó el Cirio de la Purificación que envió con el Nuncio Mons. José Paupini, para que ardiera ante la Imagen de María implorando el éxito del Concilio Vaticano II.
Un temblor semidestruye la Basílica
1967, julio 29, a las 5,30 a.m. un temblor dejó semidestruida la Basílica, el templo de la renovación y parte de la ciudad. La parte alta del frontis y las torres de la basílica quedaron en ruinas, lo mismo que el entejado central, el embovedado quedó agrietado, la cabeza de la estatua en piedra de Santo Domingo que estaba en la parte alta del frontis se vino a tierra. La Imagen fue sacada del templo al día siguiente y llevada al patio del convento de los frailes dominicos donde siguió recibiendo el culto que le tributan los peregrinos.
1969, julio 9, Reconstruida la basílica, la imagen es llevada del patio del convento dominicano hacia el atrio donde se celebró la eucaristía. Allí se leyó el mensaje del Papa Pablo VI, se hizo la consagración oficial de Colombia a la Virgen María. El obispo de Tunja y fray Alberto Madero, colocaron la Media Luna repujada en oro, a los pies de María, y la Imagen vuelve a ser colocada en su trono.
1977, abril 26, Pablo VI erigió la Diócesis de Chiquinquirá, desmembrándola de la Arquidiócesis de de Tunja. El 14 de junio el obispo Alberto Giraldo Jaramillo, tomó posesión de la Diócesis, ante el Nuncio Apostólico Eduardo Martínez Somalo.
1979, inicia labores el Seminario menor.
1984, sep. 1º. Fue nombrado Obispo Mons. Álvaro Raúl Jarro Tobos.
1998, marzo 15, lo remplazó Mons. Héctor Gutiérrez Pabón.
2004, mayo 5, fue nombrado el actual Obispo, Mons. Luis Felipe Sánchez Aponte.
Los dominicos invitan al Papa a visitar el Santuario
1983, los frailes comunican a los obispos y al Gobierno nacional la idea de invitar al Papa con motivos del Cuarto Centenario de la renovación de la Imagen de María. El gobierno acogió la idea y por vía diplomática se hizo la invitación. En 1985, octubre, el Vaticano confirmó la visita de Juan Pablo II para el 3 de julio del 1986.
Practican exámenes radiológicos a la Imagen
1986, abril 9, por orden del Presidente de la República, Belisario Betancur, un grupo de expertos le hizo un examen radiológico al lienzo, para constatar su autenticidad y antigüedad. La Imagen fue llevada a media noche al hospital donde le tomaron varias radiografías y fotografías especiales. Hecho el examen la Imagen vuelve a la basílica a las 4,30 a.m. escoltada por tropas del Batallón Sucre.
Resultados de los exámenes hecho al Sagrado Lienzo
El 30 de mayo de 1986, la Dra. María Cecilia Álvarez White entregó el Resultado del Examen hecho a la Imagen, los que revelaron: «que la pintura corresponde a 1562; que la Imagen presenta señales claras de que por ella corrió agua de las goteras que se presentaron en la capilla de Suta; que la pintura nunca ha sido retocada; que ésta es de regular calidad y que para pintarla utilizaron materiales de la época; que el lienzo está muy deteriorado y que la Imagen de María está muy borrosa debido al agua que corrió por ésta; que el alumbrado eléctrico ha causado daños en la pintura, que la conservación del cuadro es realmente prodigiosa».
El Papa Juan Pablo II visita el Santuario
1986, julio 3, Juan Pablo II, arribó en helicóptero a las instalaciones del Batallón Sucre a las 9,56 a.m. siguió en papamóvil hasta el parque, donde lo recibió el Presidente, Belisario Betancur, y sus ministros, los señores Obispos, el clero y cerca de 200 mil peregrinos en su mayoría campesinos. A las 10,00 a.m. celebró la Eucaristía en el templete. A las 12,45 p.m. se dirigió en papamóvil hacia la basílica y a la 1,05 p.m. consagró la nación a la Virgen María.
1999, julio 9, la imagen fue llevada a Bogotá para presidir la oración por la paz. Allí le confieren la Orden del Congreso, en el grado de Gran Cruz Extraordinaria.
2006, mayo 20. En el Censo de 2005-06, Chiquinquirá aparece con 54.949 habitantes: 28.431 mujeres y 26.518 hombres.
2007, agosto 5, los 65 frailes dominicos, Miembros del Capítulo General de la Orden, visitaron el Santuario; la Eucaristía fue presidida por el Maestro General de la Orden, fray Carlos A. Azpiroz Costa.
2007, septiembre 23, se bendijo el terreno donde se inició la construcción de la Capilla de la Reconciliación; terminada la misa de 8,00 a.m. los fieles salieron en procesión hacia el pasillo donde el Prior, Fr. Omar Alberto Sánchez Cubillos, les explicó los detalles de la obra, con diseño elaborado fray Arles Durán, O.P. Como interventor de la obra, fue nombrado el arquitecto Javier Ricardo Lancheros.
2008, Jun. 27. Se hizo el lanzamiento del libro: «El Milagro del Santuario», obra fotográfica e histórica de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, lo cual fue todo un éxito.
2008, Septiembre 22-24. Se reunió en el convento, El Encuentro de Rectores de Santuarios de Colombia, FASANCOL, asistieron 25 quienes se reunieron en el salón del Noviciado del convento dominicano.
Milagro de la Renovación
Estas palabras las repetía María Ramos todos los días hasta que por fin fueron benignamente escuchadas. Fue así como el día viernes 26 de diciembre de 1586 a las nueve de la mañana, después de haber estado la devota más de dos horas en oración, se levantó de su asiento para salir de la capilla. En aquél instante pasaba por allí una india que venía de Muzo, llamada Isabel, con un niño llamado Miguel de unos cuatro o cinco años. Al pasar por frente a la puerta de la capilla dijo el niño a la mujer que lo llevaba: «¡mire, mire! Miró la mujer hacia la capilla y vio que la imagen de Nuestra Señora estaba en el suelo, de pie, y despedía de si una luz que llenaba de claridad toda la capilla. Llena de asombro dijo en alta voz a María Ramos, que iba saliendo del oratorio: «Mire, mire, Señora, que la Madre de Dios se ha bajado de su sitio, está en vuestro asiento y parece que se está quemando». Miró María Ramos y admirada de ver tan estupendo prodigio, llena de asombro se dirigió llorando hacia el altar, se arrojó a los pies de la sagrada Imagen; con mucho temor puso los ojos en ella y vio cumplidos sus deseos, pues, estaba patente la imagen de la Madre de Dios en el sitio en que la piadosa María Ramos solía orar, con una hermosura sin igual y con unos colores muy vivos y despidiendo de si grandes resplandores que bañaban de luz a los santos que tenía a los lados y llenaba de claridad toda la capilla. Tenía el rostro muy encendido. Toda la pintura estaba renovada completamente. Sin embargo quedaron en el lienzo, los agujeros que antes tenía.
Después de una hora, con mucho temor y reverencia alzaron el cuadro y lo colocaron en el lugar que estaba antes. El rostro de la Madre Santísima duró encendido todo aquél día; después, la imagen quedó tal como hoy se contempla.
La noticia del prodigio se propagó rápidamente por todos los lugares circunvecinos, cuyos moradores presurosos acudieron a ver la imagen renovada.
Se inicia un proceso jurídico para constatar el hecho
1587. Al saber la noticia, el doctrinero de Suta Juan de Figueredo, vino a la aldea de Chiquinquirá acompañado de Diego López, para hacer información jurídica de los hechos. El 10 de enero de 1587 recibieron declaraciones de los testigos. El presbítero Figueredo envió esta información al arzobispo de Santafé, Luis Zapata de Cárdenas.
Los indios cocas, le construyen una capilla
1587. Como la imagen se renovó en una choza arruinada que no tenía puerta, el Padre Figueredo mandó llamar al cacique del lugar llamado Alonso y lo invitó a levantar allí una capilla decente para colocar la sagrada Imagen . Los indios empezaron a construir en el lote donado por Pedro Rivera, hijo de Antonio de Santana, una capilla de vara en tierra, pajiza, pocos metros más abajo de donde está hoy el templo. En cinco meses levantaron dicha capilla a donde se trasladó la Imagen. Detrás de la capilla hicieron una habitación para María Ramos, quien quedó al cuidado de la imagen.
El Arzobispo nombra jueces que investiguen el hecho
1588. Al saber el Arzobispo de Santafé, Luis Zapata de Cárdenas, la extraordinaria devoción que había despertados entre los fieles, el 6 de enero de 1588 nombró jueces comisarios a los presbíteros Juan Rodríguez, Juan de Castellanos y Juan de Cañada, quienes levantaron el proceso, del 15 al 18 de enero ante el Notario de Tunja. Entre los testigos declararon los clérigos: Francisco Pérez, doctrinero del lugar, Juan Alemán Leguizamón, quien mandó a retirar la imagen de las ruinas de la capilla de Suta y Juan de Figueredo, quien era doctrinero de Suta cuando se renovó la sagrada Imagen.
Se crea la Doctrina de Chiquinquirá
1588, marzo 19, el arzobispo erigió la Doctrina o parroquia indígena, de Chiquinquirá, en función de la considerable y creciente afluencia de peregrinos, separando la feligresía de la doctrina de Suta, y nombra como doctrinero al presbítero Gonzalo Gallego.
Se construye el primer templo
En 1587, el Arzobispo de Santa Fe de Bogotá, don Fray Luis Zapata de Cárdenas, levantó información jurada de los milagros concedidos por la Santísima Virgen y dispuso que se edificara un templo a Nuestra Señora del rosario de Chiquinquirá. En 1588 se dio principio a la obra; el 17 de agosto el arzobispo bendijo y colocó la primera piedra para el primer templo de Nuestra Señora, en terreno donado por Pedro de Rivera Santana, esposo de María Ramos y sobrino de Antonio de Santana. Este templo hecho de piedra y ladrillo, tenía 150 metros de largo y 38 metros de ancho. En dicho evento estuvo presente el Presidente del Reino, Antonio González.
1596. El Papa Clemente VIII concede indulgencia plenaria a quienes visiten devotamente la sagrada imagen de la Virgen María.
El arzobispo encuentra la Imagen descuidada
1633. febrero 1º. Al visitar el Santuario el arzobispo Bernardino Almansa, se llenó de tristeza al encontrar la Sagrada Imagen muy descuidada. El 19 de septiembre de 1633, ordenó por Decreto que el templo de la Virgen de Chiquinquirá con su servicio se entregue a una comunidad religiosa para que se engrandezca el culto en el Santuario.
Los dominicos piden la sagrada Imagen
Al saber las disposiciones del arzobispo, los frailes dominicos pidieron se les diese la Imagen de la Virgen María con sus pertenencias, ofreciendo en permuta dos parroquias propias de la Orden dominicana, y se comprometían a fundar un convento en Chiquinquirá, para celebrar con mayor solemnidad el culto divino y a conceder la salida de la Imagen, siempre que fuese necesario para remediar la peste y otras calamidades.
La Imagen es llevada a Tunja y de allí a Santafé
1633, agosto 8. Mientras los dominicos esperaban la resolución del Vice-Patrono Real, la imagen fue llevada a Tunja y de allí a Santafé , donde los fieles agradecidos por los favores recibidos de la Virgen, quisieron quedarse con la imagen para darle culto solemne en la Catedral Metropolitana; hicieron una colecta y empezaron a levantarle una capilla en una de las naves de la catedral.
1636. El arzobispo de Santafé, Fr. Cristóbal de Torres, de acuerdo con el Presidente del Nuevo Reino, don Sancho Girón, marqués de Sufraga, define entregar a la Comunidad Dominicana el Santuario y la doctrina de Chiquinquirá, en permuta por las parroquias de Gachetá y Siachoque. La permuta fue ratificada por el Presidente el 31 de marzo. El 19 de abril el Arzobispo ratificó el convenio y comisionó al doctrinero de Suta para su ejecución.
Los Frailes Dominicos, Guardianes del Santuario
1634, marzo 6, el Cabildo Metropolitano accedió a la solicitud hecha por los dominicos y ordena que se entregue la imagen de la Virgen con todos sus bienes y la doctrina a los frailes dominicos. El acuerdo lo firmaron: el Deán y Canónigos ante el Notario Alonso Rodríguez, a quien encargaron que hiciera relación de todo al Marqués de Sofraga, Presidente del Nuevo Reino, para que apruebe la permuta.
1636. Firmada la permuta, se envió al arzobispo la escritura junto con la solicitud de los dominicos, al Vice-patrono, Marqués de Sufraga, para que diera su consentimiento. Firmado el Contrato por el Vice-Patrono Real, Presidente del Nuevo Reino de Granada D. Sancho Girón, Marqués de Sofraga, el arzobispo de Santafé Fr. Cristóbal de Torres y el Cabildo metropolitano, fue llevado al Consejo Real de Su Majestad, y sobre él se erigió la Casa de Chiquinquirá, en Convento formal por Cédula Real de 10 de abril de 1558, con las licencias necesario como luego lo declaró el propio Rey.
El 30 de mayo, el cura de Susa, Diego de Sanabria, comisionado por el arzobispo, hizo entrega de todo lo mencionado en el Auto a fray Bartolomé Núñez, Vicario nombrado por fray Antonio de León, Vicario Provincial, quien tomó posesión del cuadro de la Virgen y cuanto le pertenecía, en nombre de la Orden dominicana, en presencia del presbítero. Gabriel de Rivera Castellanos.
En Chiquinquirá no existía sino el templo en construcción, junto al cual vivía el doctrinero y unas chozas donde se albergaban los peregrinos; no existía casa cural. El doctrinero Pbro. Gabriel Rivera vivía en un cuarto sobre la sacristía.
Crean la Parroquia de Chiquinquirá
1760, sep. 1º. Con el traslado de los indios, cesó la Doctrina y el arzobispo Araús erigió la Parroquia bajo el título y patrocinio de Ntra. Sra. de Chiquinquirá, como estaba en la Doctrina desde 1588.
Entregan las joyas para la lucha libertadora
1815. El tribuno del pueblo, José Acevedo y Gómez, acudió a los frailes dominicos solicitando apoyo para continuar la lucha libertadora. Los frailes le entregaron dinero y las joyas que habían donado los peregrinos a la Virgen, consistentes en collares, cadenas, cruces, cintos, rosario medallones, zarcillos y otros objetos de oro y esmeraldas.
Secuestran la sagrada Imagen
1816, abril 21. El general Manuel Serviez comandante de las fuerzas patriotas, sacó la Imagen en un cajón cubierto con toldas de campaña y la llevó para que protegiera a sus tropas que iban vía al Llano. Las tropas españolas lo alcanzaron en Cáqueza, lo atacaron el 9 de mayo, rescataron la Imagen y la devolvieron al Santuario el 3 de julio.
1821, enero 2, Simón Bolívar visita el Santuario, en agradecimiento por la ayuda recibida en 1815 para el sostenimiento de sus tropas. En 1827 volvió y permaneció del 6 al 8 de septiembre. En 1928, junio 20, vino por última vez y postrado de rodillas ante la sagrada imagen de María, oró por largo rato.
1895, dic. 26. Fr. Rafael José Méndez, por inspiración de Fr. Vicente María Cornejo, lanzó en el sermón de la fiesta, la idea de pedir la coronación de la Sagrada Imagen.
Colocan la Imagen en el altar de mármol
1908, dic. 24, es consagrado el altar de mármol, de 12 metros de alto, de orden corintio, levantado sobre ocho columnas; coronado por tres ángeles tamaño natural. En la bóveda van siete figuras en relieve, simbólicas de los siete sacramentos y un arabesco central. Al frente en la parte alta del Camarín aparece el Monograma de María.
Descripción
El rostro de la Virgen María se destaca por su modesta actitud y su inefable sonrisa, sus ojos entrecerrados la revisten de una hermosura admirable, que mueve al recogimiento; un velo blanco cubre su cabeza; viste un manto azul celeste, una túnica rosada, un rosario cuelga de las manos de María y del Niño Jesús, quien en la derecha sostiene tiene un hilo que pende del pie de un pajarillo. A la derecha de María, está San Antonio de Padua, sosteniendo en la mano izquierda, un libro sobre el cual está el Niño Jesús con el mapamundi en sus manos; en la derecha sostiene una palma. A la izquierda está San Andrés, apóstol, leyendo la Sagrada Escritura, en la izquierda sostiene la cruz en forma de X, signo de su martirio. María sostiene en sus brazos al Niño Jesús invitándonos a acogernos a Él, quien puede remediar todos nuestros males. A primera vista se descubren vestigios de las goteras que corrieron sobre la pintura. El cuadro está adornado con dos coronas, dos rosarios, el cetro, la Cruz de Boyacá, la Orden de San Carlos y la Orden del Congreso; lo rodean 30 semicircunferencias con escudos de la Santa Sede, la Provincia y algunas Diócesis; del cuadro penden, un rosario y dos rosas de plata; un fuerte cristal lo protege desde 1954.
Conservación prodigiosa del Lienzo
Este milagro consiste en que durante más de 422 años (1587-2009) el lienzo se conserve tan cómo se renovó. Desde 1587 hasta 1897, que se le colocó el cristal para protegerlo, diariamente se estuvo retocando en el lienzo de la Virgen, mazos de rosario, manojos de yerbas, panecitos de tierra blanca y otras mil cosas y el lienzo no ha sufrido daños, debiéndose haber destruido y acabado la tela en la parte que tales refregones sufrió. Tenían en el templo una vara larga con un garabato en la punta, donde engarzaban los objetos, los aplicaban al lienzo de manera que no quedara duda de que han sido tocados en la Imagen. Si vemos la columna de mármol, de la Virgen del Pilar de Zaragoza en España, los peregrinos la besan por el respaldo, y con solo aplicarle los labios, en tan largo tiempo, se ha hecho al mármol una concavidad, lo mismo que el pie de bronce de San Pedro del Vaticano, se ha desgastado notablemente con el ósculo de los turistas. Es indiscutible que «en esta Imagen hay encerrado algún don especial de Dios, reservado para remedio de graves males» como lo expresó la Sagrada Congregación de Ritos en su Decreto de 18 de julio de 1829.
Itinerario de la sagrada Imagen (1562- 2009)
En 1562, la Imagen fue colocada en la capilla de paja y bahareque de Suta, donde permaneció 16 años; de allí fue retirada en 1578 y quedó abandonada, rodando de una parte a otra como objeto de uso doméstico durante 8 años, hasta que María Ramos la recuperó en 1585.
1586 dic. 26, se renovó y permaneció en la choza donde vivía María Ramos hasta 1588.
1587, dic. 3, fue llevada a Tunja; regresó el 20 de enero de 1588.
1588 fue colocada en la capilla de paja que le levantaron los indios.
1608, es colocada en el altar del templo donde permaneció 220 años.
1633, agosto 8, es llevada a Tunja. El 12 de sep. Salió hacia Santafé, donde permaneció en la Catedral dos años y tres meses, hasta noviembre de 1635 que vuelve a su Santuario.
1781, fue colocada en el altar de plata martillada.
1806, se traslada a la sacristía por hallarse el templo en ruinas; luego es colocada en una capilla provisional construida junto al muro norte de la obra del nuevo templo, hoy capilla de difuntos, donde permaneció hasta 1813 que se colocó en el altar de mármol.
1816, abril 21, es sacada por Serviez; y llevada hasta Cáqueza; es devuelta el 3 de julio.
1841, mayo 9, es llevada a Bogotá, regresa el 14 de agosto.
1841, septiembre 4, es llevada a Tunja, regresa al tercer día.
1865, es colocada en un altar de bronce, donde permaneció 42 años.
1896, agosto 13, con motivo del incendio de la sacristía, fue sacada y llevada al templo de la Renovación donde permaneció día y medio.
1908, es colocada en el altar de mármol, donde reposa hoy día.
1918, junio 22, es sacada violentamente y llevada a la capilla del colegio de Jesús María, donde permaneció sin recibir culto, hasta el 24 de octubre que fue devuelta a la Basílica.
1919, junio 28, es llevada a Bogotá para ser coronada, regresa el 14 de agosto.
1954, dic 4, llevada a Bogotá en autoferro; regresa el 9 de diciembre.
1962, dic 6, llevada a Bogotá en autoferro, para implorar el éxito del Concilio; regresa el 9.
1967, julio 30, es sacada de la Basílica semidestruida por un temblor y llevada al patio del convento, donde permaneció hasta 1969, julio 9 que fue colocada nuevamente en su trono.
1986, abril 9, fue llevada al hospital, donde le hicieron varios exámenes radiológicos, la regresaron a las 4,30 a.m.
1986, julio 3, fue llevada al parque «Juan Pablo II» donde fue venerada por el Papa y millares de peregrinos.
1998, dic 26, fue bajada de su trono para la fiesta de «Los Siete años».
1999, julio 9, llevada a Bogotá, para presidir la oración por la paz, do0nde es condecorada con la Orden del Congreso en el grado de Gran Cruz extraordinaria; regresa el 12.
2005. Dic. 25, fiesta de Los Siete Años, fue llevada al Parque Juan Pablo II, de allí al templo de la Renovación y el 26 regresó a su trono.
Fuente original en virgendechiquinquira.com
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Vídeos sobre Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá
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