por Catequesis en Familia | 2 Jun, 2017 | La Biblia
Mateo 12, 1-8. Viernes de la 15.ª semana del Tiempo Ordinario. La verdadera religión consiste en el amor a Dios y al prójimo; esto es lo que da valor al culto y a la práctica de los preceptos.
En aquel tiempo, Jesús atravesaba unos sembrados y era un día sábado. Como sus discípulos sintieron hambre, comenzaron a arrancar y a comer las espigas. Al ver esto, los fariseos le dijeron: «Mira que tus discípulos hacen lo que no está permitido en sábado». Pero él les respondió: «¿No han leído lo que hizo David, cuando él y sus compañeros tuvieron hambre, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la ofrenda, que no les estaba permitido comer ni a él ni a sus compañeros, sino solamente a los sacerdotes? ¿Y no han leído también en la Ley, que los sacerdotes, en el Templo, violan el descanso del sábado, sin incurrir en falta? Ahora bien, yo les digo que aquí hay alguien más grande que el Templo. Si hubieran comprendido lo que significa: Yo quiero misericordia y no sacrificios, no condenarían a los inocentes. Porque el Hijo del hombre es dueño del sábado».
Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede
Lecturas
Primera lectura: Libro del Éxodo, Éx 11, 10; 12, 14
Salmo: Sal 116(115)
Oración introductoria
Padre Santo, me pongo en tu presencia mientras contemplo a tu Hijo en la cruz. Te imploro por la luz de tu Espíritu Santo para comprender en esta oración qué es lo que tengo que hacer para crecer en el amor. Dame tu gracia para amar como Tú amas.
Petición
Señor, hazme comprender el auténtico sentido de tu Palabra, para vivirla y poder ser ejemplo de vida cristiana.
Meditación del Santo Padre Benedicto XVI
Queridos hermanos y hermanas:
En el centro de la liturgia de la Palabra de este domingo está una expresión del profeta Oseas, que Jesús retoma en el Evangelio: «Quiero amor y no sacrificios, conocimiento de Dios más que holocaustos» (Os 6, 6). Se trata de una palabra clave, una de las palabras que nos introducen en el corazón de la Sagrada Escritura. El contexto, en el que Jesús la hace suya, es la vocación de Mateo, de profesión «publicano», es decir, recaudador de impuestos por cuenta de la autoridad imperial romana; por eso mismo, los judíos lo consideraban un pecador público. Después de llamarlo precisamente mientras estaba sentado en el banco de los impuestos —ilustra bien esta escena un celebérrimo cuadro de Caravaggio—, Jesús fue a su casa con los discípulos y se sentó a la mesa junto con otros publicanos. A los fariseos escandalizados, les respondió: «No necesitan médico los sanos, sino los enfermos. (…) No he venido a llamar a los justos, sino a los pecadores» (Mt 9, 12-13). El evangelista san Mateo, siempre atento al nexo entre el Antiguo y el Nuevo Testamento, en este momento pone en los labios de Jesús la profecía de Oseas: «Id y aprended lo que significa: «Misericordia quiero y no sacrificios»».
Es tal la importancia de esta expresión del profeta, que el Señor la cita nuevamente en otro contexto, a propósito de la observancia del sábado (cf. Mt 12, 1-8). También en este caso, Jesús asume la responsabilidad de la interpretación del precepto, revelándose como «Señor» de las mismas instituciones legales. Dirigiéndose a los fariseos, añade: «Si comprendierais lo que significa: «Misericordia quiero y no sacrificios», no condenaríais a personas sin culpa» (Mt 12, 7). Por tanto, Jesús, el Verbo hecho hombre, «se reconoció», por decirlo así, plenamente en este oráculo de Oseas; lo hizo suyo con todo el corazón y lo realizó con su comportamiento, incluso a costa de herir la susceptibilidad de los jefes de su pueblo. Esta palabra de Dios nos ha llegado, a través de los Evangelios, como una de las síntesis de todo el mensaje cristiano: la verdadera religión consiste en el amor a Dios y al prójimo. Esto es lo que da valor al culto y a la práctica de los preceptos.
Dirigiéndonos ahora a la Virgen María, pidamos por su intercesión vivir siempre en la alegría de la experiencia cristiana. Que la Virgen, Madre de la Misericordia, suscite en nosotros sentimientos de abandono filial a Dios, que es misericordia infinita; que ella nos ayude a hacer nuestra la oración que san Agustín formula en un famoso pasaje de sus Confesiones: «¡Señor, ten misericordia de mí! Mira que no oculto mis llagas. Tú eres el médico; yo soy el enfermo. Tú eres misericordioso; yo, lleno de miseria. (…) Toda mi esperanza está puesta únicamente en tu gran misericordia» (X, 28. 39; 29. 40).
Santo Padre Benedicto XVI
Ángelus del domingo, 8 de junio de 2008
Catecismo de la Iglesia Católica, CEC
I. La misericordia y el pecado
1846 El Evangelio es la revelación, en Jesucristo, de la misericordia de Dios con los pecadores (cf Lc 15). El ángel anuncia a José: “Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1, 21). Y en la institución de la Eucaristía, sacramento de la redención, Jesús dice: “Esta es mi sangre de la alianza, que va a ser derramada por muchos para remisión de los pecados” (Mt 26, 28).
1847 Dios, “que te ha creado sin ti, no te salvará sin ti” (San Agustín, Sermo 169, 11, 13). La acogida de su misericordia exige de nosotros la confesión de nuestras faltas. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia” (1 Jn 1,8-9).
1848 Como afirma san Pablo, “donde abundó el pecado, […] sobreabundó la gracia” (Rm 5, 20). Pero para hacer su obra, la gracia debe descubrir el pecado para convertir nuestro corazón y conferirnos “la justicia para la vida eterna por Jesucristo nuestro Señor” (Rm 5, 20-21). Como un médico que descubre la herida antes de curarla, Dios, mediante su Palabra y su Espíritu, proyecta una luz viva sobre el pecado:
«La conversión exige el reconocimiento del pecado, supone el juicio interior de la propia conciencia, y éste, puesto que es la comprobación de la acción del Espíritu de la verdad en la intimidad del hombre, llega a ser al mismo tiempo el nuevo comienzo de la dádiva de la gracia y del amor: “Recibid el Espíritu Santo”. Así, pues, en este “convencer en lo referente al pecado” descubrimos una «doble dádiva»: el don de la verdad de la conciencia y el don de la certeza de la redención. El Espíritu de la verdad es el Paráclito» (DeV 31).
Catecismo de la Iglesia Católica
Propósito
Procurar un estilo de vida más sencillo y sobrio para ser solidario con los necesitados.
Diálogo con Cristo
«Vivir con los pies bien plantados en la tierra, atentos a las situaciones concretas del prójimo, y, al mismo tiempo, teniendo el corazón en el Cielo, sumergido en la misericordia de Dios». Permite, Señor, que ésta sea mi actitud, mi estilo de vida. No evadir egoístamente los problemas, afrontarlos sabiendo que Tú estás conmigo, viviendo auténticamente mi libertad, dando a mi vida la trascendencia para la cual fue creada.
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por Catequesis en Familia | 7 Abr, 2017 | La Biblia
Juan 20, 19-31. Segundo Domingo del Tiempo de Pascua. Domingo de la Divina Misericordia. Es necesario salir de nosotros mismos e ir por el camino del hombre para descubrir que las llagas de Jesús son todavía hoy visibles en el cuerpo de los hermanos que tienen hambre, sed, que están desnudos, humillados, esclavizados, que se encuentran en la cárcel y en el hospital. Tocando estas llagas, acariciándolas, es posible «adorar al Dios vivo en medio de nosotros».
Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: «¡La paz esté con ustedes! Como el Padre me envió a mí, yo también los envío a ustedes». Al decirles esto, sopló sobre ellos y añadió «Reciban al Espíritu Santo. Los pecados serán perdonados a los que ustedes se los perdonen, y serán retenidos a los que ustedes se los retengan». Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: «¡Hemos visto al Señor!». El les respondió: «Si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no lo creeré». Ocho días más tarde, estaban de nuevo los discípulos reunidos en la casa, y estaba con ellos Tomás. Entonces apareció Jesús, estando cerradas las puertas, se puso en medio de ellos y les dijo: «¡La paz esté con ustedes!». Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe». Tomas respondió: «¡Señor mío y Dios mío! Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!». Jesús realizó además muchos otros signos en presencia de sus discípulos, que no se encuentran relatados en este Libro. Estos han sido escritos para que ustedes crean que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y creyendo, tengan Vida en su Nombre.
Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede
Lecturas
Primera lectura: Libro de los Hechos de los Apóstoles, Hch 2, 42-47
Salmo: Sal 118(117), 2-4.13-15ab.22-24
Segunda lectura: Epístola I de San Pedro, 1 Pe 1, 3-9
Oración introductoria
¡Señor mío y Dios mío! Ten compasión de mí porque, como Tomás, hay ocasiones en que dudo de mi fe. En este domingo que me invitas a contemplar tu inmensa misericordia, que me muestras tu costado y tus llagas, y me invitas a experimentar tu cercanía por medio de la oración, no puedo más que decir: ¡Tú, Señor, eres mi Dios!
Petición
Te pedimos Señor que nos concedas la gracia de ser dignos de la bienaventuranza: «Dichosos los que crean sin haber visto». Con la fe, nuestra vida será inmensamente dichosa, serena, sencilla y feliz. ¡Con Cristo resucitado!
Meditación del Santo Padre Francisco
Jesús, después de la resurrección, se aparece a los apóstoles, pero Tomás no estaba allí: Ha querido que esperara una semana. El Señor sabe por qué hace las cosas. Y a cada uno de nosotros le da el tiempo que él piensa que es mejor para nosotros. A Tomás le ha concedido una semana. Jesús se revela con sus llagas. Todo su cuerpo estaba limpio, hermoso, lleno de luz, pero las heridas estaban y todavía están, y cuando el Señor venga en el fin del mundo, nos hará ver sus llagas. Tomás, para creer, quería meter sus dedos en aquellas llagas:
Él era un terco. Pero el Señor se ha servido de un terco para hacernos comprender algo más grande. Tomás ha visto al Señor, y fue invitado a meter el dedo en las llagas de los clavos; meter su mano en el costado; pero no dijo: «Es verdad: ¡el Señor ha resucitado!». ¡No! Ha ido más allá. Ha dicho: «¡Dios». Fue el primero de los discípulos en hacer la confesión de la divinidad de Cristo, después de la resurrección. Y lo adoró.
Cuál era la intención del Señor para hacerlo esperar: tomar también su incredulidad, no para llevarlo a la afirmación de la resurrección, sino a la afirmación de su divinidad. El camino hacia el encuentro con Jesús-Dios, son las llagas. No hay otro…
Santo Padre Francisco: Tocar las llagas de Jesús
Homilía del miércoles, 3 de julio de 2013
Meditación del Santo Padre Benedicto XVI
Queridos hermanos y hermanas:
Este domingo cierra la Octava de Pascua como un único día «en que actuó el Señor», caracterizado por el distintivo de la Resurrección y de la alegría de los discípulos al ver a Jesús. Desde la antigüedad este domingo se llama «in albis», del término latino «alba», dado al vestido blanco que los neófitos llevaban en el Bautismo la noche de Pascua y se quitaban a los ocho días, o sea, hoy. El venerable Juan Pablo II dedicó este mismo domingo a la Divina Misericordia con ocasión de la canonización de sor María Faustina Kowalska, el 30 de abril de 2000.
De misericordia y de bondad divina está llena la página del Evangelio de san Juan (20, 19-31) de este domingo. En ella se narra que Jesús, después de la Resurrección, visitó a sus discípulos, atravesando las puertas cerradas del Cenáculo. San Agustín explica que «las puertas cerradas no impidieron la entrada de ese cuerpo en el que habitaba la divinidad. Aquel que naciendo había dejado intacta la virginidad de su madre, pudo entrar en el Cenáculo a puerta cerrada» (In Ioh. 121, 4: CCL 36/7, 667); y san Gregorio Magno añade que nuestro Redentor se presentó, después de su Resurrección, con un cuerpo de naturaleza incorruptible y palpable, pero en un estado de gloria (cfr. Hom. in Evang., 21, 1: CCL141, 219). Jesús muestra las señales de la pasión, hasta permitir al incrédulo Tomás que las toque. ¿Pero cómo es posible que un discípulo dude? En realidad, la condescendencia divina nos permite sacar provecho hasta de la incredulidad de Tomás, y de la de los discípulos creyentes. De hecho, tocando las heridas del Señor, el discípulo dubitativo cura no sólo su desconfianza, sino también la nuestra.
La visita del Resucitado no se limita al espacio del Cenáculo, sino que va más allá, para que todos puedan recibir el don de la paz y de la vida con el «Soplo creador». En efecto, en dos ocasiones Jesús dijo a los discípulos: «¡Paz a vosotros!», y añadió: «Como el Padre me ha enviado, también yo os envío». Dicho esto, sopló sobre ellos, diciendo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les son perdonados; a quienes se los retengáis, les son retenidos». Esta es la misión de la Iglesia perennemente asistida por el Paráclito: llevar a todos el alegre anuncio, la gozosa realidad del Amor misericordioso de Dios, «para que —como dice san Juan— creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su nombre» (20, 31).
A la luz de estas palabras, aliento, en particular a todos los pastores a seguir el ejemplo del santo cura de Ars, quien «supo en su tiempo transformar el corazón y la vida de muchas personas, pues logró hacerles percibir el amor misericordioso del Señor.
Santo Padre Benedicto XVI
Regina Caeli del Domingo, 11 de abril de 2010
Catecismo de la Iglesia Católica, CEC
II. La Resurrección obra de la Santísima Trinidad
648 La Resurrección de Cristo es objeto de fe en cuanto es una intervención transcendente de Dios mismo en la creación y en la historia. En ella, las tres Personas divinas actúan juntas a la vez y manifiestan su propia originalidad. Se realiza por el poder del Padre que «ha resucitado» (Hch 2, 24) a Cristo, su Hijo, y de este modo ha introducido de manera perfecta su humanidad —con su cuerpo— en la Trinidad. Jesús se revela definitivamente «Hijo de Dios con poder, según el Espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos» (Rm1, 3-4). San Pablo insiste en la manifestación del poder de Dios (cf. Rm 6, 4; 2 Co 13, 4; Flp 3, 10; Ef 1, 19-22; Hb 7, 16) por la acción del Espíritu que ha vivificado la humanidad muerta de Jesús y la ha llamado al estado glorioso de Señor.
649 En cuanto al Hijo, él realiza su propia Resurrección en virtud de su poder divino. Jesús anuncia que el Hijo del hombre deberá sufrir mucho, morir y luego resucitar (sentido activo del término) (cf. Mc 8, 31; 9, 9-31; 10, 34). Por otra parte, él afirma explícitamente: «Doy mi vida, para recobrarla de nuevo … Tengo poder para darla y poder para recobrarla de nuevo» (Jn 10, 17-18). «Creemos que Jesús murió y resucitó» (1 Ts 4, 14).
650 Los Padres contemplan la Resurrección a partir de la persona divina de Cristo que permaneció unida a su alma y a su cuerpo separados entre sí por la muerte: «Por la unidad de la naturaleza divina que permanece presente en cada una de las dos partes del hombre, las que antes estaban separadas y segregadas, éstas se unen de nuevo. Así la muerte se produce por la separación del compuesto humano, y la Resurrección por la unión de las dos partes separadas» (San Gregorio de Nisa, De tridui inter mortem et resurrectionem Domini nostri Iesu Christi spatio; cf. también DS 325; 359; 369; 539).
Catecismo de la Iglesia Católica
Diálogo con Cristo
No soy católico por seguir unos mandamientos o creer en una doctrina, sino por seguir a una persona, que me ama. Jesús, quiero ocupar esa habitación que con tanto amor has preparado para mí. No permitas que sea indiferente a esta maravillosa verdad. Ayúdame a permanecer siempre cerca de Ti, por la frescura y la delicadeza de la vida de gracia, por los momentos de oración y por la fidelidad a las inspiraciones del Espíritu Santo.
Propósito
Ayunar de pesimismo para crecer en la esperanza de que, con Cristo, puedo ser santo.
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por Catequesis en Familia | 7 Mar, 2017 | La Biblia
Lucas 11, 29-32. Miércoles de la 1.ª semana de Cuaresma. Para salvarnos es necesario seguir el «signo de Jonás», o sea, la misericordia del Señor.
Al ver Jesús que la multitud se apretujaba, comenzó a decir: «Esta es una generación malvada. Pide un signo y no le será dado otro que el de Jonás. Así como Jonás fue un signo para los ninivitas, también el Hijo del hombre lo será para esta generación. El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón. El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.
Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede
Lecturas
Primera lectura: Libro de Jonás, Jon 3, 1-10
Salmo: Sal 51(50), 3-4.12-13.18-19
Oración introductoria
Señor, conoces mi corazón, todos mis pensamientos, deseos e intenciones, buenos y malos, y sé que puedo contar con tu amor, aunque no soy digno de él. Gracias por tu paciencia y misericordia, por las innumerables gracias que hoy quieres concederme en esta oración, por eso te pido que me ilumines para dedique estos preciosos momentos a contemplar la grandeza de tu amor.
Petición
Señor, no permitas que te pida señales o dude de Ti, ayúdame a crecer cada día en la fe y en la humildad.
Meditación del Santo Padre Francisco
Hay una grave enfermedad que amenaza hoy a los cristianos: el «síndrome de Jonás», aquello que hace sentirse perfectos y limpios como recién salidos de la tintorería, al contrario de aquellos a quienes juzgamos pecadores y por lo tanto condenados a arreglárselas solos, sin nuestra ayuda. Jesús en cambio recuerda que para salvarnos es necesario seguir el «signo de Jonás», o sea, la misericordia del Señor. Es éste en sustancia el sentido de la reflexión que propuso el Papa Francisco durante la misa celebrada el lunes 14 de octubre.
Comentando las lecturas de la liturgia, tomadas de la carta de san Pablo a los Romanos (1, 1-7) y del Evangelio de Lucas (11, 29-32), el Pontífice inició precisamente por aquella «palabra fuerte» con la que Jesús se dirige a un grupo de personas llamándolas «generación perversa». Es «una palabra —observó— que casi parece un insulto: esta generación es una generación perversa. ¡Es muy fuerte! Jesús, tan bueno, tan humilde, tan manso, pero dice esta palabra». Sin embargo, como explicó el Pontífice, Él no se refería ciertamente a la gente que le seguía; se refería más bien a los doctores de la ley, a los que buscaban ponerle a prueba, hacerle caer en una trampa. Era toda gente que le pedía signos, pruebas. Y Jesús responde que el único signo que se les dará será «el signo de Jonás».
¿Pero cuál es el signo de Jonás? «La semana pasada —recordó el Papa— la liturgia nos ha hecho reflexionar sobre Jonás. Y ahora Jesús promete el signo de Jonás». Antes de explicar este signo, el Papa Francisco invitó a reflexionar sobre otro detalle que se deduce de la narración evangélica: «el síndrome de Jonás», lo que el profeta tenía en su corazón. Él «no quería ir a Nínive y huyó a España», dijo el Santo Padre. Pensaba que tenía las ideas claras: «la doctrina es ésta, se debe creer esto. Si ellos son pecadores, que se las arreglen; ¡yo no tengo que ver! Este es el síndrome de Jonás». Y «Jesús lo condena. Por ejemplo, en el capítulo vigésimo tercero de san Mateo los que creen en este síndrome son llamados hipócritas. No quieren la salvación de esa pobre gente. Dios dice a Jonás: pobre gente, no distinguen la derecha de la izquierda, son ignorantes, pecadores. Pero Jonás continúa insistiendo: ¡ellos quieren justicia! Yo observo todos los mandamientos; ellos que se las arreglen».
He aquí el síndrome de Jonás, «que golpea a quienes no tienen el celo por la conversión de la gente, buscan una santidad —me permito la palabra— una santidad de tintorería, o sea, toda bella, bien hecha, pero sin el celo que nos lleva a predicar al Señor». El Papa recordó que el Señor «ante esta generación, enferma del síndrome de Jonás, promete el signo de Jonás». Y añadió: «En la otra versión, la de Mateo, se dice: pero Jonás estuvo en la ballena tres noches y tres días… La referencia es a Jesús en el sepulcro, a su muerte y a su resurrección. Y éste es el signo que Jesús promete: contra la hipocresía, contra esta actitud de religiosidad perfecta, contra esta actitud de un grupo de fariseos».
Para aclarar más el concepto, el Obispo de Roma se refirió a otra parábola del Evangelio «que representa bien lo que Jesús quiere decir. Es la parábola del fariseo y del publicano que oran en el templo (Lucas 14, 10-14). El fariseo está tan seguro ante el altar que dice: te doy gracias Dios porque no soy como todos estos de Nínive ni siquiera como ese que está allí. Y ese que estaba allí era el publicano, que decía sólo: Señor ten piedad de mí que soy pecador».
El signo que Jesús promete «es su perdón —precisó el Papa Francisco— a través de su muerte y de su resurrección. El signo que Jesús promete es su misericordia, la que ya pedía Dios desde hace tiempo: misericordia quiero, y no sacrificios». Así que «el verdadero signo de Jonás es aquél que nos da la confianza de estar salvados por la sangre de Cristo. Hay muchos cristianos que piensan que están salvados sólo por lo que hacen, por sus obras. Las obras son necesarias, pero son una consecuencia, una respuesta a ese amor misericordioso que nos salva». Las obras solas, sin este amor misericordioso, no son suficientes.
Por lo tanto «el síndrome de Jonás afecta a quienes tienen confianza sólo en su justicia personal, en sus obras». Y cuando Jesús dice «esta generación perversa», se refiere «a todos aquellos que tienen en sí el síndrome de Jonás». Pero hay más: «El síndrome de Jonás —afirmó el Papa— nos lleva a la hipocresía, a esa suficiencia que creemos alcanzar porque somos cristianos limpios, perfectos, porque realizamos estas obras, observamos los mandamientos, todo. Una grave enfermedad, el síndrome de Jonás». Mientras que «el signo de Jonás» es «la misericordia de Dios en Jesucristo muerto y resucitado por nosotros, por nuestra salvación».
«Hay dos palabras en la primera lectura —añadió— que se relacionan con esto. Pablo dice de sí mismo que es apóstol, no porque haya estudiado, sino que es apóstol por llamada. Y a los cristianos dice: vosotros sois llamados por Jesucristo. El signo de Jonás nos llama». Que la liturgia del día, concluyó el Pontífice, nos ayude a comprender y a hacer una elección: «¿Queremos seguir el síndrome de Jonás o el signo de Jonás?».
Santo Padre Francisco: El síndrome de Jonás
Homilía del lunes, 14 de octubre de 2013
Catecismo de la Iglesia Católica, CEC
I. La misericordia y el pecado
1846 El Evangelio es la revelación, en Jesucristo, de la misericordia de Dios con los pecadores (cf Lc 15). El ángel anuncia a José: “Tú le pondrás por nombre Jesús, porque él salvará a su pueblo de sus pecados” (Mt 1, 21). Y en la institución de la Eucaristía, sacramento de la redención, Jesús dice: “Esta es mi sangre de la alianza, que va a ser derramada por muchos para remisión de los pecados” (Mt 26, 28).
1847 Dios, “que te ha creado sin ti, no te salvará sin ti” (San Agustín, Sermo 169, 11, 13). La acogida de su misericordia exige de nosotros la confesión de nuestras faltas. “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos y la verdad no está en nosotros. Si reconocemos nuestros pecados, fiel y justo es él para perdonarnos los pecados y purificarnos de toda injusticia” (1 Jn 1,8-9).
1848 Como afirma san Pablo, “donde abundó el pecado, […] sobreabundó la gracia” (Rm 5, 20). Pero para hacer su obra, la gracia debe descubrir el pecado para convertir nuestro corazón y conferirnos “la justicia para la vida eterna por Jesucristo nuestro Señor” (Rm 5, 20-21). Como un médico que descubre la herida antes de curarla, Dios, mediante su Palabra y su Espíritu, proyecta una luz viva sobre el pecado:
«La conversión exige el reconocimiento del pecado, supone el juicio interior de la propia conciencia, y éste, puesto que es la comprobación de la acción del Espíritu de la verdad en la intimidad del hombre, llega a ser al mismo tiempo el nuevo comienzo de la dádiva de la gracia y del amor: “Recibid el Espíritu Santo”. Así, pues, en este “convencer en lo referente al pecado” descubrimos una «doble dádiva»: el don de la verdad de la conciencia y el don de la certeza de la redención. El Espíritu de la verdad es el Paráclito» (DeV 31).
Catecismo de la Iglesia Católica
Propósito
Rezar el resto de esta semana, una oración para pedir la humildad.
Diálogo con Cristo
Señor, ¡qué distinto sería el mundo si los cristianos viviéramos en todo tu mensaje redentor! Mi falta de fe y soberbia inutilizan tu gracia, porque aunque digo que soy cristiano, muchas veces, en la vida diaria, me comporto como si no lo fuera, porque frecuentemente pierdo la paciencia, soy mal humorado y altanero en mi trato con los demás. Ayúdame para que, lleno de alegría y optimismo, dedique mi tiempo a querer, a amar, a sonreír y a poner en práctica mi fe para hacer feliz a los demás.
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por Luis M. Benavides | 11 Jun, 2016 | Catequesis Artículos
La palabra del perdón pueda llegar a todos y la llamada a experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida… Por vuestro bien, os pido cambiar de vida. Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador. No caigáis en la terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que ante él todo el resto se vuelve carente de valor y dignidad. Es solo una ilusión. No llevamos el dinero con nosotros al más allá. El dinero no nos da la verdadera felicidad. La violencia usada para amasar fortunas que escurren sangre no convierte a nadie en poderoso ni inmortal. Para todos, tarde o temprano, llega el juicio de Dios al cual ninguno puede escapar.
(Misericordiae Vultus, 9)
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El llamado a la conversión o cambio de vida
Escuchamos al Papa Francisco
La palabra del perdón pueda llegar a todos y la llamada a experimentar la misericordia no deje a ninguno indiferente. Mi invitación a la conversión se dirige con mayor insistencia a aquellas personas que se encuentran lejanas de la gracia de Dios debido a su conducta de vida… Por vuestro bien, os pido cambiar de vida. Os lo pido en el nombre del Hijo de Dios que si bien combate el pecado nunca rechaza a ningún pecador. No caigáis en la terrible trampa de pensar que la vida depende del dinero y que ante él todo el resto se vuelve carente de valor y dignidad. Es solo una ilusión. No llevamos el dinero con nosotros al más allá. El dinero no nos da la verdadera felicidad. La violencia usada para amasar fortunas que escurren sangre no convierte a nadie en poderoso ni inmortal. Para todos, tarde o temprano, llega el juicio de Dios al cual ninguno puede escapar.
La misma llamada llegue también a todas las personas promotoras o cómplices de corrupción… La corrupción es una obstinación en el pecado, que pretende sustituir a Dios con la ilusión del dinero como forma de poder. Para erradicarla de la vida personal y social son necesarias prudencia, vigilancia, lealtad, transparencia, unidas al coraje de la denuncia. Si no se la combate abiertamente, tarde o temprano busca cómplices y destruye la existencia… ¡Este es el tiempo oportuno para cambiar de vida! Este es el tiempo para dejarse tocar el corazón!
Misericordiae Vultus, 9
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Escuchamos la Palabra de Dios
Jesús entró en Jericó y atravesaba la ciudad. Allí vivía un hombre muy rico llamado Zaqueo, que era el jefe de los publicanos. Él quería ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. Entonces se adelantó y subió a un sicomoro para poder verlo, porque iba a pasar por allí. Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: Zaqueo, baja pronto, porque hoy tengo que alojarme en tu casa. Zaqueo bajó rápidamente y lo recibió con alegría. Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: Se ha ido a alojar en casa de un pecador. Pero Zaqueo dijo resueltamente al Señor: Señor, voy a dar la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le daré cuatro veces más. Y Jesús le dijo: Hoy ha llegado la salvación a esta casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido.
Evangelio según san Lucas 19, 1-10
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Un salmo para alabar
A cada estrofa del salmo repetimos:
Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias, a él, que es mi salvador y mi Dios.
¿Cuándo iré a contemplar el rostro de Dios?
Júzgame, oh Dios,
y defiende mi causa
contra la gente sin piedad;
líbrame del hombre falso y perverso.
Si tú eres mi Dios y mi fortaleza,
¿por qué me rechazas?
¿Por qué tendré que estar triste,
oprimido por mi enemigo?
Envíame tu luz y tu verdad:
que ellas me encaminen
y me guíen a tu santa Montaña,
hasta el lugar donde habitas.
Y llegaré al altar de Dios,
el Dios que es la alegría de mi vida;
y te daré gracias con la cítara,
Señor, Dios mío.
¿Por qué te deprimes, alma mía?
¿Por qué te inquietas?
Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,
a él, que es mi salvador y mi Dios.
Salmo 43
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Para reflexionar y/o compartir en grupo
-
Pensamos en aquellos que nos sentimos alejados, por diferentes circunstancias.
-
¿Nos dejamos tocar el corazón por el amor misericordioso de Jesús?
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¿Qué nos sugiere la frase de Francisco: “este es el tiempo oportuno para cambiar de vida…”
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¿Qué actitudes serían necesarias de nuestra parte? Escribimos una pequeña lista de actitudes y las colocamos en el corazón de Jesús. Oramos por el otro.
-
¿Somos capaces de tomar la iniciativa, como Jesús, para reconstruir el vínculo?
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Intenciones
A cada intención respondemos: : ¡Ayúdanos a cambiar de vida y a convertir nuestro corazón!
-
Te rogamos que protejas y acompañes al Papa Francisco para que siga denunciando con firmeza las injusticias y desigualdades de este mundo. Oremos…
-
Haz que podamos cambiar, con nuestras actitudes de vida, todo sistema que conduce a la insensibilidad social. Oremos…
-
Ayúdanos a ser cada día más comprometidos, denunciando toda clase de opresión y esclavitud, sometimiento y corrupción. Oremos…
-
Te pedimos por los que más tienen, para que toques su corazón y los hagas sensibles frente a las necesidades de los más pobres. Oremos…
-
Ayúdanos a tomar conciencia y liberarnos de todo sistema corrupto, que destruye nuestras vidas y la de nuestros hermanos. Oremos…
-
Para que la Iglesia siga siendo fiel a su misión profética de denunciar todo aquello que atente contra la vida humana. Oremos…
Agregamos nuestras intenciones personales y comunitarias…
Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y el Gloria.
Repetimos con convicción la advocación: ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío!
Oración: Señor de la fortaleza y el perdón. Te pedimos que vengas en nuestro auxilio y nos orientes cuando estamos perdidos, alejados de Ti y de nuestros hermanos. Haz que podamos acercarnos a Ti con un corazón contrito y arrepentido y que por los méritos de la preciosa sangre de tu Hijo, Jesucristo, nuestros pecados sean perdonados y podamos alcanzar la felicidad y la vida en plenitud. ¡Te lo pedimos por Jesucristo, nuestro Señor! ¡Amén! ¡Aleluya!
Señal de la Cruz
* * *
Compromiso personal del mes
Este mes de junio voy a hacer una confesión general ante un sacerdote u otro compromiso similar. También podré enseñar al que no sabe y corregir, con caridad, al que yerra u otro compromiso similar.
* * *
Para memorizar y rezar durante el mes
¡María de Guadalupe, ayúdanos a cambiar de vida y ser misericordiosos con nuestros hermanos!
* * *
La misericordia en los santos
San Ignacio de Loyola (1491-1556).
Un ministerio entre enfermos y pobres.
Luego de su gran conversión, desarrolló frecuentemente su ministerio entre los enfermos incurables en varios hospitales. En Roma abrió una casa para ex-prostitutas, otra para jóvenes sometidas a explotación y un orfanato. También importante, como Superior General de la recién nacida Compañía de Jesús, fue su insistencia en que todos los novicios debían hacer algún tipo de experiencia en un ministerio que se desarrollase entre enfermos y pobres. Sus ejercicios espirituales han abierto los ojos de muchos hombres y mujeres sobre el papel de Dios en sus vidas, y han inflamado su corazón para que pudieran dedicar su vida a las obras de caridad.
* * *
Un cuento para pensar
Cambiar a los demás
Hace mucho tiempo en la China, una joven llamada Li-Li se casó y fue a vivir con el marido y la suegra. Después de algunos días, no se entendía con ella. Sus personalidades eran muy diferentes y Li-Li fue irritándose con los hábitos de la suegra, que frecuentemente la criticaba. Los meses pasaron, Li-Li y su suegra cada vez discutían y peleaban más. De acuerdo con una antigua tradición china, la nuera tiene que cuidar a la suegra y obedecerla en todo.
Li-Li, no soportando más vivir con la suegra, tomó la decisión de envenenar a su suegra. Para ello, fue a visitar al Sr. Huang, un antiguo amigo de su padre.
Después de oírla, él tomó un paquete de hierbas y le dijo:
-No deberás usarlas de una sola vez para liberarte de tu suegra, porque ello causaría sospechas. Deberás darle varias hierbas que irán lentamente envenenando su cuerpo. Cada dos días pondrás un poco de estas hierbas en su comida. Ahora, para tener certeza de que cuando ella muera nadie sospechará de ti, deberás tener mucho cuidado y actuar de manera muy amigable. No discutas, ayúdala a resolver sus problemas. Recuerda tienes que escucharme y seguir todas mis instrucciones.
Li-Li respondió: –Sí, maestro Huang, haré todo lo que usted me diga.
Li-Li agradeció al maestro Huang y regresó diligente para comenzar con el proyecto de asesinar a su suegra. Fueron pasando las semanas y cada dos días –según le había indicado el señor Huang- Li-Li servía una comida especialmente preparada para su suegra. Siempre recordaba lo que el maestro le había recomendado para evitar sospechas: controlaba su temperamento, obedecía a su suegra y la trataba como si fuese su propia madre. Después de seis meses, la casa entera estaba completamente cambiada.
Li-Li había controlado su temperamento y ya no aborrecía a su suegra. En esos meses, no había tenido ni una discusión con ella, que ahora parecía mucho más amable y más fácil de lidiar con ella. Las actitudes de la suegra también cambiaron y ambas pasaron a tratarse como madre e hija. Desesperada, Li-Li fue nuevamente en procura del maestro Huang, para pedirle ayuda y le dijo:
–Querido Sr. Huang, por favor ayúdeme a evitar que el veneno mate a mi suegra. Ella se ha transformado en una mujer agradable y la amo como si fuese mi propia madre. No quiero que ella muera por causa del veneno que le di.
El Sr. Huang sonrió y señaló con la cabeza:
–Li-Li no tienes por qué preocuparte. Tú suegra no ha cambiado, la que cambió fuiste tú. Las hierbas que te di, eran vitaminas para mejorar su salud. El veneno estaba en su mente, en su actitud, pero fue echado fuera y sustituido por el amor que pasaste a darle a ella.
Adaptación de leyenda tradicional china – Autor desconocido
Para disfrutar del buen cine
· TÍTULO EN CASTELLANO |
ORIGEN
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DIRECTOR
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PROTAGONISTAS
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Título Original / Otro Título
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AÑO
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DURACIÓN
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GÉNERO
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CALIFICACIÓN
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Alguien tiene que ceder
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USA
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Nancy Meyers
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J. Nicholson / D. Keaton/ K. Reeves
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Something’s Gotta Giv (Cuando menos los esperas)
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2003
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128 min
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comedia
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atp
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Mis tardes con Margueritte
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francia
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Jean Becker
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G. Depardieu / G. Casadesus
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La tête en friche
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2010
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82 min
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com / dram
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sam 13
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Alguien tiene que ceder. Harry Sanborn (Jack Nicholson) es un solterón adinerado y cascarrabias que sólo sale con mujeres mucho más jóvenes que él. Él y Marin (Amanda Peet), su última conquista, han planeado un romántico fin de semana en la casa de la playa de la madre de ella, Erica Barry (Diane Keaton), una famosa guionista divorciada. Harry sufre un infarto y Erica acepta a regañadientes cuidarlo hasta que se reponga. Harry, asombrado, se da cuenta de que se siente atraído por ella. Pero a Erica también la corteja un joven médico (K. Reeves). Una vez recuperado, Harry a sus viejos hábitos. Sin embargo, la relación con Erica ha alterado su vida y sus sentimientos. Esta deliciosa comedia nos habla de los cambios que pueden suceder en nuestras vidas cuando el amor nos sorprende.
Mis tardes con Margueritte. Germain Chazes (Gérard Depardieu) es un hombre obeso, y simple, que vive en una casa rodante, en el jardín de su recalcitrante madre. Su vida transcurre entre el café y darle de comer a las palomas de la plaza del pueblo. Los demás lo consideran un imbécil, hasta que Margueritte (Gisèle Casadesus), una anciana muy culta, compañera de simpatía por las palomas, le descubre el universo de los libros y las palabras. Desde entonces, su relación con los demás y consigo mismo cambiará sensiblemente; mostrando que lo importante en la vida es la relación que nos une con nuestro prójimo o próximo.
* * *
* * *
· CADENA DE FAVORES
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USA
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Mimi Leder
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H. Hunt/ K. Spacey/H. Osment
|
Pay it forward
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2000
|
124 min
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COMEDIA
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ATP
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· LAS LLAVES DEL REINO
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USA
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John M. Stahl
|
Gregory Peck / Vincent Price
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The Keys of the Kingdom
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1944
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147 min
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DRAMA
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SAM 14
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por Luis M. Benavides | 27 Abr, 2016 | Catequesis Artículos
Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios… Con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor de la Santísima Trinidad. La misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de revelar el misterio del amor divino en plenitud. “Dios es amor” (1 Jn 4,8.16), afirma por la primera y única vez en toda la Sagrada Escritura el evangelista Juan. Este amor se ha hecho ahora visible y tangible en toda la vida de Jesús. Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona y ofrece gratuitamente. Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia. En él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión. Lo que movía a Jesús en todas las circunstancias no era sino la misericordia, con la cual leía el corazón de los interlocutores y respondía a sus necesidades más reales.
(Misericordiae Vultus, 1 y 8)
* * *
Jesucristo es el rostro de la misericordia
Escuchamos al Papa Francisco
Jesús de Nazaret con su palabra, con sus gestos y con toda su persona revela la misericordia de Dios… Con la mirada fija en Jesús y en su rostro misericordioso podemos percibir el amor de la Santísima Trinidad. La misión que Jesús ha recibido del Padre ha sido la de revelar el misterio del amor divino en plenitud. “Dios es amor” (1 Jn 4,8.16), afirma por la primera y única vez en toda la Sagrada Escritura el evangelista Juan. Este amor se ha hecho ahora visible y tangible en toda la vida de Jesús. Su persona no es otra cosa sino amor. Un amor que se dona y ofrece gratuitamente. Sus relaciones con las personas que se le acercan dejan ver algo único e irrepetible. Los signos que realiza, sobre todo hacia los pecadores, hacia las personas pobres, excluidas, enfermas y sufrientes llevan consigo el distintivo de la misericordia. En él todo habla de misericordia. Nada en Él es falto de compasión. Lo que movía a Jesús en todas las circunstancias no era sino la misericordia, con la cual leía el corazón de los interlocutores y respondía a sus necesidades más reales.
Misericordiae Vultus, 1 y 8
* * *
Escuchamos la Palabra de Dios
Pero Dios, que es rico en misericordia, por el gran amor con que nos amó, precisamente cuando estábamos muertos a causa de nuestros pecados, nos hizo revivir con Cristo –¡ustedes han sido salvados gratuitamente!– y con Cristo Jesús nos resucitó y nos hizo reinar con él en el cielo. Así, Dios ha querido demostrar a los tiempos futuros la inmensa riqueza de su gracia por el amor que nos tiene en Cristo Jesús. Porque ustedes han sido salvados por su gracia, mediante la fe. Esto no proviene de ustedes, sino que es un don de Dios; y no es el resultado de las obras, para que nadie se gloríe. Nosotros somos creación suya: fuimos creados en Cristo Jesús, a fin de realizar aquellas buenas obras, que Dios preparó de antemano para que las practicáramos.
Carta de san Pablo a los Efesios 2, 4-10
* * *
Un salmo para alabar
A cada estrofa del salmo repetimos:
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios viviente:
¿Cuándo iré a contemplar el rostro de Dios?
Como la cierva sedienta
busca las corrientes de agua,
así mi alma suspira
por ti, mi Dios.
Las lágrimas son mi único pan
de día y de noche,
mientras me preguntan sin cesar:
«Dónde está tu Dios?»
¿Por qué te deprimes, alma mía?
¿Por qué te inquietas?
Espera en Dios, y yo volveré a darle gracias,
a él, que es mi salvador y mi Dios
De día, el Señor me dará su gracia;
y de noche, cantaré mi alabanza
al Dios de mi vida.
Salmo 42
* * *
Para reflexionar y/o compartir en grupo
- ¿Somos capaces de leer en el corazón de los demás su situación de vida?
- ¿Qué cosas nos impiden acercarnos a los demás? Realizar un listado.
- ¿Qué actitudes nuestras facilitan el encuentro con el otro? Realizar un listado.
- Comparar ambos listados y contrastarlos con el actuar de Jesús.
- ¿Los demás perciben en nosotros el rostro misericordioso de Jesús? ¿De qué manera? ¿En qué ocasiones?
* * *
Intenciones
A cada intención respondemos: : ¡Ayúdanos a ser compasivos y misericordiosos como Jesús!
- Acompaña al Papa Francisco en su misión de anunciar y revelar el misterio del amor, proclamado por Jesús. Oremos…
- Ilumina a la Iglesia para que cada día demuestre, con su actuar, la riqueza del amor, manifestado en Cristo Jesús. Oremos…
- Haz que podamos descubrir en nuestros hermanos el rostro sufriente de Jesús. Oremos…
- Te pedimos que nos ayudes a ser compasivos con nuestros hermanos que sufren, están desamparados y son excluidos de las riquezas de este mundo. Oremos…
- Ayúdanos a enfrentar, con paciencia y fortaleza, el camino de la enfermedad que nos doblega el espíritu y el cuerpo, cuando afecta nuestras vidas. Oremos…
- Enséñanos a ser solidarios con todos nuestros hermanos que están pasando por momentos de dolor; convierte nuestra indiferencia, que es otra cara silenciosa de la violencia. Oremos…
Agregamos nuestras intenciones personales y comunitarias…
Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y el Gloria.
Repetimos con convicción la advocación: ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío!
Oración: Señor del Perdón, que nos enviaste a tu Hijo único, Jesús, para que conozcamos el Camino, la Verdad y la Vida, te pedimos que nunca nos apartemos de la senda que nos conduce a tu divina misericordia. Haz que por sus méritos podamos alcanzar la felicidad y la vida eterna, junto a todos tus hijos en el Reino de los Cielos. A ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amén! ¡Aleluya!
Señal de la Cruz
* * *
Compromiso personal del mes
Este mes de mayo voy a perdonar una deuda que tiene pendiente conmigo tal persona. También podré acoger al forastero ayudar en alguna institución católica que colabora con los inmigrantes u otro compromiso similar.
* * *
Para memorizar y rezar durante el mes
¡María de Guadalupe, ayúdanos a reflejar el rostro misericordioso de Jesús a nuestros hermanos!
* * *
La misericordia en los santos
Beato José Gabriel Brochero, el cura gaucho (1840-1914).
Peor que la lepra… En cierta ocasión un hombre le dijo al cura Brochero, luego de que este visitara a un enfermo de lepra.
-Señor Cura, no se exponga tanto a enfermarse… mire que vale más su vida que la de ese hombre. Ya lo ha confesado, déjelo que muera en paz.
-¡Caray, que habías sido bárbaro! Si la lepra no vale nada… La lepra hedionda es la de adentro, y esa no se pega, esa se lava con la caridad…
Al final de su vida, ya estando ciego y leproso, el cura Brochero decía:
-“Aquí me la paso desgranando rosarios…”
* * *
Un cuento para pensar
El pan de Cristo
Víctor, al cabo de unos meses de encontrarse sin trabajo, se vio obligado a recurrir a la mendicidad para sobrevivir, cosa que detestaba profundamente. Una fría tarde de invierno se encontraba en las inmediaciones de un club privado, cuando observó a un hombre y su esposa que entraban al mismo. Víctor le pidió al hombre unas monedas para poder comprarse algo de comer.
–Lo siento, amigo, pero no tengo nada de cambio –replicó éste.
La mujer, que oyó la conversación, preguntó: –¿Qué quería ese pobre hombre?
–Dinero para una comida. Dijo que tenía hambre –respondió su marido.
–Lorenzo, no podemos entrar a comer una comida suntuosa que no necesitamos y ¡dejar a un hombre hambriento aquí afuera!
– ¡Hoy en día hay un mendigo en cada esquina! Seguro que quiere el dinero para beber alcohol.
– ¡Yo tengo un poco de cambio! Le daré algo –replicó la mujer.
Aunque Víctor estaba de espaldas a ellos, oyó todo lo que dijeron. Avergonzado, quería alejarse corriendo de allí, pero en ese momento oyó la voz amable de la mujer que le decía:
–Aquí tiene unas monedas. Consígase algo de comer. Aunque la situación está difícil, no pierda las esperanzas. En alguna parte hay un empleo para usted. Espero que pronto lo encuentre.
–¡Muchas gracias, señora! Me ha ayudado a recobrar ánimo y a comenzar de nuevo. Jamás olvidaré su gentileza.
–Estará usted comiendo el pan de Cristo. Compártalo –dijo ella con una cálida sonrisa –dirigida más bien a un hombre y no a un mendigo.
El hombre encontró un lugar barato donde comer, gastó la mitad de lo que la señora le había dado y resolvió guardar lo que le sobraba para otro día. Comería el pan de Cristo dos días. Víctor sintió como si una descarga eléctrica corría por su interior. ¡El pan de Cristo! En ese preciso instante pensó: “no puedo guardarme el pan de Cristo solamente para mí mismo”. Justo pasaba un anciano. Quizás ese pobre anciano tenga hambre, pensó. Tengo que compartir el pan de Cristo.
–¡Oiga! –exclamó Víctor. ¿Le gustaría entrar y comerse una buena comida? El viejo se dio vuelta y lo miró con descreimiento.
–¿Habla usted en serio, amigo? El hombre no daba crédito a su buena fortuna hasta que se sentó a la mesa, cubierta con un hule y le pusieron delante un plato de guiso caliente. Durante la cena, Víctor notó que el hombre envolvía un pedazo de pan en su servilleta de papel.
–¿Está guardando un poco para mañana? –le preguntó.
–¡No, no…! Es que hay un chico que conozco por donde suelo frecuentar. La ha pasado mal últimamente y estaba llorando cuando lo dejé. Tenía hambre. Le voy a llevar el pan.
¡El pan de Cristo! -recordó nuevamente las palabras de la mujer- y tuvo la extraña sensación de que había un tercer convidado sentado en aquella mesa. A lo lejos, las campanas de una iglesia parecían entonar un viejo himno que había aprendido en la escuela dominical cuando era niño. Los dos hombres llevaron el pan al niño hambriento, que comenzó a engullírselo. De golpe se detuvo y llamó a un perro, un perro perdido y asustado.
–Aquí tienes, perrito. Te doy la mitad –dijo el niño. El pan de Cristo alcanzará también para el hermano cuadrúpedo. El niño había cambiado totalmente de semblante. Se puso de pie y comenzó a vender el periódico con entusiasmo.
–¡Hasta luego! –dijo Víctor al viejo. En alguna parte hay un empleo para usted. Pronto dará con él. No desespere. ¿Sabe? –Su voz se tornó en un susurro- esto que hemos comido, es el pan de Cristo; una señora me lo dijo, cuando me dio aquellas monedas para comprarlo. ¡El futuro nos deparará algo bueno!
Al alejarse el viejo, Víctor se dio vuelta y se encontró con el perro que le olfateaba la pierna. Se agachó para acariciarlo y descubrió que tenía un collar que llevaba grabado la dirección del dueño. Víctor recorrió el largo camino hasta la lujosa casa del dueño y llamó a la puerta. Al salir éste y ver que había encontrado a su perro, se puso contentísimo. De golpe, la expresión de su rostro se tornó seria. Estaba por reprocharle a Víctor -que seguramente había robado el perro para cobrar la recompensa- pero no lo hizo. Víctor ostentaba un cierto aire de dignidad que lo detuvo. En cambio dijo:
–En el periódico vespertino de ayer ofrecí una recompensa. ¡Aquí tiene!
Víctor miró el billete medio aturdido. –No puedo aceptarlo –dijo quedamente-. Sólo quería hacerle un bien al perro y a usted.
–¡Téngalo! Para mí, lo que usted hizo vale mucho más que eso. ¿Le interesaría un empleo? Venga a mi oficina mañana. Me hace mucha falta una persona íntegra como usted. Al volver a emprender Víctor la caminata por la avenida, aquel viejo himno que recordaba de su niñez volvió a sonarle en el alma. Se titulaba “Parte y comparte el Pan de Cristo…”
Adaptación – Autor desconocido
Para disfrutar del buen cine
TÍTULO EN CASTELLANO |
ORIGEN
|
DIRECTOR
|
PROTAGONISTAS
|
Título Original / Otro Título
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AÑO
|
DURACIÓN
|
GÉNERO
|
CALIFICACIÓN
|
CADENA DE FAVORES
|
USA
|
Mimi Leder
|
H. Hunt/ K. Spacey/H. Osment
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Pay it forward
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2000
|
124 min
|
COMEDIA
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ATP
|
LAS LLAVES DEL REINO
|
USA
|
John M. Stahl
|
Gregory Peck / Vincent Price
|
The Keys of the Kingdom
|
1944
|
147 min
|
DRAMA
|
SAM 14
|
Cadena de favores. Un niño (H. Joel Osment) imagina un curioso sistema para mejorar el mundo; hacer favores desinteresadamente. Su profesor (Kevin Spacey) lo alienta en este cometido y su madre (Helen Hunt) lo va acompañando en su cometido. Para sorpresa de todos, la generosa propuesta causa furor entre la gente. De alguna manera, el film nos está mostrando que cada vez que hacemos algo por los demás, todo alrededor nuestro cambia y nos vamos sintiendo cada día más humanos. Pensando en el mensaje cristiano, las obras de misericordia son el distintivo que debiera caracterizarnos.
Las llaves del Reino. Este clásico del cine nos muestra al Padre Francis Chisholm (Gregory Peck), un misionero de origen escocés que se encuentra trabajando en la China de los años treinta, donde la pobreza extrema y despotismo de sus gobernantes son moneda corriente. El Padre Francis, rodeado de un ambiente hostil a la religión católica, va enfrentándose a las dificultades y logra, a través de su bondad y amor al prójimo, ganarse el corazón de sus parroquianos. La película muestra cómo la misericordia es un lenguaje universal que llega a todos los hombres y mujeres de todos los tiempos.
* * *
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· CADENA DE FAVORES
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USA
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Mimi Leder
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H. Hunt/ K. Spacey/H. Osment
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Pay it forward
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2000
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124 min
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COMEDIA
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ATP
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· LAS LLAVES DEL REINO
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USA
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John M. Stahl
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Gregory Peck / Vincent Price
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The Keys of the Kingdom
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1944
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147 min
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DRAMA
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SAM 14
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por Luis M. Benavides | 2 Abr, 2016 | Catequesis Artículos
Nos será inútil en este contexto recordar la relación existente entre justicia y misericordia. No son dos momentos contrastantes entre sí, sino un solo momento que se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del amor… La misericordia no es contraria a la justicia sino que expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer…
(Misericordiae Vultus, 20)
* * *
Dios va más allá de la justicia, con la misericordia y el perdón
Escuchamos al Papa Francisco
Nos será inútil en este contexto recordar la relación existente entre justicia y misericordia. No son dos momentos contrastantes entre sí, sino un solo momento que se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del amor… La misericordia no es contraria a la justicia sino que expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer… Si Dios se detuviera en la justicia, dejaría de ser Dios; sería como todos los hombres que invocan respeto por la ley. La justicia por sí misma no basta, y la experiencia enseña que apelando solamente a ella se corre el riesgo de destruirla. Por esto, Dios va más allá de la justicia con la misericordia y el perdón. Esto no significa restarle valor a la justicia o hacerla superflua, al contrario. Quien se equivoca deberá expiar la pena. Solo que este no es el fin, sino el inicio de la conversión, porque se experimenta la ternura del perdón. Dios no rechaza la justicia. Él la engloba y la supera en un evento superior donde se experimenta el amor que está a la base de una verdadera justicia… Esta justicia de Dios es la misericordia concedida a todos como gracia en razón de la muerte y resurrección de Jesucristo. La Cruz de Cristo, entonces, es el juicio de Dios sobre todos nosotros y sobre el mundo, porque nos ofrece la certeza del amor y de la vida nueva.
Misericordiae Vultus, 20
* * *
Escuchamos la Palabra de Dios
Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Pero cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí; ofrecían sacrificios a los Baales y quemaban incienso a los ídolos. ¡Y yo había enseñado a caminar a Efraím, lo tomaba por los brazos! Pero ellos no reconocieron que yo los cuidaba. Yo los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor; era para ellos como los que alzan a una criatura contra sus mejillas, me inclinaba hacia él y le daba de comer. Efraím volverá a Egipto y Asiria será su rey, porque rehusaron volver a mí. La espada hará estragos en sus ciudades, destrozará los barrotes de sus puertas y los devorará a causa de sus intrigas. Mi pueblo está aferrado a su apostasía: se los llama hacia lo alto, pero ni uno solo se levanta. ¿Cómo voy a abandonarte, Efraím? ¿Cómo voy a entregarte, Israel? ¿Cómo voy a tratarte como a Admá o a dejarte igual que Seboím? Mi corazón se convulsiona dentro de mí, y al mismo tiempo se estremecen mis entrañas. No daré curso al furor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín, porque soy Dios, no un hombre; el Santo en medio de ti y no es mi deseo aniquilar…
Oseas 11, 1-9
* * *
Un salmo para alabar
A cada estrofa del salmo repetimos:
¡Qué grandes son tus obras, Señor, qué profundos tus designios!
Es bueno dar gracias al Señor,
y cantar, Dios Altísimo, a tu Nombre;
proclamar tu amor de madrugada,
y tu fidelidad en las vigilias de la noche,
con el arpa de diez cuerdas y la lira,
con música de cítara.
Tú me alegras, Señor, con tus acciones,
cantaré jubiloso por la obra de tus manos.
El hombre insensato no conoce
y el necio no entiende estas cosas.
El justo florecerá como la palmera,
crecerá como los cedros del Líbano:
trasplantado en la Casa del Señor,
florecerá en los atrios de nuestro Dios.
En la vejez seguirá dando frutos,
se mantendrá fresco y frondoso,
para proclamar qué justo es el Señor, mi Roca,
en quien no existe la maldad.
Salmo 92
* * *
Para reflexionar y/o compartir en grupo
- Pensamos en situaciones en nuestras vidas en las que reclamamos justicia o que percibimos que fueron muy injustos con nosotros. ¿Qué sentimos en dichos momentos? Realizamos una pequeña lista. La compartimos en grupos de a cuatro.
- ¿En qué situaciones consideramos que el perdón sería superador de la justicia? Pensemos ejemplos concretos.
- Compartimos lo que nos sugiere la frase del Papa Francisco: “La justicia de Dios es su perdón”.
- ¿Creemos que es posible compatibilizar justicia con misericordia? ¿De qué manera?
- ¿Qué nos enseñó Jesús al respecto? ¿En qué episodios evangélicos Jesús nos mostró que es posible entender que la misericordia va más allá de la justicia?
* * *
Intenciones
A cada intención respondemos: ¡Señor de la Paciencia, te rogamos que conviertas nuestro corazón de piedra en un corazón sensible!
- Protege al el Papa Francisco y haz que su testimonio valiente de la Misericordia de Dios sirva de unión entre todos los pueblos. Oremos…
- Te pedimos que la misericordia sea la regla de vida de todos los discípulos de Jesús, reunidos en su Iglesia. Oremos…
- Enséñanos a ser justos, pero sobre todo, ayúdanos a ser misericordiosos con nuestros hermanos. Oremos…
- Padre, te suplicamos que salves nuestras almas, liberándolas de todas nuestras limitaciones, para que los frutos de nuestras obras sean manifestaciones de tu amor. Oremos…
- Te pedimos que cambies nuestras decisiones egoístas, nuestra arrogancia, nuestra tristeza y toda huella negativa que se encuentre en nuestro interior. Oremos…
- Te pedimos perdón por todos los aquellos a quienes hemos herido, para que por la intercesión de Jesús Misericordioso, nos ayudes a reconciliarnos con ellos y sanar sus heridas. Oremos…
Agregamos nuestras intenciones personales y comunitarias…
Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y el Gloria.
Repetimos con convicción la advocación: ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío!
Oración: : Señor de la Paciencia, por el don de tu gracia, abres las puertas de nuestro corazón, para que podamos experimentar tu consuelo y perdón. Te rogamos que nos ayudes a ser misericordiosos con nuestros hermanos y que, por el don de la fe en Jesús, nos traigas la Salvación. ¡Por tu gran misericordia, perdona nuestras faltas y ayúdanos a vivir conforme a tu Palabra! Te lo pedimos a Ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amén! ¡Aleluya!
Señal de la Cruz
* * *
Compromiso personal del mes
Este mes de abril voy a reconciliarme con aquel familiar o amigo que hace tiempo que estoy distanciado. También podré consolar a aquel prójimo que está triste, angustiado o deprimido u otro compromiso similar…
* * *
Para memorizar y rezar durante el mes
¡María de Guadalupe, ayúdanos a ir más allá de la justicia, con la misericordia y el perdón!
* * *
La misericordia en los santos
Santa Teresita del Niño Jesús (1873-1897). Jesús hace dulce hasta lo más amargo.
Cuenta la misma Santa Teresita: “Un día, en la recreación, me dijo con aire muy satisfecho más o menos estas palabras:-¿Querría decirme, hermana Teresa del Niño Jesús, qué es lo que la atrae tanto en mí? Siempre que me mira, la veo sonreír. ¡Ay!, lo que me atraía era Jesús, escondido en el fondo de su alma… Jesús, que hace dulce hasta lo más amargo… Le respondí que sonreía porque me alegraba verla (por supuesto que no añadí que era bajo un punto de vista espiritual).”
* * *
Un cuento para pensar
El herido y el capellán
Cuentan que un capellán, se aproximó a un herido en medio del fragor de la batalla y le preguntó:
–¿Quieres que te lea la Biblia?
–Primero dame agua que tengo sed, dijo el herido.
El capellán le convidó el último trago de su cantimplora, aunque sabía que no había más agua en kilómetros a la redonda.
–¿Ahora? –preguntó nuevamente el capellán.
–Primero dame de comer, suplicó el herido.
El capellán le dio el último mendrugo de pan que atesoraba en su mochila.
–Tengo frío, fue el siguiente clamor, y el hombre de Dios se despojó de su abrigo de campaña, pese al frío que calaba los huesos y cubrió al lesionado.
–Ahora sí –le dijo al capellán. Háblame de ese Dios que te hizo darme tu último sorbo de agua, tu último mendrugo y tu único abrigo. ¡Quiero conocerlo en su bondad…!
Adaptación – Autor desconocido
Para disfrutar del buen cine
TÍTULO EN CASTELLANO |
ORIGEN
|
DIRECTOR
|
PROTAGONISTAS
|
Título Original / Otro Título
|
AÑO
|
DURACIÓN
|
GÉNERO
|
CALIFICACIÓN
|
ROMERO |
USA
|
John Duigan
|
Richard Jordan / Raul Juliá
|
Romero, el santo del pueblo
|
1989
|
100 min
|
Testimonial
|
SAM 14
|
Sonata para un hombre bueno |
alemania
|
F. Gallenberger
|
Ulrich Tukur / Daniel Brühl
|
John Rabe
|
2009
|
134 min
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draM BIOGRAF
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SAM 13
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Romero. Narra la vida de Mons. Oscar Romero (Raul Juliá), arzobispo del Salvador, que se dedicó trabajar por los más pobres, a criticar la desigualdad social y a la defensa de los derechos humanos. Mons. Romero murió asesinado, en el año 1980; precisamente, en el momento que celebraba Misa del Domingo de Ramos, como un signo preclaro de quienes entregan sus vidas a los demás y a la causa del Evangelio.
Sonata para un hombre bueno. Basada en hechos reales, durante la invasión japonesa a China (1937-1938). John Rabe (Ulrich Tukur) era un empresario alemán exitoso radicado en China. Tras la invasión de China, arriesgando su vida, sus posesiones y su prestigio, libró de la muerte a más de 200.000 chinos durante la masacre de Nanking. Su acción decidida en defensa de toda vida humana, nos muestra cómo podemos alcanzar la justicia y el perdón a través de la misericordia.
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por Guillermo Mirecki | 1 Abr, 2016 | Sin categoría
Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia”. Estas palabras de santo Tomás de Aquino muestran cuánto la misericordia divina no es en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la omnipotencia de Dios. Es por esto que la liturgia, en una de las colectas más antiguas, invita a orar diciendo: ¡Oh, Dios, que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y el perdón! Dios será siempre para la humanidad como Aquél que está presente, cercano, providente, santo y misericordioso.
«Paciente y misericordioso» es el binomio que a menudo aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de Dios. Su ser misericordioso se constata concretamente en tantas acciones de la historia de la salvación donde su bondad prevalece por encima del castigo y la destrucción. Así pues, la misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor “visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón.
(Misericordiae Vultus, 6)
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Dios va más alla de la justicia, con la misericordia y el perdón
Escuchamos al Papa Francisco
ABRIL 2016
Dios va más allá de la justicia,
con la misericordia y el perdón
Escuchamos al Papa Francisco
“Nos será inútil en este contexto recordar la relación existente entre justicia y misericordia. No son dos momentos contrastantes entre sí, sino un solo momento que se desarrolla progresivamente hasta alcanzar su ápice en la plenitud del amor… La misericordia no es contraria a la justicia sino que expresa el comportamiento de Dios hacia el pecador, ofreciéndole una ulterior posibilidad para examinarse, convertirse y creer… Si Dios se detuviera en la justicia, dejaría de ser Dios; sería como todos los hombres que invocan respeto por la ley. La justicia por sí misma no basta, y la experiencia enseña que apelando solamente a ella se corre el riesgo de destruirla. Por esto, Dios va más allá de la justicia con la misericordia y el perdón. Esto no significa restarle valor a la justicia o hacerla superflua, al contrario. Quien se equivoca deberá expiar la pena. Solo que este no es el fin, sino el inicio de la conversión, porque se experimenta la ternura del perdón. Dios no rechaza la justicia. Él la engloba y la supera en un evento superior donde se experimenta el amor que está a la base de una verdadera justicia… Esta justicia de Dios es la misericordia concedida a todos como gracia en razón de la muerte y resurrección de Jesucristo. La Cruz de Cristo, entonces, es el juicio de Dios sobre todos nosotros y sobre el mundo, porque nos ofrece la certeza del amor y de la vida nueva.”
Misericordiae Vultus, 20
Escuchamos la Palabra de Dios
“Cuando Israel era niño, yo lo amé, y de Egipto llamé a mi hijo. Pero cuanto más los llamaba, más se alejaban de mí; ofrecían sacrificios a los Baales y quemaban incienso a los ídolos. ¡Y yo había enseñado a caminar a Efraím, lo tomaba por los brazos! Pero ellos no reconocieron que yo los cuidaba. Yo los atraía con lazos humanos, con ataduras de amor; era para ellos como los que alzan a una criatura contra sus mejillas, me inclinaba hacia él y le daba de comer. Efraím volverá a Egipto y Asiria será su rey, porque rehusaron volver a mí. La espada hará estragos en sus ciudades, destrozará los barrotes de sus puertas y los devorará a causa de sus intrigas. Mi pueblo está aferrado a su apostasía: se los llama hacia lo alto, pero ni uno solo se levanta. ¿Cómo voy a abandonarte, Efraím? ¿Cómo voy a entregarte, Israel? ¿Cómo voy a tratarte como a Admá o a dejarte igual que Seboím? Mi corazón se convulsiona dentro de mí, y al mismo tiempo se estremecen mis entrañas. No daré curso al furor de mi cólera, no volveré a destruir a Efraín, porque soy Dios, no un hombre; el Santo en medio de ti y no es mi deseo aniquilar…”
Libro del Profeta Oseas 11, 1-9
Un salmo para alabar. A cada estrofa del salmo repetimos:
¡Qué grandes son tus obras, Señor,
qué profundos tus designios!
Es bueno dar gracias al Señor,
y cantar, Dios Altísimo, a tu Nombre;
proclamar tu amor de madrugada,
y tu fidelidad en las vigilias de la noche,
con el arpa de diez cuerdas y la lira,
con música de cítara.
Tú me alegras, Señor, con tus acciones,
cantaré jubiloso por la obra de tus manos.
El hombre insensato no conoce
y el necio no entiende estas cosas.
El justo florecerá como la palmera,
crecerá como los cedros del Líbano:
trasplantado en la Casa del Señor,
florecerá en los atrios de nuestro Dios.
En la vejez seguirá dando frutos,
se mantendrá fresco y frondoso,
para proclamar qué justo es el Señor,
mi Roca, en quien no existe la maldad.
Salmo 92
Para reflexionar y/o compartir en grupo
- Pensamos en situaciones en nuestras vidas en las que reclamamos justicia o que percibimos que fueron muy injustos con nosotros. ¿Qué sentimos en dichos momentos? Realizamos una pequeña lista. La compartimos en grupos de a cuatro.
- ¿En qué situaciones consideramos que el perdón sería superador de la justicia? Pensemos ejemplos concretos.
- Compartimos lo que nos sugiere la frase del Papa Francisco: “La justicia de Dios es su perdón”.
- ¿Creemos que es posible compatibilizar justicia con misericordia? ¿De qué manera?
- ¿Qué nos enseñó Jesús al respecto? ¿En qué episodios evangélicos Jesús nos mostró que es posible entender que la misericordia va más allá de la justicia?
Intenciones. A cada intención respondemos: ¡Señor de la Paciencia, te rogamos que conviertas nuestro corazón de piedra en un corazón sensible!
– Protege al el Papa Francisco y haz que su testimonio valiente de la Misericordia de Dios sirva de unión entre todos los pueblos. Oremos…
– Te pedimos que la misericordia sea la regla de vida de todos los discípulos de Jesús, reunidos en su Iglesia. Oremos…
– Enséñanos a ser justos, pero sobre todo, ayúdanos a ser misericordiosos con nuestros hermanos. Oremos…
– Padre, te suplicamos que salves nuestras almas, liberándolas de todas nuestras limitaciones, para que los frutos de nuestras obras sean manifestaciones de tu amor. Oremos…
– Te pedimos que cambies nuestras decisiones egoístas, nuestra arrogancia, nuestra tristeza y toda huella negativa que se encuentre en nuestro interior. Oremos…
– Te pedimos perdón por todos los aquellos a quienes hemos herido, para que por la intercesión de Jesús Misericordioso, nos ayudes a reconciliarnos con ellos y sanar sus heridas. Oremos…
Agregamos nuestras intenciones personales y comunitarias…
Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y el Gloria.
Repetimos con convicción la advocación: ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío!
Oración: Señor de la Paciencia, por el don de tu gracia, abres las puertas de nuestro corazón, para que podamos experimentar tu consuelo y perdón. Te rogamos que nos ayudes a ser misericordiosos con nuestros hermanos y que, por el don de la fe en Jesús, nos traigas la Salvación. ¡Por tu gran misericordia, perdona nuestras faltas y ayúdanos a vivir conforme a tu Palabra! Te lo pedimos a Ti, que vives y reinas por los siglos de los siglos. ¡Amén! ¡Aleluya!
Señal de la Cruz
Compromiso personal del mes. Este mes de abril voy a reconciliarme con aquel familiar o amigo que hace tiempo que estoy distanciado. También podré consolar a aquel prójimo que está triste, angustiado o deprimido u otro compromiso similar…
Para memorizar y rezar durante el mes: ¡María de Guadalupe, ayúdanos a ir más allá de la justicia, con la misericordia y el perdón!
La misericordia en los santos
Santa Teresita del Niño Jesús (1873-1897). Jesús hace dulce hasta lo más amargo. Cuenta la misma Santa Teresita: “Un día, en la recreación, me dijo con aire muy satisfecho más o menos estas palabras:-¿Querría decirme, hermana Teresa del Niño Jesús, qué es lo que la atrae tanto en mí? Siempre que me mira, la veo sonreír. ¡Ay!, lo que me atraía era Jesús, escondido en el fondo de su alma… Jesús, que hace dulce hasta lo más amargo… Le respondí que sonreía porque me alegraba verla (por supuesto que no añadí que era bajo un punto de vista espiritual).”
Un cuento para rumiar
EL HERIDO Y EL CAPELLÁN
Cuentan que un capellán, se aproximó a un herido en medio del fragor de la batalla y le preguntó:
–¿Quieres que te lea la Biblia?
–Primero dame agua que tengo sed, dijo el herido.
El capellán le convidó el último trago de su cantimplora, aunque sabía que no había más agua en kilómetros a la redonda.
–¿Ahora? –preguntó nuevamente el capellán.
–Primero dame de comer, suplicó el herido.
El capellán le dio el último mendrugo de pan que atesoraba en su mochila.
–Tengo frío, fue el siguiente clamor, y el hombre de Dios se despojó de su abrigo de campaña, pese al frío que calaba los huesos y cubrió al lesionado.
–Ahora sí –le dijo al capellán. Háblame de ese Dios que te hizo darme tu último sorbo de agua, tu último mendrugo y tu único abrigo. ¡Quiero conocerlo en su bondad…!
Adaptación – Autor desconocido
Para disfrutar del buen cine
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ORIGEN
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DIRECTOR
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PROTAGONISTAS
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Título Original / Otro Título
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AÑO
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DURACIÓN
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GÉNERO
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CALIFICACIÓN
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USA
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John Duigan
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Richard Jordan / Raul Juliá
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Romero, el santo del pueblo
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1989
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100 min
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Testimonial
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SAM 14
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- Sonata para un hombre bueno
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alemania
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F. Gallenberger
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Ulrich Tukur / Daniel Brühl
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John Rabe
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2009
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134 min
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draM BIOGRAF
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SAM 13
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Romero. Narra la vida de Mons. Oscar Romero (Raul Juliá), arzobispo del Salvador, que se dedicó trabajar por los más pobres, a criticar la desigualdad social y a la defensa de los derechos humanos. Mons. Romero murió asesinado, en el año 1980; precisamente, en el momento que celebraba Misa del Domingo de Ramos, como un signo preclaro de quienes entregan sus vidas a los demás y a la causa del Evangelio.
Sonata para un hombre bueno. Basada en hechos reales, durante la invasión japonesa a China (1937-1938). John Rabe (Ulrich Tukur) era un empresario alemán exitoso radicado en China. Tras la invasión de China, arriesgando su vida, sus posesiones y su prestigio, libró de la muerte a más de 200.000 chinos durante la masacre de Nanking. Su acción decidida en defensa de toda vida humana, nos muestra cómo podemos alcanzar la justicia y el perdón a través de la misericordia.
por SS Francisco | 24 Feb, 2016 | Catequesis Magisterio
Queridos hermanas y hermanos:
En esta catequesis presentamos la historia de Nabot que nos muestra al poder y la autoridad que pierden su dimensión de servicio y de misericordia. El rey Ajab quiere comprar la viña de Nabot por conveniencia personal. Nabot se niega, porque para Israel la tierra es de Dios, prenda de su bendición, y se debe custodiar y trasmitir a la siguiente generación. Ajab se enfurece por no haber satisfecho su deseo. La reina Jezabel usará su poder para matar a Nabot y así quedarse con la viña.
Qué lejos está esto de la palabra de Jesús, que dice: «Quien quiera ser el primero… sea el servidor de todos» (Mc;9,35). Sin la dimensión del servicio, el poder se convierte en arrogancia y opresión. Si no hay justicia, misericordia y respeto a la vida, la autoridad se queda en mera codicia, que destruye a los demás en su afán de poseer. Pero la misericordia puede vencer el pecado. Dios envía a Elías para que amoneste al rey y se arrepienta. Con todo, el mal causado dejará una herida que tendrá consecuencias en la historia. Sólo Jesús puede sanar estas heridas y cambiar la historia, pues desde el trono de la cruz, el verdadero rey sale a nuestro encuentro, vence el pecado y la muerte, y nos da vida.
Saludos
Saludo cordialmente a los peregrinos de lengua española, en especial a los grupos provenientes de España y Latinoamérica. Que el ejemplo de Jesús transforme nuestra concepción de poder para que siempre vivamos nuestra responsabilidad como un servicio, en el que manifestar su misericordia a los demás.
Santo Padre Francisco: Audiencia general del miércoles, 24 de febrero de 2016
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por Luis M. Benavides | 21 Feb, 2016 | Catequesis Artículos
Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia”. Estas palabras de santo Tomás de Aquino muestran cuánto la misericordia divina no es en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la omnipotencia de Dios. Es por esto que la liturgia, en una de las colectas más antiguas, invita a orar diciendo: ¡Oh, Dios, que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y el perdón! Dios será siempre para la humanidad como Aquél que está presente, cercano, providente, santo y misericordioso.
«Paciente y misericordioso» es el binomio que a menudo aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de Dios. Su ser misericordioso se constata concretamente en tantas acciones de la historia de la salvación donde su bondad prevalece por encima del castigo y la destrucción. Así pues, la misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor “visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón.
(Misericordiae Vultus, 6)
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Dios es más omnipotente cuando muestra misericordia
Escuchamos al Papa Francisco
Es propio de Dios usar misericordia y especialmente en esto se manifiesta su omnipotencia”. Estas palabras de santo Tomás de Aquino muestran cuánto la misericordia divina no es en absoluto un signo de debilidad, sino más bien la cualidad de la omnipotencia de Dios. Es por esto que la liturgia, en una de las colectas más antiguas, invita a orar diciendo: ¡Oh, Dios, que revelas tu omnipotencia sobre todo en la misericordia y el perdón! Dios será siempre para la humanidad como Aquél que está presente, cercano, providente, santo y misericordioso.
“Paciente y misericordioso” es el binomio que a menudo aparece en el Antiguo Testamento para describir la naturaleza de Dios. Su ser misericordioso se constata concretamente en tantas acciones de la historia de la salvación donde su bondad prevalece por encima del castigo y la destrucción. Así pues, la misericordia de Dios no es una idea abstracta, sino una realidad concreta con la cual Él revela su amor, que es como el de un padre o una madre que se conmueven en lo más profundo de sus entrañas por el propio hijo. Vale decir que se trata realmente de un amor “visceral”. Proviene desde lo más íntimo como un sentimiento profundo, natural, hecho de ternura y compasión, de indulgencia y de perdón.”
Misericordiae Vultus, 6
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Escuchamos la Palabra de Dios
El Señor pasó delante de Moisés y exclamó: «El Señor es un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad. Él mantiene su amor a lo largo de mil generaciones y perdona la culpa, la rebeldía y el pecado…
Éxodo 34, 6-7
Tan cierto como que estoy vivo, palabra de Yavé, que no deseo la muerte del malvado, sino que renuncie a su mala conducta y viva…
Ezequiel 33, 11
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Un salmo para alabar
A cada estrofa del salmo repetimos:
¡Piedad, Señor, pecamos contra ti!
Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,
y renueva la firmeza de mi espíritu.
No me arrojes lejos de tu presencia
ni retires de mí tu santo espíritu.
Devuélveme la alegría de tu salvación,
que tu espíritu generoso me sostenga:
yo enseñaré tu camino a los impíos
y los pecadores volverán a ti.
¡Líbrame de la muerte, Dios, salvador mío,
y mi lengua anunciará tu justicia!
Abre mis labios, Señor,
y mi boca proclamará tu alabanza.
Los sacrificios no te satisfacen;
si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:
mi sacrificio es un espíritu contrito,
tú no desprecias el corazón contrito y humillado.
Salmo 51, 12-21
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Para reflexionar y/o compartir en grupo
- Pensemos en situaciones concretas de nuestras vidas en que pudimos tener misericordia con los demás. ¿Qué sentimos en esos momentos?
- ¿La omnipotencia y la misericordia son conceptos contrapuestos? Justifiquemos y compartamos nuestras respuestas.
- En el ambiente que nos movemos todos los días: nuestra familia, el estudio, el trabajo, nuestro grupo de pertenencia, entre otros próximos, ¿con quiénes creemos que tendríamos que ser más pacientes y misericordiosos?
- ¿Qué podemos hacer concretamente para acercarnos a aquellos que están sufriendo alrededor nuestro?
- En grupo, pensar cinco acciones concretas para aliviar el sufrimiento de nuestro prójimo. Concretar y definir a quiénes, cómo, cuándo, con qué recursos, en qué momento, por cuánto tiempo… Plasmarlo en un afiche.
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Intenciones
A cada intención respondemos: ¡Señor de la Misericordia, te pedimos que habites en nuestro corazón!
Te pedimos por el Papa Francisco para que pueda seguir proclamando a todo el mundo el rostro misericordioso de Dios Padre. Oremos…
Haz que tu Iglesia pueda expresar tu amor misericordioso, de manera visible y tangible para el mundo. Oremos…
Ayúdanos a hacer de tu misericordia nuestra experiencia de vida. Oremos…
Te rogamos que nos permitas descubrir que lo importante en la vida es amar a nuestros hermanos como lo hizo Jesús. Oremos…
Enséñanos a ser pacientes y misericordiosos con nuestros hermanos. Oremos…
Ayúdanos a construir una patria más justa, fraterna y solidaria; de manera que podamos descubrir tu grandeza a través de tu misericordia divina. Oremos…
Agregamos nuestras intenciones personales y comunitarias…
Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y el Gloria.
Repetimos con convicción la advocación: ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío! ¡Jesús, en vos confío!
Oración: Padre, que tu amor Divino venga en nuestro auxilio y nos haga cada día más misericordiosos. Atraviésanos con tu Misericordia y haz de nuestras vidas un lugar de luz, para nosotros, nuestras familias, nuestra patria y todos aquellos que nos rodean y necesitan. ¡Te lo pedimos a través de Jesús Misericordioso! ¡Amén!
Señal de la Cruz
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Compromiso personal del mes
Este mes de marzo voy a perdonar de corazón a alguien que me hizo un mal sin haberse dado cuenta. También podré dar consejo y apoyo al que lo necesita u otro compromiso similar…
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Para memorizar y rezar durante el mes
¡María de Guadalupe, ayúdanos a manifestar la misericordia de Dios a nuestros hermanos!
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La misericordia en los santos
San Francisco de Asís (1182-1226). Por el amor de Dios. Un día, estando Francisco en la tienda donde solía vender telas, y enfrascado en reflexiones relativas a su comercio, se le presentó un mendigo pidiéndole limosna por el amor de Dios. Absorto en sus afanes de lucro y en las preocupaciones de su negocio, lo echó, negándole la limosna. Pero después que el pobre se fue, Francisco, movido por la gracia divina, empezó a reprocharse su falta de cortesía, diciéndose: “Si este mendigo te hubiera pedido algo en nombre de algún noble o persona importante, le hubieras dado cuanto te pedía. ¡Con mayor razón debiste hacerlo cuando te pedía algo en nombre del Rey de reyes y Señor de todos!” A partir de ese momento se comprometió a nunca negarle nada a quien le pidiera ayuda en el nombre del Señor. Y, llamando al mendigo, le dio una abundante limosna.
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Un cuento para pensar
LA SILLA VACÍA
Analía, angustiada, se acercó a la parroquia para pedirle al Padre Martín que fuera a su casa para realizar una oración por su padre, Roberto, que estaba muy enfermo. Cuando el sacerdote llegó a la habitación de Roberto, encontró a este hombre en su cama con la cabeza alzada por un par de almohadas. Había una silla al lado de su cama, por lo que el sacerdote pensó que el hombre sabía que vendría a verlo.
—¡Supongo, que me estaba esperando! —le dijo.
—¡No! ¿Quién es usted? —contestó Roberto.
—Soy el sacerdote que su hija llamó para realizar una oración; cuando vi la silla vacía al lado de su cama, sospeché que usted sabía que yo vendría a visitarlo.
—¡Oh, sí! ¡La silla…! —exclamó el enfermo.
—¿Le importaría cerrar la puerta?
El Padre Martín, sorprendido, la cerró.
—Nunca le he dicho esto a nadie, pero toda mi vida la he pasado sin saber cómo orar. Cuando he estado en la iglesia, siempre escuché que se debía orar y los beneficios que de esta actitud se desprenden; pero, la verdad es que esto de la oración me entró por un oído y salió por otro, pues nunca tuve idea de cómo hacerlo. Entonces, hace mucho tiempo abandoné por completo la oración. Esto ha sido así hasta hace unos cuatro años, cuando conversando con mi mejor amigo me dijo:
—Roberto, esto de la oración es simplemente tener una conversación con Jesús. Así es como te sugiero que lo hagas: te sientas en una silla y colocas otra silla vacía, enfrente tuyo. Luego, con fe, miras a Jesús sentado delante de ti. No es algo alocado el hacerlo, pues Él nos dijo: “Yo estaré siempre con ustedes”. Por lo tanto, le hablas y lo escuchas, de la misma manera como lo estás haciendo conmigo ahora.
—La cuestión es que lo hice una vez y, ¡me gustó tanto, que lo he seguido haciendo unas dos horas diarias, desde entonces! Siempre tengo mucho cuidado que no me vaya a ver mi hija, pues me internaría en un asilo para ancianos.
El Padre Martín sintió una gran emoción al escuchar esto y le dijo a Roberto que era muy bueno lo que había estado haciendo, y que no cesara de hacerlo. Luego hizo una oración con él, le dio una bendición y volvió a su parroquia.
Dos días después, la hija de Roberto llamó al sacerdote para decirle que su padre había fallecido. El sacerdote le preguntó:
—¿Falleció en paz?
—¡Sí! Cuando salía de casa, a eso de las dos de la tarde, me llamó y fui a verlo. Me dijo lo mucho que me quería y me dio un beso. Cuando regresé de hacer compras, una hora más tarde, ya lo encontré muerto. Pero, hay algo extraño con respecto a su muerte. Aparentemente, justo antes de morir, se acercó a la silla que estaba al lado de su cama y recostó su cabeza en ella, pues así lo encontré.
—¿Qué cree, usted, que pueda significar esto?
El Padre Martín, se secó las lágrimas de emoción y le respondió:
—¡Ojalá, que todos nos pudiésemos ir de la misma manera…!
Autor desconocido
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Para disfrutar del buen cine
TÍTULO EN CASTELLANO |
ORIGEN
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DIRECTOR
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PROTAGONISTAS
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Título Original / Otro Título
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AÑO
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DURACIÓN
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GÉNERO
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CALIFICACIÓN
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Ben-Hur |
usa
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William Wyler
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Charlton Heston / Jack Hawkins
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1959
|
212 min
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Épico / relig
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ATP
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Madre Teresa |
ITALIA
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Fabrizio Costa
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Olivia Hussey / S. Somma
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2003
|
180 min
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BIOGRAFÍA
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Ben-Hur. En la Antigua Roma, del siglo I, Judá Ben-Hur (Charlton Heston), hijo de una familia noble de Jerusalén y Mesala (Stephen Boyd), tribuno romano, eran amigos desde la infancia. Un accidente los transforma en enemigos irreconciliables: Ben-Hur es acusado de atentar contra la vida del gobernador romano y Mesala manda encarcelarlo a él y a su familia. Mientras Ben-Hur es trasladado a las galeras para cumplir su condena, un hombre, llamado Jesús de Nazaret, se apiada de él y le da de beber. Este encuentro fortuito, lleno de amor y con la mirada misericordiosa de Jesús va cambiando la vida de Ben-Hur. Finalmente es liberado y sale en busca de su madre y su hermana; a quienes encuentra, precisamente, durante los hechos de la pasión, muerte y resurrección de Jesús. Esta obra del cine clásico, nos habla de la confianza en Jesús Resucitado y de la misericordia, como característica distintiva de los primeros cristianos.
Madre Teresa. Hacia la mitad del siglo XX, la ciudad de Calcuta recibe el triste mote de “la cloaca del mundo”. Desheredados, enfermos, moribundos yacen desesperados por doquier y abandonados a su suerte. En medio de todo este sufrimiento surge una monja, la Madre Teresa (Olivia Hussey) que funda una congregación de religiosas que se dedica en cuerpo y alma a ayudar a los pobres, a curar a los leprosos que mueren en las calles, a cuidar a los huérfanos y niños abandonados, a acompañar a los moribundos hacia su muerte… El camino de la Madre Teresa no está exento de problemas, pero nos muestra que la fe en Dios y la abnegación en la entrega al prójimo, sin recibir nada a cambio, es el camino de quienes siguen a Jesús.
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