La fe, producto de la vida familiar

La fe, producto de la vida familiar

Personalmente, sé que mi fe ha sido producto de mi vida familiar. Recuerdo muy vivamente momentos y experiencias en las que diversas situaciones se ponían siempre en relación con Dios.

«Religión=Relación» con un Ser que nos transciende, que en nuestro caso es Abba, el Dios que Jesucristo nos ha enseñado. Esta fe o confianza radical en Dios afianzada desde los primeros años de vida y desde las situaciones cotidianas en el hogar, hace que la fe sea una fe sólida y enraizada desde la vida, como todo lo que se aprende desde casa y en los primeros años.

Cuando el niño vive cualquier experiencia buena o mala a la que sus padres le dan buen sentido y además la ponen en relación con Dios esto queda grabado para siempre.

Por poner un ejemplo, si una niña tiene una mala experiencia en el colegio ya que se han reído de ella porque tiene gafas, al llegar a casa su padre la toma en sus brazos, le dice que le quiere mucho y que además está preciosa con esas gafas tan bonitas y después le dice que así como él le quiere Dios también le quiere con sus gafas y todo y que para Él es la niña más preciosa del mundo, esa niña aprende por medio del cariño de su padre el cariño de Dios.

Todo lo que se aprende desde niño y rodeado del calor y del amor de los padres queda grabado para siempre.

Ayudar a los padres a que descubran que la fe es un tesoro que va a hacer mucho bien a sus hijos o hijas, que va a dar sentido a sus vidas y que las va a hacer más plenas es una labor pastoral preciosa. Ellos lo ven y lo viven con agrado.

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Pilar Iceta Olaizola

Delegada de catequesis de la diócesis de San Sebastián (España)