Catequesis sobre el Sacramento de la Unción de los enfermos

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Cristo dispensa su salvación mediante los sacramentos y de manera muy especial, a los que sufren enfermedades o tienen una discapacidad, a través de la gracia de la Unción de los Enfermos. Para cada uno, el sufrimiento es siempre un extraño. Su presencia nunca se puede domesticar. Por eso es difícil de soportar y, más difícil aún como lo han hecho algunos grandes testigos de la santidad de Cristo— acogerlo como ingrediente de nuestra vocación o, como lo ha formulado Bernadette, aceptar «sufrir todo en silencio para agradar a Jesús». Para poder decir esto hay que haber recorrido un largo camino en unión con Jesús. Desde ese momento, en compensación, es posible confiar en la misericordia de Dios tal como se manifiesta por la gracia del Sacramento de los Enfermos. Bernadette misma, durante una vida a menudo marcada por la enfermedad, recibió este sacramento en cuatro ocasiones. La gracia propia del mismo consiste en acoger en sí a Cristo médico. Sin embargo, Cristo no es médico al estilo de mundo. Para curarnos, Él no permanece fuera del sufrimiento padecido; lo alivia viniendo a habitar en quien está afectado por la enfermedad, para llevarla consigo y vivirla junto con el enfermo. La presencia de Cristo consigue romper el aislamiento que causa el dolor. El hombre ya no está solo con su desdicha, sino conformado a Cristo que se ofrece al Padre, como miembro sufriente de Cristo y participando, en Él, al nacimiento de la nueva creación.

Sin la ayuda del Señor, el yugo de la enfermedad y el sufrimiento es cruelmente pesado. Al recibir la Unción de los Enfermos, no queremos otro yugo que el de Cristo, fortalecidos con la promesa que nos hizo de que su yugo será suave y su carga ligera (cf. Mt 11,30). Invito a los que recibirán la Unción de los Enfermos durante esta Misa a entrar en una esperanza como ésta.

Santo Padre emérito Benedicto XVI

Santa Misa con los enfermos. Homilía del lunes 15 de septiembre de 2008

Basílica de Nuestra Señora del Rosario, Lourdes

Viaje apostólico a Francia con ocasión del 150 Aniversario de las apariciones de Lourdes

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Curso sobre los sacramentos. La Unción de los Enfermos

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Catequesis sobre el Sacramento de la Unción de los enfermos


¿Qué es la unción de los enfermos?

Dios Padre nos ama tanto que ha querido dejarnos un sacramento especial para cuando nos acercamos a esos momentos tan difíciles para cualquier persona: la enfermedad grave y la muerte. La unción de los enfermos es el sacramento que da fuerza, ánimo y consuelo a una persona enferma y la prepara, si es necesario, para una santa muerte.


¿Cuándo empezó la unción de los enfermos?

Durante su vida, Jesús siempre mostró un gran amor por aquellos que padecían algún mal, que tenían alguna enfermedad o dolor. Recuerda que el Evangelio nos cuenta cómo Jesús curó a paralíticos, ciegos y otros enfermos.

Esta preocupación por los enfermos, el Señor, la comunica a sus discípulos. Jesús, en dos momentos del Evangelio, les decía lo que debían hacer con los enfermos: 

  • «(…) y curaron a numerosos enfermos, ungiéndolos con óleo» (Mc.6,13).
  • «(…) impondrán las manos sobre los enfermos, y los curarán» (Mc.16,18).

El apóstol Santiago nos cuenta la costumbre que ya existía entre los primeros cristianos con estas palabras: «Si alguno entre ustedes está enfermo, que llame a los presbíteros de la Iglesia, para que oren por él y lo unjan con óleo en el nombre del Señor. La oración que nace de la fe salvará al enfermo, el Señor lo aliviará, y si tuviera pecados, le serán perdonados» (Sant 5, 14-15).


¿Qué piensa Jesús sobre el dolor?

Jesús nunca se quejó, nunca se rebeló ante el sufrimiento, ante el dolor del alma o del cuerpo. Con su propia vida él nos enseñó que el dolor tiene un sentido. Desde que él lo asumió libremente, dio UN SENTIDO NUEVO AL DOLOR.

Desde entonces el cristiano sabe que la enfermedad no es una maldición, sino que puede ser un MEDIO DE SANTIFICACIÓN, un medio para acercarse más a Dios. Pero ¿cómo? Desde que Jesús ofreció su dolor para la salvación de todos nosotros, cualquier persona puede ofrecer su enfermedad por su salvación o por la de los demás. La enfermedad y el dolor, adquieren así un valor que en si mismo no poseía.

Además, la enfermedad puede también ayudarnos a que nos preparemos mejor para nuestro encuentro con el Señor de nuestra vida.

Jesús, en una muestra más de amor, quiso dejarnos el SACRAMENTO DE LA UNCIÓN DE LOS ENFERMOS para vivir mejor estos momentos.


¿Cuándo se recibe el Sacramento de la Unción de los enfermos?

La Unción se recibe cuando se comienza a estar en peligro de muerte por causa de enfermedad o por la vejez. Es importante no esperar a que la persona esté agonizando. En esto la familia es muy importante, ya que son ellos, los que sin miedo, tienen que llamar al Sacerdote cuando la persona no lo puede hacer por si misma.

Este Sacramento se puede volver a recibir, luego de unos meses, si la enfermedad se agrava. En el caso de que se lo haya recibido por vejez, y no haya enfermedades graves, también puede volver a recibirse cada dos años.


¿Cómo se hace la unción de los enfermos?

Primero debes saber que solo el SACERDOTE puede dar este sacramento. En el caso de que la persona no pueda ir a la Parroquia, los familiares más directos, llaman al padre para que vaya a donde se encuentra el enfermo o el anciano. El padre unge con el Óleo de los enfermos (el óleo es un aceite de oliva que es bendecido por el Obispo el jueves santo) la frente y las manos del enfermo y dice la siguiente oración: 

«Por esta santa unción y por su bondadosa misericordia te ayude el Señor con la gracia del Espíritu Santo. Para que, libre de tus pecados, te conceda la salvación y te conforte en tu enfermedad».

Recordemos una vez más que no es bueno pensar que este sacramento debe darse cuando la persona ya esta muriendo, pues la Iglesia recomienda que se de al comienzo de la enfermedad, para que la persona lo reciba con lucidez (o sea que sé de cuenta) y fervor, ya que la unción ayuda también, si así Dios lo quisiere, para curar la enfermedad.

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Fuente original: Parroquia Inmaculada Concepción de Monte Grande


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