
Es admirable descubrir la imaginación de Jesús para explicar lo más misterioso. «El Remo de los Cielos se parece...», y van apareciendo en la escena, reyes que reparten talentos, mujeres con escoba relimpiando los rincones en busca de una moneda, pescadores, mercaderes, pastores, y hasta un Padre al que se marchó su hijo pequeño, dando un portazo. ¿De dónde pudo sacar tanta fantasía, tanto acierto para hacerse entender por gentes, sin más formación que la que te enseña la vida diana? Su maestro «oficial» no pudo ser otro que el rabino rústico de un pueblo pequeño (y encima, de mala fama) que reuniría a unos cuantos rapaces para enseñarles, ¡lo de siempre!