Evangelio del día: Yo soy la vid y mi Padre el viñador

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Juan 15, 1-8. Miércoles de la 5.ª semana del Tiempo de Pascua. La vida del alma es encuentro con Cristo, Rostro concreto de Dios: es oración silenciosa y perseverante, es vida sacramental, es Evangelio meditado, es acompañamiento espiritual, es pertenencia cordial a la Iglesia, a vuestras comunidades eclesiales

«Yo soy la verdadera vid y mi Padre es el viñador. El corta todos mis sarmientos que no dan fruto; al que da fruto, lo poda para que dé más todavía. Ustedes ya están limpios por la palabra que yo les anuncié. Permanezcan en mí, como yo permanezco en ustedes. Así como el sarmiento no puede dar fruto si no permanece en la vid, tampoco ustedes, si no permanecen en mí. Yo soy la vid, ustedes los sarmientos El que permanece en mí, y yo en él, da mucho fruto, porque separados de mí, nada pueden hacer. Pero el que no permanece en mí, es como el sarmiento que se tira y se seca; después se recoge, se arroja al fuego y arde. Si ustedes permanecen en mí y mis palabras permanecen en ustedes, pidan lo que quieran y lo obtendrán. La gloria de mi Padre consiste en que ustedes den fruto abundante, y así sean mis discípulos».

Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede

Lecturas

Primera lectura: Libro de los Hechos de los Apóstoles, Hch 15, 1-6

Salmo: Sal 122(121), 1-5

Oración introductoria

Padre, mi gran y buen viñador. Que esta oración me ayude a descubrir todo lo que tenga que «podar» en mi vida, para poder unirme plenamente a tu amada vid, Cristo, que me da la gracia para vivir en plenitud, como discípulo y misionero de su amor.

Petición

Señor, dame la gracia de ser un sarmiento que viva siempre unido a Ti, para poder dar fruto.

Meditación del Santo Padre emérito Benedicto XVI

Queridos amigos, os invito a cultivar la vida espiritual. Jesús dijo: «Yo soy la vid, vosotros los sarmientos. El que permanece en mí y yo en él, ese da mucho fruto; porque separados de mí no podéis hacer nada» (Jn 15, 5). Jesús no hace juegos de palabras; es claro y directo. Todos le entienden y toman posición. La vida del alma es encuentro con él, Rostro concreto de Dios. Es oración silenciosa y perseverante, es vida sacramental, es Evangelio meditado, es acompañamiento espiritual, es pertenencia cordial a la Iglesia, a vuestras comunidades eclesiales.

Pero ¿cómo se puede amar, entrar en amistad con alguien a quien no se conoce? El conocimiento impulsa al amor y el amor estimula el conocimiento. Así sucede también con Cristo. Para encontrar el amor con Cristo, para encontrarlo realmente como compañero de nuestra vida, ante todo debemos conocerlo. Como los dos discípulos que lo siguen después de escuchar las palabras del Bautista y le dicen tímidamente: «Rabbí, ¿dónde vives?» (Jn 1, 38), quieren conocerlo de cerca.

Es el mismo Jesús quien, hablando con los discípulos, distingue: «¿Quién dice la gente que soy yo?» (cf. Mt 16, 13), refiriéndose a los que lo conocen de lejos, por decirlo así «de segunda mano». «Y vosotros ¿quién decís que soy yo?», refiriéndose a los que lo conocen «de primera mano», habiendo vivido con él, habiendo entrado realmente en su vida personalísima hasta convertirse en testigos de su oración, de su diálogo con el Padre.

Así, es importante que tampoco nosotros nos limitemos a la superficialidad de tantos que escucharon algo acerca de él: que era una gran personalidad, etc…, sino que entremos en una relación personal para conocerlo realmente. Y esto exige el conocimiento de la Escritura, sobre todo de los Evangelios, donde el Señor habla con nosotros. Estas palabras no siempre son fáciles, pero entrando en ellas, entrando en diálogo, llamando a la puerta de las palabras, diciendo al Señor: «Ábreme», encontramos realmente palabras de vida eterna, palabras vivas para hoy, tan actuales como lo fueron en aquel momento y como lo serán en el futuro.

Santo Padre emérito Benedicto XVI

Discurso del domingo, 18 de mayo de 2008

Propósito

Confirmamos día tras día en cada actividad de nuestra vida, el amor a Cristo y a su Iglesia.

Diálogo con Cristo

La Palabra de Dios es la verdad. «Pidan lo que quieran y se les concederá». Señor, ¿por qué conociendo tu Palabra no la hago vida? ¿Por qué mi meditación frecuentemente no es auténtica oración? Sin Ti, mi vida es incompleta, sin Ti, la vida no tiene un sentido pleno, sin Ti, no puedo dar fruto, por eso hoy te pido tu gracia para que mi oración me lleve a compartir con los demás la alegría de haberte encontrado.

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