Juan 19, 31-37. Solemnidad del Sagrado Corazón de Jesús. La Solemnidad del Sagrado Corazón es la «fiesta del amor».
Era el día de la Preparación de la Pascua. Los judíos pidieron a Pilato que hiciera quebrar las piernas de los crucificados y mandara retirar sus cuerpos, para que no quedaran en la cruz durante el sábado, porque ese sábado era muy solemne. Los soldados fueron y quebraron las piernas a los dos que habían sido crucificados con Jesús. Cuando llegaron a él, al ver que ya estaba muerto, no le quebraron las piernas, sino que uno de los soldados le atravesó el costado con la lanza, y en seguida brotó sangre y agua. El que vio esto lo atestigua: su testimonio es verdadero y él sabe que dice la verdad, para que también ustedes crean. Esto sucedió para que se cumpliera la Escritura que dice: «No le quebrarán ninguno de sus huesos». Y otro pasaje de la Escritura, dice: «Verán al que ellos mismos traspasaron».
Sagrada Escritura en el portal web de la Santa Sede
Lecturas
Primera lectura: Libro del profeta Oséas, Os 11, 1. 3-4. 8c-9
Salmo: Is 12, 2-6
Segunda lectura: Carta de san Pablo a los Efesios, Ef 3, 8-12. 14-19
Oración introductoria
Dios mío, Tú eres rico en misericordia, al punto tal de entregarnos a tu Hijo Jesús, para librarnos del pecado. Me reconozco pecador, indigno y débil, humildemente imploro me acojas en esta oración porque quiero permanecer en tu rebaño.
Petición
Sagrado Corazón de Jesús, traspasado por mis pecados, ten piedad y misericordia.
Meditación del Santo Padre Francisco
La «ciencia de la caricia» manifiesta dos pilares del amor: la cercanía y la ternura. Y «Jesús conoce bien esta ciencia». Fue la afirmación del Papa Francisco al celebrar el 7 de junio la misa de la solemnidad del Sacratísimo Corazón de Jesús.
Refiriéndose a las lecturas del día tomadas del libro del profeta Ezequiel (34, 11-16), de la carta de san Pablo a los Romanos (5, 5-11) y del Evangelio de Lucas (15, 3-7), el Pontífice definió la solemnidad del Sagrado Corazón como la «fiesta del amor»: Jesús «quiso mostrarnos su corazón como el corazón que tanto amó. Pienso en lo que nos decía san Ignacio» —apuntó—; «nos indicó dos criterios sobre el amor. Primero: el amor se manifiesta más en las obras que en las palabras. Segundo: el amor está más en dar que en recibir».
El amor de Dios se muestra en la figura del pastor, recordó el Papa, subrayando que Jesús nos dice: «Yo conozco a mis ovejas». «Es conocer una por una, con su nombre. Así nos conoce Dios: no nos conoce en grupo, sino uno a uno. Porque el amor no es un amor abstracto, o general para todos; es un amor por cada uno. Y así nos ama Dios», afirmó. Y todo esto se traduce en cercanía. Dios «se hace cercano por amor —añadió— y camina con su pueblo. Y este caminar llega a un punto inimaginable: jamás se podría pensar que el Señor mismo se hace uno de nosotros y camina con nosotros, y permanece con nosotros, permanece en su Iglesia, se queda en la Eucaristía, se queda en su Palabra, se queda en los pobres y se queda con nosotros caminando. Esta es la cercanía. El pastor cercano a su rebaño, a sus ovejas, a las que conoce una por una».
Reflexionando sobre la otra actitud del amor de Dios, el Pontífice recalcó que de ella habla «el profeta Ezequiel, pero también el Evangelio: Iré en busca de la oveja perdida y conduciré al ovil a la extraviada; vendaré a la herida; fortaleceré a la enferma; a la que esté fuerte y robusta la guardaré; la apacentaré con justicia. El Señor nos ama con ternura. El Señor sabe la bella ciencia de las caricias. La ternura de Dios: no nos ama de palabra; Él se aproxima y estándonos cerca nos da su amor con toda la ternura posible». Cercanía y ternura son «las dos maneras del amor del Señor, que se hace cercano y da todo su amor también en las cosas más pequeñas con ternura». Sin embargo se trata de un «amor fuerte», «porque cercanía y ternura nos hacen ver la fuerza del amor de Dios».
Y aunque «pueda parecer una herejía, ¡más difícil que amar a Dios es dejarse amar por Él!», constató el Papa, explicando el «modo de restituir a Él tanto amor: abrir el corazón y dejarse amar».
Santo Padre Francisco: Cercanía y ternura
Meditación del viernes, 7 de junio de 2013
Oración de Consagración al Sagrado Corazón de Jesús
Señor Jesucristo, arrodillados a tus pies, consagramos alegremente nuestra familia a tu Divino Corazón.
Sé, hoy y siempre, nuestro Guía,
el Jefe protector de nuestro hogar,
el Rey y Centro de nuestros corazones.
Bendice a nuestra familia, nuestra casa, a nuestros vecinos, parientes y amigos.
Ayúdanos a cumplir fielmente nuestros deberes, y participa de nuestras alegrías y angustias, de nuestras esperanzas y dudas, de nuestro trabajo y de nuestras diversiones.
Danos fuerza, Señor, para que carguemos nuestra cruz de cada día y sepamos ofrecer todos nuestros actos, junto con tu sacrificio, al Padre.
Que la justicia, la fraternidad, el perdón y la misericordia estén presentes en nuestro hogar y en nuestros grupos de amigos de estudio y trabajo.
Queremos ser instrumentos de paz y de vida.
Que nuestro amor a tu Corazón compense,
de alguna manera, la frialdad y la indiferencia, la ingratitud y la falta de amor de quienes no te conocen, te desprecian o rechazan.
Sagrado Corazón de Jesús, tenemos confianza en Ti.
Confianza profunda, ilimitada.
Catecismo de la Iglesia Católica, CEC
III Dios, «El que es», es verdad y amor
214 Dios, «El que es», se reveló a Israel como el que es «rico en amor y fidelidad» (Ex 34,6). Estos dos términos expresan de forma condensada las riquezas del Nombre divino. En todas sus obras, Dios muestra su benevolencia, su bondad, su gracia, su amor; pero también su fiabilidad, su constancia, su fidelidad, su verdad. «Doy gracias a tu Nombre por tu amor y tu verdad» (Sal 138,2; cf. Sal 85,11). Él es la Verdad, porque «Dios es Luz, en él no hay tiniebla alguna» (1 Jn 1,5); él es «Amor», como lo enseña el apóstol Juan (1 Jn 4,8).
Dios es la Verdad
215 «Es verdad el principio de tu palabra, por siempre, todos tus justos juicios» (Sal119,160). «Ahora, mi Señor Dios, tú eres Dios, tus palabras son verdad» (2 S 7,28); por eso las promesas de Dios se realizan siempre (cf. Dt 7,9). Dios es la Verdad misma, sus palabras no pueden engañar. Por ello el hombre se puede entregar con toda confianza a la verdad y a la fidelidad de la palabra de Dios en todas las cosas. El comienzo del pecado y de la caída del hombre fue una mentira del tentador que indujo a dudar de la palabra de Dios, de su benevolencia y de su fidelidad.
216 La verdad de Dios es su sabiduría que rige todo el orden de la creación y del gobierno del mundo ( cf.Sb 13,1-9). Dios, único Creador del cielo y de la tierra (cf. Sal 115,15), es el único que puede dar el conocimiento verdadero de todas las cosas creadas en su relación con Él (cf. Sb 7,17-21).
217 Dios es también verdadero cuando se revela: la enseñanza que viene de Dios es «una Ley de verdad» (Ml 2,6). Cuando envíe su Hijo al mundo, será para «dar testimonio de la Verdad» (Jn 18,37): «Sabemos que el Hijo de Dios ha venido y nos ha dado inteligencia para que conozcamos al Verdadero» (1 Jn 5,20; cf. Jn 17,3).
Dios es Amor
218 A lo largo de su historia, Israel pudo descubrir que Dios sólo tenía una razón para revelársele y escogerlo entre todos los pueblos como pueblo suyo: su amor gratuito (cf. Dt4,37; 7,8; 10,15). E Israel comprendió, gracias a sus profetas, que también por amor Dios no cesó de salvarlo (cf. Is 43,1-7) y de perdonarle su infidelidad y sus pecados (cf. Os 2).
219 El amor de Dios a Israel es comparado al amor de un padre a su hijo (cf. Os 11,1). Este amor es más fuerte que el amor de una madre a sus hijos (cf. Is 49,14-15). Dios ama a su pueblo más que un esposo a su amada (Is 62,4-5); este amor vencerá incluso las peores infidelidades (cf. Ez 16; Os 11); llegará hasta el don más precioso: «Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo único» (Jn 3,16).
220 El amor de Dios es «eterno» (Is 54,8). «Porque los montes se correrán y las colinas se moverán, mas mi amor de tu lado no se apartará» (Is 54,10). «Con amor eterno te he amado: por eso he reservado gracia para ti» (Jr 31,3).
221 Pero san Juan irá todavía más lejos al afirmar: «Dios es Amor» (1 Jn 4,8.16); el ser mismo de Dios es Amor. Al enviar en la plenitud de los tiempos a su Hijo único y al Espíritu de Amor, Dios revela su secreto más íntimo (cf. 1 Cor 2,7-16; Ef 3,9-12); Él mismo es una eterna comunicación de amor: Padre, Hijo y Espíritu Santo, y nos ha destinado a participar en Él.
Catecismo de la Iglesia Católica
Diálogo con Cristo
Es mejor si este diálogo se hace espontáneamente, de corazón a Corazón.
En unos de sus «tuits» el Papa Francisco nos exhorta: «Acoge a Jesús resucitado en tu vida. Aunque te hayas alejado, da un pequeño paso hacia Él: te está esperando con los brazos abiertos». Señor, gracias por tu misericordia, gracias por tu paciencia, gracias por comprender mi debilidad, gracias por tanto amor.
Propósito
Poner en mi agenda de actividades la fecha de mi próxima confesión.
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