Catequesis-Guía didáctica sobre el Santo Rosario: El Rosario en familia

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Además de oración por la paz, el Rosario es también, desde siempre, una oración de la familia y por la familia. Antes esta oración era apreciada particularmente por las familias cristianas, y ciertamente favorecía su comunión. Conviene no descuidar esta preciosa herencia. Se ha de volver a rezar en familia y a rogar por las familias, utilizando todavía esta forma de plegaria.

Si en la Carta apostólica Novo millennio ineunte he alentado la celebración de la Liturgia de las Horas por parte de los laicos en la vida ordinaria de las comunidades parroquiales y de los diversos grupos cristianos, deseo hacerlo igualmente con el Rosario. Se trata de dos caminos no alternativos, sino complementarios, de la contemplación cristiana. Pido, por tanto, a cuantos se dedican a la pastoral de las familias que recomienden con convicción el rezo del Rosario.

La familia que reza unida, permanece unida. El Santo Rosario, por antigua tradición, es una oración que se presta particularmente para reunir a la familia. Contemplando a Jesús, cada uno de sus miembros recupera también la capacidad de volverse a mirar a los ojos, para comunicar, solidarizarse, perdonarse recíprocamente y comenzar de nuevo con un pacto de amor renovado por el Espíritu de Dios.

Muchos problemas de las familias contemporáneas, especialmente en las sociedades económicamente más desarrolladas, derivan de una creciente dificultad para comunicarse. No se consigue estar juntos y a veces los raros momentos de reunión quedan absorbidos por las imágenes de un televisor. Volver a rezar el Rosario en familia significa introducir en la vida cotidiana otras imágenes muy distintas, las del misterio que salva: la imagen del Redentor, la imagen de su Madre santísima. La familia que reza unida el Rosario reproduce un poco el clima de la casa de Nazaret: Jesús está en el centro, se comparten con él alegrías y dolores, se ponen en sus manos las necesidades y proyectos, se obtienen de él la esperanza y la fuerza para el camino.

San Juan Pablo II, Rosarium Virginis Mariae, n. 41

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Las recomendaciones de la Iglesia

León XIII destacó ampliamente la importancia del rezo en familia para el bien del matrimonio y de la familia.

San Pío X afirmaba: «Si queréis que la paz reine en vuestras familias y en vuestra patria, rezad todos los días el Rosario con todos los de casa».

El beato Pablo VI recomendaba: «Deseamos vivamente que, cuando un encuentro familiar se convierta en tiempo de oración, el Rosario sea su expresión frecuente y preferida» (Maríalis cultus, n. 54).

San Juan Pablo II proclama en su Carta Apostólica Rosarium Virginis Maríae (16 de octubre de 2002) «El Rosario es, desde siempre, una oración de la familia y por la familia… Se ha de volver a rezar en familia y a rogar por las familias, utilizando todavía esta forma de plegaria. La familia que reza unida, permanece unida. El santo Rosario, por antigua tradición, es una ora­ción que se presta particularmente para reunir a la familia… La familia que reza unida el Rosario reproduce en cierto modo el clima de la casa de Nazaret: Jesús está en el centro, se comparten con él alegrías y dolores, se ponen en sus manos las necesidades y proyectos, se obtienen de él la esperanza y la fuerza para el camino. Es hermoso y fructuoso confiar también a esta oración el proceso de crecimiento de los hijos… Rezar con el Rosario por los hijos, y, mejor aún, con los hijos (nn. 41-42).

Benedicto XVI invita a releer la Carta Apostólica Rosarium Virginis Mariae del Siervo de Dios Juan Pablo II e invita a llevar a la práctica sus indicaciones a nivel personal, familiar y comunitario (Angelus 2. 10. 05)

Igualmente, invita a los recién casados, a «hacer del rezo del Rosario en familia un momento de crecimiento espiritual bajo la mirada de la Virgen María» (Audiencia General 17. 05. 06).

Francisco nos dice: «En el mes de mayo, quisiera recordar la importancia y la belleza de la oración del santo Rosario. Rezando el Ave María, somos conducidos a contemplar los misterios de Jesús, es decir a reflexionar sobre los momentos centrales de su vida, para que, como para María y para san José, Él sea el centro de nuestros pensamientos, de nuestras atenciones y de nuestras acciones. ¡Sería hermoso si, sobre todo en este mes de mayo, se rezase juntos en familia, con los amigos, en Parroquia, el santo Rosario o alguna oración a Jesús y a la Virgen María! La oración en conjunto es un momento precioso para hacer aún más sólida la vida familiar, la amistad! ¡Aprendamos a rezar cada vez más en familia y como familia!»

Ayuda a la santificación de la familia

La familia necesita rezar y orar para perseverar en la gracia, para ser fiel a los fines del matrimonio y para vivir unidos.

El rezo del Rosario ayuda a la familia a perseverar en la gracia porque estimula a acudir con frecuencia a los sacramentos, centrados en la Eucaristía. La familia no puede mantenerse si no se apoya en la gracia y en la oración.

El rezo del Rosario ayuda a la familia a ser fiel a los fines del Matrimonio porque alimenta los criterios de fe sobrenatural, alienta la esperanza que se apoya en Dios y favorece el verdadero amor como entrega y comunión.

El rezo del Rosario favorece la unión de la familia porque intensifica la unión con Cristo y en Él, todos somos uno. La familia fundamenta su unión en Cristo.

Vive el clima de la Sagrada Familia

La familia cristiana que reza el Rosario no sólo rememora el estilo de vida de Nazaret, sino que trata de hacerlo vida imitando las virtudes de la Virgen Madre, de San José como padre tutelar y del Niño Jesús, el mejor de los hijos.

El padre de familia aprenderá de San José a cumplir la voluntad de Dios en la entrega amorosa su mujer y a sus hijos, en el desvelo, en la atención, en el diálogo, en el saber escuchar, en el trabajo, en el perdón, en la paz, en la alegría…

La madre de familia aprenderá de la Virgen María a vivir entregada a su marido como a Cristo, tratando de complacerle, de ayudarlo, de comprenderlo, de compartir responsabilidades en clima de caridad, humildad, paz y alegría.

Los hijos de familia aprenderán de Jesús a amar a sus padres, a acoger sus enseñanzas, a obedecer, a estudiar y trabajar, a ayudarlos, a compartir… a vivir en serenidad, paz y alegría.

Conclusión

La familia que reza el Rosario permanece unida. Unida a Cristo y a la Iglesia porque perseveran en la gracia ayudados por la oración del Rosario. Unidos entre si porque actúa la gracia propia del sacramento del Matrimonio.

La familia que reza el Rosario da testimonio ante el mundo de la alegría de su matrimonio –hombre y mujer- , unido para siempre, y de la aceptación gozosa de los hijos que Dios le regala.

La familia que reza el Rosario afronta con espíritu sobrenatural los momentos de dolor y los de gozo aceptando la voluntad de Dios como Padre.

La familia que reza el Rosario en familia vive centrada en Cristo y es ampliamente bendecida por la Virgen que la sostiene y le ayuda a recorrer el camino de la santificación y salvación.

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