Guía para vivir el Año Santo de la Misericordia junto al Papa Francisco: Enero 2016

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Queremos vivir este Año Jubilar a la luz de la palabra del Señor:  Misericordiosos como el Padre. El evangelista refiere la enseñanza de Jesús: “Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso”. Es un programa de vida tan comprometedor como rico de alegría y de paz. El imperativo de Jesús se dirige a cuantos escuchan su voz. Para ser capaces de misericordia, entonces, debemos en primer lugar colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios. Esto significa recuperar el valor del silencio para meditar la Palabra que se nos dirige. De este modo es posible contemplar la misericordia de Dios y asumirla como propio estilo de vida… Así entonces, misericordiosos como el Padre es el lema del Año Santo. En la misericordia tenemos la prueba de cómo Dios ama. Él da todo sí mismo, por siempre, gratuitamente y sin pedir nada a cambio… Y su auxilio consiste en permitirnos captar su presencia y cercanía. Día tras día, tocados por su compasión, también nosotros llegaremos a ser compasivos con todos; “misericordiosos como el Padre…

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(Misericordiae Vultus, 11 y 13)

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Misericordiosos como el Padre

misericordiososEscuchamos al Papa Francisco

Queremos vivir este Año Jubilar a la luz de la palabra del Señor: Misericordiosos como el Padre. El evangelista refiere la enseñanza de Jesús: “Sed misericordiosos, como el Padre vuestro es misericordioso”.   Es un programa de vida tan comprometedor como rico de alegría y de paz. El imperativo de Jesús se dirige a cuantos escuchan su voz.  Para ser capaces de misericordia, entonces, debemos en primer lugar colocarnos a la escucha de la Palabra de Dios. Esto significa recuperar el valor del silencio para meditar la Palabra que se nos dirige. De este modo es posible contemplar la misericordia de Dios y asumirla como propio estilo de vida…  Así entonces, misericordiosos como el Padre es el lema del Año Santo. En la misericordia tenemos la prueba de cómo Dios ama.  Él da todo sí mismo, por siempre, gratuitamente y sin pedir nada a cambio… Y su auxilio consiste en permitirnos captar su presencia y cercanía.  Día tras día, tocados por su compasión, también nosotros llegaremos a ser compasivos con todos; “misericordiosos como el Padre…

Misericordiae Vultus, 11 y 13.

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Escuchamos la Palabra de Dios

Amen a sus enemigos, hagan el bien y presten sin esperar nada en cambio. Entonces la recompensa de ustedes será grande y serán hijos del Altísimo, porque él es bueno con los desagradecidos y los malos.  Sean misericordiosos, como el Padre de ustedes es misericordioso.   No juzguen y no serán juzgados; no condenen y no serán condenados; perdonen y serán perdonados.  Den, y se les dará. Les volcarán sobre el regazo una buena medida, apretada, sacudida y desbordante. Porque la medida con que ustedes midan también se usará para ustedes.

Evangelio de Lucas 6,36-38

Un salmo para alabar  

A cada estrofa del salmo repetimos:

Bendice al Señor, alma mía,

que todo mi ser bendiga a su santo Nombre.

Bendice al Señor, alma mía,

y nunca olvides sus beneficios.

Él perdona todas tus culpas

y cura todas tus dolencias;

rescata tu vida del sepulcro,

te corona de amor y de ternura;

Él colma tu vida de bienes,

y tu juventud se renueva como el águila.

El Señor hace obras de justicia

y otorga el derecho a los oprimidos;

Él mostró sus caminos a Moisés

y sus proezas al pueblo de Israel.

El Señor es bondadoso y compasivo,

lento para enojarse y de gran misericordia;

no acusa de manera inapelable

ni guarda rencor eternamente;

no nos trata según nuestros pecados

ni nos paga conforme a nuestras culpas.

Cuanto se alza el cielo sobre la tierra,

así de inmenso es su amor por os que lo temen;

cuanto dista el oriente del occidente,

así aparta de nosotros nuestros pecados.

Salmo 103, 1-12

 

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Para reflexionar y/o compartir en grupo

  1. ¿Por qué el Papa afirma que ser misericordiosos es un programa de vida?
  2. ¿Qué consecuencias tiene para nuestras vidas esa opción?
  3. ¿Podemos alcanzar la felicidad a través de la misericordia?  ¿De qué manera?
  4. Realizamos un listado de acciones misericordiosas u obras de misericordia que podemos realizar aquí y ahora en nuestras vidas.  Las compartimos con los demás.
  5. Del listado, elegimos un par y vemos la forma de llevarlas a la práctica.

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Intenciones

A cada intención respondemos: ¡Señor, ayúdanos a ser misericordiosos como el Padre!

  • Te pedimos por el Papa Francisco, para que pueda seguir llevando adelante, con alegría y entrega, el testimonio de la gran misericordia que Dios Padre nos tiene. Oremos…
  • Haz, Señor, que toda tu Iglesia pueda transmitir a todo el mundo el gran amor y la eterna misericordia que Dios tiene con cada uno de nosotros.  Oremos…
  • Permite, Señor, que mediante la escucha atenta a tu Palabra, podamos contemplar tu gran misericordia y asumirla como propio estilo de vida.  Oremos…
  • Ayúdanos a no juzgar a los demás y a devolver bien por mal.  Oremos…
  • Te pedimos por todos aquellos que nos han hecho mal, para que podamos perdonarlos y acercarnos de corazón a ello.  Oremos…
  • Perdona nuestras faltas así como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido; de manera que la misericordia y el perdón llenen nuestras vidas y no permitan alcanzar la felicidad eterna.  Oremos…

Agregamos nuestras intenciones personales y comunitarias…

Rezamos un Padrenuestro, un Avemaría y el Gloria

Repetimos con convicción la advocación: ¡Jesús, en vos confío!  ¡Jesús, en vos confío!  ¡Jesús, en vos confío!

Oración: Señor de la Misericordia, te pedimos que nos ayudes a ser generosos, a dar una medida rebosantes, a entregar nuestras vidas al servicio de los demás, como Tú lo hiciste.  Enséñanos a no juzgar y condenar a los demás y permítenos tener un corazón misericordioso como el Padre.  ¡A ti, que vives y reinas, por los siglos de los siglos!  ¡Amén!  ¡Aleluya!

Señal de la Cruz

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Compromiso personal del mes

Este mes de enero voy a visitar a un pariente o un amigo que me hizo daño alguna vez y demostrarle que lo quiero.  También podré pedirle perdón a aquella persona con la que no he obrado correctamente u otro compromiso similar.  

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Para memorizar y rezar durante el mes

¡María de Guadalupe, ayúdanos a ser misericordiosos como tu Hijo Jesús lo fue, a ejemplo de Dios Padre!

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San Luis GonzagaLa misericordia en los santos

San Luis Gonzaga (1568-1591).  Lavaba y consolaba a los moribundos. Primogénito del marqués de Castiglione, dejó sus cortes ducales por la Compañía de Jesús. Como estudiante del Colegio Romano, pedía limosna para los pobres y cuidaba de los apestados. Él mismo transportaba, lavaba y consolaba a los moribundos.  Temiendo por la salud de Luis, su superior le prohibió continuar el trabajo con las víctimas de la peste.  Trabajó entonces en diversos hospitales donde tales víctimas normalmente no eran aceptadas.  A pesar de ellos, algunos meses después murió de agotamiento a causa de este ministerio.

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Un cuento para rumiar

El rey y el pobre

En Persia, se cuenta la historia del gran Cosroes II, apodado “el grande”.  Tenía fama de justo y le encantaba mezclarse con el pueblo, pasando desapercibido para compartir y dar solución a sus problemas. 

En cierta ocasión, se vistió de pobre y al pasar por la cocina observó en un rincón una angosta puerta, desconocida hasta entonces para él.  Descendió el largo, lóbrego y húmedo trecho de escaleras que conducían a un sótano -de reducidas dimensiones y calor asfixiante- en el que un carbonero, sentado sobre un montón de cenizas, atendía la caldera de palacio. 

Cosroes se sentó a su lado y comenzó a conversar.  Llegó la hora de comer y el fogonero sacó un sucio pan moreno y áspero y una jarra de agua que -sin pensarlo- compartió con su visitante.  Ellos comieron y conversaron tranquilamente.  El Shah se marchó, pero continuó visitando al carbonero con frecuencia, movido por la compasión que sentía por aquel hombre solitario.  Amablemente, Cosroes le dio consejo y el carbonero le abrió todo su corazón y amó a aquel amigo, tan bondadoso y sabio, pero tan pobre como él. 

Finalmente, Cosroes pensó: “este hombre que vive permanentemente recluido en el sótano, cumpliendo de forma abnegada con su trabajo, con total aceptación de su destino y sin que una sola queja salga de sus labios, merece una gran recompensa.  Le diré quién soy a ver qué presente me pide…” 

Al otro día, le dijo al carbonero:

–Crees que soy pobre, pero soy tu Shah; ¡pídeme lo que quieras…! –le explicó Cosroes.  El gobernante esperaba que le pidiera algo grande, pero el hombre se quedó sentado, inmóvil, petrificado, mirándolo con amor y asombro.

Entonces el Shah, posando una mano sobre su hombro, volvió a insistir:

–¿No entiendes?   Te puedo hacer rico y noble, puedo poner una ciudad en tus manos, te puedo hacer gobernador…  ¿No tienes nada que pedir?

El hombre respondió amablemente:

–¡Sí, mi señor, he entendido!  Lo que no entiendo es cómo tu que gobiernas gran parte de la tierra, tus ejércitos son los más poderosos y mandas sobre cientos de miles de personas, puedes haber salido de tu palacio y de tu gloria para sentarte conmigo en este lóbrego cuartucho, comer mi tosca comida y preocuparte por si estoy feliz o apenado.  Ni tú mismo me puedes dar nada más valioso.  La emoción que embargaba su espíritu enmudeció sus palabras e inclinándose, en señal de respeto, depositó a sus pies dos brillantes lágrimas.  Entrecortadamente, continuó balbuceando:

–A otros les puedes otorgar ricos presentes; pero a mí, a mí me has dado a ti mismo; lo único que te puedo pedir es que nunca me quites este regalo de tu amistad y de tu amor, no necesito otra cosa…

Adaptación de una leyenda persa, autor desconocido

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Para disfrutar del buen cine


TÍTULO EN CASTELLANO

ORIGEN

DIRECTOR

PROTAGONISTAS

Título Original / Otro Título

AÑO

DURACIÓN

GÉNERO

LIFICACIÓN

Elefante blanco

argent

Pablo Trapero

Ricardo Darín /  J. Renier

2012

106 min.

drama

sam 14

Si Dios quiere

ITALIA

Edoardo Falcone

M. Giallini / A. Gassman

Se Dio  vuole

2015

87 min

com

atp

Elefante blanco. Es la historia de dos curas (Ricardo Darín y J. Renier) comprometidos en la lucha contra la pobreza, en una villa miseria de una barriada de Buenos Aires, donde desarrollan su apostolado y labor social.  Juntos, lucharán codo con codo contra la corrupción, un mal endémico de la zona.  Su trabajo los enfrentará con la jerarquía eclesiástica y con el poder gubernamental y policial. A pesar de todo, seguirán arriesgando sus vidas para mantener su lealtad con los vecinos del barrio.   Esta película nos habla del compromiso que deben tener los cristianos para mejorar la situación de pobreza exclusión en que viven muchos habitantes del planeta.  La misericordia, en esta ocasión, toma la forma de compromiso para cambiar las injusticias y las estructuras que hacen el mundo menos humano y de la confianza en que Dios ha soñado un mundo mejor para todos.

Si Dios quiere.  Tommaso (M. Giallini) es un cardiólogo renombrado y autoritario, ateo y liberal. Está casado con Carla, ama de casa y madre de sus dos hijos. Uno de ellos, Andrea (Edoardo Pesce), estudiante de medicina, motivado e inspirado en un sacerdote amigo (A. Gassman) revoluciona a toda la familia cuando les cuenta que quiere hacerse cura.  Tommaso está decidido a revertir dicha decisión y para ello decide encarar al sacerdote.  A partir de ese momento, la película toma profundidad y los diálogos entre el sacerdote y Tommaso cobran notoriedad y trascendencia, hasta que una situación inesperada lleva al cardiólogo a cuestionarse sus ideas y replantearse la no existencia de Dios.

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