El Gran Autor de toda Catequesis es el Espíritu Santo, que con sus palabras y gestos de amor actúa en nuestros corazones.
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Queridos hermanos en Cristo:
Nos dice San Pablo en la Carta a los Romanos: «el amor a Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que habita en nosotros». Esto que es palabra de Dios es algo muy cierto, porque nos asegura que el amor de Dios ha llegado a nuestros corazones por la gracia del Espíritu Santo.
Por ello mi saludo a todas las delegaciones que están aquí presentes, y me uno a esta alegría que los acompañará a lo largo de varios días, incluido ese momento tan especial con el Cardenal Darío Castrillón. Unidos en la oración y unidos en la reflexión durante estos días, podremos valorar experiencias en el camino recorrido junto a nuestros Pastores. Les reitero mi agradecimiento y les doy la bienvenida.
Nos dice el Santo Padre que el gran autor de toda catequesis es el Espíritu Santo, que con sus palabras y sus gestos de amor actúa en nuestros corazones explicándonos las escrituras y aplicándolas a nuestra vida; y para ello se sirve del magisterio, de la enseñanza de la Iglesia.
En ese sentido, el Papa dice que debemos buscar en el catecismo de la Iglesia Católica, un texto de referencia para una catequesis renovada en las fuentes vivas de la fe; recordemos que ese catecismo tan maravilloso es el que el Santo Padre nos ha regalado como un don especial.
Y en la primera lectura del Libro de los Hechos, se dice que al llegar el día de Pentecostés estaban todos reunidos en un mismo lugar, como ahora en esta Santa Misa, y de repente se produjo un ruido del cielo, y cada uno de los allí reunidos escuchó hablar de las maravillas de Dios en su propia lengua.
Piensa que el Espíritu Santo quiere hablarte de las maravillas de Dios en el corazón de cada uno, y por ello busca esa transformación del mundo como dice el lema del Encuentro; una transformación que sólo se operará si dentro de tu corazón se produce la conversión.
Si te identificas con Cristo, entonces escucharas esas maravillas de Dios para aplicarlas en tu alma, en tu familia, en tu comunidad, para tus hijos, y así encontrarás respuestas a todas tus ansiedades, a todas tus preocupaciones; porque será el mismo Espíritu Santo quien obrará en esos silencios que conmueven.
Madres, padres, hijos, qué maravilla es que la catequesis tenga esa prioridad para todos, y sobre todo en la familia, verdaderos corazones del amor de Dios, hogares donde las maravillas de Dios toman forma de enseñanza, de catequesis del ejemplo, de testimonio vivo. Porque no hay catequesis si no hay ejemplo de la oración juntos, ejemplo del aprendizaje, de la cruz, del perdón.
Y justamente en el directorio de la catequesis se dice: «entre los elementos que componen el patrimonio cultural de un pueblo, el factor religioso y moral tiene una particular importancia». Y es que en la cultura actual hay una permanente difusión de la indiferencia religiosa, porque son muchos los que hoy en día se desentienden de esta íntima y vital unión con Dios, o la niegan de forma explícita.
Es lo que se llama el secularismo, que consiste en tener una visión en la cual el hombre y el mundo se separan de su Creador y de su Padre, y no necesitan de Dios. No es algo que uno desee, pero se logra meter en nuestras vidas, en la familia y en las costumbres del pueblo, disolviendo el mensaje de Cristo.
No dejemos que ello ocurra, defendamos la fe de nuestro pueblo, defendamos la dignidad de nuestros sacerdotes, defendamos la dignidad del Estado religioso, defendamos la dignidad y el servicio de los Pastores. No permitamos expresiones de falta de respeto a la Iglesia, que buscan que el pueblo pierda la confianza y el amor a los religiosos, los sacerdotes y los Pastores. La carga no es ligera, lo sabemos, pero con la ayuda de ustedes y de Cristo, conservaremos ese rico patrimonio de nuestro pueblo católico peruano, esa presencia viva de Cristo.
Esta es la misión primordial de la Iglesia: anunciar a Dios, ser testimonio de Dios en el mundo, dar a conocer el rostro de Dios y su designio de amor y de salvación a favor de los hombres, tal como Jesús lo reveló. Y para preparar a esos testigos, existe esta catequesis familiar, para que cada uno de ustedes sea Cristo que pasa por las escuelas, por los barrios, y para hacer ello tienes que tener a Cristo dentro de ti.
Para eso tengo que respetar aquello que Dios nos ha dado, los sacramentos; por ejemplo, el bautismo es la puerta de entrada a esa vida en Cristo, mientras que la eucaristía es la que permite a Dios habitar en nosotros y nosotros en él.
También tenemos el sacramento de la reconciliación, en donde el Señor perdona lo que yo no perdono; porque a veces nosotros no nos perdonamos, pero él perdona siempre en el sacramento de la reconciliación.
El sacramento del matrimonio, es aquel en donde el Señor garantiza un vínculo para toda la vida con su presencia, por eso es misión primordial de la Iglesia anunciar a Dios. Y el evangelio de hoy nos dice que cuando el Señor se presentó a los discípulos, les dijo «paz a vosotros», y los discípulos se alegraron al ver al Señor.
Pues yo lo que he visto al llegar aquí es ese gozo, esa alegría de estar junto a Jesús en la eucaristía. A los apóstoles les paso igual, porque los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor.
Por ello, vamos a pedirle a Jesús esa nueva experiencia de redescubrir más hondo a Cristo, no sólo en su divinidad, sino también en su verdadera humanidad. Busquemos el rostro de Cristo en el hermano, en el joven, en el niño, en el anciano, en el enfermo de toda condición y toda situación social y cultural; busquemos con los ojos de la fe el rostro de Cristo, y así tendremos esa maravillosa comunión.
Por eso, es urgente promover y ahondar una auténtica eclesiología de la comunión, para que la luz de la unidad brille al latir nuestros corazones al mismo ritmo del corazón de Cristo y del corazón del Papa Juan Pablo II. ¿No es verdad que al mirar al Santo Padre te animas a ser mejor?, pensemos entonces en la bondad y entrega del Papa.
Recuerda el pasaje del evangelio, cuando hablan de un siervo bueno y fiel; porque el Papa ha sido fiel en lo poco, y por ello entra en el gozo del Señor. Entonces, estas palabras se las dedicamos al Santo Padre con todo amor.
Que esa unidad de nuestros corazones en Cristo se refleje junto al Papa, junto a nosotros, sus obispos, y los sacerdotes, religiosas, religiosas, y todos los animadores dentro de esa metodología de la catequesis familiar, para que seamos miembros del único Cuerpo de Cristo, que es la Iglesia Católica.
En este año del Rosario, pongamos en las manos de la Virgen María esta oración, la favorita del Papa. Busquemos en el Santo Rosario ese medio para impulsar la catequesis familiar los 25 años próximos, muy unidos a María, Madre de la Iglesia.
Que Dios los bendiga a todos
Así sea.
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Monseñor Juan Luis Cipriani
Cardenal Arzobispo de Lima (Perú)
Homilía del Domingo, 9 de febrero de 2003