
Falso argumento: «La oposición cristiana a la pornografía proviene del odio del cuerpo expresado por los cristianos».
Huid de la fornicación. Cualquier otro pecado que cometa el hombre, está fuera del cuerpo; pero el que fornica, contra su cuerpo peca. Por ventura, ¿no sabéis que vuestros cuerpos son templos del Espíritu Santo, que habita en vosotros, y el cual habéis recibido de Dios, y que ya no sois de vosotros, puesto que fuisteis comprados a gran precio? Glorificad a Dios y llevadle en vuestro cuerpo.
1 Corintios 6, 18-20
Los defensores de los derechos de la «libertad de expresión» de quienes practican la pornografía a menudo presentan la defensa de la pureza por parte de la Iglesia como algo puritano más que pastoral. Los defensores de esta empresa delictiva se presentan como defensores de un verdadero humanismo y señalan que las enseñanzas cristianas sobre castidad son «antihumanas». La Iglesia se presenta como una entidad que odia el cuerpo humano y, por lo tanto, que reacciona contra la naturaleza humana.
Esta mentira se ha enunciado tantas veces a lo largo de la historia de la Iglesia que muchos la aceptan como un elemento central del pensamiento cristiano. De hecho, la verdad es exactamente la contraria. La Iglesia siempre ha condenado la doble comprensión del espíritu como bueno y del cuerpo como malo. Dios creó todas las cosas, tanto el espíritu como la materia, y vio que su obra era buena (véase Gen 1). La resurrección del cuerpo es nuestra esperanza, y nuestro reconocimiento del cuerpo como parte integrante de la persona humana es la base de la castidad cristiana.
La Iglesia no plantea una oposición entre cuerpo y alma sino que señala la necesidad de integridad del cuerpo y del alma para que haya una totalidad verdadera, que afirme la vida. Lejos de denigrar el cuerpo humano y de tratar la sexualidad como algo malo, la Iglesia afirma la santidad del cuerpo. Por causa de esta santidad, el acto conyugal se reconoce como algo de carácter sacramental y sagrado que la Iglesia busca proteger.
Por otra parte, los partidarios de la pornografía defienden esa dicotomía entre el cuerpo y el alma. Cuando se considera el cuerpo como algo sin consecuencia para la persona, se tiene poco respeto por la forma en que se presenta. Se supone que el cuerpo es algo aparte de la persona y, por lo tanto, sin consecuencias duraderas.
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Fuente original: Pornografía: un ataque al templo de Dios vivo
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