Oraciones para el final del día

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Queridos hermanos y hermanas, como vimos el miércoles pasado, la oración no está vinculada a un contexto particular, sino que se encuentra inscrita en el corazón de toda persona y de toda civilización. Naturalmente, cuando hablamos de la oración como experiencia del hombre en cuanto tal, del homo orans, es necesario tener presente que es una actitud interior, antes que una serie de prácticas y fórmulas, un modo de estar frente a Dios, antes que de realizar actos de culto o pronunciar palabras. La oración tiene su centro y hunde sus raíces en lo más profundo de la persona; por eso no es fácilmente descifrable y, por el mismo motivo, se puede prestar a malentendidos y mistificaciones. También en este sentido podemos entender la expresión: rezar es difícil. De hecho, la oración es el lugar por excelencia de la gratuidad, del tender hacia el Invisible, el Inesperado y el Inefable. Por eso, para todos la experiencia de la oración es un desafío, una «gracia» que invocar, un don de Aquel al que nos dirigimos.

El hombre en oración (II): El hombre es un ser religioso

SANTO PADRE EMÉRITO BENEDICTO XVI

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Plegaria Para La Noche

Padre mío, ahora que las voces se silenciaron y los clamores se apagaron, aquí al pie de la cama mi alma se eleva hasta Ti para decirte:Creo en Ti, espero en Ti, te amo con todas mis fuerzas.Gloria a ti, Señor.

Deposito en tus manos la fatiga y la lucha, las alegrías y desencantos de este día que quedó atrás.

Si los nervios me traicionaron, si los impulsos egoístas me dominaron, si di entrada al rencor o a la tristeza,¡Perdón Señor! Ten piedad de mí.

Si he sido infiel, si pronuncié palabras vanas,

si me dejé llevar por la impaciencia,

Si fui espina para alguien, ¡Perdón Señor!

No quiero esta noche entregarme al sueño sin sentir sobre mi alma la seguridad de tu misericordia, tu dulce misericordia enteramente gratuita, Señor. Te doy gracias Padre mío, por que has sido la sombra fresca que me ha cobijado durante todo este día. Te doy gracias porque invisible, cariñoso, envolvente me has cuidado como una madre, a los largo de estas horas.

Señor, a mi derredor ya todo es silencio y calma. Envía el ángel de la paz a esta casa. Relaja mis nervios, sosiega mi espíritu, suelta mis tensiones, inunda mi ser de silencio y serenidad. Vela sobre mí, Padre querido, mientras me entrego confiado al sueño, como un niño que duerme feliz en tus brazos. En tu nombre, Señor. Descansaré tranquilo.

Así sea

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Oración de la noche

Dios mío, Jesucristo: Te doy gracias por todos los beneficios que has dispensado en este día. Te ofrezco mi sueño y todos los momentos de esta noche y te pido me conserves en ella sin pecado. Por esto me pongo dentro de tu santísimo Costado y bajo el manto de mi Madre, la Virgen María. Asístanme y guárdenme en paz los santos Ángeles y venga sobre mí tu Bendición.

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Oración de la noche

Buenas Noches, Señor

Antes de cerrar los ojos,

los labios y el corazón,

al final de la jornada,

¡buenas noches!, Padre Dios.

Gracias por todas las gracias

que nos ha dado tu amor;

si muchas son nuestras deudas,

infinito es tu perdón.

Mañana te serviremos,

en tu presencia, mejor.

A la sombra de tus alas,

Padre nuestro, abríganos.

Quédate junto a nosotros

y danos tu bendición.

Antes de cerrar los ojos,

los labios y el corazón,

al final de la jornada,

¡buenas noches! Padre Dios

Gloria al Padre omnipotente,

gloria al Hijo Redentor,

gloria al Espíritu Santo:

tres personas, sólo un Dios.

Amén.

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Al final del día

Tú, Señor, que iluminas la noche y haces que después de las tinieblas amanezca nuevamente la luz, haz que, durante la noche que ahora comienza, nos veamos exentos de toda culpa y que, al clarear el nuevo día, podamos reunirnos otra vez en tu presencia para darte gracias nuevamente. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, quién contigo vive y reina en unidad con el Espíritu Santo, por los siglos de los siglos.

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Al final del día

Buenas noches a Jesús Sacramentado

¡Jesús amado! acaba el día; Gozoso dejo ya mi labor: Y antes que tome grato reposo postrado pido celeste don: Dame, Bien mío, tu bendición.

¡Amor Divino, Sacramentado! Siento al mirarte mi pecho arder:

A tal Grandeza, la frente inclino; Te adoro, y juro tu esclavo ser.

¡Oh! sí pudiera yo sin descanso Pasar la noche juntó a tu altar, En las que siempre tan solitario, Por amor mío te veo estar! …

Más … ¡Tú me privas, de tanta dicha! Pues, compasivo te oigo decir: «Ve a tu reposo: Yo te bendigo: Sin penas duerme: Velo por ti»

¡Me voy! … más antes, Dueño Adorado, Dejarte quiero mi corazón: Dentro del tuyo, tenlo guardado, Y allí se abrase por Ti, mi amor. «Muy buenas noches tengáis, Señor.»

*  *  *

Artículo original en Camino Con Jesús

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