San Edmundo: el rey que se sacrificó por la fe y por su pueblo

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«¿Señor, a quién iremos?. Tú tienes palabras de vida eterna» Jn 6, 68.

Offa es rey de Estanglia. Un buen día decide pasar el último tramo de su vida haciendo penitencia y dedicándose a la oración en Roma. Renuncia a su corona a favor de Edmundo que a sus catorce años es coronado rey, siguiendo la costumbre de la época, por Huberto, obispo de Elman, el día de la Navidad del año 855.

Pronto da muestras de una sensatez que no procede sólo de la edad. Es modelo de los buenos príncipes. No es amigo de lisonjas; prefiere el conocimiento directo de los asuntos a las proposiciones de los consejeros; ama y busca la paz para su pueblo; se muestra imparcial y recto en la administración de la justicia; tiene en cuenta los valores religiosos de su pueblo y destaca por el apoyo que da a las viudas, huérfanos y necesitados.

Reina así hasta que llegan dificultades especiales con el desembarco de los piratas daneses capitaneados por los hermanos Hingaro y Hubba que siembran pánico y destrucción a su paso. Además, tienen los invasores una aversión diabólica a todo nombre cristiano; con rabia y crueldad saquean, destruyen y entran al pillaje en monasterios, templos o iglesias que encuentran pasando a cuchillo a monjes, sacerdotes y religiosas. Una muestra es el saqueo del monasterio de Coldinghan, donde la abadesa santa Ebba fue degollada con todas sus monjas.

Edmundo reúne como puede un pequeño ejército para hacer frente a tanta destrucción pero no quiere pérdidas de vidas inútiles de sus súbditos ni desea provocar la condenación de sus enemigos muertos en la batalla. Prefiere esconderse hasta que, descubierto, rechaza las condiciones de rendición por atentar contra la religión y contra el bien de su gente. No acepta las estipulaciones porque nunca compraría su reino a costa de ofender a Dios. Entonces es azotado, asaeteado como otro san Sebastián, hasta que su cuerpo parece un erizo y, por último, le cortan la cabeza que arrojan entre las matas del bosque.

Sus súbditos buscaron la cabeza para enterrarla con su cuerpo, pero no la encuentran hasta que escuchan una voz que dice: «Here», es decir, «aquí».

Este piadosísimo relato tardío colmado de adornos literarios en torno a la figura del que fue el último rey de Estanglia exaltan, realzan y elevan la figura de Edmundo hasta considerarlo mártir que, por otra parte, llegó a ser muy popular en la Inglaterra medieval. Sus reliquias se conservaron en Bury Saint Edmunds, en West Sufflok, donde en el año 1020 se fundó una gran abadía.

Artículo original en catholic.net.

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Otros recursos en la red

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San Edmundo, rey y mártir, por Encarni Llamas, en DiocesisTV

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Oración para pedir la intercesión de todos los santos de Inglaterra

Salva, oh Dios, a tu pueblo y bendice a tu heredad, visita a tu mundo con misericordia y generosidad. Exalta la Fortaleza de los Cristianos y envía sobre nosotros tus abundantes misericordias. Por las oraciones de nuestra Purísima Señora, la Madre de Dios y Siempre Virgen María, por el poder de la Preciosa y Vivificadora Cruz, por la protección de los Poderes Celestiales Incorpóreos, por la Protección del Honorable, Glorioso Profeta, Precursor y Bautista Juan; de los Santos, Gloriosos y Alabadísimos Jefes de los Apóstoles, Pedro y Pablo, y de los Santos Apóstoles; de nuestros Santos Padres; del Santo Mártir Alban el Primer Mártir de las Islas; de nuestros Santos Padres Gregorio el Grande y Agustín de Canterbury, Apóstoles de los Ingleses, Ethelberto, Alto Rey de los Ingleses, Lorenzo y Melitos, Arzobispos de Canterbury, Osvaldo de Heavenfield, Paulino de York, Félix de Dunwich, Apóstol de Anglia Oriental, Aidan de Lindisfarne, Birino y Cedd, Apóstoles de Wessex y Essex, Botolf de Iken, Chad de Lichfield, Cuthberto de Lindisfarne, el Milagroso; de nuestras Santas Madres, Audrey de Ely, Hilda de Whitby, Mildred de Minster, Werburgo de Chester, Milburgo de Wenlock; de nuestro Santos Padres, Teodoro de Tarso, Arzobispo de Canterbury, Erkenwald, la Luz de Londres, Benedicto de Wearmouth, Wilfrido de York, Adelmo de Sherborne, Guthlac de Crowland, Beda el Venerable, Clemente y Bonifacio, Apóstoles para los Paganos; Swithin de Winchester, el Milagroso, Edmundo el Mártir, Rey de Anglia Oriental, Teodoro de Crowland y todos aquellos Cruelmente Martirizados por los Nórdicos; del Santo Rey de Inglaterra, Edgar el Pacífico, del Santo, Muy Creyente Rey de Inglaterra y Portador de la Pasión Eduardo el Mártir; de nuestra Santa Madre Edith de Wilton; de nuestros Santos Padres Ethelwold de Winchester, Dunstan de Canterbury, Osvaldo de York, Alfege el Mártir, Arzobispo de Canterbury, de la Santa y Justa Nueva Mártir Isabel y el Recién Revelado Juan, Arzobispo en Londres y de todos los Santos que han resplandecido en la Tierra Inglesa; del Santo Victorioso Jorge, el Gran Mártir; de los Santos, Gloriosos Mártires y todos los Nuevos Mártires y Confesores de todas las Tierras de la Tierra; de de los Santos y Justos Ancestros de Jesús, Joaquín y Ana; y de todos Tus Santos, te suplicamos, oh Misericordiosísimo Señor, Escucha las Peticiones de nosotros Pecadores, que suplicamos ante Ti, y ten Piedad de nosotros.

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