Sansón y el león
Uno de esos Jueces se llamó Sansón. Era tan fuerte que venció a un león sólo con las manos. Peleó contra los filisteos, un pueblo que no quería a los israelitas, ganándoles muchas veces. La fuerza que Dios le había dado a Sansón, estaba en su pelo, que era muy largo.
«Dios mío, dame fuerzas para ser bueno».
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Sansón y el templo
Un día, los filisteos tendieron una trampa a Sansón y le cortaron el pelo mientras dormía. Al perder Sansón su fuerza, le hicieron prisionero y se lo llevaron al templo de su dios falso, donde le ataron a dos columnas. Sansón le pidió a Dios que le diera su fuerza por última vez. Tiró fuerte de las columnas, que cayeron destruyendo a la vez el templo y a los filisteos.
«¡Señor, Tú eres el Dios verdadero!».
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El profeta Samuel
El último de los Jueces de Israel fue Samuel. Dios le llamó cuando era niño. De mayor, gobernó a los israelitas durante mucho tiempo hasta que fue anciano. Su pueblo, al verle tan mayor y que tenían muchos pueblos enemigos, le pidieron que nombrara un rey joven que fuera el jefe de su ejército.
«Que sea bueno de pequeño y de mayor».
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De La Biblia más infantil, Casals, 1999. Páginas 47 a 49
Coordinador: Pedro de la Herrán
Texto: Miguel Álvarez y Sagrario Fernández Díaz
Dibujos: José Ramón Sánchez y Javier Jerez
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