El valor esencial de la familia cristiana
«Responderéis: este es el sacrificio de la Pascua de Yahvé, que pasó de largo por las casas de los israelitas y salvó de Egipto cuando hirió a los egipcios».
Libro del Éxodo (Ex 12, 27)
La elección de Dios y la misión que nos confía no implica solamente a los padres, sino que junto a ellos también a los hijos, según afirmó el Papa entregando el Crucifijo a más de cien familias enviadas en misión a los lugares más pobres y necesitados de la tierra:
«Hoy, queridos hermanos y hermanas, estáis aquí para testimoniar precisamente la dimensión misionera y profética de vuestro camino de fe. Y queréis subrayar que esta dimensión misionera enviste a la familia en cuanto tal, ya que el renacimiento bautismal no atañe a los componentes solo singularmente, sino que los implica todos juntos empeñándolos como comunidad familiar en un más profundo vínculo de unidad en la caridad y en un más vivo impulso misionero».
Santo Padre Juan Pablo II
A los dirigentes del Touring Club Italiano
Lunes, 12 de diciembre de 1994
Importancia de los abuelos en la transmisión de la fe a los nietos
Considerando la vida familiar, hemos examinado las relaciones entre generaciones «en la biología de la generación está inscrita la genealogía de la persona» (Carta a las Familias, 9). Un fuerte realce ha sido dado a la contribución de los abuelos en la educación de sus nietos.
Los abuelos comunican con especial ternura una experiencia de vida y de fe, y son hoy, a menudo, un importantísimo factor de evangelización, especialmente cuando la misión de transmitir la fe va a menos por distintos motivos. En la transmisión de los valores y de manera singular de los religiosos, el papel de los abuelos se revela hoy de una importancia fundamental frente al peligro de un vacío en la educación a este respecto.
Congreso Teológico-Pastoral sobre los hijos
Pontificio Consejo para la Familia
11-13 de octubre de 2000
Seguir el camino del hijo sobre todo en la edad de la adolescencia
Los padres están llamados a seguir a los hijos y a continuar la transmisión de la fe también cuando ellos siguen el Camino en su propia Comunidad [34]. Considerando los tiempos difíciles, sobre todo en la edad de la adolescencia, la etapa más delicada de la formación, el paso de la infancia a la edad adulta, los padres están llamados a seguir con vigilancia el camino de sus propios hijos, animándolos sin desfallecer.
Los hijos, al crecer, entran en un periodo particularmente importante, delicado y difícil de su educación. La necesaria conquista de la propia identidad lleva a los adolescentes a una autoafirmación que con frecuencia va acompañada por la tentación de adoptar una actitud de contestación a la autoridad de los padres, con cierto distanciamiento del ambiente familiar, que hasta entonces había sido casi el único ámbito vital. Precisamente en esta edad se produce el fascinante descubrimiento del otro sexo y se acentúa la influencia de los elementos extra-familiares en la vida del adolescente, sobre toda de los medios de comunicación social, de los grupos de amigos, de la escuela. Todo esto hace más difícil, pero no por esto menos importante, la acción educadora de los padres, confiada ya sobre todo a la fuerza seductora del ejemplo y del influjo discreto de una actitud prudente, que cultive un vínculo profundo con el joven, adecuado en la forma y en el estilo a su edad y a sus características personales.
Dedicándole el tiempo y la atención necesarios, los padres conseguirán ciertamente que el joven experimente cuánto lo quieren de modo fiel, tenaz, respetando su personalidad y libertad, y siempre dispuesto a ayudarlo y acogerlo, sobre todo en los momentos de necesidad.
Santo Padre Juan Pablo II
Al Pontificio Consejo para la Familia
26 de mayo de 1984
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Notas
[34] Aunque los hijos estén en el Camino, los padres continúan la celebración de las Laudes el domingo por la mañana, también porque en tal contexto los hijos pueden hablar de sus dificultades, de las dudas o problemas para seguir haciendo el Camino, y los pueden ayudar e iluminar.
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