“No me imagino un cristiano que no sea capaz de sonreír. Demos testimonio gozoso de nuestra fe.”
SS Francisco
Se ha dicho que “lo opuesto al Cristianismo no es el ateísmo, sino la tristeza” (G. K. Chesterton), yo comparto esa misma opinión. Porque el Amor, por más que se intente, no se puede ocultar, y un verdadero cristiano es aquel que se ha enamorado de Cristo.
El Amor es algo cómico. Es como esos momentos en los que un amigo te hace reír cuando tú quieres permanecer molesto, por más que trates no lo puedes resistir, tienes que sucumbir ante las carcajadas o explotarás. Y así, por más que resistas y resistas, Él te ganará, y al final reirán juntos.
Así que, supongo que Amor y Alegría pudieran, en cierto modo, ser sinónimos ¿no? Sin el uno no puede existir el otro. El que ama se llena inevitablemente de completa alegría; y el que está alegre lo está porque, de una u otra forma, es amado. Y el cristiano está llamado a amar y ser amado. “Nosotros amamos porque Él nos amó primero” (1 Jn 4, 19), y si Él nos amó primero, la Alegría ha estado en nosotros todo este tiempo, es sólo que debemos descubrir ese «origen» del cual venimos y que nos formó con ternura: nosotros fuimos creados por la Alegría de Dios, esa Alegría que creció cuando por vez primera descansó sus ojos sobre ti. Y, en este sentido, si venimos de la Alegría de Dios, si es ésta nuestro origen, nuestra fuente, no podemos estar tristes, porque el que se descubre amado vuelve a su origen que es la Alegría, y ese origen es el principio de su eterna Alegría.
Suena enredado, pero en realidad es sencillo, porque Dios es sencillo ¿no lo demostró ya en la Cruz?, es sólo que esta clase de Amor, el único y verdadero, no puede ser explicado sólo experimentado, y cuando lo experimentas entonces te das cuenta, porque empiezas a vivir… Sí, a vivir al que es la Vida. Porque a Él hay que vivirlo, porque el Amor es el más bello estilo de vida.
Cuando te descubres amado de tal manera, nace en ti un deseo inevitable de amar como Él, que te ama; y es cuando te decides a amar, cuando encuentras la Alegría. Porque el Amor es la causa de la Alegría, y la Alegría es signo del Amor en acción.
“Así como el disgusto es compañero del pecado, la ALEGRÍA es acompañante de la Santidad.”
(Venerable Fulton J. Sheen.)
El Amor no se puede ocultar, es imposible, la Alegría lo delata. Por eso, no puede existir un cristiano triste o amargado, si somos tan amados. No me puedo imaginar a una María amargada, o a un Juan triste, o a cualquier discípulo o seguidor de Cristo que no desbordase Alegría, pues son testigos del Amor; mucho menos un Jesús castigador, triste y malhumorado, pues Él es el mismo Amor, el Amado. Él es quien desborda sobre los que ama el Espíritu de Amor que nos colma de Alegría. Y es por esto, que la sonrisa delata al enamorado.