También este año, en la Fiesta del Bautismo del Señor, la solemnidad de la Capilla Sixtina del Palacio Apostólico se adorna con la ternura de algunos recién nacidos, bautizados por el Papa Francisco, prosiguiendo una tradición instaurada por San Juan Pablo II y que prosiguió asimismo Benedicto XVI.
En vísperas del domingo con el que concluye el tiempo de Navidad, nos preparamos a la fiesta del Bautismo del Señor, en la que la Iglesia nos invita a contemplar a Jesucristo, el Hijo amado de Dios, su predilecto, para redescubrir el significado de nuestro Bautismo. Y nos preparamos con esta exhortación del Papa Francisco:
«Invito a todos a experimentar en la vida de cada día la gracia que recibimos en el Bautismo, siendo verdaderos hermanos y hermanas en Cristo y verdaderos miembros de la Iglesia»
Ésta era su invitación, dando comienzo a una serie de catequesis sobre los sacramentos que son el centro de la fe cristiana, «por los que Dios comunica su gracia, se hace presente y actúa en nuestra vida». En la audiencia general del 8 de enero de 2015, reflexionando sobre el Bautismo, hizo hincapié en que «los siete sacramentos de la Iglesia prolongan en la historia la acción salvífica y vivificante de Cristo, con la fuerza del Espíritu Santo»:
«El Bautismo es el sacramento sobre el que se fundamenta nuestra fe y nos hace miembros vivos de Cristo y de su Iglesia. No es un simple rito o un hecho formal, es un acto que afecta en profundidad la existencia. Por él, nos sumergimos en la fuente inagotable de vida, que proviene de la muerte de Jesús. Así podemos vivir una vida nueva, de comunión con Dios y con los hermanos. Aunque muchos no tenemos el mínimo recuerdo de la celebración de este sacramento, estamos llamados a vivir cada día aspirando a la vocación que en él recibimos.
Si seguimos a Jesús y permanecemos en la Iglesia, con nuestros límites y fragilidades, es gracias a los sacramentos por los que nos convertimos ennuevas criaturas y somos revestidos de Cristo».