Señor y Padre mío, que te conozca y te haga conocer, que te ame y te haga amar; que te sirva y te haga servir; que te alabe y te haga alabar por todas las criaturas.
Oración Apostólica de San Antonio María Claret
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Su vida ejemplar y su ímpetu misionero hacen de san Antonio María de Claret y Clará un modelo idóneo para los aires de la Nueva Evangelización.
Sobre su vida y misión, mariología.org presenta una serie de dinámicas catequéticas de gran interés para catequistas, profesores de religión y padres cristianos.
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Primera parte. Autobiografía
1. Soy Antonio María Claret y Clará
Nací el quinto de once hermanos en la villa de Sallent (Barcelona) el 23 de diciembre de 1807. Mis padres se llamaban Juan Claret y Josefa Clará, casados, honrados y temerosos de Dios y muy amantes de la Eucaristía y de la Virgen María. Fui bautizado a los pocos días de mi nacimiento, el día 25 de diciembre, en la pila bautismal de la parroquia de Santa María de Sallent. Me pusieron por nombre Antonio. Yo después añadí el de María por mi amor a la Virgen.
De los recuerdos de la infancia me llega a la memoria uno que tenía a los cinco años. Yo siempre he sido poco dormilón, y pensaba en la eternidad; pensaba: siempre, siempre, siempre, tendrán que sufrir aquellas personas que mueran alejadas de Dios. Esto me daba mucha lástima, porque yo, naturalmente, soy muy compasivo. Esta idea es la que más me ha hecho y me hace trabajar para que nadie muera alejado de Dios.
No puedo ver una desgracia, una miseria que no socorra, me quitaré el pan de la boca para darlo a quien lo necesite. Pues si las necesidades corporales me afectan tanto, cuánto más las necesidades espirituales. Si un hijo tuviese un padre muy bueno y viese que sin más le maltratan, ¿no le defendería?.
Pues ¿qué debo hacer yo para defender a mi Padre Dios? ¿Callar? No sería un buen hijo.
Me acuerdo que en la guerra de la Independencia, cuando aún tenía cinco años, huía del pueblo a pie cuando avisaban de la llegada de los franceses, y ayudaba a mi abuelo Juan. Cuando era de noche, le advertía de los tropiezos con tanta paciencia y cariño, que mi abuelo estaba muy consolado al ver que yo no le dejaba, ni huía con los demás hermanos y primos.
Apenas tenía seis años cuando mis padres me mandaron a la escuela. En esos primeros años, el maestro, el sacerdote del pueblo y mis padres, trataban de formar mi entendimiento con la enseñanza de la verdad, y mi corazón con el cuidado de los valores cristianos.
Otras fechas importantes de mi vida son las siguientes:
1818 A los diez años recibí la primera comunión.
1816 Me gustaba ir a la iglesia, rezar y ayudar a los demás.
1819 Comienzo a trabajar en el pequeño taller textil de mi padre.
1820 A los doce años, Dios me llamó, yo oí, y me ofrecí.
1825 Me instalé en Barcelona para perfeccionar mis conocimientos en la industria textil.
1826 A los dieciocho años la Virgen María me libró de morir ahogado en el mar.
1829 Fui admitido en el Seminario de Vic (Barcelona).
1835 El 13 de junio fui ordenado sacerdote en Solsona (Lérida).
1839 Viajé a Roma para ofrecerme como misionero. Durante unos meses fui novicio jesuita.
1841 Fui nombrado Misionero Apostólico y evangelicé en Cataluña y en Canarias.
1849 El 16 de julio, en el Seminario de Vic, con otros cinco sacerdotes, fundé la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María. El 4 de agosto fui nombrado Arzobispo de Santiago de Cuba.
1855 Fundé con Madre Antonia París las Religiosas de María Inmaculada.
1856 El 1 de febrero fui herido gravemente en un atentado en Holguín (Cuba).
1857 Fui nombrado confesor de la reina Isabel II. Me trasladé a la corte de Madrid, donde prediqué, confesé, escribí libros, visité enfermos en los hospitales, aconsejé y apoyé iniciativas eclesiales.
1858 Fundé la Academia de San Miguel, asociación de artistas, escritores y hombres de ciencia al servicio de la evangelización.
1859 Fui nombrado presidente del Real Monasterio de El Escorial.
1861 El 26 de agosto recibí la gracia de conservar las especies sacramentales en mi cuerpo.
1864 Fundé las bibliotecas populares y parroquiales.
1868 Tras la revolución de septiembre acompañé a la Reina en su destierro a Francia.
1869 Participé en el Concilio Vaticano I que tuvo lugar en Roma.
2. Los días de mi conversión
Cumplidos los diecisiete años, deseoso de adelantar en los conocimientos de la fabricación textil, dije a mi padre que me llevase a Barcelona. Con mis manos ganaba lo que necesitaba para comida, vestidos, libros y maestros. Me puse a estudiar dibujo, gramática castellana y francesa. Se extendió por Barcelona la fama de la habilidad que el Señor me había dado para la fabricación y algunos empresarios contactaron con mi padre para que entrara en sus negocios. Esto le halagó muchísimo porque le venía muy bien a su fábrica de Sallent. Yo le dije a mi padre que todavía era muy joven. En ese tiempo se cumplió en mí aquello del Evangelio de que las espinas habían sofocado el buen trigo. El continuo pensar en máquinas y telares y en composiciones me tenían tan absorto que no acertaba a pensar en otra cosa. Todo mi afán era la fabricación textil. Es verdad que acudía los domingos a misa, pero tenía más máquinas en la cabeza que santos había en el altar.
En medio de esta barahunda de cosas, estando oyendo la Santa Misa, me acordé de haber leído desde muy niño aquellas palabras del Evangelio: ¿De qué le aprovecha al hombre ganar todo el mundo, si finalmente pierde su alma?. Esta frase me causó una profunda impresión… fue para mí una flecha que me hirió el corazón; yo pensaba y discurría qué haría, pero no acertaba.
Me hallé como san Pablo en el camino de Damasco. Me faltaba un Ananías que me dijese lo que había de hacer. Me dirigí a la Casa de san Felipe Neri, di una vuelta por los claustros, vi un cuarto abierto, pedí permiso y entré, y hallé a un Hermano llamado Pablo y le conté lo que me pasaba. Y el buen Hermano me oyó con mucha paciencia y me condujo al P. Amigó. Me oyó mi deseo de cambiar y me sugirió el camino a seguir.
Se despertaron en mí los deseos de volver a Dios y comprendí que los peligros por los que había pasado en mi estancia en Barcelona habían servido para espabilar mi corazón. Entre ellos, está el accidente que tuve en la playa de la Barceloneta cuando me hallaba paseando por la orilla, y una ola me metió mar adentro estando a punto de ahogarme al no saber nadar. Invoqué a la Virgen María y me vi en la playa sin saber cómo. También me acuerdo de la pasión que tenía por mí la dueña de la casa donde vivía un amigo mío, una mujer joven.
Entonces me gustaba vestir bien y ser muy elegante. Un día que él no estaba en casa, la dueña dijo que le esperase, y al poco, ella manifestó sus intenciones con palabras y acciones. Inmediatamente salí corriendo de su casa y nunca jamás quise volver. Y por último, recuerdo la traición de mi mejor amigo. Ambos teníamos bastante suerte en la lotería y jugábamos a medias. En cierta ocasión nos tocó un gran premio. Mi amigo, sintiéndose rico y sin decirme nada, apostó todo el dinero en juegos, lo perdió y se empeñó. Para pagar sus deudas, me robó mis libros, mi dinero y mi ropa. Como no le llegaba para saldar su deuda, robó unas joyas en una casa, siendo detenido. Cogieron al ladrón, confesó su delito, y fue condenado. No es posible explicar el golpe que me dio este percance, no tanto por la pérdida de dinero, que era mucho, cuanto por la confusión y vergüenza que me daba. No me atrevía a salir por la calle. Me parecía que todos me miraban y que decían: Ahí va el amigo del que está en la cárcel.
¡Cuánto tengo que agradecer a Dios que me haya abierto los ojos a la vida con aquellos desengaños!. Es verdad que entonces me sentí desengañado, fastidiado y aburrido de la mentira de algunos, pero ello me despertó en ansia de buscar lo que de niño siempre quise: Ser misionero.
Mi padre se enteró por mí de mi deseo de dejar la fabricación. Fue grande su pena porque truncaba su sueño y mi futuro como empresario, pero como era buen cristiano, me dijo que acataba la voluntad de Dios por más que la sentía en su corazón.
Salí de Barcelona después de haber estado cuatro años llenándome del viento de la vanidad, de elogios y aplausos. A primeros de septiembre de 1829 salí de Barcelona y volví a Sallent. A finales de mes, el día de san Miguel, mi padre me acompañó a Vic donde estudié la carrera eclesiástica como seminarista externo, acogido por el Obispo D. Pablo de Jesús Corcuera. Recuerdo aquel viaje por la tristeza del andar con lluvia y el silencio de mi padre.
La dirección del Obispo Corcuera y el buen ambiente del Seminario me ayudaron a entrar en un contacto profundo con la Palabra de Dios y a fundamentar mi opción de vida por Cristo en aquellos días en los que las Cortes aprobaban la supresión de todos los Institutos religiosos, se encautaron y subastaron los bienes de la iglesia y se azuzó al pueblo para la quema de conventos y matanza de religiosos. Los días de los comienzos de las guerras carlistas.
A lo largo de siete años, la guerra asoló vidas, tierras y riqueza. Dividió pueblos y familias, dejando un rastro de odio, venganza y desolación. Cataluña fue un escenario importante en esta guerra. Yo viví todos estos acontecimientos muy de cerca. Mi primer destino como sacerdote fue mi pueblo, Sallent, durante cuatro años. Mi trabajo personal se centraba en la atención a los enfermos y a los pobres, la predicación, la catequesis y los sacramentos.
La meditación de la Palabra de Dios y las lecturas de la vida de los Santos me ayudaban. Eran muchos los pasajes de la Biblia, pero en especial estos:
“Yo te elegí y no te abandoné” (Is 41, 9).
“No temas, que yo estoy contigo; no te acobardes, porque yo soy tu Dios” (Is 41, 10).
“Yo el Señor tu Dios te tomo de la mano y te digo: No temas” (Is 41, 13).
“Hijo de hombre: yo te he puesto de centinela en la casa de Israel” (Ez 3).
“El Espíritu del Señor está sobre mí. El Señor me envió para llevar la Buena Noticia a los pobres y sanar a los contritos de corazón” (Is 61,1).
En otras muchas partes de la Biblia sentía la voz del Señor que me llamaba y me invitaba a dedicarme sólo a evangelizar. Lo mismo me ocurría cuando hacía la oración.
3. Mi vocación, misionero apostólico
Sallent se me quedaba pequeño y decidí marchar a Roma para ser enviado a países de misión. Al llegar a Roma, me preparé con unos ejercicios espirituales y el director de los ejercicios me sugirió que ingresara en la Compañía de Jesús, donde podría realizar mejor mi propósito. A los pocos meses del noviciado, una enfermedad misteriosa hizo que abandonara el Noviciado y regresara a Cataluña. Allí, el Obispo me consiguió de Roma el nombramiento de Misionero Apostólico y comencé la predicación por las tierras catalanas. Cuando las circunstancias políticas hicieron imposible la predicación, viajé a Canarias donde recorrí las islas predicando. Allí me conocían por el nombre de Padrito. Y más tarde, como Arzobispo de Cuba y confesor de la Reina Isabel II, no dejé de vivir y de ser un misionero apostólico por los lugares donde pasaba.
Yo me digo a mi mismo: Un hijo del Inmaculado Corazón de María es un hombre que arde en caridad y que abrasa por donde pasa; que desea eficazmente y procura por todos los medios encender a todo el mundo en el fuego del divino amor. Nada le arredra; se goza en las privaciones; aborda los trabajos; abraza los sacrificios; se complace en las calumnias y se alegra en los tormentos. No piensa sino cómo seguirá e imitará a Jesucristo en trabajar, sufrir y en procurar siempre y únicamente la mayor gloria de Dios y la salvación de los hombres.
San Antonio María Claret, muere en la abadía cisterciense de Fontfroide (Francia) el 24 de octubre de 1870. Tenía 63 años. Raymond Carr le ha llamado Apóstol de España y la liturgia le canta como Apóstol de fuego. Apóstol de palabra hablada y escrita. De su libro escrito a los treinta años, el Camino recto, se han hecho más de trescientas ediciones. En 1847 fundó la Librería Religiosa para poner al alcance de todos la Palabra de Dios y los libros buenos para toda clase de personas. Y como misionero, no faltaron en todas las etapas de su ministerio apostólico las persecuciones.
Azorín dijo de él que no hubo otro en la historia contemporánea de España a quien persiguieran más.
Dios le mantuvo con su gracia y con el amor a la Virgen María, “mi madre, mi maestra y mi madrina; mi todo después de Jesús”.
Sobre la lápida de su sepultura grabaron esta frase del Papa Gregorio VII: “Amé la justicia y odié la iniquidad; por eso muero en el destierro”.
El 7 de mayo de 1950 es canonizado por el Papa Pío XII, quien dijo de él: Alma grande, nacida para ensamblar contrastes. Pequeño de cuerpo, pero de espíritu gigante. Fuerte de carácter, pero con la suave dulzura de quien conoce el freno de la actividad y de la penitencia. Siempre en la presencia de Dios, aun en medio de su prodigiosa actividad exterior.
Calumniado y admirado, festejado y perseguido. Y entre tantas maravillas, como una luz que todo lo ilumina, su devoción a la Madre de Dios.
Segunda parte: Actividades. Cinco sugerencias
1. Carta vocacional
Material: Carta fotocopiada para cada uno de los miembros del grupo con su nombre.
A __________________ , Un amigo en quien confío.
Hola.
Me dirijo a ti porque necesito sacar del coco ideas y sentimientos que me están hirviendo dentro desde hace algún tiempo. Y, como dicen que al escribir se piensa dos veces… me he lanzado a ponértelo por escrito para ver si me aclaro un poco.
La verdad es que no sé por dónde empezar. Lo haré por lo que está más cerca de mí: YO MISMO. Ser alguien… ser algo… proyecto de vida… Parece que todo el mundo se ha puesto de acuerdo para repetirnos una y otra vez la misma cantinela: ¿qué vas a hacer en el futuro?
Lo que veo es que yo no tengo nada claro por dónde tirar. Cuando me pregunto a solas ¿qué tipo de persona quiero ser? Me contesto que quiero ser legal, auténtico, abierto a la vida, a los otros… pero sé que con estas palabras no digo nada. Porque me miro a mí mismo, miro mi vida y encuentro cosas que no me gustan un pelo. A veces me doy asco, no me veo “auténtico”. Son esos defectos que tú bien conoces y que más de una vez me has reprochado, como buen amigo que eres. Te lo agradezco. De verdad, me gustaría cambiar.
Lo que poco a poco voy teniendo más claro es a quién no quiero parecerme. Tú sabes a quien me refiero. Pero hay que ir a lo positivo.
Menos mal que voy vislumbrando día a día algunas actitudes y cualidades que me gustaría tener y desarrollar. Pero… (¡maldita sea!… ¿por qué siempre tiene que haber un pero…?) No sé cómo ir asimilándolas. Me parece que me voy fijando y me voy quedando con un rasgo de uno (por ejemplo, la responsabilidad de mi padre o la ternura de mi madre o…), con una actitud de otro o de otra (me gusta la sinceridad con la que se relaciona con los demás Maribel y la generosidad de Toni). Pero, aunque esto me ayuda a clarificarme algo, veo que no avanzo. Quizás necesite a alguien en quien mirarme para aprender de él –aun siendo yo mismo- el modo de ser, la forma de vivir.
Luego viene lo del “sentido de la vida”. Y me pasa como antes, que me vienen frases hechas: “ser feliz y hacer felices a los que quiero: a mis padres, a Mónica, a ti, a los amigos, incluso a más gente”. Y, también sé que con esta respuesta no he dicho nada. En mí y a mi alrededor veo cosas que no me hacen feliz… y encima están los agoreros que dicen que la felicidad es imposible. Yo no lo creo porque siento la llamada a ser feliz y a hacer felices a otros. Sin embargo, siento que no estoy haciendo todo lo que podría hacer, y me voy comiendo el coco con preguntas como éstas: ¿Tengo derecho a seguir viviendo como estoy viviendo?… ¿no soy demasiado egoísta dedicando mi tiempo libre a lo que lo dedico?…
A veces mi vida… ¡me parece tan vacía!. Además siento que algunos esperan más de mí, que de alguna manera me necesitan y que no puedo montármelo al margen de ellos. Creo que tengo que cambiar… que tengo que dar otro SENTIDO A MI VIDA.
De vez en cuando, veo en la TV o leo en alguna revista lo que otros están haciendo… esos que, sin hacer ruido, han encontrado el sentido a su vida en la entrega. Incluso por aquí andan gentes generosas que me llaman la atención. Pero… ¿cómo lo han logrado?… Ellos no se han hecho por generación espontánea; ellos y ellas no han salido de la caja mágica de las sorpresas, ni del frasco de las esencias. Pero me digo: “si ellas y ellos –que son de carne y hueso como yo, lo han conseguido ¿por qué yo no?. Creo que ayudas no han de faltarme, cuento contigo, con José Mari, con Mónica, con Isabel…
Y me ocurre otra cosa, que a la vez me da alegría y miedo. Me refiero a algunos textos del Evangelio; textos que compartimos en grupo los viernes por la tarde. No sé qué te dirán a ti, pero a mí me dan “mucha caña” –y no precisamente de cerveza, sino de la otra; ya ves por dónde voy. Ellos me dan luz. Comprendo que no puedo construir mi proyecto de vida al margen de ellos. Sé que no es fácil; pero dejándolos de lado, mi vida difícilmente va a merecer la pena.
Y ahora aparece otro follón. Bueno, vale todo lo anterior está muy bien.
Pero…. ¿CON QUIÉN VIVIRLO?. De solterones no vamos a ir por la vida (lo hemos comentado muchas veces). Tú sabes lo que yo siento por Mónica: “me muero por sus huesitos y por los que los rodean”. Vivirlo con alguien que tenga tus inquietudes sería maravilloso. También me pregunto si no hay otra manera de enfocar la vida fuera de la pareja. El caso es que muchos lo hacen y son gentes normales, y parecen felices.
Creo que es hora de ir terminando. Aún quedan otras cosillas , pero no quiero darte más la vara. Ya está bien de rollo. Perdona que te haya escogido para hacerte estas “confesiones”… pero yo no tengo la culpa de que seas mi mejor amigo. ¿La tienes tú?. GRACIAS.
¡Ah! Y si conoces a Alguien –quizás un… (olvídalo)-, sencillamente a alguien que pueda orientarme porque conoce bien la vida y todos estos líos… suéltalo. ¿vale?.
Hasta pronto y, un abrazo.
Ángel.
- Subraya aquello con lo que estés de acuerdo o tú mismo/a hayas vivido.
- ¿Qué pistas le darías tú a este amigo?.
- ¿Qué te ha llamado la atención?. ¿Hay algo en lo que no estés de acuerdo?.
2. La vid y los sarmientos
Material: Una cartulina por grupo en la que esté dibujada una vid con al menos cinco sarmientos.
Lluvia de ideas sobre lo que más ha llamado la atención de la vida del Padre Claret. En la cara A de la cartulina –donde está dibujada la vid y los sarmientos- se escribe lo más sugerente para la puesta en común de los grupos en cada uno de los sarmientos.
Sobre la cara B de la cartulina, –procurando que las manos compongan la forma de la vid de la cara A- cada uno de los presentes dibuja el contorno de su mano abierta y en el espacio en blanco de la palma de la mano, escribe algo que puede hacer para dar en su vida un fruto bueno como Claret.
Puesta en común de los grupos.
3. Eel discofórum
Material: Un reproductor de audio, una canción del momento que presente algún problema de hoy, y letra de la canción.
Audición de la canción.
Subrayado del texto de la canción donde se presente el problema.
Lectura de Lucas 4,40: Poniendo sobre ellos las manos, los curaba.
Debate: ¿Qué podemos hacer nosotros para poner remedio a la situación que describe la canción.
4. El Manifiesto de la Caridad Cristiana
Material: un pliego de papel Din-A3 preparado en forma de pergamino.
El P. Claret tuvo un corazón compasivo y puso de su parte lo que pudo para ayudar a los demás. Vamos a confeccionar un manifiesto sobre la CARIDAD.
Lectura de la Primera carta a los Corintios, capítulo 13.
Lluvia de ideas sobre la caridad –con resonancias a la solidaridad de la vida del misionero-.
Cada uno del grupo elige una idea y escribe un párrafo sobre él con lenguaje de denuncia.
Se leen las composiciones y se pasan al Dina 3 las aportaciones más sugerentes.
5. Mural de la esperanza
Material: Periódicos de los últimos días, cartulina, tijeras y pegamento.
Búsqueda de noticias que hablen de compromisos personales o sociales con los demás.
Puesta en común de las noticias recortadas y elección de las tres más interesantes.
Son respuestas solidarias de personas o grupos de hoy que apuntan a la construcción del Reino de Dios por parte de la Iglesia.
¿Qué podemos hacer nosotros?
Tercera parte. Celebración y oración para concluir la catequesis
I. Celebración para concluir la catequesis
Preparar dos carteles: Uno con el acróstico de la palabra “Misionero/a”, y otro con la oración final.
MONICION DE ENTRADA.
Guía de la celebración: Amigos. Después de haber reflexionado sobre la vocación misionera de san Antonio María Claret, venimos ante Dios para orar sobre lo que hemos vivido.
- Diremos a Jesús que queremos seguirlo…
- Pediremos a Dios que envíe misioneros… que nos envíe,
- Y daremos gracias por la vida de los misioneros.
Guía de la celebración: Amigos, en un instante de silencio orad conmigo.
“Señor Jesús, aquí estamos cerca de tí… míranos a los ojos… despierta en nosotros un sueño bello; el de seguirte, el de anunciarte como te siguieron y te anunciaron tantos y tantos misioneros en todo el mundo.
Tú eres nuestro Amigo, y nosotros sabemos que nos amas.
Enséñanos y ayúdanos a vivir contigo esta celebración”.
Todos: Amén.
Se coloca delante el acróstico Misionero.
M. MUNDO ENTERO.
I. IDEAL.
S. SEGUIMIENTO.
I. ILUSION
O. ORACION.
N. NEGACION DE UNO MISMO.
E. ENVIO. ENTREGA.
R. RIQUEZA.
O/A OFRENDA/AMOR.
Guía de la celebración: Aquí tenemos un acróstico de la palabra misionero. Con él vamos a dar gracias a Dios por los misioneros seguidores de Jesús. Yo diré cada letra… vosotros gritaréis la palabra o palabras que tiene esa letra y luego daremos gracias. Así una tras otra.
Guía de la celebración: M
Todos: Mundo Entero.
Chico: Te damos gracias por los misioneros/as que han respondido a su vocación y están extendidos por el mundo entero y porque ellos miran y aman al mundo entero.
Te damos gracias, Señor.
Todos: TE DAMOS GRACIAS , SEÑOR.
Guía de la celebración: I
Todos: Ideal
Chica: Por los misioneros/as que tienen como ideal su vocación universal, haciendo felices a los demás, como lo hizo Jesús. Te damos gracias, Señor.
Todos: TE DAMOS GRACIAS SEÑOR.
Guía de la celebración: S
Todos: Seguimiento.
Chico: Por los misioneros/as que han seguido a Jesús y siguen con Él a pesar de las dificultades. Te damos gracias, Señor.
Todos: TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR.
Guía de la celebración: I
Todos: Ilusión
Chica: Por la ilusión con que los misioneros/as viven su vocación; y por la ilusión que ellos trasmiten a los pobres y desesperados. Te damos gracias, Señor.
Todos: TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR.
Guía de la celebración: O
Todos: Oración
Chico: Por la oración que hacen los misioneros/as para alabar a Dios y para interceder por las gentes de su misión. Te damos gracias, Señor.
Todos: TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR.
Guía de la celebración: N
Todos: Negación de si mismo.
Chica: Por todos los misioneros/as que han sabido olvidarse de sí mismos, negarse a sí mismos, para seguir a Cristo, hasta dar sus vidas por las gentes de su misión, incluso hasta el martirio. Te damos gracias, Señor.
Todos: TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR.
Guía de la celebración: E
Todos: Envío – Entrega
Chico: Por los misioneros/as que han acogido con alegría el “envío misionero” y se han entregado en cuerpo y alma a la tarea encomendada. Te damos gracias, Señor.
Todos: TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR.
Guía de la celebración: R
Todos: Riqueza
Chica: Por los misioneros/as que no han puesto su corazón en las riquezas de este mundo, sino que han hecho de la Palabra de Dios y de sus hermanos más pequeños y humildes su riqueza y su verdadero tesoro. Te damos gracias, Señor.
Todos: TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR.
Guía de la celebración: O/A
Todos: Ofrenda – Amor
Chico: Por los misioneros/as que han ofrecido a Dios todo cuanto eran y tenían para amar a toda la humanidad con libertad de corazón y luchar por ella cada día de sus vidas. Te damos gracias, Señor.
Todos: TE DAMOS GRACIAS, SEÑOR.
Canto: CRISTO NACE CADA DÍA.
La Re La
Habrá tierra que sembrar,
Re La
habrá mies que recoger,
Re
por muchos años que pasen,
Do#m Re
no cambiará nuestra fe,
La Mi
la vida es de los que luchan
La
por su propio yo vencer.
Habrá veces que pescar
CRISTO NACE CADA DÍA
Re Mi La La7
EN LA CARA DEL OBRERO CANSADO
Re Mi La
EN EL ROSTRO DE LOS NIÑOS QUE RÍEN JUGANDO
Re Mi La
EN CADA ANCIANO QUE TENEMOS AL LADO.
CRISTO NACE CADA DÍA
Y POR MUCHO QUE QUERAMOS MATARLO
NACERÁ DÍA TRAS DÍA, MINUTO A MINUTO
EN CADA HOMBRE QUE QUIERE ACEPTARLO.
Hay mucha tierra sembrada,
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Guía de la celebración: Oración:
Todos: LLÁMANOS Y HAZNOS TUS MISIONEROS/AS – Señor la misión es bellísima… pero aunque sea difícil
T .- LLÁMANOS Y HAZNOS TUS MISIONEROS/AS.
– Señor, aunque algunos crean que ser misioneros es cosa de locos.
T .- LLÁMANOS Y HAZNOS TUS MISIONEROS/AS.
– Señor, porque aún se necesitan muchos más misioneros.
T .- LLÁMANOS Y HAZNOS TUS MISIONEROS/AS
– Señor, para reemplazar a cuántos misioneros de Madrid han fallecido.
T .- LLÁMANOS Y HAZNOS TUS MISIONEROS/AS.
Guía de la celebración: Señor, con el gran misionero que fue S. Antonio María Claret te decimos:
G. Que te conozcamos
T. Y te hagamos conocer
G. Que te amemos
T . Y te hagamos amar.
G. Que te sirvamos
T. Y te hagamos servir.
G. Que te alabemos
T. Y te hagamos alabar de todas las criaturas y por todo el mundo.
G. Haz, Señor que todos tus seguidores nos convirtamos a ti, que nos pongamos a la escucha de tu pregunta para descubrir nuestra vocación misionera y responder a ella con confianza y alegría.
Te lo pedimos por la intercesión de S. Antonio María Claret, fiel misionero de tu Hijo Jesucristo.
T. Amén.
II. Oración para concluir la catequesis
(Si no concluye con la celebración).
TU LLAMADA ENTRE NOSOTROS Tú, Jesús sigues llamando personalmente a cada uno de nosotros, y nos vas incorporando a trabajar en tu mies.
Nos sentimos convocados a compartir, tu vida, tu Reino, tus proyectos…
como hijos obedientes del Padre, como hermanos solidarios de los hombres.
Como tus discípulos, te pedimos: “enséñanos”.
Queremos oír la voz de Dios, convertirnos en Palabra tuya, tener apertura de corazón y mente, sencillez y rectitud de vida, no encerrarnos en nuestra propia carne y dilatar tu Reino.
Pon en nuestros labios las palabras de invitación para que nuevos jóvenes te conozcan, experimenten y busquen en ti “camino, verdad y vida”.
AQUÍ ESTAMOS, SEÑOR.
Con gozo respondemos a la llamada que en tu Hijo nos diriges y alentados por la fuerza del Espíritu te decimos confiados “Queremos hacer tu voluntad”.
Danos una mirada limpia, una inteligencia abierta y un corazón ardiente para poder captar y comprender el designio de amor que tienes sobre nuestra comunidad y sobre la misión que nos has encomendado.
Advertimos las profundas y constantes exigencias, las debilidades y dificultades, conviértalas en estímulo para la acción, la caridad y el fulgor de nuestras vidas.
Aumenta en nosotros la generosidad y la esperanza y ábrenos a las necesidades más urgentes de los hombres.
Que acertemos a expresar en nuestra vida el amor universal de Jesucristo, su incondicional entrega y su donación radical.
Confírmanos en la verdad, danos sed de tu justicia y haznos útiles instrumentos para proclamar el Evangelio, discerniendo en todo tiempo lo que te agrada, lo bueno, lo que es justo y lo que construye tu Reino entre los hombres.
Te lo pedimos por Jesucristo nuestro Señor. Amén.
Bibliografía
Antonio María Claret: Autobiografía. Editorial Claret, 1975.
Antonio María Claret: Escritos autobiográficos. BAC, Madrid, 1981.
Antonio María Claret: Escritos autobiográficos. BAC, Madrid, 1985.
Agustín Cabré: Evangelizador de dos mundos. Claret, Barcelona, 1983.
Jesús Álvarez: Misioneros Claretianos. P. Claretianas, Madrid, 1993.
Atilano Aláiz: No puedo callar. San Pablo, Madrid, 1995.
Emilio Vicente Mateu: San Antonio María Claret, Misionero Apostólico. Folleto. Edición revisada por Juventino Rodríguez. Sevilla, 1997.
Ángel Sanz: Apóstol de fuego. San Antonio María Claret. Folleto. Ediciones Iris de Paz, 2000.
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Fuente original: mariologia.org