Historia de Gedeón

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¿Confías en Dios? Verás que en la historia de Gedeón, el Señor triunfa de manera asombrosa frente a los madianitas. En ella aprendemos que es mejor fiarse de Dios que de nuestros propios cálculos por muy acertados y prudentes que los creamos.

Tras la muerte de Josué, que había dejado a cada tribu bien ubicada en la tierra prometida, surgió una nueva gengedeon01eración de israelitas que pronto comenzó a olvidarse de Dios y de los grandes prodigios que este había hecho por su pueblo. Entonces los hijos de Israel hicieron lo que desagradaba a Yahvé, y adoraron a los dioses falsos de los cananeos como Baal y Aserá. Baal era el dios de la tempestad, la tormenta, las lluvias y el rocío; tenía en su mano, por tanto, la clave de una buena cosecha en los campos. Aserá, madre de Baal, se consideraba diosa de la fecundidad en animales y personas, y era muy frecuente en Canaán encontrarla tallada en maderos y troncos.

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Dios Baal de los cananeos

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Diosa Aserá

Viendo, pues, Yahvé, la infidelidad de sus hijos, permitió que un pueblo llamado Madián, que venía del oriente, penetrara en la tierra prometida atravesando el río Jordán con sus innumerables camellos y con sus ganados. Montaban sus tiendas y acampaban en medio de Israel; devastaban los campos y tomaban las ovejas, los bueyes y los asnos de los israelitas, dejándolos sumidos en una gran pobreza.

El pueblo clamó a Yahvé y Dios respondió, una vez más, desde su misericordia:

Un joven bastante debilucho de la tribu de Manasés llamado Gedeón, se encontraba ocupado en recoger trigo y esconderlo de los madianitas, cuando un ángel del Señor se le apareció bajo un árbol. “El Señor está contigo guerrero valiente” Le dijo. Gedeón respondió: “Mi Señor, si Yahvé está con nosotros, ¿por qué nos sucede todo esto?, parece que Yahvé nos ha abandonado y nos ha puesto en manos de Madián” Pero el ángel se volvió a él y le respondió: “Ve y con esa fuerza que tú tienes libra a Israel de los madianitas” Gedeón le dijo: “¿Con qué voy yo a libertar a Israel?, mi familia es la más débil de la tribu de Manasés y yo soy el más pequeño de la casa de mi padre” El ángel de Yahvé le respondió: “Yo estaré contigo y derrotarás a Madián como si fuera un solo hombre” Pero Gedeón le dijo: “Si he hallado gracia a tus ojos, dame una señal de que me hablas de parte de Dios y no te vayas de aquí hasta que yo vuelva con una ofrenda y te la presente”

Gedeón preparó unos panes y un cabrito y regresó para ofrecérselos al ángel. Éste dijo: “Pon la ofrenda sobre aquella piedra” Gedeón así lo hizo. Y entonces el ángel, alzando el báculo que tenía en la mano, tocó con él la carne y los panes de la ofrenda los cuales fueron inmediatamente consumidos por un fuego súbito que brotó de la misma piedra. El ángel desapareció de su vista.

Gedeón sintió miedo y exclamó: “¡Ay, Señor, Yahvé! ¿Entonces he visto cara a cara al ángel de Yahvé?” Pues pensaba que por ello moriría; pero el mismo Yahvé le contestó: “La paz sea contigo; no temas, no morirás”

Aquella misma noche Gedeón salió resueltamente y destruyó un altar dedicado a Baal y taló con el hacha una Aserá, ambos pertenecientes a la casa de su propio padre, ofreciendo a continuación un sacrificio al verdadero Dios. Su padre recapacitó y lo comprendió, pero los lugareños protestaron y, como eran muy supersticiosos, exclamaron: “¡Pues que sea Baal quien se vengue de Gedeón puesto que ha derribado su altar!” Pero tal cosa nunca ocurrió, como es natural, porque Baal era un dios que no existía.

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Gedeón destruyendo los ídolos de la casa de su padre

Entretanto, los madianitas, los amalecitas y otras tribus del oriente, cruzaron el río Jordán y acamparon en una gran llanura situada en un valle entre montañas, muy cerca de la tierra de Manasés; su número era inmenso y la amenaza, por tanto, era patente.

Gedeón, revestido del Espíritu de Yahvé, convocó a todos los de su tribu (Manasés) y también a los de las tribus de Aser, Zabulón y Neftalí, quienes se pusieron enseguida a sus órdenes pues veían en él autoridad y capacidad de liderazgo recibidos de Dios.

Pero antes de emprender acción alguna, Gedeón pidió a Yahvé una prueba para estar más seguro: “Si de verdad quieres salvar a Israel por mi mano como me has dicho, voy a colocar un vellón de lana en la era; si, al amanecer, solo el vellón de lana se cubre de rocío y el resto del suelo está seco, conoceré que así será”. Aquella noche puso un gedeon05vellón de lana seco sobre el suelo, en su era. A la mañana siguiente se levantó muy temprano, cogió el vellón de lana del suelo y lo exprimió. Asombrado, pudo comprobar que fue capaz de llenar una cazuela con el agua que contenía. El campo estaba completamente seco.

Pero no se quedó conforme y de nuevo habló a Yahvé: “Que no se encienda tu cólera contra mí si hablo una vez más; quisiera que ahora fuese el vellón el que quedase seco y que el resto del campo estuviera todo húmedo” Y Dios —que tenía mucha paciencia con Gedeón— hizo que, al amanecer del día siguiente, el suelo se mostrase cubierto de rocío y el vellón de lana completamente seco. Gedeón quedó convencido. –Y, seguramente, un poco avergonzado—.

Pero tales prodigios enfervorizaron su ánimo, de tal manera que organizó un enorme ejército capaz de atacar a los invasores que acampaban en el valle. Eran más de treinta mil los hombres que consiguió poner en orden de batalla.

Aunque, para su sorpresa, le habló Yahvé diciéndole: “Llevas contigo demasiada gente; concede permiso para que se retiren todos los que tengan miedo” Muchos debieron ser los miedosos porque se retiraron veintidós mil y quedaron unos diez mil. De nuevo habló Yahvé a Gedeón y le dijo: “Todavía es demasiada gente. Hazlos bajar al río para que beban agua” Luego dijo: “Los que beben el agua tomándola en su mano y lamiéndola como hacen los perros, sitúalos aparte de los que beben doblando la rodilla”. Una vez separados, quedaron trescientos hombres que habían bebido el agua tomándola con la mano. Y dijo Yahvé: “Con estos trescientos hombres yo os libertaré, y entregaré a los madianitas en tus manos. Todos los demás que se vayan a casa”

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Gedeón se quedó solo con trescientos hombres, con los cuales tenía que derrotar y expulsar de allí a miles y miles de madianitas que, asociados con otros pueblos, acampaban abajo en la llanura, con intención de provocar y dañar a los israelitas. Podemos imaginar la cara de pasmo que tendría Gedeón al verse en aquella situación. ¿Dudaría otra vez de Yahvé?

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Gedeón con sus trescientos hombres

Pero Yahvé dio instrucciones precisas a Gedeón. Le ordenó que proveyera a cada uno de los trescientos soldados de una trompeta y de unos cántaros vacíos. A continuación le dijo: “Si todavía temes atacar a Madián, baja con tu escudero al campamento y escucha lo que allí dicen porque volverás fortalecido” Bajó Gedeón con su escudero aprovechando la penumbra de la noche y pudo oír la conversación que mantenían dos soldados madianitas. Uno decía: “He tenido un sueño. Un pan de cebada rodaba por nuestro campamento y chocó contra una tienda dejándola destruida” El otro le contestó: “Eso quiere decir que Dios ha puesto a todo el campamento bajo la espada de Gedeón”.

Gedeón subió a toda prisa alentado por las palabras que había oído y gritó a sus hombres: “¡Arriba!, ¡Vamos, que Yahvé ha entregado en nuestras manos el campamento de Madián! Una vez espabilados, los dividió en tres escuadras de cien hombres, y les entregó una trompeta a cada uno y cántaros vacíos dentro de los cuales colocó teas encendidas, diciéndoles: “Haced todo lo que yo haga. Cuando yo toque la trompeta y la suenen los que van conmigo, las haréis sonar también vosotros fuertemente alrededor de todo el campamento madianita y gritaréis “¡Por Yahvé y por Gedeón!”

Tras estas instrucciones, los tres grupos de soldados se movilizaron de inmediato, repartiéndose sigilosamente por las laderas y consiguiendo rodear el campamento. Apostados, esperaban la orden de Gedeón; reinaba un gran silencio. En la segunda vigilia, cuando acababan de relevarse los centinelas, Gedeón hizo sonar fuertemente la trompeta al tiempo que rompía unos cuantos cántaros con lo que liberaba las teas encendidas las cuales mostraban su resplandor. Todos los de su grupo hicieron lo mismo e inmediatamente el resto de los grupos, con lo que consiguieron producir un efecto aterrador que unía el sonido de muchas trompetas, el crujir de muchos cántaros, y la repentina aparición de numerosos y desconcertantes puntos luminosos por las laderas de las montañas. Un grito igualmente aterrador que decía: “¡Espada, por Yahvé y por Gedeón!” se oía resonar en la oscuridad de la noche proveniente de todas partes de las montañas.

Fue tal el desconcierto causado por esta artimaña, que los madianitas se creyeron rodeados por un poderosísimo ejército y, presas del pánico, comenzaron unos a gritar y otros a correr intentando una desesperada huída. Y en medio del revuelo, Yahvé hizo que se volviesen las espadas los unos contra los otros dentro del mismo campamento.

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Gedeón y sus soldados causan el pánico en el campamento

Gracias a que Gedeón siguió las instrucciones de Yahvé, consiguió un triunfo clamoroso sin tener ni que moverse de su sitio ya que fueron muchos los madianitas que murieron luchando entre sí y otros huyeron y se dispersaron en la noche. Pero Gedeón mandó aviso inmediato a las tribus de Neftalí, de Aser, y a la suya propia, de Manasés, para que esperasen a los madianitas en el río Jordán antes de que lo cruzasen en la retirada y, al día siguiente, con la luz del día, y en los sucesivos, los israelitas lograron anular definitivamente, con la ayuda de Dios, la amenaza que Madián había representado para ellos. El pueblo de Israel, agradecido, quiso hacer rey a Gedeón, pero él contestó: “Yahvé será vuestro rey”, para que les quedase bien claro que la victoria se la debían a Dios y a nadie más.

Esta gran victoria de Yahvé se conocería en el futuro como el “Día de Madián”, cuando Dios quebró la vara del tirano que amenazaba a Israel. ¿Hemos aprendido la lección?, ¿confiaremos más en Dios?, ¿nos desalentaremos ante los obstáculos, las tentaciones y los fracasos? Como nos dice el conocido sacerdote y escritor D. Jesús Urteaga: “Lo único que nos pide el Señor es que toquemos la trompeta y rompamos cacharros de arcilla. La victoria corre siempre por cuenta de Dios y nos la dará en su momento oportuno”.

Vocabulario

Alentar: Animar, dar más vigor.

Artimaña: Astucia, treta.

Devastar: Destruir, arrasar.

Era: Espacio descubierto donde se trillan las mieses: trigo, etc.

Enfervorizar: Infundir fervor, calor, celo ardiente.

Jaculatoria: Oración breve dirigida al cielo con mucho fervor.

Lamer: Sorber con la lengua.

Misericordia: Efluvio del amor de Dios hacia la debilidad o miseria de sus criaturas. Dios que se conmueve ante la debilidad de los hombres tan necesitados de Él

Pasmo: Admiración extremada, sorpresa, perplejidad.

Patente: Evidente, clara, manifiesta.

Proveer: Prevenir y hacer acopio de las cosas necesarias para un fin.

Súbito: Repentino, inmediato.

Sumir: Hundir, sumergir.

Superstición: Creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón; como por ejemplo, creer en la mala suerte, en los horóscopos, etc.

Segunda vigilia: El periodo de la noche que corresponde al segundo turno de vigilancia de los centinelas.

Teas: antorchas.

Ubicar: Situar, alojar.

Vellón: Mechón de lana.

Para la catequesis

  • ¿Dónde nos muestra Jesús más cercanamente su capacidad infinita de perdonar, su amor misericordioso, a los que nos acercamos arrepentidos a pedirle perdón?
  • ¿Crees que debemos confesarnos solamente cuando tenemos pecados graves?
  • Los días 13… ¿traen mala suerte? ¿Conoces algún otro ejemplo de superstición?
  • Pide a Jesús y a su santísima Madre que te ayuden a confiar más en ellos. Puedes rezar muchas veces estas jaculatorias: “Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío” y “Dulce Corazón de María, sed mi salvación”.

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