Santa Teresa de Jesús de los Andes, la Azucena de Quito

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El 13 de julio de 1900, en Santiago de Chile, nacía Juana Enriqueta Josefina de los Sagrados Corazones, que conoceremos después, cuando vista el hábito del Carmelo, como hermana Teresa.

Tuvo seis hermanos más. Sus padres, Miguel y Lucía, eran ricos en bienes materiales y en virtudes. Recibió una esmerada educación en los mejores colegios de la capital.

En 1909 recibió el sacramento de la confirmación y el 11 de septiembre de 1910 la primera Eucaristía. Escribe sobre estos días: Nuestro Señor me hablaba después de comulgar. Pero mi devoción especial era la Virgen».

Pasó mucho tiempo gravemente enferma y a los quince años hizo voto de virginidad. Conoció a las carmelitas de los Andes y le robaron el corazón.

Después de pensarlo muy bien, decide abrazar su vida. Obtenidos los debidos permisos, ingresa el 7 de mayo de 1919 en el Carmelo de los Andes.

El 14 de octubre viste el hábito carmelita y comienza el no-viciado. Escribe cartas llenas de amor de Dios y con deseos de hacer mucho bien a sus destinatarios.

Ella vive sumergida en Dios, «su centro y su morada», con deseos de ser «corredentora del mundo» por medio de su «oración, trabajo y alegre vida fraterna».

A primeros de marzo de 1920 asegura que morirá pronto. Escribió: Para una carmelita la muerte no tiene nada de espantable. Va a vivir la vida verdadera. Va a caer en brazos del que amó aquí en la tierra sobre todas las cosas. Se va a sumergir eternamente en el amor».

El 2 de abril, Viernes Santo, cae gravemente enferma. El 6 de este mismo mes hace su profesión religiosa.

El 12 de abril, a la 19,15 horas, muere santamente. Contaba 19 años y nueve meses de vida, y once meses de carmelita.

El padre Julián Cea, C.M.F., que la había conocido en unas misiones, dijo: «Pronto obrará milagros». Y no se equivocó.

Desde entonces cuantos se encomendaban a ella y cuantos acudían a su sepulcro obtenían gracias y favores por su intercesión.

El 3 de abril de 1987, ante un millón de personas, en Santiago de Chile, el papa Juan Pablo II la declaraba beata y el 21 de marzo de 1993 la canonizaba en Roma.

SU ESPIRITUALIDAD

A pesar de su juventud -19 años- y de su cortísima vida en el Carmelo -11 meses-, su espiritualidad es rica y transparente.

Leyendo su precioso y abundante epistolario, y sobre todo su diario, escrito dese 1917 con el título de «Historia de la vida de una de sus hijas, pueden apreciarse los quilates de esta alma extraordinaria.

Amó tiernamente a Jesús. Dice ella refiriéndose a su primera comunión: Jesús, desde ese primer abrazo, no me soltó y me tomó para sí. Todos los días comulgaba y hablaba con Jesús largo rato…».

«La mirada de mi crucifijo me sostiene… ¡Qué feliz soy! He sido cautivada en las redes del divino pescador. El 8 de diciembre me comprometí. Mi pensamiento no se ocupa sino de él… Jesús mío, he visto que sólo una cosa es necesaria: amarte y servirte con fidelidad, parecerme y asemejarme en todo a ti. En eso consistirá mi ambición.»

Teresa amaba a María de un modo todo especial: La Virgen me ayudó a limpiar mi corazón de toda imperfección… Mi de-..,voción especial era la Virgen. Le contaba todo. Sentía su voz dentro de mí misma… Mi espejo ha de ser María. Puesto que soy su hija, debo parecerme a ella y así me pareceré a Jesús.

Su amor al Carmelo…, a las almas…, a sus seres queridos…, son otras facetas de su espiritualidad.

SU MENSAJE

  • Que estemos dispuestos a dejarlo todo por seguir a Jesús.

  • Que nuestros amores básicos sean Jesús y María.

  • Que nuestra familia no sea obstáculo, sino medio, para seguir a Jesús.

RAFAEL M.ª LÓPEZ MELÚS, O.CARM.

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