Domingo Savio nació en Italia (1842) en una familia muy humilde. De pequeño era buen estudiante y muy piadoso, por lo que fue admitido para recibir su Primera Comunión a los siete años, cuando en aquellos tiempos se hacía a los doce.
Ese día escribió unos propósitos que cumplió toda su vida:
- Confesaré y comulgaré a menudo.
- Quiero santificar los Domingos y fiestas.
- Mis mejores amigos serán Jesús y María.
- Antes morir que pecar.
A los doce años conoció a san Juan Bosco y se unió a él para que le enseñara a vivir las virtudes cristianas y seguir su propio camino. Domingo pensaba ser sacerdote, pero una pulmonía acabó con su vida a los quince años.
Rápidamente se difundió su fama de santidad. Pio XI dijo: «fue santo porque lucho para vencer los malos ejemplos y tentaciones, y corresponder generosamente a la Gracia». Pio XII lo declaró santo en 1954.
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