La Biblia más infantil: Reyes, Saúl y David

La Biblia más infantil: Reyes, Saúl y David

Saúl, primer rey de Israel

Samuel nombró a Saúl primer rey de Israel. Era muy fuerte y venció a muchos pueblos. Pero Dios no estaba contento con Saúl, porque empezó a quedarse con las cosas de los pueblos a los que ganaba, sin ofrecérselas a Él ni repartirlas con los demás. Dios le dijo a Samuel: «Te voy a enseñar a otro hombre bueno, que será mejor rey que Saúl».


«Ayúdame a ser generoso con los demás».

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David cuidando el rebaño

David cuidando el rebaño

Dios llevó a Samuel hasta donde estaba David, un joven pastor que cuidaba su rebaño, y le dijo: «Éste será el rey de mi pueblo». Entonces Samuel derramó aceite sobre la cabeza de David para indicar que él sería el rey.



«Que seas el Rey de mi corazón».

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David vence a GoliatDavid vence a Goliat

En el ejército de los filisteos, había un gigante llamado Goliat, con el que nadie se atrevía a luchar. El joven David rezó a Dios y luchó contra el gigante lanzándole una piedra con su honda. La piedra derribó a Goliat al golpearle con gran fuerza en la frente. Goliat murió y los filisteos fueron de nuevo derrotados.



«Ayúdame, porque soy pequeño como David».

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David luchandoDavid luchando

David era un buen guerrero y ganaba muchas batallas. Todo el mundo decía que era más fuerte y valiente que Saúl. Éste se enfadó y empezó a tenerle envidia.



«Quítame la envidia, Señor, que me hace malo».

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David con el arpaDavid con el arpa

Saúl murió en una batalla y David fue el rey de Israel, como Dios había dicho. Era muy bueno, sabía tocar el arpa y escribir versos y canciones, llamados Salmos, que cantaba a Dios. Dios estaba muy contento con él y era su amigo. Un día le dijo: «De tu familia nacerá el Mesías (Jesús)». David convirtió la ciudad de Jerusalén en la capital de todo el reino.


«Quiero ser tu amigo como David».

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De La Biblia más infantil, Casals, 1999. Páginas 50 a 54

Coordinador: Pedro de la Herrán

Texto: Miguel Álvarez y Sagrario Fernández Díaz

Dibujos: José Ramón Sánchez y Javier Jerez


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Historia del rey David (II de II)

Historia del rey David (II de II)

El rey Saúl murió en una batalla combatiendo contra los filisteos: Viéndose rodeado por los arqueros enemigos y sabiendo que no tenía escapatoria porque todos venían contra él, dijo a su escudero: “Saca tu espada y traspásame para que no me maten ellos” Pero su escudero no se atrevió a obedecer, entonces, tomando Saúl su propia espada, se dejó caer sobre ella y murió.

David0201Tras la muerte de Saúl, David, aconsejado por Yahvé, se marchó a vivir a Hebrón, en el territorio de Judá. Cuando se enteraron los habitantes de aquellas tierras fueron a su encuentro y le ungieron como rey de Judá; pero los antiguos seguidores de Saúl no estuvieron conformes y se enfrentaron a David en otra larga guerra de la que salió victorioso nuevamente David, porque Dios estaba con él. Al final, después de tantas luchas, las tribus de Israel admitieron la autoridad suprema de David y, viniendo a Hebrón los ancianos representantes de todas ellas, le ungieron y le reconocieron como rey de todo Israel. Tenía treinta años, y reinó durante cuarenta años.

Lo primero que hizo tras su nombramiento fue establecer la capital del reino en Jerusalén Aún hoy día Jerusalén sigue siendo la capital de Israel, y trasladó a esta ciudad el Arca de la Alianza. Fue enorme el júbilo que vivió todo Israel en aquel día, y el propio David marchaba delante del Arca cantando y danzando cuando la traían en procesión hasta Jerusalén.

David0202David se instaló en la Casa Real construida para él, y enseguida pensó en edificar un templo que fuera como la casa de Dios, un lugar adecuado para el Arca de la Alianza porque la había depositado en un sitio fortificado que se llamó “La Ciudad de David” y colocado dentro de una tienda que era como un recuerdo del tabernáculo del desierto, pero él pensaba que la infinita Majestad de Yahvé se merecía mucho más. Anunció este propósito al profeta Natán, su sabio consejero, que estuvo de acuerdo; pero aquella misma noche Natán tuvo una revelación de Yahvé: “Anda y dile esto a David, mi siervo: Mi casa la edificará un hijo tuyo que será también rey se refiere a Salomón, yo seré para él como un padre y él será para mí como un hijo, y no apartaré de él mi misericordia. Continuará tu reinado que ya será para siempre, tu trono que durará para toda la eternidad” En estas palabras de Dios también está contenida la promesa del Mesías, Jesucristo, descendiente de David y por eso llamado “Hijo de David”, cuyo reino es continuación de aquel y no tendrá fin. El Señor sigue preparando a Israel para la venida del Mesías, que reinará definitivamente, no solo en los pueblos, sino más bien en los corazones de aquellos hombres y mujeres que lo quieran acoger y les traerá la paz y la salvación eterna.

Tras escuchar las palabras que Natán le transmitía de parte de Dios, David exclamó agradecido: “¡Mi Señor Yahvé!, ¿Quién soy yo y quién es mi casa para recibir tantas mercedes de Ti? ¡Qué grande eres Oh, mi Señor Yahvé! Ya que así lo quieres, bendice la casa de tu siervo David para que llegue a ser como Tú deseas”.

No creas que el reinado de David fue fácil; tuvo que combatir en muchas ocasiones. Además de contra los filisteos, combatió contra David0203los sirios, los edomitas, los amonitas; contra los partidarios de Saúl, como ya hemos dicho, y hasta contra uno de sus hijos que se llamaba Absalón y que trató de derrocarlo de su trono de Jerusalén, pero Yahvé siempre daba la victoria a David, aunque no sin esfuerzo. Le entristeció mucho tener que luchar contra su hijo Absalón porque este había formado un gran ejército que presentó batalla al de David. El rey, como tenía corazón de padre, dijo a sus jefes y capitanes que, aunque obtuvieran la victoria, respetaran la vida de su joven hijo, pero cuando la contienda estaba llegando a su fin, Absalón se vio perdido y se alejó montado sobre un mulo; algunos lo siguieron y, durante la carrera, Absalón pasó por debajo de una gran encina y se enredaron sus cabellos en las ramas, de modo que se quedó suspendido en el aire por los cabellos. Los que lo seguían le hirieron con flechas y allí colgado murió. Enterado David de la muerte de Absalón le lloró por mucho tiempo.

David0204Una tarde, paseaba David por la terraza de su Casa Real y desde allí vio a una mujer que estaba bañándose y era muy hermosa. Se interesó por ella y le respondieron: “Es Betsabé, la mujer de Urías, uno de tus capitanes” El rey, se dejó arrastrar por la pasión y, cegado por el deseo de poseerla, adulteró con ella y luego trazó un malicioso plan: Escribió una carta al jefe del ejército donde estaba Urías diciéndole: “En la próxima batalla pon a Urías en el punto donde la lucha sea más dura, y cuando el combate esté más violento retiraos y dejadle solo para que caiga muerto” Y así fue; Urías, que era un valiente capitán, murió combatiendo por su rey sin sospechar siquiera la trampa mortal en donde este le había situado. David tomó a Betsabé, mujer de Urías, por esposa después del periodo de duelo y ella le dio un hijo.

Pero estas cosas no pasan desapercibidas para Dios, quien le envió de nuevo al profeta Natán para decirle: “Quiero que juzgues esto que te voy a decir: Había en una ciudad dos hombres, uno rico y otro pobre. El rico tenía muchas ovejas y muchas vacas, y el pobre solo tenía una pequeña oveja que había comprado y criado junto a él; hasta comía de su pan y bebía de su vaso. Por las noches dormía junto a él y le daba calor; la quería como si de una hija se tratase. Un viajero llegó a casa del rico, y, no queriendo este desprenderse de ninguna de las suyas para dar de comer al huésped, cogió la ovejita del pobre y la mató para preparar con su carne la comida” David, se indignó al escuchar el relato y exclamó: “¡El que hace una cosa así es digno de muerte!”

Natán dijo entonces a David: “¡Tú eres ese hombre!; con tanta gloria y tantos dones como te ha concedido Yahvé, ¿por qué has hecho lo que es malo a sus ojos? Has causado la muerte de Urías para poder tomar a su mujer; por eso te digo que el hijo que te ha nacido de ella morirá”

Al poco tiempo el niño enfermó severamente. Entonces David se dio cuenta de su grave pecado y rogó a Dios por el niño ayunando, durmiendo en la tierra y recogiéndose en intensa oración que mostraba a Yahvé su arrepentimiento sincero. De este momento se guardan escritas las oraciones que, afligido, dirigió al Señor y que constituyen un verdadero canto de penitencia, a la vez que dejan ver la confianza tan grande que David tenía en la infinita misericordia de Dios. Sin duda que a Jesús le agradará vernos rezar estos salmos igual que David, cuando le hemos ofendido y le pedimos perdón. Dicen así:


¡Misericordia, Dios mío, por tu bondad, por tu inmensa compasión borra mi culpa!

Lava del todo mi delito, limpia mi pecado.

Pues yo reconozco mi culpa, tengo siempre presente mi pecado.

Contra ti, contra ti solo pequé, cometí la maldad que aborreces.

Mira, en la culpa nací, pecador me concibió mi madre.

Rocíame con el hisopo: quedaré limpio; lávame: quedaré más blanco que la nieve.

¡Oh Dios! Crea en mí un corazón puro, renuévame por dentro con espíritu de rectitud.

No me arrojes lejos de tu rostro, no me quites tu Santo espíritu.

Señor, me abrirás los labios y mi boca proclamará tu alabanza.

Los sacrificios no te satisfacen, si te ofreciera un holocausto, no lo querrías.

Mi sacrificio es un espíritu quebrantado; un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias.


Aunque el niño murió como había profetizado Natán, David aceptó sin quejarse la voluntad de Dios, pero Yahvé se conmovió con el sincero arrepentimiento del rey y por medio de Betsabé le dio un nuevo hijo que vendría a ser muy importante y se llamó Salomón.

David murió siendo viejo y dejó su trono en manos de su hijo Salomón, al que aconsejó en sus últimos momentos: “Sé fiel a Yahvé, tu Dios, hijo mío; ve por sus caminos y guarda sus mandamientos como están escritos en La Ley de Moisés, de manera que cumpla Yahvé su palabra, la que a mí me ha dado, diciendo: Si tus hijos siguen su camino ante Mí en verdad y con todo su corazón y toda su alma, no te faltará jamás un descendiente sobre el trono de Israel”

David0205Una de las devociones más piadosas, que podemos tomar del rey David, son sus oraciones a Dios, que componía para ser recitadas y cantadas en diversas ceremonias usando instrumentos musicales de cuerda como el salterio o el arpa. Son los salmos, como por ejemplo el que hemos leído antes. Son cantos de alabanza a Dios, o de esperanza en Dios; otros son de agradecimiento, otros de arrepentimiento por los pecados o para suplicar gracias a Dios; y otros tienen contenido profético, como el impresionante salmo 22 que describe el sufrimiento que tuvo Jesús en la cruz, nada menos que diez siglos antes de que ocurriera y dice así:

¡Dios mío, Dios mío! ¿Por qué me has abandonado?…

Cuantos me ven se burlan de mí, abren los labios y menean la cabeza.

“Se encomendó a Yahvé –dicen-; que Él lo salve”…

Me rodean como perros, me cerca una turba de malvados;

Han taladrado mis manos y mis pies. Y puedo contar todos mis huesos.

Ellos me miran y contemplan. Se han repartido mis vestidos y echan suertes sobre mi túnica.

David0206¿No es esto lo que ocurrió cuando crucificaron a Jesús? Si lees la pasión del Señor en los Evangelios encontrarás que estos hechos sucedieron así.


Vocabulario

Adulterio: Unión carnal ilegítima de hombre con mujer siendo uno de los dos casado o ambos

Afligido: Tiste, dolido, sin consuelo

Derrocar: Quitar el poder y expulsar de su trono de rey

Hisopo: Palo corto, o mango metálico que, mojándolo, sirve para asperger el agua en los templos e iglesias

Holocausto: Sacrificio en el que se mata a un animal y se quema su carne completamente en un altar ofreciéndolo a Dios

Mercedes: Detalles de amor, favores, gracias, regalos


Para la catequesis

  • ¿Contra qué mandamiento o mandamientos pecó David al adulterar con la mujer de Urías? ¿Qué consecuencias se derivaron de aquello?
  • ¿Qué hizo David al reconocer la gravedad de lo que había hecho? A pesar de tan grave pecado ¿le perdonó Dios?, ¿por qué? ¿Qué Debemos hacer si nos vemos pecadores ante Dios?
  • Los Salmos de David son oraciones llenas de piedad y belleza. Jesús, la Virgen y san José los conocían y rezaban. Aún hoy día se siguen rezando con devoción en la Iglesia; muchos se recitan en la Santa Misa cuando, en la liturgia de la palabra, el lector dice: “Salmo responsorial:”. Pide a tus padres o al sacerdote que te enseñen alguno más.
  • ¿Por qué decimos que el Mesías es hijo de David?
Historia del rey David (I de II)

Historia del rey David (I de II)

Recién llegados a la tierra prometida, los israelitas estuvieron, durante cierto tiempo, gobernados por jueces, como Gedeón o Sansón, que Dios les ponía para resolver las disputas que surgían entre ellos. Esto fue bueno, pero en el aspecto político estaban muy disgregados, no era una verdadera nación organizada, lo cual les hacía más vulnerables ante las acometidas de los pueblos enemigos. Así que comprendieron que deberían renunciar cada una de las tribus a una parte de su libertad en pro del bien común y, con la ayuda de Dios, se unieron bajo la autoridad de un solo rey para todo Israel.

david01El primer rey se llamó Saúl, pero su comportamiento no agradó por completo a Dios y fue sustituido por David, el más importante de todos; un rey muy valiente, que tenía además un notable talento artístico, pues le gustaba la música, la danza y la poesía; capaz de realizar las hazañas más heroicas y también de ofender gravemente a Dios. Pero el rey David supo reconocer sus errores y arrepentirse sinceramente de sus pecados confiando en la misericordia infinita de Yahvé. De su descendencia nacería Jesucristo, el Mesías prometido y el salvador del mundo.

Estamos en el año 1000 antes de Jesucristo al final de la época de los jueces de Israel. El santuario de Yahvé estaba instalado en una ciudad llamada Silo, en el centro de la tierra de Canaán. Allí, junto al Arca de La Alianza, vivía y dormía un muchacho a quien su madre, agradecida, había consagrado a Yahvé. El chico se llamaba Samuel y estaba bajo la tutela del sacerdote Helí, que era juez de Israel.

Samuel servía a Dios con alegría y sencillez de corazón.

david02Una noche, Samuel oyó la voz de Dios que le llamaba: “¡Samuel!” Él contestó: “Heme aquí” que significa “aquí estoy” y corrió a Helí para decirle: “Me has llamado y aquí estoy” Helí le dijo: “Yo no te he llamado, vuelve a acostarte” Pero, al momento, de nuevo le llamó Yahvé: “¡Samuel!” Y otra vez corrió hasta Helí para decirle: “Aquí estoy porque me has llamado” Y Helí le volvió a decir que se acostara, que no había sido él. Lo mismo ocurrió una tercera vez y Helí comprendió que era Yahvé quien llamaba al joven así que le dijo: “Anda, acuéstate y si vuelves a oír esa voz, contéstale: Habla Yahvé, que tu siervo escucha” Samuel se fue y se acostó. Vino Yahvé y nuevamente le llamó: “¡Samuel, Samuel!” Él contestó: “Habla Yahvé, que tu siervo escucha” Entonces Dios le habló por primera vez.

Este breve episodio nos sirve para conocer a Samuel, un chico sencillo, piadoso y estudioso que, cuando fue mayor, Llegó a ser muy afamado en Israel. Todos le tuvieron por un verdadero profeta y por un santo, y Dios le continuó hablando a lo largo de su vida.

Fue Samuel profeta y Juez de Israel durante muchos años y gozaba de gran autoridad, pero sus hijos se mostraron indignos de seguir el importante oficio de su padre. Un día, vinieron a él los ancianos y le propusieron: “Como tú eres ya viejo, queremos tener un rey como tienen otros pueblos; danos un rey que nos juzgue y que pueda salir al frente de nuestro ejército en los combates” Samuel rezó a Dios y Éste le comunicó que estaba conforme, que buscaría un rey para Israel.

Por aquel tiempo, un muchacho llamado Saúl había salido con un mozo de la casa de su padre a buscar unas asnas que se habían extraviado. Como se alejaron bastante de su casa y no las encontraban, el mozo le dijo: “Sé que hay un hombre que tiene fama de vidente y que mora en la ciudad próxima hacia donde nos dirigimos”. Este hombre no era otro que Samuel. No es que fuera vidente, en el sentido de “adivino”, es que sabía las cosas porque Dios le hablaba. Ya Dios había advertido a Samuel, el día anterior, que le visitaría un muchacho y que habría de ungirle como el primer rey de Israel. Samuel vio venir hacia él a Saúl que era muy alto y fuerte, y convocando un banquete con unos treinta hombres ungió la cabeza de Saúl con óleo delante de todos y le nombró rey de Israel de parte de Yahvé. Le dijo además donde podía encontrar las asnas que había perdido como prueba de que lo hecho era voluntad de Dios.

Saúl fue aceptado como rey por los israelitas y logró algunas hazañas combatiendo a los filisteos que era el principal pueblo enemigo; pero su comportamiento, a lo largo de su reinado, no agradaba a Yahvé, y dijo Yahvé a Samuel: “He rechazado a Saúl para que no reine más sobre Israel, llena tu cuerno de óleo y dirígete a Belén, a casa de un hombre llamado Jesé, pues he visto un rey para mí entre sus hijos”

Llegó Samuel a casa de Jesé y le invitó a celebrar un sacrificio a Yahvé con todos sus hijos. Le fueron presentando uno a uno, y cuando hubieron pasado los siete hijos varones dijo Samuel: “A ninguno de estos ha elegido el Señor ¿son todos tus hijos, no hay ningún otro?” Y él le respondió: “Queda el más pequeño, que está apacentando las ovejas” Samuel le dijo: “Manda a buscarle pues no nos sentaremos a comer hasta que no haya venido él” Jesé envió a buscarle. Era rubio, de hermosos ojos y bella presencia. Yahvé dijo a Samuel: “Levántate y úngele porque éste es” Samuel, tomando el cuerno del óleo lo derramó sobre su cabeza, ungiéndole a la vista de sus hermanos. Y desde aquel momento, y en lo sucesivo, el Espíritu de Dios vino sobre David, pues así se llamaba el chico, y se retiró de Saúl.

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El Señor fue disponiendo las cosas para que David reinase en Israel y, como hace tantas veces, se va sirviendo de circunstancias ordinarias: así, Saúl se encontraba enfermo, triste y sin consuelo. Uno de sus sirvientes había oído hablar del hijo menor de Jesé, de Belén de Judá, -ya sabemos de quién se trata-, un chico valiente y que, además, tocaba muy bien el arpa. Propuso que se trajera al muchacho para que, en los ratos de tristeza del rey, le alegrase con canciones. De esta manera Saúl conoció al joven David quien, con frecuencia, tocaba el arpa ante el rey para alegrarle el corazón.

Mientras tanto, los filisteos habían formado un gran ejército que amenazaba a Israel, y Saúl tuvo que organizar sus tropas para defenderse de ellos. Ambos ejércitos se situaron en sendas colinas, una enfrente de la otra, entre las cuales mediaba un valle.

De las filas del ejército filisteo se destacó un hombre llamado Goliat, tan grande y poderoso que parecía un gigante comparado con el resto de los soldados. Llevaba un casco de bronce, una coraza con escamas de bronce y unas botas de bronce; a su espalda llevaba un escudo también de bronce y en la mano una lanza enorme con una gran punta de hierro; una imponente espada colgaba de su cinturón dentro de su vaina. Delante de él iba su escudero.

Goliat se paró y, dirigiéndose a las tropas de Israel puestas en orden de batalla, les gritó desafiante: “¡Yo reto al ejército de Israel! Elegid de entre vosotros un hombre que baje y se atreva a pelear conmigo; si en la lucha me vence, quedaremos sujetos a vosotros y os serviremos; pero si le venzo yo y le mato, entonces vosotros seréis nuestros servidores”

Los israelitas se amedrentaron y nadie se atrevía a luchar contra Goliat, el cual se envalentonaba más y más, saliendo cada mañana y cada tarde a repetir su desafío.

Jesé, que tenía a sus tres hijos mayores en el ejército de Israel, encargó a David que llevara alimentos a sus hermanos y se enterase de si se encontraban bien. David llegó al campamento y se acercó a la fila de soldados donde estaban sus hermanos. En aquel momento salió de nuevo Goliat, el gigante filisteo, y gritó lo de todos los días: “¿Quién se atreve a luchar conmigo?” Pero David, que lo oyó, preguntó a los que tenía cerca: “¿Quién es ese filisteo para insultar así al ejército del Dios vivo?” El rey Saúl vio a David y, extrañado, le mandó venir. Cuando David llegó a la presencia del rey dijo: “¡Que no desfallezca el corazón de mi señor por culpa de ese filisteo! Yo iré a luchar contra él” Pero Saúl le dijo: “Tú eres todavía un niño y él es un hombre de guerra desde su juventud” David replicó: “Cuando yo cuidaba los rebaños de mi padre y venía un león o un oso y se llevaba una oveja, yo le perseguía y le golpeaba hasta quitársela de la boca; he matado leones y osos, y ese filisteo será como uno de ellos. Yahvé, que me protegió antes, me protegerá también ahora” Hoy día ya no se ven leones ni osos por aquellas tierras, pero en tiempos de David no eran raros. Saúl le dijo: “vete y que Yahvé te acompañe”.

Vistieron a David con una coraza de bronce, casco y espada, pero cuando probó a moverse dijo: “No puedo ni andar con estas armas, no estoy acostumbrado” Y deshaciéndose de ellas tomó su cayado, eligió cinco chinarros del torrente que discurría cerca de allí, los metió en su zurrón de pastor y, con la honda en la mano, avanzó hacia el filisteo. La honda es un arma muy sencilla que frecuentemente llevan los pastores para ahuyentar a las alimañas o para obligar a las ovejas o al ganado a no abandonar el rebaño. Con la honda se lanzan las piedras mucho más lejos que con la mano. David confiaba más en su destreza con la honda que en las armas que le ofrecían para luchar.

david04Goliat se acercó poco a poco, y habló a David con desprecio: “¡Ven a mí, que voy a dar tu carne a los buitres y a las bestias del campo!” Dijo. Pero David le respondió: “Tú vienes a mí con lanza y espada, pero yo vengo contra ti en el nombre de Yahvé, Dios de los ejércitos, a quien has insultado. Te heriré y te cortaré la cabeza, y sabrá toda la tierra que Israel tiene un Dios”

El filisteo avanzó enfurecido hacia David, este se movió con rapidez, metió la mano en su zurrón, sacó un chinarro y lo lanzó con la honda. La piedra voló, y clavándose en la frente del filisteo lo derribó de bruces en tierra. Corrió David, se paró ante Goliat y, no teniendo espada a la mano, tomó la de él, sacándola de su vaina; lo mató y le cortó la cabeza.

Al ver los filisteos a su campeón muerto, se llenaron de pánico y desorganizados huyeron; pero el ejército de Israel salió tras ellos y los derrotaron fácilmente.

A partir de aquel día David entró plenamente al servicio del rey Saúl. Su fama de valiente se acrecentó durante las numerosas campañas de guerra que el rey le encomendaba. Siempre procedía con acierto y se le puso al mando de hombres de guerra mayores y con más experiencia que le respetaban y se sentían contentos de tenerlo por jefe.

david05Como salía siempre triunfante en las batallas contra los filisteos porque Yahvé estaba con él, las mujeres cantaban a coro en los pueblos: “Saúl mató a mil, pero David mató a diez mil” El rey Saúl, al ver la fama que iba alcanzando, le tomó envidia y un día en que estaba David tocando el arpa, le arrojó su lanza, pero David la esquivó y se clavó en la pared.

David comprendió que tenía que alejarse y se marchó a casa de Samuel, que ya era anciano, con quien estuvo un tiempo. Pero Saúl se había empeñado en atraparlo y matarlo, y enviaba hombres en su busca.

Un día se encontraba David escondido dentro de una cueva con algunos de sus partidarios, pues tenía muchos porque su reputación de hombre valiente y favorecido de Yahvé seguía acompañándole, y, casualmente, entró Saúl sin saberlo a hacer una necesidad. Los que estaban con David le decían: “¡Aprovecha ahora y mata al rey!” pero David respondió: “Líbreme Dios de hacer tal cosa; no pondré mi mano sobre el ungido de Yahvé” Y no se sirvió de su ventaja; pero, en un descuido, cortó a Saúl un trozo de su manto y se escondió para que no le viera.

Cuando el rey abandonó la cueva sin haberse percatado de nada, salió también David y se postró en tierra gritándole: “¡Oh rey, mi señor! Yo no pretendo hacerte daño ¡Mira, padre mío, mira!Le decía padre mío porque, como ya sabes, lo conocía desde muy joven En mi mano tengo la orla de tu manto; yo la he cortado, y si no te he querido hacer daño debes comprender que no hay en mí maldad ni rebeldía contra ti. Tú, por el contrario, quieres quitarme la vida. Deja que sea Yahvé quien nos elija a ti o a mí porque, por mi parte, no pondré mi mano sobre ti”

david06Saúl se conmovió al oír las palabras de David y se echó a llorar diciendo: “¿Eres tú, hijo mío, David?, veo que tú eres mejor que yo porque me has hecho el bien y yo te pago con el mal. Hoy has probado que eres bueno conmigo porque, habiéndome puesto Yahvé en tus manos, no me has matado. Que Yahvé te pague lo que has hecho hoy conmigo. Bien sé que tú serás quien reine sobre Israel, pero júrame que cuando llegue ese momento no te vengarás de mí ni de los míos”

Y David se lo juró para que se quedara tranquilo.

Vocabulario

Alimaña: Animal perjudicial para el ganado, como por ejemplo el lobo.

Apacentar: Dar pasto a los ganados.

Asno: Burro, pollino.

De bruces: Boca abajo.

Óleo: Aceite.

Tutela: Cuidado de una persona o de un menor en ausencia de sus padres.

Ungir: Signar con el óleo sagrado.

Vidente: Profeta.

Zurrón: Bolsa grande de pellejo o cuero que usan los pastores.

Para la catequesis

  • ¿Qué hizo la madre de Samuel para agradecer a Dios un favor recibido? ¿Eso fue bueno o malo para Samuel?
  • Sabemos que Dios nos llama a todos para que seamos santos. Dile todos los días a Jesús, como Samuel: “Me has llamado y aquí estoy”.
  • ¿Qué virtudes o cualidades aprecias en David que pudieran agradar a Dios?