Dinámica sobre las Virtudes Teologales especialmente pensada para preadolescentes de hasta 12 años.
La autora, Pilar, plantea el siguiente esquema con unos materiales muy recomendados y acertados.
3.ª Parte: Lectura sobre la caridad, sobre el amor.
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3.ª Parte: Lectura sobre la caridad, sobre el amor.
Escuchemos a San Pablo en la Primera Epístola a los Corintios (1 Cor 13, 1-13).
1. Aunque hablara las lenguas de los hombres y de los ángeles, si no tengo caridad, soy como bronce que suena o címbalo que retiñe.
2. Aunque tuviera el don de profecía, y conociera todos los misterios y toda la ciencia; aunque tuviera plenitud de fe como para trasladar montañas, si no tengo caridad, nada soy.
3. Aunque repartiera todos mis bienes, y entregara mi cuerpo a las llamas, si no tengo caridad, nada me aprovecha.
4. La caridad es paciente, es servicial; la caridad no es envidiosa, no es jactanciosa, no se engríe;
5. es decorosa; no busca su interés; no se irrita; no toma en cuenta el mal;
6. no se alegra de la injusticia; se alegra con la verdad.
7. Todo lo excusa. Todo lo cree. Todo lo espera. Todo lo soporta.
8. La caridad no acaba nunca. Desaparecerán las profecías. Cesarán las lenguas. Desaparecerá la ciencia.
9. Porque parcial es nuestra ciencia y parcial nuestra profecía.
10. Cuando vendrá lo perfecto, desaparecerá lo parcial.
11. Cuando yo era niño, hablaba como niño, pensaba como niño, razonaba como niño. Al hacerme hombre, dejé todas las cosas de niño.
12. Ahora vemos en un espejo, en enigma. Entonces veremos cara a cara. Ahora conozco de un modo parcial, pero entonces conoceré como soy conocido.
13. Ahora subsisten la fe, la esperanza y la caridad, estas tres. Pero la mayor de todas ellas es la caridad.
Oramos en silencio…
Poned como fondo para la meditación la canción «Si no tengo amor…» del elepé ¿Cómo te podré pagar? de Brotes de Olivo.
Dinámica sobre las Virtudes Teologales especialmente pensada para preadolescentes de hasta 12 años.
La autora, Pilar, plantea el siguiente esquema con unos materiales muy recomendados y acertados.
2.ª Parte: Cuento«Las tres piedras» que enseña a crecer, esperar y amar.
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2.ª Parte: Cuento «Las tres piedras» que enseña a crecer, esperar y amar
Cuentan que el primer árabe que cruzó el desierto se encontró junto a una cueva con un anciano de aspecto venerable que le preguntó:
— Joven, ¿A dónde vas?
— Quiero cruzar el desierto.
El anciano quedó pensativo un momento y añadió.
— Deseas algo difícil. Para cruzar el desierto te harán falta tres cosas. Toma estas piedras. Este topacio es la fe, amarillo como las arenas del desierto, esta esmeralda es la esperanza, verde como las hojas de las palmeras, y este rubí, es la caridad, rojo como el sol de poniente. Anda siempre hacia el sur y encontrarás el oasis de Náscara, donde vivirás feliz. Pero no pierdas ninguna de las piedras, si no, no llegarás a tu destino.
El hombre se puso en camino y recorrió miles y miles de leguas a través de las dunas amarillentas sobre su camello.
Un día le asaltó una duda:
— ¿No me habrá engañado el anciano? ¿Y si no existiera el oasis que me prometió y el desierto no tuviera fin?.
Ya iba a volverse cuando notó que algo se le había caído sobre la arena. Era el topacio. El joven se bajó para cogerlo y pensó:
— No, no. Tengo que confiar en la promesa del anciano. Seguiré mi Camino.
Pasaron muchos días. El sol, el viento, el frío de la noche le iban agotando. Sus fuerzas desfallecían y ni una palmera ni una fuente se veían por el horizonte sin fin. Ya iba a dejarse caer del camello para aguardar la muerte bajo su sombra, cuando notó que se la caía algo al suelo. Era la esmeralda. El joven se bajo a recogerla y se dijo:
— Tengo que ser fuerte, tal vez, un poco más allá estará el oasis. Si no sigo, moriré sin remedio. Mientras tenga un soplo de vida seguiré.
Continúo el joven el camino, cuando encontró un pequeño charco de agua junto a una palmera. Ya iba a lanzarse sobre el charco, cuando vio los ojos de su camello suplicantes y tiernos como los de un hombre pidiendo, el agua. Pensó entonces que debería tener piedad del animal desfallecido, pues él aún podía resistir, y dejó que bebiera aquellos pocos sorbos.
Cuál no sería su asombro cuando el camello cayó muerto a sus pies. El agua estaba corrompida. En el suelo notó el joven que brillaba el rubí y lo recogió, dando gracias al cielo por haber recompensado su generosidad con el camello.
Al alzar la vista, vio a lo lejos unas palmeras. Era el oasis de Náscara. Al llegar, encontró junto a una limpia fuente, al anciano de la cueva que le sonrió alegremente.
— Has llegado a tu destino puesto que has conservado las tres piedras preciosas. La fe, la esperanza y la caridad. ¡Ay de ti si hubieras perdido alguna, hubieras perecido sin remedio!
El anciano después de darle agua fresca y dátiles, se despidió del joven diciéndole:
— Guarda siempre durante tu vida, junto a tu corazón, el topacio, la esmeralda y el rubí. Así llegarás hasta el paraíso. Nunca los pierdas.
Experiencia humana
El hombre náufrago desde el nacimiento y errante en el desierto, tiene que hacer la gran travesía, el recorrido de su vida. Otros la han realizado antes que él, pero ahora no le acompañan.
Aunque están en su origen y le esperan en su destino, el recorrido lo tiene que hacer él solo. No puede alejarse de su dama de compañía: La soledad. En ese recorrido le pesa la falta de confianza, siente la tentación del abandono y tiene tendencia a pensar sólo en él.
Tres virtudes humanas vienen en su ayuda: la fe en lo que hace y en sí mismo, visión esperanzada del futuro en el que entronca su destino, y donación generosa como actitud vital.
Para el diálogo
Quiero cruzar el desierto.
¿En qué se parece la vida de un hombre a la de quien quiere cruzar un desierto?.
A veces duramos en la vida, pero no vivimos, porque no lo elegimos.Poned ejemplos.
Deseas algo difícil.
Las metas difíciles estimulan al hombre ¿O no?
El joven se puso en camino y recorrió miles de leguas….
¿Cómo ha sido nuestro camino?
¿Cómo ha sido el camino de toda la humanidad?
Tengo que confiar en la promesa del anciano.
¿En quién confía cada uno? ¿Y en qué?
El anciano ya había llegado.
¿Cómo lo hizo y por qué?
Seguiré mi camino… mientras tenga un soplo de vida, seguiré.
¿En qué situaciones hemos dicho lo mismo o nos gustaría decirlo?
Has llegado a tu destino, puesto que has conservado las tres piedras: la fe, la esperanza y la caridad.
¿Cómo ha conservado cada uno esas tres virtudes en cuanto a virtudes humanas?
Guarda esas tres piedras. Así llegarás al paraíso.
Ha llegado al oasis, pero tiene que seguir caminando hasta el paraíso, aquel que estaba al principio y sólo encontraremos al final. ¿Qué piedras lleva cada uno en ese camino?
Para la acción
Reescribid la historia, siendo cada uno el protagonista. Señalar cuándo se nos ha caído y por qué cada piedra.
El joven se baja a recoger las piedras que se la van cayendo en vez de seguir adelante sin ellas. Recordar situaciones en que nos ha sucedido lo mismo o en que hemos abandonado las piedras.
Unid todo lo anterior a esta preciosa parábola que habla de compartir, de partir y repartir el pan, la vida y la esperanza.
Parábola de la piedra/La sopa de piedras
En un pequeño pueblo una mujer se llevó una gran sorpresa al ver que había llamado a su puerta un extraño, correctamente vestido, que le pedía algo de comer. «Lo siento, dijo, pero ahora mismo no tengo nada en casa».
«No se preocupe, dijo amablemente el extraño, tengo una piedra de sopa en mi cartera, si usted me permitiera echarla en un puchero de agua hirviendo, yo haría la más exquisita sopa del mundo. Un puchero muy grande por favor.»
A la mujer le picó la curiosidad, puso el puchero al fuego y fue a contar el secreto de la piedra de sopa a sus vecinas. Cuándo el agua rompió a hervir, todo el vecindario se había reunido allí para ver a aquel extraño y su piedra de sopa. El extraño dejó caer la piedra en el agua, luego probó una pequeña cucharada con verdadera delectación y exclamó:
— ¡Deliciosa! Lo único que necesita es unas cuantas patatas.
— ¡Yo tengo patatas en mi cocina! gritó una mujer. Y en pocos minutos estaba de regreso con una gran fuente de patatas peladas que fueron derechas al puchero.
El extraño volvió a probar el brebaje. — ¡Excelente!, dijo, y añadió pensativamente:
— Si tuviéramos un poco de carne, haríamos un cocido de lo más apetitoso….
Otra ama de casa salió zumbando y regreso con un pedazo de carne que el extraño tras aceptarlo cortésmente, introdujo en el puchero. Cuando volvió a probar el caldo, puso los ojos en blanco y dijo:
— ¡Ah, que sabroso! Si tuviéramos unas cuantas verduras, sería perfecto, absolutamente perfecto…
Una de las vecinas fue corriendo hasta su casa y volvió con una cesta llena de cebollas y zanahorias. Después de introducir las verduras en el puchero, el extraño probó nuevamente el guiso y con tono autoritario, dijo — La sal.
— Aquí la tiene, le dijo la dueña de la casa.
A continuación dio otra orden:— Platos para todo el mundo.
La gente se apresuró a ir a sus casas en busca de platos. Algunas regresaron trayendo incluso pan y frutas.
Luego se sentaron todas a disfrutar de la espléndida comida, mientras el extraño repartía abundantes raciones de su increíble sopa. Todas se sentían extrañamente felices, mientras reían, charlaban y compartían por primera vez su comida. En medio del alborozo, el extraño se escabulló silenciosamente, dejando tras de sí la milagrosa piedra de sopa, que ellas podrían usar siempre que quisieran hacer la más deliciosa sopa del mundo.
Os presentamos una breve dinámica sobre el Santo Rosario para aprender la historia de esta devoción de forma amena y divertida.
Recomendamos hacer esta dinámica con grupos pequeños de niños, ya sea en el aula o en familia.
La dinámica consiste en imprimir cada ficha histórica, colorearlas, leerlas ordenadamente y finalmente hacer un mural pegándolas todas en una cartulina.
Podéis acceder a los dibujos en tamaño real pulsando cada imagen o en los enlaces situados encima de los dibujos.
El tema específico de esta catequesis es «El Rosario de la Virgen María» y está dirigida a los niños que se preparan para recibir la Primera Comunión.
Su objetivo específico es que los niños afiancen su amor a Jesús y a la Santísima Virgen conociendo esta oración llamada «Rosario».
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Catequesis sobre «El Rosario de la Virgen María»
1. Saludo
Queridos niños:
Hoy comenzamos nuestra catequesis refiriéndonos a Alguien que nos ama mucho y a quien nosotros también le rendimos amor y veneración. Ya la cartelera nos hace la presentación de la persona a la cual nos referimos; es María, la Mamá de Jesús y que nos adoptó a nosotros como hijos.
2. Revisión del compromiso
– ¿He pedido a la Santísima Virgen, todos los días, que nos enseñe a orar, a ser obedientes y a ayudar a los demás con generosidad, como Ella lo hizo y agradecerle por haber colaborado con su Sí a la obra de la redención?
– ¿He compartido mis cosas: tiempo, libros, juguetes, merienda…, con los demás?
3. Oración
Oh, Señora y Madre mía:
yo me entrego del todo a ti
y en prueba de este amor que te tengo;
te consagro mis ojos, mis oídos,
mi lengua, mi corazón, todo mi ser.
Y ya que soy todo/a tuyo/a:
protégeme y guárdame como propiedad tuya.
Amén.
4. Escuchemos la Palabra de Dios
Cuando Isabel oyó el saludo de María, la criatura saltó en su vientre, y ella, llena del Espíritu Santo, con voz fuerte exclamó: «Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre. ¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?
Lucas 1, 41- 43.
5. Preguntas, respuestas, opiniones, explicación sobre el evangelio leído
– Isabel, llena del Espíritu Santo, ¿Qué le dijo a María al escuchar su saludo?
– ¿Qué oración nos hace recordar lo que dijo Isabel a María?
– ¿Cómo supo Isabel que María es la madre de su Señor?
– ¿Quién era ese niño que saltó en el vientre de Isabel al oír el saludo de María?
– ¿Cómo se «formó» la oración del Avemaría?
El Evangelio que hemos escuchado nos cuenta que la Virgen María, al enterarse por el ángel que Isabel, su parienta, esperaba un hijo, sin poder tenerlo, corrió a su lado para ayudarla. Isabel, al escuchar el saludo de María, siente el gozo del bebé en sus entrañas y llena del Espíritu Santo le responde con aquellas hermosas palabras: ¡Bendita tú, entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre! Esta expresión de Isabel, junto con el saludo del ángel Gabriel, la repetimos cincuenta veces al rezar el Rosario.
– ¿Cómo se sentirá Jesús al escuchar de nuestros labios y de nuestro corazón que lo bendecimos a él y bendecimos a María, la criatura más perfecta salida de las manos de Dios?
Sobre esta oración, que es como una corona de rosas, el beato Juan Pablo II nos explica y nos enseña, escuchémoslo:
«El Rosario de la Virgen María, que se fue propagando poco a poco en el segundo Milenio bajo el soplo del Espíritu de Dios, es una oración apreciada por numerosos santos y fomentada por el Papa y los Obispos. En su sencillez y profundidad, sigue siendo también en este tercer Milenio apenas iniciado una oración de gran significado, destinada a producir frutos de santidad. Se encuadra bien en el camino espiritual de un cristianismo que, después de dos mil años, no ha perdido nada de la novedad de los orígenes, y se siente empujado por el Espíritu de Dios a «remar mar adentro», para anunciar, más aún, proclamar a Cristo al mundo como Señor y Salvador, «el Camino, la Verdad y la Vida» (Juan 14,6), el «fin de la historia humana, el punto en el que convergen los deseos de la historia y de la civilización». El Rosario, en efecto, aunque se distingue por su carácter mariano, es una oración centrada en la cristología. En la sencillez de sus partes, concentra en sí la profundidad de todo el mensaje evangélico, del cual es como un resumen. En él resuena la oración de María, su continuo Magníficat por la obra de la Encarnación redentora en su seno virginal. Con él, el pueblo cristiano aprende de María a contemplar la belleza del rostro de Cristo y a experimentar la profundidad de su amor. Mediante el Rosario, el creyente obtiene abundantes gracias, como recibiéndolas de las mismas manos de la Madre del Redentor».
El catequista entregará a los niños el siguiente dibujo para que lo pinten. El Rosario Misionero se reza por los cinco continentes y por eso se pinta de una color distinto cada decena del Rosario. Se pintarán las cuentas así: la primera decena de color verde, representa Africa; la segunda decena de color rojo, representa América; la tercera decena de color blanco, representa Europa; la cuarta decena de color azul, representa Oceanía y la quinta decena de color amarillo, representa Asia.
Pulsad en la imagen o en este enlace para obtener el Rosario misionero en tamaño real.
7. Celebración
El catequista tendrá preparadas unas tarjetas en las que habrá escrito el nombre de MARíA. Después de sentarse en el suelo, formando un círculo, dará a cada niño su tarjeta. Les indicará que en la parte posterior de dicha tarjeta deben escribir una expresión de amor y agradecimiento a la Santísima Virgen. Seguidamente se entona un canto a la Virgen, se lee lo que se haya escrito en cada tarjeta y se terminará con el rezo del Padrenuestro y el Avemaría.
Pulsad en la imagen o en este enlace para obtener la tarjeta de María en tamaño real.
8. Compromiso
Colocamos el dibujo pintado en la reunión de Infancia Misionera en un lugar destacado en la propia habitación.
Finaliza esta catequesis con el rezo a la Virgen para que interceda por la paz del mundo y la reconciliación de todos lo que están en guerra.
Os ofrecemos este sencillo juego para que los niños aprendan el Padrenuestro, el cual consiste en lograr emparejar los versos de la oración que el Señor nos enseñó con la imagen que la representa y luego ordenarlas.
¡Imprime las cartas en cartulina, recorta y a jugar!