Teresita, una que dijo sí al llamado a la santidad

Teresita, una que dijo sí al llamado a la santidad

Teresita, nunca ha dejado de ayudar a las almas más sencillas, a los pequeños, a los pobres y los que sufren cuando la imploran, sino que también ilumina a toda la Iglesia con su profunda doctrina espiritual hasta el punto que Juan Pablo II, en 1997 le otorgó el título de Doctora de la Iglesiay la definió una experta en la «scientia amoris».

Santo Padre emérito Benedicto XVI

Encuentro de catequesis para niños

Edad recomendada:10 años

Objetivo

Descubrir el llamado a la santidad que está grabado en nuestro corazón.

  • Reconocer el camino de la santidad en lo cotidiano y simple de la vida.
  • Conocer un modelo de santidad misionera a través de la vida de Santa Teresita del Niño Jesús.

Introducción motivadora

Dinámica de las rosas

Se preparan rosas de papel y se distribuyen sobre la mesa o el lugar en que se realiza el encuentro. Se invita a cada niño a tomar una rosa, imaginar y escribir brevemente la historia de esa rosa, con su principio y su final.

Luego compartirán esas historias. Y cada niño luego de compartir pegará su rosa alrededor de un afiche esté cubriendo una imagen de Santa Teresita.

Iluminación

“Dejen que los niños vengan a mí, porque de ellos es el Reino de los cielos”… (Mc 10,14-16)

Desarrollo

Se invita a los niños a escuchar la historia de una rosa muy especial, y se descubre el afiche donde está la imagen de Santa Teresita del Niño Jesús.

Se cuenta a los niños la vida de la Santa:

La vida de Santa Teresita es tan sencilla como maravillosa. Nunca hizo nada fuera de lo ordinario, pero todo lo hizo con extraordinario amor. Y es precisamente, este camino de pequeñez lo que la ha hecho grande a los ojos de la Iglesia. Vivió tan solo 24 años y no pisó nunca un aula universitaria, ni siquiera traspasó los muros del convento del Carmen de Lisieux, donde ingresó a los 15 años; y aún así esta joven carmelita es considerada una de las más grandes maestras de espiritualidad de todos los tiempos.

Su historia es la de un alma sencilla y profundamente humilde que encontró en el amor la clave de la existencia humana. Aunque breve, su vida fue un testimonio permanente del inmenso valor de la oración y de los pequeños actos realizados por amor. Tanto es así que gracias su acción oculta y silenciosa llegó a convertirse en patrona universal de las misiones sin haber salido nunca del convento.

El ejemplo de Santa Teresita nos invita a una santidad sin complicaciones, que aprovecha cada instante de la vida cotidiana para amar y para servir a los demás. La suya no es una doctrina académica, sino una doctrina de vida que propone el camino de la infancia espiritual, la confianza absoluta en Dios y el total abandono en su amor misericordioso.

Como ella misma lo dijo alguna vez: «Permanecer pequeño es reconocer la nada de uno, esperarlo todo de Dios, como el niño lo espera todo de su padre; no inquietarse por nada, no procurar llegar a ser rico… Ser pequeño significa también no atribuirse a sí mismo las virtudes que se practican juzgándose capaz de algo, sino reconocer que Dios pone ese tesoro de virtud en la mano de su hijito para que se sirva de él cuando lo necesite… Consiste, en fin, en no desanimarse por las propias faltas, pues los niños caen a menudo, pero son demasiado pequeños para hacerse mucho daño».

En un mundo como el nuestro, racionalista y cargado de hedonismo, la sencillez de esta Santa resulta de una eficacia única para esclarecer el espíritu y el corazón de los que tienen sed de verdad y de amor.

En 1997, el Papa Juan Pablo II la declaró Doctora de la Iglesia, convirtiéndose así en la más joven de todos los merecedores a este prestigioso reconocimiento reservado a hombres de la estatura espiritual de Santo Tomás de Aquino, San Agustín o San Juan de la Cruz. Santa Teresita es nuestra más amada Santa y Hermana de la Iglesia.

Se destacan tres aspectos, que se escribirán en cartones de colores y se pegarán alrededor de la imagen.

  1. A Santa Teresita le encantaban las rosas. Su vida se estaba consumiendo y sabía que su misión no había hecho más que empezar mientras se disponía a entrar en la vida eterna con Dios. Ella explicaba que «Después de mi muerte, haré caer una lluvia de rosas», es decir, que proporcionaría una lluvia de favores y beneficios, para que la gente amara más a Dios.
  2. El mensaje que quiere transmitir Teresita es que la espiritualidad es sencilla y la llama «caminito». Es decir, ella nos enseña que Dios está en todas partes, en toda situación y toda persona y en los sencillos detalles de la vida. Su «caminito» nos enseña que hay que hacer las cosas habituales de la vida con extraordinario amor. Una sonrisa, una llamada de teléfono, animar a una persona, sufrir en silencio, tener siempre palabras optimistas y otras tantas acciones hechas con amor. Estos son los ejemplos de su espiritualidad. La acción más diminuta, hecha con amor, es más importante que grandes acciones hechas para gloria personal. Teresa nos invita a unirnos a su infancia espiritual, es decir, a su «caminito».
  3. A Santa Teresita le gustaba mucho la naturaleza y mediante ella explicaba que la Presencia Divina estaba en todas partes y que todo estaba relacionado con el Amor de Dios. Teresita se veía como la florecilla de Jesús porque era como una de las múltiples florecillas silvestres que se pueden encontrar en el campo, que pasan desapercibidas para la gente, pero que crecen dando gloria a Dios. Esta es la forma en que ella se explicaba ante el Señor, pero floreciendo donde Dios la había plantado. Teresa pensaba que era como la flor más pequeña del bosque, sobreviviendo y floreciendo a través de todas las estaciones del año. Por la gracia de Dios, ella sabía que era más fuerte de lo que aparentaba. Siguiendo la tradición Carmelita, Teresa veía al mundo como el jardín de Dios, y a cada persona como un tipo de flor distinta.

Actividad

Aprendemos el canto de Santa Teresita.

Canto a Santa Teresita

(Puedes encontrar la melodía en este enlace)

Pequeña niña de Lisieux,
Florcita de Jesús,
Fuiste grandeza siendo pequeñez.
A los brazos de Dios, como el niño Jesús,
Te abandonaste confiando en su amor.
Dile, ¡oh, Santa Teresita!, al Señor
Nos ayude a ser pequeños como vos,
Vivir paciente la lección de amor.
Guía nuestros caminos de reconciliación.

Santa Teresita nos enseñó
A todos los que queremos llegar a Dios
A ser humildes, alegres, sencillos;
A ser tierra sedienta, sedienta de Cristo;
Ser manitas vacías como lo es un niño;
Ser espíritu inquieto
Que aún en lo cotidiano puede ver a Dios,
Puede ver a Dios.

Pequeña carmelita, ¡oh, santa de la misión!,
Desde tu claustro le gritaste al mundo en oración,
Fue tan grande tu fe en Jesús.
Tu fe en que solo Él
Es verdadero amor,
Cristo es pasión.
Dile, ¡oh, Santa Teresita!, al Señor
Que nos llene el alma de fe en la oración.
Almita simple, sublime amor,
Guía nuestros caminos de transformación.

Compromiso

Cada niño elige un aspecto que le gustaría imitar en su vida y lo escribe con su nombre en la rosa que eligió como signo de ese compromiso de ser amigo misionero de Jesús.

Santa Teresa de Jesús: maestra de oración. Poemas líricos de Santa Teresa

Santa Teresa de Jesús: maestra de oración. Poemas líricos de Santa Teresa

Siempre tan dispuesta para la Verdad, el Bien, el Amor y el heroísmo, a través de años de intensa lucha para comunicarse con el Señor, es y será siempre: Maestra de oración.

*  *  *

Aficionado era su padre a leer buenos libros, y así los tenía para que los leyesen sus hijos. Especial interés puso su madre en que sus hijos numerosos rezasen y fueran devotos de la Virgen. Seis años de Teresa. Asimila rápido e intensamente. Ejemplo de toda virtud halla en sus padres. Y todos sus hermanos, personas de calidad. Es decir, nos encontramos en una excelente cantera familiar.

Cuando en el corazón del hogar se lee, Teresa escucha con avidez. Niña y todo, tiene ya un alma profunda con un instinto divino insobornable. Lo capta todo. Y, comunicativa como es, contagia, sobre todo a los hombres. Su hermano Rodrigo, siete años, manejado por ella, lee con ella vidas de santos. Y se escapan a tierras de moros para que los descabezasen por Cristo.

Como esta hazaña fue interceptada , se conformó con que los dos serían ermitaños. En consecuencia, construían ermitas en el huerto, jugando con creatividad y audacia y eficacia. Y repetían un “mantra” interesante: “para siempre, siempre, siempre”. La eternidad va a pesar mucho en su vida.

Las gestas y heroísmos de los santos, leídos en el hogar, al calor del fuego, releídos después en atmósfera fraterna y amorosa, calaron hondo en aquella tierra, tan dispuesta para la Verdad, el Bien, el Amor y el heroísmo. Ese es el hontanar prometedor de la Maestra de oración. Cuando sea mayor, los hombres de Iglesia no se lo pondrán muy fácil para que pueda realizar sus impulsos, responder a sus llamadas, consumar sus ideales.

Teólogos unilaterales , para quienes el ejercicio del intelecto es el supremo acto humano y religioso, como Melchor Cano, profesor de prima en la Universidad de Salamanca, escribirán que “si quien se da a la oración, Dios le da noticia del cielo y de la tierra y prudencia para obrar, cerremos los libros, mueran los estudios, y démonos todos a la oración». Desgraciadamente muchas cátedras ocupadas lo fueron por sabiduría, sensatez, valores humanos y divinos, magnanimidad y tolerancia. Mucho ha habido de amaño, arribismo, de hombre ascendido porque supo encontrar la clave del sistema, y también porque la astucia otorgadas por la naturaleza a quienes no proveyó de derecha, como un medio de sobrevivir. ¡Y, qué sobrevivir a veces, que colapsó el pálpito devino de genios que quedaron estériles! “No hay hombre sin hombre”, escribió Benavente en “Los intereses creados”, y ese es el leiv-motiv de la comedia, tan real y repetido. Lo del “carnet del partido” sólo es sombra de la verdad tan actual y de siempre y también siempre causa de descenso degenerativo.

Si Jesús no le hubiera dado a Teresa “libro vivo”, no hubiera sido la que fue, y la Maestra, Doctora de la Iglesia, de una Iglesia que le cortó el paso, que le segó la hierba bajo sus pies por obra, esta vez, del Inquisidor Valdés, Arzobispo de Sevilla, que prohibió la lectura de todos los libros de autores que hoy están en los altares, como los de San Francisco de Borja y San Pedro de Alcántara, y de otros que no lo están pero sí estuvieron en la cárcel, como el Arzobispo de Toledo, Bartolomé Carranza, ya que toda la teología de aquél y su saber de Dios, se encerraba en esta frase que escribió despreciando las obras de Fray Luís de Granada: “La contemplación para mujeres de carpinteros”. Y en parte tenía razón, porque María, la gran mujer contemplativa, era mujer del carpintero.

La contemplación, como inicio de la oración mística, siempre ha sido motivo de escándalo, precisamente porque todo lo que se sale de lo ordinario y normal, lo causa. Pero no se piensa que la Iglesia nació mística. ¿Qué otra cosa fue Pentecostés? Tras los Hechos de los Apóstoles, con el recuerdo del Esposo vivo todavía, la comunidad paleocristiana vivió con intensidad enamorada la fe, y se valoró la oración por encima de todas las actividades y de todos los ministerios. Quedaba aún la Tradición de los Apóstoles que habían decidido abandonar la administración temporal, para dedicarse en plenitud “a la oración y al ministerio de la palabra” (He 6,4).

Y con la oración florecen los dones del Espíritu Santo, cuyo ejercicio precisamente constituye la oración mística, en la que la persona no es movida por virtudes que exigen esfuerzo humano, sino por fuerzas divinas, que por eso se llaman místicas, es decir mistéricas, es decir que llegan del misterio. Vinieron después los Padres y cuando falló su predicación, se sucedieron unos siglos de decadencia.

En los siglos XII y XIII se retornó a la oración, y retornó de nuevo la decadencia de los siglos XIV y XV. Después de esta larga noche y oscura, comienza de nuevo a despuntar la aurora en el siglo XVI, que es el de Teresa, que tuvo que enfrentarse aún con reductos de los siglos anteriores, como he señalado antes. Es el momento en que Jesús le da a Teresa “libro vivo”. La vocación a la santidad de todos los cristianos, pues, no nace en el primer tercio del siglo XX, sino que nace con la Iglesia, aunque tras el paso de varias vicisitudes el Espíritu ha suscitado apóstoles como el Padre Arintero y a Garrigou Lagrange, su continuador, para quienes la santidad pasa por la mística y es llamada universal, como ha proclamado el Vaticano II. Es natural que si hoy nos basamos en la inspiración paupérrima de libritos de cuarta o quinta división serviremos hamburguesas, pero no manjares sólidos, que sólo promueven una vida lánguida pasota y rutinaria. Es necesario volver a los maestros acreditados, a los guías nativos: a los místicos.

A Santa Teresa. Teresa es maestra y ¡qué Maestra! A la lengua se nota a quienes se formaron en su escuela. ¡Qué anchura! Los forja como águilas. Y también se ve a la legua la superficialidad humana y cristiana de los que ni la saludaron por el camino. Son los que se entretiene en cazar lagartijas cuando hay tanto espacio para volar. Entre tanto el pueblo de Dios, casi todito, desorientado, envejecido, esclerotizado, enervado, vegeta en el raquitismo átono y aferrado a la costumbre rutinaria y ramplona. “Donde no hay amor, pon amor y cosecharás amor”.

Esta es la doctrina magistral de los hombres de Dios, de los auténticos hombres. Pero ¿no salió Diógenes a buscar uno con un candil? El pueblo se muere de hambre. Y no es porque no nos reunimos y hablamos y hablamos y hablamos…Es que no se va a la raiz. Cuando Jesús venga no nos encontrará unidos; nos encontrará “reunidos”. Estos días los medios nos decían de una madre italiana que se había expuesto a morir de cáncer si seguía el embarazo. He oido decir a algunas madres que estaban dispuestas a dar la vida por un hijo. Y ¿qué otra cosa nos dice el Concilio que “la Virgen en su vida fue ejemplo de aquel afecto materno, con el que es necesario que estén animados todos los que en la misión apostólica de la Iglesia cooperan para regenerar a los hombres” (LG VIII, 65). El Cura de Ars decía a sus feligreses: «todavía no he dado la sangre por vosotros”.

Mientras no lleguemos a gozar de ese espíritu, poco podemos esperar. El pueblo vive en una mediocridad que no hay quien la pare. Teresa la puede parar. Tiene mucho que enseñarnos y tenemos mucho que aprender.

Periódico ecuménico cubano. Miami, Florida, octubre de 2007

*  *  *

Poesías de santa Teresa de Jesús, doctora de la Iglesia

Mi Amado para mí

Ya toda me entregué y diTeresaAvila

Y de tal suerte he trocado

Que mi Amado para mí

Y yo soy para mi Amado.


Cuando el dulce Cazador

Me tiró y dejó herida

En los brazos del amor

Mi alma quedó rendida,

Y cobrando nueva vida

De tal manera he trocado

Que mi Amado para mí

Y yo soy para mi Amado.


Hirióme con una flecha

Enherbolada de amor

Y mi alma quedó hecha

Una con su Criador;

Ya yo no quiero otro amor,

Pues a mi Dios me he entregado,

Y mi Amado para mí

Y yo soy para mi Amado.


Muero porque no muero


Vivo sin vivir en mí

Y tan alta vida espero

Que muero porque no muero.


Vivo ya fuera de mí

Después que muero de amor,

Porque vivo en el Señor

Que me quiso para Sí.

Cuando el corazón le di

Puso en él este letrero:

Que muero porque no muero.


Esta divina prisión

Del amor con que yo vivo

Ha hecho a Dios mi cautivo

Y libre mi corazón;

Y causa en mí tal pasión

Ver a Dios mi prisionero,

Que muero porque no muero.


¡Ay, que larga es esta vida,

Qué duros estos destierros,

Esta cárcel y estos hierros

En que el alma esta metida!

Sólo esperar la salida

Me causa dolor tan fiero,

Que muero porque no muero.


iAy, que vida tan amarga

Do no se goza el Señor!

Porque si es dulce el amor,

No lo es la esperanza larga:

Quíteme Dios esta carga

Más pesada que el acero,

Que muero porque no muero.


Sólo con la confianza

Vivo de que he de morir,

Porque muriendo el vivir

Me asegura mi esperanza.

Muerte do el vivir se alcanza,

No te tardes, que te espero,

Que muero porque no muero.


Mira que el amor es fuerte;

Vida, no me seas molesta,

Mira que sólo te resta,

Para ganarte, perderte;

Venga ya la dulce muerte,

Venga el morir muy ligero,

Que muero porque no muero.


Aquella vida de arriba,

Que es la vida verdadera,

Hasta que esta vida muera

No se goza estando viva.

Muerte, no seas esquiva;

Viva muriendo primero,

Que muero porque no muero.


Vida, ¿qué puedo yo darle

A mi Dios que vive en mí,

Si no es perderte a ti

Para mejor a Él gozarle?

Quiero muriendo alcanzarle,

Pues a Él solo es al que quiero.

Que muero porque no muero.


Búscate en mí


Alma, buscarte has en Mí,

Y a Mí buscarme has en ti.

De tal suerte pudo amor,

Alma, en Mí te retratar,

Que ningún sabio pintor

Supiera con tal primor

Tal imagen estampar.


Fuiste por amor criada

Hermosa, bella, y ansí

En mis entrañas pintada,

Si te pierdes, mi amada,

Alma, buscarte has en Mí.


Que Yo sé que te hallarás

En mi pecho retratada

Y tan al vivo sacada,

Que si te ves te holgarás

Viéndote tan bien pintada.


Y si acaso no supieres

Donde me hallarás a Mí,

No andes de aquí para allí,

Sino, si hallarme quisieres

A Mí, buscarme has en ti.


Porque tú eres mi aposento,

Eres mi casa y morada,

Y ansí llamo en cualquier tiempo,

Si hallo en tu pensamiento

Estar la puerta cerrada.


Fuera de ti no hay buscarme,

Porque para hallarme a Mí,

Bastará solo llamarme,

Que a ti iré sin tardarme

Y a Mí buscarme has en ti.


Vuestra soy


Vuestra soy, para Vos nací,

¿Qué mandáis hacer de mí?


Soberana Majestad,

Eterna sabiduría,

Bondad buena al alma mía,

Dios, alteza, un ser, bondad,

La gran vileza mirad

Que hoy os canta amor ansí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


Vuestra soy, pues me criastes;

Vuestra, pues me redimistes;

Vuestra, pues que me sufristes;

Vuestra, pues que me llamastes;

Vuestra, pues me conservastes;

Vuestra, pues no me perdí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


¿Que mandáis, pues, buen Señor,

Que haga tan vil criado?

¿Cuál oficio le havéis dado

A este esclavo pecador?

Veisme aquí, mi dulce Amor,

Amor dulce, veisme aquí,

¿Qué mandáis hacer de mí?


Veis aquí mi corazón,

Yo le pongo en vuestra palma

Mi cuerpo, mi vida y alma,

Mis entrañas y afición;

Dulce Esposo y redención,

Pues por vuestra me ofrecí

¿Qué mandáis hacer de mí?


Dadme muerte, dadme vida:

Dad salud o enfermedad,

Honra o deshonra me dad,

Dadme guerra o paz cumplida,

Flaqueza o fuerza a mi vida,

Que a todo digo que sí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


Dadme riqueza o pobreza,

Dadme consuelo o desconsuelo,

Dadme alegría o tristeza,

Dadme infierno o dadme cielo,

Vida dulce, sol sin velo,

Pues del todo me rendí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


Si queréis, dadme oración,

Si no, dadme sequedad,

Si abundancia y devoción,

Y si no esterilidad.

Soberana Majestad,

Sólo hallo paz aquí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


Dadme, pues, sabiduría,

O por amor ignorancia.

Dadme años de abundancia

O de hambre y carestía,

Dad tiniebla o claro día,

Revolvedme aquí o allí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


Si queréis que este holgando,

Quiero por amor holgar,

Si me mandáis trabajar,

Morir quiero trabajando.

Decid, dónde, cómo y cuándo.

Decid, dulce Amor, decid.

¿Qué mandáis hacer de mí?


Dadme Calvario o Tabor,

Desierto o tierra abundosa,

Sea Job en el dolor,

O Juan que al pecho reposa;

Sea viña fructuosa

O estéril, si cumple ansí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


Sea Josef puesto en cadenas

O de Egipto Adelantado,

O David sufriendo penas,

O ya David encumbrado.

Sea Jonás anegado,

O libertado de allí.

¿Qué mandáis hacer de mí?


Esté callando o hablando,

Haga fruto o no le haga,

Muéstreme la Ley mi llaga,

Goce de Evangelio blando,

Esté penando o gozando,

Sólo Vos en mí vivid.

¿Qué mandáis hacer de mí?


Vuestra soy, para Vos nací,

¿Qué mandáis hacer de mí?


Hermosura de Dios


¡Oh, Hermosura que excedéis

a todas las hermosuras!

Sin herir dolor hacéis,

Y sin dolor deshacéis

El amor de las criaturas.


¡Oh, ñudo que así juntáis

Dos cosas tan desiguales!

No sé por qué os desatáis,

Pues atado fuerza dais

A tener por bien los males.


Juntáis quien no tiene ser

Con el Ser que no se acaba:

Sin acabar acabáis,

Sin tener que amar amáis,

Engrandecéis vuestra nada.


Ayes del destierro


¡Cuán triste es, Dios mío;

La vida sin ti!

Ansiosa de verte

Deseo morir.


Carrera muy larga

Es la de este suelo,

Morada penosa,

Muy duro destierro.

¡Oh dueño adorado,

Sácame de aquí!

Ansiosa de verte

Deseo morir.


Lúgubre es la vida,

Amarga en estremo;

Que no vive el alma

Que está de ti lejos.

¡Oh dulce bien mío,

Que soy infeliz!

Ansiosa de verte

Deseo morir.


iOh muerte benigna,

Socorre mis penas!

Tus golpes son dulces,

Que el alma libertan.

iQue dicha, oh mi amado,

Estar junto a Ti!

Ansiosa de verte

Deseo morir.


El amor mundano

Apega a esta vida;

El amor divino

Por la otra suspira.

Sin ti, Dios eterno,

¿Quien puede vivir?

Ansiosa de verte

Deseo morir.


La vida terrena

Es continuo duelo;

Vida verdadera

La hay sólo en el cielo.

Permite, Dios mío,

Que viva yo allí.

Ansiosa de verte

Deseo morir.


¿Quién es el que teme

La muerte del cuerpo,

Si con ella logra

Un placer inmenso?

¡Oh, sí, el de amarte,

Dios mío, sin fin!

Ansiosa de verte

Deseo morir.


Mi alma afligida

Gime y desfallece.

iAy! ¿Quién de su amado

Puede estar ausente?

Acabe ya, acabe

Aqueste sufrir.

Ansiosa de verte

Deseo morir.


El barbo cogido

En doloso anzuelo

Encuentra en la muerte

El fin del tormento.

iAy!, también yo sufro,

Bien mío, sin ti.

Y Ansiosa de verte

Deseo morir.


En vano mi alma

Te busca, ioh mi dueño!;

Tu siempre invisible

No alivias su anhelo.

iAy!, esto la inflama

Hasta prorrumpir:

Ansiosa de verte

Deseo morir.


iAy!, cuando te dignas

Entrar en mí pecho,

Dios mío, al instante

El perderte temo.

Tal pena me aflige

Y me hace decir:

Ansiosa de verte

Deseo morir.


Haz, Señor, que acabe

Tan larga agonía,

Socorre a tu sierva

Que por ti suspira.

Rompe aquestos hierros

Y sea feliz.

Ansiosa de verte

Deseo morir.


Mas no, dueño amado,

Que es justo padezca;

Que expíe mis yerros,

Mis culpas inmensas.

iAy!, logren mis lágrimas

Te dignes oír

Ansiosa de verte

Deseo morir.


Loas a la Cruz


Cruz, descanso sabroso de mi vida,

Vos seáis la bienvenida.


iOh, bandera, en cuyo amparo

El más flaco será fuerte!

iOh, vida de nuestra muerte,

Que bien la has resucitado!

Al león has amansado,

Pues por ti perdió la vida.

Vos seáis la bienvenida.


Quien no os ama está cautivo

Y ajeno de libertad;

Quien a vos quiere allegar

No tendrá en nada desvío.

iOh dichoso poderío

Donde el mal no halla cabida!

Vos seáis la bienvenida.


Vos fuisteis la libertad

De nuestro gran cautiverio;

Por vos se reparó mi mal

Con tan costoso remedio,

Para con Dios fuiste medio

De alegría conseguida.

Vos seáis la bienvenida.


La Cruz


En la cruz esta la vida

Y el consuelo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


En la cruz esta el Señor

De cielo y tierra

Y el gozar de mucha paz,

Aunque haya guerra,

Todos los males destierra

En este suelo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


De la cruz dice la Esposa

A su Querido

Que es una palma preciosa

Donde ha subido,

Y su fruto le ha sabido

A Dios del cielo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


Es una oliva preciosa

La santa cruz,

Que con su aceite nos unta

Y nos da luz.

Toma, alma mía, la cruz

Con gran consuelo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


Es la cruz el árbol verde

Y deseado

De la Esposa que a su sombra

Se ha sentado

Para gozar de su Amado,

El Rey del cielo,

Y ella sola es el camino

Para el cielo.


El alma que a Dios está

Toda rendida,

Y muy de veras del mundo

Desasida

La cruz le es árbol de vida

Y de consuelo,

Y un camino deleitoso

Para el cielo.


Después que se puso en cruz

El Salvador,

En la cruz esta la gloria

Y el honor,

Y en el padecer dolor

Vida y consuelo,

Y el camino más seguro

Para el cielo.

*  *  *

Santa Teresa de Calcuta: dibujos, video biográfico para niños y más

Santa Teresa de Calcuta: dibujos, video biográfico para niños y más

En este artículo ofrecemos materiales diversos para que los niños conozcan la vida ejemplar de la Madre Teresa de Calcuta.

El primer material es un magnífico vídeo de dibujos animados con la biografía de la Madre Teresa, ofrecido por padrepiotv.blogspot.com.

El segundo material es una serie de dibujos en línea para colorear de la Santa. Dependiendo de su estilo serán más apropiados para edades tempranas o más mayores. Casi todos ellos provienen del portal www.jugarycolorear.com. Recordad que para abrirlos en su tamaño original, habréis de pinchar sobre cada dibujo, el cual se abrirá a tamaño completo en otra ventana y podréis imprimirlo.

Mini_MadreTeresa01

El tercer grupo de material es el ideario escrito por la Madre Teresa, muy adecuado para ser recitado por quienes se preparan para la Primera Comunión.


¿Cuál es el día más bello? Hoy

¿El obstáculo más grande? El miedo

¿La raíz de todos los males? El egoísmo

¿La peor derrota? El desaliento

¿La primera necesidad? Comunicarse

¿El misterio más grande? La muerte

¿La persona más peligrosa? La mentirosa

¿El regalo más bello? El perdón

¿La ruta más rápida? El camino correcto

¿El resguardo más eficaz? La sonrisa

¿La mayor satisfacción? El deber cumplido

¿Las personas más necesitadas? Los padres

¿La cosa más fácil? Equivocarse

¿El error mayor? Abandonarse

¿La distracción más bella? El trabajo

¿Los mejores profesores? Los niños

¿Lo que más hace feliz? Ser útil a los demás

¿El peor defecto? El malhumor

¿El sentimiento más ruin? El rencor

¿Lo más imprescindible? El hogar

¿La sensación más grata? La paz interior

¿El mejor remedio? El optimismo

¿La fuerza más potente del mundo? La fe

¿La cosa más bellas de todo? El Amor


Finalmente, y más dirigido a padres, catquistas y profesores, para que tengan un mayor conocimiento de la ejemplar vida de Teresa de Calcuta, os ofrecemos los siguientes enlaces:



Y un poema de santa Teresa:

Para padres y maestros

Enseñarás a volar,
pero no volarán tu vuelo.

Enseñarás a soñar,
pero no soñarán tu sueño.

Enseñarás a vivir,
pero no vivirán tu vida.

Sin embargo…
en cada vuelo,
en cada vida,
en cada sueño,
perdurará siempre la huella
del camino enseñado.

Santa Teresa de Calcuta: mujer, monja, fundadora

Santa Teresa de Calcuta: mujer, monja, fundadora

«Para conquistar al mundo no se necesitan ni guerras ni cañones, solo hace falta amor y compasión».

Santa Teresa de Calcuta

*  *  *

Este ha sido el mensaje que la Madre Teresa, cuya fiesta celebra la Iglesia el día 5 de septiembre, ha llevado siempre consigo, superando todas las barreras. Su trabajo en Calcuta cambió su destino y de la docencia pasó a ser servidora de los más pobres entre los pobres. Su labor, admirada en el mundo entero, se vio galardonada con el Premio Nobel de la Paz 1979. Su preocupación fue atender todas las carencias de los más necesitados, a los que se entregó sin alterar su fidelidad a la Iglesia. Ella siempre reconoció que la verdadera pobreza reside en el hambre de amor.


Al servicio de Dios

Agnes Gonxha Bojaxhiu, auténtico nombre de la Madre Teresa nació el 27 de agosto de 1910 en Skopjel (Albania, ahora Macedonia). Su infancia transcurrió en calma, solo su fantasía recibía la influencia de los padres jesuitas y pasaría a convertirse en una auténtica vocación: ‘Quería llevar la idea de Cristo a los pueblos de misión’. En 1928 y a los 18 años de edad viajó a Dublín para ingresar en la Orden de Nuestra Señora de Loreto y un año después fue destinada a Calcuta para trabajar como profesora de geografía en un colegio de la ciudad. Después de diecisiete años de docencia tuvo una llamada interior con un mensaje muy claro: ‘Debía salir del convento y ayudar a los pobres viviendo entre ellos’. En 1948 recibió el consentimiento papal para abandonar la orden y meses después fue autorizada para fundar su primera escuela, en un parque público de los suburbios de Calcuta. Quería dar a los pobres lo que los ricos procuran con dinero.

Esta primera fundación partió de cero con un préstamo del Arzobispo de Calcuta para adquirir la casa. Pronto se sumarán algunas de sus antiguas compañeras y sin más instrumentos que su vocación de servicio, consiguieron importantes logros.

La Congregación de Hermanas de la Caridad se fundó como tal dos años después y la aprobación pontificia definitiva la obtuvo en 1965, siendo Papa Paulo VI. A los tres votos tradicionales de pobreza, castidad y obediencia las misioneras añadieron el de la entrega absoluta a los más pobres, sin aceptar ninguna ayuda material ni subvención: ‘El voto de pobreza es muy estricto en nuestra Orden’, para amar a los pobres y cuidarlos es imprescindible que nosotras vivamos también en la pobreza’ dirá la Madre Teresa. La Orden se extendió por toda la India: escuelas, hogares para moribundos y residencias de leprosos son el testimonio material de una incesante lucha contra la miseria. Es el mensaje de Dios encarnado en una frágil mujer. ‘Cada persona para mí es Cristo, cómo Él es único, cada hermano es para mí el único’.

Los miles de pobres de la India se sienten por primera vez dignos: ‘He vivido como un animal, al menos aquí moriré como un hombre’, confesaría a un periodista un residente del hogar para moribundos de Calcuta. En 1963 el arzobispo de este lugar bendecía la rama masculina de la Orden que estaría encabezada por un jesuita australiano. Durante la década de los sesenta la Congregación se ramifica y el mensaje de amor llega a lugares como Caracas, Colombo o Melbourne. Hoy está representada en más de ochenta naciones del mundo atendidas por más de 1.500 religiosas. La gran cantidad de nuevos miembros entrantes hace necesario la apertura de un ‘Centro de Formación de Novicias en Londres’.


Premios y distinciones

Líderes políticos e instituciones internacionales elogian vivamente a esta mujer y sus trabajos se conocen mundialmente. Desde 1963, fecha en que recibe el premio Magsaysay del gobierno filipino, una larga serie de galardones la tuvieron como destinataria. El 8 de diciembre de 1979 se le otorgó el Premio Nobel de la Paz por sus servicios a los más necesitados. Los dólares recibidos (191.000) se destinaron a la construcción de hogares para pobres y leprosos, tal como hizo con los 25.000 dólares obtenidos en 1971 con el primer premio ‘Juan XXIII de la Paz’, empleados en la compra de medicinas. La religiosa recibió todos ellos con iguales muestras de humildad: ‘No lo merezco, pero lo agradezco en nombre de los más pobres de los pobres, al conocerme la gente no puede seguir ignorando que los pobres existen y ese conocimiento lleva al amor y al servicio’.

Entre otras distinciones están: el ‘Premio Nacional Kenndy (1971)’, el ‘Pandit Nehru (1972)’, el ‘Barat Rahma (1980), la más alta condecoración hindú. El ‘Torremerlate de Italia’ y la ‘Orden al Mérito’(1983) de la Reina Isabel en Nueva Delhi. Es Doctora ‘Honoris Causa’ por varias universidades y ha sido recibida por personalidades del mundo entero.

Teresa de Calcuta supo combinar la eficaz gestión de una Congregación progresivamente más compleja con múltiples viajes a Occidente en los que criticaba la pobreza de la sociedad actual: ‘La pobreza de aquí –señalaría en la Universidad de Harvard– es más perversa que la de allí, hay un gran hambre de amor’. La salvación del solitario hombre occidental, reside para ella, en una familia unida y no desintegrada por el aborto, este se ha convertido en el mayor destructor del amor y la paz.


Aprecio universal

La Madre Teresa sintetizaba el amor en su frágil persona, fragilidad que en 1983 la mantuvo internada un mes con problemas cardíacos. En 1985 fue operada de cataratas en Nueva York. En 1989 necesita de la ayuda de un marcapasos y su quebrantada salud la obliga a renunciar al cargo de superiora de su congregación. En 1990 se retiró definitivamente, aunque su congregación asegura que continúa trabajando, aún después de haber sido nombrada la sucesora. El 5 de septiembre de 1997 a los 87 años, muere de un ataque al corazón en la sede central de la Congregación. Trabajadora infatigable, su rostro lleno de arrugas y sus manos deformes por la artritis son testimonio vivo de su labor de amor a los desfavorecidos. ‘Debes estar preparado para trabajar sin descanso para servir a la humanidad que sufre’. Un día, un moribundo dijo en Calcuta: ‘No he visto a Dios ni necesito verlo, porque para mí esta anciana es el Dios viviente’. En la actualidad, la Hermanas de la Caridad se encuentran en más de 129 países, ayudando a pobres y enfermos y son más de tres mil las monjas pertenecientes a la Congregación.

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Fuente: Cristo Hoy 172, 1997 (publicado a pocos días de su muerte).

 

Santa Teresa Benedicta de la Cruz: vida y pensamientos

Santa Teresa Benedicta de la Cruz: vida y pensamientos

De la filosofía al martirio: este es el camino que recorrió, siguiendo a Jesús, una de las mayores personalidades católicas del siglo XX, cuya fiesta celebramos en el aniversario de su asesinato en el campo de concentración de Auschwitz, cada 9 de agosto.

«Nos inclinamos profundamente ante el testimonio de la vida y la muerte de Edith Stein, hija extraordinaria de Israel e hija al mismo tiempo del Carmelo, sor Teresa Benedicta de la Cruz; una personalidad que reúne en su rica vida una síntesis dramática de nuestro siglo. La síntesis de una historia llena de heridas profundas que siguen doliendo aún hoy…; síntesis al mismo tiempo de la verdad plena sobre el hombre, en un corazón que estuvo inquieto e insatisfecho hasta que encontró descanso en Dios». Estas palabras fueron pronunciadas por el Papa Juan Pablo II con ocasión de la beatificación de Edith Stein en Colonia, el 1 de mayo de 1987.

¿Quién fue esta mujer?

Cuando Edith Stein, la última de once hermanos, nació en Breslau el 12 de octubre de 1891, la familia festejaba el Yom Kippur, la mayor fiesta hebrea, el día de la expiación. «Esto hizo, más que ninguna otra cosa, que su madre tuviera una especial predilección por la hija más pequeña». Precisamente esta fecha de su nacimientó fue para la carmelita casi un vaticinio.

El padre, comerciante de maderas, murió cuando Edith no había cumplido aún dos años. La madre, una mujer muy religiosa, solícita y voluntariosa, una persona verdaderamente admirable, al quedarse sola, debió hacer frente tanto al cuidado de la familia como a la gestión de la gran hacienda familiar; pero no consiguió mantener en los hijos una fe viva. Edith perdió la fe en Dios. «Con plena conciencia y por libre elección dejé de rezar».

edithstain-teresabenedictadelacruz2Obtuvo brillantemente la reválida en 1911 y comenzó a estudiar germanística e historia en la Universidad de Breslau, más para tener una base de sustento en el futuro que por auténtica pasión. Su verdadero interés era la filosofía. Le interesaban también los problemas de la mujer. Entró a formar parte de la organización «Asociación Prusiana para el Derecho Femenino al Voto». Más tarde escribía: » como bachiller y joven estudiante, fui una feminista radical. Perdí después el interés por este asunto. Ahora voy en busca de soluciones puramente objetivas».

En 1913, la estudiante Edith Stein se fue a Gottinga para asistir a las clases universitarias de Edmund Husserl, de quien llegó a ser discípula y asistente, consiguiendo con él el doctorado. Por aquellos tiempos, Edmund Husserl fascinaba al público con un nuevo concepto de verdad: el mundo percibido no solamente existía de forma kantiana, como percepción subjetiva. Sus discípulos entendían su filosofía como un viraje hacia lo concreto. «Retorno al objetivismo». Sin que él lo pretendiera, la fenomenología condujo a no pocos discípulos y discípulas suyos a la fe cristiana. En Gottinga Edith Stein se encontró también con el filósofo Max Scheler y este encuentro atrajo su atención sobre el catolicismo. Pero todo esto no la hizo olvidar el estudio con el que debía ganarse el pan en el futuro y, en 1915, superó con la máxima calificación el examen de Estado. No obstante, no comenzó el periodo de formación profesional.

Al estallar la primera guerra mundial escribía: «ahora ya no tengo una vida propia». Siguió un curso de enfermería y prestó servicio en un hospital militar austríaco. Fueron tiempos difíciles para ella. Atendía a los ingresados en la sección de enfermos de tifus y prestaba servicio en el quirófano, viendo morir a hombres en la flor de su juventud. Al cerrar el hospital militar en 1916, siguió a Husserl a Friburgo en Brisgovia, donde obtuvo el doctorado «summa cum laude» con una tesis «Sobre el problema de la empatía «.

Por aquel tiempo le ocurrió un hecho importante: observó cómo una aldeana entraba en la Catedral de Frankfurt con la cesta de la compra, quedándose un rato para rezar. «Esto fue para mí algo completamente nuevo. En las sinagogas y en las iglesias protestantes que he frecuentado los creyentes acuden a las funciones. Aquí, sin embargo, una persona entró en la iglesia desierta, come si fuera a conversar en la intimidad. No he podido olvidar lo ocurrido». En las últimas páginas de su tesis de doctorado escribió: «ha habido personas que, tras un cambio imprevisto de su personalidad, han creído encontrar la misericordia divina». ¿Cómo llegó a esta afirmación?

Edith Stein tenía gran amistad con el asistente de Husserl en Gottinga, Adolf Reinach y su esposa. Adolf Reinach muere en Flandes en noviembre de 1917. Edith va a Gottinga. Los Reinach se habían convertido al Evangelio. Edith tenía cierta renuencia ante el encuentro con la joven viuda.

Con gran sorpresa encontró una creyente. «Este ha sido mi primer encuentro con la cruz y con la fuerza divina que transmite a sus portadores… Fue el momento en que se desmoronó mi irreligiosidad y brilló Cristo». Más tarde escribirá: «lo que no estaba en mis planes estaba en los planes de Dios. Arraiga en mí la convicción profunda de que -visto desde el lado de Dios- no existe la casualidad; toda mi vida, hasta los más mínimos detalles, está ya trazada en los planes de la Providencia divina y, ante los ojos absolutamente clarividentes de Dios, presenta una coherencia perfectamente ensamblada».

En otoño de 1918, Edith Stein dejó la actividad de asistente de Edmund Husserl porque deseaba trabajar independientemente. La primera vez que volvió a visitar a Husserl después de su conversión fue en 1930. Tuvo con él una discusión sobre la nueva fe de la que la hubiera gustado que participara también él. Tras ello escribió una frase sorprendente: «Después de cada encuentro que me hace sentir la imposibilidad de influenciar directamente, se agudiza en mí el impulso hacia mi propio holocausto».

Edith Stein deseaba obtener la habilitación para la libre docencia, algo que, por aquel entonces, era inalcanzable para una mujer. A este respecto, Husserl se pronunciaba así en un informe: «Si la carrera universitaria se hiciera accesible a las mujeres, la podría recomendar encarecidamente más que a cualquier otra persona para el examen de habilitación». Más tarde, sin embargo, se le negaría la habilitación a causa de su origen judío.

Edith Stein vuelve a Breslau. Escribe artículos en defensa de la psicología y de las humanidades. Pero lee también el Nuevo Testamento, Kierkegaard y el opúsculo de los Ejercicios espirituales de Ignacio de Loyola. Se da cuenta de que un escrito como este no se le puede simplemente leer, sino que es necesario ponerlo en práctica.

En el verano de 1921 fue durante unas semanas a Bergzabern (Palatinado), a la finca de la Señora Hedwig Conrad-Martius, una discípula de Husserl. Esta señora, junto con su esposo, se había convertido al Evangelio. Una tarde Edith encontró en la biblioteca la autobiografía de Teresa de Ávila. La leyó durante toda la noche. «Cuando cerré el libro, me dije: esta es la verdad».

Considerando retrospectivamente su vida, escribía más tarde: «mi anhelo por la verdad era ya una oración».

En enero de 1922 Edith Stein se bautizó. Era el día de la Circuncisión de Jesús, la acogida de Jesús en la estirpe de Abraham. Estaba erguida ante la fuente bautismal, vestida con el blanco manto nupcial de Hedwig Conrad-Martius, que hizo de madrina. «Había dejado de practicar mi religión hebrea y me sentía nuevamente hebrea solamente tras mi retorno a Dios». Ahora tendrá siempre conciencia, y no solo intelectualmente, sino de manera tangible, de pertenecer a la estirpe de Cristo. En la fiesta de la Candelaria, una fiesta cuyo origen se remonta también al Antiguo Testamento, fue confirmada por el Obispo de Espira en su capilla privada.

Después de su conversión, lo primero que hizo fue volver a Breslau. «Mamá, soy católica». Las dos lloraron. Hedwig Conrad-Martius escribió: «mira, dos israelitas y en ninguna de ellas hay engaño» (cf. Jn 1, 47).

Inmediatamente después de su conversión, Edith Stein aspira a entrar en el Carmelo, pero sus consejeros espirituales, el Vicario general de Espira y el Padre Przywara, S.J., le impiden dar este paso. Acepta entonces un empleo de profesora de alemán e historia en el Instituto y seminario para maestros del Convento dominico de la Magdalena de Espira hasta Pascua de 1931. Por insistencia del Archiabad Raphael Walzer, del convento de Beuron, hace largos viajes para dar conferencias, sobre todo sobre temas femeninos. «Durante el período inmediatamente precedente y también bastante después de mi conversión… creía que llevar una vida religiosa significaba renunciar a todas las cosas terrenas y vivir solamente con el pensamiento puesto en Dios. Gradualmente, sin embargo, me he dado cuenta de que este mundo exige de nosotros otras muchas cosas…, creo, incluso, que cuanto más se siente uno atraído por Dios, más debe «salir de sí mismo», en el sentido de dirigirse al mundo para llevar allí una razón divina para vivir». Su programa de trabajo es enorme. Traduce las cartas y los diarios del período precatólico de Newmann y la obra Quaestiones disputatae de veritate de Tomás de Aquino, en una versión muy libre por amor al diálogo con la filosofia moderna. El Padre Erich Przywara, S.J., la incitó a escribir también obras filosóficas propias. Aprendió que es posible «practicar la ciencia al servicio de Dios… solo por tal motivo he podido decidirme a comenzar una serie de obras científicas». Encuentra siempre las fuerzas necesarias para su vida y su trabajo en el convento benedictino de Beuron, al que va para pasar allí las fiestas más importantes del año eclesiástico.

En 1931 termina su actividad en Espira. Intenta de nuevo obtener la habilitación para la libre docencia en Breslau y Friburgo. Todo en vano. Compone entonces una obra sobre los principales conceptos de Tomás de Aquino: «Potencia y acción». Más tarde hará de este ensayo una obra mayor, desarrollándola bajo el título de Endliches und ewiges Sein (Ser finito y Ser eterno) en el convento de las Carmelitas de Colonia. No fue posible imprimir esta obra durante su vida.

En 1932 se le asigna una cátedra en una institución católica, el Instituto de Pedagogía científica de Münster, donde tiene la posibilidad de desarrollar su propia antropología. Aquí encuentra la manera de unir ciencia y fe, y de hacer comprensible esta cuestión a otros. Durante toda su vida solo quiso ser «instrumento de Dios». «Quien viene a mí, deseo conducirlo a Él «.

En 1931 la noche se cierne sobre Alemania. «Había oído ya antes algo sobre las severas medidas contra los judíos. Pero ahora comencé de pronto a entender que Dios había puesto una vez más su pesada mano sobre su pueblo y que el destino de este pueblo era también el mío». El artículo de la ley de los nazis sobre la raza ariana hizo imposible que continuara su actividad docente. «Si aquí no puedo continuar, en Alemania ya no hay posibilidades para mí «. «Me había convertido en una extranjera en el mundo».

El Archiabad Walzer, de Beuron, ya no le impidió entrar en un convento de Carmelitas. Durante el tiempo que estuvo en Espira había hecho ya el voto de pobreza, castidad y obediencia. En 1933 se presenta a la Madre Priora del Monasterio de Carmelitas de Colonia. «Solamente la pasión de Cristo nos puede ayudar, no la actividad humana. Mi deseo es participar en ella».

Una vez más Edith fue a Breslau para despedirse de su madre y de la familia. El 12 de octubre fue el último día que pasó en su casa, el día de su cumpleaños y, a la vez, la fiesta hebrea de los tabernáculos. Edith acompaña a su madre a la sinagoga. Fue un día nada fácil para las dos mujeres. «¿Por qué la has conocido (la fe cristiana)? No quiero decir nada contra Él. Habrá sido un hombre bueno. Pero ¿por qué se ha hecho Dios? » . Su madre lloró. A la mañana siguiente Edith tomó el tren para Colonia. «No podía tener una alegría arrebataedithstain-teresabenedictadelacruz3dora. Era demasiado tremendo lo que dejaba atrás. Pero yo estaba tranquilísima, en el puerto de la voluntad de Dios». Cada semana escribirá después una carta a su madre. No recibirá respuesta. Su hermana Rosa le mandará noticias de casa.

El 14 de octubre Edith Stein entra en el monasterio de las Carmelitas de Colonia. En 1934, el 14 de abril, tuvo lugar la ceremonia de toma de hábito. El Archiabad de Beuron celebró la misa. Desde aquel momento Edith Stein llevará el nombre de Sor Teresa Benedicta de la Cruz.

Escribe en 1938: «bajo la Cruz entendí el destino del pueblo de Dios que entonces (1933) comenzaba a anunciarse. Pensaba que entendiesen que se trataba de la Cruz de Cristo, que debían aceptarla en nombre de todos los demás. Es verdad que hoy entiendo mejor estas cosas, lo que significa ser esposa del Señor bajo el signo de la Cruz. Aunque ciertamente nunca será posible comprender todo esto, puesto que es un secreto». El 21 de abril de 1935 hizo los votos temporales. El 14 de septiembre de 1936, en el momento de renovar los votos, murió su madre en Breslau. «Hasta el último momento mi madre ha permanecido fiel a su religión. Pero, puesto que su fe y su firme confianza en su Dios… fue lo ultimo que permaneció vivo en su agonía, confío en que haya encontrado un juez muy clemente y que ahora sea mi más fiel abogada, para que también yo pueda llegar a la meta».

En el recordatorio de su profesión perpetua, el 21 de abril de 1938, hizo imprimir las palabras de San Juan de la Cruz, al que dedicará su última obra: «que ya solo en amar es mi ejercicio «.

La entrada de Edith Stein en el convento de las Carmelitas no fue una huida. «Quien entra en el Carmelo no se pierde para los suyos, sino que le tienen aún más cercano; y esto porque nuestra profesión es la de dar cuenta de todos a Dios «. Dio cuenta a Dios sobre todo de su pueblo.

«Pienso continuamente en la reina Ester, que fue sacada de su pueblo para dar cuenta ante el rey. Yo soy una pequeña y débil Ester, pero el Rey que me ha elegido es infinitamente grande y misericordioso. Esto es un gran consuelo » (31.10.1938).

El 9 de noviembre de 1938 se puso de manifiesto ante todo el mundo el odio que tenían los nazis a los judíos. Arden las sinagogas, se siembra el terror entre las gentes judías. La Madre Superiora de las Carmelitas de Colonia hace todo lo posible para llevar al extranjero a Sor Teresa Benedicta de la Cruz. La noche de fin de año de 1938 cruza la frontera de los Países Bajos y la llevan al monasterio de Carmelitas de Echt, en Holanda. Allí redacta su testamento el 9 de junio de 1939.

«Ya desde ahora acepto con gozo, en completa sumisión y según su santísima voluntad, la muerte que Dios me haya destinado. Ruego al Señor que acepte mi vida y muerte… de manera que el Señor sea reconocido por los suyos y que su Reino venga con toda su magnificencia para la salvación de Alemania y la paz del mundo… «.

Ya en el monasterio de Carmelitas de Colonia, a Edith Stein se le había dado permiso para dedicarse a las obras científicas. Allí había escrito, entre otras cosas, De la vida de una familia judía. «Deseo narrar simplemente lo que he experimentado al ser hebrea». Ante «la juventud que hoy es educada desde la más tierna edad en el odio a los judíos…, nosotros, que hemos sido educados en la comunidad hebrea, tenemos el deber de dar testimonio».

En Echt, Edith Stein escribirá a toda prisa su ensayo sobre Juan de la Cruz, el místico doctor de la Iglesia, con ocasión del cuatrocientos aniversario de su nacimiento, 1542-1942. En 1941 escribía a una religiosa con quien tenía amistad: «una scientia crucis (la ciencia de la cruz) sólamente puede ser entendida si se lleva todo el peso de la cruz. De ello estaba convencida ya desde el primer instante y de todo corazón he pronunciado: Ave, Crux, Spes unica (te saludo, Cruz, única esperanza nuestra)». Su estudio sobre San Juan de la Cruz lleva como subtítulo: » La ciencia de la Cruz «.

El 2 de agosto de 1942 llega la Gestapo. Edith Stein se encuentra en la capilla con las otras Hermanas. En cinco minutos debe presentarse, junto con su hermana Rosa, que se había bautizado en la Iglesia Católica y prestaba servicio en las Carmelitas de Echt. Las últimas palabras de Edith Stein que se oyen en Echt están dirigidas a Rosa: «Ven, vayamos, por nuestro pueblo».

edithstain-teresabenedictadelacruz4Junto con otros muchos otros judíos convertidos al cristianismo, las dos mujeres son llevadas al campo de concentración de Westerbork. Se trataba de una venganza contra el comunicado de protesta de los obispos católicos de los Países Bajos por los progromos y las deportaciones de los judíos. «Jamás había pensado que los seres humanos pudieran llegar a ser así, y tampoco podía pensar que mis hermanas y hermanos debieran sufrir así… cada hora rezo por ellos. ¿Oirá Dios mi oración? En todo caso, oye ciertamente sus lamentos». El Prof. Jan Nota, cercano a ella, escribirá más tarde: «para mí, ella es, en un mundo de negación de Dios, una testigo de la presencia de Dios».

Al amanecer del 7 de agosto sale una expedición de 987 judíos hacia Auschwitz. El 9 de agosto Sor Teresa Benedicta de la Cruz, junto con su hermana Rosa y muchos otros de su pueblo, murió en las cámaras de gas de Auschwitz.

Con su beatificación en Colonia el 1 de mayo de 1987, la Iglesia rindió honores, por decirlo con palabras del Sumo Pontífice Juan Pablo II, a «una hija de Israel, que durante la persecución de los nazis ha permanecido, como católica, unida con fe y amor al Señor Crucificado, Jesucristo, y, como judía, a su pueblo «.

  • En este enlace te ofrecemos una breve biografía de la santa emitida en diocesisTV el 9 de agosto de 2007 en el programa «Los números uno», presentado por Encarni Llamas.

Selección de textos de la santa

Para tomar conciencia del amor de Dios hacia uno mismo

«Yo me sé sostenido y este sostén me da calma y seguridad. Ciertamente no es la confianza segura de sí misma del hombre que, con su propia fuerza, se mantiene de pie sobre un suelo firme, sino la seguridad suave y alegre del niño que reposa sobre un brazo fuerte, es decir, una seguridad que, vista objetivamente, no es menos razonable. En efecto, el niño que viviera constantemente en la angustia de que su madre le dejara caer, ¿sería razonable?.» (Ser finito y ser eterno, p. 75)

Cómo actuar frente al amor de Dios

«Ser como un niño y poner la vida con toda la investigación y cavilación en las manos del Padre. Si todavía uno no logra esto: pedir, pedir al Dios puesto en duda y desconocido que sea él quien le ayude. Ahora míreme asombrado, que no tengo miedo de presentarme ante usted con tan sencilla sabiduría de niño. Es sabiduría, porque es sencilla y esconde en sí misma todos los secretos. Y es un camino, que conduce con total garantía a la meta.» (Autorretrato epistolar, p. 60)

Consejo para vivir cada día en las manos de Dios

«Y cuando llega la noche y la revisión del día nos muestra que muchas de nuestras obras fueron fragmentarias y otras, que también nos habíamos propuesto, quedaron sin hacer y se despierta en nosotros una suerte de vergüenza y arrepentimiento, en ese momento habremos de tomar las cosas tal cual son, hemos de ponerlas en las manos de Dios y abandonarlas a Él. De esa manera se puede descansar en Él para, después de recuperarnos verdaderamente, comenzar el nuevo día como si fuera una nueva vida.» (La Mujer)

Oración al Espíritu Santo

¿Quien eres tú, dulce luz que me llenas e iluminas
la oscuridad de mi corazón?
Me conduces igual que una mano materna
y si me dejas libre,
así no sabría ni dar un paso.
Tú eres el espacio que envuelve todo mi ser
y lo encierra en sí, abandonado de tí cae en el abismo de la nada,
donde tú lo elevas al Ser.
Tú, más cercano a mí que yo misma
y más íntimo que mi intimidad,
y aún inalcanzable e incomprensible,
y que todo nombre haces explotar:
Espíritu Santo, ¡Amor Eterno!
¿No eres Tú el dulce maná
que del corazón del Hijo en el mío fluye,
alimento de los ángeles y de los santos?
Él, que de muerte a vida se elevó,
Él me ha despertado también a mí a nueva vida,
del sueño de la muerte.
Y nueva vida me da, día tras día.
Y un día su abundancia me sumergirá vida de tu vida,
sí, Tú mismo: Espíritu Santo, ¡Vida Eterna!
¿Eres Tú el rayo que desde el Trono del Juez eterno cae
e irrumpe en la noche del alma,
que nunca se ha conocido a sí misma?
Misericordioso e inexorable penetra en lo escondido de las llagas.
Se asusta al verse a sí misma,
concede lugar al santo temor,
principio de toda sabiduría que viene de lo alto,
y en lo Alto con firmeza nos ancla:
tu obra, que nos hace nuevos,
Espíritu Santo, ¡Rayo impenetrable!

(Obras selectas)

En este enlace encontrarás esta oración en forma de canción.

Obras de santa Teresa de Lisieux

Obras de santa Teresa de Lisieux

Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz es la más joven de los Doctores de la Iglesia, pero su ardiente itinerario espiritual manifiesta tal madurez, y las intuiciones de fe expresadas en sus escritos son tan vastas y profundas, que le merecen un lugar entre los grandes maestros del espíritu. En la carta apostólica que he escrito para esta ocasión, he señalado algunos aspectos destacados de su doctrina. Pero no puedo menos de recordar, en este momento, lo que se puede considerar el culmen, a la luz del relato del conmovedor descubrimiento que hizo de su vocación particular dentro de la Iglesia. «La caridad escribe me dio la clave de mi vocación. Comprendí que si la Iglesia tenía un cuerpo, compuesto por diferentes miembros, no le faltaba el más noble de todos: comprendí que la Iglesia tenía un corazón y que este corazón ardía de amor. Comprendí que sólo el Amor hacía actuar a los miembros de la Iglesia: que si el Amor se apagara, los apóstoles no anunciarían el Evangelio, los mártires no querrían derramar su sangre (…). Comprendí que el amor encerraba todas las vocaciones (…). Entonces, con alegría desbordante, exclamé: oh Jesús, Amor mío, (…) por fin he encontrado mi vocación. Mi vocación es el amor» (Ms B, 3 v). Es una página admirable, que basta por sí sola para ilustrar cómo se puede aplicar a santa Teresa el pasaje evangélico (…): «Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a los sabios e inteligentes, y se las has revelado a los pequeños» (Mt 11, 25).

Teresa de Lisieux no solo captó y describió la profunda verdad del amor como centro y corazón de la Iglesia, sino que la vivió intensamente en su breve existencia. Precisamente esta convergencia entre la doctrina y la experiencia concreta, entre la verdad y la vida, entre la enseñanza y la práctica, resplandece con particular claridad en esta santa, convirtiéndola en un modelo atractivo especialmente para los jóvenes y para los que buscan el sentido auténtico de su vida. Frente al vacío espiritual de tantas palabras, Teresa presenta otra solución: la única Palabra de salvación que, comprendida y vivida en el silencio, se transforma en manantial de vida renovada. A una cultura racionalista y muy a menudo impregnada de materialismo práctico, ella contrapone con sencillez desarmante el «caminito» que, remitiendo a lo esencial, lleva al secreto de toda existencia: el amor divino que envuelve y penetra toda la historia humana. En una época, como la nuestra, marcada con gran frecuencia por la cultura de lo efímero y del hedonismo, esta nueva Doctora de la Iglesia se presenta dotada de singular eficacia para iluminar el espíritu y el corazón de quienes tienen sed de verdad y de amor.

Juan Pablo II, Homilía del 19 de Octubre de 1997
en la celebración del Doctorado de santa Teresita,
nn. 4 y 5.

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Obras de santa Teresa del Niño Jesús

Obras en formato pdf para leer en línea o descargar.

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