Descubrir que Dios sale al encuentro de la Humanidad y en Abrahán comienza su plan de salvación
Ayudar a discernir la vocación a la que Dios nos llama a partir de la experiencia de Abrahán.
Potenciar la oración de confianza en Dios que cumple sus promesas.
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Encuentro 10. Dios elige a Abrahán.
[ DIOS NOS HABLA ]
Abrahán y el sacrificio de Isaac. Película «Abrahán».
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[ TESTIGO DE FE Y MISERICORDIA ]
Película «La séptima morada», dirigida por Marta Meszaros.
Esta película es una delicada biografía de la judía alemana Edith Stein, brillante filósofa y profesora de la Universidad de Münster, convertida al catolicismo y consagrada Carmelita Descalza. Detenida por los nazis, fue gaseada e incinerada en Auschwitz en 1942.
La película se presenta en su idioma original, italiano, y con subtítulos en español.
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Oración «Señor mío Jesucristo»
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero,
Creador, Padre y Redentor mío;
por ser Vos quien sois, Bondad infinita,
y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón de haberos ofendido;
también me pesa porque podéis castigarme con las penas del infierno.
Descubrir el valor de la Biblia para la Iglesia y la vida del cristiano.
Conocer los libros que componen el Antiguo y el Nuevo Testamento.
Identificar las grandes etapas de la Historia de la Salvación.
Experimentar que Dios se dirige hoy a mí a través de los textos bíblicos.
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Encuentro 6. Una gran historia de amor.
[ DIOS NOS HABLA ]
Vídeo «Historia de la Salvación», capítulo 1: La Sagrada Biblia (El Antiguo Testamento) de Editorial Casals.
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[ EXPLICACIÓN DE LA FE ]
Vídeo «Historia de la Salvación», capítulo 1: La Sagrada Biblia (La interpretación de la Biblia) de Editorial Casals.
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[ PARA TU VIDA ]
Sobre la Palabra de Dios (exhortación del Papa Benedicto XVI).
[…] la Palabra de Dios está en la base de toda espiritualidad auténticamente cristiana. Con ello, los Padres sinodales han seguido la línea de lo que afirma la Constitución dogmática Dei Verbum: «Todos los fieles… acudan de buena gana al texto mismo: en la liturgia, tan llena del lenguaje de Dios; en la lectura espiritual, o bien en otras instituciones u otros medios, que para dicho fin se organizan hoy por todas partes con aprobación o por iniciativa de los Pastores de la Iglesia. Recuerden que a la lectura de la Sagrada Escritura debe acompañar la oración».[291] La reflexión conciliar pretendía retomar la gran tradición patrística, que ha recomendado siempre acercarse a la Escritura en el diálogo con Dios. Como dice san Agustín: «Tu oración es un coloquio con Dios. Cuando lees, Dios te habla; cuando oras, hablas tú a Dios».[292] Orígenes, uno de los maestros en este modo de leer la Biblia, sostiene que entender las Escrituras requiere, más incluso que el estudio, la intimidad con Cristo y la oración.
Valorar la amistad como camino de relación, de conocimiento y de confianza.
Conocer el significado y el alcance de los términos Revelación y fe.
Descubrir que la razón es un camino para llegar a conocer la existencia de Dios.
Reconocer que la fe la recibimos de la Iglesia y en actitud humilde.
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Encuentro 5. El don de la fe.
[ PARA TU VIDA ]
Padre Jorge Loring: «Razones para ser cristiano».
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[ EXPLICACIÓN DE LA FE ]
Cristo, plenitud de la Revelación (del Catecismo de la Iglesia Católica).
III Cristo Jesús, «mediador y plenitud de toda la Revelación» (DV 2)
Dios ha dicho todo en su Verbo
65 «Muchas veces y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros padres por medio de los profetas; en estos últimos tiempos nos ha hablado por su Hijo» (Hb 1,1-2). Cristo, el Hijo de Dios hecho hombre, es la Palabra única, perfecta e insuperable del Padre. En Él lo dice todo, no habrá otra palabra más que ésta. San Juan de la Cruz, después de otros muchos, lo expresa de manera luminosa, comentando Hb 1,1-2:
«Porque en darnos, como nos dio a su Hijo, que es una Palabra suya, que no tiene otra, todo nos lo habló junto y de una vez en esta sola Palabra […]; porque lo que hablaba antes en partes a los profetas ya lo ha hablado todo en Él, dándonos al Todo, que es su Hijo. Por lo cual, el que ahora quisiese preguntar a Dios, o querer alguna visión o revelación, no sólo haría una necedad, sino haría agravio a Dios, no poniendo los ojos totalmente en Cristo, sin querer otra alguna cosa o novedad» (San Juan de la Cruz, Subida del monte Carmelo 2,22,3-5: Biblioteca Mística Carmelitana, v. 11 (Burgos 1929), p. 184.).
No habrá otra revelación
66 «La economía cristiana, como alianza nueva y definitiva, nunca pasará; ni hay que esperar otra revelación pública antes de la gloriosa manifestación de nuestro Señor Jesucristo» (DV 4). Sin embargo, aunque la Revelación esté acabada, no está completamente explicitada; corresponderá a la fe cristiana comprender gradualmente todo su contenido en el transcurso de los siglos.
67 A lo largo de los siglos ha habido revelaciones llamadas «privadas», algunas de las cuales han sido reconocidas por la autoridad de la Iglesia. Estas, sin embargo, no pertenecen al depósito de la fe. Su función no es la de «mejorar» o «completar» la Revelación definitiva de Cristo, sino la de ayudar a vivirla más plenamente en una cierta época de la historia. Guiado por el Magisterio de la Iglesia, el sentir de los fieles (sensus fidelium) sabe discernir y acoger lo que en estas revelaciones constituye una llamada auténtica de Cristo o de sus santos a la Iglesia.
La fe cristiana no puede aceptar «revelaciones» que pretenden superar o corregir la Revelación de la que Cristo es la plenitud. Es el caso de ciertas religiones no cristianas y también de ciertas sectas recientes que se fundan en semejantes «revelaciones».
Conocer el significado del Año litúrgico y de los tiempos que lo componen.
Conocer y comprender los cinco mandamientos de la Iglesia.
Descubrir a la Iglesia como madre que nos ayuda a amar a Dios y a orar durante el Año litúrgico.
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Encuentro 4. Venid, aclamemos al Señor.
[ DIOS NOS HABLA ]
«Tiempo litúrgicos de la Iglesia Católica»: vídeo sobre el Año litúrgico de Procesiones Chachualpa.
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[ CELEBRAMOS ]
«Las vestiduras litúrgicas».
El sacerdote Juan Antonio Gómez habla en este vídeo sobre las vestiduras litúrgicas (Alba, Cíngulo, Estola, Casulla) exponiendo el significado profundo de «revestirse de Cristo», hablar y actuar «in persona Christi».
Canción eucarística «Un niño se te acerco aquella tarde».
Letra de la canción eucarística «Un niño se te acerco aquella tarde».
Conocer en profundidad el significado y alcance del domingo, día del Señor y de la Iglesia.
Participar activamente en la celebración de la eucaristía dominical e identificar en ella las distintas formas de oración.
Realizar cada domingo gestos de vida familiar y fraterna fruto de la comunión con el Señor.
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Encuentro 3. Este es el día que hizo el Señor
[ DIOS NOS HABLA ]
Adoración eucarística en la JMJ 2014 de Río de Janeiro.
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[ EXPLICACIÓN DE LA FE ]
Vídeo «La institución de la Eucaristía» de la serie Iglesia y Sacramentos de Editorial Casals.
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[ TESTIGO DE FE Y MISERICORDIA ]
Mártires de Abitinia (palabras del Santo Padre emérito Benedicto XVI).
Queridos hermanos y hermanas:
[…] La Eucaristía es como el corazón palpitante que da vida a todo el cuerpo místico de la Iglesia: un organismo social basado en el vínculo espiritual pero concreto con Cristo. Como afirma el apóstol san Pablo: «Porque el pan es uno, nosotros, siendo muchos, formamos un solo cuerpo, pues todos comemos del mismo pan» (1 Co 10, 17). Sin la Eucaristía la Iglesia sencillamente no existiría. La Eucaristía es, de hecho, la que hace de una comunidad humana un misterio de comunión, capaz de llevar a Dios al mundo y el mundo a Dios. El Espíritu Santo, que convierte el pan y el vino en el Cuerpo y la Sangre de Cristo, transforma también en miembros del cuerpo de Cristo a cuantos lo reciben con fe, de forma que la Iglesia es realmente sacramento de unidad de los hombres con Dios y entre sí.
En una cultura cada vez más individualista, como lo es la cultura en la que estamos inmersos en las sociedades occidentales, y que tiende a difundirse en todo el mundo, la Eucaristía constituye una especie de «antídoto», que actúa en la mente y en el corazón de los creyentes y que siembra continuamente en ellos la lógica de la comunión, del servicio, del compartir, es decir, la lógica del Evangelio. Los primeros cristianos, en Jerusalén, eran un signo evidente de este nuevo estilo de vida, porque vivían en fraternidad y ponían en común sus bienes, para que nadie fuese indigente (cf. Hch 2, 42-47). ¿De qué derivaba todo esto? De la Eucaristía, es decir, de Cristo resucitado, realmente presente en medio de sus discípulos y operante con la fuerza del Espíritu Santo. Y también en las generaciones siguientes, a través de los siglos, la Iglesia, a pesar de los límites y los errores humanos, ha seguido siendo en el mundo una fuerza de comunión. Pensemos especialmente en los periodos más difíciles, de prueba: en lo que significó, por ejemplo, para los países sometidos a regímenes totalitarios, la posibilidad de congregarse en la misa dominical. Como decían los antiguos mártires de Abitinia: «Sine Dominico non possumus», sin el «Dominicum», es decir, sin la Eucaristía dominical no podemos vivir. Pero el vacío producido por la falsa libertad puede ser también muy peligroso, y entonces la comunión con el Cuerpo de Cristo es medicina de la inteligencia y de la voluntad, para volver a encontrar el gusto de la verdad y del bien común.
Queridos amigos, invoquemos a la Virgen María, a quien mi predecesor, el beato Juan Pablo II, definió «Mujer eucarística» (Ecclesia de Eucharistia, 53-58). Que en su escuela también nuestra vida llegue a ser plenamente «eucarística», abierta a Dios y a los demás, capaz de transformar el mal en bien con la fuerza del amor, orientada a favorecer la unidad, la comunión y la fraternidad.
En Sudamérica es muy popular San Martín de Porres y hasta se han filmado hermosas películas acerca de su vida y milagros. Es un santo muy simpático y milagroso.
Nació en Lima, Perú, hijo de un blanco español y de una negra africana. Por el color de su piel, su padre no lo quiso reconocer y en la partida de bautismo figura como «de padre desconocido». Su infancia no fue demasiado feliz, pues por ser mulato (mitad blanco y mitad negro, pero más negro que blanco) era despreciado en la sociedad.
Aprendió muy bien los oficios de peluquero y de enfermero, y aprovechaba sus dos profesiones para hacer muchos favores gratuitamente a los más pobres.
A los 15 años pidió ser admitido en la comunidad de Padres Dominicos. Como a los mulatos les tenían mucha desconfianza, fue admitido solamente como «donado», o sea un servicial de la comunidad. Así vivió 9 años, practicando los oficios más humildes y siendo el último de todos.
Al fin fue admitido como hermano religioso en la comunidad y le dieron el oficio de peluquero y de enfermero. Y entonces sí que empezó a hacer obras de caridad a manos llenas. Los frailes se quejaban de que Fray Martín quería hacer del convento un hospital, porque a todo enfermo que encontraba lo socorría y hasta llevaba a algunos más graves y pestilentes a recostarlos en su propia cama cuando no tenía más donde se los recibieran.
Con la ayuda de varios ricos de la ciudad fundó el Asilo de Santa Cruz para reunir a todos los vagos, huérfanos y limosneros y ayudarles a salir de su penosa situación.
Aunque él trataba de ocultarse, sin embargo su fama de santo crecía día por día. Lo consultaban hasta altas personalidades. Muchos enfermos lo primero que pedían cuando se sentían graves era: «Que venga el santo hermano Martín». Y él nunca negaba un favor a quien podía hacerlo. Pasaba la mitad de la noche rezando. A un crucifijo grande que había en su convento iba y le contaba sus penas y sus problemas, y ante el Santísimo Sacramento y arrodillado ante la imagen de la Virgen María pasaba largos tiempos rezando con fervor.
Sin moverse de Lima, fue visto sin embargo en China y en Japón animando a los misioneros que estaban desanimados. Sin que saliera del convento lo veían llegar junto a la cama de ciertos moribundos a consolarlos. A los ratones que invadían la sacristía los invitaba a irse a la huerta y lo seguían en fila muy obedientes. En una misma cacerola hacía comer al mismo tiempo a un gato, un perro y varios ratones. Llegaron los enemigos a su habitación a hacerle daño y él pidió a Dios que lo volviera invisible y los otros no lo vieron.
Cuando oraba con mucha devoción se levantaba por los aires y no veía ni escuchaba a la gente. A veces el mismo virrey que iba a consultarle (siendo Martín tan de pocos estudios) tenía que aguardar un buen rato en la puerta de su habitación, esperando a que terminara su éxtasis. En ocasiones salía del convento a atender a un enfermo grave, y volvía luego a entrar sin tener llave de la puerta y sin que nadie le abriera. Preguntado cómo lo hacía, respondía: «Yo tengo mis modos de entrar y salir».
El Arzobispo se enfermó gravemente y mandó llamar al hermano Martín para que le consiguiera la curación para sus graves dolores. Él le dijo: ¿Cómo se le ocurre a su excelencia invitar a un pobre mulato? Pero luego le colocó la mano sobre el sitio donde sufría los fuertes dolores, rezó con fe, y el arzobispo se mejoró en seguida.
Recogía limosnas en cantidades asombrosas y repartía todo lo que recogía. Miles de menesterosos llegaban a pedirle ayuda.
A los 60 años, después de haber pasado 45 años en la comunidad, mientras le rezaban el Credo y besando un crucifijo, murió el 3 de noviembre de 1639. Toda la ciudad acudió a su entierro y los milagros empezaron a obtenerse a montones por su intercesión.