La comunicación de la fe es una cuestión antigua, presente en los dos mil años de vida de la comunidad cristiana, que siempre se ha considerado mensajera de una noticia que le ha sido revelada y es digna de ser comunicada. Pero es también una cuestión de candente actualidad. Desde Pablo VI hasta Benedicto XVI, los Papas no han dejado de señalar la necesidad de mejorar la comunicación la fe.
Con frecuencia, este tema se relaciona con la «nueva evangelización». En ese contexto, Juan Pablo II ha afirmado que la comunicación de la fe ha de ser nueva «en su ardor, en sus métodos, en su expresión». Aquí nos referiremos en particular a la novedad en los métodos.
Hay factores externos que obstaculizan la difusión del mensaje cristiano, sobre los que es difícil incidir. Pero cabe avanzar en otros factores que están a nuestro alcance. En ese sentido, quien pretende comunicar la experiencia cristiana necesita conocer la fe que desea transmitir, y debe conocer también las reglas de juego de la comunicación pública.
Partiendo, por un lado, de los documentos eclesiales más relevantes y, por otro, de la bibliografía esencial del ámbito de la comunicación institucional, articularé mis reflexiones en una serie de principios. Los primeros se refieren al mensaje que se quiere difundir; los siguientes, a la persona que comunica; y los últimos, al modo de transmitir ese mensaje en la opinión pública.
1. Veamos primero los principios relativos al mensaje.
Ante todo, el mensaje ha de ser ser positivo. Los públicos atienden a informaciones de todo género, y toman buena nota de las protestas y las críticas. Pero secundan sobre todo proyectos, propuestas y causas positivas.
Juan Pablo II afirma en la encíclica «Familiaris consortio» que la moral es un camino hacia la felicidad y no una serie de prohibiciones. Esta idea ha sido repetida con frecuencia por Benedicto XVI, de diferentes maneras: Dios nos da todo y no nos quita nada; la enseñanza de la Iglesia no es un código de limitaciones, sino una luz que se recibe en libertad.
El mensaje cristiano ha de transmitirse como lo que es: un sí inmenso al hombre, a la mujer, a la vida, a la libertad, a la paz, al desarrollo, a la solidaridad, a las virtudes… Para transmitirla adecuadamente los demás, antes hay que entender y experimentar la fe de ese modo positivo.
Adquieren particular valor en este contexto unas palabras del Cardenal Ratzinger: «La fuerza con que la verdad se impone tiene que ser la alegría, que es su expresión más clara. Por ella deberían apostar los cristianos y en ella deberían darse a conocer al mundo». La comunicación mediante la irradiación de la alegría es el más positivo de los planteamientos.
En segundo lugar, el mensaje ha de ser relevante, significativo para quien escucha, no solamente para quien habla.
Tomás de Aquino afirma que hay dos tipos de comunicación: la locutio, un fluir de palabras que no interesan en absoluto a quienes escuchan; y la illuminatio, que consiste en decir algo que ilustra la mente y el corazón de los interlocutores sobre algún aspecto que realmente les afecta.
Comunicar la fe no es discutir para vencer, sino dialogar para convencer. El deseo de persuadir sin derrotar marca profundamente la actitud de quien comunica. La escucha se convierte en algo fundamental: permite saber qué interesa, qué preocupa al interlocutor. Conocer sus preguntas antes de proponer las respuestas.
Lo contrario de la relevancia es la auto-referencialidad: limitarse a hablar de uno mismo no es buena base para el diálogo.
En tercer lugar, el mensaje ha de ser claro. La comunicación no es principalmente lo que el emisor explica, sino lo que el destinatario entiende. Sucede en todos los campos del saber (ciencia, tecnología, economía): para comunicar es preciso evitar la complejidad argumental y la oscuridad del lenguaje. También en materia religiosa conviene buscar argumentos claros y palabras sencillas. En este sentido, habría que reivindicar el valor de la retórica, de la literatura, de las metáforas, de las imágenes, de los símbolos, para difundir el mensaje cristiano.
A veces, cuando la comunicación no funciona, se traslada la responsabilidad al receptor: se considera a los demás como incapaces de entender. Más bien, la norma ha de ser la contraria: esforzarse por ser cada vez más claros, hasta lograr el objetivo que se pretende.
2. Pasemos ahora a los principios relativos a la persona que comunica.
Para que un destinatario acepte un mensaje, la persona o la organización que lo propone ha de merecer credibilidad. Así como la credibilidad se fundamenta en la veracidad y la integridad moral, la mentira y la sospecha anulan en su base el proceso de comunicación. La pérdida de credibilidad es una de las consecuencias más serias de algunas crisis que se han producido en estos años.
Por otra parte, en comunicación, como en economía, cuentan mucho los avales. El aval de una autoridad en la materia, o de un observador imparcial, representa una garantía para la opinión pública. Con otras palabras, nadie se avala a sí mismo. Existen instancias que, con mayor o menor fundamento, ejercen esa función evaluadora. En el ámbito de la opinión pública, ese aval lo otorgan principalmente los periodistas. Por eso, es crucial considerarlos como aliados, nunca como enemigos, en el proceso de comunicación.
El segundo principio es la empatía. La comunicación es una relación que se establece entre personas, no un mecanismo anónimo de difusión de ideas. El Evangelio se dirige a personas: políticos y electores, periodistas y lectores. Personas con sus propios puntos de vista, sus sentimientos y sus emociones.
Cuando se habla de modo frío, se amplía la distancia que separa del interlocutor. Una escritora africana ha afirmado que la madurez de una persona está en su capacidad de descubrir que puede «herir» a los demás y de obrar en consecuencia.
Nuestra sociedad está superpoblada de corazones rotos y de inteligencias perplejas. Hay que aproximarse con delicadeza al dolor físico y al dolor moral. La empatía no implica renunciar a las propias convicciones, sino ponerse en el lugar del otro. En la sociedad actual, convencen las respuestas llenas de sentido y de humanidad.
El tercer principio relativo a la persona que comunica es la cortesía. La experiencia muestra que en los debates públicos proliferan los insultos personales y las descalificaciones mutuas. En ese marco, si no se cuidan las formas, se corre el riesgo de que la propuesta cristiana sea vista como una más de las posturas radicales que están en el ambiente. Aun a riesgo de parecer ingenuo, pienso que conviene desmarcarse de este planteamiento. La claridad no es incompatible con la amabilidad.
Con amabilidad se puede dialogar; sin amabilidad, el fracaso está asegurado de antemano: quien era partidario antes de la discusión, lo seguirá siendo después; y quien era contrario raramente cambiará de postura.
Recuerdo un cartel situado a la entrada de un «pub» cercano al Castillo de Windsor, en el Reino Unido. Decía, más o menos: En este local son bienvenidos los caballeros. Y un caballero lo es antes de beber cerveza y también después. Podríamos añadir: un caballero lo es cuando le dan la razón y cuando le llevan la contraria.
3. Veamos por último algunos principios que se refieren al modo de comunicar:
El primero es la profesionalidad. «Gaudium et Spes» recuerda que cada actividad humana tiene su propia naturaleza, que es preciso descubrir, emplear y respetar, si se quiere participar en ella. Cada campo del saber tiene su metodología; cada actividad, sus normas; y cada profesión, su lógica.
La evangelización no se producirá desde fuera de las realidades humanas, sino desde dentro: los políticos, los empresarios, los periodistas, los profesores, los guionistas, los sindicalistas, son quienes pueden introducir mejoras prácticas en sus respectivos ámbitos. San Josemaría Escrivá recordaba que es cada profesional, comprometido con sus creencias y con su profesión, quien ha de encontrar las propuestas y soluciones adecuadas. Si se trata de un debate parlamentario, con argumentos políticos; si de un debate médico, con argumentos científicos; y así sucesivamente.
Este principio se aplica a las actividades de comunicación, que están conociendo un desarrollo extraordinario en los últimos años, tanto por la calidad creciente de las formas narrativas, como por las audiencias cada vez más amplias y por la participación ciudadana cada día más activa.
El segundo principio podría denominarse transversalidad. La profesionalidad es imprescindible cuando en un debate pesan las convicciones religiosas. La transversalidad, cuando pesan las convicciones políticas.
En este punto, vale la pena mencionar la situación de Italia. Al hacer la declaración de la renta, más del 80% de los italianos marcan la casilla correspondiente a la Iglesia, porque desean apoyar económicamente sus actividades. Eso quiere decir que la Iglesia merece la confianza de una gran mayoría de ciudadanos, no solamente de quienes se reconocen en una tendencia política.
En ese país, y en muchos otros, los católicos no plantean su acción pública poniendo su esperanza en un partido. Saben por experiencia que lo importante no es que una formación política incorpore a su programa la doctrina social cristiana, sino que esos valores se hagan presentes en todos los partidos, de modo transversal.
El tercer principio relativo al modo de comunicar es la gradualidad. Las tendencias sociales tienen una vida compleja: nacen, crecen, se desarrollan, cambian y mueren. En consecuencia, la comunicación de ideas tiene mucho que ver con el «cultivo»: sembrar, regar, podar, antes de cosechar.
El fenómeno de la secularización se ha ido consolidando en los últimos siglos. Procesos de tan larga gestación no se resuelven en años, meses o semanas.
El cardenal Ratzinger explicaba que nuestra visión del mundo suele seguir un paradigma «masculino», donde lo importante es la acción, la eficacia, la programación y la rapidez. Y concluía que conviene dar más espacio a un paradigma «femenino», porque la mujer sabe que todo lo que tiene que ver con la vida requiere espera, reclama paciencia.
Lo contrario de este principio es la prisa y el cortoplacismo que llevan a la impaciencia y muchas veces también al desánimo, porque es imposible lograr objetivos de entidad en plazos cortos.
El principio de la caridad.
A estos nueve principios habría que agregar otro que afecta a todos los aspectos mencionados: al mensaje, a la persona que comunica y al modo de comunicar. El principio de la caridad.
Algunos autores han destacado que, en los primeros siglos, la Iglesia se extendió de forma muy rápida porque era una comunidad acogedora, donde era posible vivir una experiencia de amor y libertad. Los católicos trataban al prójimo con caridad, cuidaban de los niños, los pobres, los ancianos, los enfermos. Todo eso se convirtió en un irresistible imán de atracción.
La caridad es el contenido, el método y el estilo de la comunicación de la fe; la caridad convierte el mensaje cristiano en positivo, relevante y atractivo; proporciona credibilidad, empatía y amabilidad a las personas que comunican; y es la fuerza que permite actuar de forma paciente, integradora y abierta. Porque el mundo en que vivimos es con demasiada frecuencia un mundo duro y frío, donde muchas personas se sienten excluidas y maltratadas y esperan algo de luz y de calor. En este mundo, el gran argumento de los católicos es la caridad. Gracias a la caridad, la evangelización es siempre y verdaderamente, nueva.
Como en otros días, ha de ser hoy el Rosario arma poderosa, para vencer en nuestra lucha interior, y para ayudar a todas las almas. Ensalza con tu lengua a Santa María: reparación te pide el Señor, y alabanzas de tu boca. Ojalá sepas y quieras tú sembrar en todo el mundo la paz y la alegría, con esta admirable devoción mariana y con tu caridad vigilante.
En esta introducción alternativa podréis disfrutar de las obras pictóricas que se utilizan en los misterios de esta producción audiovisual.
Introducción al Santo Rosario: texto original
El rezo del Santo Rosario, con la consideración de los misterios, la repetición del Padrenuestro y del Avemaría, las alabanzas a la Beatísima Trinidad y la constante invocación a la Madre de Dios, es un continuo acto de fe, de esperanza y de amor, de adoración y reparación.
No se escriben estas líneas para mujercillas. —Se escriben para hombres muy barbados, y muy… hombres, que alguna vez, sin duda, alzaron su corazón a Dios, gritándole con el Salmista: Notam fac mihi viam, in qua ambulem; quia ad te levavi animam meam. —Dame a conocer el camino que he de seguir; porque a ti he levantado mi alma. (Ps. CXLII, 8).
He de contar a esos hombres un secreto que puede muy bien ser el comienzo de ese camino por donde Cristo quiere que anden.
Amigo mío: si tienes deseos de ser grande, hazte pequeño.
Ser pequeño exige creer como creen los niños, amar como aman los niños, abandonarse como se abandonan los niños…, rezar como rezan los niños.
Y todo esto junto es preciso para llevar a la práctica lo que voy a descubrirte en estas líneas:
El principio del camino, que tiene por final la completa locura por Jesús, es un confiado amor hacia María Santísima.
—¿Quieres amar a la Virgen? —Pues, ¡trátala! ¿Cómo? —Rezando bien el Rosario de nuestra Señora.
Pero, en el Rosario… ¡decimos siempre lo mismo! —¿Siempre lo mismo? ¿Y no se dicen siempre lo mismo los que se aman?… ¿Acaso no habrá monotonía en tu Rosario, porque en lugar de pronunciar palabras como hombre, emites sonidos como animal, estando tu pensamiento muy lejos de Dios? —Además, mira: antes de cada decena, se indica el misterio que se va a contemplar.
—Tú… ¿has contemplado alguna vez estos misterios?
Hazte pequeño. Ven conmigo y —este es el nervio de mi confidencia— viviremos la vida de Jesús, María y José.
Cada día les prestaremos un nuevo servicio. Oiremos sus pláticas de familia. Veremos crecer al Mesías. Admiraremos sus treinta años de oscuridad… Asistiremos a su Pasión y Muerte… Nos pasmaremos ante la gloria de su Resurrección… En una palabra: contemplaremos, locos de Amor (no hay más amor que el Amor), todos y cada uno de los instantes de Cristo Jesús.
Como en otros días, ha de ser hoy el Rosario arma poderosa, para vencer en nuestra lucha interior, y para ayudar a todas las almas. Ensalza con tu lengua a Santa María: reparación te pide el Señor, y alabanzas de tu boca. Ojalá sepas y quieras tú sembrar en todo el mundo la paz y la alegría, con esta admirable devoción mariana y con tu caridad vigilante.
Os presentamos esta producción audiovisual original de Catequesis en Familia dirigida a todos los públicos, pero sobre todo a jóvenes que ya hayan realizado la Primera Comunión y a los que estén preparando la Confirmación. Esperamos que sea especialmente útil a padres y catequistas, y que todos disfrutéis de las maravillosas locuciones de Guillermo Mirecki Quintero – editor de Catequesis en Familia – y de la obra en general, tanto como el equipo de esta casa ha disfrutado en su creación.
Equipo editorial de Catequesis en Familia
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Santo Rosario, publicado por primera vez en 1934, consta de una serie de consideraciones sobre los quince misterios del Rosario (gozosos, dolorosos y gloriosos), para facilitar el rezo de esa oración mariana y la contemplación de esas escenas de la vida del Señor y de su Madre Santísima. El libro concluye con unos breves comentarios sobre la letanía lauretana.
San Josemaría redactó de un tirón esta pequeña obra en 1931, durante la acción de gracias de la Santa Misa. Se publicó en 1934 con objeto de ayudar a los lectores a dirigirse con sencillez y confianza a la Virgen María y, a través de Ella, a la Santísima Trinidad. Porque -como dice en el prólogo- «el principio del camino que tiene por final la completa locura por Jesús es un confiado amor hacia María Santísima». Actualmente, Santo Rosario está publicado en 25 idiomas. Su difusión supera los 700.000 ejemplares.
Con este artículo queremos fomentar especialmente que niños y jóvenes sean capaces de compartir su fe aprendiendo y divirtiéndose, por qué no. El teatro es una herramienta muy adecuada en la adolescencia para que estos «cristianos en crecimiento» creen recuerdos llenos de sentido espiritual… que muchas veces puede marcar la diferencia.
Representando un personaje con valores cristianos, el joven actor se identifica con ellos, los asume como propios, y es capaz de transmitirlos a los demás.
Os presentamos esta obra para títeres del escritorJoan Salvador, adecuada para los niños que están preparando su Primera Comunión, o algo más mayores.
Cuernecillos, Plumas y Pastorcillos
Aconsejada para niños de 8 a 12 años, cuenta con un reparto de más de 30 personajes.
Unos angelitos preparan el nacimiento del niño Jesús, donde aparecen los Reyes Magos, pastores, incluso unos diablillos buenos.
Os adelantamos en estas fechas una sencilla obra de teatro, titulada «Un nacimiento especial» para preparar en el aula, en la parroquia o entre un grupo de niños de nuestro vecindario. Es importante que el trabajo con los niños sea riguroso, aunque no agobiante… los niños son buenos actores por naturaleza, siempre que comprendan lo que están haciendo. La labor del director de la obra debe insistir precisamente en eso: que los actores sean capaces de comprender su personaje y el de los demás, y que el texto de la obra sea asimilado por todos, con los valores que contiene.
Decorado
El escenario representa un nacimiento sin figuras. Puede haber un fondo de montañas pintadas, y un portal realizado con cartones pintados. A los lados deben aparecer simuladas dos cajas de donde saldrán las figuras y los juguetes.
Personajes
El reparto completo lo componen 20 personajes.
Lorena
Jimena
Mónica
Melchor
Gaspar
Baltasar
Paje Melchor
Paje Gaspar
Paje Baltasar
Pastora
Rapero
Bacalao
Rockero
China
India
Marroquí
Egipcia
Virgen
San José
Ángel
REPRESENTACIÓN
Primera Parte
LORENA: ¡Hola! ¿Cómo estás? Me llamo Lorena y, como veis soy una muñeca.
JIMENA: Y yo soy Jimena, y también soy una muñeca. Nuestra dueña se llama Mónica y tiene 8 Años. La queremos mucho. Somos sus muñecas preferidas… Bueno, no sólo nosotras, porque como pronto verán, a Mónica le gustan mucho las muñecas.
LORENA: Pero se preguntarán qué hacemos aquí. Vamos a contarles una historia deNavidad. Aunque un poco extraña, o mejor dicho, un poco fantástica, o un poco milagrosa. Veréis.
JIMENA: Unos días antes de Navidad, Mónica quiso poner su nacimiento. Colocó las montañas, las casitas, el río y el portal. Mónica fue sacando de la caja las figuritas del Portal y las fue colocando.
– De la caja van saliendo las figuras del Portal que Mónica va colocando –
MÓNICA: Primero la Virgen y San José. Luego el Ángel y el niño… Después todas las demás figuras.
LORENA: Pero, ¡qué fatalidad! Sólo quedaba una pastorcilla. Es que el Año pasado se le cayó la caja y se le rompieron las demás figuras.
MONICA: ¿Y qué hago ahora?
JIMENA: Mónica no sabía que hacer. De repente tuvo una idea muy extraña. Se dirigió a la caja donde guardaba todas sus muñecas, y fue colocándolas en el nacimiento.
– De la caja del lado opuesto, Mónica va sacando muñecos –
JIMENA: Primero, las muñecas que sus padres le habían traído de todas las partes del mundo.
LORENA: Una muñequita de la China.
JIMENA: Una pequeña muñeca india.
LORENA: una elegante muñeca egipcia.
JIMENA: Una preciosa muñequita marroquí…
LORENA: Pero también sacó de la caja tres marchosos personajes: un rockero, un fan de la música bacalao y un rapero.
JIMENA: Mónica estaba contenta con aquel original nacimiento. Lo miró con cariño y como estaba muy cansada se fue a la cama.
Segunda Parte
MELCHOR: ¡Qué oscuro está esto! Nos hemos perdido. ¿Dónde estará el portal?
Aparecen por el fondo del teatro y avanzan entre los espectadores.
PAJE MELCHOR: No sé, majestad. Quizás es mejor que vayamos a recoger los camellos y volvamos a Oriente.
GASPAR: Ni hablar, Melchor. No hemos hecho un viaje tan largo para rendirnos ante las dificultades.
PAJE GASPAR: ¡Majestad! ¡Allí! Iluminado por esa gran estrella.BALTASAR: ¡Si, si, ya la veo! ¡Vamos, vamos deprisa!
MELCHOR: Pero, ¿qué es esto?
PAJE MELCHOR: Majestad, nos hemos equivocado de siglo.
GASPAR: ¿Puede decirme alguien qué es todo esto?
LORENA: Es un nacimiento, Majestad. Pero con figuras de todos los tiempos. ¿O es que vuestra majestad no sabe que Jesús ha nacido para todos?
PAJE GASPAR: ¡Me gusta esto! ¿Quiénes son ustedes?
JIMENA: Muñecas. Somos muñecas que formamos parte del nacimiento. ¿No les gusta la idea?
BALTASAR: Mmm… A mí me gusta. Es cierto que para Dios todos somos iguales.
LORENA: Pero subid, subid, majestades…Estaréis muy cansados… Sentaos, sentaos aquí.
PAJE BALTASAR: Pero, ¿no hay ni una sola figura de verdad?
JIMENA: Si majestad, hay una. Es una pastora. ¡Pastora, pastora! Ven aquí que sus majestades quieren verte.
PASTORA: Aquí estoy majestad.
LORENA: Majestades, ¿os gustaría oír villancicos? Es el canto típico de Navidad.
MELCHOR: Si, si… Pero, tú sola.
RAPERO: Déjenme a mí. Van a ver lo que es ritmo.
– Se oye música rap y el rapero se pone a bailar –
PAJE MELCHOR: Pero esto no es un villancico de los de toda la vida.
JIMENA: Tenéis razón. Pastora, ven a cantar.
GASPAR: ¡Ah! ¡No hay nada como los villancicos de toda la vida!
BACALAO: Pues ahora me toca a mí. Prepárense a oír villancicos modernos.
– Se oye música bacalao y baila al ritmo de la música –
LORENA: ¡Qué horror! Esto no es un villancico. Pastora, ahora te toca a ti.
ROCKERO: No, no. El rock es el mejor ritmo para un villancico. ¡A bailar!
– Se oye un rock y baila a su ritmo –
Tercera Parte
VIRGEN: (sale del portal y se acerca a la parte exterior del escenario). ¿Qué escándalo es éste? Me van a despertar al niño.
CHINA: tiene razón María ¡Nos han despertado a todos!, ¿verdad compañeras? Venga todas para acá.
– Se acercan las muñecas del mundo –
PAJE GASPAR: Perdonen. Estábamos discutiendo sobre música.
SAN JOSÉ: Pero, ¿qué pasa aquí? ¿Quiénes son todos ustedes?
INDIA: Somos personas de todo el mundo que hemos venido a ver al niño Jesús.
ÁNGEL: Pero… aquí ocurren cosas muy extrañas.
EGIPCIA: No, Ángel, no es extraño: es más natural. Aquí estamos todas las razas y todos los siglos y todas las edades.
VIRGEN: Es cierto. Pensándolo bien, éste es el nacimiento verdadero y no el que han puesto otros Años.
MARROQUÍ: Claro, Jesús nace para todos los siglos, y para todas las razas y para todas las edades.
SAN JOSÉ: Muchachas, ¡esto me gusta!, Deberían conseguir que en todas partes se pusieran nacimientos como éste.
CHINA: Yo estoy muy orgullosa de poder estar aquí representando todas las razas.
INDIA: ¡Y todos los colores!
EGIPCIA: ¡Y todas las culturas!
MARROQUÍ: ¡Y todas las naciones!
LORENA: Y así acabó aquella maravillosa noche. En aquel nacimiento se reunieron todas las razas, edades y gustos, porque Jesús ha nacido para todos.
JIMENA: ¡Jesús ha nacido para todos! Y cada Navidad debemos hacer que este nacimiento se haga realidad en nuestras vidas. ¿Qué les parece si nos unimos para cantar un villancico?
Buscar un villancico popular para que canten todos los participantes y animen al público a hacerlo con ellos.
La productora Monte Tabor ha desarrollado una fascinante serie en 13 DVD para los más pequeños. A través de relatos, canciones y ejemplos Querubín entretiene y enseña a los niños sus primeros pasos en la fe educando en valores.
Podéis obtener más información en el portal de la productora Monte Tabor Producciones, donde ofrecen una gama de productos audiovisuales muy apropiados para la catequesis familiar.
Con este artículo queremos fomentar especialmente que niños y jóvenes sean capaces de compartir su fe aprendiendo y divirtiéndose, por qué no. El teatro es una herramienta muy adecuada en la adolescencia para que estos «cristianos en crecimiento» creen recuerdos llenos de sentido espiritual… que muchas veces puede marcar la diferencia.
Representando un personaje con valores cristianos el joven actor se identifica con ellos, los asume como propios, y es capaz de transmitirlos a los demás.
En este artículo os presentamos la obra Canción de Navidad, adaptada teatralmente por el escritor Joan Salvador e Isabel Giménez. Una obra muy adecuada para quienes preparan su Confirmación.
Canción de Navidad
Aconsejada para jóvenes de 10 a 15 años, implica 24 personajes.
Es una adaptación del cuento de Charles Dickens; Scrooge recibe la visita de tres espíritus para que reflexione sobre su forma de vivir.
San Alberto nace en el seno de la noble familia de los Ingollstad en Lauingen, Diócesis de Augsburgo en la Baviera Alemana en 1.206.
Desea cursar la carrera de Leyes por lo que sus padres le envían primero a Bolonia, que más tarde será cumbre de los estudios juristas; pasa más adelante a Venecia, para terminar en Padua. En 1.223 conoce a su compatriota el Bto. Jordán de Sajonia que sucederá a Santo Domingo de Guzmán en el gobierno de la Orden Dominicana. Queda prendado por la predicación y las cualidades de este hombre; recibe la llamada de Dios y decide ingresar en la Orden de Predicadores en 1.224. La oposición de su familia es frontal, pero él permanece fiel a su decisión.
En 1.228 es enviado a su Patria como profesor y enseña, primero en Colonia, con posterioridad en Hildesheim, Friburgo, Ratisbona, Estrasburgo y en la Sorbona de París, donde tendrá como discípulo predilecto a Santo Tomás de Aquino.
En 1.248 le encontramos, de nuevo, en Colonia dirigiendo el Estudio General de la Orden en esta ciudad. En los años 1.254 a 1.257 es elegido Provincial de la Provincia de Teutonia. En 1.256 está en Roma y allí, con San Buenaventura, franciscano, defiende los derechos de las Ordenes Mendicantes, frente a Guillermo de San Amor y otros profesores, el derecho de enseñar en las Universidades de entonces. San Alberto Magno es profesor en la Curia Pontificia.
Cuatro años más tarde el Papa Alejandro IV le nombra Obispo y, a pesar de su oposición, es consagrado Obispo de Ratisbona; organizó la Diócesis. A los dos años, con nostalgia de su vida conventual dominicana, el Papa Urbano IV le acepta la renuncia. De 1.261 al 1.263 es nombrado Predicador de la Cruzada y profesor de la Curia Pontificia.
Destaca San Alberto Magno por su capacidad, sagacidad y equilibrio en solucionar casos conflictivos como el del Obispo de Wurzburgo con sus fieles. Su misión y su campo es la enseñanza, la investigación por la que sigue dictando su sabiduría en las Cátedras Wurzburgo, Estrasburgo y Lyon. Participa en el II Concilio de Lyon, donde media para que sea reconocido como Rey de Alemania Rodolfo de Augsburgo.
En 1.279 se debilita física y mentalmente. Ese mismo año redacta su testamento y muere, con serenidad y paz, sobre su mesa de trabajo. Era el 15 de noviembre de1.280.
El Maestro General de la Orden Dominicana, Humberto de Romans, nos ha dejado estas pinceladas: «Era de buena talla y bien dotado de formas físicas. Poseía un cuerpo formado con bellas proporciones y perfectamente moldeado para todas las fatigas del servicio de Dios».
San Alberto es Magno por la grandeza de su espíritu. Era un hombre abierto a lo universal; escritor y profesor incansable. Como naturalista era un hombre de vocación analítica y observador nato. En sus obras destacan afirmaciones talas como: «Yo lo observé» «Yo hice el experimento» «Esto me lo han referido pescadores o cazadores expertos».
Pero es preciso destacar que San Alberto estudia, investiga, analiza todo en función de la Santa Predicación; por eso utiliza tanto las Ciencias Naturales, Biología, Botánica, Química, Zoología, Arqueología, como la Filosofía y la Teología.
Pero San Alberto Magno es un místico que descubre a Dios en el encanto de la creación. Y un místico mariano, con una sencilla y profunda devoción a la Virgen María. Su amor a la Virgen es ingenuo y profundo a la vez.
Fue canonizado por Pio XI el 16 de diciembre de 1.931. Pio XII, en 1.941, lo declara Patrono de los científicos. La gran gloria de San Alberto es sin duda su discípulo Santo Tomás de Aquino.