Oremos por los difuntos

Oremos por los difuntos

«Aunque Dios nos lo quitase todo, nunca nos dejaría sin Él, mientras lo deseemos así. Pero, aún hay más: todas nuestras pérdidas y separaciones solo son por breve plazo».

San Francisco de Sales

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¿Podemos orar por los difuntos? ¿Les sirven nuestras oraciones? ¿Cuál es la doctrina católica al respecto?

La Biblia nos dice que después de la muerte viene el juicio: «Está establecido que los hombres mueran una sola vez y luego viene el juicio» (Hebr. 9, 27). Después de la muerte viene el juicio particular donde «cada uno recibe conforme a lo que hizo durante su vida mortal» (2 Cor. 5, 10).

Al fin del mundo tendrá lugar el «juicio universal» en el que Cristo vendrá en gloria y majestad a juzgar a los pueblos y naciones.

Es doctrina católica que en el juicio particular se destina a cada persona a una de estas tres opciones: Cielo, Purgatorio o Infierno.

  • Al Cielo: las personas que en vida hayan aceptado y correspondido al ofrecimiento de salvación que Dios nos hace y se hayan convertido a El, y que al morir se encuentren libres de todo pecado, se salvan. Es decir, van directamente al Cielo, a reunirse con el Señor y comienzan una vida de gozo indescriptible «Bienaventurados los limpios de corazón -dice Jesús- porque ellos verán a Dios» (Mt. 5, 8).
  • Al Infierno: quienes hayan rechazado el ofrecimiento de salvación que Dios hace a todo mortal, o no se convirtieron mientras su alma estaba en el cuerpo, recibirán lo que ellos eligieron: el Infierno, donde estarán separados de Dios por toda la eternidad.
  • Al Purgatorio: finalmente, los que en vida hayan servido al Señor pero que al morir no estén aún plenamente purificados de sus pecados, irán al Purgatorio. Allá Dios, en su misericordia infinita, purificará sus almas y, una vez limpios, podrán entrar en el Cielo, ya que no es posible que nada manchado por el pecado entre en la gloria: «Nada impuro entrará en ella (en la Nueva Jerusalén)» (Ap. 21, 27).

Aquí surge espontánea una pregunta cuya respuesta es muy iluminadora: ¿Para qué estamos en este mundo? Estamos en este mundo para conocer, amar y servir a Dios y, mediante esto, salvar nuestra alma. Dios nos coloca en este mundo para que colaboremos con El en la obra de la creación, siendo cuidadores de este «jardín terrenal» y para que cuidemos también de los hombres nuestros hermanos, especialmente de aquellos que quizás no han recibido tantos dones y «talentos» como nosotros. Este es el fin de la vida de cada hombre: Amar a Dios sobre todas las cosas y salvar nuestra alma por toda la eternidad.

¿Qué acontece, entonces, con los que mueren?

Ya lo dijimos: Los que mueren en gracia de Dios se salvan. Van derechamente al cielo. Los que rechazan a Dios como Creador y a Jesús como Salvador durante esta vida y mueren en pecado mortal se condenan. También aquí la respuesta es clara y coincidente entre católicos y evangélicos.

Pero, ¿qué ocurre con los que mueren en pecado venial o que no han satisfecho plenamente por sus pecados? Ahí está la diferencia entre católicos y evangélicos. Los católicos creemos en el Purgatorio. Según nuestra fe católica, el Purgatorio es el lugar o estado por medio del cual, en atención a los méritos de Cristo, se purifican las almas de los que han muerto en gracia de Dios, pero que aún no han satisfecho plenamente por sus pecados. El Purgatorio no es un estado definitivo sino temporal. Y van allá sólo aquellos que al morir no están plenamente purificados de las impurezas del pecado, ya que en el cielo no puede entrar nada que sea manchado o pecaminoso. (…) En cuanto a su duración podemos decir que después que venga Jesús por segunda vez y se ponga fin a la historia de la humanidad, el Purgatorio dejará de existir y sólo habrá Cielo e Infierno.

Por consiguiente, según nuestra fe católica, se pueden ofrecer oraciones, sacrificios y Misas por los muertos, para que sus almas sean purificadas de sus pecados y puedan entrar cuanto antes a la gloria a gozar de la presencia divina.

(…) No obstante, como que en la práctica, cuando muere una persona, no sabemos si se salva o se condena, debemos orar siempre por los difuntos, porque podrían necesitar de nuestra oración. Y si ellos no la necesitan, le servirá a otras personas, ya que en virtud de la Comunión de los Santos existe una comunicación de bienes espirituales entre vivos y difuntos. Esto explica aquella costumbre popular de orar «por el alma más necesitada del Purgatorio».

La oración por los difuntos

Los primeros misioneros que evangelizaron América introdujeron la costumbre, que aún perdura en algunos lugares, de reunirse y hacer un velorio que se prolonga por una semana o nueve días. Se reza aún una Novena en la que los familiares se congregan para acompañar a los deudos y ofrecen a Dios oraciones por el difunto. También la Iglesia, desde tiempo inmemorial, introdujo la costumbre de celebrar el día 2 de Noviembre dedicado a los difuntos, día en el que los católicos vamos a los cementerios y, junto con llevar flores, elevamos una oración por nuestros seres queridos.

(…) Los católicos no sólo podemos orar por los difuntos, sino que éste es un deber cristiano que obliga, especialmente, a los familiares y a los amigos más cercanos.

Orar por los vivos y por los difuntos es una obra de misericordia. De la misma manera que ayudaríamos en vida a sus cuerpos enfermos, así, después de muertos, debemos apiadarnos de ellos rezando por el descanso eterno de sus almas.

Ente los católicos la tradición es orar por los difuntos y en lo posible celebrar la Santa Misa por su eterno descanso.

Dice la Liturgia: «dales, Señor, el descanso eterno y brille para ellos la luz eterna»

Y san Agustín dijo: «Una lágrima se evapora, una flor se marchita, sólo la oración llega al trono de Dios».


Extractado de P. Paulo Dierckx y P. Miguel Jordá: Para dar razón de nuestra esperanza, sepa defender su fe, Tema 33.

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Algunas oraciones por los difuntos


A nuestros difuntos

Si para recobrar lo recobrado,

debí perder primero lo perdido.

Si para conseguir lo conseguido,

tuve que soportar lo soportado.

Si para estar ahora enamorado,

fue menester haber estado herido.

Tengo por bien sufrido lo sufrido,

tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado,

que no se goza bien de lo gozado,

sino después de haber padecido.

Porque después de todo he comprendido,

que lo que el árbol tiene de florido,

viene de lo que tiene sepultado».


Santa Teresa de Lisieux


Oración por nuestros seres queridos

Oh, buen Jesús, que durante toda tu vida te compadeciste de los dolores ajenos, mira con misericordia las almas de nuestros seres queridos que están en el Purgatorio.

Oh, Jesús, que amaste a los tuyos con gran predilección, escucha la súplica que te hacemos y por tu Misericordia concede a aquellos que Tú te has llevado de nuestro hogar el gozar del eterno descanso en el seno de tu infinito Amor. Amén.

Concédeles, Señor, el descanso eterno y que les ilumine tu Luz perpetua.

Que las almas de los fieles difuntos, por la Misericordia de Dios descansen en paz.

Amén.


Oración por un padre o una madre fallecidos

Cuando pensabas que no te veía, te escuché pedirle al Ser Supremo salud y trabajo para nosotros, y aprendí que existía Alguien con quien yo podría conversar en el futuro.

Cuando pensabas que no te veía, te ví preocuparte por los sanos y por los enfermos, y así aprendí que todos debemos ayudarnos y cuidarnos unos a otros.

Cuando pensabas que no te veía, te ví dar tu tiempo y dinero para ayudar a personas que nada tenían, y aprendí que aquellos que tienen, debemos compartirlo con quienes no tienen.

Cuando pensabas que no te veía, te sentí darme un beso por la noche y me sentí amado y seguro.

Cuando pensabas que no te veía, te vi atender la casa y a todos los que vivimos en ella, y aprendí a cuidar lo que es dado.

Cuando pensabas que no te veía, vi como cumplías con tus responsabilidades, aún cuando no te sentías bien, y aprendí que debo ser responsable cuando crezca.

Cuando pensabas que no te veía, vi tus lágrimas , y entonces aprendí que a veces las cosas duelen, y que está bien llorar.

Cuando pensabas que no te veía, vi que te importaba y quise ser todo lo que puedo llegar a ser.

Cuando pensabas que no te veía, aprendí casi todas las lecciones de la vida que necesito saber para ser una buena persona y también productiva cuando crezca.

Cuando pensabas que no te veía, te vi y quise decir: ¡gracias por todas las cosas que vi, cuando pensabas que no te veía! Y, cuando tal vez no quisiste que te viera, también te vi morir como siempre viviste: mirando a Dios.

Nosotros, tu familia.


Oración por un niño fallecido


Un ángel llamado… (nombre)

Te escapas de la familia que vio nacer tu frágil cuerpo

a los cielos que hoy, en puertas abiertas, te saben acoger

¡Alas!, (nombre)… ¡alas a los cuatro vientos!

Son tus brazos sin apenas, en esfuerzo y tiempo,

haber sido abrazados.

Diamantes, (nombre)… ¡diamantes son tus ojos!

Sin rasgo de impureza ni maldad

más limpios que el agua salida de un recién estrenado manantial.

Asciendes sin haber sentido los azotes de un mundo turbulento

sin tiempo para la felicidad

sin días para haber recorrido las calles de los mil juegos

con tus compañeros y amigos.

Te vas, (nombre)…, con la sonrisa en el rostro

preguntando, tal vez, mil porqués

con el silencio de quien sabe que un gran hueco deja.

Marchas con el alma PURA y RADIANTE,

SANTA, INQUIETA, VIVA e INMACULADA.

Hoy el cielo está de enhorabuena

aún, cuando nosotros, estemos sumidos en el llanto y en la tristeza:

Entra en la ciudad de Dios un nuevo ángel llamado «(nombre)«.

Sonará su trompeta más afinada que ninguna otra,

sus alas resplandecerán como las de ningún otro en la corte angelical,

sus cantos serán los preferidos por Santa María la buena madre

su cuerpo… será mecido por los brazos

de los ángeles mayores que sabrán arrullarle a una sola voz.

Hoy… el cielo abre sus puertas de par en par

Y un nombre resuena con especial emoción : ¡(nombre)!

y Dios, que tiene mucho de Padre y sabe otro tanto del amor,

sabrá acogerlo y enseñarle las plazas y los rincones de su nueva casa,

los amigos y los hermanos… que son felices allá arriba aún sabiendo

que abajo dejaron llanto y dolor.

Naces….naces para el cielo, (nombre)…,

pero, que sepas, que quedas grabado en el corazón de

padres y abuelos, familiares y amigos

que hubieran dado el oro, la fortuna y el todo por ti.

Amén.


J. Leóz


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Pesadilla

Pesadilla

En tiempo de S. Gregorio vivía un estudiante a quien, en su infancia, su buena madre había educado muy cristianamente inculcándole una tierna devoción a la gloriosa Virgen María.

No obstante, como quedó huérfano siendo aún muy joven, fue arrastrado por el torbellino de la vida; y aunque de vez en cuando invocaba a la Madre de Dios, llevaba una vida bastante desordenada.

La Virgen, como buena madre de todos los huérfanos, tuvo compasión de él; y una noche en que se había acostado muy tarde por haber estado de francachela, tuvo la visión, en sueños, del Juicio Final.

Vio cómo la mayor desolación se esparcía por toda la tierra; cómo se desbordaban los mares y ríos, los volcanes arrojaban fuego y lava, los astros caían del firmamento, ciudades enteras quedaban sepultadas con todos sus habitantes, las montañas se hundían con horrísono estruendo, y el hambre, la guerra, la peste, la miseria y la muerte cundían por doquier.

En tan terribles instantes, cuando ya en el mundo no quedaba un ser viviente, bajaban los ángeles del cielo tocando unas largas y potentes trompetas, a cuyo sonido se levantaban todos los muertos tomando carne mortal. Entonces, en una nube de gloria vio descender al divino Crucificado, quien, sentado en un trono que formaban las nubes, iba juzgando a unos y a otros, Allí se veía cómo iban saliendo las faltas y los pecados de todos, y cómo ni los padres podían salvar a los hijos, ni los hijos a los padres; cada uno era responsable de sus propios actos.

Jesucristo los iba enviando, unos a la derecha y otros a la izquierda; los de la derecha marchaban derechitos a la gloria del Padre, y los de la izquierda eran sepultados en los profundos infiernos, donde debían arder eternamente y ser martirizados por los demonios.

El joven se encontraba entre la multitud de almas que habían de ser juzgadas. Mirándose a sí mismo y comprendiendo que por todos sus pecados estaba irremisiblemente condenado, no sabía qué hacer para salvarse y se iba corriendo hacia atrás, con el fin de retardar más su condenación.

Tanto y tanto retrocedió, que al final se vio separado de la gente y se encontró completamente solo.

Levantando los ojos hacia arriba, como buscando alguna ayuda, distinguió a la gloriosa Virgen María, y empezó a dar gritos diciéndole que tuviera compasión de él; que puesto que Ella era abogada de los pecadores, intercediese cerca de su divino Hijo para que le perdonase y le permitiese entrar en la Gloria ya que todo el mundo sabía que a su Madre no le negaba nada.

La Virgen, con una dulce sonrisa, le prometió interceder por él; pero le dijo que habría que hacer mucha penitencia como desagravio a la Divina Majestad por lo mucho que la había ofendido.

El joven se lo prometió así, y desapareciendo de sus ojos la divina visión, sintió que le llamaban ante el Tribunal de Dios.

La impresión que le produjo aquella llamada le despertó, y al levantarse y mirarse en el espejo pudo comprobar que sus cabellos, que eran negros como el ébano, se habían vuelto blancos como la nieve de las colinas. El estudiante comprendió claramente que había recibido un aviso de la Santísima Virgen para que se corrigiera y cambiara de vida; y abandonando todos los bienes terrenos, entró en una orden religiosa y murió santamente.

La noticia de lo sucedido cundió muy pronto por toda la ciudad; ante tal hecho muchos hicieron penitencia y glorificaron más y más a la soberana Reina de los Cielos.

¡Cuántos seres, si pudieran ver claramente su alma, como el estudiante de la leyenda, se quedarían horripilados al ver la sentencia que les espera en el Juicio de Dios!


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Noticias Cristianas: «Historias para amar a la Virgen n.º 2» en Historias para amar, pp. 36-38.

¡Colorea el día de Todos los Santos!

¡Colorea el día de Todos los Santos!

Con motivo de la commemoración del día de Todos los Santos, os presentamos estas láminas para que los más pequeños de la familia se entretengan coloreando. Los dibujos están creados por el magnífico ilustrador Nunzio Rubino, quien colabora habitualmente en religiocando.it un maravilloso portal web italiano con todo tipo de recursos para la catequesis que muy bien podréis aprovechar padres y catequistas.

Podéis acceder a las láminas en tamaño real pulsando las imágenes o los títulos en texto de cada dibujo.

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Láminas de santos para colorear

Todos los Santos

Día de Todos los Santos

San Pedro y San Pablo Santa Teresa de Liseux San Francisco de Asís
San Pedro y San Pablo Santa Teresa de Liseux San Francisco de Asís
Santa Caterina de Siena San Patricio San Ignacio de Loyola
Santa Caterina de Siena San Patricio San Ignacio de Loyola
San Nicolás San Sebastián Santa Clara de Asís
San Nicolás San Sebastián Santa Clara de Asís


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Fuente original: Relifer

Oraciones a san Judas Tadeo

Oraciones a san Judas Tadeo

El 28 de octubre la Iglesia Universal celebra el día de san Simón y san Judas, apóstoles. Con motivo de esta festividad os presentamos estas oraciones a san Judas Tadeo. Previamente os recomendamos la lectura de la Catequesis del Santo Padre Benedicto XVI sobre Simón cananeo y Judas Tadeo, así como esta breve historia de san Simón y san Judas.

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Oración a San Judas Tadeo

¡Santo Apóstol San Judas, fiel siervo y amigo de Jesús!, la Iglesia te honra e invoca universalmente, como el patrón de los casos difíciles y desesperados. Ruega por mi, estoy solo y sin ayuda.

Te imploro hagas uso del privilegio especial que se te ha concedido, de socorrer pronto y visiblemente cuando casi se ha perdido toda esperanza. Ven en mi ayuda en esta gran necesidad, para que pueda recibir consuelo y socorro del cielo en todas mis necesidades, tribulaciones y sufrimientos, particularmente (haga aquí su petición), y para que pueda alabar a Dios contigo y con todos los elegidos por siempre.

Te doy las gracias glorioso San Judas, y prometo nunca olvidarme de este gran favor, honrarte siempre como mi patrono especial y poderoso y, con agradecimiento hacer todo lo que pueda para fomentar tu devoción.

Amén.


Novena de san Judas Tadeo

Oración

En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Confiamos en que el padre oirá todas las oraciones ofrecidas en el nombre de Nuestro Señor Jesucristo, y nos unimos ahora en oración al Apóstol San Judas, quien goza en los cielos del triunfo de la muerte y resurrección de Cristo. Unidos a las oraciones de alabanza y petición de San Judas a Dios rezamos estas devociones.


Ofrecimiento

A Ti, Señor Jesucristo, Nuestro Mediador y Hermano, ofrecemos hoy nuestras oraciones. Reconocemos la especial amistad que tu apóstol Judas tiene contigo. A su amor y amistad unimos nuestras oraciones íntimamente con tu generosa muerte en la Cruz. A este acto constante de alabanza a Dios a través del cual nos hacemos gratos al Padre, pedimos sean unidas nuestras oraciones. Quédate con nosotros hoy y todos los días de nuestra vida. Intensifica nuestro amor a Dios y a nuestro prójimo. Haz que estas gracias y favores por los cuales oramos, nos sean concedidos a través de Ti, que vives y reinas con el Padre, en unidad del Espíritu Santo, Dios por los siglos de los siglos.

Amén.


Oración propia de la Novena

Glorioso San Judas Tadeo, por los sublimes privilegios con que fuiste adornado durante tu vida; en particular por ser de la familia humana de Jesús y por haberte llamado a ser Apóstol; por la gloria que ahora disfrutas en el Cielo como recompensa de tus trabajos apostólicos y por tu martirio, obtenme del Dador de todo bien las gracias que ahora necesito (mencione los favores que desea). Que guarde yo en mi corazón las enseñanzas divinas que nos has dado en tu carta: construir el edificio de mi santidad sobre las bases de la santísima fe, orando en el Espíritu Santo; mantenerme en el amor de Dios y esperando la misericordia de Jesucristo, que nos llevará a la vida eterna; y procurar por todos los medios ayudar a quienes se desvíen. Que yo alabe la gloria y majestad, el dominio y poder de aquel que puede preservar de todo pecado y presentarme sin mancha a nuestro divino Salvador, Jesucristo nuestro Señor.

Amén.


Consagración a san Judas

San Judas, Apóstol de Cristo y Mártir glorioso, deseo honrarte con especial devoción. Te acojo como mi patrón y protector. Te encomiendo mi alma y mi cuerpo, todos mis intereses espirituales y temporales y asimismo los de mi familia. Te consagro mi mente para que en todo proceda a la luz de la fe; mi corazón para que lo guardes puro y lleno de amor a Jesús y María; mi voluntad para que, como la tuya, esté siempre unida a la voluntad de Dios. Te suplico me ayudes a dominar mis malas inclinaciones y tentaciones evitando todas las ocasiones de pecado. Obtenme la gracia de no ofender a Dios jamás, de cumplir fielmente con todas las obligaciones de mi estado de vida y practicar las virtudes necesarias para salvarme. Ruega por mi Santo Patrón y auxilio mío, para que, inspirado con tu ejemplo y asistido por tu intercesión, pueda llevar una vida santa, tener una muerte dichosa y alcanzar la gloria del Cielo donde se ama y da gracias a Dios eternamente.

Amén.


Oración final

¡Dios, todopoderoso y eterno! Tú diste a conocer tu nombre por medio de los Apóstoles. Por intercesión de San Judas, haz que tu Iglesia continúe fortaleciéndose y aumente el número de sus fieles. Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor.

Amén.

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Catequesis de Benedicto XVI sobre Simón el Cananeo y Judas Tadeo

Catequesis de Benedicto XVI sobre Simón el Cananeo y Judas Tadeo

[…] Hoy contemplamos a dos de los doce Apóstoles: Simón el Cananeo y Judas Tadeo (a quien no hay que confundir con Judas Iscariote). Los consideramos juntos, no sólo porque en las listas de los Doce siempre aparecen juntos (cf. Mt 10, 4; Mc 3, 18; Lc 6, 15; Hch 1, 13), sino también porque las noticias que se refieren a ellos no son muchas, si exceptuamos el hecho de que el canon del Nuevo Testamento conserva una carta atribuida a Judas Tadeo.

Simón recibe un epíteto diferente en las cuatro listas: mientras Mateo y Marcos lo llaman «Cananeo», Lucas en cambio lo define «Zelota». En realidad, los dos calificativos son equivalentes, pues significan lo mismo: en hebreo, el verbo qanà’ significa «ser celoso, apasionado» y se puede aplicar tanto a Dios, en cuanto que es celoso del pueblo que eligió (cf. Ex 20, 5), como a los hombres que tienen celo ardiente por servir al Dios único con plena entrega, como Elías (cf. 1 R 19, 10).

Por tanto, es muy posible que este Simón, si no pertenecía propiamente al movimiento nacionalista de los zelotas, al menos se distinguiera por un celo ardiente por la identidad judía y, consiguientemente, por Dios, por su pueblo y por la Ley divina. Si es así, Simón está en los antípodas de Mateo que, por el contrario, como publicano procedía de una actividad considerada totalmente impura. Es un signo evidente de que Jesús llama a sus discípulos y colaboradores de los más diversos estratos sociales y religiosos, sin exclusiones. A él le interesan las personas, no las categorías sociales o las etiquetas.

Y es hermoso que en el grupo de sus seguidores, todos, a pesar de ser diferentes, convivían juntos, superando las imaginables dificultades: de hecho, Jesús mismo es el motivo de cohesión, en el que todos se encuentran unidos. Esto constituye claramente una lección para nosotros, que con frecuencia tendemos a poner de relieve las diferencias y quizá las contraposiciones, olvidando que en Jesucristo se nos da la fuerza para superar nuestros conflictos.

Conviene también recordar que el grupo de los Doce es la prefiguración de la Iglesia, en la que deben encontrar espacio todos los carismas, pueblos y razas, así como todas las cualidades humanas, que encuentran su armonía y su unidad en la comunión con Jesús.

Por lo que se refiere a Judas Tadeo, así es llamado por la tradición, uniendo dos nombres diversos: mientras Mateo y Marcos lo llaman simplemente «Tadeo» (Mt 10, 3; Mc 3, 18), Lucas lo llama «Judas de Santiago» (Lc 6, 16; Hch 1, 13). No se sabe a ciencia cierta de dónde viene el sobrenombre Tadeo y se explica como proveniente del arameo taddà’, que quiere decir «pecho» y por tanto significaría «magnánimo», o como una abreviación de un nombre griego como «Teodoro, Teódoto».

Se sabe poco de él. Sólo san Juan señala una petición que hizo a Jesús durante la última Cena. Tadeo le dice al Señor: «Señor, ¿qué pasa para que te vayas a manifestar a nosotros y no al mundo?». Es una cuestión de gran actualidad; también nosotros preguntamos al Señor: ¿por qué el Resucitado no se ha manifestado en toda su gloria a sus adversarios para mostrar que el vencedor es Dios? ¿Por qué sólo se manifestó a sus discípulos? La respuesta de Jesús es misteriosa y profunda. El Señor dice: «Si alguno me ama, guardará mi palabra, y mi Padre lo amará, y vendremos a él, y pondremos nuestra morada en él» (Jn 14, 22-23). Esto quiere decir que al Resucitado hay que verlo y percibirlo también con el corazón, de manera que Dios pueda poner su morada en nosotros. El Señor no se presenta como una cosa. Él quiere entrar en nuestra vida y por eso su manifestación implica y presupone un corazón abierto. Sólo así vemos al Resucitado.

A Judas Tadeo se le ha atribuido la paternidad de una de las cartas del Nuevo Testamento que se suelen llamar «católicas» por no estar dirigidas a una Iglesia local determinada, sino a un círculo mucho más amplio de destinatarios. Se dirige «a los que han sido llamados, amados de Dios Padre y guardados para Jesucristo» (v. 1). Esta carta tiene como preocupación central alertar a los cristianos ante todos los que toman como excusa la gracia de Dios para disculpar sus costumbres depravadas y para desviar a otros hermanos con enseñanzas inaceptables, introduciendo divisiones dentro de la Iglesia «alucinados en sus delirios» (v. 8), así define Judas esas doctrinas e ideas particulares. Los compara incluso con los ángeles caídos y, utilizando palabras fuertes, dice que «se han ido por el camino de Caín» (v. 11). Además, sin reticencias los tacha de «nubes sin agua zarandeadas por el viento, árboles de otoño sin frutos, dos veces muertos, arrancados de raíz; son olas salvajes del mar, que echan la espuma de su propia vergüenza, estrellas errantes a quienes está reservada la oscuridad de las tinieblas para siempre» (vv. 12-13).

Hoy no se suele utilizar un lenguaje tan polémico, que sin embargo nos dice algo importante. En medio de todas las tentaciones, con todas las corrientes de la vida moderna, debemos conservar la identidad de nuestra fe. Ciertamente, es necesario seguir con firme constancia el camino de la indulgencia y el diálogo, que emprendió felizmente el concilio Vaticano II. Pero este camino del diálogo, tan necesario, no debe hacernos olvidar el deber de tener siempre presentes y subrayar con la misma fuerza las líneas fundamentales e irrenunciables de nuestra identidad cristiana.

Por otra parte, es preciso tener muy presente que nuestra identidad exige fuerza, claridad y valentía ante las contradicciones del mundo en que vivimos. Por eso, el texto de la carta prosigue así: «Pero vosotros, queridos ―nos habla a todos nosotros―, edificándoos sobre vuestra santísima fe y orando en el Espíritu Santo, manteneos en la caridad de Dios, aguardando la misericordia de nuestro Señor Jesucristo para vida eterna. A los que vacilan tratad de convencerlos…» (vv. 20-22). La carta se concluye con estas bellísimas palabras: «Al que es capaz de guardaros inmunes de caída y de presentaros sin tacha ante su gloria con alegría, al Dios único, nuestro Salvador, por medio de Jesucristo, nuestro Señor, gloria, majestad, fuerza y poder antes de todo tiempo, ahora y por todos los siglos. Amén» (vv. 24-25).

Se ve con claridad que el autor de estas líneas vive en plenitud su fe, a la que pertenecen realidades grandes, como la integridad moral y la alegría, la confianza y, por último, la alabanza, todo ello motivado sólo por la bondad de nuestro único Dios y por la misericordia de nuestro Señor Jesucristo. Por eso, ojalá que tanto Simón el Cananeo como Judas Tadeo nos ayuden a redescubrir siempre y a vivir incansablemente la belleza de la fe cristiana, sabiendo testimoniarla con valentía y al mismo tiempo con serenidad.

Saludos

Saludo a los peregrinos de España y Latinoamérica, especialmente a las Hijas de Cristo Rey y de María Auxiliadora. Que los apóstoles Simón el Cananeo y Judas Tadeo nos ayuden a vivir en profunda comunión con Jesús y entre nosotros, y a redescubrir la belleza de la fe cristiana, sabiendo dar testimonio fuerte y sereno de ella.

Me dirijo por último a los jóvenes, a los enfermos y a los recién casados. Hoy la liturgia recuerda al beato Juan XXIII, mi venerado predecesor, que sirvió con ejemplar dedicación a Cristo y a la Iglesia, trabajando con constante solicitud por la salvación de las almas. Que su protección os sostenga, queridos jóvenes, en el esfuerzo de fidelidad diaria a Cristo; a vosotros, queridos enfermos, os anime a no perder la confianza en la hora de la prueba y del sufrimiento; y a vosotros, queridos recién casados, os ayude a hacer de vuestra familia una escuela de crecimiento en el amor a Dios y a los hermanos.

Benedicto XVI

Audiencia General

Miércoles 11 de octubre de 2006

Beata Chiara «Luce» Badano, un ejemplo de amor para todos

Beata Chiara «Luce» Badano, un ejemplo de amor para todos

«Me quita la lucidez y solo puedo ofrecer a Jesús el dolor».

Palabras de Chiara «Luce» Badano rehusando la sedación con morfina pocos días antes de su muerte.

Más cercana a nosotros, la joven Chiara Badano (1971-1990), recientemente beatificada, experimentó cómo el dolor puede ser transfigurado por el amor y estar habitado por la alegría. A la edad de 18 años, en un momento en el que el cáncer le hacía sufrir de modo particular, rezó al Espíritu Santo para que intercediera por los jóvenes de su Movimiento. Además de su curación, pidió a Dios que iluminara con su Espíritu a todos aquellos jóvenes, que les diera la sabiduría y la luz: «Fue un momento de Dios: sufría mucho físicamente, pero el alma cantaba» (Carta a Chiara Lubich, Sassello, 20 de diciembre de 1989). La clave de su paz y alegría era la plena confianza en el Señor y la aceptación de la enfermedad como misteriosa expresión de su voluntad para su bien y el de los demás. A menudo repetía: «Jesús, si tú lo quieres, yo también lo quiero».

Extracto del mensaje del Santo Padre Benedicto XVI para la XXVII Jornada Mundial de la Juventud 2012

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El día 29 de octubre celebramos el día de la beata Chiara Badano, laica, miembro del Movimiento de los Focolares u Obra de María; una vida, una biografía, un amor, que todos debemos conocer, sobre todo los jóvenes.


Vida de Chiara «Luce» Badano

Una joven bella, extrovertida y exhuberante, enamorada de Dios. El espléndido designio de su vida se revela con el rápido ascenso en los dos años de enfermedad. Un modelo no sólo para los jóvenes.

Chiara Badano nace en Sassello (Italia). El 29 de octubre de 1971, después de 11 años de espera por parte de sus padres. Vive una infancia y una adolescencia serena, en una familia muy unida de la que recibe una sólida educación cristiana.

Chiara tiene un carácter generoso, extrovertido y exhuberante; con sólo 4 años elige con cuidado los juguetes para regalar a los niños pobres («No puedo dar juguetes rotos a los niños que no tienen»). En primer grado da especial atención a su compañera de banco, huérfana de madre: en Navidad, por iniciativa de su mamá la invita a almorzar, pide que arreglen la mesa con el mantel más bello, porque «¡hoy estará Jesús con nosotros!». Escucha con atención las parábolas del Evangelio y se prepara con un empeño particular a recibir a Jesús en la Eucaristía. Impresionará, seguidamente, su compostura y la atención al leer la Palabra de Dios y seguir la Misa. Visita a las «abuelitas» de un hogar para ancianos, y, más crecida, se ofrece para quedarse durante la noche con sus abuelos maternos. Una noche escribe: «Una compañera tiene escarlatina, y todos tienen miedo de ir a visitarla. De acuerdo con mis papás se me ocurre llevarle las tareas, para que no se sienta sola. Creo que más allá del temor, es importante amar».

Con 9 años descubre el Movimiento de los Focolares, y adhiere como gen (Generación Nueva, los jóvenes de los Focolares) al Ideal de la unidad. Su vida será su escalada en unión, con sus papás, con Chiara Lubich, con los jóvenes con quienes comparte la misma elección de vida. Además de su compromiso en el Movimiento Gen, trabaja activamente en la vida de la parroquia y en la diócesis.

En el ’81, con el papá y la mamá,participa en Roma del Family Fest, manifestación mundial de los Focolares. Es el inicio, para los 3 de una nueva vida. Se compromete con pasión en el Movimiento, con las gen. En su pequeño pueblito Chiara se lanza a amar a sus compañeras de escuela, cualquiera que pasa a su lado, decidida a vivir con radicalidad el Evangelio que la ha fascinado.

Desarrolla con Chiara Lubich una correspondencia que se volverá cada vez más constante. A ella le confía descubrimientos y pruebas, hasta el final.

En junio de 1983, con 12 años, participa en su primer congreso gen internacional en Rocca di Papa. Escribe a Chiara: «He descubierto a Jesús abandonado en un modo especial». Y en noviembre: «He descubierto que Jesús Abandonado es la llave de la unidad con Dios y quiero elegirlo como mi esposo y prepararme para cuando viene. ¡Preferirlo! He entendido que podemos encontrarlo en los alejados, en los ateos y que debo amarlos en modo especialísimo, sin interés». Una elección que nunca más pondrá en discusión.

De sus cartas y de los testimonios se entrevé la alegría y el estupor al descubrir la vida: una visión positiva y luminosa. Chiara es una muchacha como todas: alegre y vivaz, ama la música (tiene una voz bellísima), la natación y el tenis, los paseos en la montaña. Tiene muchos amigos. A quien le pregunta si les habla de Dios, responde: «Yo no debo decir Jesús, sino dar a Jesús con mi comportamiento».

Su camino no es solitario. Es un camino junto a las otras gen: no pierden la ocasión para «cimentar su unidad» –como ellas dicen- en los encuentros en lo que se cuentan entre ellas; las experiencias del Evangelio vivido, pero también con llamadas telefónicas, visitas, mensajes, fiestas, paseos, regalos. Entre ellas la comunión de los bienes es una realidad: Chiara conserva hasta su muerte en su habitación una lista de sus cosas, para ponerlas a disposición de quien más las necesita.

Tiene 17 años cuando un fuerte dolor en el hombro, durante un partido de tenis, hace sospechar a los médicos. Muy pronto el diagnóstico: tumor óseo.

En febrero del ’89 Chiara afronta la primera operación: las esperanzas son muy escasas. En el hospital se alternan los gen y otros amigos del Movimiento para sostenerla a ella y a su familia. Las estadías el hospital de Turín resultan cada vez más frecuentes. Ante cada nueva, dolorosa «sorpresa» su ofrecimiento es más decidido: «¡Por ti Jesús, si lo quieres Tú, también yo lo quiero!».

Pronto Chiara pierde el uso de las piernas. Una nueva operación se revela inútil, pero lo que la sostiene en los momentos más duros es la unión con «Jesús Abandonado», el cual sobre la cruz no advierte la presencia consoladora del Padre. Y Chiara afirma: «Si en estos momentos me preguntaran si quiero caminar, diría que no, porque así como estoy, me encuentro más cerca de Jesús».

Su médico, una persona no creyente y crítica respecto a la Iglesia, dirá: «Desde que conocí a Chiara, algo ha cambiado dentro de mí. En ella hay coherencia, en ella todo el cristianismo me calza».

A pesar de estar ya reducida a la inmovilidad, Chiara se mantiene activísima: vía telefónica, sigue el naciente grupo de Jóvenes por un Mundo Unido de Savona, se hace presente en congresos y actividades varias con mensajes, tarjetas, carteles, para hacer conocer a sus amigos y compañeros de clase, a las y los gen…Invita a muchos de ellos al Genfest ’90 (encuentro internacional de Jóvenes por un Mundo Unido, llevado a cabo en Roma, en mayo del ’90), evento que Chiara sigue directamente gracias a la antena parabólica que le instalaron en el techo de su casa.

Persevera en el ofrecimiento de su dolor: «A mí me interesa sólo la voluntad de Dios, hacer bien esa; en el momento presente: estar en el juego de Dios». Y aún más: «Lo he perdido todo (respecto a la salud), pero todavía tengo el corazón, y con éste puedo siempre amar». La sostiene la certeza de ser «inmensamente amada por Dios». Y es esto lo que la mantiene firme en su fe. A su mamá, que titubea al pensar cómo hará sin ella, le responde: «¡Confíate en Dios, y habrás hecho todo!».

Su relación con Chiara Lubich se hace cada vez más estrecha: la tiene continuamente al día. El 19 de julio del ’90, le escribe: «La medicina se dio por vencida. Al interrumpir la cura, los dolores en la columna han aumentado y ya casi no logro girarme hacia los lados. Me siento tan pequeña y el camino por recorrer es tan arduo…, con frecuencia siento que el dolor me vence. Sin embargo, es el Esposo que viene a mi encuentro, ¿verdad? Sí, yo también lo repito contigo: ‘Si lo quieres tú, yo también lo quiero’… ¡Estoy contigo en la certeza que junto a Él venceremos al mundo!»

La respuesta llega inmediatamente: «No temas, Chiara, de decirle tu sí a Él momento por momento. Él te dará la fuerza, ¡créelo! Yo también rezo por esto y estoy siempre allí contigo. Dios te ama inmensamente y quiere penetrar en la intimidad de tu alma y hacerte experimentar gotas de cielo. ‘Chiara Luce’ es el nombre que he pensado para ti: ¿te gusta? Es la luz del Ideal que vence al mundo. Te lo mando con todo mi afecto…»

Al avanzar la enfermedad, se necesita intensificar la dosis de morfina; sin embargo, Chiara Luce la rechaza: «Me quita la lucidez, cuando yo puedo ofrecerle a Jesús sólo el dolor».

En un momento de particular sufrimiento físico, le confiesa a la mamá que en su corazón está cantando: «Heme aquí, Jesús, también hoy delante de Ti…». Resulta ya claro que pronto podrá encontrarLo y se prepara.

Una mañana, después de una noche difícil, espontáneamente repeite en breves intervalos: «Ven, Señor Jesús». Son las 11 cuando, inesperadamente, llega a visitarla un sacerdote del Movimiento. Chiara Luce se alegra muchísimo: desde que se había despertado, en efecto, deseaba recibir a Jesús Eucaristía. Este se volverá su viático.

Chiara Luce parte para el cielo el 7 de octubre de 1990. Ya había pensado en todo: en los cantos de su funeral, en las flores, en su peinado, en su vestido, el cual quiso que fuera blanco, de novia…y con una recomendación: «Mamá, cuando me estés preparando, deberás repetir en cada momento: ahora Chiara Luce ve a Jesús». Al papá que le pregunta si siempre está dispuesta a donar sus corneas, le responde con una sonrisa luminosísima. Luego, un último saludo a la mamá: «Adiós, tienes que ser feliz porque yo lo soy», y una sonrisa al papá.

En el funeral, celebrado por el obispo diocesano participan cientos y cientos de jóvenes, y muchos sacerdotes.

Los integrantes del Movimiento interpretan los cantos escogidos por ella. Un gran ramo de flores y un telegrama les llega a los papás de parte de Chiara Lubich: «Agradezcamos a Dios por esta luminosa obra de arte suya».

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Fuente original: Movimiento de los Focolares


Preparamos el día de Todos los Santos

Preparamos el día de Todos los Santos

Nos acercamos a la fiesta de Todos los Santos. En las últimas décadas su significado ha perdido valor a los ojos de muchos sectores de la sociedad, especialmente jóvenes y niños, con las cada vez más habituales celebraciones del Halloween durante la noche del 31 de octubre.

En anteriores artículos indicamos formas de celebración alternativas que acercan esta fiesta a su verdadero valor cristiano. En este, sin embargo, proponemos una dinámica catequética para los niños referida a esta fiesta, que ha sido elaborada por el equipo del Secretariado Diocesano de Evangelización y Catequesis de la Archidiócesis de México. Como es habitual, hemos actualizado la dinámica y la hemos reforzado con recursos.


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I. Experiencia del niño

Ir acomodando a la vista de los niños dibujos o fotos de los superhéroes que más conocen por la televisión, y también algunos anti-superhéroes; que ellos los vayan reconociendo por sus nombres.

Pulsad sobre la imagen o sobre este enlace y accederéis a un pequeño mural de superhéroes.



Superheroes


Preguntadles cuáles más conocen ellos, id apuntando en un lugar visible los nombres que vayan dando y entrad en un diálogo:

–¿Cuál es tu superhéroe favorito?

–¿Qué es lo que más te gusta de él?

–¿Te gustaría tener sus superpoderes?

–¿Qué harías tú si fueras superhéroe?

–¿Por qué algunos son buenos y otros son malos?

–¿Por qué tienen poderes?

–¿Te has topado con alguno de ellos por la calle?

–¿Existen de verdad estos superhéroes?


II. Experiencia de los santos

Los católicos estamos de fiesta porque el Primero de Noviembre se celebra a todos los santos. Esa es la verdadera fiesta de estos días, celebrar a los monstruos y a las brujas no es de cristianos. Celebrar el día de muertos es una tradición de México, pero también de otros muchos lugares en España e Hispanoamérica, y es bueno que como cristianos hagamos oración por nuestros difuntos. Pero… ¿por qué celebrar la fiesta de todos los santos? ¿Quiénes son los santos?

Los santos no son personas diferentes de nosotros, en todos los tiempos ha habido santos, de diferente edad, unos niños, otros jóvenes, adultos, viejitos, hay santos y hay santas, unos flaquitos, otros gorditos, unos muy inteligentes otros muy sencillos, algunos han nacido muy ricos otros fueron muy pobres, unos son blancos otros negros, unos han sido santos desde pequeños, otros llevaron una vida en la que no conocían a Dios, y se portaron muy mal, pero cuando se encontraron con Jesús, cambiaron, y decidieron ser felices siguiéndolo.

Todos, pero todos, estamos llamados a ser santos, Dios nos quiere santos, y para eso nos dio el Don de la Fe, fue su regalo cuando nos bautizaron, y todos los que estamos bautizados tenemos que ser santos, pero también tenemos que querer serlo. El Don de la Fe es más grande que todos los superpoderes de tus héroes favoritos y además es de verdad. Pero la fe no es para tener unos músculos muy fuertes, o para poder volar, o ver a través de las paredes, ni para golpear a nadie.

Ser santos es querer seguir a Jesús, actuar como él, hacer el bien como él, amar como él:

Ser Santo es ser Amigo de Jesús

Ahora, dialoguemos con los niños:

–¿A qué santo o santa conoces?,

–¿Por qué es santo?

(Haced una pequeña lista como la de los superhéroes pero de los santos que los niños vayan nombrando).

–En tu casa, ¿hay imágenes de algún santo o santa?

–¿Sabes cómo vivió o qué hizo para ser santo?

–En la tele, ¿has visto algún programa o película sobre algún santo?

Vamos ahora a conocer algunos de ellos.


Santo Domingo Savio

Santo Domingo SavioHace un tiempo hubo un niño llamado Domingo Savio, que desde muy chiquito entendió que ser amigo de Jesús era lo más importante en la vida. El día que hizo su primera comunión, escribió en un papelito: «Mis amigos serán Jesús y María, me confesaré y comulgaré los domingos y días de fiesta, prefiero morir antes que pecar». Quería hacer la voluntad de Dios en todo. Un día un maestro preguntó en el recreo a todos los niños: «Si supieran que hoy iban a morir ¿qué harían?, uno contestó «correría con mi mamá», otro dijo: «yo iría a la Iglesia a rezar y a confesarme», y Domingo dijo: «seguiría jugando porque en este momento esa es la voluntad de Dios». Era un niño alegre, feliz, porque amaba a Jesús.


Santa Teresa de Lisieux

Santa Teresa de LisieuxSanta Teresita, también amaba mucho a Jesús y a María Santísima, tenía muchas hermanas y todas ellas quisieron consagrarse al Señor. Ella siempre supo que todas las cosas pequeñas, oraciones, trabajos, servicios hechos con amor eran lo que agradaba a Dios, un día le dijo a Jesús que ella quería ser su «pelotita» para que el niño Jesús jugara con ella. Cuando recibía la Sagrada Comunión era la más feliz del mundo. Era buena con todos y buscaba hacer favores a las personas que no sabían dar las gracias y eso le costaba trabajo pero se lo ofrecía a nuestro Señor. Rezaba como quien platica con el mejor de los amigos porque conocía muy bien quien era Jesús.


San Agustín de Hipona

San Agustín de HiponaSan Agustín fue un gran santo, pero él no siempre se portó bien, hacía sufrir a su mamá con su mal comportamiento, pero su mamá que era muy santa, se llamaba Mónica, rezaba mucho para que su hijo conociera a Jesús, y el día que Agustín encontró a Jesús en su vida se llenó de tanta alegría que ya no quiso nunca más pecar, fue con su mamá y juntos rezaron y dieron gracias a Dios. San Agustín llegó a ser Obispo y tenía tanta confianza en el amor de Dios que le decía: «Señor, nos creaste para Ti, y nuestro corazón estará inquieto hasta que descanse en Ti». Pensaba y meditaba en las cosas de Dios, escribió muchos libros que ahora en la Iglesia sirven de guía para todos los cristianos. Decía también: «Ama y haz lo que quieras», porque sabía muy bien, que cuando se ama a Dios sólo harás lo que le agrada.


Santa Teresa de Calcuta

Santa Teresa de Calcuta

La Madre Teresa de Calcuta, quiso agradar a Jesús sirviendo a los más pobres, a los que nada tenían, a los que no podían pagar con nada, cuidaba con mucho amor a los enfermos porque decía que en los enfermos más pobres encontraba a Jesucristo. Todas las mañanas asistía a Misa, y comulgaba, para que todo lo que hiciera en el día fuera obra de Jesús. Cuando ya estaba muy viejita, seguía trabajando, hablaba a mucha gente, a los presidentes de los países, a los sacerdotes a personas de todo el mundo y los invitaba a que cuidaran la vida de todas la personas, sobre todo la de los niños. Ella rezaba siempre el Santo Rosario porque así siempre tenía la ayuda de la Virgen María.


La labor de otros santos

Otros santos han ido a lugares muy lejanos donde no se conoce a Jesús y les enseñan a amar a nuestro Señor, a ellos se les llaman Misioneros. Algunos han muerto dando su vida por la fe: estos son los Mártires. Otros se han dedicado a cuidar a los enfermos, a los pobres, algunos fundaron colegios para que los niños se educaran y conocieran a Jesús. Otros se han quedado en su ciudad y en su casa pero han hecho la voluntad de Dios y se han mantenido en su amistad.

Algunos santos son muy conocidos por todos, pero hay otros que nadie conoce, más que Dios. Otros que han estado enfermos le entregan a Jesús todos sus sufrimientos, y así, nos encontramos que aunque los santos no salen mucho en la televisión ni los periódicos nos platican de ellos, están haciendo que en el mundo brille la gloria de Dios.

Los nombres que tenemos muchas veces son los nombres de algún santo o santa, son nuestros patronos, por ejemplo san Carlos Borromeo, santa Teresa de Jesús, santa Cecilia, san Pedro, san Juan, san Alberto Magno, etc.


El culto a los santos

A los santos, o sea, a quienes ya están en el cielo porque vivieron su bautismo, se los venera porque son:

Modelo: Porque viendo lo que ellos hicieron para ser amigos de Dios nosotros los podemos imitar.

Estímulo: Porque ellos, lucharon como ahora nosotros y ya gozan de la herencia a la que también nosotros estamos llamados.

Intercesores: Son amigos y hermanos nuestros y grandes bienhechores a quienes podemos recurrir suplicándoles que hagan valer su influencia ante Dios en ayuda de nuestras necesidades.


III. Experiencia cristiana

Ya nos dimos cuenta que los superhéroes son algunos personajes de la televisión, que nos divertimos y jugamos a que somos ellos, pero que en realidad no podemos tener superpoderes porque ellos solo existen en las caricaturas y las películas, en cambio los santos son aquellos que han sido fieles a su bautismo, que el don de la fe que recibieron lo usaron muy bien.

Los papas Juan Pablo II y Benedicto XVI nos han invitado a vivir la santidad muchas veces: ellos han llevado una vida de santidad y han subido al altar a muchos santos, y nos dicen que para ser santos hay que:

Orar. Hacer oración, no sólo rezar oraciones de memoria sino poner en ellas el corazón, orar es platicar con Dios.

Ir a Misa y comulgar. La Misa (la Eucaristía), es el lugar más hermoso del mundo, es como estar en el cielo porque ahí está presente Jesús que se nos da en la comunión.

La Confesión. Acercaros seguido al perdón que Dios siempre nos da cuando hemos pecado. Así recuperamos su amistad y volvemos a ser felices.

La Gracia. Confiar en Dios, saber que sólo porque Jesús nos acompaña siempre, podemos ser buenos.

Escuchar la Palabra de Dios. Conocer lo que Dios nos dice en la Biblia, aprender el catecismo, para hacer lo que le agrada a Dios.

Anunciar la Palabra de Dios. Ser misioneros, llevar a otros la alegría de encontrarse con Jesús, lo podemos hacer con palabras, con nuestro comportamiento, con nuestra compañía, ayudando a los demás con amor.

La Santísima Virgen, san José, los apóstoles, mártires y santos todos esperan nuestro triunfo, están atentos a nuestra lucha, no nos olvidan.

Concluimos la dinámica, dialogando con los niños:

–¿Qué crees que puedes hacer tú para ser santo?

–De los santos que hemos hablado hoy, ¿a quién te gustaría parecerte?


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Fuente original: Secretariado Diocesano de Evangelización y Catequesis de la Archidiócesis de México.

Karol: un hombre que se hizo Papa – Película

Karol: un hombre que se hizo Papa – Película

«Queridos hermanos y hermanas, toda la vida del venerable Juan Pablo II se desarrolló en el signo de esta caridad, de la capacidad de entregarse de manera generosa, sin reservas, sin medida, sin cálculo. Lo que lo movía era el amor a Cristo, a quien había consagrado su vida, un amor sobreabundante e incondicional. Y precisamente porque se acercó cada vez más a Dios en el amor, pudo hacerse compañero de viaje para el hombre de hoy, extendiendo en el mundo el perfume del amor de Dios».

Extracto de la Homilía del Santo Padre Benedicto XVI

Basílica Vaticana

Lunes 29 de marzo de 2010

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El día 22 de octubre la Iglesia Universal celebra la memoria del beato Juan Pablo II, al que muchos llaman «el Magno». La vida de este pontífice es un ejemplo a seguir por cualquier cristiano; por eso queremos ofreceros esta película, en la que se narra la vida y la obra de este humilde sacerdote polaco que, por sus virtudes, llegaría a ocupar la Cátedra de San Pedro.

Para estar preparados a cualquier posible pregunta, recomendamos a padres y catequistas la lectura de esta breve biografía de Juan Pablo II.

La película ha sido publicada en Youtube por Apologética Cristiana y también la podéis encontrar en Gloria.TV.

Karol: un hombre que se hizo Papa

Ficha

Título original: Karol, un uomo diventato Papa

Año: 2005

País: Italia, Polonia

Duración: 185 min

Género: Drama biográfico

Temática: Santos y beatos

Director: Giacomo Battiato

Guión: Giacomo Battiato (Libro: Gianfranco Svidercoschi)

Música: Ennio Morricone

Fotografía: Giovanni Mammolotti

Reparto: Piotr Adamczyk, Malgorzata Bela, Ken Duken, Hristo Shopov, Ennio Fantastichini, Violante Placido, Matt Craven, Olgierd Lukaszewicz, Lech Mackiewicz, Kenneth Welsh, Raoul Bova

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La Biblia más infantil: Jueces

La Biblia más infantil: Jueces

Sansón y el león

Uno de esos Jueces se llamó Sansón. Era tan fuerte que venció a un león sólo con las manos. Peleó contra los filisteos, un pueblo que no quería a los israelitas, ganándoles muchas veces. La fuerza que Dios le había dado a Sansón, estaba en su pelo, que era muy largo.




«Dios mío, dame fuerzas para ser bueno».


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Sansón y el temploSansón y el templo

Un día, los filisteos tendieron una trampa a Sansón y le cortaron el pelo mientras dormía. Al perder Sansón su fuerza, le hicieron prisionero y se lo llevaron al templo de su dios falso, donde le ataron a dos columnas. Sansón le pidió a Dios que le diera su fuerza por última vez. Tiró fuerte de las columnas, que cayeron destruyendo a la vez el templo y a los filisteos.


«¡Señor, Tú eres el Dios verdadero!».


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El profeta SamuelEl profeta Samuel

El último de los Jueces de Israel fue Samuel. Dios le llamó cuando era niño. De mayor, gobernó a los israelitas durante mucho tiempo hasta que fue anciano. Su pueblo, al verle tan mayor y que tenían muchos pueblos enemigos, le pidieron que nombrara un rey joven que fuera el jefe de su ejército.



«Que sea bueno de pequeño y de mayor».


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De La Biblia más infantil, Casals, 1999. Páginas 47 a 49

Coordinador: Pedro de la Herrán

Texto: Miguel Álvarez y Sagrario Fernández Díaz

Dibujos: José Ramón Sánchez y Javier Jerez


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