11. La participación en el desarrollo de la sociedad
a) Principales derechos de la familia
104. ¿Qué servicios presta la familia a la sociedad?
Además del servicio a la vida, de la educación de los hijos y ser escuela de amor, la familia debe producir en la sociedad abundantes frutos de caridad, unión, servicio, fraternidad. Por ejemplo: la ayuda a otras familias, la adopción desinteresada de niños sin hogar, la atención a ancianos minusválidos enfermos, drogadictos, encarcelados, etc. La familia además es escuela de trabajo desinteresado y vínculo entre las generaciones.
105. ¿En el plano político que pueden hacer las familias?
Las familias deben ser las primeras en procurar que las leyes y las instituciones del Estado sostengan y favorezcan positivamente los derechos y los deberes de la familia
106. ¿Qué derechos deben garantizar el Estado a las familias?
Todo Estado debe garantizar a las familias los siguientes derechos: a existir y progresar como familia; a ejercitar su responsabilidad en la transmisión de la vida; a educar a los hijos a la intimidad de la vida familiar; a la estabilidad del vínculo matrimonial; a creer, profesar y difundir su propia fe; a educar conforme a sus propios valores religiosos, culturales, etc.; a la seguridad física, social, política y económica; a la vivienda adecuada y digna; a la libertad de expresión; a crear asociaciones de familia; a proteger a los menores contra las drogas, el alcoholismo, la pornografía, etc.; al descanso y al tiempo libre que favorezca los valores familiares; a una vida y muerte dignas para los ancianos; a emigrar libremente.
107. ¿Qué actitud debe tener el Estado frente a la familia?
El Estado debe garantizar los derechos de las familias y fomentar y favorecer sus legítimas iniciativas. Las autoridades públicas, convencidas de que el bien de las familias constituye una parte indispensable del bien común de toda la sociedad, deben hacer lo posible para promover aquellas ayudas económicas, sociales educativas, políticas culturales, etc., necesarias para su desarrollo y estabilidad.
b) La educación de los hijos: los padres, primeros educadores
108. ¿Quiénes son los primeros educadores?
La Iglesia, defendiendo los derechos de la familia, siempre ha enseñado que los padres son los principales y primeros educadores de sus hijos,
109. ¿Por qué son los padres los primeros educadores?
El derecho de educar a los hijos es algo íntimamente ligado a la transmisión de la vida, porque entre padres e hijos: se establece una relación de amor insustituible que no puede ser delegada ni usurpada por nadie.
110. ¿Por qué la educación fundamental de los hijos no debe ser sustituida por otras instituciones o personas?
Porque nadie podrá igualar el amor de los padres que los capacita para educar con dulzura, constancia, bondad, afán de servicio, desinterés y espíritu de sacrificio a sus hijos. Y porque es un derecho primario que los padres orienten, en sus líneas generales, los principios que deben sustentar la educación de sus hijos.
111. ¿Qué aconseja la Iglesia a, los padres en relación con la educación de los hijos?
Los padres deben formar a sus hijos con confianza y valentía en los valores esenciales de la vida humana. Deben enseñarles además los principios de la fe cristiana. Los hijos deben crecer en espíritu de libertad frente a los bienes materiales, adoptando un estilo de vida sencillo y austero, convencidos de que el hombre vale más por lo que es que por lo que tiene.
112. ¿Qué virtudes sociales convendrán estimular en los hijos?
Los padres deberán educar sus hijos en el clima propio de virtudes que les hagan solidarios con los demás: la generosidad, el desprendimiento, la compasión, el trabajo realizado con el espíritu de servicio, y sobre todo, la caridad. El egoísmo es el enemigo de toda relación con otras personas.
c) Educar la sexualidad
113. ¿Hay que educar la sexualidad de los hijos?
La sexualidad debe ser educada del mismo modo que se educan otros aspectos de la vida de los jóvenes, pero con sus particularidades propias: debe entenderse como educación para el amor, para la entrega; que facilite a los jóvenes la comprensión de la belleza y la trascendencia del amor conyugal en el matrimonio, la grandeza de la misión de la familia. La educación de la sexualidad no puede separar los aspectos biológicos de los aspectos afectivos, morales y espirituales.
114. ¿A quién corresponde la educación sexual?
En primer lugar le corresponde a los padres, que por conocer bien a sus hijos, saben cuál es el mejor momento y el modo para explicarles todo lo relativo a esta materia. Esta es la mejor educación personalizada, que además garantizará el pudor y la delicadeza de sus enseñanzas. La escuela puede cooperar con los padres pero nunca sustituirlos. Los padres deben conocer y autorizar los conceptos que reciban sus hijos en la escuela, particularmente en esta materia.
115. ¿Qué opinión merecen los programas educativos que proponen una simple información fisiológica o biológica en esta materia?
Esos programas lesionan la formación de los adolescentes en la medida en que estén separados de los principios morales. Deben estimular a vivir lis virtudes humanas que llevan a un dominio de si mismo y fomenten el verdadero amor y la castidad.
116. ¿Atenta la práctica de la castidad contra la libertad?
De ningún modo, porque la castidad es una virtud que orienta el recto uso de la sexualidad, y su vivencia suele variar según las circunstancias en cada etapa de la vida. En la adolescencia debe ser educada, ya que la corrupción de costumbres comienza frecuentemente por el abuso de la facultad de engendrar, que debe ser orientada hacia el amor, la vida y la fecundidad. De la misma manera que en otras materias los padres y los educadores no tratan a sus hijos o alumnos como animales, tampoco deben hacerlo en este tema. Plantear los aspectos relativos a la sexualidad separados de los valores específicamente humanos y cristianos, lleva a un comportamiento animal, indigno de la condición de hombres y mujeres.
117. ¿Deben estar atentos los padres sobre estos aspectos de la educación sexual de los hijos?
Sí, porque Dios les ha encargado la tarea de formar a sus hijos como hombres cabales y como cristianos. Descuidar este aspecto sería faltar a un grave deber y dejarlos, hoy en día, a merced del ambiente de libertinaje que se propaga en nuestro tiempo.
La tarea fundamental de la familia es ponerse al servicio de la vida. Los esposos realizan la bendición de Dios desde el comienzo del mundo: «Creced y multiplicaos. Llenad la tierra» (Gen 1,28).
88 ¿Qué valor tiene la fecundidad en el matrimonio?
La fecundidad es el fruto y el signo del auténtico amor conyugal. Es testimonio vivo de la entrega de los esposos. El cultivo del amor conyugal tiende a capacitar a los esposos para cooperar con fortaleza y generosidad con el Creador, en el aumento y enriquecimiento de la familia humana.
89. ¿Ha cambiado la doctrina de la Iglesia respecto a la fecundidad en el matrimonio?
Esta doctrina no ha cambiado en nada. Hay una unidad perfecta en las enseñanzas de los Concilios y los Papas de todos los tiempos. Así se comprueba también por el Magisterio eclesiástico emanado del Concilio Vaticano II, del Papa Pablo VI y de Juan Pablo II. La doctrina de la Iglesia siempre ha sido la misma, porque no tiene otra doctrina que la de Jesucristo, que es siempre actual.
90. ¿Cómo se puede resumir la doctrina de la Iglesia sobre la fecundidad en el matrimonio?
Esta enseñanza puede resumirse diciendo que el amor conyugal debe ser plenamente humano exclusivo y abierto a la vida.
91. ¿Son justas las leyes que regulan el aborto en algunos países?
Esas leyes son gravemente criminales El aborto es un crimen horrendo porque consiste en quitar la vida a una criatura inocente e indefensa. Este crimen se hace aún más grave por el hecho de que lo autorizan y realizan justamente aquellas personas que debieran cuidar al niño: sus padres, los médicos, los legisladores, las autoridades. Ese pecado se agrava además porque esas criaturas son privadas del Bautismo y de otros dones sobrenaturales.
92. ¿Se puede provocar el aborto para evitar que nazca un niño anormal?
Nunca es lícito privar de la vida a un inocente. Eliminar a un niño enfermo el un acto criminal e inhumano y un fracaso de la medicina. Solo Dios es dueño de la vida. No se puede dar la muerte a una criatura por el hecho de que sea enfermo o se sospeche alguna anormalidad. Es una gran injusticia
93. A veces se dice que hay que procurar el aborto para salvar la vida de la madre ¿qué se debería hacer en esos casos?
La medicina cada día está más adelantada. El deber de los médicos es intentar salvar la vida de ambos. No es lícito nunca matar a un niño directamente para salvar la vida de la madre. Si en el esfuerzo por salvar ambas vidas falleciera la madre o el hijo no habría ningún delito.
94. ¿Se pueden tomar medicinas o realizar operaciones que puedan causar indirectamente la muerte de un niño no nacido?
En enfermedades graves, si no hay otro tratamiento, es lícito tomar medicinas que pudieran causar accidentalmente algún daño o la muerte al feto, siempre que no se busque directamente ese efecto. Se trata de casos muy excepcionales sobre los que conviene aconsejarse preguntando siempre al sacerdote y a médicos católicos experimentados y con doctrina segura.
95. ¿Se pueden tomar productos o seguir tratamientos que causen la esterilidad?
En algunos casos, por razones de enfermedad, pueden necesitarse medicinas o tratamientos médicos o quirúrgicos que causen la esterilidad temporal o perpetua. En estos casos debe haber proporcionalidad entre la gravedad de la enfermedad que se desea tratar y la consecuencia de producir la esterilidad a una persona.
96. ¿Qué criterio moral existe sobre los dispositivos intrauterinos o medicinas que hagan directamente infecundo el acto conyugal?
Esos medios son siempre contrarios a los fines propios del matrimonio, y por tanto son ilícitos moralmente. Además, muchas veces esas drogas y siempre los dispositivos intrauterinos, tienen efectos abortivos precoces y no son solo anticonceptivos.
97. ¿Qué criterio moral tiene la fecundación artificial, los «bebés probeta»?
Los «bebés probeta» y todas las prácticas que rodean esa tecnología ?alquiler de madres, congelación de embriones, etc.-, son gravemente inmorales por la manipulación de los gametos que ambos esposos aportan para concebir el niño así como por el elevado número de pérdida de vidas humanas que comportan, y por su inhumanidad. Esto atenta contra la dignidad de los esposos, la dignidad de la procreación, y la dignidad de la criatura, que tiene derecho a ser concebida por sus padres de modo humano y amoroso.
b) Políticas demográficas
98. ¿El Estado debe tomar medidas de protección de la familia?
El Estado debe crear el ordenamiento jurídico y social necesario para que la familia pueda desarrollarse convenientemente.
99. ¿Pueden los Estados imponer políticas demográficas?
El Estado debe garantizar el bien común y el desarrollo de los ciudadanos en todas sus dimensiones ?no solo en la económica, y de modo especial la familiar. En este sentido puede dar orientaciones demográficas siempre que respete el ordenamiento propio de la familia y la dignidad de cada persona.
100. ¿Existen en la actualidad políticas demográficas que atenten contra los derechos la dignidad de las personas?
Como han señalado los obispos, en Latinoamérica existe un «imperialismo anticonceptivo» que promueve campañas descaradas de control de la natalidad y esterilización. En numerosos países hay leyes que permiten el aborto y el infanticidio. Hay Estados que imponen el número de hijos a las familias. Todos estos hechos son verdaderos abusos que atentan contra la dignidad del hombre, contra su libertad y contra la familia.
101. ¿Puede una política demográfica sustituir las decisiones de los esposos?
Sería una intromisión tiránica que el Estado impusiera a los esposos lo que solo ellos pueden decidir: el número de hijos. La Iglesia condena toda forma de intromisión en la vida familiar, y es garante de la libertad de los esposos en sus decisiones libres y responsables sobre el número de hijos.
102. ¿Hay peligro de que se acaben los recursos para alimentar la población del mundo?
No está demostrado que el crecimiento de la población sea un peligro para el resto de la humanidad. Quienes así piensan adoptan una actitud egoísta en la medida que quieren privar a otros, de los bienes de la Creación que ellos disfrutan. La experiencia de la historia demuestra que el crecimiento de la población estimula y fomenta el progreso humano, aun en los aspectos económicos.
103. ¿Qué hacer para adecuar el desarrollo del mundo al plan de Dios?
El mundo será más humano y cristiano en la medida en que cada uno acoja en, su corazón el mensaje del Evangelio. La fidelidad a la doctrina sobre la familia y el matrimonio, según la enseñanza, de Jesucristo y de la Iglesia, es uno de los aspectos básicos para poder edificar una sociedad verdaderamente justa y humana.
69. ¿Qué se debe hacer para que la familia esté cada vez más unida?
Cada uno de los miembros de la familia, especialmente los esposos, deben esmerarse en sus respectivos deberes con toda responsabilidad, a costa de los sacrificios que sean precisos: el trabajo, la educación de los hijos el cuidado de los ancianos y de los enfermos de la familia etc. Los hijos también tienen su propia parte: cumplir sus deberes de obediencia, docilidad, cariño y respeto por sus padres; y en el estudio y el trabajo bien hechos.
70. ¿Cuáles son las principales manifestaciones del amor cristiano en la familia?
Son muchas: el respeto, la comprensión, el perdón mutuo, la paciencia, la ayuda mutua, el espíritu de servicio y de sacrificio, etc. El amor en la familia se manifiesta sobre todo por la renuncia y la abnegación para hacer amable la vida a los demás; en la lealtad y la confianza; en el respeto y la comprensión. También en el espíritu de servicio y la generosidad, porque así se supera el egoísmo y la comodidad, que son fuentes de impaciencia y mal humor, verdaderos enemigos de la armonía conyugal y familiar.
71. ¿Cuál es la principal manifestación del amor cristiano, en relación a los esposos?
La misión de la familia impone a los padres una profunda y generosa dedicación por educar a los hijos. Faltan gravemente a este deber los padres que por adquirir abundancia de bienes materiales, por razones de trabajo, o por cualquier otro motivo, descuidan la dedicación y la educación de sus hijos. Para la esposa, es necesario resaltar la importancia que las tareas del hogar tienen en relación a la educación de los hijos, la armonía familiar y la buena marcha de toda la casa. Cuando el hogar está ordenado y limpio será el lugar donde todos los miembros de la familia desearán descansar y compartir porque ningún otro sido les será más agradable.
72. ¿Qué se puede hacer cuando hay divisiones en la familia?
La unión familiar debe preservarse con sacrificio y generosidad porque es un gran bien. Para ello, todos deben fomentar las disposiciones de comprensión mutua, tolerancia, el perdón de 1as ofensas y la reconciliación.
73. ¿Qué medios tenemos los cristianos para fomentar la unión en la familia?
Además de los dichos anteriormente se pueden señalar: la oración, acudir al sacramento de la Confesión para buscar la reconciliación con Dios, y la recepción frecuente y con las debidas disposiciones del sacramento de la Eucaristía, fuente de amor y de unidad.
74. ¿Es causa de división, en el seno de la familia, considerar a la mujer inferior al hombre?
Sí, porque en la familia y en el matrimonio tanto la mujer como el hombre tienen un papel principal e igualmente importante, con las características propias de cada sexo.
75. ¿Qué puesto tiene la mujer en la familia?
La mujer tiene un puesto esencial en la familia: de ella depende en gran parte la educación de los hijos, la transmisión de la fe, la armonía familiar y el tono y la marcha de todo el hogar. No son cristianas las posturas machistas que pretenden relegar a la mujer a un nivel inferior al esposo. La Iglesia ha puesto de relieve en numerosas ocasiones la dignidad de la mujer.
b) La dignidad de la mujer
76. ¿Tienen igual dignidad la mujer y el varón?
En nuestro tiempo ha crecido significativamente la conciencia de la igual dignidad de la mujer adecuada promoción y del varón, aunque en la práctica muchas veces se la desconoce y violenta. La adecuada promoción de la mujer exige que sea reconocido públicamente, entre otras cosas, el valor insustituible de su función materna y familiar. La sociedad debe estructurarse de tal manera que las esposas y madres no sean de hecho obligadas a trabajar fuera de su casa.
77. ¿Qué se opone a la dignidad de la mujer?
Se oponen las actitudes machistas y la frecuente mentalidad que ve a la mujer como una cosa objeto de compraventa, al servicio de intereses egoístas y como instrumento de placer. La primera víctima de esa mentalidad es la misma mujer. Estas actitudes también producen frutos muy negativos especialmente en los niños y en los adolescentes.
78. ¿Qué actitud debe tener el varón en el hogar?
Debe tener una actitud de respeto y consideración por su mujer; asumir su papel insustituible en la educación de sus hijos; evitar un excesivo autoritarismo, y dar testimonio del vida cristiana más con su ejemplo que con sus palabras.
79. ¿Cómo puede la mujer fomentar el reconocimiento de su dignidad ante los demás?
Lo hace cuando se comporta con la sencillez y la elegancia que proporciona el pudor y el recato. Si su modo de vestir, su comportamiento y sus palabras son verdaderamente femeninos, contribuirá significativamente a elevar el tono humano de quienes la rodean.
Siempre deberá tener en cuenta que existen propagandas, determinadas modas y actitudes que tienden a convertirla en un objeto sexual al servicio del hombre. Frente a esto cualquier ser humano debe rebelarse, pero especialmente las mismas mujeres.
c) Niños y ancianos
80. ¿Qué deben encontrar los niños en sus familias?
Los niños necesitan protección, cuidado y educación para poder desarrollarse humana y espiritualmente como ciudadanos y como cristianos. La acogida, la estima, el amor y el cuidado de los niños es una característica de la vida cristiana,
81. ¿Cuál es la dignidad de la tarea educativa de los niños?
Formar bien el alma de un joven, o educar a un niño es una de las tareas más trascendentales que puede realizar una persona. Es algo especialmente bendecido por Dios. Educar a los niños puede suponer grandes sacrificios por 1as circunstancias complejas de la sociedad y por la paciencia que deben tener los padres. Pero vale la pena; Cristo asegura que todo lo que hicimos con sus hermanos más pequeños, con Él mismo lo hicimos (cf. Mt 25,40).
82. Si fuera el caso, ¿Qué deben hacer los padres para ayudar a los hijos tenidos fuera del matrimonio?
Es un deber de justicia que se responsabilicen de su educación y cuiden lo mejor que puedan de ellos. Y con el ejemplo de su rectificación inculcarles el modelo de familia al que aspira cualquier hijo. Esos hijos no deben seguir la conducta de los padres sino más bien intentar formar una familia ejemplar, con la ayuda de Dios. Los niños tienen el derecho a nacer en una familia bien constituida y se les causa una grave injusticia cuando se les engendra fuera del matrimonio, quedando muchas veces privados de la custodia y presencia de alguno de sus padres.
83. ¿Se puede decir que ha fracasado un matrimonio que no tenga, hijos?
Cuando la procreación es imposible por enfermedad u otras causas, el matrimonio no pierde su valor. El amor de los esposos debe seguir creciendo para desbordarse en otros servicios a la sociedad, en tareas educativas, en ayuda a otras familias o a niños necesitados o impedidos, Además, siempre podrán adoptar a otros niños abandonados o carentes de familia.
84. ¿Cómo se deben cuidar a los ancianos en la familia?
Los ancianos tienen el tesoro de la experiencia y la sabiduría de la vida; pueden ser una fuente de unión para toda la familia. Atenderlos en sus necesidades materiales y espirituales es una gran obra de caridad y un deber de piedad para los hijos y demás miembros de la familia.
85. ¿Y cómo deben tratarse a los enfermos?
Debemos tratar a los enfermos de la familia como nos gustaría que nos trataran a nosotros. Debemos atenderlos, cuidarlos, y si fuera el caso procurarles los auxilios espirituales necesarios a tiempo para que lleguen dignamente al encuentro con Dios.
86. Todas estas tareas con los niños, ancianos y enfermos ¿son un obstáculo para la realización personal de los demás miembros de la familia?
Todo lo contrario. Esas tareas son una fuente de humanidad para todos los miembros de la familia. El primer lugar para vivir y desarrollarse como personas es la familia. Aplicarnos en esas tareas es vivir el mandato de la caridad, que empieza con la propia familia, y dedicar nuestros mejores esfuerzos a ellos es un camino de santidad.
La familia tiene la misión de revelar, custodiar y comunicar el amor. Ese amor es el reflejo del Amor de Dios a los hombres y del Amor de Cristo a su Iglesia Solo en un ambiente amoroso puede el hombre aprender a desplegar plenamente su personalidad y alcanzar la meta que Dios propone a todo hombre: la santidad La familia es el medio querido por Dios para que los hombres colaboren ordenadamente en su decreto Creador y Salvador.
64. ¿Cuál es la dignidad de la familia?
Por su misión, por su origen y por su naturaleza es muy grande la dignidad de la familia. En el plano meramente natural, por voluntad expresa de Dios, es el fundamento de la sociedad ?y por eso merece especial solicitud por parte de la autoridad civil ?. Pero además, es parte del fundamento de la Iglesia y uno de los medios querido por Dios para realizar su crecimiento.
65. ¿Cuál es la fuerza que unifica a la familia?
La fuerza que unifica a la familia es el amor. El amor es mucho más que un sentimiento. Los sentimientos son pasajeros, y están relacionados con factores físicos, biológicos y emocionales que son cambiantes El verdadero amor es estable, permanente y sacrificado. Es el amor lo que convierte la mera convivencia en vida familiar.
66. ¿Cómo es el verdadero amor?
El verdadero amor abarca la totalidad de la persona: tiende a hacer a los esposos un solo corazón y una sola alma (Hch 4,32); es fiel y exclusivo hasta la muerte; es fecundo, es abnegado. Es fruto de la caridad (cf. 1 Cor 13). Y debe crecer continuamente.
67. ¿Cómo se entiende el amor de los esposos desde una perspectiva cristiana?
Los esposos deben quererse con un amor que también sea sobrenatural: porque se ven como un don de Dios del uno para el otro y porque se reconocen mutuamente colmo hijos de Dios. De este modo también en el matrimonio se puede vivir el culmen de la perfección que es la caridad.
68. ¿Cómo realiza la familia su misión?
La familia realiza su misión principalmente en cuatro áreas: a) formando una comunidad de personas; b) estando al servicio de la vida; c) participando en el desarrollo de la sociedad; d) participando en la vida y misión de la Iglesia.
Como en otros días, ha de ser hoy el Rosario arma poderosa, para vencer en nuestra lucha interior, y para ayudar a todas las almas. Ensalza con tu lengua a Santa María: reparación te pide el Señor, y alabanzas de tu boca. Ojalá sepas y quieras tú sembrar en todo el mundo la paz y la alegría, con esta admirable devoción mariana y con tu caridad vigilante.
Estalla ahora la letanía lauretana, siempre con esplendor de luz nueva y color y sentido distintos.
Clamores al Señor, a Cristo; peticiones a cada una de las personas divinas, y a la Santísima Trinidad; piropos encendidos a Santa María: Madre de Cristo, Madre Inmaculada, Madre del Buen Consejo, Madre del Creador, Madre del Salvador…, Virgen prudentísima…, Asiento de la Sabiduría, Rosa mística, Torre de David, Arca de la Alianza, Estrella de la mañana…, Refugio de los pecadores, Consoladora de los afligidos, Auxilio de los cristianos…
Y el reconocimiento de su reinado —Regina! —¡Reina!— y el de su mediación: Sub tuum præsidium confugimus, —bajo tu protección nos acogemos, Santa Madre de Dios…, líbranos de todos los peligros, Virgen gloriosa y bendita.
Ruega por nosotros, Reina del Santísimo Rosario, para que seamos dignos de alcanzar las promesas de nuestro Señor Jesucristo.
Como en otros días, ha de ser hoy el Rosario arma poderosa, para vencer en nuestra lucha interior, y para ayudar a todas las almas. Ensalza con tu lengua a Santa María: reparación te pide el Señor, y alabanzas de tu boca. Ojalá sepas y quieras tú sembrar en todo el mundo la paz y la alegría, con esta admirable devoción mariana y con tu caridad vigilante.
Quinto Misterio Luminoso: La Institución de la Eucaristía
Quinto Misterio Luminoso: texto original
La víspera de la fiesta de Pascua, como Jesús sabía que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el fin (Jn 13,1).
Se hacía noche en el mundo, porque los viejos ritos, los antiguos signos de la misericordia infinita de Dios con la humanidad iban a realizarse plenamente, abriendo el camino a un verdadero amanecer: la nueva Pascua. La Eucaristía fue instituida durante la noche, preparando de antemano la mañana de la Resurrección.
Jesús se quedó en la Eucaristía por amor…, por ti.
—Se quedó, sabiendo cómo le recibirían los hombres… y cómo lo recibes tú.
—Se quedó, para que le comas, para que le visites y le cuentes tus cosas y, tratándolo en la oración junto al Sagrario y en la recepción del Sacramento, te enamores más cada día, y hagas que otras almas —¡muchas!— sigan igual camino.
Niño bueno: los amadores de la tierra ¡cómo besan las flores, la carta, el recuerdo del que aman!…
—Y tú, ¿podrás olvidarte alguna vez de que le tienes siempre a tu lado… ¡a Él!? —¿Te olvidarás… de que le puedes comer?
—¡Señor, que no vuelva a volar pegado a la tierra!, ¡que esté siempre iluminado por los rayos del divino Sol —Cristo— en la Eucaristía!, ¡que mi vuelo no se interrumpa hasta hallar el descanso de tu Corazón!
Como en otros días, ha de ser hoy el Rosario arma poderosa, para vencer en nuestra lucha interior, y para ayudar a todas las almas. Ensalza con tu lengua a Santa María: reparación te pide el Señor, y alabanzas de tu boca. Ojalá sepas y quieras tú sembrar en todo el mundo la paz y la alegría, con esta admirable devoción mariana y con tu caridad vigilante.
Cuarto Misterio Luminoso: La Transfiguración del Señor
Cuarto Misterio Luminoso: texto original
Y se transfiguró ante ellos, de modo que su rostro se puso resplandeciente como el sol, y sus vestidos blancos como la luz (Mt 17,2).
¡Jesús: verte, hablarte! ¡Permanecer así, contemplándote, abismado en la inmensidad de tu hermosura y no cesar nunca, nunca, en esa contemplación! ¡Oh, Cristo, quién te viera! ¡Quién te viera para quedar herido de amor a Ti!
Y una voz desde la nube dijo: Este es mi Hijo, el Amado, en quien me complazco; escuchadle (Mt 17, 5).
Señor nuestro, aquí nos tienes dispuestos a escuchar cuanto quieras decirnos. Háblanos; estamos atentos a tu voz. Que tu conversación, cayendo en nuestra alma, inflame nuestra voluntad para que se lance fervorosamente a obedecerte.
Vultum tuum, Domine, requiram (Sal 26, 8), buscaré, Señor, tu rostro. Me ilusiona cerrar los ojos, y pensar que llegará el momento, cuando Dios quiera, en que podré verle, no como en un espejo, y bajo imágenes oscuras… sino cara a cara (I Cor. 13, 12). Sí, mi corazón está sediento de Dios, del Dios vivo: ¿cuándo vendré y veré la faz de Dios? (Sal 41,3)
Como en otros días, ha de ser hoy el Rosario arma poderosa, para vencer en nuestra lucha interior, y para ayudar a todas las almas. Ensalza con tu lengua a Santa María: reparación te pide el Señor, y alabanzas de tu boca. Ojalá sepas y quieras tú sembrar en todo el mundo la paz y la alegría, con esta admirable devoción mariana y con tu caridad vigilante.
Tercer Misterio Luminoso: El Anuncio del Reino de Dios
Tercer Misterio Luminoso: texto original
— El tiempo se ha cumplido y el Reino de Dios está al llegar; convertíos y creed en el Evangelio (Mc 1, 15).
Toda la muchedumbre iba hacia Él, y les enseñaba (Mc 2, 13).
Jesús ve aquellas barcas en la orilla y se sube a una. ¡Con qué naturalidad se mete Jesús en la barca de cada uno de nosotros!
Cuando te acerques al Señor, piensa que está siempre muy cerca de ti, en ti: regnum Dei intra vos est (Lc 17, 21). Lo encontrarás en tu corazón.
Cristo debe reinar, antes que nada, en nuestra alma. Para que El reine en mí, necesito su gracia abundante: únicamente así hasta el último latido, hasta la última respiración, hasta la mirada menos intensa, hasta la palabra más corriente, hasta la sensación más elemental se traducirán en un hosanna a mi Cristo Rey.
Duc in altum. —¡Mar adentro! —Rechaza el pesimismo que te hace cobarde. Et laxate retia vestra in capturam —y echa tus redes para pescar.
Debemos confiar en esas palabras del Señor: meterse en la barca, empuñar los remos, izar las velas, y lanzarse a ese mar del mundo que Cristo nos entrega como heredad.
«Et regni ejus non erit finis». —¡Su Reino no tendrá fin!
Como en otros días, ha de ser hoy el Rosario arma poderosa, para vencer en nuestra lucha interior, y para ayudar a todas las almas. Ensalza con tu lengua a Santa María: reparación te pide el Señor, y alabanzas de tu boca. Ojalá sepas y quieras tú sembrar en todo el mundo la paz y la alegría, con esta admirable devoción mariana y con tu caridad vigilante.
Entre tantos invitados de una de esas ruidosas bodas campesinas, a las que acuden personas de varios poblados, María advierte que falta el vino (cfr. Jn 2, 3). Se da cuenta Ella sola, y en seguida. ¡Qué familiares nos resultan las escenas de la vida de Cristo! Porque la grandeza de Dios convive con lo ordinario, con lo corriente. Es propio de una mujer, y de un ama de casa atenta, advertir un descuido, estar en esos detalles pequeños que hacen agradable la existencia humana: y así actuó María.
—Haced lo que Él os diga (Jn 2, 5).
Implete hydrias (Jn 2, 7), llenad las vasijas, y el milagro viene. Así, con esa sencillez. Todo ordinario. Aquellos cumplían su oficio. El agua estaba al alcance de la mano. Y es la primera manifestación de la Divinidad del Señor. Lo más vulgar se convierte en extraordinario, en sobrenatural, cuando tenemos la buena voluntad de atender a lo que Dios nos pide.
Quiero, Señor, abandonar el cuidado de todo lo mío en tus manos generosas. Nuestra Madre —¡tu Madre!— a estas horas, como en Caná, ha hecho sonar en tus oídos: ¡no tienen!…
Si nuestra fe es débil, acudamos a María. Por el milagro de las bodas de Caná, que Cristo realizó a ruegos de su Madre, creyeron en El sus discípulos (Jn 2, 11). Nuestra Madre intercede siempre ante su Hijo para que nos atienda y se nos muestre, de tal modo que podamos confesar: Tú eres el Hijo de Dios.
— ¡Dame, oh Jesús, esa fe, que de verdad deseo! Madre mía y Señora mía, María Santísima, ¡haz que yo crea!