por Actas de los Mártires | 6 Mar, 2011 | Confirmación Vida de los Santos
Las actas del martirio de las santas Felicidad y Perpetua (7 de marzo del 203) constituyen un relato altamente significativo para darnos una idea, al menos aproximada, de las exigencias que el cristianismo comportaba en la vida pública, social y familiar. El ejemplo que protagoniza Perpetua es una muestra patente de anteponer los dictados de la fe a los lazos de la sangre y de la familia:
[…]
“Fueron detenidos los adolescentes catecúmenos Revocato y Felicidad, esta compañera suya de servidumbre; Saturnino y Secúndulo, y entre ellos también Vibia Perpetua, de noble nacimiento, instruida en las artes liberales, legítimamente casada, que tenía padre, madre y dos hermanos, uno de estos catecúmeno como ella, y un niño pequeñito al que alimentaba ella misma. Contaba unos veintidós años.
A partir de aquí, ella misma narró punto por punto todo el orden de su martirio (y yo lo reproduzco, tal como lo dejó escrito de su mano y propio sentimiento).
“Cuando todavía —dice— nos hallábamos entre nuestros perseguidores, como mi padre deseara ardientemente hacerme apostatar con sus palabras y, llevado de su cariño, no cejara en su empeño de derribarme:
— Padre –le dije—, ¿ves, por ejemplo, ese utensilio que está ahí en el suelo, una orza o cualquier otro?
— Lo veo –me respondió.
— ¿Acaso puede dársele otro nombre que el que tiene?
— No.
— Pues tampoco yo puedo llamarme con nombre distinto de lo que soy: cristiana.
[…]
De allí a unos días, se corrió el rumor de que íbamos a ser interrogados. Vino también de la ciudad mi padre, consumido de pena, se acercó a mí con la intención de derribarme y me dijo:
— Compadécete, hija mía, de mis canas; compadécete de tu padre, si es que merezco ser llamado por ti con el nombre de padre. Si con estas manos te he llevado hasta esa flor de tu edad, si te he preferido a todos tus hermanos, no me entregues al oprobio de los hombres. Mira a tus hermanos; mira a tu madre y a tu tía materna; mira a tu hijito, que no ha de poder sobrevivir. Depón tus ánimos, no nos aniquiles a todos, pues ninguno de nosotros podrá hablar libremente, si a ti te pasa algo.
Así hablaba como padre, llevado de su piedad, a par que me besaba las manos, se arrojaba a mis pies y me llamaba, entre lágrimas, no ya su hija, sino su señora. Y yo estaba transida de dolor por el caso de mi padre, pues era el único de toda mi familia que no había de alegrarse de mi martirio. Y traté de animarlo, diciéndole:
— Allá en el estrado sucederá lo que Dios quisiere; pues has de saber que no estamos puestos en nuestro poder sino en el de Dios.
Y se retiró de mi lado, sumido en la tristeza.
Otro día, mientras estábamos comiendo, se nos arrebató súbitamente para ser interrogados, y llegamos al foro o plaza pública. Inmediatamente se corrió la voz por los alrededores de la plaza, y se congregó una muchedumbre inmensa. Subimos al estrado. Interrogados todos los demás, confesaron su fe. Por fin me llegó a mí también el turno. Y de pronto apareció mi padre con mi hijito en los brazos, y me arrancó del estrado, suplicándome:
—Compadécete del niño chiquito.
Y el procurador Hilariano, que había recibido a la sazón el ius gladii o poder de vida y muerte, en lugar del difunto procónsul Minucio Timiniano:
—Ten consideración –dijo— a las canas de tu padre; ten consideración a la tierna edad del niño. Sacrifica por la salud de los emperadores.
Y yo respondí:
— No sacrifico.
— Luego ¿eres cristiana?
— Sí, soy cristiana.
Y como mi padre se mantenía firme en su intento de derribarme, Hilariano dio orden de que se lo echara de allí, y aun le golpearon. Yo sentí los golpes de mi padre como si a mí misma me hubieran apaleado. Así me dolí también por su infortunada vejez.
[…]
Luego, al cabo de unos días, Pudente, soldado lugarteniente, oficial de la cárcel, empezó a tenernos gran consideración, por entender que había en nosotros una gran virtud. Y así, admitía a muchos que venían a vernos con el fin de aliviarnos los unos a los otros.
Mas cuando se aproximó el día del espectáculo, entró mi padre a verme, consumido de pena, y empezó a mesarse su barba, a arrojarse por tierra, pegar su faz en el polvo, maldecir de sus años y decir palabras tales, que podían conmover la creación entera. Yo me dolía de su infortunada vejez.
[…]
En cuanto a Felicidad, también a ella le fue otorgada gracia del Señor, del modo que vamos a decir:
Como se hallaba en el octavo mes de su embarazo (pues fue detenida encinta), estando inminente el día del espectáculo, se hallaba sumida en gran tristeza, temiendo se había de diferir su suplicio por razón de su embarazo (pues la ley veda ejecutar a las mujeres embarazadas), y tuviera que verter luego su sangre, santa e inocente, entre los demás criminales. Lo mismo que ella, sus compañeros de martirio estaban profundamente afligidos de pensar que habían de dejar atrás a tan excelente compañera, como caminante solitaria por el camino de la común esperanza. Juntando, pues, en uno los gemidos de todos, hicieron oración al Señor tres días antes del espectáculo. Terminada la oración, sobrecogieron inmediatamente a Felicidad los dolores del parto. Y como ella sintiera el dolor, según puede suponerse, de la dificultad de un parto trabajoso de octavo mes, díjole uno de los oficiales de la prisión:
— Tú que así te quejas ahora, ¿qué harás cuando seas arrojada a las fieras, que despreciaste cuando no quisiste sacrificar?
Y ella respondió:
— Ahora soy yo la que padezco lo que padezco; mas allí habrá otro en mí, que padecerá por mí, pues también yo he de padecer por Él.
Y así dio a luz una niña, que una de las hermanas crió como hija.
[…]
Como el tribuno los tratara con demasiada dureza, pues temía, por insinuaciones de hombres vanos, no se le fugaran de la cárcel por arte de no sabemos qué mágicos encantamientos, se encaró con él Perpetua y le dijo:
— ¿Cómo es que no nos permites alivio alguno, siendo como somos reos nobilísimos, es decir, nada menos que del César, que hemos de combatir en su natalicio? ¿O no es gloria tuya que nos presentemos ante él con mejores carnes?
El tribuno sintió miedo y vergüenza, y así dio orden de que se los tratara más humanamente, de suerte que se autorizó a entrar en la cárcel a los hermanos de ella y a los demás, y que se aliviaran mutuamente; más que más, ya que el mismo Pudente había abrazado la fe.
[…]
Mas contra las mujeres preparó el diablo una vaca bravísima, comprada expresamente contra la costumbre. Así, pues, despojadas de sus ropas y envueltas en redes, eran llevadas al espectáculo. El pueblo sintió horror al contemplar a la una, joven delicada, y a la otra, que acababa de dar a luz. Las retiraron, pues y las vistieron con unas túnicas.
La primera en ser lanzada en alto fue Perpetua, y cayó de espaldas; pero apenas se incorporó sentada, recogiendo la túnica desgarrada, se cubrió la pierna, acordándose antes del pudor que del dolor. Luego, requerida una aguja, se ató los dispersos cabellos, pues no era decente que una mártir sufriera con la cabellera esparcida, para no dar apariencia de luto en el momento de su gloria.
Así compuesta, se levantó, y como viera a Felicidad tendida en el suelo, se acercó, le dio la mano y la levantó. Ambas juntas se sostuvieron en pie, y, vencida la dureza del pueblo, fueron llevadas a la puerta Sanavivaria. Allí, recibida por cierto Rústico, a la sazón catecúmeno, íntimo suyo, como si despertara de un sueño (tan absorta en el Espíritu había estado), empezó a mirar en torno suyo, y con estupor de todos, dijo:
— ¿Cuándo nos echan esa vaca que dicen?
Y como le dijeran que ya se la habían echado, no quiso creerlo hasta que reconoció en su cuerpo y vestido las señales de la acometida. Luego mandó llamar a su hermano, también catecúmeno, y le dirigió estas palabras:
— Permaneced firmes en la fe, amaos los unos a los otros y no os escandalicéis de nuestros sufrimientos.
[…]
Mas como el pueblo reclamó que salieran al medio del anfiteatro para juntar sus ojos, compañeros del homicidio, con la espada que había de atravesar sus cuerpos, ellos espontáneamente se levantaron y se trasladaron donde el pueblo quería. Antes se besaron unos a otros, a fin de consumar el martirio con el rito solemne de la paz.
Todos, inmóviles y en silencio, se dejaron atravesar por el hierro; pero señaladamente Sáturo (que era quien los había introducido en la fe y que se había entregado voluntariamente al conocer su encarcelamiento para compartir así su suerte), como fue el primero en subir la escalera y en su cúspide estuvo esperando a Perpetua, fue también el primero en rendir su espíritu.
En cuanto a esta, para que gustara algo de dolor, dio un grito al sentirse punzada entre los huesos. Entonces ella misma llevó a su garganta la diestra errante del gladiador novicio. Tal vez mujer tan excelsa no hubiera podido ser muerta de otro modo, como quien era temida del espíritu inmundo, si ella no hubiera querido.
¡Oh fortísimos y beatísimos mártires! ¡Oh de verdad llamados y escogidos para gloria de nuestro Señor Jesucristo! El que esta gloria engrandece, honra y adora, debe ciertamente leer también estos ejemplos, que no ceden a los antiguos, para edificación de la Iglesia, a fin de que también las nuevas virtudes atestigüen que es uno solo y siempre el mismo Espíritu Santo el que obra hasta ahora, y a Dios Padre omnipotente y a su Hijo Jesucristo, Señor nuestro, a quien es claridad y potestad sin medida por los siglos de los siglos. Amén.”
(RUIZ BUENO D.: Actas de los mártires, BAC, pp. 419-440)
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Otros recursos sobre estas dos mártires:
por Marcelino de Andrés y Juan Pablo Ledesma | Catholic.net | 27 Feb, 2011 | Postcomunión Liturgia
«De carnaval parecen algunos que desdicen de la dignidad con la que debería conducirse una persona humana».
Tiempo atrás (aunque no mucho) había gente que celebraba ambas cosas: el Carnaval y la Cuaresma. Sin embargo, lo hacían muy a su manera. En carnaval: máscaras, narices y bocas postizas. En cuaresma: compostura, devociones y cara mustia, pero quizá igual de postizas. Hasta resultaba difícil saber cuándo habían logrado disfrazarse mejor…
Ciertas personas vivían tres días siendo, al cien por ciento, lo que de verdad eran. Y luego, durante cuarenta días, se dedicaban a fingir lo que en realidad no eran. Durante el carnaval, actuaban con un poco —o bastante— desenfreno, ocultando tras una máscara la vergüenza que les ponía al rojo los mofletes. En la cuaresma lograban dar la impresión de penitencia y religiosidad sinceras al andar medio cabizbajos en “ayunas”, al echarse encima la mantilla negra, o al sacar de vez en cuando el rosario a tomar el aire. Así que, en cuaresma, sin esconderse detrás de una careta, andaban igual de enmascarados que en carnaval, pero aparentando lo que no eran. Y, curiosamente, por esa hipocresía no parecían sonrojarse demasiado.
Hoy día, aunque lo de tiempo atrás no es todavía agua pasada y se siguen celebrando las dos, la cosa ha cambiado ligeramente. Da la impresión de que ahora algunas personas viven en un carnaval más o menos continuo. Carnaval en Adviento, en Navidad, en tiempo ordinario, en Semana Santa, en Pascua y, por supuesto, también en Cuaresma. Lo que antes algunos y algunas se permitían solo en los tres días de carnaval, hoy otros y otras se lo conceden más habitualmente como lo más normal del mundo. Claro, es lo que se lleva ahora, lo que todos hacen… Van —o mejor dicho— se dejan ir con la corriente.
Sí, realmente parecen de carnaval las pintas que ahora lucen algunos jóvenes. Parecen de carnaval esas cabezas con rapes y tonalidades a lo Miró; esas chamarras de cuero negro con más cadenas que el Fantasma de Canterville; esos rostros con más aretes que el logotipo de los juegos olímpicos. Y de carnaval, además, parecen algunos de sus comportamientos, que desdicen de la dignidad con la que debería conducirse una persona humana.
Podríamos decir que también carnaval es cuando uno, con o sin carátula, no es lo que debería ser. Carnaval es cada vez que un hijo no es buen hijo, cada vez que unos padres no son buenos padres, cada vez que dos novios no actúan como tales. Carnaval es cada vez que, en su actuar, un hombre es algo menos que hombre y una mujer algo menos que mujer.
Tristemente, hay gente que vive como en un carnaval sostenido, digamos en do menor.
Y entonces ¿a qué se dedica esa pobre gente en los días de carnaval? Muy sencillo. Los famosos tres días de carnaval viven el carnaval ordinario, pero a tope, a la enésima potencia. Carnaval sostenido, por tres días —con sus noches—, pero en do mayor. Carnaval a lo grande. Carnaval extra—concentrado. Carnaval, carnaval. Tres días de careta sobre la careta incorporada que ya llevaban, para seguir haciendo lo mismo, pero con evidentes excesos.
Menos mal, sin embargo, que a pesar de todo, hoy sigue habiendo montones de gente que vive el triduo de carnaval en modo diverso. Sigue habiendo muchas personas que, esos tres días, se atreven a nadar contra corriente. Menos mal que hay hombres y mujeres que se esfuerzan, también durante el carnaval, por ser y respetar lo que de verdad son, dominando sus pasiones desordenadas y bajos instintos.
Menos mal que aún hay bastantes seres humanos que se saben cristianos, se dicen cristianos y no les da vergüenza vivir como tales, incluso los días de carnaval. Son gente que no necesita quitarse ni ponerse careta alguna. No tienen que ocultar nada. Gente extraordinaria, pero que no va hacer noticia esos tres días, ni tampoco los 362 restantes del año. Claro, esas noticias incomodan. Porque siempre incomoda toparse con alguien que va contra corriente.
Menos mal que aún hoy podemos apreciar el milagro de cientos y miles de personas (también muchos jóvenes) —dentro y fuera de conventos y seminarios— que pasan esos tres días, por turnos, en adoración de rodillas ante el Santísimo Sacramento. Y lo hacen explícitamente para desagraviar al Corazón de Cristo por toda la basura y miseria de pecado e infamia que en el mundo se le está escupiendo en la cara a Cristo esos días. Menos mal que, gracias a ellos y ellas, a nuestro planeta le queda algo de humanidad tras tanto degrado en carnaval. Gracias a esas personas, el ambiente terráqueo puede aún ser respirable después de esos días de intoxicación general.
En fin, menos mal que aún se pueden contar cantidad de hombres y mujeres que aprovechan el Carnaval y la Cuaresma para crecer como hombres y como mujeres. Que viven esos períodos sin miedo a ser lo que deben ser ante todo el mundo. No tienen que acobardarse de nada y ante nadie. Más bien tienen mucho que ostentar. Y lo hacen con aplomo. Gritan sin palabras a sus contemporáneos que además de un cuerpo, tienen un alma. Testimonian con su vida que lo más importante, para toda persona, es lo que le hace crecer humana y espiritualmente, y no lo que le degrada o envilece.
¿Por qué no demostrar cada uno de nosotros el coraje de sumarnos a ellos? Tratemos de vivir el carnaval aplastando un poco la materia para liberar el espíritu y no al revés. Luchemos por vivir la cuaresma elevándonos como hombres para acercarnos más a Dios. Y el hombre se eleva cuando es capaz de soltar sus lastres. Esos lastres pesados del pecado, que se sueltan con el arrepentimiento, el perdón de Dios y el propósito sincero de enmendar la propia vida.
El reto puede ser arduo. Lo es sin duda. La corriente en contra puede parecer arrolladora. Pero solo los peces muertos no son capaces de nadar contra corriente.
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por Eduardo Arquer | 27 Feb, 2011 | Postcomunión Historias de la Biblia
Los Diez Mandamientos
Cuando hubo acabado de hablar a Moisés, Yahvé escribió con su dedo en dos tablas de piedra Los Diez Mandamientos de su Ley y se las dio a Moisés para que los transmitiera al pueblo de Israel.
Pero como tardaba bastantes días en bajar del monte Sinaí porque estaba aprendiendo muchas cosas que Dios le decía; el pueblo había obligado a Aarón a construir con los anillos y joyas de las mujeres un falso dios, un becerro de oro, para que marchase delante de ellos pues creían que ya no volverían a ver a Moisés. Entonces. Yahvé, al ver la idolatría de su pueblo pensó en exterminarlos a todos, pero Moisés intercedió de nuevo rogándole que se acordara de las promesas hechas a sus padres y el Señor se retuvo y no ejecutó su castigo. No obstante, cuando Moisés llegó hasta el campamento, tiró las tablas de piedra al suelo y las rompió encolerizado, luego gritó: “¡A mí los que estén con Yahvé!” Al momento se le unió la tribu de Leví (los levitas) y armados con espadas castigaron duramente a los culpables.
Recuerda que la madre de Moisés era de la tribu de Leví, y que por tanto él también lo era, y no es de extrañar que los primeros en acudir a su llamada fueran los de su misma tribu. Desde aquel momento, los levitas fueron elegidos para el servicio de Dios, ejerciendo esta tarea durante muchos siglos hasta la llegada de Jesús, que convive con ellos y los nombra en el Evangelio.
Tras este episodio, Moisés fue llamado para subir al monte con otras tablas de piedra para que Yahvé escribiera de nuevo los diez mandamientos en ellas.
Permaneció en el monte cuarenta días y cuarenta noches ayunando y hablando con Yahvé.
Al bajar del Sinaí con las tablas en sus manos, tenía el rostro resplandeciente por haber estado hablando con Dios largo tiempo, y aunque Aarón y los representantes del pueblo tenían miedo de acercársele, él los tranquilizó y les transmitió las cosas que el Señor le explicaba sobre la Ley escrita en las tablas.
Por fin partieron de aquel lugar y Dios ya no quería ir delante de Israel como hasta entonces porque decía: “Este es un pueblo de dura cerviz” Pero, como siempre, Moisés intercedió ante Yahvé para que no abandonase su posición y consiguió que la nube de Dios marchara nuevamente delante del pueblo conduciéndolo por el desierto.
Una tierra que mana leche y miel
Ya estaban cerca de la tierra de Canaán, en un lugar llamado Cadés-Barnea, cuando Dios pidió a Moisés que enviara exploradores para reconocer el territorio que les tenía destinado. Moisés les recomendó: “Observad bien esa tierra, cómo es, qué gente la habita, si son fuertes o flojos, cómo son sus ciudades, si con murallas o sin ellas, qué tal son los terrenos, si fértiles o pobres, si hay o no hay árboles. Animaos y traed algún fruto de esa tierra”
Se fueron los exploradores y al poco tiempo volvieron diciendo: “En verdad mana leche y miel en esa tierra, ved los frutos” Y traían frutos, entre ellos un racimo de uvas tan grande que tenían que levantarlo entre dos con un palo.
“Pero sus habitantes son muy fuertes, algunos parecen gigantes, y sus ciudades son grandes y están amuralladas”, dijeron. Esto desanimó a los israelitas que lloraron y murmuraron de Yahvé y de Moisés, y a pesar de que este último les instaba a no desfallecer, Dios castigó a los que dudaron de Él a no entrar en la tierra de Canaán.
Pero algunos de ellos se envalentonaron y salieron precipitadamente con la intención de invadirla cuanto antes; pero como la nube no se movía del campamento, Moisés les desaconsejó que hicieran tal cosa porque no era el momento que Yahvé había previsto. Y como no hicieron caso, los que salieron fueron derrotados por aquellos habitantes.
La presencia de Yahvé
De nuevo volvieron al desierto guiados por Yahvé. Cuando la nube de Yahvé se alzaba, el pueblo se levantaba y emprendía la jornada de camino; el Arca de La Alianza iba siempre delante, y cuando la nube no se alzaba, esperaban hasta el día en que ocurría y entonces se movían. De noche la nube se hacía de fuego y en el lugar en que se paraba allí acampaban los hijos de Israel.
Conspiración contra Moisés
También hubo quienes quisieron convencer al pueblo de que Moisés no tenía por qué ser el jefe; en concreto tres israelitas de los más distinguidos que se llamaban Coré, Datán y Abirón se le enfrentaron y arrastraron tras de sí a otros doscientos cincuenta hombres. Moisés los citó al día siguiente delante del Tabernáculo donde se guardaba el arca para ver la decisión que tomaba Yahvé. Éste habló a Moisés y dijo: “Di al pueblo que se aparte de las tiendas de esos impíos” A continuación se rompió el suelo debajo de ellos, abrió la tierra su boca y se tragó a los impostores con sus tiendas. Lugo, un fuego de Yahvé abrasó a los doscientos cincuenta hombres que les seguían.
Yahvé hace brotar agua de la roca
Finalizando ya los cuarenta años de penalidades por el desierto volvieron a Cadés–Barnea, cerca de Canaan. En aquel lugar no había nada de agua y la nueva generación de israelitas se enfadó mucho con Moisés dudando de la ayuda de Yahvé porque decían: “¿Está o no está Yahvé con nosotros?”. Dios dirigió a Moisés y a Aarón, ya ancianos, hacia una determinada roca acompañados de los ancianos de Israel; allí, Moisés golpeó con su cayado la roca para que brotara agua, pero tardó un poco en salir y dudó un momento y volvió a golpear otra vez. Entonces brotó agua abundante a la vista de todos ellos. Pero Yahvé dijo a Moisés y Aarón: “Porque no habéis creído en mí santificándome a los ojos de los hijos de Israel, no introduciréis vosotros a este pueblo en la tierra que yo les he dado”. Moisés dio a aquel lugar el nombre de Masá, que significa tentación, y Meribá, que significa querella, porque el pueblo había tentado a Yahvé y se había querellado con Moisés.
La serpiente de bronce
Antes de llegar, todavía tuvieron que dar un rodeo y el pueblo, que estaba impaciente, murmuró otra vez contra Yahvé. Dios mandó serpientes venenosas que mordían a la gente y se morían muchos de ellos. Entonces se arrepintieron y de nuevo suplicaron a Moisés que intercediera ante Yahvé y les librara de las serpientes.
Yahvé encargó a Moisés que fabricara una serpiente de bronce y que la alzara en un poste a la vista de todo el campamento; todo aquel que la miraba cuando era mordido por una serpiente, quedaba curado.
Hay mucha similitud entre aquella serpiente de bronce, que salvaba a quien la miraba, y el sacrificio redentor de Jesús para toda la humanidad, cuando fue clavado en la cruz y levantado a la vista de todos.
Él mismo anunció su muerte sobre la cruz recordando el episodio de la serpiente de bronce de Moisés.
¡En fin!, Muchas más cosas sucedieron durante este tiempo de peregrinación por el desierto; Moisés siempre estuvo intercediendo por su pueblo ante Yahvé a pesar de las muchas infidelidades. Hablaba con Dios cara a cara como se habla con un amigo y siempre les conseguía el perdón del Señor.
La llegada a Canaán
Dios concedió a Moisés poder contemplar la tierra prometida desde lo alto de un monte cercano: el monte Nebo. Pero Moisés y Aarón murieron sin poder pisar la ubérrima tierra de Canaán a la que se llegaba tras cruzar el río Jordán, que por aquella estación del año venía muy caudaloso. Tomó el relevo Josué, el ministro de más confianza de Moisés, y cuando ya iban a cruzarlo, comenzando a pasar el Arca de La Alianza, se detuvieron las aguas río arriba y pudieron atravesarlo todos a pié como en el Mar Rojo. El Arca se mantuvo en medio del río mientras terminaban de pasar. Otra muestra más de la portentosa mano de Yahvé.
¡Y llegaron a la ansiada meta: Canaán, la tierra prometida! Atrás quedaban cuarenta años de dura prueba por el desierto. Pero el camino dentro de este rico país tampoco sería sencillo para el pueblo de Israel; lo iremos conociendo en los próximos episodios.
Como el pueblo de Israel caminó durante cuarenta años por el desierto hacia la tierra prometida, La Iglesia entera camina, peregrina en este mundo, hacia la patria del cielo, y también cada uno de nosotros en medio de las dificultades, hacia nuestra meta celestial; siempre consolados por la certeza de que Dios vela por nosotros como un padre amoroso lo hace por cada uno de sus hijos.
La Santa Iglesia nos explica que en muchos acontecimientos del Antiguo Testamento están anunciados, o prefigurados, otros que sucedieron cuando Jesucristo dio cumplimiento a toda La Ley con su venida al mundo. Así, por ejemplo, en esta historia, el paso del Mar Rojo es figura o anuncio del Bautismo; el “maná” lo es de La Eucaristía; la serpiente de bronce, de la Cruz de Jesús; la piedra de la que brotaba agua en el desierto es figura de Jesucristo que nos alimenta con su gracia; el Tabernáculo representa el Santuario del cielo; la sangre de los animales de la antigua alianza es figura de la sangre de Cristo y de su Nueva y definitiva Alianza con los hombres.
Vocabulario
Caudaloso: Con mucha agua
Cerviz: Parte posterior del cuello
Instar: Urgir la pronta ejecución de una cosa
Prefigurar: Representar con anticipación
Querella: Queja, acusación
Ubérrimo: Muy abundante y fértil
Para la catequesis
- ¿Sabes en qué consiste la idolatría? ¿Tenemos ídolos en el mundo actual?, ¿se te ocurre alguno?
- El Arca de la Alianza desapareció hace muchos siglos ¿Qué transportaba en su interior? ¿Crees que es necesario que aparezca en nuestros días? ¿Por qué?; si apareciera ¿crees que brotarían de su interior poderes extraños?
- Sin duda sabrás cuántos son los mandamientos de la Ley de Dios. Recuérdalos todos en voz alta.
por Anónimo | Luis M. Benavides | 27 Feb, 2011 | Postcomunión Narraciones
Cuentan que una vez en la carpintería hubo una extraña asamblea: fue una reunión de herramientas para arreglar sus diferencias. El martillo ejerció la presidencia, pero la asamblea le notificó que tenía que renunciar. ¿La causa? ¡Hacía demasiado ruido! Y, además, se pasaba el tiempo golpeando.
El martillo aceptó su culpa, pero pidió que también fuera expulsado el tornillo; dijo que había que darle muchas vueltas para que sirviera de algo. Ante el ataque, el tornillo aceptó también, pero a su vez pidió la expulsión de la lija. Hizo ver que era muy áspera en su trato y siempre tenía fricciones con los demás.
Y la lija estuvo de acuerdo, a condición de que fuera expulsado el metro que siempre se la pasaba midiendo a los demás según su medida, como si fuera el único perfecto.
En eso, entró el carpintero, se puso el delantal e inició su trabajo. Utilizó el martillo, la lija, el metro y el tornillo. Finalmente, la tosca madera inicial se convirtió en un fino mueble.
Cuando la carpintería quedó nuevamente sola, la asamblea reanudó la deliberación. Fue entonces cuando tomó la palabra el serrucho, y dijo:
—¡Señores, ha quedado demostrado que tenemos defectos, pero el carpintero trabaja con nuestras cualidades! ¡Eso es lo que nos hace valiosos! ¡Así que no pensemos ya en nuestros puntos malos y concentrémonos en la utilidad de nuestros puntos buenos!
La asamblea encontró entonces que el martillo era fuerte, el tornillo unía y daba fuerza, la lija era especial para afinar y limar asperezas y observaron que el metro era preciso y exacto. Se sintieron entonces un equipo capaz de producir muebles de calidad. Se sintieron orgullosos de sus fortalezas y de trabajar juntos.
Autor desconocido
Para la reflexión personal
Un buen trabajo en equipo requiere reconocer las fortalezas y debilidades de cada uno de sus miembros. Pero, si deseamos ir más allá, es decir sentirnos parte de una comunidad, es necesario poner todas nuestras energías en pos del proyecto común. La imagen de la orquesta puede ayudarnos: cada instrumento debe ejecutar su propia música, manteniendo su originalidad; pero al mismo tiempo, todos los instrumentos aportan sus notas a la orquesta, para que todos juntos puedan componer una hermosa y armónica melodía.
Cuando en el trabajo o la vida en común, tratamos con sinceridad, de percibir los puntos fuertes de los demás, es cuando florecen los mejores logros humanos. “Se acercan más abejas con una gota de miel, que con un barril de vinagre” decía San Francisco de Sales. Es fácil encontrar defectos, cualquier tonto puede hacerlo, pero encontrar cualidades y aprovechar esos defectos en pos del bien común, eso es para los espíritus superiores que son capaces de inspirar todos los éxitos humanos.
Clave de una sana familia o comunidad es aceptar las debilidades para tratar de mejorarlas, y concentrarse en las fortalezas como punto de partida para construir. Construir juntos desde lo que realmente somos y no, desde lo que creemos ser. Juntos, respetando el lugar único y apreciable que tiene cada ser. Descubriendo que la misión que cada uno de nosotros no podrá ser reemplazada por nada, ni nadie. Lo que dejemos de hacer por prejuicio hará que finalmente esa obra no sea tan fina y sublime como podía haber sido. Juntos transformando, elaborando, creando, sumando, potenciando, esa es una gran comunidad de fortalezas.
Para compartir en familia o en grupo
- ¿Cuándo nos comportamos como el martillo, o el metro, o la lija, o el tornillo? (Señalar las actitudes negativas y las positivas de cada uno).
- ¿Con cuál de las herramientas me identifico más? ¿Por qué?
- Enumera unas listas de tus propias fortalezas y debilidades.
- Las compartimos y cotejamos, primero en parejas y luego en grupos o dentro del grupo familiar.
- ¿Quiénes pueden hacer de carpinteros para nosotros?
Valores en juego
Comunidad. Familia. Confianza. Sabiduría. Tolerancia.
Para disfrutar del buen cine
El tren de la vida
Origen: Co-producción francesa
Director: Radu Mihaileanu
Protagonistas: Rufus Clement / Lionel Abelanski
Título original: Train de Vie
Año: 1998
Duración: 103 min
Género: Comedia romántica
Calificación: ATP
La estrategia del caracol
Origen: Italia / Colombia
Director: Sergio Cabrera
Protagonistas: F. Lamaitre / F. Cabrera / F. Ramírez
Año: 1993 Duración: 116 min
Género: Comedia dramática
Calificación: SAM 14
Lagaan
Origen: India
Director: A. Gowariker
Protagonistas: Aamir Khan / Gracy Singh
Título original: Lagaan (Once Upon a Time in India)
Año: 2001
Duración: 225 min
Género: Drama musical
Calificación: ATP
Los coristas (Los chicos del coro)
Origen: Francia
Director: C. Barratier
Protagonistas: Francois Berleand / Gérard Jugnot
Título original: Les Choristes
Año: 2004
Duración: 97 min
Género: Drama
Calificación: ATP
por Luis M. Benavides | 27 Feb, 2011 | Catequesis Metodología
De la gran variedad de signos sagrados que vivimos en la liturgia y la catequesis, propongo a continuación una descripción de los gestos sagrados que calan de manera profunda en los niños pequeños. Todos estos gestos tienen un carácter iniciático; es decir, que aunque no sean comprendidos en toda su profundidad por los niños, de a poco, van introduciéndolos en la vida de la fe. No olvidemos que los gestos sagrados, nos ayudan a comunicarnos mejor con Dios y forman constitutiva de la comunicación humana.
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Gestos y signos sagrados con niños pequeños
Señal de la cruz
Es el signo de Cristo. Los niños deben aprender a hacerla desde pequeños; al comienzo con la ayuda de los papás. No es tan importante si “está bien hecha” sino que internalicen que es un gesto que nos pone en la presencia de Dios, nos inicia en el misterio cristiano. Se hace lenta, ampliamente, con esmero y en actitud profunda de oración.

Fuente de la imagen: jugandomeacercoamaria.blogspot.com
Arrodillarse
Ante la grandeza y la santidad de Dios, la persona se arrodilla para expresar su pequeñez, su humildad , su alabanza al Dios que le ama y le dio la vida. El hecho de arrodillarse indica que el corazón se inclina con profundo respeto ante Dios. Para los niños (y los grandes, también) es un signo preclaro de actitud orante.
Parados con los brazos abiertos
El alma se abre totalmente delante de Dios en señal de alegría, alabanza, júbil o y acción de gracias. Es un gesto a través del cual expresamos alabanza a Dios. Los niños, naturalmente se expresan así; mucho más cuando el gesto va dirigido a Dios Padre que nos quiere.
Las manos
En modo particular, el rostro y las manos son instrumentos y espejo del alma. Después del rostro, las manos son la parte más expresiva del cuerpo. Con ellas podemos tomar distintas posturas que revelan significados diferentes:
Manos juntas: expresan la unión total de la persona, en dirección a lo alto, a Dios.
Manos entrecruzadas: ante una situación tensionante o una aflicción profunda, las manos entrecruzadas expresan la necesidad de unidad y fortaleza interior para pedir auxilio a Dios.
Manos abiertas y extendidas hacia arriba: expresan la actitud de recibir algo, de recibirlo a Dios; en algunos casos pueden significar implorar ayuda de lo alto.
Tomarse las manos: es señal de unidad y de corriente interna y afectuosa que circula entre quienes realizan el gesto.
Imposición de las manos: las manos extendidas hacia abajo sobre la cabeza de los otros significan la transmisión del poder y de la fuerza del Espíritu, derramado en nosotros en el Bautismo. Es muy plenificante “imponer” las manos sobre los niños para implorar por ellos. Este gesto, se dimensiona más cuando es un sacerdote quien impone las manos sobre todo el núcleo familiar.
Aplaudir para Dios: expresa aprobación y alegría por todo lo recibido. A los pequeños, les encanta aplaudir y dar gritos de alegría y alabanza y gratitud, cuánto más, si están dedicados a Dios
Llevar flores o regalos
Expresan cariño, recuerdo y pensar en el otro. Especialmente cuando se trata de la Virgen María.
Las velas
La vela encendida representa la presencia de Cristo Resucitado, sobre todo en el Cirio Pascual. La luz, que da forma, color y sentido a las cosas es signo de vida, signo de Dios.
Besar la imagen o tirar besos
Son formas de expresar cariño y reverencia. A los niños les agrada en sobremanera este gesto. Siempre es bueno que sea acompañado de un momento de oración interior. Es importante aclarar a los niños el valor relativo que tienen las imágenes.
Tomar gracia
Es decir, acercarse a una imagen, tocarla y hacer la señal de la cruz. Significa implorar la intercesión de ese santo para que Dios derrame su Gracia sobre quien lo implora.
El agua bendita
Plena de misterio es el agua. Clara, simple, purificadora, confortante y poderosa a la vez. Al hacer la señal de la cruz, mojando los dedos en agua bendita, con la debida disposición interior, una corriente de Gracia desciende sobre quien la realiza. A los niños les encanta este gesto. En nuestros hogares, habría que disponer de un recipiente con agua bendita para que los niños se acostumbren a hacer la señal de la cruz con ella; al principio, bajo la mirada de un adulto, luego cuando crecen, podrán utilizarla libremente cuando sientan la necesidad.
Bendición
De la mano de Dios fluye la fuerza santa y buena que hace crecer; solo Él puede bendecir. Sus ministros, entre ellos los papás, por la Gracia recibida en el bautismo, podemos implorar y transmitir su bendición, especialmente a nuestros hijos. Un gesto, cargado de afectividad y profundidad cristiana es bendecir a nuestros hijos. Puede ser la pareja de papás o cada papá por separado. La bendición se hace realizando con el dedo pulgar una señal de la cruz, sobre la frente o sobre el pecho o sobre las manos (depende del sentido) y expresando en voz alta alguna oración pertinente.
Ejemplos de bendiciones en el seno de la familia
- Haciendo una señal de la cruz, con el dedo pulgar, sobre la frente, mirándolo a los ojos y pronunciando primero su nombre:
¡Que el buen Dios te bendiga, te cuide y te proteja en este día! ¡Amén!
¡Que nuestro Padre del Cielo, te bendiga y te acompañe durante este día en la escuela, para que puedas aprender cosas hermosas y hacer buenos amigos! ¡Que así sea!
¡Que el Señor te bendiga y guíe en el camino, para que siempre vivas en su amor! ¡Aleluya! ¡Amén!
- Haciendo una señal de la cruz, con el dedo pulgar, sobre la boca, mirándolo a los ojos y pronunciando primero su nombre:
¡Que el buen Jesús bendiga tus labios, para alabarlo siempre y cantar sus maravillas! ¡Amén! ¡Aleluya!
¡Que nuestro Padre Dios, te cuide, te haga crecer sano y agradecido por los alimentos que comemos todos los días en nuestra mesa! ¡Amén!
- Haciendo una señal de la cruz, con el dedo pulgar, sobre las manos, mirándolo a los ojos y pronunciando primero su nombre:
¡Que el Dios de la vida bendiga tus manos, para que puedas alabarlo en este hermoso día y hacer muchas cosas lindas con las manos! ¡Que así sea! ¡Amén! ¡Aleluya!
¡Que Jesús, el Buen Pastor, guíe tus manos para que puedas jugar con tus amigos y abrazarlos con cariño, como Él lo hacía con sus ovejas! ¡Aleluya! ¡Que así sea!
Y así, se pueden ir realizando distintas bendiciones, sobre diferentes partes del cuerpo o de acuerdo a situaciones particulares que la vida de los niños nos va presentando.
Es muy importante buscar y explicar el significado de los gestos que realizamos. Continuamente hay que detenerse en los gestos sagrados que utilizamos; tomarnos el tiempo que sea necesario para que se internalicen y, si es necesario, recrearlos permanentemente.
Debemos exigirnos y exigirles a los chicos gran autenticidad y sinceridad, de modo que, no realicemos gestos que no respondan a actitudes interiores.
Muchas veces podrán crearse gestos junto con los chicos; lo importante es que ayuden a expresar mejor nuestro amor a Dios, Nuestro Señor.
(De la Serie «Iniciación en la oración», columna 9.ª)
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Todas las catequesis de Luis María Benavides
Catequesis en camino – Sitio web de Luis María Benavides
por webcatolicodejavier.org | 27 Feb, 2011 | Confirmación Taller de oración
La Novena de la Gracia es una tradición antiquísima, que se reza del 4 al 12 de marzo, y reune las oraciones de jóvenes y familias de todo el mundo católico, dando gracias especialmente por la evangelización del Nuevo Mundo y de Asia.
Origen de la Novena de la Gracia
Con ocasión de adornar un altar en Nápoles para una fiesta de la Inmaculada Concepción en 1633, cayó desde los andamios un martillo de dos libras de peso que hirió mortalmente al Padre Marcelo Mastrilli, de la Compañía de Jesús, destrozándole el parietal derecho. De día en día, llegó a agravarse tanto su enfermedad, que iban a darle ya la extrema unción, pues era imposible administrarle el Viático, por no poder el enfermo ni tomar una gota de agua. Pero cuando estaban pensando en esto, he aquí que el P. Mastrilli, se levanta sano y bueno… La herida había desaparecido, la cicatriz no se notaba, el Padre se sentía restablecido de repente. Bien temprano celebró su misa y dio la comunión a muchas personas que concurrieron a ver este prodigio.
Subió en seguida al púlpito, y por su propia voz explicó al pueblo de Nápoles el secreto. Viéndose herido y sin esperanza de vida, había hecho voto en honor de San Francisco Javier de ir a las Misiones de Indias, si le concedía la salud. La noche última se le había aparecido el santo animándolo a cumplir su voto y recibir el martirio en el Japón (como así sucedió). El P. Mastrilli prometió la especial ayuda del santo a cuantos le invoquen y también recomendó hacerle una novena.
Más tarde, el P. Alejandro Filipucci, también curado por el santo en 1658, compuso la novena y fijó como fecha para su realización del 4 al 12 de marzo (aniversario de su canonización), aunque puede hacerse en cualquier época del año. Desde entonces, esta devoción se ha divulgado rápidamente por todas partes. Se la conoce con el nombre de Novena de la Gracia «por su grande y comprobada eficacia en las necesidades de la vida presente» (S. Pío X).
Los Romanos Pontífices han concedido una indulgencia plenaria si se cumplen los siguientes requisitos:
- Rezar la novena completa
- En alguno de estos días de la novena, confesar, comulgar y rogar por las intenciones de Su Santidad.
Novena de la Gracia
Por la señal, etc.
Señor mío Jesucristo…
Oración
Amabilísimo y amantísimo Santo, adoro con Vos, humildemente, a la Divina Majestad y le doy gracias por los singulares dones de gracia que os concedió en vida y por la gloria de que ya gozáis. Suplicoos, con todo el afecto de mi alma, me consigáis por vuestra poderosa intercesión, la gracia importantísima de vivir y morir santamente. Os pido también me alcancéis… (aquí se hace la petición espiritual o temporal) Y si lo que pido, no conviene a mayor gloria de Dios, y bien de mi alma, quiero alcanzar lo que para eso fuere más conveniente. Amén.
(Padrenuestro, Avemaría y Gloria).
Oración que compuso y decía el Santo
Eterno Dios, Creador, de todas los cosas, acordaos que Vos creásteis las almas de los infieles, haciéndolos a vuestra imagen y semejanza. Acordaos, Padre Celestial, de vuestro Hijo Jesucristo que, derramando tan liberalmente su sangre padeció por ellas. No permitáis que sea vuestro Hijo por más tiempo menospreciado de los infieles, antes aplacado con los ruegos y oraciones de vuestros escogidos los Santos y de la Iglesia, Esposa benditísima de vuestro mismo Hijo; acordaos de vuestra misericordia y, olvidando su idolatría e infidelidad, haced que ellos conozcan también al que enviásteis Jesucristo, Hijo vuestro, que es salud, vida y resurrección nuestra, por el cual somos libres y nos salvamos, a quien sea dada la gloria por infinitos siglos de los siglos. Amén.
Oración
Oh, Dios, que quisiste agregar a tu Iglesia las naciones de los Indias por la predicación y por los milagros de San Francisco Javier. Concédenos que, pues veneramos la gloria de sus insignes merecimientos, imitemos también los ejemplos de sus heroicas virtudes: Por Nuestro Señor Jesucristo, que vive y reina contigo en los siglos de los siglos. Amén.
por Luis del Real Espanyol | ReL | 23 Feb, 2011 | Primera comunión Vida de los Santos
Nennolina, una niña italiana de 6 años, va camino de convertirse en la santa más joven de la Iglesia. La Iglesia está estudiando seriamente la posibilidad de subir a los altares a Nennolina.
Se llamaba Antonietta Meo, aunque coloquialmente era conocida como Nennolina. Tan sólo tenía seis años y medio cuando murió en Roma de un tumor en 1937, pero inmediatamente a su muerte se suceden una catarata de conversiones y gracias que propicia el interés de una buena parte de Italia.
A los pocos meses se escriben reportajes, artículos de opinión y biografías que se traduciran a varios idiomas. Su fama de santidad se extiende a otras partes del mundo. Concluída, ya hace años, la fase diocesana del proceso de beatificación, la Iglesia podría hacerla santa muy pronto.
«¡Habrá santos entre los niños!»
Si así fuera, Nennolina se convertiría en la santa más joven, no mártir, de la Historia de la Iglesia. Todo un acontecimiento que podría, además, revolucionar el debate emprendido por el Papa Pío X, y avivado últimamente por el cardenal Cañizares y el propio Benedicto XVI, sobre la conveniencia de adelantar la primera comunión de la niños a los seis años, invocando preservar la inocencia de los niños. Ya lo decía san Pío X: «¡Habrá santos entre los niños!».
Una niña alegre, inquieta y traviesa
Nennolina nace en Roma el 15 de diciembre de 1930 en una familia burguesa. Su hermana mayor, Margherita, que todavía vive en la casa familiar, cuenta a la revista 30 Giorni que «Nennolina era una niña alegre, inquieta y traviesa. Iba de buena gana a la guardería de monjas cerca de casa e, incluso, en cierta ocasión me llegó a decir: `¡yo en la escuela me divierto mucho… hasta iría de noche!´».
Comienza la enfermedad
A los cinco años le diagnostican la enfermedad: osteosarcoma, y meses después, en abril de 1936, le amputan la pierna. Los padres de la niña ven conveniente –tras constatar el desarrollo de la enfermedad–, adelantar la primera comunión de Nennolina, encontrando en las monjas del colegio unas colaboradoras comprensivas.
Dicta cartas a su madre
La madre comienza a enseñarle un poco de Catecismo todas las noches, y la hija, en plan de juego, dicta cartas a su mamá, colocándolas en su mesiila de noche, debajo de la estatuilla del Niño Jesús «para que Él viniera de noche a leerlas».
La primera carta es del 15 de septiembre de 1936: «Querido Jesús, hoy voy de paseo y voy a mis monjas y les digo que quiero hacer la primera comunión en Navidad. Jesús ven pronto a mi corazón que yo te abrazaré muy fuerte y te besaré. Oh, Jesús, quiero que te quedes siempre en mi corazón».
Días después dicta otra carta a su madre: «Querido Jesús, yo te quiero mucho, te lo quiero repetir que te quiero mucho. Yo te ofrezco mi corazón. Querida Virgen, tú eres muy buena, toma mi corazón y llévaselo a Jesús».
Apóstol de la gracia
Nennolina, sin saberlo, se convertiría en una apóstol de la gracia: «Hoy he sido algo caprichosa, pero tú Jesús bueno, toma en brazos a tu niña…». En otra ocasión dictará a su madre: «Tú ayúdame que sin tu ayuda no puedo hacer nada» o «tú ayúdame con tu gracia, ayúdame tú, que sin tu gracia nada puedo hacer. Te lo ruego, Jesús bueno, consérvame siempre la gracia del alma».
Encomienda a otros
Con sólo seis años dictaba lo siguiente: «Mi buen Jesús, dame almas, dame muchas, te lo pido de verdad, te lo pido para que hagas que sean buenas y puedan ir contigo al Paraíso». Otros días, decía: «Te rezo por aquel hombre que ha hecho tanto daño»; «te rezo por aquel pecador que ya sabes, que es tan viejo y que está en el hospital de San Juan».
Una muerte serena
El 3 de julio de 1937, a primera hora de la mañana, Nennolina susurró a su padre sus últimas palabras: «Jesús, María, mamá, papá…». Dice la madre que se quedó mirando fijamente frente a ella, y después exhaló un sostenido suspiro.
A la mañana siguiente, una multitud de vecinos conocedores de la vida tan extraordinaria de esta jovencita, transportó con emoción y lágrimas en los ojos el reducido ataúd blando a la Basílica de la Santa Cruz de Jerusalén en Roma.
Muchas cartas y un proceso
A su muerte deja más de cien cartas dedicadas a Jesús, a María, a Dios Padre, al Espíritu Santo, a santa Inés y a Teresita del Niño Jesús, que conmueven a sus futuros lectores y acrecientan aún más su fama de santidad.
En 1942 se abrirá el proceso de beatificación en el que se incluirán los testimonios de las personas que le asistieron en los últimos meses de su enfermedad, y que declararon la serenidad y sacrificio con que Nennolina asumió los dolores de la enfermedad, ofreciéndolos siempre por Jesús.
Un Montini consternado
Monseñor Montini, entonces sustituto del Secretario de Estado, y futuro Papa Pablo VI, tras leer algunas cartas de la pequeña Nennolina, ya una vez muerta, escribirá: «Obrando en las almas por las vías más misteriosas, concede a muchos penetrar, mediante la lectura de la vida de esta niña de menos de siete años, el misterio de esa sabiduría que se esconde a los soberbios y se revela a los pequeños».
¿Una niña tan pequeña puede ser santa?
Ésta es la pregunta que se han hecho muchos: De alguna manera, a lo largo de la Historia de la Iglesia se había considerado que hasta que un niño no alcanzara la edad de la razón (siete años), no podría tener aptitudes tan altas para la santidad. No había ninguna ley canónica que determinara la edad límite de todos aquellos a los que se pretendía beatificar, pero pesaba una cierta nebulosa negativa que no hacía factible ser receptivo a considerar posibles «niños santos».
Sin embargo, en 1981, una declaración de la Sagrada Congregación para las Causas de los Santos dejaba claro que la Iglesia reconoce que «también los niños pueden realizar acciones heroicas de fe, esperanza y caridad, y por consiguiente pueden ser elevados a los altares».
El camino para proclamar santa a Nennolina se despejaba.
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por CeF | Fuentes varias | 13 Feb, 2011 | Confirmación Vida de los Santos
La amistad ha sido siempre cantada en la Sagrada Escritura. «El mejor tesoro es un buen amigo». Hoy más que nunca se habla y escribe de fraternidad y solidaridad. Buen reclamo, pues, estos siete Santos Fundadores, con su mensaje para este mundo que tanta necesidad tiene de verdadera amistad y de generosa entrega.
Estamos en el siglo XIII y en la rica y artística ciudad de Florencia. Es este un caso insólito en la vida de la Iglesia, que ella celebre en su liturgia a tan elevado número de Santos, sin preocuparse de sus nombres ni de sus vidas, siendo que no murieron mártires como en tantos casos a través de los siglos de la Iglesia. Mártires sí que los hay en grupo y sin saber sus nombres. Entre los demás, no.
Apenas si sabemos sus nombres. Parece que fueron estos: Bonfilio, Bonayuto, Manetto, Amidio, Ugoccio, Sostenio y Alejo. Eran unos comerciantes de Florencia pertenecientes a las más distinguidas familias de la ciudad. Formaban parte de una especie de Cofradía en honor de Santa María y que el pueblo conocía como «los laudes» o «los alabadores de la Santísima Virgen». Ellos eran algo así como la Junta directiva de esta Asociación Mariana y estaban llenos del espíritu de Dios y de un filial afecto hacia la Virgen María.
Una de las Crónicas, después de afirmar que nadie sabía distinguirlos entre sí, en cuanto al fervor y observancia regular se refería, escribió: «Hubo siete hombres de tanta perfección, que nuestra Señora estimó cosa digna dar origen a su Orden por medio de ellos. No encontré que ninguno sobreviera de ellos, cuando ingresé en la Orden, a excepción de uno que se llamaba fray Alejo… La vida de dicho fray Alejo, como yo mismo pude comprobar con mis ojos, era tal, que no sólo conmovía con su ejemplo, sino que también demostraba la perfección de sus compañeros y su santidad».
¿Cómo llevaron adelante aquella empresa?
El cielo se encargaría de abrirles los caminos: El día de la Asunción, 15 de agosto, los siete recibieron una común iluminación: «Ponerse, a pesar de sus imperfecciones, a los pies de la Virgen María para que Ella obtuviera de su Hijo el perdón de todas sus faltas y los aceptase para la gloria de su Hijo y la suya… siendo siempre y en todo, los servidores de esta Reina y Señora y por ello se llamarían siervos de María».
Bien pronto fueron aprobados por su propio Obispo y por el Papa después. Las gentes los tenía como santos pues decían que obraban muchos milagros. Cierto día cuando recorrían las calles de Florencia pidiendo limosna, unos niños que ni siquiera hablaban aún, exclamaron al pasar ellos: «He ahí los servidores de la Virgen. Dadles limosna».
El Viernes Santo de 1239 la misma Virgen María se les apareció para señalarles que fuera negro su hábito y que aceptasen la Regla de San Agustín. Pronto empezaron a acudir jóvenes que deseaban abrazar aquella vida de austeridad y de servicio a la Virgen María a la que estaban especialmente dedicados. Desde un principio quisieron hacer hincapié en estas notas distintivas de su espiritualidad: Amor al retiro o soledad y también ejercicio del apostolado cuando fuere necesario pero especialmente con esta dirección: Propagar la devoción a la Virgen María en especial bajo esta faceta de su cooperación dolorosa a la Redención de Jesucristo.
Fueron muriendo poco a poco los seis fundadores. Sólo sobrevivió a todos ellos San Alejo que es el más conocido y el que tuvo la alegría de ver propagada la Orden de la Virgen María por muchas partes con abundancia de vocaciones. Tuvo perseguidores como era natural por ser obra de Dios pero, pasados algunos siglos, el 15 de enero de 1888, el Papa León XIII los elevaba a los siete al honor de los altares.
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por cef | ewtn.com | 13 Feb, 2011 | Postcomunión Vida de los Santos
La Iglesia universal celebra el 14 de febrero la fiesta de dos de los más grandes evangelizadores de la historia. Muchos de los países eslavos deben su fe a la labor de estos dos hermanos, un monje y un obispo, quienes también dotaron a estos pueblos de sus primeras obras literarias y del alfabeto, llamado en su honor «cirílico», en el que se escriben muchas de sus lenguas, como el búlgaro, el serbio o el ruso.
Juan Pablo II, polaco y eslavo, los declaró copatrones de Europa junto a san Benito de Nursia o a san Bonifacio, y escribió en su honor la Carta Encíclica Slavorum apostoli.
Eran dos hermanos. En el mundo se llamaban Constanino y Miguel. Recibieron sus nombres de Cirilo y Metodio al entrar a la vida religiosa.
Son los dos grandes apóstoles de los países eslavos, como por ejemplo: Macedonia, Chequia, Eslovaquia, Eslovenia, Bulgaria, Serbia, Croacia, etc.
Nacieron en Tesalónica, Grecia. Su padre era un importante funcionario gubernamental. En su ciudad se hablaban varios idiomas, y entre ellos el eslavo. Fueron siete hermanos. Metodio era el mayor y Cirilo el menor de todos.
Cirilo y Metodio ejercieron su misión evangelizadora en el imperio de la Gran Moravia. Este Estado surgió a comienzos del siglo noveno. Su centro se hallaba en Moravia, en la actualidad parte oriental de la República Checa. También pertenecían a la Gran Moravia territorios eslovacos y su influencia se extendía hasta Bohemia.
En la Gran Moravia propagaban el cristianismo misioneros de Italia Septentrional y principalmente de la vecina Baviera. A mediados del siglo noveno Moravia ya era cristiana, mas el príncipe Rostislav, deseando obtener plena independencia con respecto al imperio franco oriental – la posterior Alemania-, solicitó al emperador de Bizancio, Miguel III, de Constantinopla, el envío de sacerdotes cultos que afianzasen el cristianismo en la Gran Moravia y estableciesen una organización eclesiástica independiente de Baviera. El emperador de Bizancio encargó la misión a dos cultos hermanos, Cirilo y Metodio, oriundos de Salónica, que dominaban la lengua eslava.
Cirilo y Metodio llegaron al imperio de la Gran Moravia en el año 863 y desarrollaron aquí una extraordinaria labor religiosa y cultural. Los hermanos Cirilo y Metodio nacieron en el seno de una familia griega radicada en Salónica. Cirilo cuya labor misionera en la Gran Moravia se extendiera durante cuatro años, aportó grande y fundamentalmente la cultura granmorava, así por ejemplo, el alfabeto compuesto de 38 letras, el que reflejaba la gran riqueza sonora del eslavo antiguo. La escritura eslava de Cirilo recibió el nombre de glagólica.
Cirilo es también el fundador de la literatura eslava. Elaborada la escritura eslava, de inmediato se enfrascó en la traducción de libros religiosos al eslavo antiguo. El primer libro traducido por Cirilo fue el evangeliario, elemento indispensable para celebrar las misas y para la catequesis. Con ayuda de sus discípulos vertió al eslavo antiguo también el misal, el apostolario y otros libros litúrgicos.
Al concluir en Moravia la traducción de los cuatro evangelios, Cirilo escribió el prólogo de esta obra, llamado Proglas. Se trata de una composición poética, escrita en versos, según los cánones griegos, considerada una obra fundamental de la literatura eslava.
Terminados sus cuatro años misioneros en la Gran Moravia, Cirilo viajó a Roma e ingresó en un convento de monjes griegos. Falleció a los 50 días de su estancia en la Ciudad Eterna, el 14 de febrero del 869. Al morir, el primer educador y maestro de los eslavos tenía tan sólo 42 años.
Metodio, hermano de Cirilo y colaborador en la misión en la Gran Moravia, nació alrededor del año 815, también en Salónica. El padre lo destinó a la carrera militar para la cual Metodio tenía notables dotes.
Disgustado por violentos sucesos en la corte bizantina, Metodio renunció al puesto de comandante militar e ingresó en un convento ubicado al pie del Olimpo. Metodio se desempeñó cómo archidiácono del templo de Hagia Sofia, de Constantinopla,y como profesor de filosofía.
Metodio fue el arzobispo metropolitano de los granmoravos, aunque no siempre encontró la comprensión y el respaldo del príncipe de la Gran Moravia, Svatopluk.
Bajo la dirección de Metodio se desarrolló la escuela literaria morava de la cual salieron las traducciones al eslavo antiguo de todos los libros del Viejo y del Nuevo Testamento. La traducción de las Sagradas Escrituras fue realizada en la Gran Moravia en ocho meses. Metodio la dictó a los escribanos que utilizaban una especie de taquigrafía.
San Metodio murió el 6 de abril del año 885 y fue enterrado en su templo metropolitano en Moravia. La tradición sitúa el lugar de su sepultura en Velehrad, Moravia del Sur. Sin embargo, el desmoronamiento del imperio de la Gran Moravia como consecuencia de las incursiones de los magiares ocasionó la destrucción de los asentamientos.
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Cargado de trabajos, Constantino Cirilo cayó enfermo; estuvo muchos días con fiebre y un día tuvo una visión de Dios y empezó a cantar así:
«Qué alegría cuando me dijeron: «Vamos a la casa del Señor»; se regocijan mi corazón y mi espíritu».
Revestido de sus ornamentos, se pasó todo aquel día lleno de contento, diciendo:
«Desde ahora ya no soy siervo ni del emperador ni de hombre alguno sobre la tierra, sino sólo de Dios todopoderoso. Primero no existía, luego existí, y existiré para siempre. Amén».
Al día siguiente se vistió con el santo hábito monástico y, como quien añade luz a la luz, se impuso el nombre de Cirilo. Permaneció con este hábito durante cincuenta días.
Llegada la hora de recibir el merecido descanso y emigrar a las moradas eternas, levantó las manos hacia Dios, diciendo entre sollozos:
«Señor Dios mío, que creaste todas las jerarquías angélicas y las potestades incorpóreas, desplegaste el cielo y afirmaste la tierra y trajiste todas las cosas de la inexistencia a la existencia, que escuchas continuamente a los que hacen tu voluntad, te temen y guardan tus preceptos: escucha mi oración y guarda a tu fiel rebaño, que encomendaste a este tu siervo inepto e indigno.
Líbralos de la impiedad y del paganismo de los que blasfeman contra ti, acrecienta tu Iglesia y reúne a todos sus miembros en la unidad. Haz que tu pueblo viva concorde en la verdadera fe, e inspírale la palabra de tu doctrina, pues tuyo es el don que nos diste para que predicáramos el Evangelio de tu Cristo, exhortándonos a hacer buenas obras que fueran de tu agrado. Te devuelvo como tuyos a los que me diste; dirígelos con tu poderosa diestra y guárdalos bajo la sombra de tus alas, para que todos alaben y glorifiquen el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén».
Y, besando a todos con el ósculo santo, dijo:
«Bendito el Señor, que no nos entregó en presa a sus dientes; hemos salvado la vida como un pájaro de la trampa del cazador; la trampa se rompió, y escapamos».
Y con esto se durmió en el Señor. Tenía cuarenta y dos años de edad.
El papa ordenó que todos los griegos residentes en Roma, así como los romanos, asistieran con cirios al funeral de aquel santo varón, y que lo hicieran como si del mismo papa se tratase.
«Acrecienta tu Iglesia, y reúne a todos sus miembros en la unidad», Vida eslava de Constantino Cirilo, cap. 18: Denkschriften der kaiserl. Akademie der Wissenschaften 19, Viena 1870, p. 246.
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Oración
Dios, que iluminaste a los pueblos eslavos mediante los trabajos apostólicos de los santos hermanos Cirilo y Metodio, concédenos la gracia de aceptar tu palabra y de llegar a formar un pueblo unido en la confesión y defensa de la verdadera fe. Por nuestro Señor Jesucristo.
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Fuente audiovisual: Santos Cirilo y Metodio, patronos de Europa
Encarni Llamas en Diócesis TV
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Fuente audiovisual: Santos Cirilo y Metodio, patronos de Europa
Audiencia General de Santo Padre emérito Benedicto XVI
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