Oración en familia

Oración en familia

La oración en familia, como toda oración requiere un aprendizaje, y una inquietud interior que nos proporcione el sentimiento de búsqueda y acercamiento a Dios Padre.

Así pues, debemos buscar el momento, el rincón, y las condiciones que nos ayuden a ello. No es fácil, ni nuestro día a día, nos permite siempre poderlo hacer como nos gustaría. Tampoco nuestros hijos tienen siempre el mismo interés, ni nosotros la misma paciencia. No obstante hemos de tratar que sea algo gratificante para todos. A veces nos veremos forzados a abreviar, pero nunca deberemos perder de vista el sentido profundo que tiene la oración en familia. Es una huella que quedará imborrable en la memoria de los hijos.


Testimonio de una familia

Para nosotros, el mejor momento es una vez que nuestros hijos han terminado sus tareas y ha llegado el momento de que se preparen para irse a la cama. Es bueno buscar ese rincón de casa, donde podamos estar todos juntos y tengamos cerca una imagen que nos inspire alguna devoción: de la Virgen María, del Sagrado Corazón, de la Sagrada Familia, etc. Es bueno buscar una iluminación adecuada que nos permita concentrarnos en la imagen cercana, manteniendo el resto en penumbra. La luz de una sencilla vela puede ser lo más adecuado. También ayuda poner como fondo una buena música (por ejemplo, canto gregoriano) que nos acerque a Dios, nos relaje y nos ayude a orar. 

Solemos empezar con una lectura. El evangelio del día, o el Santo de cada día nos pueden ayudar en esto, ambos se pueden encontrar adaptados para niños, y con un texto no excesivamente largo que acabe dilatando la oración en exceso. Una vez realizada la lectura, intentamos concentrarnos en nuestra imagen iluminada por la vela y la música de fondo. Comentamos la lectura, comprobando si han recogido el contenido mediante preguntas sencillas y ayudándoles a descubrir el mensaje de fondo.

En este paso, deberíamos encontrarnos todos dispuestos a la oración con el corazón abierto a Dios, pero no siempre es así, o mejor dicho, no siempre lo conseguimos todos. A continuación empezamos un turno de palabra, para expresar nuestra gratitud y peticiones al Señor. De uno en uno, cada uno dice lo que siente en su corazón. Damos la posibilidad de que algún día, alguno, pueda hacerlo en silencio y para sí, pero tampoco dejamos que esto se convierta en norma. Aprovechamos este momento para “recoger el día”, ver que hubo de bueno y de malo, dónde acertamos y dónde nos equivocamos, resolver las pequeñas diferencias familiares, y los problemas de la convivencia diaria. Acostumbrándonos a reconocer nuestras faltas, pedir perdón si hemos llegado a ofender a alguien, y ayuda a Dios para ser más sensibles a nuestros hermanos. Este es el mejor momento de la oración cuando cada uno saca lo que lleva dentro de su corazón y lo comparte. Sus alegrías cuando dan gracias, su visión de los problemas de la vida, cuando piden ayuda a Dios, y el sentimiento de hermanos y familia, cuando se piden perdón y solucionan sus problemas.

Después de esto acabamos con una oración, como un Padrenuestro, Avemaría o el Ángel de la guarda. Y para finalizar, si aún queda tiempo, unos minutos de música en silencio, para irnos a la cama en paz con Dios, nuestros hermanos, y con nosotros mismos. 

Estos ratos de oración familiar, pero de un modo más informal, también intentamos buscarlos en otros momentos del día. Durante el camino al colegio, al bendecir la mesa, cuando hay algo que celebrar en casa o cuando alguna noticia nos aflige. No llegamos a interiorizar tanto, pero sí nos ayudan a tener a Jesús presente en nuestras vidas y no olvidarnos de Él.

A título de recomendación, por si a alguien le puede ser de ayuda el uso de la música, una de nuestras grabaciones favoritas son las oraciones del Monasterio de Santa María de Huerta y, para rezar por la noche, nada mejor que completas. Nos ayudan a relajarnos, dejándonos caer en los brazos de Dios Padre, y conciliar el sueño. 

Igualmente, en cuanto a las lecturas, Los Santos, un amigo para cada día, de la editorial Edibesa. Tiene una lectura fácil para los niños y, sin ser demasiado largas, nos sirven para darles a nuestros hijos, modelos cristianos de referencia, y un buen rato de reflexión y oración.

El Evangelio de cada día para niños, se titula Voy contigo y está editado en Publicaciones Claretianas. Viene adaptado a su lenguaje y lo usamos cuando no disponemos de tanto tiempo.

Esperamos que estas pautas puedan ayudar a otras familias a avanzar padres e hijos juntos, en su oración con Dios, a sentir su amor por cada uno de nosotros y a pedirle ayuda, no solo cuando nos sintamos pequeños.

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Isa y Paco (Madrid)


Bienvenidos a Catequesis en familia

Bienvenidos a Catequesis en familia

Bienvenidos al portal catequesisenfamilia.org (CeF) patrocinado por el Grupo Editorial Casals  y que está dedicado exclusivamente a la promoción y ayuda al desarrollo de proyectos de catequesis familiar, con el empeño de dar continuidad al mensaje que nos dejó el Santo Padre emérito Benedicto XVI en su viaje a Valencia en julio de 2006.

Pretendemos convertirnos en un punto de encuentro para padres e hijos, catequistas y catecúmenos, mayores y niños, que quieran vivir su fe en familia, junto a sus seres queridos, y que necesiten materiales de todo tipo para crecer en la fe. Por esta razón, vamos a incidir especialmente en la «catolicidad» de los materiales que ofrezcamos, siempre fieles a la doctrina de la Iglesia.

En nuestro portal los contenidos, materiales y recursos se distribuyen en las siguientes secciones:

  • Catequesis familiar: con artículos referentes al ámbito específico de la transmisión de la fe en la familia, conceptos básicos, su historia, principales documentos, testimonios y propuestas para desarrollar actividades catequéticas en la familia. Este material está dirigido tanto a padres como a párrocos y catequistas. También incluye el evangelio diario.
  • Despertar religioso: materiales adecuados y necesarios para el desarrollo de la fe en los primeros años del bautizado, hasta que es introducido en la catequesis de la primera comunión. En esta sección ofrecemos muchos materiales del sistema de la Editorial Casals, Serafín.
  • Primera Comunión: Materiales, dinámicas y recursos, dirigidos a padres, catequistas y catecúmenos de este nivel. En esta sección ofrecemos muchos materiales del sistema de la Editorial Casals, Ven y sígueme.
  • Postcomunión: Materiales, dinámicas y recursos, dirigidos a padres, catequistas y preadolescentes que afrontan el desarrollo de su fe tras haber recibido la Primera Comunión.
  • Confirmación: Materiales, dinámicas y recursos, dirigidos a padres, catequistas y catecúmenos de este nivel. En esta sección ofrecemos muchos materiales para lectura y reflexión de la fe específicamente para adolescentes: vidas de santos, historias de la Biblia, devociones, etc.
  • Novios: Artículos, testimonios, experiencias parroquiales, magisterio y muchos más materiales que esperamos sean de mucha utilidad a párrocos, catequistas y futuros matrimonios.

Nuestra intención es facilitar la transmisión de todo aquello que pueda ser útil para las familias en la educación de la fe en el hogar y para los párrocos y colegios de ideario católico que desarrollen planes de catequesis orientados a las familias.

Bienvenidos a Catequesis en familia Bienvenidos a Catequesis en familia

¡Qué precioso es el valor de la familia, como lugar privilegiado para transmitir la fe!

Santo Padre Francisco

Bienvenidos a Catequesis en familia

Equipo de Catequesis en familia

  • Coordinador: D. Pedro de la Herrán Luzárraga -sacerdote-
  • Editor: Guillermo Mirecki Quintero
  • Editor multimedia: Luis García Reviejo
  • Enlace editorial: Mariano Sáez (Editorial Casals)
  • Webmaster: Alberto Zamora
  • Colaboradores: Pedro de la Herrán, Guillermo Mirecki, Javier Amate, Juan Luque, Enrique Quirós, Flory Martín, María Vicente, Blanca Ybarra, Jason Leveque, Rogelio Benítez, Antonio Celada, Mercedes Escrivá de Romaní, Montse Adell, Dibujator, Susana Campillo, Miguel Quesada.

 

Actualizado ( Jueves, 10 de Abril de 2014 14:26 )

Los catecismos en Catequesis en Familia

Los catecismos en Catequesis en Familia

Los catecismos son instrumentos oficiales de la Iglesia para la enseñanza de la doctrina cristiana. Los católicos hemos de apreciar estos textos porque, gracias a ellos, se han podido transmitir, de generación en generación, los contenidos fundamentales de nuestra fe.

La referencia principal para toda la Iglesia es el Catecismo de la Iglesia Católica (1992), inapreciable regalo del papa Juan Pablo II. Su sucesor publicó en 2005 una «síntesis fiel y segura» de ese texto fudamental: el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica.

El papa Benedicto XVI, en el documento de aprobación del Compendio, hace una observación que, como miembros de familias católicas, debemos tener muy presente: «por su brevedad, claridad e integridad, [este Compendio] está dirigido a toda persona que, viviendo en un mundo disperso y lleno de variados mensajes, quiera conocer el Camino de la Vida y de la Verdad, entregado por Dios a la Iglesia de su Hijo».

El Catecismo de la Iglesia Católica y su Compendio han de ser la base en la que nos apoyaremos para explicar los contenidos de la fe en el ámbito familiar.

La familia, con estas «guías seguras» a mano, puede conversar, razonar y, por qué no, vivir nuestra fe, explicándola a cada miembro, según sus capacidades y su edad. Padres, pero también abuelos y hermanos de mayor edad u otras personas que se integren en nuestro grupo familiar, tienen un deber especial para con los más pequeños: que aprendan estudiando, jugando o cantando, y que vayan descubriendo la alegría del Evangelio mientras abren sus ojos al mundo.

Además de estos dos textos principales, ofrecemos a nuestros usuarios documentación sobre el catecismo para la iniciación cristiana, Jesús es el Señor (2008), elaborado por la Conferencia Episcopal Española.

Y, como complemento, una colección de enlaces a los principales catecismos católicos, adaptaciones de los textos oficiales de la Iglesia o textos anteriores a 1992, que están accesibles en la red, bien sea publicados en otros portales, bien para descarga directa.


Catecismo Mayor de san Pío X 

Prescrito por San Pío X el 15 de julio de 1905 – Texto edición 1973. Se publicó para la exposición de un modo claro los rudimentos de nuestra fe católica y de aquellas divinas verdades con que debe informarse la vida de todo cristiano.


Catecismo para rezar a Dios

Devocionario que presenta una selección de Oraciones que vienen a llenar un vacío y permitirá a los fieles acercarse confiadamente a Dios. Preparado por el Pbro. Fernando Castro Aguayo (1997).


Catecismo de la Familia y el Matrimonio

Material doctrinal que recoge de manera muy fiel y bastante completa la doctrina de la Iglesia católica, contenida tanto en la Revelación como en el Magisterio, relativa al matrimonio y la familia. Preparado por los presbíteros Fernando Castro Aguayo y Jaime Molina-Niñirola.


Catecismo social

Síntesis de la Doctrina Social de la Iglesia para orientar a quienes se esfuerzan por construir una sociedad más justa y fraterna, ilustrar a todos los ciudadanos en los principios que deben iluminar una acción social a favor de los demás, impartir una formación social más profunda a los fieles católicos y ayudar a los dirigentes del Estado para que ejerciendo sus deberes y derechos puedan respetar más y mejor la dignidad humana de todos. Preparado por los presbíteros Fernando Castro Aguayo y Jaime Molina-Niñirola (1997).


Síntesis del Nuevo Catecismo de la Iglesia católica

Compendio de la Doctrina Cristiana de ayuda práctica para que las familias instruyan en la Fe a sus hijos y a muchas otras personas. Preparado por el Pbro. Fernando Castro Aguayo.


Catecismo de la Doctrina Cristiana «Astete»

Texto original del popular catecismo que es un compendio simple de lo que el cristiano debe saber y cumplir para salvarse, y de hecho este catecismo, sirvió a la gran expansión católica de la contrarreforma y la Evangelización del Nuevo Mundo. Tuvo gran difusión y se contabilizan más de mil ediciones. Fue comuesto por el Padre Gaspar Astete, nacido en 1537 y muerto en 1601. Aquí ofrecemos la parte original de Gaspar Astete con las adiciones de Gabriel Menéndez de Luarca (1742-1812) y las modificaciones de Benito Sanz y Flores.


Catecismo de la Doctrina Cristiana «Ripalda» (o explicaciones del Astete)

Compuesto por el Padre Jerónimo Ripalda (1616). Constituye una breve y clara exposición de la doctrina cristiana. Edición de 1957.


Catecismo de la Doctrina Cristiana

Primer Grado Texto Nacional

Comprende las nociones elementales que se han de enseñar a los niños de corta edad, y en especial a los que se preparan para recibir la primera Comunión. Edición de 1964.


Catecismo de la Doctrina Cristiana

Segundo Grado – Texto Nacional

Contiene la doctrina que han de aprender los niños que hayan recibido la primera Comunión y se hallen bien instruidos en las nociones de primer grado. Edición de 1958.

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Finalidad, características y destinatarios del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica

Finalidad, características y destinatarios del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica

El Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica tiene la siguiente finalidad:

Presentar de forma sintética todos los contenidos esenciales y fundamentales de la fe de la Iglesia.

Constituir un vademécum que permita a todas las personas, creyentes y no creyentes, abarcar el conjunto de la fe católica.

Ofrecer la posibilidad de conocer mejor el Catecismo de la Iglesia Católica, como exposición de la fe católica, al cual remite para una lectura completa y en profundidad.

Sus características

1.ª Estrecha dependencia del Catecismo de la Iglesia Católica

2.ª Estilo dialogal

3.ª El uso de imágenes

1. Se puede decir que no se trata de un compendio de la fe católica, sino del Catecismo de la Iglesia Católica. Tal dependencia es atestiguada en tres aspectos:

  • Contenidos: El Compendio presenta, de forma sintética, todos los contenidos doctrinales fundamentales y esenciales de la fe y de la moral católica, ya expuestos en el Catecismo de la Iglesia Católica, respetando la jerarquía de verdades.
  • Articulación: Se mantiene la misma estructura y subdivisiones que en el Catecismo de la Iglesia Católica: Partes / Secciones / Capítulos / Artículos, dando lugar a cuatro partes:

1.º La profesión de fe
2.º La celebración del Misterio cristiano
3.º La vida en Cristo
4.º La oración cristiana

  • Referencias al margen: Indican el número de párrafo del Catecismo, y así puede profundizarse en el contenido respectivo.

2. Su carácter dialógico o estilo dialogal. Se ha elegido este género literario, basado en preguntas y respuestas, ya que invita a la lectura mediante el establecimiento de un diálogo entre el texto y el lector, ofreciendo fórmulas breves y fácilmente asimilables, favoreciendo así, de algún modo, la eventual memorización y afianzando fórmulas que puedan perdurar.

3. La presencia de imágenes. Se ofrece, junto a la palabra, la imagen sagrada, dado su dinamismo de comunicación y transmisión del mensaje evangélico.

Destinatarios

  • Toda la Iglesia y cada cristiano para renovar su compromiso de evangelización y educación de la fe.
  • Toda persona, creyente o no, que quiera conocer sintéticamente la fe de la Iglesia.

Etapas de la redacción

La propuesta de elaboración del Catecismo de la Iglesia Católica (CIC) se llevó a cabo en la Asamblea Extraordinaria del Sínodo de los Obispos convocada en 1985 con ocasión del XX aniversario de la clausura del Concilio Vaticano II.

  • 1986: Comienza su elaboración.
  • Febrero de 1992: El Catecismo de la Iglesia Católica es redactado y aprobado como proyecto definitivo y presentado al Papa Juan Pablo II para su estudio.
  • 25 de junio de 1992: El CIC es aprobado por el Papa.
  • 11 de octubre de 1992: El Papa Juan Pablo II promulga el Catecismo de la Iglesia Católica por la Constitución Apostólica Fidei Depositum.
  • 7 y 8 de diciembre de 1992: El CIC es presentado oficialmente a toda la Iglesia. En la rueda de prensa del día 9, el Cardenal Ratzinger presenta, junto con el texto en francés, las ediciones en italiano y español.
  • 15 de agosto de 1997: Se aprobó y promulgó la edición típica latina con la Carta Apostólica Laetamur Magnópere. La edición típica latina es la conclusión del camino de elaboración del Catecismo de la Iglesia Católica comenzado en 1986. Se hace una versión y edición en lengua española adaptada al texto latino.
  • Octubre de 2002: El Congreso Catequético Internacional, convocado para conmemorar los 10 años del CIC, concluye formulando al Papa Juan Pablo II, entre otros asuntos, el deseo de una síntesis del Catecismo de la Iglesia Católica.
  • Febrero de 2003: Comienza la preparación del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, confiando su redacción a una Comisión de Cardenales presidida por el Cardenal Ratzinger.
  • 28 de julio de 2005: El Papa Benedicto XVI, mediante Motu Proprio, aprueba el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica y lo presenta a toda la Iglesia.
  • 13 de octubre de 2005: Presentación del Compendio en su edición del texto oficial en lengua española.


Biblias católicas

Biblias católicas

Ante la creciente aparición de versiones no católicas de las Sagradas Escrituras en Internet, queremos que, desde este punto, las familias y los fieles en general tengan acceso a versiones de indudable fidelidad, de las que están disponibles en la red, ya sean ediciones html o digitales.

  • Comenzamos con la que más confianza nos puede dar, y no es otra que la edición española que la Santa Sede ofrece en su portal.

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¿Por qué la Biblia Católica tiene más libros que la protestante?

¿Por qué la Biblia Católica tiene más libros que la protestante?

Por el año 605 a.C., el Pueblo de Israel sufrió una dispersión o, como se le conoce bíblicamente, una «diáspora». El rey Nabuconodosor conquistó Jerusalén y llevó a los israelitas cautivos a Babilonia, comenzando de Babilónica» (cf. 2 Reyes 24, 12; y 2 Reyes 25, 1).

Pero no todos los israelitas fueron llevado cautivos, un «resto» quedó en Israel: 2 Reyes 25, 12; 2 Reyes 25, 22; Jeremías 40, 11; Ezequiel 33, 27. También un número de Israelitas no fueron cautivos a Babilonia sino que fueron a Egipto: 2 Reyes 25, 26; Jeremías 42, 14; Jeremías 43, 7.


El rey Ciro de Persia conquistó a Babilonia (2 Crónicas 36, 20; 2 Crónicas 36, 23) y dio la libertad a los israelitas de regresar a Israel, terminando así su esclavitud. Algunos regresaron a Palestina (Esdras 1, 5; 7, 28; y Nehemías 2, 11) pero otros se fueron en vez a Egipto, estableciéndose, en su mayoría, en la ciudad de Alejandría (fundada por Alejandro Magno en el 322 a.C, contaba con la biblioteca mas importante del mundo en esa época). En esta gran ciudad convivían griegos, judíos y egipcios. Así que los judíos estaban disgregados aun después del fin del cautiverio, unos en Palestina y otros en la diáspora, sobre todo en Alejandría. En el tiempo de Jesús habían mas judíos en Alejandría que en la misma Palestina (1 Macabeos 1, 1)

Mientras la primera semejanza de un canon hebreo se empieza a formar, la lengua hebrea comienza a morir y desapareció completamente para el año 135 a.C. Por esta razón Jesús y sus contemporáneos en Palestina hablaban arameo, un dialecto del hebreo.


La Traducción de los Setenta (Septuagésima)

Como en la mayor parte del mundo civilizado, la lengua principal de Alejandría en el siglo III a.C. era el griego. Había por eso gran necesidad de una traducción griega de las Sagradas Escrituras. La historia relata que Demetrio de Faleron, el bibliotecario de Plotomeo II (285-246 a.C.), quería unas copias de la Ley Judía para la Biblioteca de Alejandría. La traducción se realizó a inicios del siglo tercero a.C. y se llamó la Traducción de los Setenta (por el número de traductores que trabajaron en la obra). Comenzando con el Torá, tradujeron todas las Sagradas Escrituras, es decir todo lo que es hoy conocido por los cristianos como el Antiguo Testamento. Introdujeron también una nueva organización e incluyeron Libros Sagrados que, por ser mas recientes, no estaban en los antiguos cánones pero eran generalmente reconocidos como sagrados por los judíos. Se trata de siete libros, escritos en griego, que son llamados hoy deuterocanónicos. Vemos entonces que no hay un «silencio bíblico» (una ausencia de Revelación) en los siglos precedentes al nacimiento de Jesús. La mayoría de los judíos de aquel tiempo sabían que Dios continuaba revelándose. Aquella era la última etapa de revelación antes de la venida del Mesías.

La Traducción de los Setenta contiene los textos originales de algunos de los deuterocanónicos (Sabiduría y 2 Macabeos) y la base canónica de otros, ya sea en parte (Ester, Daniel y Sirac) o completamente (Tobit, Judit, Baruc y 1 Macabeos).


La Traducción de de los Setenta es la que se usaba en tiempo de Jesucristo y los Apóstoles

La versión alejandrina, con los siete libros deuterocanónicos, se propagó mucho y era la generalmente usada por los judíos en la era Apostólica. Por esta razón no es sorprendente que esta fuera la traducción utilizada por Cristo y los escritores del Nuevo Testamento. 300 de las 350 referencias al Antiguo Testamento que se hacen en el Nuevo Testamento son tomadas de la versión alejandrina. Por es no hay duda de que la Iglesia apostólica del primer siglo aceptó los libros deuterocanónicos como parte de su canon (libros reconocidos como Palabra de Dios). Por ejemplo, Orígenes, (Padre de la Iglesia, 254), afirmó que los cristianos usaban estos libros aunque algunos líderes judíos no los aceptaban oficialmente.

Al final del primer siglo de la era cristiana, una escuela judía, quizás de rabinos, hicieron un canon hebreo en la ciudad de Jamnia, en Palestina. Cerraron el canon con los profetas Esdras (458 a. C.), Nehemías (445 a. C.), y Malaquías (433 a. C.). Este canon comprendía de 22 a 24 libros. No rechazaron los libros deuterocanónicos definitivamente, pero no los incluyeron entre los canónicos. El canon reconocido por los judíos no se fijó hasta mas de cien años después. Aun entonces, los libros «deuterocanónicos» siguieron siendo leídos y respetados por los judíos. Mientras tanto los cristianos siguieron reconociendo la versión alejandrina. Es así que surgieron los dos cánones del Antíguo Testamento.


Los dos cánones del Antiguo Testamento

El canon de Alejandría (la traducción de los Setenta al griego, hecha antes de Cristo y aceptada por todos los cristianos y muchos judíos, que contiene los libros deuterocanónicos).

El canon de Palestina (Jamnia, traducción hebrea hecha después de Cristo).

Los historiadores ponen como fecha en que se fijaron los cánones de las traducciones de Alejandría y de Palestina para el siglo segundo de nuestra era. El Obispo Melito de Sardis registró la primera lista conocida del canon alejandrino en el año 170 A.D. Contenía 45/46 libros (el libro de Lamentaciones se consideraba como parte de Jeremías). El canon Palestino contenía solo 39 libros pues no tenía los libros 7 libros Deuterocanónicos.


La Vulgata de San Jerónimo

La primera traducción de la Biblia al latín fue hecha por San Jerónimo y se llamó Vulgata (año 383 AD). El latín era entonces el idioma común en el mundo Mediterráneo. San Jerónimo en un principio tradujo del texto hebreo del canon de Palestina. Su estilo era mas elegante y en algunas frases distinto a la Traducción de los Setenta. Además le faltaban los libros deuterocanónicos por no estar en el texto hebreo. Esto produjo una polémica entre los cristianos. En defensa de su traducción, San Jerónimo escribió una carta: Ad Pachmmachium de optimo genere interpretandi, la cual es el primer tratado acerca de la traductología. Por eso se le considera el padre de esta disciplina. Ahí explica, entre otras cosas el motivo por el cual considera inexacta a la septuagésima. Finalmente se aceptó su versión, pero con la inclusión de los libros deuterocanónicos. Por eso la Vulgata tiene todos los 46 libros.


La Iglesia establece el canon

La controversia sobre que libros son canónicos fue larga, extendiéndose hasta el siglo IV y aun mas tarde. Las polémicas con los herejes, particularmente los seguidores de Marción, que rechazaban libros generalmente reconocidos por los Padres, hizo que la Iglesia definiera con autoridad la lista de los libros sagrados (el canon).

Los concilios de la Iglesia, el Concilio de Hipona, en el año 393 y el Concilio de Cartago, en el año 397 y 419, ambos en el norte de África, confirmaron el canon Alejandrino (con 46 libros para el Antiguo Testamento) y también fijaron el canon del Nuevo Testamento con 27 libros. La carta del papa S. Inocencio I en el 405, también oficialmente lista estos libros. Finalmente, el Concilio de Florencia (1442) definitivamente estableció la lista oficial de 46 libros del A.T. y los 27 del N.T.


El canon del Nuevo Testamento se definió en el siglo IV tras un largo y difícil proceso de discernimiento

El mismo nombre de «Nuevo Testamento» no se usó hasta el siglo II. Uno de los criterios para aceptar o no los libros fue que tuviese como autor a un apóstol; su uso, especialmente en la liturgia en las Iglesias Apostólicas y la conformidad con la fe de la Iglesia. Fue bajo estos criterios que algunos evangelios atribuidos a los Apóstoles (ej. Ev de Tomás, Ev. de Pedro) fueron rechazados. El evangelio de San Juan y el Apocalipsis se consideraron por largo tiempo como dudosos por el atractivo que tenían con grupos sectarios y milenaristas.

Todos los católicos aceptaron el canon de la Biblia fijado por los concilios mencionados y, como este canon no fue causa de seria controversia hasta el siglo XVI, no se necesitó definir el canon de la Biblia como una verdad infalible.


A la Biblia Protestante le faltan libros

En el 1534, Martín Lutero tradujo la Biblia al alemán y agrupó los siete libros deuterocanónicos bajo el título de «apócrifos», señalando: «estos son libros que no se tienen por iguales a las Sagradas Escrituras y sin embargo son útiles y buenos para leer.» Es así como los protestantes llegaron a considera a los deuterocanónicos como libros no aceptados en el canon, o sea como libros apócrifos.


La historia demuestra que no es verdad lo que dijo Lutero

Siempre los cristianos habían reconocido esos libros como parte de la Biblia. Los concilios del siglo IV y posteriores habían confirmado la creencia cristiana. La opinión de Lutero era mas bien la de los judíos que seguían la traducción de Jamnia. Lamentablemente Lutero propagó sus errores junto con su rebelión. Es por eso que sus seguidores, los protestantes, carecen de los libros deuterocanónicos de la Biblia:

  • Tobías
  • Judit
  • Ester (protocanónico con partes deuterocanónicas)
  • Daniel (protocanónico con partes deuterocanónicas)
  • I Macabeos
  • II Macabeos
  • Sabiduría
  • Eclesiástico (también llamado «Sirac»)
  • Baruc


Lutero no solo eliminó libros del Antiguo Testamento sino que hizo cambios en el Nuevo Testamento

«Él [Martín Lutero] había declarado que la persona no se justifica por la fe obrando en el amor, sino sólo por la fe. Llegó incluso a añadir la palabra «solamente» después de la palabra «justificado» en su traducción alemana de Romanos 3, 28, y llamó a la Carta de Santiago «epístola falsificada» porque Santiago dice explícitamente: «Veis que por las obras se justifica el hombre y no sólo por la fe». (Scott y Kimberly HAHN, Roma dulce hogar, ed. Rialp, Madrid, 2000, página 57; Scott Hahn fue ministro protestante, presbiteriano antes de su conversión)

Se tomó la libertad de separar los libros del Nuevo Testamento de la siguiente manera:

  • Libros sobre la obra de Dios para la salvación: Juan, Romanos, Gálatas, Efesios, I Pedro y I Juan.
  • Otros libros canónicos: Mateo, Marcos, Lucas, Hechos, el resto de las cartas de Pablo, II Pedro y II de Juan.
  • Los libros no canónicos: Hebreos, Santiago, Judas, Apocalipsis y libros del Antiguo Testamento.

Gracias a Dios, los protestantes tienen los mismos libros que los católicos en el Nuevo Testamento porque no aceptaron los cambios de Lutero para esta parte del canon.

Los protestantes y evangélicos se encuentran en una posición contradictoria

Reconocen el canon establecido por los concilios del siglo IV para el Nuevo Testamento (los 27 libros que ellos tienen) pero no reconocen esa misma autoridad para el canon del AT.

Es interesante notar que la Biblia Gutenberg, la primera Biblia impresa, es la Biblia latina (Vulgata), por lo tanto, contenía los 46 libros del canon alejandrino.


Posición de la Iglesia Anglicana (episcopalianos)

Según los 39 Artículos de Religión (1563) de la Iglesia de Inglaterra, los libros deuterocanónicos pueden ser leídos para «ejemplo de vida e instrucción de costumbres», pero no deben ser usados para «establecer ninguna doctrina» (Artículo VI). Consecuentemente, la Biblia, versión del Rey Jaime (1611) imprimió estos libros entre el N.T. y el A.T. Pero Juan Lightfoot (1643) criticó este orden alegando que los «malditos apócrifos» pudiesen ser así vistos como un puente entre el A.T. y el N.T. La Confesión de Westminster (1647) decidió que estos libros, «al no ser de inspiración divina, no son parte del canon de las Escrituras y, por lo tanto, no son de ninguna autoridad de la Iglesia de Dios ni deben ser en ninguna forma aprobados o utilizados mas que otros escritos humanos».


Clarificación católica del Canon

La Iglesia católica, fiel a la encomienda del Señor de enseñar la verdad y refutar los errores, definió solemnemente, en el Concilio de Trento, en el año 1563, el canon del Antiguo Testamento con 46 libros siguiendo la traducción griega que siempre habían utilizado los cristianos desde el tiempo apostólico. Confirmó así la fe cristiana de siempre y dijo que los libros deuterocanónicos deben ser tratados «con igual devoción y reverencia». El Catecismo de la Iglesia Católica reafirma la lista completa de los Libros Sagrados, incluyendo los deuterocanónicos.

Esta enseñanza del Concilio de Trento fue ratificada por el Concilio Vaticano I y por el Concilio Vaticano II (Constitución Dogmática Dei Verbum sobre la Sagrada Escritura).
La Biblia es un regalo del Señor presentado como obra terminada a través de un largo proceso culminado por el Espíritu Santo en la Iglesia Católica por cuya autoridad se establece el canon definitivo.


¿Cómo hacer la catequesis familiar en el hogar? con ‘Ven y sígueme’

¿Cómo hacer la catequesis familiar en el hogar? con ‘Ven y sígueme’

Antes de trabajar las páginas del método Ven y sígueme, conviene volver a subrayar la importancia de la catequesis familiar, es decir la que deben hacer los padres cristianos con sus hijos. El niño, hijo de Dios por el don del Bautismo, es considerado por Cristo miembro privilegiado del Reino de Dios; por lo tanto, quienes le han acercado a las fuentes del Bautismo para que reciba el don de la fe tienen el deber de seguir alimentándola continuamente. Benedicto XVI enseña que «la familia cristiana es el lugar del primer anuncio de la fe a los hijos». Y Juan Pablo II escribió que la forma fundamental de catequesis es la catequesis familiar, es decir, la catequesis que hacen los padres con sus propios hijos (cfr. Encíclica Redemptor Hominis, n.º 19); y llegó a enseñar que «la catequesis familiar debe preceder, acompañar y enriquecer cualquier otra forma de catequesis» (Catechesi tradendae, ver los n.os 36, 37 y, sobre todo el 68).

El Catecismo de la Iglesia Católica enseña que «la educación en la fe por los padres debe comenzar desde la más tierna infancia». Y afirma que «los padres tienen la misión de enseñar a sus hijos a orar y a descubrir su vocación de hijos de Dios» (n.º 2226). Otros aspectos fundamentales en la formación cristiana de los hijos son la iniciación a la Sagrada Escritura, a la oración y a la participación en la vida litúrgica.


Pero, ¿cómo hacer en la práctica la catequesis familiar?

En cada tema del método «Ven y sígueme» se dedican tres páginas a la Catequesis Familiar o Catequesis en familia. Se comienza siempre con un apartado titulado «Orientaciones para los padres» en el que se recogen unas sencillas pautas para orientar a los padres sobre cada tema. En este mismo apartado se les recomienda la lectura del tema correspondiente del Catecismo Jesús es el Señor. Esta lectura será una buena ayuda para su propia formación y también para que puedan ayudar mejor a su hijo/a en la catequesis familiar. Es muy importante cuidar la preparación de esta sesión y llevarla a cabo en un ambiente de seriedad, piedad y respeto. Ayudar al niño a que haga muy bien las actividades (limpieza, buena letra…), porque eso agrada a Jesús y porque se las deberá mostrar después a sus padres y al catequista. El esquema de las dos primeras páginas es muy sencillo:

  1. Una oración para rezar juntos (padres e hijos) al comenzar la catequesis.
  2. Observación de unos dibujos alusivos al tema que se está tratando.
  3. La lectura y reflexión sobre la Sagrada Escritura, que es el momento más importante de la catequesis (en este punto es cuando se puede proyectar la película del DVD, si lo pide el libro).
  4. Unas actividades de comprensión y de aplicación a la vida a partir del texto leído o de la película visionada.
  5. Escuchar la canción correspondiente al tema. Si parece oportuno, se puede comentar la letra de la misma.
  6. Una oración final (generalmente leída del catecismo Jesús es el Señor, según se indica en el libro).

Aunque cada tema es para una quincena, conviene dedicar cada semana unos 15 minutos a la catequesis familiar. En ella, los padres leen y comentan con sus hijos los textos y actividades que se recogen en esas dos páginas. De este modo, los niños van reforzando el aprendizaje del mensaje cristiano con la ayuda inestimable de sus padres.

La oración inicial y la oración final conviene hacerlas en el «rincón de oración» que se ha preparado en la casa, que es sencillamente un cuadro piadoso de la Sagrada Familia o de la Virgen María con el Niño Jesús, ante el cual comenzamos y terminamos cada sesión de catequesis familiar. A este rincón de oración acudiremos a rezar también en otros momentos del año, como en algunas fiestas principales, en el Mes de Mayo dedicado a la Virgen, etc.

La tercera página para la catequesis familiar (que es la última página de cada tema) se dedica a un santo/a o a una fiesta litúrgica. Mediante unas simpáticas viñetas se cuenta la historia de un santo o santa (o de una fiesta litúrgica), que sea modelo o muestra de los valores cristianos expuestos en el tema. Podemos leerla con el niño en otro momento para avivar en él el deseo de imitar a los santos, que son modelos en el seguimiento de Jesucristo. De ellos podrán aprender los niños a asumir hábitos de piedad y compromisos de vida cristiana. Hay varias páginas web donde se puede encontrar amplia información sobre la vida de estos santos, por ejemplo, en Aciprensa.

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¿Qué es la catequesis familiar?

¿Qué es la catequesis familiar?

La parroquia y la escuela no pueden sustituir a la familia en su misión educadora y evangelizadora, de ahí la importancia de esta metodología y su deseable integración parroquial en la iniciación en la fe. En esta forma de catequesis los adultos deben ser objeto de una atención constante porque es la catequesis que hacen los padres con sus propios hijos.

La catequesis familiar es una respuesta a las necesidades reales de nuestro tiempo, pues la evangelización de las familias es una prioridad de la Iglesia, como recordó el papa Benedicto XVI en su visita a Valencia, con ocasión del Encuentro Mundial de las Familias en julio de 2006, y como vienen insistiendo constantemente los obispos de España.

Juan Pablo II en su encíclica Redemptor Hominis (n. 19), afirma que la forma fundamental de catequesis es la catequesis familiar. Él tuvo una intensa experiencia de este tipo de catequesis durante su ministerio sacerdotal y episcopal en Polonia. En aquellos años el régimen comunista impartía en las escuelas públicas de Polonia una educación obligatoria, laica y atea, inspirada en los postulados del marxismo. La Iglesia católica respondió impulsando al máximo las catequesis familiares, es decir la transmisión de la fe en cada familia, bajo la orientación del párroco del lugar.

Anunciar el Evangelio de Jesucristo dentro de las familias, desde la recepción del Bautismo y, en especial, con ocasión de la preparación de los hijos para el Sacramento de la Eucaristía.Orientar a los padres en su acción de catequesis y ofrecerles los medios necesarios para fomentar la oración y la educación en la fe dentro de la familia.Celebrar la fe en la familia y en la comunidad parroquial.

La catequesis familiar es un itinerario de iniciación cristiana compuesto por pequeños pasos en la parroquia y en la familia en forma de sesiones de formación y de pequeñas celebraciones a lo largo del año litúrgico, como, por ejemplo, la Entrega de la Biblia o del Catecismo, la Renovación de las promesas del Bautismo, la celebración del Sacramento de la Reconciliación y de la Primera Comunión, etc. Intenta romper los estereotipos heredados que han llevado a la pastoral parroquial, en bastantes ocasiones, a funcionar por pura inercia.

La importancia de este método de catequesis radica en que se fundamenta en la naturaleza del matrimonio cristiano y de la familia cristiana como primera institución educadora, tanto de los valores humanos como en la vida de fe de los hijos. La parroquia y la escuela no pueden sustituir a la familia en su misión educativa, de ahí la importancia de esta metodología y su deseable integración parroquial en la iniciación en la fe.

Objetivos de la catequesis familiar

La catequesis familiar es una acción evangelizadora y educadora en la fe que pretende cristianizar a todo núcleo familiar formado por los padres y los hijos. La importancia de este método de catequesis radica en que se fundamenta en la naturaleza del matrimonio cristiano y de la familia cristiana como primera institución educadora, tanto de los valores humanos como de la vida de fe de los hijos.


Sobre el Catecismo ‘Jesús es el Señor’

Sobre el Catecismo ‘Jesús es el Señor’

1. Jesús es el Señor. Esta explícita confesión de fe de la Iglesia, recogida en el título del nuevo Catecismo que presentamos, muestra su finalidad: conducir a la confesión de fe en Jesucristo, a quien hay que «conocer, amar e imitar». Los Obispos, al ver culminado el largo y cuidadoso proceso de elaboración de este Catecismo, lo entregamos con gozo a sus destinatarios más directos: los niños y niñas que en su Iniciación cristiana descubrirán a Jesús como el Señor. Asimismo lo entregamos a las familias, transmisoras de la fe e iglesias domésticas, para el acompañamiento en la educación de los hijos; a los sacerdotes, como responsables y animadores de la catequesis parroquial; a los consagrados e instituciones católicas, para su misión en el ámbito educativo; y a los catequistas que lo utilizarán como documento de la fe en la catequesis. Todos son, de un modo directo y cercano, acompañantes de los niños en su encuentro con Jesús, el Señor.

La renovación de los catecismos alentada por el Catecismo de la Iglesia Católica

2. Pensando en todas las comunidades cristianas de nuestras diócesis, verdadero «hogar de la catequesis», los Obispos, pastores del Pueblo de Dios, «catequistas por excelencia», renovamos con este Catecismo que ahora os ofrecemos nuestra responsabilidad de ordenar la catequesis para que sea activa, eficaz y capaz de educar en una fe robusta a las generaciones cristianas de los tiempos nuevos. Para esta importante tarea contamos con el inestimable servicio que nos presta el Catecismo de la Iglesia Católica, que Juan Pablo II nos entregó, como «texto de referencia para una catequesis renovada en las fuentes vivas de la fe». Nos invitaba igualmente el Siervo de Dios a iniciar la adaptación de nuestros catecismos locales a este texto, destinado a ser «regla segura para la enseñanza de la fe e instrumento válido y legítimo al servicio de la comunión eclesial». También el Directorio General para la Catequesis y el Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, aprobado y publicado por Benedicto XVI, se ha sumado también a las fuentes de inspiración para los catecismos locales. vino a abundar en este servicio de comunión eclesial ofreciendo un amplio y detallado desarrollo de los criterios de elaboración de catecismos locales. El

3. Los Obispos españoles, recogiendo con agradecimiento estos documentos que la Santa Sede nos ha ofrecido y teniendo en cuenta las nuevas situaciones y retos con que nos encontramos en la transmisión de la fe en España, nos hemos propuesto renovar nuestros catecismos Padre Nuestro, Jesús es el Señor y Esta es nuestra fe. El primer fruto de esta tarea emprendida, como servicio a la comunión y a la educación en la fe demandada por el Catecismo de la Iglesia Católica, es este catecismo Jesús es el Señor. Deseamos que la armonía entre ambos sea apreciada y valorada por todos.

4. Disponíamos ya del libro Los primeros pasos en la fe, texto apropiado para el despertar religioso en el seno de la familia; con Jesús es el Señor ofrecemos un primer catecismo para la Iniciación cristiana de niños y adolescentes. En este Catecismo nos hemos esforzado en exponer íntegramente, para los niños de 6 a 10 años, el mensaje cristiano en un lenguaje significativo para ellos. Hemos tenido muy en cuenta que en estos años tiene lugar la primera participación en la Penitencia y en la Eucaristía, verdadero encuentro sacramental con el Señor. El texto, fruto del estudio y del trabajo directo de todos los Obispos españoles, aprobado en Asamblea Plenaria y, con posterioridad, por la Santa Sede, lo ofrecemos a nuestro pueblo para que sea utilizado en la catequesis como libro de la fe, al servicio de un contenido y un lenguaje común. Consideramos que Jesús es el Señor, por su sencillez, concreción, integridad, orden y exactitud, es el instrumento adecuado para la educación en la fe y para que los destinatarios acojan esta fe en su corazón, en su memoria, y la expresen en un mismo lenguaje.

Los catecismos y la catequesis

5. Al elaborar Jesús es el Señor somos fieles al valor que la Iglesia le ha dado siempre al catecismo como instrumento básico y orientación fundamental para la catequesis, al formular las verdades de la fe y salvaguardar la transmisión de lo que Dios dijo e hizo por nosotros los hombres y por nuestra salvación. Los catecismos, sin agotar la riqueza de la catequesis, son instrumentos a su servicio y cumplen una función imprescindible a lo largo de la Iniciación cristiana, que capacita básicamente a los creyentes para entender, celebrar y vivir el Evangelio. El catecismo encauza las tareas de la catequesis, pues en su contenido recoge la fe que la Iglesia misma profesa (Símbolo), celebra (Sacramentos), vive (moral cristiana) y ora (la oración del cristiano).

6. Los catecismos no son ajenos tampoco a los cambios sociales, culturales y religiosos, ni a las distintas etapas y circunstancias del crecimiento de las personas. También el contenido y uso del catecismo ha de tener en cuenta el contexto cultural en que se realiza la transmisión de la fe y las dificultades que se encuentran en cada época para consolidar la vida cristiana de las nuevas generaciones. Esta doble fidelidad de los catecismos, al mensaje y al destinatario, nos llama a recordar que «el don más precioso que la Iglesia puede ofrecer al mundo de hoy, desorientado e inquieto, es formar unos cristianos firmes en lo esencial y humildemente felices en su fe».

El Catecismo y los materiales complementarios

7. Señalado el valor de los catecismos como instrumentos por excelencia de la catequesis, llamamos la atención de cuantos han de utilizar el catecismo Jesús es el Señor, para que llegue a manos de sus destinatarios en su integridad, en su momento oportuno y especialmente en el acto catequético mismo. Sabemos, no obstante, que los catequistas suelen necesitar y utilizar apoyos complementarios en la catequesis (guías para catequistas, materiales didácticos, etc.). Estos, sin embargo, por su distinción cualitativa respecto del catecismo, en ningún caso han de sustituirlo o suplantarlo.

Nuestro aliento agradecido

8. No queremos terminar esta presentación del nuevo catecismo Jesús es el Señor, sin ofrecer nuestros aliento agradecido a todos cuantos os esforzáis en la gozosa, y a veces difícil, tarea de transmitir la fe: a las familias, a los sacerdotes y a los catequistas, acompañantes todos de los niños en su Iniciación cristiana. Conocemos las dificultades con que os encontráis, pero también nos consta que todo lo vivís con la confianza puesta en el Señor, apoyados en Él y fortalecidos por el Espíritu Santo. Os animamos a no desfallecer en la misión de llevar el Evangelio a todos, misión a la que nos alienta el papa Benedicto XVI diciendo: «nuestra esperanza es siempre y esencialmente también esperanza para los otros; sólo así es realmente esperanza también para mí. Como cristianos, no deberíamos limitarnos a preguntarnos: ¿Cómo puedo salvarme yo mismo? Deberíamos preguntarnos también: ¿Qué puedo hacer para que otros se salven y para que surja también para ellos la estrella de la esperanza?».

En la indispensable y esencial responsabilidad de educar en la fe, la Iglesia cuenta siempre con la intercesión maternal de santa María, la Madre de Jesús, y la de san José su esposo, en cuyo hogar creció Jesús en sabiduría y en gracia ante Dios y ante los hombres (cf. Lc 2, 52).

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Mensaje de la XCI Asamblea Plenaria de la Conferencia piscopal Española, 3–7 de marzo de 2008


JUAN PABLO II, Carta apostólica Novo millenio ineunte, 29.

CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 254.

JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Catechesi tradendae, 63.

Cf. JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Catechesi tradendae, 50.

JUAN PABLO II, Constitución apostólica Fidei depositum, 1.

JUAN PABLO II, Constitución apostólica Fidei depositum, 4.

LXXXVIII ASAMBLEA PLENARIA DE LA CONFERENCIA EPISCOPAL ESPAÑOLA, noviembre 2006.

CONGREGATIO PRO CLERICIS, Decreto 7 de junio de 2007.

«Un catecismo debe presentar fiel y orgánicamente la enseñanza de la Sagrada Escritura, de la Tradición Viva de la Iglesia y del Magisterio auténtico, así como la herencia espiritual de los Padres, de los santos y santas de la Iglesia, para que conozcan mejor los misterios cristianos y se reavive la fe del Pueblo de Dios. Debe recoger aquellas explicitaciones de la doctrina que el Espíritu Santo ha sugerido a la Iglesia a lo largo de los siglos». JUAN PABLO II, Constitución apostólica Fidei depositum, 3.

JUAN PABLO II, Exhortación apostólica Catechesi tradendae, 61.

Cf. CONGREGACIÓN PARA EL CLERO, Directorio General para la Catequesis, 132.

BENEDICTO XVI, Carta encíclica Spe Salvi, 48.