La buena conciencia es tan alegre, que hace alegres a todas las molestias de la vida.
Fray Luis de Granada
* * *
Al confesarme
¿Voy al Sacramento de la Penitencia con sincero deseo de purificación, conversión, renovación espiritual y amistad más profunda con Dios, o, por el contrario, lo considero como una carga impuesta por la Iglesia?
¿Callé voluntariamente algún pecado grave en alguna confesión anterior?
¿Cumplí la penitencia que se me fue impuesta?
¿Reparé las injusticias que pude haber cometido?
¿Me he esforzado en corregirme mis pecados anteriores, en tratar de no volverlos a cometer?
¿He tratado de corregir las faltas que impiden que ame a Dios y a mis hermanos?
Amar a Dios sobre todas las cosas
¿Trato de amar a Dios sobre todas las cosas y personas?
¿O me preocupo más por las cosas materiales y temporales, dejando a Dios en un segundo plano o tal vez totalmente olvidado?
¿Pongo a Dios primero que todo y primero que todos?
¿Tengo recta intención en mis pensamientos y actos o tengo escondidas intenciones en mi comportamiento?
¿Creo firmemente en Dios?
¿Creo en Jesucristo, Hijo de Dios que vino a salvarnos?
¿Creo en el Espíritu Santo?
¿En el Misterio de la Santísima Trinidad?
¿Me adhiero firmemente a todo lo que la Iglesia me enseña y requiere?
¿Tomo interés en instruirme sobre las verdades de la Fe, en leer la Palabra de Dios?
¿Evito programas, publicaciones, etc. que pudieran poner en peligro mi fe?
¿He tenido temor de dar a conocer mi fe en Dios y en la Iglesia?
¿Me comporto como cristiano en mi vida pública y privada?
¿He orado con la frecuencia necesaria?
¿Trato de conversar con Dios?
¿Pido a Dios en los momentos de tentación?
¿Acepto los sufrimientos que Dios permite para mí sin protestar?
¿Tengo reverencia y amor por el nombre de Dios o le ofendo con blasfemias, juramentos falsos o usando su nombre en vano?
¿He sido irreverente con la Virgen María y los Santos?
¿Voy a Misa los Domingos y días de fiesta de la Iglesia?
¿Participo con atención y devoción en la Santa Misa?
¿He cumplido el precepto de Confesión y Comunión anual?
¿Me he arrepentido y confesado cuando he cometido un pecado grave?
¿He recurrido a la magia, brujería, adivinación, espiritismo y otros recursos ocultistas?
¿Tengo tanta preocupación por el dinero y los bienes materiales que los pongo por encima de Dios?
Amaos los unos a los otros como Yo os he amado
¿Tengo auténtico amor por los demás o los trato como no quisiera que me trataran a mí?
¿Abuso de ellos utilizándolo para mis fines?
¿He sido causa de pecado para alguien?
¿He contribuido en medio de mi familia al bien y alegría de los demás con mi paciencia y mi verdadero amor?
¿Pienso primero en mí o en los demás?
Como hijo(a) ¿he sido obediente, le he profesado respeto y los he ayudado en sus necesidades espirituales y temporales?
Como padre/madre ¿me he preocupado por educar cristianamente a mis hijos, además de dar buen ejemplo y de ejercer mi autoridad adecuadamente?
Como cónyuge ¿he sido fiel de corazón y de hecho?
¿Comparto mis bienes con quienes lo necesitan?
¿He despreciado a alguien por su condición económica, social o racial?
¿Realizo en mi vida la misión que acepté en mi Confirmación de dar testimonio de Cristo?
¿Participo en obras de apostolado y de caridad en la Iglesia, en mi Parroquia?
¿He ayudado de alguna manera en remediar las necesidades de la Iglesia, de los pobres y del mundo?
¿Oro por los problemas del mundo y de la Iglesia?
¿Me preocupo por los problemas de los demás, de mi comunidad, de mi país, o vivo nada más preocupado de mis asuntos?
¿He cumplido con mis deberes cívicos?
¿He cumplido mis compromisos y contratos?
En mi trabajo ¿soy justo, honesto, trabajador, prestando mis servicios con dedicación?
En mi trabajo ¿He dado a mis empleados el salario justo y los trato bien?
Si tengo alguna responsabilidad de autoridad ¿la uso para provecho propio o para bien de los demás, en espíritu de servicio?
¿He mantenido la verdad y la fidelidad o he perjudicado a alguien con mentiras, calumnias o violación de algún secreto?
¿He producido algún daño a la vida, la integridad física, la reputación, el honor y los bienes de otros?
¿He procurado o inducido al aborto?
¿Odio a alguien?
¿He causado conflictos de separación con alguien?
¿He robado?
¿He restituido lo robado o reparado el daño de alguna manera?
¿He envidiado a otros o a sus bienes?
¿He pedido perdón cuando he hecho algún daño?
Si he sido injuriado, ¿he perdonado o he estado dispuesto a perdonar?
Si he sido injuriado, ¿Mantengo deseos de venganza?
Sean perfectos como su Padre es perfecto
¿Cuál es la dirección fundamental de mi vida?
¿Vivo esta vida terrena sabiendo que hay otra Vida después de ésta o creo que al morir todo se acaba?
¿Me aplico a avanzar en la vida espiritual con la oración, los Sacramentos, la lectura de la Palabra de Dios, la instrucción religiosa y tratando de ser cada vez mejor a los ojos de Dios?
¿De veras me esfuerzo en superar mis vicios, mis malas inclinaciones, mis pecados?
¿He pecado de gula en comidas y bebidas?
¿Me he drogado?
¿Me he opuesto a Dios de alguna manera?
¿He reclamado algo a Dios?
¿He pecado de orgullo, engreimiento, vanidad, jactancia?
¿He impuesto mi voluntad a los demás contra su libertad y sus derechos?
¿Cómo he usado mi tiempo, mis fuerzas, mis condiciones, los dones que Dios me ha dado?
¿He soportado con paciencia y serenidad los dolores y contrariedades que he tenido?
¿He ofrecido a Dios esos dolores y contrariedades?
¿He observado la ley de ayuno y abstinencia?
¿He mantenido mis sentidos y todo mi cuerpo en la pureza y castidad requerida según mi estado de vida?
¿He observado la ley moral dentro del Matrimonio?
¿He fornicado?
¿Me distraigo en pensamientos, deseos y acciones impuras?
¿He consentido en la búsqueda desordenada de placer?
¿Me he distraído con la pornografía?
¿He incitado al pecado a otros con mi ejemplo y comportamiento, con mi falta de decencia?
¿He caído en la hipocresía?
¿He actuado alguna vez contra mi conciencia por temor?
Para tu examen diario: ¿he dejado pasar alguna hora, sin hablar con mi Padre Dios?… ¿He conversado con El, con amor de hijo? ¡Puedes!
San Josemaría Escrivá de Balaguer
* * *
Examen de Conciencia para Jóvenes
Antes de confesarme
¿Voy al Sacramento de la Penitencia con sincero deseo de arrepentimiento y de cambiar o voy por cumplir con alguien?
¿He mentido deliberadamente en alguna confesión o no le he dicho algún pecado mortal al Sacerdote por vergüenza?
¿Me he esforzado en corregirme de mis pecados anteriores y en tratar de no volverlos a cometer?
¿Me he arrepentido y confesado cuando he cometido un pecado grave?
¿He recibido la Sagrada Comunión sin haber confesado antes algún pecado mortal, o sea, alguna falta grave contra la Ley de Dios?
Primer mandamiento: Amará a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a tí mismo
Relación con Dios
¿Busco amar a Dios con todo mi corazón?
¿Pongo a Dios primero que todo en mi vida y primero que todas las personas?
¿Dedico tiempo a amar a Dios hablando con Él en la oración?
¿Pido ayuda a Dios en los momentos de tentación?
¿Me he opuesto a Dios de alguna manera?
¿Alguna vez le he reclamado por algo que me ha sucedido a mí o a alguien?
¿He usado bien mi tiempo, mis fuerzas, mis capacidades, los dones que Dios me ha dado?
¿Pierdo el tiempo en actividades que no edifican (revistas, televisión, Internet, etc.)?
¿He caído en superstición o algún tipo de ocultismo (brujería, hechicería, poder mental, metafísica, astrología, adivinación, lectura de las cartas, santería, magia, fetichismo, espiritismo –incluyendo ouija-, satanismo) u otra práctica ajena al Cristianismo?
¿Confío en amuletos, pirámides, cristales, etc.?
Relación con el prójimo
¿Pienso primero en mí o en los demás?
¿Me preocupo por sus problemas o vivo nada más preocupado de mis asuntos?
¿Soy servicial?
¿Los trato como no quisiera que me trataran a mí?
¿Alguien ha cometido pecado por culpa mía?
¿Perdono cuando me siento ofendido o soy rencoroso y resentido?
¿Debo hacer las paces con alguien y no lo he hecho?
¿Cumplo mis promesas y compromisos?
¿He despreciado a alguien por su condición económica, social, racial, cultural o política?
¿Busco compartir lo que tengo con otros quetienen menos que yo?
Segundo mandamiento: No tomarás el nombre de Dios en vano
¿Tengo reverencia y amor por el nombre de Dios o le ofendo con juramentos falsos, blasfemias (palabras o acciones contra Él) o usando su nombre sin respeto?
¿He incumplido alguna promesa hecha a Dios?
¿He rechazado o abusado de algún objeto sagrado?
¿Le he deseado maldad a alguna persona?
¿He jurado hacer un mal?
Tercer mandamiento: Santificarás las fiestas
¿He faltado deliberadamente a Misa los Domingos?
¿Participo con atención y devoción en la Santa Misa o estoy distraído, tal vez hasta comiendo chicle?
¿He cumplido con el precepto de confesarme y comulgar al menos una vez al año?
¿Me confieso con frecuencia (una vez al mes) o considero que no hace falta porque creo que no tengo pecados?
¿He evitado las situaciones que podrían llevarme a pecar: ambientes, programas, personas, Internet, revistas?
¿Sigo las opiniones y conceptos de los demás, aunque esos planteamientos morales estén contra las Leyes de Dios y de la Iglesia (Por ej: practicar la masturbación, tener otro tipo de actividad sexual, seguir el horóscopo, tomar en exceso)?
¿Acepto con humildad los consejos y correcciones de personas con buen criterio o tiendo a rebelarme?
¿Me preparo bien para recibir al Señor en la Eucaristía o voy a comulgar por rutina y hasta en pecado mortal?
Cuarto mandamiento: Honrarás a tu padre y a tu madre
¿Respeto y obedezco a mis padres?
¿Los desprecio o no les demuestro amor?
¿Me avergüenzo de ellos?
¿Los insulto o trato con palabras irrespetuosas que los hacen sufrir?
¿Los he ayudado en sus trabajos y necesidades?
¿He contribuido en medio de mi familia a la armonía y alegría de los demás con mi actitud o he generado conflictos por mi rebeldía?
Quinto mandamiento: No matarás
¿He herido a alguien físicamente?
¿He intentado o pensado en suicidarme?
¿He caído en excesos que pueden dañar mi cuerpo (beber o fumar en exceso, utilizar drogas o comer más de lo necesario)?
¿He caído en peleas o insultos?
¿Me he dejado llevar por el resentimiento, el odio, la ira, los deseos de desquite y venganza?
¿He dicho o hecho cosas que ofenden al prójimo?
¿He llevado a alguien al pecado?
¿He causado algún daño a la fama de otros?
¿He dañado las cosas de otros?
¿He ocasionado conflictos de separación con alguien?
¿He pedido perdón cuando he hecho algún daño?
¿He perdonado?
Sexto mandamiento: No cometerás actos impuros
Noveno mandamiento: No consentirás pensamientos ni deseos impuros
¿He practicado la masturbación?
¿He tenido alguna actividad sexual con otra persona?
¿He incurrido en prácticas homosexuales?
¿Me he puesto en situaciones que me llevan a cometer tales acciones?
¿Me distraigo en pensamientos y deseos impuros o trato de rechazarlos?
¿Me he causado estos pensamientos con lecturas impuras, películas, internet o algún otro tipo de material pornográfico?
¿He disfrutado oyendo o contando chistes de doble sentido; cantado o disfrutado de canciones inmorales?
¿Me visto modestamente?
¿He incitado a otros al pecado con mi ejemplo y comportamiento, con mi falta de decencia?
¿Rezo inmediatamente para que se vayan los pensamientos impuros y las tentaciones?
Séptimo mandamiento: No robarás
¿He robado algo alguna vez?
¿He devuelto lo robado? Si esto no ha sido posible, he reparado el daño de alguna manera?
¿He regresado lo prestado?
¿He dañado a propósito algo que pertenezca a otra persona?
¿Desperdicio el tiempo en la escuela o en la casa?
Octavo mandamiento: No levantarás falsos testimonios ni mentirás
¿He dicho mentiras? (decir lo que no es cierto)
¿He actuado alguna vez contra mi conciencia para ser aceptado y reconocido por mis amigos?
¿Miento para quedar bien?
¿He incurrido en chismes? (contar a otra persona lo malo que dicen de ella)
¿He calumniado? (inventar contra otro lo que no han hecho)
¿He murmurado? (decir lo malo que otra persona ha hecho y que quizás no se sabía)
¿He juzgado a las personas? (dedicarse a opinar y pensar en contra de los demás)
¿Soy crítico, negativo o falto de caridad en mis pensamientos de los demás?
¿Mantengo los secretos que me han confiado?
Décimo mandamiento: No desearás los bienes ajenos
¿Envidio las pertenencias o posesiones de los demás?
¿Tengo un deseo exagerado de poseer bienes materiales?
¿Soy egoísta?
¿Confío en que Dios se ocupa de todas mis necesidades aunque no lo parezca?
Pecados Capitales y Virtudes Contrarias
1. Soberbia / Humildad
¿Me comparo con otros?
¿He tratado de llamar la atención con mis conocimientos, mi físico, etc.?
¿Busco aprobación, reconocimientos, honores y alabanzas?
¿Desprecio a otros en mi corazón?
¿Me he resentido por el trato recibido?
¿Me dejo llevar por pensamientos de orgullo, de creerme gran cosa, de ser muy importante, de querer lucirme?
¿Reconozco mis errores y pido perdón?
2. Avaricia / Generosidad
¿Estoy apegado a las cosas y al dinero?
¿Sacrifico mi tiempo para ayudar a los demás?
¿Soy generoso o egoísta con lo que tengo?
3. Lujuria/Castidad
(ya examinado en el sexto y noveno mandamiento)
4. Ira / Paciencia
¿Soy intransigente e intolerante? ¿Impaciente e iracundo?
¿Me pongo de mal humor cuando las cosas no salen como yo quiero?
¿Le echo la culpa a otras personas o a otras cosas cuando pierdo el control (ej: «me sacaron de quicio», «fue que él me hizo tal cosa»)? ¿O asumo mi responsabilidad?
5. Gula / Templanza
¿Como más de lo necesario?
¿Estoy adicto al alcohol, drogas, juego?
6. Envidia / Caridad
¿Soy celoso de mis hermanos(as), compañeros, etc.?
¿Envidio los bienes o las cualidades de los demás?
¿Distraigo mis pensamientos en comparaciones que me llevan a la envidia?
¿Le reclamo a Dios en mi interior por el bienestar o cualidades de los demás?
7. Pereza / Diligencia
¿Cumplo con mis deberes estudiantiles y familiares?
Ten sinceridad «salvaje» en el examen de conciencia; es decir, valentía: la misma con la que te miras en el espejo, para saber dónde te has herido o dónde te has manchado, o dónde están tus defectos, que has de eliminar.
San Josemaría Escrivá de Balaguer
* * *
Este examen de conciencia para universitarios nos hace reflexionar en las relaciones con Dios, con los demás y con nosotros mismos.
Este examen de conciencia fue preparado para ayudar a los jóvenes a reflexionar en grupo y prepararse para confesión y absolución individual. Se puede usar durante una celebración comunal del Sacramento, así como en preparación para la reconciliación individual, o durante un servicio de oración penitencial. Es conveniente para usarse en retiros, así como en días de reflexión. El examen de conciencia puede ser leído en voz alta por el director del retiro, un sacerdote u otro lector mientras los participantes reflexionan en silencio.
Aunque éste examen fue escrito para uso en una celebración comunal, se puede proveer una copia a los asistentes para su preparación remota para el sacramento, para la confesión individual, separado del grupo, o bien para oración personal.
Muchos exámenes de conciencia están basados en los Diez Mandamientos, o en las Bienaventuranzas. Este Examen de Conciencia para Jóvenes de Escuela Superior nos hace reflexionar en las relaciones con Dios; los demás y con nosotros mismo. Sin embargo se puede observar que la gran parte de este examen está basado en los Diez Mandamientos y las Bienaventuranzas.
Este Examen de Conciencia fue desarrollado para la Arquidiócesis de Milwaukee por el personal de TYME OUT, Centro para el Ministerio Juvenil, y está basado en sus experiencias con jóvenes en retiros, liturgias y el sacramento de reconciliación.
La preparación para el sacramento de reconciliación frecuentemente es mal-interpretada (no se entiende). A menudo la gente considera la preparación como el hacer una lista de errores que ha hecho y no como una oportunidad de hablar de lo que inquieta o perturba sus corazones, de quiénes son y de lo que quieren cambiar en sus vidas. El sacramento de la Reconciliación nos da la oportunidad de hablar y rezar con alguien que puede ayudarnos en esta tarea.
Lo siguiente son preguntas para ayudarle a examinar su conciencia. Sé honesto. Pregúntate:
¿Qué hago bien?
¿Qué quiero cambiar en mí?
¿Cómo quiero que Dios me transforme?
Mi relación con Dios
¿Cómo rezo?
Por miedo
Por mis necesidades
Por mis deseos personales de ganar algo
Por mi relación personal y respeto a Dios
No rezo
¿Cómo atiendo a Misa?
Por costumbre
Con resentimiento porque siento que tengo que hacerlo
Por miedo
Abierto a asistir, cuando tengo tiempo
Regularmente, con respeto a la Eucaristía
Como parte de la comunidad
No asisto a Misa
¿Cómo usas el nombre de Dios?
Para jurar
Para expresar odio
Con respeto y amor
¿De qué manera trato a la Creación de Dios?
Respeto a otras personas sin distinción de su raza, religión o estado económico
Considero que toda vida es sagrada, incluso la de los que no han nacido todavía
Mal gasto los recursos naturales del mundo
Mi relación con Dios esta separada de todo lo demás y no afecta el cómo veo o
trato el mundo a mi alrededor
Mis relaciones con las demás personas
¿Cómo trato a mi familia?
Les ayudo cuando me necesitan, aún cuando no me conviene
Me burlo y ofendo a mis hermanos
Digo a mis papás a dónde voy y con quién voy a estar
Creo que mi familia es primero que lo demás
Peleo o ignoro a los miembros de mi familia y no me esfuerzos hacer las paces
Les perdono cuando me siento maltratado por ellos
¿Cómo trato la sexualidad de los demás?
Soy grosero y me burlo de ellos
Uso a otras personas para mis placeres del cuerpo
Creo que si dos personas creen que se aman mutuamente, ellos pueden tener sexo
aunque sea fuera del matrimonio
¿Cómo trato a mis maestros?
Me porto mal o soy rudo con ellos
No hago mis tareas
Interrumpo en la clase
Hago todas mis tareas y les demuestro respeto
Me aburro y no pongo atención
¿Cómo trato a los extraños o desconocidos?
Los engaño o les digo mentiras para conseguir lo que quiero
Honro y cumplo con todos los compromisos que he hecho
Soy cariñoso y cortés
No me importan porque nunca voy a verlos otra vez
Comparto con ellos lo que tengo
¿Cómo trato a mis amigos?
Con amor y respeto
Los utilizo para ganar popularidad o regalos
Me burlo de ellos a sus espaldas
Acepto y entiendo sus diferencias
Los perdono cuando me hacen algo malo
Los felicito y les doy ánimo
Mi relación conmigo mismo
¿Cómo me veo?
Creo que soy imagen y semejanza de Dios
Miro solamente en lo que no me gusta de mí
¿Cómo trato mí persona (cuerpo)?
Abuso de drogas, tabaco o alcohol
No respeto mi sexualidad
Daño físicamente mi cuerpo
Cuido mi bienestar físico, emocional y espiritual
¿Con cuánta seriedad tomo mi educación?
No atiendo a mis estudios
Cumplo mis tareas
Participo en las clases y eventos de la escuela
¿Cómo tomo mis decisiones?
Porque todos lo hacen
Es el camino más fácil para salir de las situaciones
Quiero ser popular
Mi relación con Dios me muestra que es lo correcto
Ultima Reflexión
Ya que has reflexionado en tu relación con Dios, los demás y contigo mismo, pregúntate:
¿Para qué busco el perdón?
¿Cómo quiero que Dios me transforme?
¿Qué confesaré a Dios para pedirle el perdón y la gracia para cambiar?
Ten buena conciencia y tendrás siempre alegría. Si alguna alegría hay en el mundo la tiene seguramente el hombre de corazón puro.
Beato Tomás de Kempis
Para que el examen de conciencia sea profundo y completo, te recomendamos seguir los siguientes pasos:
Guía para el examen de conciencia
1. Invocación al Espíritu Santo
Llama al Espíritu Santo para te ilumine y te haga ver tu vida desde los ojos de Dios. Puedes utilizar la oración al Espíritu Santo que aparece aquí, o la más conocida invocación al Espíritu Santo.
2. Acto de presencia de Dios
Haz un esfuerzo para darte cuenta de que Dios está presente en tu vida atento a tus intenciones, a tus deseos, a tus necesidades.
3. Acción de gracias
Recuerda todos los beneficios que has recibido de Dios, especialmente los más cercanos y los más íntimos. Al recordar estos beneficios, brotará naturalmente dentro de ti el agradecimiento a Dios.
4. Análisis del cumplimiento de la voluntad de Dios en tu vida
Lleva a cabo un examen de cómo has vivido desde la última confesión la voluntad de Dios. Debes ver los aspectos positivos y negativos, examinar actitudes internas y poner mucha atención a tus relaciones con Dios y con los demás. Para esto, puede resultar útil tener un cuestionario.
5. Petición de perdón
Ya que revisaste tu vida, vas a comparar tu conducta y tus actitudes con los beneficios que has recibido de Dios. Entonces te darás cuenta de que tu respuesta al amor de Dios es muy pobre y que no has llegado a lo que Dios te pide. Por eso, le pides perdón lleno de confianza, pues sabes que Él te perdonará. Dios siempre acoge gustoso nuestras buenas intenciones.
6. Propósito
Tienes que poner los medios para mejorar y acercarte más al plan de Dios sobre tu vida. El propósito es algo concreto que te ayuda a mejorar en aquello donde has visto que fallas más.
7. Petición de fuerzas
Ya que formulaste tu propósito, debes volver tu mirada a Dios y con mucha confianza pedirle que te ayude a mejorar pues eres débil, no podrías avanzar en tu camino hacia Dios, hacia la santidad, si Él no te ayuda.
El examen de conciencia es siempre el mejor medio para cuidar bien el alma.
San Ignacio de Loyola
Os presentamos el artículo monográfico de Gustavo Daniel D´Apìce, profesor de Teología de la Pontificia Universidad Católica, en el que da respuesta a la pregunta ¿qué es el examen de conciencia? Antes de su lectura, recomendamos que el lector tenga claro qué es la conciencia moral según la doctrina de la Iglesia.
Revisión de vida
El examen de conciencia es parte de un proceso en el que examinamos nuestra vida, nuestros comportamientos, nuestras acciones, nuestros pensamientos, nuestras emociones, nuestros sentimientos, nuestra mente y nuestro corazón.
Lo bueno y lo malo
Esta revisión abarca lo bueno y lo malo que hayamos pensado, dicho, hecho, omitido, a fin de afianzar y reafirmar lo bueno, proseguirlo y aumentarlo, y repudiar lo malo, rechazarlo, y proponernos no seguirlo realizando.
El recurso a Dios
En el creyente, aparte de la fuerza de los sentidos y de la voluntad, está el recurso a Dios, a Jesús, al Espíritu Santo, a fin de hacer crecer lo que va bien, y desechar y desenraizar lo que va mal.
Este recurso a Dios se da leyendo la Biblia, orando en un acto de tratar de unirme a Él, intercediendo, pidiendo perdón, alabándolo y dándole gracias.
Distintos sectores del examen de conciencia
Distintos son los campos o sectores que abarca un buen examen de conciencia, una buena revisión de nuestros pensamientos, palabras, acciones, omisiones; nuestra vida, nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestro corazón.
Mi relación con Dios
Lo primero que debe abarcar esta revisión es la relación personal con Dios Padre, con Jesús, mi amigo y Señor, y con el Espíritu Santo, guía e inspirador vital.
Con relación a Dios Padre, esencialmente el considerarme su hijo y comportarme filialmente como tal, obedeciendo a su Voluntad, manifestada en Jesús y susurrada en nuestro interior o a través de los acontecimientos por el Espíritu Santo.
También la confianza en su Providencia, sabiendo que ni uno solo de nuestros cabellos cae sin su permiso, y que si viste a los lirios del campo y alimenta a los pájaros del cielo, mucho más hará por nosotros, creaturas hechas a su imagen y semejanza y capaces de portar vida divina por la gracia, participación en su naturaleza de Dios.
Con referencia a Jesús, consistirá en ver si soy su amigo y hermano, si camino junto a Él, si lo tengo a mi lado durante el día y la noche, si es más importante que todas las personas y que todas las cosas, y, que en fin, lo es todo para mí.
Y con respecto al Espíritu Santo, si siento sus inspiraciones, si soy fiel a ellas, y si me dejo conducir por Él, ya que los hijos de Dios son aquellos que son conducidos por su Espíritu.
Mi relación conmigo mismo
Esencialmente consiste en si me sé aceptar y perdonar.
Sin juzgarme, porque quién conoce lo íntimo del hombre, sino el Espíritu de Dios que está en Él, el único capaz de juzgar.
Examinando la bondad de mis pensamientos, la falta de rencor en mis emociones, el no querer más de lo que está a mi alcance, el no envidiar ni a las personas ni los bienes ajenos, el compartir libremente el amor, contrario a los celos, el cuidado de la salud y del cuerpo en sus justas y sanas dimensiones, al igual que de la psiquis, el sueño y el descanso reparador, el alimento balanceado e indispensable, etc.
Mi relación con los demás
Esencialmente la buena relación con los que me rodean, sean familiares, amigos, vecinos, compañeros de estudio o de trabajo, etc.
Siempre una sonrisa, la amabilidad, la educación, el buen trato, el saludo cordial.
Evitar la discordia, la falsedad, la murmuración, la difamación y la calumnia.
Ni qué decir de las peleas y los enfrentamientos.
Mi relación con las cosas
El universo que me rodea es parte de la creación de Dios y de la colaboración trabajadora y solidaria de mis hermanos los hombres, creaturas suyas también.
Es importante el cuidado ecológico de la tierra, el aire, el agua.
La naturaleza es un tesoro preciado y gratuito que está al alcance de todos y que debemos cuidar y hacer desarrollar con nuestro amor y esfuerzo muchas veces.
El reino vegetal embellece y oxigena nuestra casa planetaria, y el reino animal cumple su función vital en el cosmos existente.
Sin caer en antropomorfismos, se debe cuidar de las plantas y de los animales, y evitar la crueldad en el trato con ellos.
Mucho ayuda el cuidado del reino animal y vegetal a la sana convivencia entre los hombre, y son motivo de regocijo y distensión.
E incluso en este ámbito tiene relevancia el orden y la belleza que creo a mi alrededor.
Los frutos del examen de conciencia
Sin duda que los frutos de la revisión vital o del examen de la mente, la memoria y el corazón, es desarrollar nuestras potencialidades, incentivando lo bueno, como se ha dicho, el querer ser mejores, no que los demás, sino con referencia a nosotros mismos, y tratar de desechar todo aquello que se interpone maliciosamente de nuestra parte en el camino de la vida.
Requiere arrepentirnos de los malo y alegrarnos de lo bueno, pedirle perdón a Dios de corazón por lo que no hemos hecho, pensado, hablado, omitido bien, y pedirle acreciente nuestros esfuerzos potenciando todo aquello que es capaz de hacernos felices a nosotros y a los demás.
El católico practicante acompañará todo esto de la confesión sacramental con el sacerdote instituida por Jesucristo, y cumplirá con la satisfacción o penitencia que éste le imponga, lo que no obsta otros medios ascéticos para quitar lo malo e incentivar lo bueno, impulsados por el Espíritu que obra en nosotros.
Siempre, hecha con sinceridad, responsabilidad y «buena conciencia», tendrá frutos de justicia y santidad, alegría y esperanza concretas, echando fuera la desazón, la desesperanza, y la desdicha de la vida sin progreso personal, no tanto en lo material, sino en lo esencial del ser más y mejor.
Os presentamos una introducción audiovisual y general al sacramento de la Penitencia y la Reconciliación para todos aquellos jóvenes que se estén planteando realizar la Confesión pero desconozcan cómo hacerla. Este programa les servirá como una primera aproximación y en la guía Soy joven y quiero confesarme podrán profundizar en todos los aspectos de este sacramento, así como todo lo que necesitan saber para realizarlo.
En este programa de EWTN Televisión ¿Cuál es la duda? el sacerdote P. Jose Luis Rey Repiso trata todos los aspectos del sacramento de la Confesión y también responde a las preguntas y dudas de los espectadores.
Piensan que no tiene sentido recibir la absolución hoy, sabiendo que mañana cometerán nuevamente los mismos pecados. Pero Dios mismo olvida en ese momento los pecados de mañana, para darles su gracia hoy.
Santo Cura de Ars
* * *
Actualmente hay una crisis muy extendida en la práctica habitual de la Confesión, incluso entre fieles asiduos a su parroquia y coherentes con el evangelio en su vida cotidiana. En el caso de los jóvenes, además, estos no tienen claro qué es el pecado y desconocen el rito del sacramento de la Penitencia y la Reconciliación. Esta breve guía pretende ayudar a los jóvenes y a cualquier católico que se plantee recibir el sacramento del Perdón. Igualmente esperamos que sea útil a aquellos catequistas que aborden este Sacramento en sus sesiones de catequesis.
Una mirada general al sacramento de la Penitencia y la Reconciliación
Antes de comenzar a conocer y preparar la práctica propiamente dicha del sacramento, consideramos muy recomendable realizar una panorámica general que nos permita adquirir un primer conocimiento general, íntegro, pero muy saludable ya que nos va a permitir adquirir una visión completa y unitaria, y va a dotar de sentido y orientación al análisis que tenemos que realizar posteriormente para nuestra preparación a la Confesión.
Recomendamos para esta ocasión el visionado del programa de EWTN Televisión ¿Cuál es la duda? en la que el sacerdote P. Jose Luis Rey Repiso trata el sacramento de la Confesión.
Lo fundamental: el pecado
En la historia de la vida cristiana todo sacramento ha requerido una preparación previa por parte de los cristianos para ser recibido en las condiciones adecuadas. El sacramento de la Penitencia y la Reconciliación también, máxime cuando es, junto con el sacramento de la Eucaristía, un sacramento de práctica continua a lo largo de la vida católica.
Como ya hemos comentado, la situación generalizada de desconocimiento sobre este sacramento hace necesario el comenzar desde su mismo inicio con el conocimiento de los fundamentos doctrinales sobre los que se asienta el sacramento del Perdón. Para ello, es obligado que los jóvenes conozcan qué es el pecado y cuál es el origen del pecado. Un conocimiento conceptual básico que todo cristiano debe convertir en conciencia y sentimiento de nuestros actos hacia Dios mediante la oración, la reflexión, la práctica del sacramento de la Eucaristía, y que tiene que tener un reflejo en nuestra vida cotidiana.
El sacramento de la Penitencia y la Reconciliación
Previo a la práctica del sacramento del Perdón, también es obligado conocer la razón de ser de los sacramentos en la Iglesia, lo que se denomina la economía sacramental, así como las características, el objetivo y los efectos del sacramento de la Penitencia y la Reconciliación.
Consideramos también muy adecuado que los jóvenes conozcan las razones de por qué la Confesión es administrada por el sacerdote. Un aspecto que se haya en continuo debate, al que todo católico, tarde o temprano, tiene que hacer frente, y para lo cual cuenta con la absoluta claridad doctrinal de la Iglesia.
La confesión individual e íntegra y la absolución continúan siendo el único modo ordinario para que los fieles se reconcilien con Dios y la Iglesia, a no ser que una imposibilidad física o moral excuse de este modo de confesión.
Ritual de la Penitencia, Prenotandos 31.
* * *
XI. La celebración del sacramento de la Penitencia
1480 Como todos los sacramentos, la Penitencia es una acción litúrgica. Ordinariamente los elementos de su celebración son: saludo y bendición del sacerdote, lectura de la Palabra de Dios para iluminar la conciencia y suscitar la contrición, y exhortación al arrepentimiento; la confesión que reconoce los pecados y los manifiesta al sacerdote; la imposición y la aceptación de la penitencia; la absolución del sacerdote; alabanza de acción de gracias y despedida con la bendición del sacerdote.
1481 La liturgia bizantina posee expresiones diversas de absolución, en forma deprecativa, que expresan admirablemente el misterio del perdón: «Que el Dios que por el profeta Natán perdonó a David cuando confesó sus pecados, y a Pedro cuando lloró amargamente y a la pecadora cuando derramó lágrimas sobre sus pies, y al publicano, y al pródigo, que este mismo Dios, por medio de mí, pecador, os perdone en esta vida y en la otra y que os haga comparecer sin condenaros en su temible tribunal. El que es bendito por los siglos de los siglos. Amén» (Eulógion to méga [Atenas 1992] p. 222).
1482 El sacramento de la Penitencia puede también celebrarse en el marco de una celebración comunitaria, en la que los penitentes se preparan a la confesión y juntos dan gracias por el perdón recibido. Así la confesión personal de los pecados y la absolución individual están insertadas en una liturgia de la Palabra de Dios, con lecturas y homilía, examen de conciencia dirigido en común, petición comunitaria del perdón, rezo del Padre Nuestro y acción de gracias en común. Esta celebración comunitaria expresa más claramente el carácter eclesial de la penitencia. En todo caso, cualquiera que sea la manera de su celebración, el sacramento de la Penitencia es siempre, por su naturaleza misma, una acción litúrgica, por tanto, eclesial y pública (cf SC 26-27).
1483 En casos de necesidad grave se puede recurrir a la celebración comunitaria de la reconciliación con confesión general y absolución general. Semejante necesidad grave puede presentarse cuando hay un peligro inminente de muerte sin que el sacerdote o los sacerdotes tengan tiempo suficiente para oír la confesión de cada penitente. La necesidad grave puede existir también cuando, teniendo en cuenta el número de penitentes, no hay bastantes confesores para oír debidamente las confesiones individuales en un tiempo razonable, de manera que los penitentes, sin culpa suya, se verían privados durante largo tiempo de la gracia sacramental o de la sagrada comunión. En este caso, los fieles deben tener, para la validez de la absolución, el propósito de confesar individualmente sus pecados graves en su debido tiempo (CIC can 962, §1). Al obispo diocesano corresponde juzgar si existen las condiciones requeridas para la absolución general (CIC can 961, §2). Una gran concurrencia de fieles con ocasión de grandes fiestas o de peregrinaciones no constituyen por su naturaleza ocasión de la referida necesidad grave. (cf CIC can 962, §1, 2)
1484 «La confesión individual e íntegra y la absolución continúan siendo el único modo ordinario para que los fieles se reconcilien con Dios y la Iglesia, a no ser que una imposibilidad física o moral excuse de este modo de confesión» (Ritual de la Penitencia, Prenotandos 31). Y esto se establece así por razones profundas. Cristo actúa en cada uno de los sacramentos. Se dirige personalmente a cada uno de los pecadores: «Hijo, tus pecados están perdonados» (Mc 2,5); es el médico que se inclina sobre cada uno de los enfermos que tienen necesidad de él (cf Mc 2,17) para curarlos; los restaura y los devuelve a la comunión fraterna. Por tanto, la confesión personal es la forma más significativa de la reconciliación con Dios y con la Iglesia.
La penitencia interior es una reorientación radical de toda la vida, un retorno, una conversión a Dios con todo nuestro corazón, una ruptura con el pecado, una aversión del mal, con repugnancia hacia las malas acciones que hemos cometido. Al mismo tiempo, comprende el deseo y la resolución de cambiar de vida con la esperanza de la misericordia divina y la confianza en la ayuda de su gracia.
* * *
IV. La penitencia interior
1430 Como ya en los profetas, la llamada de Jesús a la conversión y a la penitencia no mira, en primer lugar, a las obras exteriores «el saco y la ceniza», los ayunos y las mortificaciones, sino a la conversión del corazón, la penitencia interior. Sin ella, las obras de penitencia permanecen estériles y engañosas; por el contrario, la conversión interior impulsa a la expresión de esta actitud por medio de signos visibles, gestos y obras de penitencia (cf Jl 2,12-13; Is 1,16-17; Mt 6,1-6. 16-18).
1431 La penitencia interior es una reorientación radical de toda la vida, un retorno, una conversión a Dios con todo nuestro corazón, una ruptura con el pecado, una aversión del mal, con repugnancia hacia las malas acciones que hemos cometido. Al mismo tiempo, comprende el deseo y la resolución de cambiar de vida con la esperanza de la misericordia divina y la confianza en la ayuda de su gracia. Esta conversión del corazón va acompañada de dolor y tristeza saludables que los Padres llamaron animi cruciatus (aflicción del espíritu), compunctio cordis (arrepentimiento del corazón) (cf Concilio de Trento: DS 1676-1678; 1705; Catecismo Romano, 2, 5, 4).
1432 El corazón del hombre es torpe y endurecido. Es preciso que Dios dé al hombre un corazón nuevo (cf Ez 36,26-27). La conversión es primeramente una obra de la gracia de Dios que hace volver a Él nuestros corazones: «Conviértenos, Señor, y nos convertiremos» (Lm 5,21). Dios es quien nos da la fuerza para comenzar de nuevo. Al descubrir la grandeza del amor de Dios, nuestro corazón se estremece ante el horror y el peso del pecado y comienza a temer ofender a Dios por el pecado y verse separado de él. El corazón humano se convierte mirando al que nuestros pecados traspasaron (cf Jn 19,37; Za 12,10).
«Tengamos los ojos fijos en la sangre de Cristo y comprendamos cuán preciosa es a su Padre, porque, habiendo sido derramada para nuestra salvación, ha conseguido para el mundo entero la gracia del arrepentimiento» (San Clemente Romano, Epistula ad Corinthios 7, 4).
1433 Después de Pascua, el Espíritu Santo «convence al mundo en lo referente al pecado» (Jn 16, 8-9), a saber, que el mundo no ha creído en el que el Padre ha enviado. Pero este mismo Espíritu, que desvela el pecado, es el Consolador (cf Jn 15,26) que da al corazón del hombre la gracia del arrepentimiento y de la conversión (cf Hch 2,36-38; Juan Pablo II, Dominum et vivificantem, 27-48).
V. Diversas formas de penitencia en la vida cristiana
1434 La penitencia interior del cristiano puede tener expresiones muy variadas. La Escritura y los Padres insisten sobre todo en tres formas: el ayuno, la oración, la limosna (cf. Tb 12,8; Mt 6,1-18), que expresan la conversión con relación a sí mismo, con relación a Dios y con relación a los demás. Junto a la purificación radical operada por el Bautismo o por el martirio, citan, como medio de obtener el perdón de los pecados, los esfuerzos realizados para reconciliarse con el prójimo, las lágrimas de penitencia, la preocupación por la salvación del prójimo (cf St 5,20), la intercesión de los santos y la práctica de la caridad «que cubre multitud de pecados» (1 P 4,8).
1435 La conversión se realiza en la vida cotidiana mediante gestos de reconciliación, la atención a los pobres, el ejercicio y la defensa de la justicia y del derecho (cf Am 5,24; Is 1,17), por el reconocimiento de nuestras faltas ante los hermanos, la corrección fraterna, la revisión de vida, el examen de conciencia, la dirección espiritual, la aceptación de los sufrimientos, el padecer la persecución a causa de la justicia. Tomar la cruz cada día y seguir a Jesús es el camino más seguro de la penitencia (cf Lc 9,23).
1436 Eucaristía y Penitencia. La conversión y la penitencia diarias encuentran su fuente y su alimento en la Eucaristía, pues en ella se hace presente el sacrificio de Cristo que nos reconcilió con Dios; por ella son alimentados y fortificados los que viven de la vida de Cristo; «es el antídoto que nos libera de nuestras faltas cotidianas y nos preserva de pecados mortales» (Concilio de Trento: DS 1638).
1437 La lectura de la sagrada Escritura, la oración de la Liturgia de las Horas y del Padre Nuestro, todo acto sincero de culto o de piedad reaviva en nosotros el espíritu de conversión y de penitencia y contribuye al perdón de nuestros pecados.
1438 Los tiempos y los días de penitencia a lo largo del año litúrgico (el tiempo de Cuaresma, cada viernes en memoria de la muerte del Señor) son momentos fuertes de la práctica penitencial de la Iglesia (cf SC 109-110; CIC can. 1249-1253; CCEO 880-883). Estos tiempos son particularmente apropiados para los ejercicios espirituales, las liturgias penitenciales, las peregrinaciones como signo de penitencia, las privaciones voluntarias como el ayuno y la limosna, la comunicación cristiana de bienes (obras caritativas y misioneras).
1439 El proceso de la conversión y de la penitencia fue descrito maravillosamente por Jesús en la parábola llamada «del hijo pródigo», cuyo centro es «el padre misericordioso» (Lc 15,11-24): la fascinación de una libertad ilusoria, el abandono de la casa paterna; la miseria extrema en que el hijo se encuentra tras haber dilapidado su fortuna; la humillación profunda de verse obligado a apacentar cerdos, y peor aún, la de desear alimentarse de las algarrobas que comían los cerdos; la reflexión sobre los bienes perdidos; el arrepentimiento y la decisión de declararse culpable ante su padre, el camino del retorno; la acogida generosa del padre; la alegría del padre: todos estos son rasgos propios del proceso de conversión. El mejor vestido, el anillo y el banquete de fiesta son símbolos de esta vida nueva, pura, digna, llena de alegría que es la vida del hombre que vuelve a Dios y al seno de su familia, que es la Iglesia. Sólo el corazón de Cristo, que conoce las profundidades del amor de su Padre, pudo revelarnos el abismo de su misericordia de una manera tan llena de simplicidad y de belleza.