por Eduardo Arquer | 30 Ene, 2011 | Postcomunión Historias de la Biblia
Después de ocho plagas, el faraón de Egipto seguía sin ceder. Yahvé envió otra más: Una gran oscuridad sobre Egipto que duró tres días, de modo que no se movía nadie por miedo a tropezar, menos en la tierra de Gosén, donde los israelitas veían brillar el sol igual que siempre.
La Pascua de Yahvé
Y como a pesar de todo, el faraón no hacía caso a Moisés, Yahvé anunció su última y más terrible plaga con la certeza de que tras ella, no solo dejarían salir a su pueblo, sino que hasta los mismos egipcios los forzarían a irse:
Dijo Yahvé a Moisés y a Aarón: “Este mes será para vosotros el comienzo del año. Que cada casa tome una res joven y sin defecto, cordero o cabrito. El día catorce del mes lo sacrificarán por la noche y lo comerán, y
con su sangre pintarán los postes y los dinteles de las casas donde se coma. Deberá asarse a fuego y comerla acompañada de panes ácimos y lechugas silvestres. Si algo sobra, se quemará. Habréis de comerlo de pié, preparados para salir, con los vestidos ceñidos, los pies calzados y el báculo en la mano. Comed de prisa porque en la noche pasaré por Egipto y mataré a todos los primogénitos de su pueblo. Cuando el Ángel Exterminador pase por Egipto no entrará en las casas que estén marcadas con la sangre del animal sacrificado.
Guardaréis este rito perpetuamente para vosotros y para vuestros hijos, será el rito de La Pascua de Yahvé. Recordaréis que pasó de largo por las casas de los israelitas cuando castigó a Egipto.
Y en medio de las tinieblas mató Yahvé a todos los primogénitos de la tierra de Egipto, desde el primogénito del faraón hasta el menos importante.
Aquella noche resonó un gran clamor en todo Egipto pues no había casa en donde no hubiera algún muerto. El faraón, abatido por la pena, llamó a Moisés y a Aarón y les dijo: “Salid de nuestra tierra como habéis pedido, llevaos vuestras cosas, marchaos y dejadme”
Todos los egipcios tenían miedo a morir también y apremiaban al pueblo de Israel para que saliera.
Los hijos de Israel partieron aquella misma noche de las tierras de Egipto conducidos por Moisés hacia la tierra prometida; su número era de seiscientos mil, sin contar los niños y otros muchos que se les habían unido. Habían vivido en Egipto cuatrocientos treinta años cuando la poderosa mano de Dios los liberó de aquella dura esclavitud.
Llevaban los huesos de José, según la voluntad que expresó al morir. Yahvé marchaba delante de su pueblo anunciando su presencia en forma de columna de nube durante el día y de columna de fuego por las noches, para señalarles el camino tanto de día como de noche.
El Faraón persigue a los israelitas. El paso del Mar Rojo
Cuando el faraón y sus cortesanos se vieron privados de los servicios que recibían de Israel, decidieron salir en su busca para obligarlos a regresar. El ejército egipcio se organizó con rapidez y divisó a los israelitas acampados cerca del Mar Rojo; estos, al verlos se asustaron muchísimo y llenos de temor clamaron a Yahvé, pero Moisés les tranquilizó: “No temáis, estaos tranquilos que Yahvé combatirá por vosotros”.
Y dijo Dios a Moisés: “Diles que se pongan en marcha; levanta tu cayado y extiéndelo sobre el mar y divídelo para que el pueblo lo atraviese por en medio, en seco”.
La nube, que iba delante, se colocó detrás, entre Israel y el ejército egipcio, porque caía la noche; de ese modo hacía de barrera entre ambos pueblos para que no pudieran tocarse.
Cuando Moisés tendió su mano sobre el mar, Yahvé hizo soplar durante toda la noche un viento fortísimo que lo dejó seco y dividió las aguas. El pueblo de Israel pudo entrar a pié en medio del mar, y éste formaba para ellos una muralla a derecha e izquierda sin tocarlos.
Los egipcios iniciaron su persecución y entraron en el mar, los carros, con los caballos y los soldados, seguros de que allí mismo los atraparían, pero cuando se dieron cuenta del grave error que habían cometido ya no pudieron dar marcha atrás: las ruedas se hundían en la arena, los caballos y los carros se enredaban unos con otros, no conseguían avanzar, todos los esfuerzos resultaban inútiles. Entonces, una vez que hubieron pasado los israelitas, dijo Yahvé a Moisés: “Extiende tu mano sobre el mar” Y hecho esto, los egipcios sintieron el gran estruendo de las aguas que, impetuosamente, volvían a su estado ordinario cubriendo los carros, los soldados y los caballeros, y haciendo que todo el ejército egipcio pereciera ahogado. Al ver este prodigio, Israel creyó en Yahvé y en Moisés, su siervo.
Yahvé conduce a Israel por el desierto
Tras el paso por el Mar Rojo, el Señor condujo a su pueblo por el desierto durante cuarenta años antes de llegar a la tierra prometida (Canaán). Durante este tiempo tan largo, Dios quiere darse a conocer mediante muchas señales y prodigios milagrosos, todos a favor de Israel, y les muestra la predilección que siente por ellos. Pero también es tiempo de prueba, ya que en estos cuarenta años les suceden muchas vicisitudes, a veces difíciles de entender para ellos, que poco a poco van aquilatando su fe en Yahvé, el único y verdadero Dios.
Salieron del Mar Rojo y estuvieron tres días avanzando hacia el desierto sin encontrar agua hasta que vieron unos pozos que, al probarlos, contenían aguas amargas; Dios indicó a Moisés que arrojase un madero a las aguas las cuales se volvieron dulces y buenas para beber.
Moisés instaló, algo apartada del campamento, una tienda: “La tienda de la reunión” para que quien quisiese consultar algo al Señor lo hiciera desde allí. Cuando el que entraba era Moisés, el pueblo le seguía con la mirada, luego la nube de Yahvé bajaba y se detenía ante la puerta; entonces todo el pueblo se inclinaba y adoraba a Dios
Yahvé alimenta a su pueblo
Más adelante se les fue acabando la comida y un día apareció sobre el campamento una fina capa como de escarcha caída del cielo. Moisés les dijo: “Este es el pan que os da Yahvé para alimento”
Los hijos de Israel recogieron esta capa a la que llamaron “el maná “ y prepararon el pan con ella. Nadie podía guardar para el día siguiente porque se estropeaba; solamente el día sexto de la semana guardaban para la fiesta y entonces no se estropeaba. El maná era como unas pequeñas semillas blancas que cuando se molían y tostaban sabían como las tortas de harina de trigo con miel, y sirvió de alimento constante al pueblo de Israel durante todo el tiempo que duró su peregrinación por el desierto, es decir, cuarenta años.
Acuérdate de que muchos siglos más tarde, Jesús declararía a sus discípulos que Él es el verdadero pan bajado del cielo que se queda en la Eucaristía. Y les recordaría: “Vuestros padres comieron el maná en el desierto y murieron…Yo soy el pan vivo bajado del cielo, el que come de este Pan vivirá para siempre y el pan que yo le daré es mi carne para la vida del mundo”
Muchos discípulos no lo entendieron en aquel momento.
Como había escasez de carne, Moisés les anunció de parte de Yahvé que vendría el alimento llovido del cielo; y una tarde, aparecieron bandadas de codornices que cayeron sobre el campamento y así pudieron saciar sus deseos de comer carne.
Batalla contra Amalec
En otra ocasión, vino una tribu llamada Amalec (o amalecitas) para atacar a Israel y robarle las cosas que habían traído de Egipto. Moisés organizó la defensa y encargó a Josué, un ministro de mucha confianza, que eligiera hombres y formara un ejército para luchar contra Amalec, y le dijo: “Yo estaré en la cima de la colina con el cayado de Dios en la mano”. Durante el combate, mientras Moisés tenía las manos levantadas hacia el cielo rogando a Dios, ganaban los israelitas; pero si se cansaba y bajaba los brazos, entonces ganaba Amalec. Como la batalla duraba mucho tiempo, tuvieron que sentar a Moisés sobre una piedra y sujetarle los brazos entre dos para que no los bajara. Israel consiguió de este modo una gran victoria.
Fíjate cómo durante La Santa Misa, el sacerdote levanta los brazos cuando se dirige a Dios en diversos momentos para suplicarle con mayor afán, igual que hizo Moisés.
El acontecimiento más importante: la Alianza del Sinaí
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Tres meses después de la salida de Egipto, llegaron a los pies del Monte Sinaí. Yahvé llamó a Moisés desde el monte y le dijo: “Dile a mi pueblo de mi parte: Si oís mi voz y guardáis mi alianza, seréis mi propiedad entre todos los pueblos, porque mía es toda la tierra. Seréis para Mí un reino de sacerdotes, una nación santa”
Era costumbre que el hijo primogénito se consagrase a Dios como sacerdote. Yahvé considera a todo Israel como el pueblo primogénito entre los demás.
Todos contestaron: “¡Haremos lo que nos diga el Señor!”.
A los tres días, el pueblo, convocado por Yahvé, estaba a los pies del monte. Una densa nube se situó en la cima, de la cual surgían grandes truenos y relámpagos y se oyó un muy fuerte sonido de trompetas. Moisés hablaba con Dios a la vista del pueblo y Éste respondía con el trueno lo cual les atemorizaba mucho y se mantenían a distancia. Moisés subió y allí escuchó del Señor los mandamientos y preceptos que quería que cumpliera el pueblo de Israel.
Moisés bajó del monte y les explicó lo que había oído del Señor; de nuevo el pueblo contestó: “Todo cuanto ha dicho Yahvé lo cumpliremos y obedeceremos”. Entonces Moisés construyó un altar con doce piedras, una por cada tribu, y ofreció un sacrificio solemne: Tomó sangre del animal sacrificado, que simboliza la fuente de la vida, y la aspergió primero sobre el altar, que representa a Dios, y luego sobre el pueblo diciendo: “Esta es la sangre de la alianza que hace con vosotros Yahvé sobre todos estos preceptos.”
A esta unión especial de Yahvé con su pueblo, por medio de la sangre, a los pies del monte se la conoce como La Alianza del Sinaí, en la que Dios acepta el sacrificio ofrecido por Moisés en nombre de todo Israel y se compromete a conducir hacia Canaán al pueblo elegido. Yahvé renueva así el pacto eterno que hizo con Abraham, y después con Isaac y con Jacob para ellos y para toda su descendencia. Siglos más tarde, Jesús renovaría para siempre la última y definitiva alianza de Dios con toda la humanidad por medio de la sangre de su propio sacrificio en la cruz, con estas palabras pronunciadas ante sus discípulos en la Última Cena: “Éste es el cáliz de Mi sangre, sangre de la Alianza Nueva y Eterna que será derramada por vosotros y por todos los hombres para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración Mía”.
Dios explica a Moisés cómo quiere que se le dé culto
Nuevamente subió Moisés al monte y recibió de Dios instrucciones para construir el Arca de La Alianza, que era un arca pequeña que podían transportar entre cuatro personas porque llevaba dos barras de madera a lo largo; estaba cubierta toda de oro por dentro y por fuera, y portaba encima, en los extremos, dos querubines de oro puro que se miraban el uno al otro y que con sus alas cubrían el arca.
Dentro se guardarían las tablas de piedra con los mandamientos, que el mismo Dios entregaría a Moisés, y allí el Señor hablaría con Moisés.
Además del Arca, Yahvé le mandó fabricar:
- Una mesa de madera cubierta de oro, para las ofrendas: El altar de las ofrendas.
- Un candelabro de oro puro con siete lámparas.
- Una tienda o Tabernáculo hecho con primorosas telas, cortinas y tapices, para colocar en su interior el Arca de La Alianza, que, a su vez, debería estar reservada detrás de un rico velo de tela.
- Un altar de madera cubierta de oro para perfumar con incienso la habitación donde estuviera el arca: El altar de los perfumes.
- Y fuera de la habitación, al aire libre, otro altar de madera y bronce para los sacrificios de los animales: El altar de los sacrificios.

Todo ello rodeado por un atrio de columnas y cortinas de 46 metros de largo por 22 de ancho.
Yahvé también indicó cómo deberían ser las vestiduras de los sacerdotes, con valiosos tejidos, piedras preciosas y bordados.
Que, por cierto, se parecen a las que usan hoy día los sacerdotes al celebrar La Santa Misa, y es un signo de la fidelidad que mantiene La Iglesia para seguir los deseos de Dios desde antiguo.
Por último, Yahvé ordenó que se descansara un día en la semana, el sábado, recordando que la creación del mundo la realizó en seis días, y el séptimo descansó.
Nosotros descansamos el domingo, día en que Jesús, con su resurrección, trajo la alegría de la salvación a toda la humanidad.
Vocabulario
Ácimo: Sin levadura
Aquilatar: Apreciar debidamente
Asperger: Rociar
Atrio: Espacio descubierto
Dintel: Parte superior de una puerta o ventana que carga sobre las jambas.
Jamba: Cualquiera de las dos piezas que, puestas verticalmente en los lados de las puertas o ventanas, sostienen su dintel.
Primogénito: El primero que nace.
Querubín: Una clase de ángel.
Res: Cabeza de ganado.
Rito: Conjunto de reglas establecidas para el culto.
Vicisitud: Suceso. Orden sucesivo o alternativo de cosas diferentes.
Para la catequesis
- ¿Cómo hacía notar Yahvé su presencia entre el pueblo mientras marchaban por el desierto? ¿Está presente hoy Dios entre nosotros?, ¿dónde?
- ¿Por qué levanta las manos el sacerdote en algunos momentos de la celebración de La Santa Misa? Pregúntaselo.
- El mismo Yahvé dio instrucciones para confeccionar las vestiduras sagradas. ¿Sabes cómo se llama cada prenda de las vestiduras sagradas que usa el sacerdote en La Santa Misa? ¿Sabías que cada una tiene un significado? Pregúntale al sacerdote
- ¿Cuál es el sacrificio que sella la Nueva y definitiva Alianza de Dios con los hombres?
por Francisco Daparo | CEF | 30 Ene, 2011 | Confirmación Vida de los Santos
El 31 de enero la Iglesia Universal celebra al santo de los niños, san Juan Bosco (1815-1888). Con intención de dar a conocer su testimonio, os ofrecemos unos pequeños retazos biográficos seleccionados por el padre Francisco Daparo, salesiano argentino, y diversos enlaces a materiales que os servirán para la catequesis.
* * *
1815. Napoleón Bonaparte, Emperador de los franceses, que con tanta jactancia había llevado a sus ejércitos victoriosos, haciendo temblar toda Europa, obcecado por el orgullo, quiso someter también a la Iglesia y se atrevió a llevar prisionero a Fontanebleau al Papa Pío VII. Este le envió la excomunión. El Emperador se rió y dijo: Tal vez la excomunión del Papa podrá hacer caer los fusiles de mano de mis soldados siempre victoriosos!! …. En la campaña militar de Rusia sufrió la tremenda derrota en Waterloo justo porque por el frío les caían los fusiles de las manos congeladas… El astro napoleónico ya se eclipsó… «Dios depone a los poderosos de sus tronos y exalta a los humildes» (Magnificat)
En el mismo año 1815 apareció un nuevo astro destinado a irradiar una luz benéfica para toda la humanidad: JUANITO BOSCO!!!
Nació de una familia humilde el 16 de Agosto de 1815 en un pueblito «Y Becchi… en Castelnuovo d’Asti (ahora Castelnuovo Don Bosco). Su santa madre «mamá Margarita» fue educándolo a la fe protegiéndolo de la prepotencia de su hermano mayor Antonio, que no quería que él estudiara…
El niño quedó huérfano por la muerte del padre, pero bajo el cuidado de la madre, fue creciendo en edad y en gracia como el niño Jesús, lleno de ansia de santidad y de apostolado.
Pequeñito ejercía la tarea de catequista en medio de los compañeritos, que reunía frente a la Iglesia transmitiéndoles lo que le enseñaba la mamá o lo que aprendía en los sermones del Párroco, y también divirtiéndolos con sus capacidades de pequeño saltimbanqui y de mago. Dotado de grande inteligencia, fue creciendo en el estudio: siendo pobre, fue alternando el estudio con el trabajo, para costearse los libros. Fue empleado en distintas actividades.
Tiene grande importancia el Sueño-Visión a los 9 años…
Vio un campo lleno de animales feroces, que al rato se transformaron en corderitos. Vio un campo lleno de niños y muchachos, que peleaban, blasfemaban… Indignado Juanito empezó a darles patadas y golpes a derecha y a izquierda. Pero el personaje que apareció lo paró de inmediato diciéndole:..» Juanito, no con golpes, sino con la bondad y la mansedumbre puedes transformar a estos niños y jóvenes en corderitos…». Juanito lloró, no sabiendo cómo hacer. El Personaje le dijo: «…Juanito, yo te daré la la guía y la maestra»…En el momento le apareció la Virgen vestida de blanco y de azul… Terminó el sueño: Juanito comprendió la misión a la cual lo destinaba Dios: salvar a la juventud… La Virgen Auxiliadora fue acompañándolo en la adolescencia hasta entrar al seminario de Chieri, hasta el sacerdocio (año 1840).
8 de Diciembre de 1841: se preparaba Don Bosco a rezar la Misa en la Iglesia de San Francisco de Asís. Un chico de 14 años (Bartolomé Garelli) estaba a la puerta de la sacristía mirando. El sacristán lo invitó a ayudar la santa Misa…El chico se excusa por no saber… el sacristán indignado fue a golpearlo con la caña de encender las velas y aquél se escapó. Don Bosco, que vio todo esto se entristeció y dijo.: «Qué has hecho!! es mi amigo…llámalo»…. El niño lleno de miedo, regresó y Don Bosco lo trató con mucho cariño y le hizo muchas preguntas. Las respuestas fueron todas negativas: Era un pobre huérfano, no tenía casa, dormía detrás de la puerta de alguna iglesia o bajo los pórticos de Turín, y no sabía nada de religión… Don Bosco lo invitó a rezar con él una Ave María y lo invitó a volver con muchos otros compañeros. En ese momento nació la Obra del Oratorio.
Don Bosco no tenía lugar para el Oratorio y fue juntando a los chicos en cualquier terreno baldío de las afueras de Turín… Cada domingo era un problema por las protestas de los vecinos, que acudían a la policía. Pero un día se le presentó un enviado del Sr. Pirando, que le propuso la venta a buen precio de un tinglado…. Don Bosco lo compró en cuotas. Fue así la «Casa Pinardi»el primer oratorio estable, que fue creciendo de manera milagrosa hasta ser la casa madre de los salesianos con un complejo de grandes construcciones.
La Basílica de María Auxiliadora en Turín fue el monumento material de la gratitud de Don Bosco a la Virgen que «lo había hecho todo…» La construcción de ese maravilloso templo fue milagrosa. Cuando el constructor suspendió los trabajos por falta de pago, Don Bosco quiso pagarle: «Abra las manos….»….Don Bosco arrojó en las manos todo el dinero del monedero (0,40 centavos de aquellos). El constructor se puso pálido….»Esto, » dijo el santo «es lo que puede pagar el pobre Don Bosco, pero pronto lo hará la Virgen y mandará dinero no sólo para la construcción del templo, sino también mandará dinero para la construcción de un gran edificio, para niños pobres»….. y comenzaron los milagros.
Don Bosco quiso agradecer a la Virgen también con un monumento de piedras vivas, fundando con Santa María Dominga Mazzarello el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, la rama femenina de la Obra de Don Bosco.
Don Bosco fue un predestinado, figura de primer plano en la historia de la Iglesia y de la humanidad. Supo realizar una obra religiosa social de gran envergadura y con visión de futuro y sigue creciendo como árbol gigantesco, cuyas ramas se extienden en 124 países de los 5 continentes.
» Dotado de extraordinario talento y fina distinción, pudo ser un gran orador, un gran historiador, un gran estadista:… pudo ser… lo que se hubiera propuesto. Pero se quedó en ser…lo que Dios quiso que fuera:…el hombre que supo amar a todos y hacerse amar por todos….»
(Mons. M. Olaechea s.d.b. – Arzobispo de Valencia)
«Don Bosco es un hombre providencial. En toda su obra se descubre la mano de Dios»
(Papa León XIII)
«…un gigante de enormes brazos que ha logrado abrazar al mundo entero…»
(Cardenal Nina a León XIII)
«Don Bosco es un gigante de santidad. Conviví algunos días con él en los ya lejanos días de mi juventud, desde entonces supe que era Santo…»
(Pío XI)
«Cuando pienso en la obra de Don Bosco, pienso en la multiplicación milagrosa de los panes y peces»
(Mons. Fulton Scheen)
«!San Juan Bosco, su nombre es todo un poema de gracia y de apostolado. Desde una aldea de Piamonte ha llevado la gloria y los triunfos de la caridad de Cristo hasta los más lejanos confines de la tierra…»
(Beato Juan XXIII)
«Don Bosco es un hombre de leyenda…»
(Víctor Hugo)
Fue dotado de grandes dones naturales y sobrenaturales, como los grandes santos. Tuvo el don de profecía, el don de milagros. Se adelantó 100 años al Concilio Vaticano II y eso por su espíritu evangélico.
Don Bosco fue un soñador. A los 9 años Dios le manifestó su misión. Durante toda su vida soñó Oratorios, Colegios, Escuelas Primarias, Secundarias, Escuelas de capacitación laboral, Bachilleratos comerciales, Pedagógicos, Técnicos y Agrícolas, Industriales, Electrónicos, Residencias Universitarias, casas de Retiros Espirituales, Parroquias, Iglesias, Capellanías, Editoriales, Centros de Comunicación Social y misiones para los más desheredados en todas las naciones del mundo….
Soñó la Primera Misión Salesiana en la Patagonia…. Envió la primera expedición de misioneros, que llegaron a Buenos Aires el 14 de diciembre de 1875 al frente del P. Juan Cagliero, (luego obispo y primer cardenal salesiano)
Nuestra Iglesia «Mater Misericordiae», fue la primera sede y el trampolín para la Patagonia, para nuestro país y para los países de América Latina.
¡¡¡ GLORIA A DON BOSCO SANTO !!!
Junio de 2001
Recursos sobre Don Bosco
por Mar Velasco | La Razón | 23 Ene, 2011 | Novios Artículos temáticos
El Papa propone un «itinerario de formación» de las parejas con vistas al matrimonio. El nuevo proceso de formación incluirá un examen de los novios, una catequesis sobre el matrimonio y un retiro, todo especificado por el Derecho Canónico.
Llega San Valentín con su amor de un día cuando, en realidad, los jóvenes lo que necesitan es conocerse mejor y descubrir – los esposos de largo recorrido lo saben bien– que el amor verdadero hay que cuidarlo y trabajarlo a diario. La Iglesia, que siempre ha mostrado interés por la formación de los jóvenes para la vocación matrimonial, prepara, a través del Pontificio Consejo para la Familia, un documento destinado a mejorar la formación de los que se van a casar.
Así lo hizo saber el pasado lunes Benedicto XVI, que adelantó que esas novedades incluirán un «examen de los novios, previsto por el Derecho Canónico», «una catequesis sobre el rito del matrimonio y su significado» y un «retiro espiritual». El vademecum, explicó el Papa, estará inspirado en la idea de Juan Pablo II, que afirmaba que dicha preparación «comporta tres momentos principales: uno remoto, uno próximo y uno inmediato».
«La preparación remota –dijo Benedicto XVI– tiene por objeto a los niños, adolescentes y jóvenes. Implica a la familia, a la parroquia y a la escuela, lugares donde se educa a entender la vida como vocación al amor, que se especifica más tarde en la modalidad del matrimonio y de la virginidad para el Reino de los Cielos», explicó. En esa etapa «debe emerger progresivamente el significado de la sexualidad como capacidad de relación y energía positiva que hay que integrar en el amor auténtico», subrayó.
Las etapas más importantes
La preparación próxima –quizá la más descuidada, hoy por hoy– «está dedicada a los novios, y tendría que configurarse como un itinerario de fe y vida cristiana que lleve a un conocimiento profundo del misterio de Cristo y de la Iglesia, de los significados de la gracia y de responsabilidad del matrimonio. Es deseable presentar un camino de catequesis y experiencias vividas en la comunidad cristiana que prevea intervenciones de sacerdotes y expertos, parejas de matrimonios cristianos, en un clima de amistad y oración». Asimismo, explicó el Papa, hay que «prestar atención particular a que en esa ocasión los novios reaviven su relación personal con Jesús, especialmente escuchando la Palabra de Dios, acercándose a los sacramentos y sobre todo participando en la eucaristía», añadió.
Por último, el Papa citó la «preparación inmediata» que tiene lugar en la «proximidad del matrimonio» e hizo referencia a una «catequesis sobre el rito del matrimonio», a un «retiro espiritual» y a una «atención al rito para que la celebración se perciba como un don para toda la Iglesia».
Un curso muy especial
Gift&Task es una Fundación creada para contribuir a la promoción y defensa del matrimonio y la familia. «Vimos que había un vacío en la cuestión de formación de los novios, especialmente en las primeras etapas del noviazgo», explica Isabel Ortega, responsable del proyecto «Amor en Acción», que busca, a través del lenguaje del cine, «formar a las parejas de novios, guiados por profesionales del mundo de la psicología, la pedagogía, el cine y otras ciencias sociales». Hace apenas un año que comenzaron y por sus cursos ya han pasado más de 50 parejas, que incluso han escrito sus propios guiones y han filmado un corto.
Su página web cuenta con testimonios en vídeo de parejas que relatan su enriquecedora experiencia con vistas al futuro.
por CEF | portalplanetasedna.com.ar | 23 Ene, 2011 | Confirmación Vida de los Santos
Santo Tomás de Aquino, el patrón de todos los estudiantes, es unas de las figuras más importantes de la historia del pensamiento. Revolucionó en su época la forma de explicar la fe y la naturaleza, con una calidad tal que sigue estando de actualidad en nuestros días.
Su fiesta la celebramos todos los católicos el día 28 de enero, y suele ser día de vacación para todos los escolares en los países de habla española.
* * *
Tomas nace en el Castillo de Rocaseca, cerca de Nápoles, Italia, en 1225.
Es el último hijo varón de una numerosa familia de doce hijos. Su padre se llamaba Landulfo de Aquino.
Alto, grueso, bien proporcionado, frente despejada, porte distinguido, una gran amabilidad en el trato, y mucha delicadeza de sentimientos.
Cerca del Castillo donde nació estaba el famoso convento de los monjes Benedictinos llamado Monte Casino. Allí lo llevaron a hacer sus primeros años de estudios.
Los monjes le enseñaron a meditar en silencio. Es el más piadoso, meditabundo y silencioso de todos los alumnos del convento. Lo que lee o estudia lo aprende de memoria con una facilidad portentosa.
Continúa sus estudios por cinco años en la Universidad de Nápoles. Allí supera a todos sus compañeros en memoria e inteligencia. Conoce a los Padres Dominicos y se entusiasma por esa Comunidad. Quiere entrar de religioso pero su familia se opone. El religiosos huye hacia Alemania, pero por el camino lo sorprenden sus hermanos que viajan acompañados de un escuadrón de militares y lo ponen preso. No logran quitarle el hábito de dominico, pero lo encierran en una prisión del castillo de Rocaseca..
Tomás aprovecha su encierro de dos años en la prisión para aprenderse de memoria muchísimas frases de la S. Biblia y para estudiar muy a fondo el mejor tratado de Teología que había en ese tiempo, y que después él explicará muy bien en la Universidad.

Sus hermanos al ver que por más que le ruegan y lo amenazan no logran quitarle la idea de seguir de religioso, le envían a una mujer de mala vida para que lo haga pecar. Tomás toma en sus manos un tizón encendido y se lanza contra la mala mujer, amenazándola con quemarle el rostro si se atreve a acercársele. Ella sale huyendo y así al vencer él las pasiones de la carne, logró la Iglesia Católica conseguir un gran santo. Si este joven no hubiera sabido vencer la tentación de la impureza, no tendríamos hoy a este gran Doctor de la Iglesia.
Esa noche contempló en sueños una visión Celestial que venía a felicitarlo y le traía una estola o banda blanca, en señal de la virtud, de la pureza que le concedía Nuestro Señor.
Liberado ya de la prisión lo enviaron a Colonia, Alemania, a estudiar con el más sabio Padre Dominico de ese tiempo: San Alberto Magno. Al principio los compañeros no imaginaban la inteligencia que tenía Tomás, y al verlo tan robusto y siempre tan silencioso en las discusiones le pusieron de apodo: «El buey mudo». Pero un día uno de sus compañeros leyó los apuntes de este joven estudiante y se los presentó al sabio profesor. San Alberto al leerlos les dijo a los demás estudiantes: «Ustedes lo llaman el buey mudo. Pero este buey llenará un día con sus mugidos el mundo entero». Y así sucedió en verdad después.
Sus compañeros de ese tiempo dejaron este comentario: «La ciencia de Tomás es muy grande, pero su piedad es más grande todavía. Pasa horas y horas rezando, y en la Misa, después de la elevación, parece que estuviera en el Paraíso. Y hasta se le llena el rostro de resplandores de vez en cuando mientras celebra la Eucaristía.
A los 27 años, en 1252, ya es profesor de la famosísima Universidad de París. Sus clases de teología y filosofía son las más concurridas de la Universidad. El rey San Luis lo estima tanto que lo consulta en todos los asuntos de importancia. Y en la Universidad es tan grande el prestigio que tiene y su ascendiente sobre los demás, que cuando se traba una enorme discusión acerca de la Eucaristía y no logran ponerse de acuerdo, al fin los bandos aceptan que sea Tomás de Aquino el que haga de árbitro y diga la última palabra, y lo que él dice es aceptado por todos sin excepción.
En 1259 el Sumo Pontífice lo llama a Italia y por siete años recorre el país predicando y enseñando, y es encargado de dirigir el colegio Pontificio de Roma para jóvenes que se preparan para puestos de importancia especial.
En 4 años escribe su obra más famosa: «La Suma Teológica», obra portentosa en 14 tomos, donde a base de Sagrada Escritura, de filosofía y teología y doctrina de los santos va explicando todas las enseñanzas católicas. Es lo más profundo que se haya escrito en la Iglesia Católica.
En Italia la gente se agolpaba para escucharle con gran respeto como a un enviado de Dios, y lloraban de emoción al oírle predicar acerca de la Pasión de Cristo, y se emocionaban de alegría cuando les hablaba de la Resurrección de Jesús y de la Vida Eterna que nos espera.
El Romano Pontífice le encargó que escribiera los himnos para la Fiesta del Cuerpo y Sangre de Cristo, y compuso entonces el Pangelingua y el Tantumergo y varios otros bellísimos cantos de la Eucaristía (dicen que el Santo Padre encargó a Santo Tomás y a San Buenaventura que cada uno escribiera unos himnos, pero que mientras oía leer los himnos tan bellos que había compuesto Santo Tomás, San Buenaventrua fue rompiendo los que él mismo había redactado, porque los otros le parecían más hermosos). Después de haber escrito tratados hermosísimos acerca de Jesús en la Eucaristía, sintió Tomás que Jesús le decía en una visión: «Tomás, has hablado bien de Mi. ¿Qué quieres a cambio?». Y el santo le respondió: «Señor: lo único que yo quiero es amarte, amarte mucho, y agradarte cada vez más».
De tal manera se concentraba en los temas que tenía que tratar, que un día estando almorzando con el rey, de pronto dio un puñetazo a la mesa y exclamó: «Ya encontré la respuesta para tal y tal pregunta». Después tuvo que presentar excusas al rey por estar pensando en otros temas distintos a los que estaban tratando los demás en la conversación.
Pocos meses antes de morir tuvo una visión acerca de lo sobrenatural y celestial, y desde entonces dejó de escribir. Preguntado por el Hermano Reginaldo acerca de la causa por la cual ya no escribía más, exclamó: «Es que, comparando con lo que vi en aquella visión, lo que he escrito es muy poca cosa».
Santo Tomás logró que la filosofía de Aristóteles llegara a ser parte de las enseñanzas de los católicos. Este santo ha sido el más famoso profesor de filosofía que ha tenido la Iglesia.
Tan importantes son sus escritos que en el Concilio de Trento (o sea la reunión de los obispos del mundo), los tres libros de consulta que había sobre la mesa principal eran: la Sagrada Biblia, los Decretos de los Papas, y la Suma Teológica de Santo Tomás.
Decía nuestro santo que él había aprendido más, arrodillándose delante del crucifijo, que en la lectura de los libros. Su secretario Reginaldo afirmaba que la admirable ciencia de Santo Tomás provenía más de sus oraciones que de su ingenio. Este hombre de Dios rezaba mucho y con gran fervor para que Dios le iluminara y le hiciera conocer las verdades que debía explicar al pueblo.
Su humildad: Cumplía exactamente aquel consejo de San Pablo: «Consideren superiores a los demás». Siempre consideraba que los otros eran mejores que él. Aun en las más acaloradas discusiones exponía sus ideas con total calma; jamás se dejó llevar por la cólera aunque los adversarios lo ofendieran fuertemente y nunca se le oyó decir alguna cosa que pudiera ofender a alguno. Su lema en el trato era aquel mandato de Jesús: «Tratad a los demás como deseáis que los demás os traten a vosotros».
Su devoción por la Virgen María era muy grande. En el margen de sus cuadernos escribía: «Dios te salve María». Y compuso un tratado acerca del Ave María.
Su muerte: El Sumo Pontífice lo envió al Concilio de Lyon, pero por el camino se sintió mal y fue recibido en el monasterio de los monjes cistercienses de Fosanova. Cuando le llevaron por última vez la Sagrada Comunión exclamó: «Ahora te recibo a Ti mi Jesús, que pagaste con tu sangre el precio de la redención de mi alma. Todas las enseñanzas que escribí manifiestan mi fe en Jesucristo y mi amor por la Santa Iglesia Católica, de quien me profeso hijo obediente».
Murió el 7 de marzo de 1274 a la edad de 49 años.
Fue declarado santo en 1323 apenas 50 años después de muerto. Y sus restos fueron llevados solemnemente a la Catedral de Tolouse un 28 de enero. Por eso se celebra en este día su fiesta.
Ojalá repitamos frecuentemente aquella oración bíblica que Santo Tomás le decía al Señor, para pedirle el don de la Sabiduría. Dice así:
«Oh Dios misericordioso: envíame la Sabiduría que asiste junto a Ti. Mira que soy un ser débil, demasiado pequeño para lograr conocer qué es lo que más te agrada a Ti. Sin la sabiduría que procede de Ti, no seré estimado en nada. Contigo está la sabiduría que te asistió cuando creabas el mundo, la sabiduría que nos enseña qué es lo más grato a tus ojos y lo que más nos conviene hacer. Envíame tu sabiduría desde el cielo para que me asista en mis trabajos y me ilumine qué es lo que más te agrada en cada momento. Que ella me guíe prudentemente en todas mis obras.» (Sab. 9, 1-11)
Amen.
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por Luis M. Benavides | 1 Ene, 2011 | Postcomunión Narraciones
Atanasio era un hombre, entrado en años, inteligente, culto y con sensibilidad acerca de las cosas importantes de la vida. Solía ir a su cabaña en la playa, donde pasaba temporadas escribiendo y buscando inspiración para sus libros de filosofía.
Tenía la costumbre de caminar antes de comenzar su trabajo. Un amanecer, mientras paseaba junto al mar, observó a lo lejos una figura humana que se movía como un bailarín. Se sonrió al pensar en alguien bailando para saludar el día. Apresuró el paso, se acercó y vio que se trataba de un joven. Comprobó que no bailaba, sino que se agachaba para recoger algo y, suavemente, lanzarlo al mar.
A medida que se iba acercando, saludó:
—¡Buen día, joven! ¿Qué está haciendo?
El joven hizo una pausa, se dio vuelta y respondió:
—Arrojo estrellas de mar al océano.
—¿Por qué arrojas estrellas de mar al océano? —dijo el sabio.
El joven respondió:
—Hay sol y la marea está bajando, si no las arrojo al mar, morirán.
—Pero, joven, —replicó el sabio— ¿No se da cuenta que hay cientos de kilómetros de playa y miles de estrellas de mar? ¡Nunca tendrá tiempo de salvarlas a todas! ¿Realmente piensa que su esfuerzo tiene sentido?
El joven lo escuchó respetuosamente, luego se agachó, recogió otra estrella de mar, la lanzó con fuerza por encima de las olas y exclamó:
—¡Para aquella… sí, tuvo sentido!
La respuesta desconcertó a Atanasio, no podía explicarse una conducta así. Se sintió molesto, no supo qué contestar y regresó a su cabaña a escribir. Esa tarde, no tuvo inspiración para escribir y en la noche no durmió bien; soñaba con el joven y las estrellas de mar por encima de las olas… Intentó ignorarlo, pero no pudo.
La mañana siguiente, cuando el sol nuevamente lamía el mar y una suave bruma envolvía el ambiente, descubrió las siluetas de dos hombres, uno joven y otro viejo, que se veían juntas, a lo lejos, como si bailaran sobre la arena…
Atribuido a Arthur Barker
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Para la reflexión personal
Hay veces, en que pareciera que nuestra tarea, nuestro empeño carece de sentido. Nos sentimos con ganas de abandonar nuestros proyectos, nuestros sueños. Sin embargo, el solo hecho de pensar que para alguien concreto, aunque sea sólo uno, nuestro obrar tiene sentido, hace que nuestro esfuerzo esté pleno de significación y nos vuelve, gozosamente más humanos.
Percibir que para alguno de tantos otros, nuestro actuar cobra un significado valioso, hace que el “manos a la obra” sea urgente y llevadero, casi inherente a nuestro hacer por otros, cada uno de esos que se cruzan en nuestro camino–costa. Todo esfuerzo tiene sentido, si por lo menos a alguien ayuda a estar mejor; ya sea en nuestro entorno familiar, grupo lugar de trabajo.
A veces, estrella ayudada por otros; otras veces joven idealista, esforzado y luchador; por momentos, adultos sabios, capaces de aprender de nuestros errores; pero siempre, corazones inquietos tratando de saber por dónde, quién y para qué… En movimiento… Con las manos y el corazón dispuestos, en el momento oportuno… Así lo aprendimos de Dios…
Para compartir en familia o en grupo
- ¿Qué motivó al joven a realizar este esfuerzo?
- ¿Por qué nos parece que el viejo se sintió perturbado ante la respuesta del joven?
- ¿De las actividades que estamos haciendo o viviendo, cuáles nos parecen que no tienen sentido? ¿Estamos seguro de ello o para alguien tienen sentido?
- ¿Cuáles son las “estrellas” concretas que se cruzan hoy en nuestro camino?
- Pensad, en familia, algún ejemplo en donde actuamos como el joven y otro, donde actuamos como Atanasio.
Valores en juego
Compasión. Compromiso. Confianza. Optimismo. Sabiduría.
Para disfrutar del buen cine
La vida es bella
- Origen: Italia
- Director: Roberto Benigni
- Protagonistas: Roberto Benigni / Nicoletta Braschi
- Título original: La Vita e Bella
- Año: 1999
- Duración: 111 min
- Género: Comedia dramática
- Calificación: SAM 14
La lista de Schlinder
- Origen: EE UU
- Director: Steven Spielberg
- Protagonistas: Liam Nelson / Ben Kingsley
- Título original: Schindler’s List
- Año: 1993
- Duración: 195 min
- Género: Drama /Biografía
- Calificación: SAM 14
La ciudad de la alegría
- Origen: EE UU
- Director: Roland Joffe
- Protagonistas: Phil Collins / Patrick Swayze
- Título original: City of Joy
- Año: 1992
- Duración: 142 min
- Género: Drama
- Calificación: SAM 14
Darse cuenta
- Origen: Argentina
- Director: Alejandro Doria
- Protagonistas: L. Brando/ Dora Baret/Luis Brandoni
- Título original: Dead Man Walking
- Año: 1992
- Duración: 104 min
- Género: Drama
- Calificación: SAM 18
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por Eduardo Arquer | 31 Dic, 2010 | Postcomunión Historias de la Biblia
Gracias a la bondad de José, los hijos de Israel marcharon a Egipto con sus familias huyendo del hambre que asolaba la tierra de Canaán. Allí se multiplicaron durante cuatrocientos años, viniendo a ser tantos que comenzaron a preocupar seriamente a un faraón (un rey) que ya no se acordaba de la prosperidad que José había conseguido para Egipto.
“Tenemos que obrar astutamente con este pueblo antes de que siga creciendo y no seamos capaces de dominarlo”, decía. Y comenzó a oprimir a los israelitas mandándoles penosos trabajos, y ordenando matar a los niños varones que nacieran de ellos.
Moisés, salvado de las aguas
Pero una mujer descendiente de Leví recuerda que era un hijo de Jacob o Israel tuvo un niño muy hermoso y lo escondió durante tres meses a salvo de los egipcios. Un día tomó una cestita de papiro, le untó betún para que no le entrara el agua y puso dentro al niño dejándolo en el río entre las plantas de la orilla. La hermana del bebé se quedaba vigilando a escasa distancia para ver qué sucedía.
La hija del faraón bajó a bañarse en el río y, de pronto, vio la cestita entre las plantas y mandó a una de sus doncellas que la trajera. Al abrirla, vio al niño que lloraba, y compadecida de él se dijo: “es un hebreo” los israelitas también se llamaban hebreos. La hermana del niño, que estaba muy atenta, y era muy lista, se acercó y dijo a la hija del faraón: “¿Quieres que busque entre las mujeres hebreas alguna para que lo críe?” “Anda y ve” le respondió. La joven corrió a llamar a su madre y, cuando esta se presentó, la hija del faraón le dijo: “Toma a este niño, críamelo y yo te pagaré”
La madre del niño se lo llevó contentísima y lo crió hasta que fue grandecito, luego lo entregó confiadamente a la hija del faraón, quien lo adoptó como si fuera un hijo suyo y le puso de nombre Moisés que significa ‘salvado de las aguas’.
Cuando ya era adulto, Moisés salía a ver a sus hermanos pues no ignoraba que era hebreo. Un día vio que un egipcio maltrataba a uno de ellos; se enfadó tanto que mató al egipcio y lo sepultó en la arena.
Enterado el faraón, buscaba a Moisés para hacerle pagar por ello pero este huyó de Egipto y se refugió en un lejano país llamado Madián, en Arabia.
Allí llegó a un pozo de agua y se sentó a descansar. Vinieron al pozo siete mujeres, hijas del sacerdote de aquel lugar, para sacar agua y abrevar a sus rebaños; pero se acercaron unos pastores y las echaban de allí. Viendo lo que ocurría Moisés salió en defensa de las jóvenes, luego sacó agua y les dio para que bebiera el ganado.
Las chicas contaron a su padre lo sucedido y este, que se llamaba Jetró, mandó que le buscaran para invitarle a comer con ellos y agradecerle su valeroso gesto.
Se hicieron muy amigos y Jetró dio a Moisés a su hija Séfora por esposa.
Pasó el tiempo y murió el faraón de Egipto pero, con el nuevo, los hijos de Israel seguían siendo maltratados y clamaban a su Dios, el Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob. Y Dios escuchó las súplicas de su pueblo y decidió actuar.
La zarza ardiente. Dios se da a conocer. Misión de Moisés
Estaba un día Moisés apacentando el ganado de su suegro cerca del monte Horeb, también conocido como monte Sinaí, cuando vio que una zarza estaba ardiendo sin cesar pero no se consumía. Se acercó para mirar pero El Señor, que estaba en medio de la zarza le dijo: “¡Moisés! ¡Moisés!” Él respondió: “Aquí estoy”. El Señor le dijo: “No te acerques, quítate las sandalias porque el lugar que pisas es tierra santa” Y añadió: “Yo soy el Dios de tus padres, el Dios de Abraham, el Dios de Isaac, y el Dios de Jacob; he visto la aflicción de mi pueblo en Egipto y he bajado para liberarlo de las manos de los egipcios y para conducirlos a una tierra fértil y espaciosa, una tierra que mana leche y miel. Quiero enviarte al faraón para que saques a los hijos de Israel de Egipto”
Moisés dijo: “Pero si me preguntan los hijos de Israel cuál es el nombre del que me envía a ellos ¿qué responderé?” Y Dios dijo a Moisés: “YO SOY EL QUE SOY” Así responderás a mi pueblo: “YO SOY, me manda a vosotros” Y añadió: “Ve y habla con los ancianos del pueblo, ellos te escucharán, y luego id juntos a pedir al faraón que os deje salir de su país. Yo sé que no querrá dejaros pero castigaré a Egipto con grandes prodigios hasta que os deje”
A partir de este momento, el pueblo de Israel llamaría a Dios Yahvé, que significa “El que Es” Este nombre es revelado aquí en la zarza ardiente por el mismo Dios a Moisés: “YHWH”, que si te das cuenta es impronunciable porque no hay nombre capaz de definir todo lo que Dios es, pero al intentar leerlo se parece al sonido de “Yahvé”
Moisés respondió: “El faraón no va a creerme cuando le diga que vengo de parte de Yahvé” Entonces dijo Dios a Moisés: “Tira tu cayado al suelo” Y al instante se convirtió en una serpiente, luego le dijo que la cogiera por la cola y de nuevo era un palo de madera. Después le dijo que metiera su mano dentro del pecho, y cuando la sacó estaba cubierta de lepra y blanca como la nieve, luego volvió a meterla y la sacó normal, como antes.
Moisés puso todavía otro reparo: “Pero si yo soy torpe de palabra y se me traba la lengua al hablar” Dios le respondió: “Te saldrá al encuentro tu hermano Aarón; él, que es de fácil palabra, hablará al pueblo por ti. Yo estaré en tu boca y en la suya, y os mostraré todo lo que habéis de hacer. Llévate tu cayado porque con él harás los prodigios que te he mostrado”.
Ya habían muerto los que buscaban a Moisés en Egipto, así que, regresó a su país natal acompañado de su mujer y de su hijo. Por el camino le salió al paso su hermano Aarón que, escuchando una voz del Señor, fue a su encuentro. Moisés le informó de todo lo que Yahvé le había manifestado al encomendarle tan importante misión y Aarón se ofreció para acompañarle en todas las circunstancias.
Llegados a Egipto, Moisés y Aarón reunieron a los ancianos de Israel; hablaba Aarón, que tenía más facilidad de palabra, de todo lo sucedido a Moisés con el Señor. Luego, Moisés hizo delante de los ancianos y del pueblo los prodigios que Yahvé le había enseñado, y el pueblo entero creyó y adoraron a Dios con alegría y esperanza.
Moisés y Aarón fueron a entrevistarse con el faraón proponiéndole: “Permite que nuestro pueblo celebre una fiesta en honor de Yahvé en el desierto” Pero el faraón respondió: “¿Quién es Yahvé para que yo le tenga que obedecer? No conozco a ese Yahvé y no dejaré ir al pueblo de Israel”.
El faraón endurece las penas
El faraón se enfadó y dio orden de no facilitar, como hasta entonces, al pueblo la paja para fabricar los ladrillos, pues este era el duro trabajo al que estaban sometidos, sino que fueran ellos mismos a recogerla. “¡Pero exigidles la misma cantidad de ladrillos que antes sin quitar ni uno!”, dijo.
El pueblo de Israel tenía que apresurarse por todo Egipto en busca de paja, mientras que los capataces les gritaban: “¡Venga!, ¡Acabad vuestra tarea de cada día!”
Y si protestaban, les respondían: “¡Es que holgazaneáis, queréis perder el tiempo con sacrificios a vuestro Dios!”
Moisés suplicó a Dios ante esta injusticia y Yahvé le contestó: “Yo os libertaré de los trabajos forzados de los egipcios y os introduciré en la tierra que juré dar a Abraham, a Isaac y a Jacob ” Luego dijo: “Ve a hablar al faraón, rey de Egipto, para que os deje salir fuera de su tierra; él no os hará caso, pero yo os sacaré haciendo grandes señales y prodigios, y los egipcios sabrán que yo soy Yahvé, cuando vean lo que va a suceder”
Moisés y Aarón se presentaron de nuevo ante el faraón. Alentado por Moisés, Aarón dejó caer su cayado que se convirtió en serpiente delante del faraón y de sus cortesanos. Sin embargo el faraón hizo llamar a sus sabios y encantadores, los cuales consiguieron hacer un prodigio similar: echaron sus báculos al suelo y se convirtieron en serpientes; pero el báculo de Aarón devoró a todos los de ellos. A pesar de eso, el faraón se negó a dejar salir de Egipto al pueblo de Israel.
Dios castiga a Egipto con plagas
Yahvé hablo de nuevo a Moisés: “Mañana, cuando el faraón salga a bañarse al río, tú le estarás esperando; le dirás que por no haberme escuchado voy a convertir las aguas del río en sangre cuando las toque tu cayado” Moisés hizo como le había mandado Dios y dio su cayado a Aarón para que tocase con él el río delante del faraón. Al momento se convirtió todo el río en sangre, y también se convirtieron en sangre las aguas de los canales, estanques y depósitos.
Pero los magos de Egipto hicieron cosas parecidas que lograron convencer al faraón y tampoco les escuchó esta vez.
Pasaron siete días y Yahvé dijo a Moisés: “Ve al faraón y dile de mi parte: si no dejas salir a mi pueblo voy a castigar con ranas a toda tu tierra” Pero tampoco quiso hacer caso, así que subieron enormes cantidades de ranas desde el río y se metieron en todas las casas y estaban por todos lados. Los magos del faraón decían que ellos habían hecho lo mismo.
El faraón, que estaba harto de tener ranas por todos sitios dijo a Moisés y a Aarón que si alejaban las ranas les dejaría marchar, pero cuando Dios las alejó, encontró un respiro y de nuevo dijo que no.
Luego Yahvé les mandó otra plaga que consistió en gran cantidad de mosquitos por todo Egipto, pero el faraón tampoco escuchó a Moisés.
Entonces Yahvé envió otra plaga de una gran cantidad de tábanos que son unas moscas grandes. El faraón pidió a Moisés que rogara a su Dios para que se alejasen los tábanos, pero cuando se vio libre de ellos, tampoco hizo caso.
Volvió Moisés ante el faraón de parte de Dios y como no consentía en que salieran, le anunció una nueva plaga: Los ganados de los egipcios enfermarían y morirían, pero los de los israelitas no. Así sucedió, y aún así, el faraón endureció su corazón y no consintió la salida.
De nuevo dijo Yahvé a Moisés y a Aarón: “Tomad un puñado de cenizas del horno y que la tire Moisés hacia el cielo delante del faraón para que se convierta en un polvo fino que llenará a los egipcios de pupas y bultos en la piel. Así lo hicieron y sucedió tal como Yahvé había dispuesto. Los magos, que siempre estaban presentes para hacer algo similar, pretendiendo igualar a Yahvé, enfermaron también y ya no pudieron continuar más en presencia de Moisés.
El Señor anunció una nueva plaga en forma de granizo muy fuerte y grueso que cayó sobre Egipto como nunca antes se había visto. Destrozó los campos de cultivo e hirió a hombres y animales, pero en la tierra de Gosén, donde estaban los israelitas no cayó el granizo.
Como el faraón seguía sin ceder ante Moisés y Aarón, Yahvé envió por el aire una gran cantidad de langostas que se comieron lo que había quedado sin destruir por el granizo y royeron todos los árboles. El faraón pedía a Moisés que las alejara, y cuando Yahvé hizo soplar un viento muy fuerte que las arrojó al mar, engañó de nuevo a Moisés y no los dejó salir.
Vocabulario
Abrevar: Dar de beber al ganado.
Aflicción: Sufrimiento, pena.
Báculo: Bastón, palo para ayudarse a caminar.
Cayado: Igual que báculo, bastón doblado por arriba.
Holgazán: Vago, que no está dispuesto a trabajar.
Papiro: Planta con la que hacían papel los egipcios.
Primogénito: Hijo primero.
Para la catequesis
- “YO SOY EL QUE SOY” ¿Qué quiso decir Yahvé al definirse así? Pregúntalo al sacerdote.
- ¿Qué trabajo estaban obligados a hacer los israelitas en Egipto?
- ¿Cuántas plagas lleva enviadas Yahvé a los egipcios hasta ahora?
por CeF | 31 Dic, 2010 | Catequesis Testimonios
Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escucharle como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando está en voz algo baja, como con miedo, le dijo:
— ¿Papa?
— Sí, hija, cuéntame
— Oye, quiero… que me digas la verdad
— Claro, hija. Siempre te la digo —respondió el padre un poco sorprendido
— Es que… —titubeó Blanca
— Dime, hija, dime.
— Papá, ¿existen los Reyes Magos?
El padre de Blanca se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero solo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.
— Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?
La nueva pregunta de Blanca le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:
— ¿Y tú qué crees, hija?
— Yo no sé, papá: que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.
— Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero…
— ¿Entonces es verdad? —cortó la niña con los ojos humedecidos—. ¡Me habéis engañado!
— No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen —respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Blanca.
— Entonces no lo entiendo, papá.
— Siéntate, Blanquita, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla —dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.
Blanca se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:
— Cuando el Niño Jesús nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
— ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
— ¡Oh, sí! —exclamó Gaspar—. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
— Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y la voz de Dios se escuchó en el Portal:
— Sois muy buenos, queridos Reyes Magos, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?
— ¡Oh, Señor! —dijeron los tres Reyes postrándose de rodillas. Necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero no podemos tener tantos pajes., no existen tantos.
— No os preocupéis por eso —dijo Dios—. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.
— ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? —dijeron a la vez los tres Reyes Magos con cara de sorpresa y admiración.
— Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños? —preguntó Dios.
— Sí, claro, eso es fundamental — asistieron los tres Reyes.
— Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?
— Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje —respondieron cada vez más entusiasmados los tres.
— Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?
Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que Dios estaba planeando, cuando la voz de nuevo se volvió a oír:
— Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes Magos de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO, ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y, alrededor del Belén, recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.
Cuando el padre de Blanca hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:
— Ahora sí que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.
Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano mientras decía:
— No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero.
Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.
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por Eduardo Arquer | 12 Dic, 2010 | Primera comunión Dinámicas
Aunque ya se aprecian representaciones de La Virgen María con el niño en brazos en las catacumbas, fue san Francisco de Asís en el año 1223 quien tuvo la iniciativa de representar la escena del nacimiento de Jesús utilizando personas y animales de verdad; esto le ayudaba a considerar la realidad del misterio del nacimiento de Nuestro Señor. La idea se hizo costumbre en la Iglesia y hoy día, en nuestros hogares, en nuestras parroquias y en tantos lugares del mundo celebramos la Navidad montando nuestro Belén.
Belén (Bet-lehem) significa “la casa del pan”. En esta pequeña localidad de Palestina nació Jesucristo, el Hijo de Dios, el Pan de Vida, nuestro Redentor, el Mesías prometido por Dios desde tiempos remotos. Una profecía de Miqueas lo anunciaba con claridad: “Y tú Belén de Judá, ciertamente no eres la menor entre las principales ciudades de Judá, pues de ti saldrá un jefe que apacentará a mi pueblo Israel” (Miq 5,1)
Belén era el pueblo donde había nacido el rey David y estaba ubicado en el territorio de Judá; ambas circunstancias son importantes a saber: El patriarca Jacob, antes de morir, había delegado en su hijo Judá para que ejerciese la autoridad sobre el resto de los once hermanos, pues aunque Judá no era el mayor, había demostrado gran bondad con su padre y mayor celo y renuncia personal a favor de sus hermanos –recuérdese la historia de José– . Jacob encomendó a Judá y a sus descendientes esta misión de tutela “Hasta que venga Aquel a quien Dios ha destinado, a quien darán obediencia todos los pueblos” (Gen 49,10), en una clara referencia al Mesías que había de venir revestido de la autoridad de Dios. Ya tenemos, pues, que el Mesías nacería de la tribu de Judá.
Y en Belén de Judá vivía David cuando fue elegido por Dios y ungido por el profeta Samuel para reinar sobre todo Israel. Yahvé (Dios) le prometió continuar su reinado a través de Salomón, su hijo, y de su linaje: “Reinado que ya será para siempre, tu trono que durara para toda la eternidad” (2 Rey 7, 12-17) Pues de su descendencia nacería el Mesías (Jesucristo) cuyo reino será, y ya es, eterno según esta profecía; por eso a Jesús se le llama también “Hijo de David”. Cinco siglos mas tarde el profeta Isaías lo recordaría con estas palabras: “Y brotará un retoño del tronco de Jesé – el padre de David- sobre el que reposará el Espíritu de Yahvé” (Is 11, 1-2) Es el Espíritu Santo en toda su plenitud sobre Jesús, el Mesías prometido.
Entre Jacob y David pasarían casi mil años, y entre David y Jesucristo otros mil años.
Pero volvamos al tiempo del nacimiento del Niño Dios: San José y la Virgen Maria se sabían ambos descendientes de David, aunque el anuncio del ángel Gabriel a Maria fue una sorpresa inesperada para ella, entre otras cosas porque había decidido ofrecer su virginidad a Dios y no figuraba en sus planes tener hijos, habiendo renunciado así a la posibilidad de ser la madre del Mesías.
El Misterio: Vemos al Niño Jesús que ha nacido, recostado en un pesebre -un recipiente donde se pone de comer a los animales-, que le sirve de cuna improvisada. Está envuelto en pañales porque hace mucho frio, aunque la ternura popular lo representa poco abrigadito. A su lado está su Madre la Virgen Maria y San José: La Sagrada Familia. Este es el motivo central del Belén, cuya representación nos mueve a la contemplación del gran misterio de la Encarnación del Hijo de Dios.
Los Reyes Magos: No fueron reyes en sentido estricto sino mas bien “magos” o “sabios” orientales versados en la ciencia de la astrología, que era una ciencia adivinatoria basada en el principio de que la vida de los hombres se desarrolla bajo la influencia de los astros. Dios se sirvió de esta circunstancia y movió el espíritu de estos buenos hombres para anunciarles, mediante una estrella singular, el acontecimiento más importante de la historia: La venida del Hijo de Dios al mundo.
Ellos, siguiendo la inspiración de Dios, y guiados por la estrella, arribaron a Jerusalén, donde reinaba Herodes. Preguntaron con sencillez acerca de dónde, según las escrituras, había de nacer el Mesías. “En Belén de Judá” le respondieron los expertos consultados por Herodes que conocían la profecía de Miqueas.
Se marcharon satisfechos y se alegraron al ver de nuevo la estrella que los condujo hasta Belén. Encontraron al Niño Dios y le ofrecieron oro, por ser rey; incienso, por ser Dios; y mirra, por ser hombre.
El Castillo de Herodes: Herodes vivía en su palacio, en la parte alta de Jerusalén. No era judío pero logró, mediante acuerdos con la autoridad romana, ser nombrado rey de los judíos. Recibió el sobrenombre de “El Grande” porque realizó imponentes edificaciones, entre las que destacaba la reconstrucción del templo de Jerusalén que había sido destruido por el general romano Pompeyo en el año 63 antes de Cristo. Nunca tuvo el templo tanto esplendor como el que le dio Herodes el Grande: Era dos veces más alto que el de Salomón, y algunas de sus partes rematadas con oro deslumbraban con la luz del sol. Es el templo que conoció Jesús; aunque años mas tarde, en el 70 de nuestra era, sería de nuevo destruido por el ejército romano.
Herodes era vengativo y, al enterarse por los Magos del posible nacimiento del Mesías, desencadenó una matanza de niños pequeños para que nadie pudiera amenazar su trono a él o a sus sucesores. Este episodio se conoce como la Matanza de los Inocentes, que también se representa en el Belén; y aunque se vean romanos asesinando a los niños, las órdenes no vinieron de Roma sino de Herodes.
Los romanos: Como Palestina estaba dominada por el Imperio Romano, había por aquel tiempo una convivencia pacífica entre judíos y romanos, de hecho, muchos judíos procuraban adquirir la ciudadanía romana por conveniencia.
El cesar Augusto había proclamado un edicto mediante el cual se haría un censo de todo el imperio. Cada uno tenía que empadronarse en la ciudad a la que pertenecía. José y María, su esposa, que estaba en avanzado estado de gestación, tuvieron que ir a Belén, pues eran de la “casa de David” y en aquellos días nació Jesús. Dios se valió de esta circunstancia para que el Mesías naciera en Belén y se cumplieran las profecías.
La posada: San José buscó un lugar adecuado para María en el que pudiera estar bien atendida pero no había sitio para ellos en la posada y tuvieron que alojarse en un establo.
La mula y el buey: En un establo en el que había animales nace Jesús, a continuación es colocado por su madre en un pesebre; en estas condiciones de extrema pobreza ocurrió todo, ¡Y es el Hijo de Dios! De momento pasa desapercibido en la tierra pero todo el cielo lo sabe, incluso los animales parecen adivinarlo: “Conoce el buey a su dueño, y el asno el pesebre de su amo” Son palabras del profeta Isaías (Is. 1,3)
Los pastores que pernoctaban al raso: Pero Dios quiso comunicar directamente la noticia del nacimiento de Jesús, aparte de a los Reyes Magos, a unos pastores que estaban velando al raso cerca de sus rebaños. Para ello les envió un Ángel que, en medio de la noche les dijo: “Os anuncio una gran alegría que será para todo el pueblo: Hoy os ha nacido en la ciudad de David un Salvador, que es Cristo Señor. Y esto os servirá de señal: hallareis un niño envuelto en pañales y recostado en un pesebre” Y de repente vino a unirse al Ángel una multitud del ejercito celestial que alababa a Dios diciendo: “Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz a los hombres de buena voluntad”.
Entusiasmados, se encaminaron hacia Belén, donde encontraron al Niño como les había dicho el ángel.
Transmitieron la noticia por el lugar y muchas más personas vinieron a adorar al Niño Jesús. Los otros pastores y demás adoradores La Virgen María, llena de alegría, guardaba todo lo que estaba aconteciendo en su corazón.
La estrella: Seguramente era un astro natural que destacaba sobre los demás. Algunos piensan que pudo haber sido el cometa Halley. Es posible; pero lo importante es que fue el signo que puso Dios en el cielo para conducir a los Magos hacia Belén.
Otras escenas: Hay escenas en algunos belenes que, no habiendo sucedido en aquellos días, se representan también dentro de los mismos. Es el caso de La Anunciación del ángel Gabriel a la Virgen, la Visitación de Maria a su prima
santa Isabel, la Jornada de viaje de san José con la Virgen desde Nazaret hasta Belén, la Huida a Egipto de san José con la Virgen y el Niño, etc.
En fin, el belén constituye una recreación plástica y artística llena de matices, de los acontecimientos sucedidos en torno al nacimiento del Hijo de Dios. Se ha convertido en piadosa costumbre popular que nos habla de la bondad de Dios con el género humano, de la paz entre los hombres y entre los pueblos, de unión entre las familias; y ayuda al creyente a profundizar en la alegría de la salvación de la humanidad realizada por Jesucristo. Dios hecho hombre.
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Eduardo Arquer
por Mons. Antonio María Card. Rouco | 8 Dic, 2010 | Novios Magisterio
1. Celebramos de nuevo la Solemnidad de La Inmaculada Concepción de Santa María Virgen en pleno tiempo de Adviento, a la espera de la venida del Señor en la humildad de nuestra carne. El Misterio de la Concepción Inmaculada de María está profundamente relacionado con su vocación para ser Madre del Hijo unigénito de Dios. La carne y la sangre de ese Hijo eterno de Dios, nacido del Padre antes de todos los siglos, será la suya. ¡La carne y la sangre de Jesús son de María! La íntima unión de la Madre con el Hijo en la obra de la salvación se manifiesta desde el mismo instante en que ella es concebida en el vientre de su madre. “La Santísima Virgen, predestinada desde la eternidad como Madre de Dios junto con la encarnación del Verbo de Dios por decisión de la divina Providencia” (LG 61), había sido “preservada inmune de toda mancha de la culpa original en el primer instante de su concepción por singular gracia y privilegio de Dios omnipotente, en atención a los méritos de Cristo Jesús Salvador del género humano” (Pío IX, Bula Ineffabilis Deus, 1854).
En el plan salvador de Dios se establecía que la victoria del Redentor sobre el pecado y la consiguiente salvación del hombre se iniciase ya en la mujer llamada a ser su Madre desde el primer instante de su concepción: ¡Una Madre inmaculada! ¡Una Madre Virgen! ¡Una nueva Eva!
2. “Purísima había de ser, Señor, la Virgen que nos diera el Cordero que quita el pecado del mundo. Purísima la que entre todos los hombres es abogada de gracia y ejemplo de santidad”. La plenitud de la gracia de la que le habla el Ángel Gabriel cuando la saluda en Nazareth –“alégrate llena de gracia, el Señor está contigo”– la Iglesia no podía haberla interpretado de otro modo que reconociéndola y declarándola “Inmaculada”. Ella fue elegida y bendecida “en la persona de Cristo”, su divino Hijo, “antes de crear el mundo”, como santa e inmaculada desde el preciso momento en que empieza a existir en el interior del seno materno. ¡Así es la Madre del Señor que esperamos de nuevo, gozosos de esperanza, en este Adviento del 2010! Así es nuestra Madre: ¡Inmaculada! Ella es la más grande maravilla del Dios que nos salva después de la inaudita maravilla del Misterio de la Encarnación de su Hijo, Redentor del hombre, al que está subordinada. ¿Cómo no le vamos a cantar hoy a María en la fiesta de su Inmaculada Concepción “un cántico nuevo”? ¿Si en ella, “los confines de la tierra han contemplado la victoria de nuestro Dios”?
3. La fiesta de “la Inmaculada Concepción” es pues una gran fiesta para toda la Iglesia, pero, muy especialmente, una fiesta de la Iglesia en España. ¡Es la fiesta de su Patrona! Hace 250 años, en noviembre de 1760, por la Bula Quantum Ornamenti, el Papa Clemente XIII la proclamaba nuestra celestial Patrona. Pocas semanas más tarde, en enero de 1761, el Rey Carlos III reconocía este Patronazgo para todos los territorios de España y de las Indias. En la disputa multisecular en torno a la verdad de “la Inmaculada”, cuyos orígenes hay que remontar a los comienzos del siglo XIV, el pueblo cristiano de España había tomado siempre partido a favor del dogma de la Inmaculada Concepción de la Santísima Virgen María, con un fervor sin igual y, no pocas veces, con una pasión desbordante. La figura de María, Madre Purísima, Virgen amada y venerada ardientemente, venciendo a “la serpiente” y/o con el Hijo divino en sus brazos, reflejará una de las convicciones más íntimas y arraigadas del pueblo creyente y de muchos de sus pastores y santos en la España del Renacimiento y del Barroco; e inspirará con su mirada serena y radiante el alma de sus mejores y más geniales artistas. La belleza espiritual de María Inmaculada había dado curso popular a una nueva y emotiva “estética”. El pueblo cristiano de aquella España de “los siglos de oro” coincidía plenamente con la opinión expresada magistralmente por uno de sus grandes poetas:
“Decir que pudo y no quiso
parece cosa cruel,
y, si es todopoderoso,
¿con vos no lo habrá de ser?”
Y, más adelante:
“Porque es justo, porque os ama,
porque vais su madre a ser,
os hizo Dios tan purísima
como Dios merece y es”.
4. Juan Pablo II llamaba a España “Tierra de María”. El 4 de mayo del año 2005, después de la gran e inolvidable celebración eucarística de la canonización de cinco santos españoles del siglo XX en la Plaza de Colón –San Pedro Poveda, San José Mª Rubio, Santa Ángela de la Cruz, Santa Genoveva Torres y Santa Maravillas de Jesús– el Papa, anciano y enfermo, se despedía de nosotros con aquel emocionado y conmovedor: “Hasta siempre España! ¡Hasta siempre, tierra de María!”. Desde esa profunda devoción a la Virgen del pueblo español, centrada en el Misterio de su Concepción Inmaculada y enraizada en una honda y lúcida fe en Jesucristo, el Hijo de Dios, hecho hombre y redentor del hombre, se explica y se comprende muy bien la valoración que el Papa Benedicto XVI hace del catolicismo español en sus palabras a los periodistas en el vuelo a Santiago de Compostela el pasado 6 de noviembre: “España era siempre, por una parte, un país originario de la fe. Pensemos que el renacimiento del catolicismo en la época moderna ocurrió, sobre todo, gracias a España. Figuras como San Ignacio de Loyola, Santa Teresa y San Juan de Ávila, son figuras que han renovado el catolicismo y conformado la fisonomía del catolicismo moderno”. Y, en su recientísimo libro, “Luz del Mundo”, contesta a la pregunta del entrevistador por la razón del gran eco popular que encontró en sus viajes a España, abundando en esa percepción positiva de nuestra historia cristiana: “España ha sido siempre uno de los grandes países católicos con vitalidad creadora… precisamente allá existe también una vitalidad de la fe que, por lo visto, los españoles llevan en la sangre”. Junto a esa ardiente fe de los españoles, siempre profesada y siempre actual, el Papa constata, sin embargo, en la citada entrevista, que en la historia contemporánea de España “ha nacido una laicidad, un anticlericalismo, un secularismo fuerte y agresivo”.
5. En este año 2010, a la vista de la gran Jornada Mundial de la Juventud de agosto del próximo Año 2011 que presidirá el Santo Padre en Madrid, la celebración de la fiesta de la Inmaculada nos invita a entrar en una renovada comprensión del gran don y del consiguiente reto que se nos presenta en este Misterio del Amor infinitamente misericordioso de Dios Padre. En esa liberación del pecado original y en el comienzo del tiempo de la nueva vida por Jesucristo, su Hijo, que goza desde el primer instante de su concepción su Madre María –¡Madre suya e, inseparablemente, Madre nuestra!–, ese don y ese reto se nos hacen cercanos y convincentes. Precisamente en esa fe en el Dios de indecible misericordia, Creador y Salvador del hombre, se contiene una visión del mundo y de la historia, liberada del pecado y de la muerte, de la que surge una propuesta exigente de vida a la luz de la Ley y de la Gracia de Dios, que ha de ser asumida diligentemente por los hijos de Dios con la fuerza liberadora de esa gracia que sana su libertad y la capacita para el amor más grande. Una libertad, pues, “liberada”; comprensiblemente no compartida e, incluso, rechazada por un mundo que solo piensa en “el amor a sí mismo”. El relativismo ético y la pérdida de la conciencia del bien común en la vida personal y profesional, en los ámbitos de las actividades privadas y en el contexto de la acción pública, constituyen hoy la prueba más fehaciente de ello. El verdadero amor al hombre implica necesariamente ese desprendimiento de sí mismo y de los intereses particulares que se manifiesta en María y en su respuesta a una vocación cuyo cumplimiento sobrepasa toda imaginación y posibilidad humanas. Con el “he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra”, María se entregaba sin reservase nada para ella a los designios amorosos de Dios: a su plan de salvación del hombre. ¿Cómo no recurrir a ese modelo y a esa intercesora en el momento presente de nuestra patria, de España, cuando la necesidad de una ética del bien común es tan patente? Que el servicio prioritario y consecuente al bien común sea el que oriente y guíe el comportamiento de las personas, los grupos sociales, las instancias públicas y los responsables del justo, solidario y pacífico funcionamiento de la sociedad, resulta, como lo demuestran los acontecimientos más recientes, cada vez más urgente. Confundir pluralismo social, cultural, económico y político con “egoísmo” es una tentación, en la que caemos, incluso los cristianos, cada vez más frecuentemente.
6. En el Misterio de la Inmaculada Concepción se descubre igualmente la vocación para con la vida ¡una vida en gracia y santidad!, que necesita del matrimonio y de la familia como su lugar natural e irrenunciable para la posibilidad de su realización fecunda. El don de la vida, desde su inicial manifestación en la concepción del ser humano, es sagrado y, por tanto, inviolable. El amor del padre y de la madre, fiel hasta la indisolubilidad, es imprescindible para el hijo, su fruto más maduro y valioso. Sin él, no crecerá y se desarrollará de forma expedita, humana y espiritualmente, hasta llegar a conformarse como persona responsable: responsable de sí misma y responsable de los demás, en la familia y en la sociedad, ante Dios y ante los hombres. El llamado “pluralismo familiar” no puede tampoco sostenerse a costa de los bienes esenciales del matrimonio y de la familia: de la familia que nace de la unión fiel del varón y de la mujer y que sobre él se edifica y mantiene. María, “la Inmaculada”, es Virgen y Madre. Precisamente, porque estaba llamada a ser Madre del Salvador y Madre de la Gracia, Madre, por tanto, de todos los hombres, convenía ¡debería! ser “Inmaculada”, liberada desde el principio de su existencia en este mundo del pecado que esclaviza, del pecado que es rechazo de la ley de Dios, ley del amor. Rechazo que conlleva inevitablemente el que el hombre quiera colocarse por encima de Dios, dominando y explotando con forzosa consecuencia a sus semejantes. El pecado que convierte al hombre fatalmente en “manipulador” imprevisible y tiránico de “lo humano”.
7. En la fiesta de la Inmaculada Concepción del año 2010, 250 años después de su proclamación como Patrona de España, camino de la próxima Natividad del Señor, debemos de alzar de nuevo nuestra mirada agradecida a Ella, nuestra Madre y Señora, y confiarle a España: a la Iglesia en España y al pueblo de España. Una mirada que sea expresión sincera de un decidido propósito de renovación de nuestra vida de oración, de penitencia y de amor cristiano. Su recomendación de rezar “el Santo Rosario”, hecha a la vidente de Lourdes, cuatro años después de la definición dogmática de su Inmaculada Concepción, sigue y resuena más actual y más urgentemente que nunca. Su intercesión es omnipotente. Nuestro compromiso apostólico con las nuevas generaciones y nuestro empeño comprometido generosamente en el servicio al bien común del que dependen tantos hermanos nuestros –sin trabajo, en no pocas ocasiones con sus familias rotas, solos y abandonados…–, no admite demora alguna. Se lo debemos.
¡Ella, la Inmaculada, Virgen de La Almudena, no nos fallará!
Amén.